La comisaría por la mañana era, como muchos otros días, un caos absoluto. Si bien se encontraban el cuerpo policiaco completamente preparado para cualquier cosa que se presentara en la mítica ciudad de Ebott, los conflictos entre especies hacía la vida cada vez más complicada para todos los habitantes.

Pero si había algo que les generaba un gran dolor de cabeza a la policía en general, era la batalla campal declarada entre grupos de delincuencia organizada que abundaba el lugar. Humanos o monstruos, cada uno tenía sus variaciones de grupos mafiosos y masacres registrados por ellos. Si bien cada vez era más difícil hacer sus trabajos, una parte de ellos impedía tener que rendirse al ser fieles a su profesión.

Claro que había unos que otros que eran más fieles a esos principios, y aunque fueran gratas y leales sus iniciativas… se presentaba el caso particular de cierta rutina matutina que iniciaba el caos en la oficina del jefe.

-¡Señor…!

-Ahora no, por favor –Susurró el jefe regordete en lo que recorría las oficinas para dirigirse hacia la suya.

El paso de los tacones apresurados eran suficiente indicio de que aquella rutina estaba dando inicio, pero el ruido que generaba no era lo que hacía que uno que otro policía voltease a verla con cierta perversión y curiosidad, sino que su andar era una extraña exquisitez que nadie se atrevía a expresar.

Todos en la comisaría eran humanos… menos una.

-Pero Señor, yo…

-Dije que no, Undyne –Exclamó el jefe andando con algo más de prisa para perderla en el camino –El caso le pertenece a alguien más. Si cree haber encontrado algo, muéstrelo a la persona asignada y evaluará por su cuenta eso.

Entró a su oficina con cierta fiereza con tal de separarse de aquella monstruo tan insistente matutina, pero en esa ocasión la anfibia había tenido demasiada destreza para escabullirse en la puerta antes de que la cerrara de un portazo como siempre la recibía. El regordete la observó hastiado con ello, era más que evidente que no la tomaba enserio.

Pero ella nunca se rendía, nunca lo haría.

-Quiero que me asigne el caso a mí –Dijo con firmeza estando parada frente al escritorio tras ver que se sentaba tratando de ignorarla aun –He estado investigando por mi cuenta y…

-Eso le corresponde hacer al cuerpo policiaco, ya hemos hablado de eso –Se masajeó la cabeza en lo que la miraba con leve enfado –Usted es una secretaria y nada más.

-No es para lo que me postulé –Susurró para sí misma con molestia, pero era más que claro que la había escuchado.

-Pero era el puesto que estaba disponible, y usted accedió más que gustosa si le puedo recordar –Dejó de masajearse la cabeza y se recargó en su escritorio un tanto más calmado tras ver el disgusto de la anfibia –Si no le parece su trabajo, acepto su renuncia. Pero si realmente desea conservar el único puesto que obtendrá será mejor que me traiga mi café ahora y se ponga a hacer lo que verdaderamente le corresponde.

-Pero…

-Dos de azúcar y mucha crema. –Comenzó a revisar los papeles que tenía consigo para ignorar por completo a la monstruo frente a él –¡Ahora!

Undyne se quedó mirando por un breve momento al humano que tenía como superior. Tenía la leve esperanza de que en algún punto la volteara a ver y seguir discutiendo el caso, pero tras estar completamente ignorada ya, comprendió que la plática había terminado una vez más.

-Si, señor… Enseguida se lo traigo.

Sin más se retiró de la oficina principal para dirigirse hacia la cafetera. En lo que recorría el pasillo podía notar las miradas que le lanzaban uno que otro policía sin siquiera tener que fijar su vista en ellos. Le era sumamente desagradable aquel acoso silencioso, pero al ser la única monstruo y mujer en aquel lugar, terminó por ignorar siempre que podía esas miradas nada discretas. Después de todo, se consideraba sumamente fuerte para tener que lidiar con todos ellos cada día.

