-¿Ya escuchaste lo que pasó ayer?
Esa fue la pregunta con la que inició el día gran parte de Snowdin entre mercado y mercado. Sin importar si se trataban de monstruos o humanos, entre compra y venta de productos para preparar el desayuno circuló la pregunta que generó centenares de conjeturas. Y si bien se trataba de un tema entretenido para luego contar sobre la mesa, conforme estuvo circulando comenzó a sentirse un tanto… distorsionado, por decir algo.
-¿Es cierto eso?
-Sí, yo misma vi cómo lo golpeaba. Ese monstruo era un bruto.
-¿Y todavía destrozó el parque?
-Yo oí que se trataron de centenares de monstruos los que maltrataron el parque.
-¿Cómo osan hacer eso? Si eso se paga con nuestros impuestos.
-Malditos monstruos, siempre vandalizando.
-¿Alguien quiere pensar en los niños?
-Dicen que la riña fue por una mujer.
-Aguarda ¿La mujer era humana o monstruo?
Y con esa pregunta en particular fue incrementando el chismorreo, ya que ¿por qué razón un monstruo se pondría a pelear por una mujer humana? Se podría comprender si era un conflicto entre hombres peleándose por una misma mujer o de una pareja defendiendo a su hembra, pero eso sólo era entre mismos bandos. Cada especie defendía a los suyos, el resto eran escoria a modo de regla no declarada. Pocos habían visto el destrozo del parque central, pero fueron muchos quienes visualizaron cómo el esqueleto mafioso se había llevado a un señor inocente de profesión panadero que tan sólo había ido a hablar con una joven, la única cosa que trataban de relacionar los espectadores sobre lo que habría podido pasar. Y si bien todo había iniciado en mera especulación, terminó volviéndose una realidad no vista por parte de muchos comerciantes.
Había quienes decían que el señor la había acosado y que, al estar en territorio de los Gaster, éste en particular había puesto manos en el asunto al estar en contra de sus políticas. Otros decían que ya había pleitos entre ellos en el pasado y que simplemente se presentó la oportunidad para que se rindieran cuentas. Y otra opinión que la mayoría apoyaba, aseguraba que el pobre señor había sido simplemente una víctima de la crueldad y rudeza de la delincuencia ejercida por los monstruos.
-Esa chica se le había visto mucho en el parque labrando la tierra. –Comentó una señora tras la barra que dividía entre clientela y mercader y tendía su mano para entregar el efectivo de su compra. –Yo creía que formaba parte del Ayuntamiento y por eso no le di importancia.
-Yo también, pero el lechero afirma que esa chica en realidad es la florista que lleva poco tiempo en el barrio. –La señora recibió la paga y la colocó en la caja sin apartar la vista del cliente. –Es la única trabajadora que se ve en el establecimiento, así que parece que se trata de su propio negocio.
-¡Una rebelde! ¡Así nunca conseguirá marido!
-¡Huy, si te contara! Eso no es lo único malo que he escuchado de ella.
La fila detrás de ella escuchaba con atención pese a la prisa que se tenía de querer obtener el pan matutino. El lugar no se había visto tan saturado de gente desde aquel chismorreo que había nacido ahí en particular, razón que ameritaba que muchos quisieran preguntarle a la esposa del dueño (quien atendía en ese preciso momento) sobre qué había pasado realmente. Pese a la no grata noticia del hecho, daba la impresión de que la señora estaba encantada de tanta atención encima de ella.
-No sólo acepta como si nada a esos seres fuera del horario asignado, sino que da la impresión de que sólo se lleva con esas abominaciones. Siempre se le ve cargando a un monstruo florido en su regazo. –La panadera se había pegado simulando estarse secreteando con la otra señora, pero era evidente por el tono de su voz que buscaba incrementar la atención en los presentes. –Por eso a mí no me sorprende de que un monstruo haya golpeado a mi marido por culpa suya. Podría jurar que ella lo mandó realmente.
-O sea que… ¿esos delincuentes trabajarían para ella?
A dos lugares de la fila cercana a la barra, Undyne tuvo que ahogar un resoplido desaprobatorio de todos los disparates que se estaban diciendo conforme pasaban los minutos. Se encontraba lo suficientemente cubierta para no resaltar sus rasgos físicos que pudieran comprometerla ahora que la daban por muerta, por lo que algunos siquiera se habían dado cuenta de que era un monstruo entre ellos, pero cada vez más trataba de contener el impulso de golpear a aquellas dos señoras hablando de tonterías que no tenían sentido.
Aunque hubiera abandonado su meta de atrapar a la familia Gaster ahora que su sueño de ser policía se había ido al caño, no lograba quitarse el hábito todavía de supervisar la zona en búsqueda de información pese a no servirle ya de nada. Ella solo había ido por el buen pan que daban ahí, pero muy a su pesar, admitía en sus adentros tener el interés de saber qué pasaba con ellos tras los rumores que había obtenido sobre la florista mencionada en particular por cuestiones personales, pero lo que escuchaba en ese momento era en definitiva puras tonterías que iban de mal en peor y que jamás servirían para un reporte policiaco.
Sabía de lo que eran capaces esos tres esqueletos, y en definitiva no se dejarían mangonear por una chica escuálida, y mucho menos por una humana.
-Cometiendo la fechoría de querer estar a una altura que no le corresponde, no me sorprendería, pero no es el caso. –Contestó la panadera a la pregunta haciendo caso omiso a algunos reclamos en la lejanía por la tardanza en la fila. –Muchos me han confirmado de que al esqueleto chaparro se le ha visto mucho en la florería, tanto fuera como dentro. Incluso… que tanto ella como el monstruo tienden a frecuentarse de forma casual fuera del establecimiento.
-Insinúas que… ¿son algo más?
-El joven de los hot dogs de la esquina me lo ha confirmado con mucho miedo de que pudiera pasarle algo. –La señora contenía una sonrisa triunfante tras dar con la conjetura deseada. –Y otros clientes que han venido a ver el estado de mi marido me han comentado que en efecto esa chica está siendo cuidada por la familia Gaster. Demasiado cuidada diría yo.
-Pero para eso tendría que tener el dinero suficiente para pagarles y… dudo mucho que una florería dé para algo así, por mucho que sea llamativa.
