Esta historia ya está terminada, así que habrá actualizaciones constantes para poder tener todos los capítulos de este fic por aquí.

Gracias por leer y nos veremos después.

Nada, un honguito ebrio y un Aomine que no sabe que hacer con el.


Si le preguntaran a Aomine cuál sería el mejor inicio de fin de semana, definitivamente diría que es ese.

Ese viernes por la noche.

-Muy bien- exclamo el moreno del grupo viendo a sus amigos y a las parejas de estos con una sonrisa burlona en el rostro -¿cómo fue que terminaron así?- preguntó con curiosidad en su voz, tratando de ahogar la risa que quería salir de sus labios.

-Es una buena pregunta- acoto Akashi extrañamente tranquilo.

-¿Por el alcohol en sus sistemas?- respondió Kagami con un dormido Kuroko en sus brazos. Viéndolo bien, era adorable con sus mejillas sonrojadas, pensó el peli rojo acomodando a su pareja en sus brazos.

-¿No se supone que solo iban a ir por un café?- pregunto Kise extrañado. Hasta donde sabía ningún café tenía alcohol.

¡¿Qué demonios?!

-Eso fue hace cinco horas- respondió Midorima soltando un cansado suspiro de sus labios mientras acomodaba en sus hombros el cuerpo delirante y sonrojado de Takao -Kazunari mencionó que solo irían a bailar, no hacer esto-

-Muro-chin dijo que me portara bien mientras estaba fuera, pero ahora esta así- se quejó Atsushi con un puchero tratando de separar a un ebrio Himuro de un inconsciente Sakurai mas Muro-chin no dejaba de abrazar al castaño -Mine-chin, quita a tu hongo de mi Muro-chin. Ya quiero irme a casa-

-Okey, okey, tranquilizante gomita morada sub desarrollada- le restó importancia al asunto. Le hacía gracia ver a su amigo así de celoso por su adorable honguito.

Honguito muy borracho por cierto.

-Bien, es hora de irnos. Ninguna palabra a nadie sobre esto- todos y cada uno asintieron a las palabras del emperador quien se llevaba sobre su espalda a su emperatriz Furihata Kouki quien le abrazaba del cuello.

Nadie quería hacer enojar al emperador y menos en el estado en el que estaba el chihuahua.

Luego de haber dejado a Himuro en brazos de Murasakibara y de despedirse de sus amigos fue como pudo tomar a Ryou quien empezaba a despertar de su letargo.

-Oh- exclamo Yukio quien era cargado por los hombros por Kise quien veía expectante a su pareja -parece ser que Sakurai se emborrachó más de la cuenta- soltó una risita divertida que después fue detenida por el hipo que tuvo -pobre hongo-

-Oye- reclamo Aomine mientras cargaba a Ryou quien se acurrucaba en su cuello y pecho y soltaba risitas nerviosas al por mayor -aleja a tu senpai de mi hongo-

-No seas celoso Aominecchi- se quejó Kise.

-Solo digo lo que veo, rubia- luego de eso ambos ex integrantes de la Generación de los Milagros tomaron caminos separados.

-Ja ja ja, ju ju- se rió Ryou aun en brazos de Aomine quien caminaba tranquilamente con su castaño novio -Daiki-san esta celosoooo~- comentó Ryou besando el cuello del moreno quien lo tenía bien sujeto de la cintura.

-No, no estoy celoso- respondió Daiki, estoy lo que le sigue de eso, pensó.

-Claro que... hip, hip, shi~- respondió Ryou con sus mejillas sonrojadas y más adorables posible -mi sexy y guapo oficial es celooosoo~ hip~-

Aomine suspiro, admite que su Ryou era lindo estando ebrio, pero no estaba acostumbrado a lidiar con el así. No al menos si él no tenía que ver con el estado del chico.

-Daiki-san- le llamo Ryou viendo a su novio quien le veía de igual manera -te amoooo~ hip~- aseguro con un adorable puchero en los labios abrazando a su novio con fuerza -tú también me amas ¿cierto?-

Aomine se sonrojo avergonzado. Sabía los sentimientos de su honguito hacia él, pero nunca Ryou se los había dicho estando en ese estado.

-Daiki-san~- se quejó el castaño al no tener respuesta de su novio.

-Ryou- hablo Aomine tomando el rostro sonrojado de su honguito haciendo que este le viera interesado -claro que te amo ¿Qué te hace creer lo contrario?- luego de eso le robo un beso al castaño quien le correspondió de inmediato. Daiki tuvo que romper el contacto al percatarse que Ryou había caído dormido.

Acomodó mejor al castaño en su pecho y después soltó una risita divertida al ver lo relajado que estaba su honguito en esos momentos.

Definitivamente lidiar con un honguito borracho no era sencillo.