Desde que era niña, siempre había soñado con ser policía, y si bien sus padres le habían dejado en claro que aquella profesión era inalcanzable en varios sentidos de su persona, ella nunca se rindió y siguió adelante con lo que quería lograr. Tras haber pasado todas las pruebas con excelencia, la academia no tuvo de otra más que cumplirle aquel capricho de poder trabajar en un lugar tan alto, y había aceptado con orgullo la victoria de su esfuerzo.

En su principio no le había importado que únicamente le pudieran ofrecer el puesto de secretaría; ella había entrado con la suma esperanza de algún día crecer dentro del mismo lugar y obtener su puesto soñado una vez que pudiera demostrar sus grandes habilidades. Pero por más que se esmeraba en obtener una sola oportunidad, siempre le era negada bajo el mismo argumento.

Tras varios años de insistencia, se había convertido en un objeto de burla dentro del establecimiento, cuya única función era desfilar en los pasillos llevando papeles a todos y café para los superiores. Las miradas sobre ella habían pasado de disgusto a perversión con el tiempo tras la exigencia de su jefe de ser más femenina en su presentación si deseaba conservar el único empleo que le acercaba a su sueño.

Las faldas podía pasarlas por alto aunque no fueran del todo su agrado, pero los picahielos que llevaba por zapatos cada vez eran más incómodos para su disgusto. Ella ya era alta ¿por qué la exigencia de tacones entonces? Lo único que realmente le gustaba era su largo cabello que optaba con dejarlo suelto para hacer conjunto a su vestimenta femenina requerida. Aunque internamente se lo dejaba largo por otra circunstancia.

"Me gusta cómo se te ve el cabello" le había dicho él en aquel entonces de su infancia. Sacudió su mente de aquel pensamiento del pasado. Necesitaba concentrarse si tenía mucho papeleo que administrar.

Sirvió el café con todo el cuidado posible (ya había demostrado ser torpe con eso) y desfiló nuevamente entre el pasillo llevando consigo la taza favorita del jefe humeante por su contenido.

-Si te es fastidiosa ¿Entonces porque la sigues teniendo aquí?

Undyne se detuvo frente a la puerta antes de tocar tras escuchar aquella conversación. Le quedaba más que claro que estaban hablando de ella, por lo que se puso a un lado para seguir escuchando.

-No tengo de otra, es por ese maldito programa de inclusión de la alcaldía que me tiene atado de manos –Comentó el jefe a quien sea que le había preguntado –Además, es la única forma en la que mi esposa no se pondría celosa por tener una secretaria.

-Pues tiene buena figura para ser un monstruo.

-Lo sé, lo sé. Es una secretaria exótica ¿no crees? Una sirenosa.

Escuchó varias voces riéndose dentro de la oficina. Undyne podía calcular que se trataba de cuatro personas ahí.

-Son los monstruos los que nos están ocasionando más problemas en la ciudad –Comentó una voz joven –Aunque se trate de convivir todos, es claro que aún son bestias primitivas.

Undyne no pudo más con su rabia tras las últimas palabras y rompió accidentalmente la taza con sus propias manos. Por más que se esmeraba, le era complicado controlar su propia fuerza, por lo que se retiró inmediatamente antes de que acudiera el grupo en busca de aquel ruido. Optó por dirigirse a su escritorio y enfocarse en algo que realmente valía la pena en vez de escuchar los cotilleos e insultos sobre su especie.

Sacó su carpeta en la que había estado trabajando todos los días y se puso a revisar nuevamente sus apuntes. Todas las bitácoras en las que se había puesto a analizar lo poco que podía ver del grupo delictivo de esqueletos se encontraba ahí. Realmente no era mucho lo que se podía obtener de ellos que no fuera más allá de vinculaciones sobre relacionarlos con algunos crímenes registrados, y su tarea habría sido mucho más difícil si no fuera por el hecho de haberse encontrado con una pista.