-Tal vez no es con dinero con lo que le está pagando, sino con su cuerpo. Ya que se le ha visto hasta de noche ahí…
-¡Pero qué escándalo!
-¡Ustedes dos dejen de hablar! –Un señor con varias vendas y cara moreteada apareció a lado de la panadera completamente molesto. Se le veía caminar con mucha dificultad dada las muletas que portaba. –La fila lleva atorada una hora por tu chismorreo, mujer. No vuelvo a dejar que te encargues.
Pese a que Undyne agradecía que por fin alguien las parara, no pudo evitar sorprenderse de ver a la víctima del esqueleto estar ahí maldiciendo a su mujer mientras estaba parado con dificultad. Si los rumores tenían un punto en común, era el hecho de que aquel humano había sido golpeado brutalmente por Sans tras haber hablado con la florista (que bien podría tratarse más bien una amenaza que ameritara la intervención del esqueleto). Fuera de todo ello eran cosas sin sentido, pero ¿Por qué lo había dejado vivo? Su investigación aseguraba que toda víctima suya terminaba siendo asesinada por sus propias manos. ¿Por qué razón dejarlo vivo a él? El panadero no parecía tener ningún mérito para ganarse la piedad del mafioso. No tenía sentido que Sans se viera misericordioso con un humano mediocre para empezar.
Al no soportar más el ambiente de la panadería saturada de gente curiosa, salió de la fila sin obtener el pan y se dirigió hacia la puerta cristalina para contemplar el parque que tenía en frente. En efecto estaba destrozado, pero no veía alguna diferencia de otras veces que había pasado por ahí al ser una ruta corta. Si la humana había tratado de hacer una diferencia, ésta había quedado arrancada sin poder ser contemplada por su único ojo. Pero estaba de acuerdo con los humanos de que ese comportamiento de querer arreglar un lugar público sin paga si era raro. ¿Acaso estaba plantando algo por mandato de los Gaster?
O… ¿Había algo más realmente?
Saliendo del lugar, Undyne sacudió su cabeza al parecerle de lo más estúpido aquel argumento. No se dejaría llevar por chismorreos sin sentido, y más al saber de antemano que eso jamás sería. Había quienes se acostaban entre distintas especies por mero placer y curiosidad sexual, y si bien para la mayoría eso era desagradable en cuanto era descubierto, no pasaba de esa raya invisible. Entre humanos y monstruos sólo estaba el margen de tolerancia al convivir entre ellos inevitablemente, y muchas veces ese margen era traspasado por la discriminación incesable alimentada mayormente por los humanos al tener la ventaja del poder gubernamental.
Además, los Gaster estaban aislados de cualquier contacto de forma voluntaria. Por lo que si una amistad entre ellos era una idea absurda, el que se pensara en algo mucho más rayaba a lo patético e imposible.
Caminó con paso tranquilo mientras realizaba las señas con las manos que recientemente había aprendido con ayuda de los sirvientes. Aunque todavía se sentía muy torpe con tal lengua tan subjetiva, esperaba poder dominarla en poco tiempo mientras susurraba las palabras que significaban cada mímica. Si no le permitían ayudar en la casa como pago, al menos tendría la cortesía de comunicarse con todos los presentes en aquel lugar al que ahora llamaba hogar.
Hogar… qué extraño sonaba eso para alguien a quien se daba por muerto. No le cabía duda de que había sido encontrada por uno de los seres más amables que residían en la ciudad ¿Cómo no querer agradecerle con algo?
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-A VER… DÉJENME RESUMIR TODO.
Papyrus se encontraba recargado en la barra masajeando sus cienes ante tanta información obtenida de golpe. Después de desayunar en familia y asegurarse de que todo marchaba bien, había agarrado a su hermano para que no se escapara y se habían dirigido nuevamente hacia el bar para que le aclararan todo de una buena vez. Y como si ya los estuviera esperando, el dueño del lugar se encontraba en su lugar de siempre con expresión pacífica, pero no fue hasta que Sans cabeceó levemente la cabeza a modo aprobatorio que comenzó a relatarle toda la investigación. Cosa que no sólo le aseguraba que en efecto su trabajo era muy exclusivo para su hermano mayor, sino que en primera instancia era a quien menos quería meter en problemas. ¿Y aun así Sans le decía que se trataba de un socio solamente? En verdad que sus mentiras eran cada vez más burdas.
-LA HUMANA… VIENE DEL PUEBLO MÁS CERCANO EN BUSCA DE UN SUJETO DESCONOCIDO Y HUBO ALGUNOS HUMANOS QUE LA ESTUVIERON CUSTODIANDO ENTRE LAS SOMBRAS, RAZÓN POR LA CUAL COMENZASTE A INVESTIGARLA POR SOSPECHOSA. –Señaló a su hermano de modo desaprobatorio por ocultarle algo así de delicado a toda la familia durante un buen tiempo. –SE DESCUBRIÓ QUE REALMENTE SE LE DIO POR MUERTA… PERO QUE REALMENTE FUE ADOPTADA POR OTRA FAMILIA A LA QUE NUNCA LE DIJERON NADA, PERO QUE TAMPOCO ELLA TIENE INTERÉS EN SABER… Y AHORA SE SABE QUE ES LA DESCENDENCIA DE UN MAFIOSO JAPONÉS Y TODO SE HA VUELTO MUCHO MÁS RARO.
-Sí, creo que ese es un buen resumen. –Comentó Sans con una sonrisa, aunque estaba levemente sudando previniendo de que su hermano no reaccionaría bien después de todo eso. –Todo está muy loco ¿no?
-¿LOCO? ME ESTÁS DICIENDO QUE HAS ESTADO PERMITIENDO QUE UN GRUPO ENEMIGO ESTÉ LABORANDO EN NUESTRO TERRITORIO POR SIMPLE CURIOSIDAD HACIA UNA HUMANA. ¡ESO SI ES LOCO!
-No tenía idea de que algo así pudiera ser. –Se excusó encogiéndose de hombros. –Frisk no tiene idea de todo esto, y tal parece que la intención es que siga sin saber nada, pero aun no averiguo el porqué.
