El extraño ruido de un ventilador sacó de su sueño a la flor que apenas y podía estar con el tallo enderezado ante tanta debilidad consigo de por medio. La estación otoñal, así como la pérdida de sus pétalos lo ponían en extremo débil conforme se acercaba el invierno, por lo que había bastado en el cambio de tierra para dormirse sin siquiera evitarlo por mucho que se había empeñado en querer acompañar a Frisk en tan extraña reunión con el personal del ayuntamiento.

Tras poder abrir sus pequeños ojos y poco a poco contemplar en dónde andaba, se percató con enfado de que estaba solo en un cuarto cerrado donde lo habían puesto en una mesa junto con el resto de las macetas llenas de color. ¿Se habían atrevido en tratarlo como un adorno más? ¿Por qué Frisk lo había permitido?

Y hablando de ella… ¿Dónde estaba?

Irritado de nunca poder quitarle la vista encima sin que se perdiera y metiera en posibles problemas, se dispuso a extender sus raíces para moverse en cuanto antes en su búsqueda. Sin importar el clima o el lugar no podía darse el lujo de estar apartado de ella, pero el ruido de la puerta abriéndose lo puso en total alerta y optó por unificarse con el adorno floral colorido que tenía al alcance.

-… ya te digo, el problema estará resuelto dentro de poco.

-No sé, siento que todavía quedan muchos cabos sueltos.

Flowey contempló con cuidado como comenzaban a llegar varios humanos y se sentaban conforme aparecían en la habitación, arruinándole de ese modo su escapada sin llamar la atención y complicar las cosas. Por lo que se abstuvo a permanecer quieto y en silencio junto con otras flores mientras no supiera del paradero de Frisk y con quienes estaría. Ya luego tendría una plática nada agradable con ella sobre ser en verdad cuidadosa. ¿Por qué seguía sin entender de los peligros de andar sola en la ciudad?

-¿Son todos? –Preguntó el último señor en entrar, el cual la flor apenas y podía ver tras estar encimado de varios pétalos para que no se notaran la ausencia de los suyos.

-Falta el monstruo.

-Más respeto, Ed, ese monstruo es el dueño de este lugar. –Comentó otro con voz preocupada.

-El señor Blook está atendiendo otro asunto antes, así que nos adelantaremos dado el poco tiempo que se tiene. –Dicho eso, el señor regordete cerró la puerta y se encaminó hacia un extremo fuera de la vista de la planta, por lo que se limitó a simplemente escuchar y ver lo poco que podía que venía siendo un par de sujetos sentados mirando hacia el frente. –Y aunque sepamos de su… desafortunada naturaleza, es gracias a él que gran parte de esto saldrá a flote. Así que no está mal tenerle un trato digno de nosotros, Edward. Su causa y entrega son más humanas que su origen.

-Está bien, alcalde.

¿Alcalde? ¿Ese regordete era el alcalde de Ebott? Flowey no pudo evitar sentir cierta curiosidad con lo que se tornaría la plática, por lo se mantuvo aún más alerta. Después de todo, no tenía nada más que hacer por el momento salvo quedarse quieto, no si no quería meterse en un aprieto que pudiera perjudicar a Frisk.

-Antes de empezar ¿Qué son estas cosas del centro de la mesa?

-Son las muestras de arreglos de la florista que contrató el señor Blook, la que se supone que se presentará con usted dentro de unas horas.

-¿Y por qué las dejaron aquí en vez de que lo vea con ella directamente primero?

Aquello avivó el sentido de alerta de la flor oculta. ¿El robot magnate había sido quien había contratado a Frisk realmente? ¿Qué se traía con ella entre manos ahora? Aunque fuese alguien sin capacidad sensitiva y emocional, no le era una cuestión grata el hecho de que volviera a tratar de estar con ella. Con lo que le había contado Frisk no había sido para nada agradable la velada con él partiendo de lo forzosa que había sido su compañía en un principio, por lo que le era extraño que quisiera volver a verla pese a la mala noche que habían obtenido ¿O acaso era por ser la única florista que conocía? Siendo un sujeto millonario lo dudaba bastante.

Pero ahora había algo más por lo qué pensar en sus múltiples precauciones respecto a la humana. Si la cita a ese lugar aburrido había sido por Mettaton y en ese momento se encontraba con ella ¿Qué es lo que quería obtener? ¿Realmente eran las plantas? Y si era así ¿Por qué las habían dejado con el alcalde que claramente ni le interesaban?

En ese aspecto… le era evidente que el robot quería una excusa solamente. Y sin saber una verdadera razón sólo le avivaba aún más la urgencia de buscar a la joven antes de que pudiera meterse en más aprietos como de costumbre.

Pero tras volver a prestar atención a las conversaciones numéricas y aburridas que estaban dando sobre cifras de beneficencias e inversiones de la ciudad, no tuvo ni qué intuir que tardaría más de lo que pensaba en poder salir de ahí.

.

.

El magnate se encontraba parado meneando la copa casi vacía que tenía consigo, mientras observaba a la joven florista completamente extrañada de su presencia y que no se movió para nada de su asiento pese a tal desconcierto con su presencia. No sólo había creído que nunca volvería a verlo, sino que no le era agradable del todo notar que no sería así. Mientras notaba como el robot empleaba su típica sonrisa despectiva, le vinieron fugazmente los malos recuerdos de la fatídica cita forzosa que tuvo con él.

Sacando su mano del bolsillo de su saco oscuro, la levantó de forma elegante y llamó la atención de quien atendía la barra del bar, el cual fue casi corriendo como si fuera el único que valía la pena atender. ¿Era porque era rico? No le parecía cortés que dejara a las dos personas que había estado atendiendo sólo por acudir al llamado de Mettaton.

-Tráigale a la señorita una… -Comenzó a indicar el magnate al bartender.

-No bebo alcohol. –Argumentó de inmediato la joven antes de que tuviera el descaro de ordenar de nuevo por ella. La margarita que le había pedido la otra vez había sabido horrible y no le había agradado la sensación que provocaba.

-¿… una limonada? –Arqueó la ceja hacia la florista en espera de su aprobación del pedido, el cual Frisk se limitó a asentir con la cabeza. –Y a mí tráeme otra Starfait, las que preparas son las mejores.

El encargado de la barra asintió con una sonrisa complacido con sus palabras y se retiró al otro extremo de la barra para preparar lo que le había pedido. Frisk lo observó por unos segundos estando sorprendida por la habilidad que tenía de levantar las botellas casi en el aire y atrapándolas de forma triunfal con total confianza de sus habilidades, por lo que supuso que se trataba de alguien que le gustaba su trabajo. Era agradable ver eso en un lugar así.

-Si has estado aquí por varios minutos sola y nadie te ha invitado una bebida, es una forma de fracasar como mujer ¿sabes? –Comentó Mettaton sentándose a lado de ella sin espera de alguna invitación.