Una humana en el barrio de Snowdin. Una aparente locataria de joven edad a la que algunos vecinos comentaron entre voces lo raro que se les hacía el hecho de que uno de los esqueleto custodiaba más ese negocio que el resto que formaban parte de su red de ingresos. Lo raro para la anfibia no era el hecho de enfocarse más en un solo punto, sino el hecho de estar custodiando un terreno humano cuando según los informes oficiales, a los esqueleto realmente le desagradan los humanos como muchos otros grupos delictivos de monstruos ¿Acaso era una cuartada para desviar un crimen mayor? ¿La florería era un punto clave para descifrar todos los crímenes de su parte? Tal vez ni siquiera se trataba realmente de una humana.

Cerró la carpeta con algo de fuerza tras su enfado. Sin lugar a dudas tenía mucho que seguir investigando si quería resolver el caso que había elegido por su cuenta al considerarlo todo un reto digno para ella. Pero se le seguía complicando cumplir su cometido si no tenía la autoridad para escarbar en tal información.

Suspiró un tanto frustrada consigo. Tendría que recurrir a otros métodos después de todo.

Flowey se encontraba midiendo la temperatura de los girasoles que por fin pudieron cultivar tras el poco sol que brindaba el lugar. Algunas flores aún estaban en proceso de poder florecer, pero se complicaba el caso tras requerir la mayoría el sol que se suponía que debía de brindar la ciudad, pero era claro que el cuerpo celeste no le gustaba asomarse por ahí.

Cuando percibió con su experiencia que todo marchaba a la perfección, retiró sus lianas de varias macetas y se giró tranquilo hacia la humana que se encontraba en el recibidor acomodando un arreglo floral que se le ocurrió recién levantándose. Ya estaba acostumbrado a esas inspiraciones matutinas que le daba por hacer combinaciones de flores, pero era la primera vez desde que se habían mudado a la ciudad que le daba por hacer algo así instantáneamente.

Suspiró un tanto calmado con eso. La ciudad no la había cambiado pese a todo.

Pero para su desgracia, su círculo social si fue lo que cambió.

-Hey chica –Literalmente de la nada se había aparecido el esqueleto a lado de la humana, la cual se sobresaltó tras presentarse sin aviso alguno –¿Me extrañaste?

-No se puede extrañar a alguien que insiste en darse por visto todos los días –Comentó Frisk calmándose inmediatamente.

-Tomaré eso de forma positiva –Sonrió como si la humana le hubiera contado un buen chiste. –Ten, te traje comida.

-¿… Gracias? –Tomó la bolsa de papel que le estaba tendiendo un tanto extrañada con eso y revisó el contenido –¿Qué es?

-¿Ahora me dirás que no sabes lo que es una hamburguesa? Vaya que debo llevarte a conocer muchas cosas.

-No tienes por qué hacerlo, idiota –Murmuró Flowey hastiado con su presencia, pero le fue evidente de que el esqueleto le había escuchado.

-Por supuesto que debo de hacerlo –Dijo tranquilo en lo que observaba cómo la humana vaciaba el contenido en el recibidor para ver con mayor claridad la comida extraña para ella –Te estás perdiendo muchos placeres que te brinda la ciudad.

-Comer cosas con alto contenido en grasa no es precisamente un placer –Cuestionó la humana un tanto dudosa de comer aquello –Pero agradezco el gesto. La tienda a la que puedo comprar cosas sigue cerrada.

-¿Sólo puedes ir a una?

-La más cercana que tengo que podemos ir sin problema alguno, sí. El resto no aceptan humanos o a Flowey

-No entiendo por qué, si tiene ese cálido sentido del humor…

Frisk rodó los ojos entendiendo el sarcasmo en sus palabras, más optó por no comentar nada al respecto y se agachó para colocar la bolsa de papel con su contenido debajo de su recibidor, no quería mostrar comida como si nada a su clientela al ser descortés de su parte una imagen así. Pero justo cuando se agachó, Flowey aprovechó que la humana no estaba viendo nada y le arrojó un florero al mafioso por sus palabras, el cual lo detuvo con su magia con suma facilidad y sin preocupación alguna.