-NO PUEDO CREER QUE NOS TUVIERAS ALGO ASÍ A ESCONDIDAS DE NUESTRA FAMILIA. –Suspiró con cierta tensión mirando furtivamente a su hermano. –NOS HAS ESTADO METIENDO EN UN RIESGO DE MUERTE SÓLO POR QUERER SABER COSAS DE UNA PUEBLERINA.
-Si les hubiera dicho en primera instancia la habrían matado sin pensarlo.
-¡POR SUPUESTO QUE SI! ¡ESO ES LO QUE SE SUPONE QUE DEBES DE HACER TÚ EN PRIMERA MANO!
Papyrus no podía dar crédito a lo que le estaban afirmando. ¿En verdad Sans quería protegerla de algo que a todos ellos metería en un problema? No tenían ni idea de si aquellos humanos estaban protegiéndola o acechándola para matarla en cualquier momento, por lo que interferir podría comprometerlos en una riña no correspondiente, al igual que cuidar de esa humana podría ponerlos en un aprieto mucho mayor ante las alianzas que tenían con otras familias enemigas de humanos. ¿Sans no estaba viendo todo eso?
Tanto riesgo, tanto secreto… ¿todo por una mísera humana que simplemente le "agradaba"? Sabía que su hermano cometía cosas malas que ameritaban constantes regaños del jefe, pero esto ya era demasiado. Tantos años protegiendo su columna, tanto arduo entrenamiento para ponerlo a salvo ¿Y era así como se lo pagaba?
-EN VERDAD QUE ERES IDIOTA.
Soltó sin más al no tener nada más que decir dada la rabia que le estaba generando todo. No le gustaba emplear palabras así de despectivas hacia su familia, pero no iba a retractarse cuando el mismo a quien se lo había dirigido estaba fumando mientras permanecía con sus cuencas cerradas sin darle importancia. En verdad que esa actitud despreocupada suya la detestaba demasiado.
-Lamento tener que interrumpir su… plática. –Grillby tomó la atención de los presentes, lo cual rompió con el extraño clima que estaba formándose. –Pero se quedó de que hoy se recogería la mercancía comprada, y a lo que me comentan, el señor pudiera ser una clave para dar con lo que necesitan.
-Dices que tenía los dedos mutilados, ¿no? –Sans puso atención en el flameado monstro apartando un poco su puro para hablar. –Investigando un poco sobre ello, los yakuza tienen ese hábito cuando sienten que han fallado en algo. Así que no cabe duda que nuestro vendedor forma parte de ellos y pudiera aclararnos lo que están planeando con Frisk.
-¿ASI QUE TU PLAN ES TRAERLOS A NUESTRO TERRITORIO? –Preguntó Papyrus entendiendo a dónde iba encaminado su plan sin dar crédito a lo que decía. –A LOS ENEMIGOS DE MONSTRUOS, AL GRUPO MAFIOSO QUE FUE DERROTADO POR NADA MAS NI MENOS QUE DON DREEMURR... ¿Y TÚ PLANEAS QUE VENGAN AQUÍ SÓLO PARA VER SI REALMENTE SE TRATA DE ELLOS?
-Planeo traer a quien le esté dejando esas ofrendas a Masao Saito. –Aclaró Sans con calma pese a la voz colérica de su hermano. –Sea quien sea, sabrá de antemano que dos de esas tumbas se encuentran vacías y porqué dieron por muertas a las niñas que tuvo.
-DE LO QUE ME CONTÓ LA HUMANA, SUS HERMANOS MURIERON Y NUNCA LE DIJERON DE QUÉ O PORQUÉ. CON LO QUE SABEMOS, PUDIERA TRATARSE DE UN ASESINATO. –Suspiró Papyrus mientras analizaba todo. Aunque todo le pareciera un disparate, no podía evitar sentirse también intrigado con el acertijo que tenía presente. –RAZÓN POR LA CUAL TENGA TAN OCULTO SU APELLIDO ACTUAL. LA FAMILIA QUE LA ADOPTÓ PUDIERA TENER LAZOS CON LOS YAKUZA TODAVÍA... O SIMPLEMENTE SABEN QUE VIENE DE ESA ASCENDENCIA.
-¡Exacto, bro! Ahora nos vas entendiendo.
-NO, NO TE ENTIENDO. –Gruñó de vuelta. –ESTO ES UN RIESGO PARA NOSOTROS, PARA TODO SNOWDIN. ¿SI TE DAS CUENTA DE ESO?
Sans simplemente lanzó una bocanada de humo mientras reía amargamente. Fuera lo que fuera lo que estaba pasando en ese cráneo suyo, no tenía intenciones de compartirlo con él. Odiaba esa máscara despreocupada que siempre le mostraba. Al menos por una vez le gustaría que fuera sincero con él, pero eso nunca sucedía. ¿Acaso lo odiaba y no se daba cuenta de eso todavía? ¿Acaso odiaba a la familia y quería que todos murieran o qué? ¿Por qué actuaba como si la vida de esa humana le fuera más importante… que la de él, su propio hermano?
Sí, él sabía protegerse perfectamente, estaba orgulloso de sus propias aptitudes, pero aun así no le era suficiente ni para el jefe ni para Sans para que no le confiaran casi nada. ¿En qué estaba fallando? ¿Por qué no era importante… pero esa humana si?
-SÉ QUE DA IGUAL LO QUE TE DIGA, DE CUALQUIER FORMA HARÁS LO QUE TE PLAZCA. –Se paró y se puso su sombrero que había dejado sobre la barra. –PERO TAMPOCO ESPERES QUE TE CUBRA DE ESTO.
-Ok.
Y de nuevo esa actitud cortante con él. Papyrus se estaba conteniendo para no explotar de ira y prefirió marcharse sin más al no querer verlo por un buen rato. En verdad que entendía cada vez menos, pero lo único que podía relacionar esa actitud tan irritante de su hermano es que pudiera tratarse de un interés más grande que sólo agradarle esa pueblerina. ¿O acaso estaba haciendo todo lo posible para que el jefe tuviera ganas de matarlo? ¿Qué afán de desear su propia desgracia?
Aunque tuviera su carro estacionado, prefirió por esa vez dejarlo a lado del bar y ponerse a caminar con tal de calmarse. Él tenía trabajo que hacer, y aunque no fuera tan importante como el que le asignaban a Sans constantemente, él estaba más que dispuesto a cumplir con todo lo que le pedían. Él no rompía las reglas, él actuaba tal y como se le ordenaba ¿Por qué tenía que recibir el menor trato posible entonces?