-Bueno, acaba de invitarme una usted. Así que supongo que no.

Contestó sin entender el verdadero contexto empleado en tales palabras. ¿Cómo podía eso determinar el éxito o fracaso de una mujer? Frisk ni quiso voltear a verlo por mucho que fuese descortés de su parte. A su perspectiva, era grosero de su parte que se haya tomado la libertad de haberse sentado al lado de ella, a su vez que le era más interesante el joven que estaba preparando la bebida colorida con tanta pasión a diferencia del magnate arrogante que tenía ahora a lado.

De reojo pudo notar que el robot se había puesto levemente colorado por muy extraño que pareciera eso dado su coraza metálica, pero no estaba del todo segura de sí había sido por el desagrado de la desatención de él o por sus palabras sinceras. Recordaba muy bien que sin importar lo que le dijera siempre había sido muy despectivo con ella por el hecho de ser mujer con negocio propio. En verdad que le era incómodo que estuviera ahí, pero no se sentía con la autoridad de pedirle que se sentara en otro lado si la barra era lugar libre para sentarse cualquiera, además de que tenía la leve sospecha de que si se cambiaba de lugar éste la seguiría a donde fuera.

-Tendrás una mejor vestimenta, pero tal parece que aun tienes mucho que mejorar en cuanto a tus modales, lindura. –Comentó Mettaton aparentando no haberle disgustado nada.

-¿Qué hace aquí? –Finalmente se giró para verlo optando por acabar con la incomodidad de una buena vez.

-¿Qué no ya lo sabías? Soy rico… y dueño de varios lugares como este. –Alzó las manos con actitud presumida. –Y siendo mi edificio puedo estar en él a mis anchas ¿no te parece?

-Ya veo… ¿Entonces porque el ayuntamiento me citó aquí? –Se preguntó a sí misma en voz alta.

-Tal vez porque yo formo parte del comité organizador. –Recargó su codo sobre la barra mirándola con un semblante que incomodó aún más a la joven florista, mas no pudo evitar parecerle levemente familiar tal comportamiento. –Así que estás de suerte. Seré yo quien te atienda.

Frisk tenía la opinión contraria de eso, mas no quiso decirlo abiertamente intuyendo que eso la tendría en un aprieto nada grato. Necesitaba encontrar a Flowey primero para salirse de ese lugar de una buena vez. Si el robot millonario estaba en eso, no quería formar parte de ello si eso implicaba soportar su mala actitud con su persona. Ya había tenido más que suficiente de eso con Papyrus.

-¿Dónde están los arreglos florales que traje?

-Tus muestras las llevaron al salón donde están en este momento en una reunión. Si todo va bien, el alcalde elegirá cuál le gusta y llevaremos a cabo la extensión del proyecto. –Contestó Mettaton con una postura distinta nunca antes mostrada con ella, no estaba segura de sí había una mejora en eso. –Di garantía de que eras una experta en la materia, así que tiene una alta expectativa en el trabajo.

Aquello avivó la curiosidad de la joven ¿Mettaton había sido quien la había recomendado? Creía que con lo fatídico que había sido la "cita" en su fiesta de recaudación de fondos había sido suficiente para que la detestara. Incluso parecía permanecer el mismo aire superior con ella de modo discriminatorio pese a cambiar cierta táctica aparentemente de negocios. ¿Por qué lo había hecho?

-En la carta mencionan que… es sobre un parque de diversiones. –Comenzó a divagar la florista, queriendo entender más el asunto en el que la estaban involucrando.

-Así es, una inversión de lo más entretenida ¿no te parece? –Le sonrió como si aquello ameritara una risa de su parte, mas no emitió ningún gesto en espera de un mejor argumento. –Quieren ponerlo aquí en Waterfall con el fin de atraer al turismo.

-Más turistas es igual a más dinero para la ciudad, supongo. –Entendió Frisk a la primera.

El bartender trajo sus bebidas y las puso consigo tras dar una leve reverencia antes de retirarse a nueva cuenta. A Frisk le fue raro ver tal presentación para una simple limonada, era como si el joven se hubiera contenido en hacer casi una ensalada cítrica en copa tan grande, pero no era nada a comparación de la bebida del magnate, el cual estaba extremadamente colorida y llamativa… justo como aparentaba ser el sujeto que la había recibido. Mas no pasó por alto que no le tomó de inmediato mientras la observaba con demasiada atención a ella, incomodándole en mayor medida tener esa clase de atención de su parte.

Instintivamente por una mala experiencia, movió levemente su copa antes de atreverse siquiera a darle un sorbido. Tal parecía que el robot había entendido el motivo, ya que había comenzado a reírse de una forma un tanto discreta, suponiendo que esa era una forma de emitir una risa elegante.

-Descuida, después de… lo ocurrido, siempre hago que otros revisen los utensilios o prueben los alimentos antes que yo. –Explicó de forma inmediata. –Además, puedo garantizarte que estamos muy a salvo esta vez.

Señaló sutilmente hacia su espalda, a lo cual la chica no comprendía a qué se refería con exactitud hasta que prestó mayor atención al lugar. Todos los presentes estaban bien arreglados con prendas costosas y de conductas similares a excepción de algunos sujetos corpulentos en varios puntos estratégicos, suponiendo de esa forma que se trataban de guardaespaldas que prestaban demasiada atención a todo el lugar estando en la disposición de actuar ante cualquier indicio que atentara contra su jefe.

Aquella vez en la que habían tratado de asesinarlo por medio de una flor venenosa y difícil de conseguir… aunque no lo aparentara, tal parecía que no había sido una buena experiencia para él si estaba tomando demasiadas medidas de seguridad por mucho que su sonrisa indicara lo contrario.

-¿Estuvo bien después de eso? –Preguntó Frisk con sinceridad y sin seguir queriendo tocar su bebida.

-¿Mmh? ¿Te preocupa? –El magnate estuvo a punto de tomarle su bebida hasta que le desconcertó tal pregunta y le prestó nuevamente atención.

-Bueno… no le culparía por tener miedo. –No supo realmente qué contestar por eso. Había querido ser cordial entablando una conversación ahora que no tenía de otra hasta saber dónde buscar a su amigo. Realmente no sentía preocupación si lo veía con la misma fanfarronería de la otra vez. –Intentaron matarle después de todo.

-Para ser sincero, no es la primera vez y ni la última que tratarán de matarme. Son muchos los que todavía me quieren muerto. –Le dio un suave trago a su bebida y la bajó nuevamente para colocarla sobre la barra sin emitir ningún ruido por la forma suave que había empleado. –Por lo que fue… grato ver algo distinto por una vez.

A Frisk le había costado escuchar esas últimas palabras dado lo bajo que las había empleado el robot, además de la música del ambiente y de las conversaciones de otros presentes. Le había dado la impresión de que no tenía total intención de haber querido decir aquello último. ¿Era su forma de estar agradecido con ella por haberle salvado la vida? Supuso que no le sería fácil si estaba acostumbrado a adulaciones y no a tener que darlas. No lo culpaba, después de todo a ella también le era inusual tener que entablar cualquier clase de conversación y aun así se encontraba ahí hablando en un lugar que nunca se hubiera imaginado estar.