Le irritaba que se tomara tanta confianza con ella, pero aún más, que Frisk no hiciera lo suficiente para apartarlo. La conocía perfectamente como para saber que le era muy complicado considerar a alguien como amigo en tan poco tiempo, pero también que se estaba acostumbrando a su presencia al grado de ya no sentirlo como una amenaza pese a ser testigo de lo que era capaz.

-Me gustaría quedarme más tiempo para hablar, pero me temo que debo retirarme –Comentó el esqueleto una vez que la humana se levantó sin percatarse del acontecimiento –Hay trabajo que hacer… y lamentablemente no puede hacerse solo.

-No llamaría trabajo a algo que de por si es ilegal… -Comentó Frisk sin siquiera pensarlo, cosa que se dio cuenta de sus palabras muy tarde y se avergonzó por su atrevimiento. –Quiero decir… ¿No es imprudente de tu parte que me digas eso?

-Bueno, he decidido ser sincero contigo. Eso hará que me conozcas mejor y te agrade. –Comentó sin preocuparle en absoluto sus palabras.

-Puede que lo que llegue a conocer de ti no me agrade también.

Comentó nuevamente sin pensar adecuadamente en sus palabras. Frisk quiso morderse la lengua ante la imprudencia que estaba mostrando, pero por más que buscaba en su mente algo adecuado para desviar el tema, simplemente le llegaba expresarse con la misma sinceridad pese a lo crudo que podía sonar. Socializar no era para nada lo suyo, y esperaba que el esqueleto ya se hubiera dado cuenta de eso para no tener que dar explicaciones sobre su persona.

Las cuencas del esqueleto se habían oscurecido por un breve momento ante tal comentario de su parte, pero su sonrisa cálida no se desvaneció.

-Cierto… Pero aun así correré el riesgo.

-Bueno… entonces ¿Irás a hacer algo de tu "trabajo"? –La florista se recargó en su recibidor tratando de mostrar calma.

-Si.

-¿Implica algo verdaderamente ilegal? –Se aventuró a preguntar para comprobar si era cierto que quería correr ese riesgo.

-Si.

-¿Alguien morirá en el proceso?

No sabía si quería retarlo a que fuera en verdad sincero con ella o simplemente tenía curiosidad sobre su reacción al respecto, pero fuera lo que fuera, era más que consciente de que era la peor pregunta que pudiera hacerle. Incluso Flowey se mostró extrañado con eso.

Sans en cambio, no se mostró ofendido ni molesto ante su pregunta. Le parecía más bien que la observaba con cierto pesar como si le diera una noticia como si de avisar que se había acabado el cereal se tratase.

-¿En verdad quieres saberlo?

Por un momento estuvo a punto de contestar si por inercia, pero lo cierto era que sabía que le desagradaría saber cierta verdad que la podría convertir en cómplice de algo que no podría manejar. Su silencio fue más que respuesta para el esqueleto y se despidió haciendo un ademán con su sombrero antes de desaparecer literalmente de la vista.

-¿No se te ocurrió preguntarle algo más estúpido? –Gruñó sarcásticamente la flor una vez que estuvieron solos.

-Lo siento…

A Frisk le estaba costando organizar sus pensamientos una vez que se puso a continuar con su trabajo. Aunque le carcomiera la culpa por su reciente imprudencia, lo cierto era que por primera vez le daba algo de curiosidad la vida delictiva del esqueleto ¿Realmente no tenía opción más que dedicarse a eso como le mencionó? ¿Le gustaba matar? ¿Sentiría algo de culpa por las vidas que terminaba? ¿Su familia era igual que él?

Sus divagaciones mentales fueron interrumpidas ante el ruido proveniente de su estómago. Malpasarse tanto con la comida ante la escases de víveres que tenía le estaba afectando en varios sentidos. Realmente estaba agradecida con Sans de que le trajera algo de comer, no le importaba que fuera algo nuevo para ella.

Después de todo, realmente estaba delicioso lo que le daba para probar ¿Cómo era que su madre nunca le había preparado algo así antes? Aunque se tratase de grasa, estaba comenzando a considerar que no era tan malo si rara vez lo llegaba a comer.