-¿Ya escuchaste lo que dicen en la panadería?
-¿Lo de que la florista es la amante de ese esqueleto? Sí, ¡Es un escándalo!
-Eso es caer muy bajo como persona ¿no te parece?
-Con lo rara que parece ser, diría que es lo único más cercano a un hombre que podrá conseguir, jajajaja.
Papyrus se detuvo en seco tras escuchar la conversación de dos señoras que habían pasado a lado suyo sin percatarse de su presencia ante su chismorreo. Lo que le faltaba…
-DETÉNGANSE.
Las señoras humanas se desconcertaron ante la voz alzada del esqueleto, a lo cual quedaron paralizadas al notar de quién se trataba ante ellas. Con su altura superior y sus cuencas luminosas de tonalidad naranja, así como su expresión nada grata en la sombra de su sombrero se tornaba de lo más atemorizante. Vaya que corrían con la mala suerte de haberlo agarrado de mal humor.
-GRITAN POR AYUDA Y LAS MATO AQUÍ MISMO.
Ante la notoria temblorina de sus brazos, las señoras dejaron caer algunas cosas que habían estado cargando, entre ellas notaba bolsas de pan recién horneado que se le hizo familiar. Era el mismo empaque que Sans había llevado a la mesa el día anterior tras su desaparición. Así que había sido un panadero quien había golpeado a la humana ¿eh? Y el muy idiota no se había encargado de dejar todo limpio si ahora estaba corriendo ese rumor de lo más comprometedor. Eso le fue muy extraño, ya que aunque fuese de lo más perezoso y jugara con eso, Sans siempre había procurado borrar toda huella de algo que le involucrara, matar a todo testigo incluso para evitar lidiar con situaciones comprometedoras.
Malhumorado, comprendió que una vez más tendría que encargarse de limpiar el nombre de la familia Gaster.
Una vez más tendría que cubrir la columna de su desagradecido hermano.
-SI SIGO ESCUCHANDO ESE FALSO RUMOR, SERÁN LAS PRIMERAS A LAS QUE BUSQUE PARA ANIQUILAR ¿QUEDA ENTENDIDO?
Papyrus no necesito siquiera sacar su arma o evocar su magia, ambas humanas temblaron sin saber qué sonido emitir ante tal amenaza tan directa. Una de ellas incluso terminó en el suelo junto con sus cosas al no poder controlar el temblor de sus piernas. Patéticos seres, pensaba el esqueleto. Eran los primeros en arrojar la piedra y no venían siendo capaces de afrontar las consecuencias de sus propios actos. Detestaba cómo se portaban tan superiores a ellos cuando no eran capaces ni de defender sus propias posturas ante la primera amenaza que se les presentara.
Dejando a un lado su desprecio por la humanidad a esas dos, así como su malestar con su hermano, optó por darle mayor importancia a lo que se estaba enterando. Si ya era demasiado el hecho de que Sans tuviera tanta atención a la florista, el que llamara la atención de los demás citadinos del lugar era un gran problema.
Ese comentario si seguía circulando sobre el barrio no tardaría en llegar a los oídos de los monocromáticos seguidores de su jefe, y por ende…
-¿EN QUÉ PANADERÍA DICEN QUE ESTÁ SURGIENDO ESE CHISME?
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Si había algo que detestaba Sans, además de las múltiples cosas de su lista imaginaria al respecto, era el tener que conducir. Y sin embargo ahí estaba manejando un camión que recién había robado por cuestión de registro de placa. Aunque Grillby le hubiera advertido que el plan no estaba resultando tan beneficioso si en cualquier momento su hermano "cantaría", tenía que hacer un último intento si con ello obtenía una pista más para unificar toda la información ya obtenida.
Además, era alcohol que había comprado con su propio dinero. Plan o no, eso era suyo y lo recogería a como dé lugar.
Conforme llegaba a recorrer las primeras calles de Waterfall, no podía evitar seguir pensando en las palabras de Papyrus. Tenía la esperanza de que su hermano no cometiera una locura respecto a Frisk, confiaba en que a él también le estaba agradando al grado de comprender la importancia de mantenerla a salvo. El que hubiera intentado tener una cita con ella y el que persistiera en visitarla, a su vez que se había enfocado en atender sus heridas en su arrebato de ira, le indicaban que las cosas podrían ir en buen ritmo. ¿Cierto?
Rio amargamente tras ese leve sentimiento esperanzador. Sabía que las cosas no eran tan simples, no cuando su hermano era muy apegado a las tontas reglas del viejo y le había amenazado con no cubrirle. Había tenido suerte con tenerlo de su lado en la intromisión de la arácnida por el rencor que le tenía. Así que con más razón debía de continuar con su elaborado plan casi improvisado si con ello daba con algún posible familiar o aliado de la florista.
Si había forma de mantenerla a salvo con algún conocido suyo y lejos de la zona de peligro, sin lugar a más dudas lo haría. Incluso si con ello daba con el sujeto que tanto buscaba Frisk y que para nada la merecía.
Llegando a la dirección que Grillby le había indicado, detuvo el vehículo a la primera vista del establecimiento. El que se encontrara todo cerrado no le daba buena espina por mucho que fuese un lugar de venta de alcohol, así que optó por primero dejar el camión un tanto retirado y se teletransportó en el techo del lugar en busca de alguna ventana o hueco en el cual pudiera observar algo, el cual para su buena suerte dio con una pequeña con la cual ver que estaba en la posición de la bodega del local. Todo se veía en orden pese a la oscuridad que había a causa de lo tan cerrado que era el lugar salvo por la ventana en la que él estaba asomándose con cautela.
No parecía que estuviera alguien pese a saber que se recogería mercancía comprada, lo cual le fue mucho más sospechoso sabiendo de antemano que el sujeto con el que había tratado Grillby sería uno de los posibles yakuzas restantes. Pero tras varios minutos en espera de algo, decidió adentrarse con cautela con el fin de dar con algo más.
Siendo muy cuidadoso con sus pasos, recorrió la oscura bodega revisando a simple vista el contenido de las cajas repletas de botellas coloridas y apetitosas, pero tras un reconocible hedor llegándole a corta distancia, activó su ojo luminoso y se giró hacia donde el olfato le indicaba el origen de tal peste.