-Es el precio de la fama y el éxito, supongo. Pero no puedo evitar ser tan grandioso. –Alzó Mettaton nuevamente su voz y sus brazos de forma triunfante ante ella. –Esto es lo que soy y seré.

-Me dijeron que traicionó a un grupo mafioso por otro… y que luego ese lo traicionó para ser lo que es ahora. –Comentó sin más la joven recordándolo a como se estaba tornando la conversación. –Así que eso que dice ser sólo lo cataloga como un traidor en potencia.

-He de suponer que eso te lo dijo el esqueleto sonriente ¿no es así? –Intuyó levemente molesto con eso, bajando en el acto sus brazos.

-¿Sans? Sí, así es. –Admitió de inmediato.

Desvió su mirada hacia el frente y retomó su colorida bebida tras su contestación, pero seguía sin entender por qué eso le había causado una notoria molestia. La única conclusión a la que podía llegar con eso era que una mala reputación con comentarios como esos sobre su persona podrían ser desfavorables para él considerando su postura ante la ciudad.

-Si lo llamas por su nombre de pila, ¿entonces en verdad eres su florecilla invernal? –Soltó sin más.

-¿Su… flor? –La joven arqueó la ceja sin entender el concepto de ningún modo.

-Para que un primogénito de… su calibre y procedencia te diga con tal libertad cosas sobre mi persona, he de suponer que hay una estrecha relación de confianza entre ustedes.

-No sería apropiado de mi parte confiar en un delincuente. –Admitió sin siquiera pensar en sus palabras con brevedad.

Mettaton no pudo evitar reír triunfante con eso. La chica le era grosera y extraña en más de un sentido, pero no podía evitar sentirse identificado con algunos comentarios y acciones que cometía sin algún cuestionamiento aparente. Su majadería era compensada por su audacia en cuanto a algunos puntos personales. Era emprendedora sin importar el ambiente discriminatorio sobre su persona, arriesgada sin cuestionamientos internos, e involucrada indirectamente con la mafia. Tenían en común suficientes cosas para ameritar querer volver a verla.

Después de todo, tal parecía que si había valido la pena cobrar el favor político para entablar tal amena plática con ella.

-… pero, creo que él si quiere confiar en mí pese a todo. –Continuó hablando la florista como si hubiera estado perdida en sus propios pensamientos en esos minutos de silencio. –Supongo que no es algo fácil considerando a lo que se dedica.

La sonrisa de Mettaton se apagó tras esa última declaración. ¿Acaso se estaba compadeciendo del esqueleto de la misma forma que lo había hecho con él al salvarle la vida en aquella noche? ¿Le estaba queriendo dar el mismo trato a todos los que le rodeaban? No le parecía nada grato que le pusiera en el mismo nivel de un asesino en potencia a comparación de lo que él venía siendo para todo Ebott y futuramente para el mundo. Él merecía un trato superior viniendo de ella si gracias a él tendría la oportunidad de destacar en las grandes ligas. Juntos podrían marcar una diferencia de…

¿Juntos? ¿En qué demonios andaba pensando ahora? Él trabajaba solo y ella era sólo una extensión a sus intereses. Mettaton se regañó a si mismo mentalmente por siquiera haber llegado a tal palabra nada propia de su parte. Por lo que se recordó a sí mismo el verdadero objetivo de ver a la florista impertinente.

Motivo… motivo… ¿Cuál había sido el motivo de querer verla en verdad?

Recordando sus propios pensamientos y planificaciones, había tenido la necesidad de separarla de tal zona de peligro para él con tal de poder reunirse con ella, y a su vez lograr que dejara aquel deplorable el lugar para que se mudara a Waterfall y así trabajar en un proyecto que a él ni siquiera le interesaba… pero que a ella posiblemente sí. ¿Esa era la molestia?

Tras observar que la chica finalmente se dignaba en tocar su bebida que le había invitado y darle un leve sorbete, el magnate se quedó mirándola esperando que la verdadera razón de sus propias acciones le llegara espontáneamente con tan solo hacerlo. La humana como tal no era de un porte atractivo, su extrema delgadez podría ser una complicación al momento de la intimidad siendo el caso de quedar ella lastimada, a su vez que sus ojos alargados como sus pestañas impedían reflejar lo que podrían comunicar esos ojos exóticos de otro mundo. Y eso le era muy molesto, no poder leerla siquiera como el resto de damiselas a las que había cortejado. ¿Qué clase de mujer no era expresiva? La chica que tenía enfrente apenas y emitía una mueca para comprobar que podía articular su rostro y que no estaba paralizado. ¿Podía siquiera sentir emociones? No parecía tener capacidad de algo así para empezar.

La respuesta le vino de golpe tras el leve recuerdo de la primera y única vez que habían convivido. La florista se había mostrado molesta tras el tiempo transcurrido en su evento del hotel… le había dejado claro esa vez que no le había gustado para nada su compañía, por lo que podría ser lo mismo en ese preciso momento en el que se encontraba a su lado. Pensar en ello le molestó aún más ¿Por qué no era como el resto que permanecían complacidas ante él? ¿Por qué se trataba de una mujer tan complicada en todo su esplendor?

¿Porqué… se molestaba tanto en siquiera cambiar eso particularmente en ella? ¿Por qué le molestaba que mencionara el nombre del esqueleto mafioso con tal confianza mientras que con él visiblemente le detestaba su presencia?

La odiaba, no podía pensar en nada más que ello. No podía soportar sentir que estaba en deuda con alguien tan desagradable como ella y aún más el hecho de que le hiciera tener tantas molestias para llegar a ese punto con ella. ¿Cómo le hacía? ¿Qué clase de hilos estaba manejando con él que no podía evitar querer estar bien con ella pese a todo? Él era un experto en mujeres, pero lo que tenía a lado la sentía tan lejos que eso… le asustaba.

-¿Quién… o qué eres?

-¿Mmhh? –La chica le prestó atención tras soltar su bebida. Tal parecía que al final si le había gustado si le había tomado ya bastante.

-Me consta que eres humana, sí, pero si pudieras describirte a ti misma ¿cómo sería?

-¿Eso es un requisito laboral para continuar?

-Sólo contesta.

Insistió Mettaton al no querer entrar en más detalles de todos sus pensamientos. Su enfado no estaba siendo tan controlable en ese momento tras haber ya ingerido cierta cantidad de alcohol. La humana se mantuvo pensativa de forma taciturna por unos segundos antes de emitir palabra alguna.

-Supongo que… soy alguien tranquila.

-¿Sólo eso? –Le extrañó tanta simpleza de su parte.

-¿Debo describirme con más cosas?