Al no ver cubiertos en su bolsa, supuso que se comía del mismo modo que los hotdogs, por lo que no dudó en tomarla con sus manos para darle al menos una mordida para calmar su apetito hasta que realmente fuera su hora de descanso.

Tal y como se lo imaginada, estaba deliciosa. ¿Por qué nunca había probado la carne así antes?

La vivienda de los esqueletos estaba sumamente tranquila para ser horario vespertino. Sans se apareció en su cuarto para poder dormir algo antes de realizar la misión que tenían programada para el día, pero no contaba con el hecho de que su hermano le estaba esperando sentado en su cama.

-Hey ¿Qué hay Paps?

-HOLA SANS –El menor le contestó con una sonrisa –SABÍA QUE VENDRÍAS AQUÍ ANTES.

-Bueno… ya me conoces –Le extrañaba algo de su hermano que no lograba identificar, pero optó por pasarlo por alto y se acostó casi a lado suyo con calma –Despiértame cuando tengamos que irnos ¿va?

-DE HECHO TENEMOS QUE HABLAR DE ALGO.

-¿Mmh? –Sans cerró sus cuencas ante el cansancio sin darle importancia a sus palabras. Pero su hermano le aventó un objeto a la cara que le hizo tener que interrumpir su sueño tras percatarse que se trataba de un guante blanco.

No tuvo ni qué pensarle demasiado para saber que quería realmente Papyrus con eso. Simplemente sonrió con inocencia para no darle importancia.

-¿Quieres retarme a un duelo o algo, hermanito?

-ESTANDO A PUNTO DE LAVAR LA ROPA, ENCONTRÉ ESO EN EL BOLSILLO DE TU SACO –Comentó con un deje de satisfacción de sentir que estaba atrapándolo en algo –NO PUEDE SER TUYO, ES FEMENINO.

-¿Y tú qué sabes de lo que puedo usar? -Se acomodó con cierta gracia fingiendo una pose provocativa femenina.

-SANS… HABLO ENSERIO –Se molestó el menor con sus bromas una vez más -HAS ESTADO ACTUANDO RARO ULTIMAMENTE. CREO QUE SE DEBE A…

-Ustedes dos, no los tengo aquí para holgazanear –Asustando un poco a los hermanos, el jefe de familia se apareció de la nada en la habitación –De Sans sinceramente no me sorprende, pero ¿Tú Papyrus?

-PE-PERO YO…

-No es malo que también quiera darse un descanso –Se volvió a acostar Sans con calma –Es de familia.

-¡PERO SI YO NO…!

-Basta los dos y andando. Las cosas no se llevarán solas –Sin más, el esqueleto de cráneo fisurado abrió la puerta –Si nos apuramos, no nos toparemos con nadie indeseado.

-Ya que… -Bostezó Sans levantándose y siguiéndolo con paso lento –Terminemos con esto de una buena vez.

Papyrus se quedó por unos segundos más en la habitación de su hermano mayor. Si bien estaba molesto de que el jefe hubiera pensado que había estado holgazaneando, le irritaba aún más que Sans se saliera con la suya una vez más de no explicarle nada. No pasó por alto de que el guante ya no estaba en la cama, lo que implicaba que de nuevo lo había guardado consigo. Y si no pensaba decirle nada, él mismo buscaría la respuesta con la única pista que tenía por ahora.

El guante olía a flores.

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Sé que las cosas van un tanto lentas por ahora, pero créanme que es por una razón muuuuuy buena que comenzará a verse a partir del siguiente capítulo, por lo mismo advierto que las cosas se tornarán… caóticas (si lo describo de algún modo).

Sobre la pregunta sobre por qué no se ve tanta la convivencia de la familia esqueleto, también es por una causa que aún no puedo mostrar dado que no he llegado a ese punto. Pero si, los esqueletos y su convivencia tienen un papel muy importante dentro de la trama.

Muchas gracias por sus reviews, me motivan a seguir adelante con esta historia. Y espero de corazón que les guste el siguiente capítulo, ya que me emociona bastante lo que se vendrá a partir de ese.

Michi fuera!

:)