Recargado de alguna forma en una de las cajas de madera, se encontraba un humano cuya putrefacción apenas siendo notoria y experiencia en la materia le indicaban que tenía sólo algunas horas de muerto, calculaba incluso que llevaba así toda la noche. Manteniéndose sigiloso ante cualquier posible atacante, se acercó al cuerpo y se enfocó en verle las manos. No sólo quedó sorprendido de ver la ausencia de varios dedos indicándole que se trataba del tipo con el que Grillby había tratado, a su vez que las características también mencionadas por él coincidían con el sujeto, sino que en sus manos tiesas sostenían un cuchillo grande siendo encajado en su estómago. Indicándole directamente que se había suicidado.
Si era un yakuza después de todo… ¿Pero por qué cometer tal tontería?
Revisando la caja en la que estaba recargado, contempló que esta se encontraba vacía, pero que en un costado tenía letras orientales muy similares a la bebida que había tomado aquella vez en el cementerio. Haciendo todo mucho más extraño conforme pensaba en una posible razón de todo.
Tenía razón el viejo después de todo, esos sujetos tenían una idea muy masoquista del honor. Pero de forma escabrosa también confirmaba un hecho un tanto lamentable. Los yakuzas si estaban todavía presentes de algún modo y aquellos humanos acechando los pasos de Frisk sí podrían ser ellos, pero… ¿qué era lo que se tenían entre manos? Fuera cual fuera el caso, debía de mantener a Frisk fuera de eso para mantenerla a salvo.
Era hora de que cierta planta le aclarara un par de cosas. ¿Pero cómo hacerlo sin romper el pacto que tenían?
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Papyrus salió de la panadería en cuanto se aseguró de que todos los presentes entendieran de forma muy directa que no se dejaran llevar por un rumor absurdo como ese, a su vez que les pedía a todos correr el mensaje de que aquello sólo era falso para erradicar dicha percepción sobre tan comprometedora situación. No había tenido que sacar sus armas, había bastado con tener el control de la puerta para que nadie pudiese salir para infundir el miedo más que necesario.
Aun molesto con todo, siguió caminando mientras se lamentaba no haberse desquitado adecuadamente con los presentes para calmar su malestar. En verdad esperaba que eso sólo fuera suficiente para evitar una catástrofe con el jefe, por lo que ahora tenía que lidiar con otro tema que el simple hecho de pensarlo le hacía gruñir entre cada paso que daba.
En verdad que no podía dar crédito a las estupideces que cometía su hermano con tal de tener la atención de la humana. No importaba en qué ángulo lo viese, era un error involucrarse en algo así. Si los seres clandestinos que estaban al tanto de los movimientos de la humana querían matarla o llevársela lejos, lo mejor era dejarlos para que las cosas continuaran a su habitual ritmo, una vez que luego ellos se encargaran demostrando quiénes eran los dueños del lugar para imponer respeto. Las cosas tenían que seguir como siempre para mantenerse a salvos. ¿Es que era tan difícil de entender para su hermano?
Esa humana… era culpable de todo, no le cabía más duda de eso. Esa maldita seductora que tenía atolondrado a su hermano al grado de que estaba cometiendo varios errores mayúsculos. Si seguía así la situación no tardaría en darse por muerto, o peor, que toda la familia muriese en manos de humanos y perdieran todo el respeto. Todo lo que con años habían construido para ellos se iría al caño todo por esa pueblerina.
Una humana, una mujer, una extranjera, una terca, una grosera, una maleducada… y la lista de sus imperfecciones seguía. ¿Cómo era en verdad que Sans le daba tanta importancia?
Se detuvo en seco al darse cuenta hacia dónde le estaba llevando su inconsciente. Estaba tan sólo a una cuadra de la florería que hasta podía ver en la lejanía que tenía abierto el local con varias cubetas y estándares fuera para mostrar su colorida mercancía. Le fue molesto imaginar que esa florista tenía a su hermano como abeja hacia una flor carnívora se tratase, por lo que un peor pensamiento le llegó abruptamente tras dar con algo de mayor peligro. ¿Qué tal si la humana estaba realmente al tanto de todo? ¿Qué tal si sólo estaba atrayendo a Sans como eslabón débil para luego hacerse de Snowdin junto con su gente?
No le cabía más duda ahora, tenía que hacerse cargo él personalmente.
Si su hermano se había vuelto débil, era su deber cubrirlo con tal de mantenerlo a salvo.
Esa humana… sin lugar a dudas, debía desaparecer.
Decidido, se desvió un poco para dirigirse hacia el pequeño edificio que estaba al frente de la florería y se dispuso a subir las escaleras exteriores. Estando a suficiente altura y sintiendo la suave brisa fresca, pudo ver con suma claridad a la joven barriendo algunos pétalos caídos y abriendo la puerta para limpiar igualmente la banqueta donde tenía todo. Era el momento más que perfecto.
Papyrus admitía no ser tan ágil ni veloz con su magia a diferencia Sans y su padre, pero estaba muy orgulloso del manejo de armas que poseía y de la perfección de sus técnicas como vista panorámica para dar siempre con su objetivo. No importaba la distancia ni los obstáculos, siempre daba en el blanco con un solo tiro. Tenía un buen ojo entrenado para no perder la vista de su objetivo sin importar la situación, razón por la cual él trabajaba mejor en la distancia por mucho que lamentara no estar siempre en el lugar crítico.
Sacando una de sus armas, apuntó adecuadamente hacia la cabeza de la joven barriendo, teniendo toda la libertad y momento perfecto para acabar con todo el problema de un solo tiro. No estaba nadie a la vista salvo ella, no había clientes ni transeúntes en el lugar, ni siquiera la flor parlante que extrañamente la protegía. Tampoco estaba a la vista los supuestos humanos que estaban al tanto de ella, por lo que era más que perfecto el momento para cometer su objetivo en la mira.
Sólo tenía que hacerlo, así de simple. ¿Qué esperaba? ¿Por qué no disparaba ya?
No… él no era débil, no podía serlo.
Su hermano lo necesitaba… tenía que hacerlo por su bien.
Él lo comprendería… él se lo agradecería luego.
Un simple disparo y ya. Un simple disparo y ya.