-¡Por supuesto! No puedes pensar en ti misma de una forma tan común e insignificante. –Contestó molesto de que no fuera sincera con él. –Eres más que una persona tranquila, eres una empresaria y alguna motivación te llevó a eso. Tienes aspiraciones, gustos, disgustos… ¡Todo eso!

-¿Trata de decirme que lo quiere es conocerme?

Nuevamente Mettaton se quedó estático hacia su pregunta sintiendo sus mejillas calientes, sin saber siquiera qué contestar a eso. Detestaba que tuviera la capacidad suficiente de agarrarle de bajada en cada planteamiento que daba, en cada frase y en cada intento de hacerle sentir inferior a él como estrategia de negocios y cortejo. Pero le quedaba más que claro ahora que esa humana no estaba en la disposición de que le insultaran ni de estar en un perfil bajo en cuanto fuera sobre su persona. Era de nervios de acero… más de lo que él estaba hecho si debía de admitir.

Pero que chica tan peculiar tenía a lado. Era más fría que la bebida que estaban tomando en ese momento. Y sin embargo no podía dejar de sentir esa pizca de curiosidad sobre ella.

-No te hagas ilusiones, lindura. –Contestó tras reponer su compostura, mientras emitía una sonrisa resplandeciente. –Esa clase de suerte no tienes conmigo. Aquí todo es sobre negocios.

-A eso me refería. Que quiere conocerme para ser alguien de confianza para el proyecto del parque de diversiones. –Arqueó su ceja extrañada con su respuesta. – ¿Y me permite poder hacer una pregunta personal?

-Depende de qué tan personal sea. –No pudo evitar sonreírle con coquetería.

-¿Por qué me recomendó al ayuntamiento? Creí que no le agradaba por aquella vez en su hotel.

-Sí que eres una chica que no le gusta andar en rodeos ¿eh? –Rió levemente el magnate y se terminó su bebida con lentitud antes de responderle. –Deberías de estar más bien agradecida con que dejara toda tu majadería en el olvido y te recomendara a tan importante proyecto para la ciudad. Esta clase de cosas no las hago con cualquiera.

-Proyecto del que no he escuchado nada desde que llegó aquí conmigo. –Atajó de inmediato la joven. –Si me ha citado aquí por cuestión de negocios ¿por qué no me ha contado nada al respecto? ¿Dónde están tas las cosas que traje? ¿Dónde está…?

-Calma, calma. No permitas que tu linda cara se arrugue por cosas como esas. –La detuvo con un dedo sobre sus labios, pudo notar de ese modo de que eran tan suaves como los pétalos de una flor. –Si tanto te extraña todo esto, puedo llevarte con mucho gusto al lugar para que lo conozcas.

Teniendo todavía su índice sobre sus labios, lo bajó lentamente hacia su labio inferior y lo acarició levemente antes de retirarlo. Si los sentía tan suaves como los pétalos de una rosa ¿su néctar proveniente de ellos sabría cómo una? Aunque tuviese la impertinente curiosidad, no sería algo que intentaría por múltiples razones. Esa humana era problemas de mucha calibre con tan sólo ser parte de la clientela a cuidar de la familia esqueleto. Ya había aprendido a la mala eso y era un asunto que quería cambiar antes de cualquier cosa.

No queriendo pensar más en ello, se levantó de golpe y extendió su brazo invitándola a que lo tomara. La chica sólo se le quedó contemplando dubitativa.

-Pero…

-No tardaremos, te lo prometo. –Insistió empleando una de sus mejores sonrisas para ella. –No está lejos de aquí el terreno. Así podrás ver por cuenta propia qué zonas están destinadas para tus preciadas flores.

-Ni siquiera he dicho que si quiero participar.

-¿Tienes razones para decir que no al progreso? Ganarías una fortuna con este trabajo que no requerirás trabajar en meses.

-Bueno… el dinero no es lo que me motiva y a mí me gusta trabajar. –Dejando su bebida a medio terminar, se paró igualmente mas no tomó su brazo extendido. –Pero si tengo razones para querer participar… así como razones para declinar su oferta.

-¿Entonces? –Volvió a insistir con su brazo ahogándose internamente el enfado que le daba que no aceptara su gesto. Lo estaba haciendo quedar en ridículo frente a varias personas presentes. –A mi modo de verlo, puedes decidir quedarte donde siempre vendiendo una que otra flor estancada en un círculo vicioso llamado Snowdin… o crecer con esta oportunidad y extender tu talento a las mejores zonas de esta ciudad. No me parece que seas de las que retroceden o tengan miedo del éxito. Así que… ¿qué elijes?

Parecía que en su leve discurso había dado con algo bueno, ya que la joven extendió levemente su mano un tanto pensativa antes de terminar tomando su brazo apenas tocándolo con el roce de sus dedos. No era alguien que daba su brazo a torcer después de todo, ella aún se mantenía distanciada de él aun con una decisión aparentemente tomada.

Mettaton no pudo evitar sonreír antes de comenzar a moverse directo hacia la salida. Al menos estaba teniendo un mejor inicio esta vez.

.

.

Asomándose la noche sobre Snowdin, Sans finalmente se dejó caer sobre la banca del parque principal tras toda una tarde de apariciones sobre varias zonas con la intención de erradicar por completo el rumor que le habría metido en problemas. No le había costado encontrar el origen de tales chismes locatarios, pero sí que había sido una sorpresa descubrir que su hermano ya se había adelantado y que había hecho algo al respecto.

No pudo evitar sonreír con sinceridad con eso mientras alzaba su mirada hacia el cielo, el cual era imposible contemplar una mísera estrella ante lo nublado, luminoso y contaminado que siempre estaba el cielo de la ciudad. El simple hecho de que Papyrus hubiera actuado sin decir nada indicaba no sólo que estaba de su parte en cuanto a cuidar sigilosamente de la humana, sino que también significaba que tampoco lo pondría en evidencia ante el jefe sabiendo lo escabroso que podría tornarse eso. Contaba con su hermano pese a sus disputas y diferencias, eso era algo agradable después de todo.

Sin embargo, no podía dejar de pensar en cómo se había tornado dicho rumor que había silenciado. Si varios citadinos estaban sospechando de cómo era su trato con Frisk, significaba que lo que le decían Grillby y Papyrus no estaba del todo descarrilado después de todo. Aunque no fuera cierto por múltiples razones… tampoco era algo que le desagradara del todo aunque fuese un término muy vulgar para referirse a ella. Estaban llamando demasiado la atención por el simple hecho de llevarse bien entre ellos, y más que de su parte, todo era gracias a la facilidad con la que se desenvolvía Frisk en cuanto a relacionarse entre especies sin discriminación alguna. Incluso podía apostar a que se sentía mejor entre monstruos que entre los mismos humanos. Eso había notado a como había tratado a varios clientes de su local en los días que la observaba al otro lado de la calle.

Retomando su mirada en el parque en el que estaba, no pudo evitar disgustarse con lo destrozado que había permanecido a culpa de unos imbéciles, pero para su sorpresa ya no lo notaba tan sucio a comparación de cómo había estado antes. ¿Será que algunos habían tomado el ejemplo de Frisk de poner la basura en su lugar? Era un pensamiento bastante bello para ser verdad, mas no se le ocurría otra cosa que ameritara esa clase de cuidado por parte de otros. Fuera lo que fuera, la mejora era algo que se agradecía.

No tenía energía para levantarse ni de aparecerse en su casa ante el cansancio más que notorio en él, por lo que se dedicó a estar tranquilamente estando ahí sintiendo el denso frío que avecinaba la llegada del invierno próximo. Pero en cuanto vio a su hermano acercarse con paso prisa hacia él, supo que tenía menos razones para querer moverse de ahí.

-¡SANS! ¡TE HE BUSCADO POR TODAS PARTES Y TE ENCUENTRO FLOJEANDO COMO SIEMPRE! –Le reprochó con gesto molesto.

-¿Qué hay, Paps? ¿Para qué soy bueno?

-¡PARA NADA, SI NUNCA HACES NADA!

-¿Entonces para qué me buscas? –Cerró una cuenca estando divertido con su reacción.

-DEJAMOS PLANTADA A LA HUMANA.

-Bueno, supongo que es un gaje de su oficio…

-¡SANS! ¡NO ESTOY PARA BROMAS! LO DIGO ENSERIO. –Exclamó molesto mientras lo seguía observando sin mover ni un hueso. – HABÍA QUEDADO CON LA HUMANA DE COMER EN SU CASA ESTA TARDE, PERO NOMAS NO PUDE DAR CONTIGO EN NINGUNA PARTE.

-Oh, eso sí que es malo. –Reabrió su cuenca sin borrar su sonrisa relajada. – ¿Crees que lo compensaríamos con una cena?

-MAS VALE ESO, YA QUE NO FUE PRUDENTE DE NUESTRA PARTE DEJARLA ESPERANDO. –Señaló mientras levantaba a su hermano que notoriamente no tenía ninguna intención de moverse. –SI NOS APURAMOS AHORA PUEDE QUE NI SE DE CUENTA DE QUE LLEGAMOS TARDE.

-Sobre todo porque ya está anocheciendo. –Se rió el esqueleto dejándose cargar sin pena alguna.

Eran pocas las veces que tenían oportunidad de relacionarse de esa forma entre hermanos, por lo que aprovechaban a su manera esa poca socialización que podían tener sin sentir que todo lo hacían por un deber nada ético. A Sans siempre le había gustado jugar con su hermano sabiendo la seriedad con la que quería tomar su puesto con la esperanza de que aun permaneciera esa pizca de alegría que había tenido de niño, pero aquello se había desvanecido desde la pérdida de su madre cuando tuvieron que mantener la cabeza firme si querían sobrevivir a la ciudad inmunda en la que habitaban. Y al igual que Papyrus, su anhelo de una mejor vida se había desvanecido con el fallecimiento de su madre en cuanto manchó sus manos de sangre por primera vez.

Así que estar siendo cargado por él como si los papeles se hubieran invertido, era algo que disfrutaba y no precisamente por su flojera y cansancio. Al menos por ese breve instante ambos se recordaban que seguían siendo familia de un modo normal y no de oficio infundado. Sentir que su padre se había vuelto más un jefe para ellos era algo que habían terminado aceptando con el tiempo, pero todavía había algo entre ellos que se rehusaba a aceptarse más como compañeros que como hermanos.

Suponía Sans que a eso se le llamaba esperanza.

Tras una breve caminata y al entrar en el preciado automóvil del esqueleto alto, prendieron marcha hacia el local más colorido del barrio. Pero por mero reflejo a causa de su experiencia en persecuciones, pudieron notar al unísono que estaban siendo vigilados de cerca por un vehículo bastante familiar para ambos. No alcanzaban a ver quién estaba conduciendo, pero no era un dato que necesitaran con precisión.

-Esos malditos seres descoloridos…

-EL JEFE SEGURO LES PIDIÓ ESTO… ESO ES MALO, MUY MALO. –Papyrus no quiso mostrarse nervioso por eso, pero su leve temblorina de sus manos en el volante eran más que notorios mientras observaba el vehículo con suficiente distancia desde su retrovisor.

-Tranquilo Paps, seguro es por mí. No eres tú quien tiene problemas.

Sans quiso mostrarse indiferente, pero lo cierto era que internamente estaba preocupado. ¿Y si había llegado los estúpidos rumores a oídos del viejo? ¿Si lo estaban vigilando para comprobar si era cierto que se estaba relacionando con una humana? Le daba igual el regaño y paliza que recibiría con eso, Frisk correría peligro inminente de ser así la situación. Muchos le advirtieron que podía pasar y ahora tenía que enfrentar ese error.

Estaba demasiado cansado como para intentar desaparecerse, por lo que no se le ocurría alguna solución falible para al menos apartar a su hermano de la situación que no le correspondía. Los seguidores del jefe eran sumamente extraños y nada amigables, por lo que llegar a ellos para encontrarles una debilidad era imposible. Razón por la cual eran tan útiles para el jefe. No cuestionaban nada, incluso parecían capaces de dar la vida por él si lo pidiera.

-SANS… ¿ESA HUMANA EN VERDAD ES MUY IMPORTANTE PARA TI?

La extraña pregunta soltada de la nada desconcertó al esqueleto mencionado. Podía notar que Papyrus seguía conduciendo lentamente mientras miraba hacia el frente. Estaban a menos de tres cuadras de llegar al hogar de la florista y no parecía tener intención de detenerse. Sans no tenía idea de porqué le preguntaba algo así en momento tan crítico. ¿Estaba pensando en entregarlo? No lo culpaba, después de todo ya le había advertido que no tenía pensado cubrirlo por romper las reglas familiares. Y si el viejo ya había ordenado a sus secuaces que lo vigilaran, no faltaría mucho para que tuviera que darle la espalda para no tener sus problemas.

Sin embargo ahí estaba con esa pregunta particular a la que le tenía una clara respuesta para él mismo desde hace tiempo. Pero tal parecía que su hermano le estaba pidiendo que lo fuera también con él. Al menos podía hacer eso por él antes de su inminente penitencia.

-Si.

Estando a una cuadra de llegar, Papyrus giró sutilmente hacia la derecha sin aviso previo y continuó su marcha como si hubiera sido su intención desde un principio. Notando que el vehículo negro les seguía el paso a cierta distancia, el esqueleto alto dejó de temblar y se mostró firme mirando hacia el frente sin emitir palabra alguna. Sans no tenía idea de lo que estaba planeando su hermano, mas no hizo preguntas al respecto al notar que lo mejor que le quedaba era mantenerse en la misma postura para aparentar que todo estaba calculado desde el principio.