Pero… la humana le había invitado a su casa a comer… y aun no probaba su comida.
¿Qué importancia tenía eso? ¡Tenía que disparar ya! Ahora que tenía un excelente blanco.
No era la primera vez que mataba a un humano. Matarla a ella no haría ninguna diferencia en el mundo.
Pero ella había cuidado de su hermano en estado de ebriedad… no había sido mala con ninguno de los dos. Había sido hasta cierto punto amable…
Ella había dicho que si se podía convivir entre ambas especies en paz… ¿Realmente querrá eso?
No, no, no. No debía de cuestionarse eso ahora. ¡Tenía que disparar ahora!
Teniendo el brazo extendido apuntando con demasiada precisión, se visualizó disparando por fin para perforarle la cabeza a la humana con tan sólo una bala. Se imaginó cómo caería su cuerpo ya inerte sobre las rosas que tenía a lado y los posibles gritos que surgirían en cuanto seres pasaran por ahí viéndola muerta fuera de su propio negocio. Y con una sola bala se acabaría todo el mal que estaba surgiendo en el barrio por ella, así se acabaría el peligro que pudieran pasar él y su familia a causa de ella.
No habría más discusiones sobre cocina, no más pláticas amenas con alguien fuera de su familia. No más colores llamativos por ver en Snowdin. No…
Poco a poco, terminó bajando su brazo con el que tenía portando el arma mientras cerraba sus cuencas lamentándose en silencio. No podía hacerlo. No quería matarla. No quería acabar con la única que parecía realmente hablar con él sin menospreciarlo de nada, fueran buenas sus palabras o no.
Guardando su arma de regreso en su estuche, se lamentó a sí mismo de no ser lo suficientemente hombre para cumplir con su deber. Después de todo, si resultó ser un débil de lo peor. Así que su familia tenía razón sobre no tomarlo en cuenta.
-Tú no matas inocentes, tenía entendido.
Sin girarse al sentir con suficiente intensidad su presencia, maldijo por lo bajo de saber que había un testigo de su propia cobardía. Y por si fuera poco, que lo hubieran seguido con la intención de detenerlo en mandato de alguien más. El cantinero se puso a lado suyo sin pena alguna haciéndole sentir el cambio de clima con su sola presencia.
-¿Así que ella es la famosa Frisk? No se parece en nada a lo que había imaginado. –Comentó Grillby viéndola en la distancia, la cual estaba ingresando de nuevo a su local. –Creí que los gustos de Sans eran más… maduros, por decir algo. Ella parece tener el cuerpo de una adolescente escuálida.
-¿QUÉ ESTÁS INSINUANDO? –Preguntó molesto de que se encontrara a lado suyo con demasiada confianza. Era una falta de respeto considerando que él era un Gaster y el cantinero un simple cliente más de su red.
-Es más que obvio que Sans está atraído hacia ella ¿No te parece? –Pese a su tono irritante, él hombre de fuego sonrió calmado. –Te puedo apostar que él mismo ya es más que consciente de lo que siente, pero prefiere hacerse el tonto para su propio bien.
-¿CÓMO PUEDE SER POR SU PROPIO BIEN HACERSE EL TONTO?
-¿Cómo desear algo bueno para uno mismo cuando se es el causante del mal de muchos otros? –Contestó sin más mientras cruzaba sus brazos mirando aun hacia el frente. A esa altura en la que estaban, las flores eran bastante llamativas a comparación de toda la calle grisácea a la vista. –Sans sabe de antemano lo que tiene que hacer, sea correcto o no. Sabe que no puede desear una vida en pareja como un ser normal… pero tampoco puede evitar sentir algo por alguien. Esa es la parte en la que estoy en contra de las reglas de tu padre.
-¿CÓMO SABES…?
-Sans es algo parlanchín con varias copas demás, pero descuida, sólo yo he estado presente esas veces y ya no lo hace desde entonces. –Le sonrió para calmarlo de antemano y asegurarle de que todo estaba bien. –Él mismo se entrenó para soportar grandes cantidades de alcohol para evitar que volviera a suceder… aunque una mejor solución habría sido el que dejara de beber más bien.
Papyrus se cuestionó si más bien debía de matarlo a él ahí mismo por saber demasiado de su familia, pero optó por seguirle escuchando para averiguar más cosas. Tal parecía que el cantinero sabía más de su hermano que podría ayudarle a por fin comprender lo que jamás le decía.
-Pese a todo, debo admitir que a su vez entiendo por qué tienen esa regla. A mí tampoco me agradan los humanos ¿Sabes? Yo también tengo mis dudas en que Sans… ponga tanta atención en una. –Admitió tras varios minutos en silencio salvo por la brisa persistente en el lugar, suponiendo el esqueleto en sus adentros de que para él no había diferencia de clima a estar hecho de fuego completamente. –Creo que soy quien mejor te comprenderá en esta situación.
-¿PORQUÉ?
-Mi hermano y yo éramos detectives… Usábamos el beneficio que nos daba el trabajo para encubrir a otros monstruos, y a su vez conseguir documentos importantes que le son negados a nuestra especie. –Comenzó a relatarle sin pena alguna, su sonrisa incluso parecía que ya estaba preparado desde antes para contarle algo así. –Tras haberse enamorado mi hermano y formado una familia, dejé de ser detective por la presión discriminatoria y por lo complicado que estaba siendo mantener la vida doble cara. Así que me volví un falsificador de alta reputación en el bajo mundo.
El esqueleto tomó su saco del suelo y siguió permaneciendo en silencio para escuchar su vida pese a no interesarle realmente. Si seguía relatando cosas que no eran de su importancia, le dejaría hablando solo de ser necesario. Ya era demasiado el hecho de que fuera testigo de su debilidad.
-Mientras yo me volvía fuerte habitando el bajo mundo… mi hermano se había vuelto blando al tener su propia familia. Me duele pensar que esa fuera la posible razón por la que lograron matarlo a él y a mi cuñada. Un simple malentendido y los humanos acabaron con ellos sin importarles nada. –Había un deje de amargura en su voz tras sus últimas palabras, pero volvió a girarse hacia la florería como si los colores lo calmaran y siguió hablando. –Ahora sólo me queda mi sobrina… y se volvió la razón suficiente para dejar esa mala vida y tener una más tranquila por el bien de ella. Sé que mi hermano querría algo así para ella y por eso abandonó la vida doble cara.