Pero ver que estaba tomando una decisión por él… cubriéndole de verdad en su cercanía con la humana, le hizo sonreír de verdad de tal modo que no pudo ocultarlo.

El mafioso había dejado de contar las cuadras en su mente al ver que seguían sin perderle el rastro del seguidor del jefe. Tal parecía que tenía toda la intención de estar cerca de ellos sin importar a dónde fueran, por lo que Papyrus finalmente se detuvo en el lugar que menos se hubiera imaginado, pero que comprendía que era un perfecto plan para despistar en su totalidad. No sólo era el lugar más retirado de Snowdin, sino que era uno que no era ni grato ni un buen recuerdo para ambos.

-¿Con antojo nocturno, hermanito? –No pudo evitar burlarse en cuanto apagó el auto.

-CÁLLATE Y SOLO SIGUE LA CORRIENTE. –Contestó molesto pese al tono anaranjado que resaltaba en su cráneo. –FUE LO PRIMERO QUE SE ME OCURRIÓ.

Riéndose en el camino, ingresaron al viejo establecimiento que bien le faltaba mantenimiento de la pura fachada. La música de una banda sonó lo suficientemente fuerte en cuanto se acercaron a la recepción, en la cual una coneja de mayor edad estaba contando el dinero sin prestar atención a quienes llegaban con ella. Sus orejas alzadas saliendo de su sombrero le eran más que suficiente para detectar a quien fuera que intentara acercársele después de todo.

-Bienvenidos a La Madriguera. –Canturreó la coneja mientras elevaba su vista moviendo sus largas pestañas hacia ellos. –Hey, pero si son los hermanos Gaster. ¿Quieren una mesa especial? La chica de hoy es una excelente bailarina.

-CUALQUIER MESA BASTA. –Se adelantó Papyrus tratando de contener su sonrojo. –Y TRÁIGANOS DE BEBER LO ANTES POSIBLE.

-Ustedes mandan, guapetones.

Les guiñó el ojo y tocó un timbre para llamar a una coneja joven que les hizo reverencia antes de indicar que la siguieran. Pasando por una cortina vieja y polvosa de terciopelo que tapaba la entrada, ingresaron al club nocturno cuyo escenario del centro estaba otra coneja bailando a ritmo de la música de la banda, sonriendo coquetamente y moviendo los grandes abanicos que sostenía siendo lo único que tapaba su desnudez.

La mesa que les asignaron estaba bastante cerca del espectáculo, sin embargo ninguno de los dos esqueletos prestó atención a ello y se enfocaron en mirarse el uno al otro sabiendo lo incómodo que era para ambos estar ahí. La última vez que habían ingresado en el club había sido con su jefe… y no era para nada un buen recuerdo, mucho menos algo de lo que quisieran hablar ahora que eran adultos. Por mucho que fueran hermanos, había muchas cosas que no necesitaban saber del otro.

-ES SEGURO HABLAR AQUÍ, ASÍ QUE POR MUCHO QUE INGRESE EL SEGUIDOR DEL JEFE NO PODRÁ ESCUCHARNOS NI SOSPECHAR. –Indicó Papyrus recargando su brazo sobre la silla acolchonada en la que estaba. –ES UN PLAN PERFECTO.

-Debo reconocer… que estás en lo cierto, Paps. –Se acomodó igualmente en su asiento para aparentar que en efecto disfrutaba del lugar por mucho que no fuera cierto. –El viejo pensará que solo venimos a divertirnos con ese estúpido presupuesto libre que nos tiene.

-LO SÉ, SOY UN GENIO.

No pasaron ni dos minutos en cuanto les trajeron dos botellas pequeñas sobre la mesa. Sans tomó su bebida con cierta urgencia y para su mala suerte tenía un pésimo sabor a lo que ya estaba acostumbrado con Grillby, mas no pudo quejarse y siguió tomándole para aparentar total naturalidad ahora que notaba de reojo que el secuaz de su jefe había ingresado y sentado lo más lejos posible de ellos. El gato de cara oscura parecía no perderles la vista como si fuera lo único que tuviera que hacer en la vida. Era incómodo y molesto.

-La noche será más larga de lo que parece si ese tipo sigue a pie de la letra una indicación.

-LA PREGUNTA ES PORQUÉ EL JEFE LO ESTÁ HACIENDO.

-Es obvio que por ese estúpido rumor. –Gruñó agitando su intento de cerveza. –Más me vale planear una buena mentira en caso de que me pregunte al respecto.

-AUN NO SABEMOS SI YA LLEGÓ A SUS OÍDOS.

-No, pero sé que ya me tiene en la mira desde que me atraparon en el cementerio de New Home.

-¿ES SOBRE LA INVESTIGACIÓN QUE HAS HECHO DE LA HUMANA?

-Si…

Sans se puso a mirar a la bailarina con tal de fingir interés ahora que sentía la penetrante mirada del monstruo monocromático. Por mucho que fuera de un magnífico cuerpo que sabía moverlo con demasiada sensualidad, no era algo que le atraía en lo más mínimo ni por intento. Aunque comprendía porque muchos llegaban a dedicarse a algo así a similitud a lo que se dedicaba su familia, tampoco era de su agrado tales profesiones. La prostitución era un negocio de mucho riesgo al entregarse por completo a cambio de dinero y no lo hacía tan diferente a lo que él se dedicaba. Su instinto masculino debía de llamarle la atención aquellas curvas moviéndose rítmicamente, pero lo cierto era que sólo andaba pensando en si Frisk los seguiría esperando con una deliciosa comida preparada con sus manos.

Quería verla a ella y no a esa desnudista frente a él. Quería comer sus posibles platillos recién hechos y no la asquerosidad que estaba tomando en ese momento. Quería la calidez que ella emanaba con su simple presencia… y no lo que su realidad insistía en decirle lo que tenía.

Estaba molesto con todo. Si la situación se estaba presentando de esa forma ahora, implicaba que el viejo no le dejaría de vigilar con todos los medios posibles, lo cual significaba que ya no podría ver a la florista si no quería meterla en un peligro del que él no podría salvarla. Odiaba con todo su ser a lo que había llegado su vida ahora y que no pudiera hacer nada para remediarlo dado que era culpa suya.

Ya no podría ver a Frisk con todo eso… y ni siquiera había podido despedirse apropiadamente.

Lo único que le quedaba era hacer eso por ella, mantenerse realmente alejado para mantenerla oculta de su propio jefe que no dudaría en matarla a la primera oportunidad. Había sido un alivio que su hermano hubiera entendido su preocupación por ella y hubiera idealizado esa sutil e ingeniosa escapada, por lo que tenía la esperanza de que tampoco hablaría al respecto sobre ella. Las razones de Papyrus las desconocía y sabía que tampoco tendría intención de compartírselas, por lo que simplemente agradeció en silencio mientras tomaba su botella.

Bebiendo en nombre de ella a modo de despedida personal silenciosa, sintiendo el mal sabor de boca que le provocaba esa realidad. Y escuchando la alegre música que emitía la banda de instrumentos desafinados, cual chiste y burla le daba sazón a su situación presentada.

.

.

El trayecto en la limosina estaba siendo bastante silencioso para disgusto del magnate de reluciente cuerpo. En cuanto se habían ingresado al vehículo, la chica se había dispuesto a observar el paisaje nocturno desde la ventana sin querer decir palabra alguna por mucho que tratara de entablar conversación de forma muy casual. Tal parecía que la chica seguía pensando si era correcto hacer trato con él o no, cosa que le desagradaba que la pensara tanto. ¿Ya había dicho si a su colaboración, cierto?

Conforme avanzaban hacia el destino se puso a prestar más atención en su acompañante. La elegante y bonita gabardina que tenía consigo parecía ser costosa, mucho más de lo que pudiera comprarse ella con las pocas ganancias que seguramente daba su pequeño negocio, además de un anterior y notorio mal gusto por la ropa previo a lo que recordaba en la anterior ocasión en la que la había visto. Por lo que supuso que en efecto no era algo que se hubiera comprado por cuenta propia. Eso le incomodaba en más de lo que pudiera admitir conforme se quedaba mirándola contemplar la ventana de forma pacífica.

-Así que el primogénito Gaster y tú… ¿qué tipo de relación tienen?

-¿Eso es importante para la negociación del parque?

La chica se giró a verlo y arqueó nuevamente su ceja sin emplear una emoción alguna en espera de una respuesta clara. Pero no obtener una respuesta directa de su parte le irritó más de lo que le hubiese gustado admitir para sus adentros. Tal parecía que seguiría firme en no explayarse sobre su persona si ni siquiera se dignaba en dar un apellido.

-La confianza en tu gente es importante ¿no crees? –Se fue por la tangente mientras empleaba su sonrisa patentada. –Sólo es algo que quisiera saber.

-Pues…

Frisk se quedó pensando más de la cuenta esa pregunta, pero por más que trataba de darle algo concreto, lo cierto era que no tenía ni idea de qué responder. En un principio diría que sólo se trataba de un conocido a como públicamente lo tenía catalogado, pero en cuanto a qué relación tenían entre ellos… ¿qué podía contestar? Su único amigo era Flowey al tener su total confianza y cariño tras varios años juntos, casi como una relación familiar podía sentirla. Pero en cuanto al resto del mundo, no tenía ni idea. Sans era caballeroso pese a todo y le halagaba por acciones que para ella eran de lo más simple, pero no podía ponerlo en categoría de amigo como Flowey si no lo sentía de la misma forma ni mucho menos podía bajar la guardia con él ¿Entonces que era?

No se dio cuenta en qué momento dejó de prestar atención a su entorno al enfocarse en tener una idea clara y no para responderle al magnate a lado de ella, sino para sí misma ahora que tenía esa cuestión nunca antes planteada, como si hubiera sido algo que había dejado pospuesto inconscientemente.

Sans… ¿Cuál era su relación con Sans? ¿Eran sólo conocidos entre ellos? No le parecía que fuera un concepto por ambas partes tras varias palabras de admiración que le dedicaba el mafioso, por lo que no era la respuesta correcta. ¿Entonces qué era? ¿Por qué no tenía una idea clara de lo que tenían? ¿Tal vez por lo extraño que era el esqueleto con ella? Sans le dejaba claro que le parecía maravillosa como persona (cosa que le hizo sonrojarse de sólo recordarlo), más no podía llamar la relación que tenían como algo beneficioso si sólo era de admiración viniendo de un solo lado. De su parte admitía que no le desagradaba… mas no podía admirarlo de la misma forma al disgustarle lo que ejercía como profesión nada grata. Y eso era algo que le había dejado claro y aun así el esqueleto seguía buscándola y protegiéndola pese a todo.

¿Entonces era una relación con intensiones románticas? Si bien había notado cierta coquetería dirigida hacia ella, tampoco esa era la relación que tenían si ni siquiera se permitían saber demasiado del otro por cuestiones personales y de seguridad. Por lo que tampoco se trataba de algo así, más bien le parecía que esa era su forma de ser y que Sans sólo jugaba con ella al igual que muchas acciones que cometía o que ella misma confundía ante su casi nula experiencia en cuanto a relacionarse socialmente. Por lo que descartaba también esa opción.

¿Qué era ella para Sans? Parecía que era algo que también debía preguntarle al esqueleto ahora que estaba cuestionándose eso. Tras varios meses frecuentando y de la misma forma le daba a entender que el mafioso si tenía un objetivo con ella después de todo pese a su respuesta previa a eso. ¿Realmente era por considerarla algo bueno para el barrio como le había dicho? ¿Cómo se denominaba a lo que hacían?

-No… lo sé. –Terminó admitiendo algo apenada.

Antes de que el robot le preguntara sobre ello, la limusina se detuvo y acto seguido la chica se bajó sin esperar a que le abrieran la puerta ante una urgencia repentina. Contempló lo que parecía ser un terreno amplio en el que ya había cierta maquinaria suspendida dada la hora en la que se encontraban. Aunque no estuvieran ni cerca de la costa, el viento marítimo le llegó tan abruptamente que hizo que sostuviera su sombrero con tiempo para que no se fuera volando.

-Impresionante ¿no crees? –Mettaton se le acercó y se puso a lado de ella mirando lo mismo. –Solo bastó con que dijera si a integrarme en el proyecto y comenzaron con la mano de obra.

-Supongo que con magia todo es rápido. –Señaló mientras trataba de comprender la funcionalidad de las máquinas. Le daba la impresión de que escarbaban la tierra en grandes cantidades. –Es así como funcionan esas cosas, ¿no?

-Te equivocas, todo es manejado y monitoreado por humanos. –Se rio de su inocencia y desconocimiento de la materia. –Además, no pueden trabajar monstruos en este proyecto. Órdenes del alcalde.

-Pero… usted es un monstruo. –Señaló girándose hacia él aun sosteniendo su sombrero. Su cabello aunque fuera corto, le estaba comenzando a molestar en su cara.

-Soy un ser con mucho dinero. –Señaló un tanto disgustado de tal observación. –Es más que suficiente para todos.

-¿Y para usted también lo es? –Alzó su ceja una vez más de modo interrogativo. Tal parecía que esa era una seña particular en ella. –Trabaja con humanos y aparenta ser uno… ¿pero no le parece injusto?

-¿A ti te parece?

-Por supuesto. Están juzgando únicamente por apariencias sin permitir una oportunidad de conocerse los unos a los otros cuando humanos y monstruos pueden ejercer lo mismo. Pueden trabajar en esto también. –Terminó quitándose su sombrero y sosteniendo con ambas manos mientras no apartaba la vista de él. –Usted es la misma prueba de eso.