-¿ASI QUE SOLO VENISTE A DETENERME O A DARME UNA PLÁTICA INNECESARIA SOBRE TU VIDA? –Preguntó malhumorado con tan nada productiva conversación. Había perdido tiempo y dignidad en el poco rato que se había quedado con él en espera de algo útil. – ¿SANS TE MANDÓ AQUÍ?
-No, yo vine por mi propia cuenta. –Suspiró Grillby con algo de resignación. –Aunque la florista sea una humana, debo darle crédito por alegrarle los días al holgazán de Sans. Es bueno verlo con una razón que lo motive de algún modo.
-PERO… ¿QUÉ TAL SI LA HUMANA ES MALA? ¿QUÉ TAL SI ESTÁ JUGANDO CON SANS PARA HACERLE DAÑO? –Soltó sin más con algo de desesperación. Le exasperaba que no pudiera verse lo complicado del asunto a como él lo estaba viendo.
-Ella no parece ser mala. Y si Sans la tiene con tan alto estigma… debe ser por algo que aún no vemos.
Papyrus no dijo nada ante eso, ya que a su interpretación su hermano sólo estaba siendo un tonto sin importarle las consecuencias. Pero si esa humana le había dicho que creía en la libre convivencia entre ambas especies… ¿Sería correcto darle la oportunidad de demostrarlo? ¿Sería en verdad inocente?
-Sé que no soy nadie para pedirlo, pero… por favor, no le hagas daño. –Se giró para verlo directamente con un semblante serio, dando a notar que lo estaba pidiendo casi como un imploro. –Así como Fuku es importante para mí y me mantiene cuerdo, esa chica lo es para Sans.
-EN EFECTO, NO ERES NADIE PARA DECIRME QUÉ HACER… PERO PUEDES ESTAR TRANQUILO.
Se colocó su saco con la mejor elegancia posible y se giró dándole la espalda para retirarse de una buena vez. Dejando solo al fuego andante, bajó las escaleras y se encaminó decidido hacia el local florido. Si realmente había algo que aún no veía como su hermano, más le valía verlo de una vez por todas por cuenta propia.
Si la humana era realmente inocente, tendría que comprobarlo con su propio criterio.
Sin pedir permiso al ver el letrero de abierto del local, se adentró tomando la atención inmediata de la humana tras su recibidor, en donde parecía haber estado haciendo un arreglo floral minutos antes de su llegada. Pero de lo cual se dio cuenta primeramente fue de que la mejilla de la humana estaba en perfectas condiciones a como recordaba que había quedado el día anterior. ¿Estaría usando maquillaje? Tenía la impresión de que siempre la veía al natural, lo cual le fue muy raro al no notar diferencia, a menos de que fuese muy mala con ello.
Pese a verlo ahí parado, no parecía tener intención de dirigirse hacia él ni nada por el estilo, más bien parecía que esperaba a que le dijera algo. Molesto con ese comportamiento grosero, carraspeó con tal de romper aquel incómodo momento.
-Sans no está aquí. –Dijo sin más en lo que dejaba sus tijeras sobre el recibidor. –No lo he visto el día de hoy, de hecho.
-ESO YA LO SÉ. –Le contestó enojado, siéndole más difícil tratar de dar algo bueno con qué tratar su objetivo. ¿Es que esa humana todo el tiempo era así? – NO LO ESTOY BUSCANDO.
-Oh… Entonces ¿En qué puedo ayudarle?
-UNA CONVERSACIÓN SE INICIA CON UN "BUENOS DÍAS" AL MENOS.
-Buenos días, entonces. –Alzó una ceja extrañada.
Papyrus en verdad que no sabía qué hacer con ella. Por más que lo pensaba, no dejaba de ver que no valía la pena siquiera intentarlo. ¿Qué era realmente lo que Sans podía ver y él no? ¿Cómo era que ella mereciera tanta atención y cuidado? Prefiriendo ir al grano, optó por seguir adelante con su objetivo de tener una buena impresión de la florista.
-¿AUN ESTÁ EN PIE LA INVITACIÓN… SOBRE SU COMIDA?
-Si… aún está en pie. Pero es muy temprano todavía para la comida por ahora. –Señaló el desgastado reloj que estaba situado en la pared junto a varias plantas. –Son las 10 de la mañana.
-NO DIJE QUE FUERA JUSTO AHORA. –Trató de excusarse un tanto avergonzado de no haber pensado eso con notoriedad. –PERO SI SE PUEDE HOY… ESTOY EN LA DISPOSICIÓN DE DEGUSTAR LO QUE TIENE PARA SORPRENDERME.
-Admito que no soy una gran cocinera, pero haré lo posible. –Emitió una leve sonrisa tras ello. –Gracias por el quiché, por cierto.
-¿LE GUSTÓ? –Preguntó esperanzador tras estarse tocando el tema de dotes culinarios para entablar una conversación entre ellos.
-Ha decir verdad, no pude comerlo. Estaba muy quemado y duro. –Admitió sin pena alguna, causando un leve gruñido por parte del esqueleto. –Pero el que tuviese la intención fue un gesto amable.
Aquel comentario final relajó un poco al mafioso alto. Pese a que era molesto que le siguiera diciendo cosas malas sobre su comida como si ella fuese superior en el arte de la cocina, el que le señalara como un buen acto de su parte haberlo intentado era al menos un avance. Le daba incluso la impresión de que ella sólo buscaba ser sincera a su propio criterio.
-POR CIERTO, VEO QUE CUBRIÓ SU HERIDA CON MAQUILLAJE ¿NO ES ESO MALO PARA SU CURACIÓN?
-¿Mmh? No sé usar maquillaje, ya no tengo ninguna herida. –Tomó las flores que tenía colocadas con cuidado en el recibidor y comenzó a ponerlas en cierto orden en el adorno que había estado empezando. –Les dije que estaban exagerando. No era algo grave.
Y de nuevo con esa terquedad. Suspirando de frustración, Papyrus comprendió en silencio que Sans tenía sus razones justificadas de haber ido a golpear al panadero, pero que no tenía esperanzas de que la humana entendiera lo delicado que había sido el asunto al grado de haber generado un caos que tuvo que frenar por su cuenta. ¿Y los dos estaban como si nada con ello? Vaya que tenían suerte de que contaran con él.
Viéndola trabajar con tranquilidad, observó sus brazos en busca de los cortes que le había visto el día anterior, pero al igual que el morete de la mejilla simplemente había desaparecido sin dejar rastro. Incluso se le veía laborar sin ninguna complicación de por medio. ¿Se había puesto una de sus plantas o algo para cerrar las heridas pronto? ¿O le estaba mintiendo sobre no usar maquillaje?
-¿Y DT… EH, LA FLOR PARLANTE?
-Arriba leyendo el periódico del día. –Le contestó sin verlo directamente al tener más atención con su trabajo. –El frío lo debilita en esta época, así que no le dejo exponerse demasiado por su propio bien.
-¿EL FRÍO LO DEBILITA? ¿CÓMO ES ESO POSIBLE? –Preguntó sorprendido de esa información. Creía que era casi invencible a lo que recordaba que le habían contado.
-Pues no es como si fuera una hortensia para florecer en esta temporada. –Rió un poco girándose hacia él, pero se avergonzó un poco al notar que no se reía con ella y se giró de nueva cuenta hacia su adorno un tanto ruborizada. –Ehh… N-no es una flor otoñal. En esta época climática obtiene menos nutrientes en ausencia de sol. Y este lugar se lo complica aún más.
Desconcertado por verla reír por primera vez, se quedó viéndola en silencio esperando que volviera a trabajar, pero sus manos se quedaron estáticas sosteniendo las flores con cuidado. La humana las contemplaba como si viera algo más allá de los colores que mostraban sus pétalos, casi como si estuviera su mente en otra parte, pero tras soltarlas se volvió a girar para verlo directamente con su mismo rostro sereno habitual salvo con las mejillas algo sonrojadas todavía.
-¿Puedo preguntarle una cosa? –Al ver que el esqueleto no decía nada, abrió la boca para preguntar algo, mas no emitió sonido alguno inmediatamente. – ¿Cómo quedó el parque central?
-¿NO HA SALIDO PARA VERLO? –La humana negó con la cabeza. –QUEDÓ TAL Y COMO HA ESTADO DESDE SIEMPRE.
-Ya veo… ¿Sans sigue molesto conmigo?
La pregunta le fue tan extraña que Papyrus no pudo evitar sorprenderse de que pensara algo así. ¿Molesto con ella? Más bien parecía que la tenía en un pedestal por todo lo que estaba haciendo por ella. ¿Acaso no se estaba dando cuenta de eso? En lo que trataba de comprender por qué tenía una percepción tan burda como esa, se percató de algo que no había reparado antes. Si había preguntado primero por el parque y luego por el comportamiento de su hermano ¿Significaba que ella creía que sólo la valoraba por el trabajo del parque central y que se había molestado por quedar de nuevo destruido?
Confirmado, Sans no era el único idiota. Ella lo era mucho más.
Tanto Grillby como él habían llegado a la misma conclusión del verdadero interés de Sans, incluso le parecía que la flor también lo pensaba y por ello era que se mostraba tan irritado en su presencia casi silenciosa. Pero que la humana no comprendiera… ¿Acaso se hacía la tonta o realmente lo era? Fuera cual fuera la respuesta a eso, era sumamente irritante de su parte. Su hermano se jugaba la vida por ella ¿y sólo creía que era por interés de embellecer el barrio?
Pero… aunque pensara así la humana, no podía descartar el hecho de que ella había cuidado de su hermano la otra vez, al igual que siempre preguntaba cosas un tanto personales de él en las pocas veces que habían conversado a solas. Y si bien pudiera tratarse de un acto desinteresado de su parte al catalogarlo simplemente como conocido, era imposible no notar que estaba muy al tanto del holgazán de su hermano, más de lo que debería tal vez. Tal vez simplemente la humana no se daba cuenta todavía, o tal vez era su estrategia para abusar de su torpe hermano, pero sin importar cuál fuera el caso… había un interés mutuo de alguna forma.
Tal vez los chismes surgiendo en el barrio no eran tan falsos como creía. Estaba harto de rodeos y dudas. Necesitaba aclarar eso de inmediato antes de que empeorara la situación. Necesitaba a su hermano para entender realmente qué pasaba entre ellos dos.
-ME RETIRO DE UNA BUENA VEZ. VENDRÉ MAS TARDE PARA LA COMIDA Y… ME TRAERÉ A SANS CONMIGO. –Comentó con algo de prisa, desconcertando a la humana en espera de una respuesta jamás dada. –BUENOS DÍAS.
-De acuerdo… pero por favor no vengan tarde. –Se extrañó la florista con su comportamiento, mas no dijo nada al respecto al parecerle descortés de su parte. –Tengo que terminar estas muestras de adorno y…
El esqueleto se había ido casi corriendo del lugar, por lo que Frisk no pudo terminar su oración y prefirió continuar con su trabajo antes de que se le acumulara. Por lo regular le era en extremo relajante realizar adornos florales, pero al ser la primera vez que le pedían tanta variedad en corto tiempo, no sabía cómo manejar la situación sin tensarse demasiado dada la falta de ayuda de su amigo negándose a apartarse de su bufanda.
Recién iniciando el día le había llegado una carta del ayuntamiento diciendo que deseaban contratarla para la presentación oficial de un parque de diversiones por inaugurar pronto en Waterfall. No le daban alguna opción para aceptar o negarse, por lo que concluyó que la única forma de llegar a un acuerdo era presentarse inevitablemente. Aunque no le agradara salir dada su mala experiencia fuera de su zona habitual, le parecía una propuesta interesante.
Tal vez haber intentado rescatar el parque de Snowdin no había sido malo, pensaba, tal vez con ello habían dado con ella para decorar algo más grande y llamativo. Así podría incrementar la posibilidad de ver a su padre si le llamaban los arreglos florales tanto como a ella.
Frisk no pudo evitar sonreír tras ese deje esperanzador sobre ella.
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El primer capítulo del año! :D
Aprovecho para agradecerles una vez más por el apoyo que me brindan. Es una hermosa forma de iniciar el año, en el cual se vienen cosas maravillosas, se los garantizo! 3
Michi fuera!
:)