Sus palabras eran tan sinceras que Mettaton no pudo evitar quedar sorprendido de tal pureza que le provocaron un leve sonrojo. La extraña chica que tenía frente a él era más de lo que se había imaginado después de todo.

Aunque llevara varios años en el mundo de las finanzas, mezclándose entre centenares de inversionistas y empresarios, era la primera vez que oía que alguien considerara óptimo que humanos y monstruos tuvieran la oportunidad de trabajar por igual fuera de intereses personales. Era algo que él mismo pensaba y que se permitía en algunos de sus establecimientos pese a las complicaciones que llegaban con eso, pero nunca se había imaginado que alguien se indignara más por no querer emplear a un bando únicamente por la especie que por no dar preferencias de estirpe y superioridad.

-¿Es un requisito que sólo humanos puedan trabajar en esto? –Preguntó la chica sacándolo de sus pensamientos.

-Así es.

-Entonces no quiero formar parte.

Mettaton se enojó de inmediato con esa decisión. Sentía que había desperdiciado un favor político por la dignidad de una damisela principiante, pero más importante, la sensación de haber perdido en algo no le era para nada agradable. Le estaba dando una oportunidad única en su vida… una que a él le había costado crear para él mismo y ahora se la brindaba a ella con mayor facilidad, la oportunidad de apartarse de un lugar putrefacto monitoreado a merced de una familia mafiosa, de ser reconocida como una mujer trabajadora… ¿y lo iba a dejar todo así sin más? Aunque le fuera también molesto la discriminación que había, su sed de crecimiento y ambiciones lo habían encaminado al gran ser superior que era ahora. Por lo que le era fastidioso que ella no lo estuviera comprendiendo de igual manera.

Le había querido dar las "gracias" poniéndola en un mejor lugar de vida, pero la chica se lo había lanzado a la cara finalmente. ¿Qué tenía que hacer para quedar a mano con ella? ¿Por qué no era fácil de complacer?

-¿Vas a darle la espalda realmente al éxito?

-No sé de qué éxito ha estado hablando. –Al ya no estar soplando el viento con fuerza, se puso de nuevo su sombrero sosteniéndolo con una mano todavía por cualquier incidente. –Pero no formaré parte de una discriminación de la que no estoy de acuerdo.

-Es una pena. –Lo decía con total sinceridad pese a su notorio enfado. –Y todavía que iba a presentarte ante el alcalde en persona.

-Prefiero que no se alargue más esto y poder retirarme a mi casa con mi amigo lo más temprano posible.

-¿Viniste acompañada? –Preguntó sorprendido de eso y molestándose de ese dato. Recordaba el haber sido específico con todo su personal en que la trajeran sola para no tener ninguna intromisión con ella.

-Con Flowey… pero se lo llevaron junto con el resto de los arreglos.

-¿O sea que tu flor está con el alcalde justo ahora?

.

.

Cifras, datos numéricos, cálculos porcentajes… y unos cuantos "blah blah blah" era lo que escuchaba Flowey desde su sitio sin moverse. No le interesaba en absoluto lo que estaba mencionando lo que parecía ser el asistente del alcalde y estaba más que seguro que al resto tampoco le llamaba la atención dadas las expresiones que podía contemplar al alcance.

-… y evaluando así el incremento poblacional dentro del cierre de este año, concluimos que la mejora en cuanto a los programas estratégicos de las regiones está siendo un rotundo éxito.

-Muchas gracias, Ed. Una evaluación más que precisa. –Escuchó que decía el alcalde detrás de él. –Aprovechando que nuestro anfitrión aun no hace acto de presencia, empezaré a contarles una de las medidas de seguridad que se tomarán de ahora en adelante ahora que entraré a reelecciones. Sé que soy muy querido gracias al magnífico equipo con el que cuento, pero lo cierto es que hay quienes no se sienten agradecidos con mi trabajo y pudieran… hacer algo en contra mía. Cosa que prefiero prevenir ahora que tenemos un cálculo más preciso del problema de inmigrantes que presentamos justo en esta región.

-¿En Waterfall, señor?

-Si, sabemos de muy buena fuente que muchos llegan por vía marítima, por lo que junto con dos personas he construido un plan más que perfecto para controlar el puerto sin verme como el malo del cuento. –Señaló gustoso el alcalde dado su tono empleado en su voz. –Esto junto con la inauguración del parque de diversiones serán más que suficientes para que la ciudad siga votando por mí en verano.

Flowey rodó los ojos desde su sitio sabiendo que de igual forma nadie lo notaría con tantos pétalos que lo cubrían. Aquello le parecía de lo más burdo y sin ningún interés. La política era un asco de cualquier manera.

-Pero si se requiere una gran monetización para pagar tanto trabajador en ambos proyectos… ¿Por qué no incluyó al señor Blook en la seguridad costera también? –Preguntó el tipo que tenía a su vista.

-¿Qué el apellido no te dice más que suficiente? –Le reprochó con un deje molesto. –La familia Blook es una de las cosas que queremos erradicar en ese plan. Esa familia mafiosa forma parte de los problemas que presentamos en Waterfall, principalmente en la zona costera. Es por ellos que muchos monstruos extranjeros están adentrándose en la ciudad sin que lo notemos con tiempo.

-¿Qué no el jefe de esa familia es más bien dueño de varias lavanderías?

-¿Y de dónde crees que saca tanto personal para tantas? Les da trabajo a muchos de esos repugnantes monstruos de otras ciudades. Mettaton Blook parece que tiene ese hábito consigo todavía en algunos de sus negocios. Aunque muestre que haya tomado un bando… no correremos riesgos de alguna vinculación familiar que perjudique esto. No mientras el sindicato no me permita cambiar las leyes que protegen a esas cosas.

-Pero señor, si me permite hacer una observación, sólo se está enfocando en el problema delictivo de una sola región cuando toda la ciudad…

-Todo lo contrario, estoy atacando el problema desde la raíz. No sólo tengo problemas con monstruos, sino también con humanos extranjeros.

Aquello comenzó a darle un leve interés a la flor oculta, la cual habría extendido sus pétalos si no fuera porque tenía ausencia de ellos.

-Toda la ciudad es una maldita batalla campal entre algunos grupos delictivos, pero tal parece que entre monstruos hay una especie de código que marca el respeto entre regiones. Todos son un maldito problema de cualquier forma, pero no se compara con el peligro que es no poder confiar entre los nuestros, entre humanos. –Hizo una leve pausa que le pareció que había sido por tomar agua. –Esos tipos están camuflados entre nosotros… pero gracias al mismo informante ahora tenemos suficientes datos para identificar a la cabeza de esa organización antes de volverse algo difícil de manejar.

-¿Hay un nombre, señor?

-Sí, Kris Yamaguchi… y como podrán notar en el apellido, no es de por aquí.

Por ese breve instante, Flowey olvidó que se encontraba en una habitación en la que permanecía oculto entre flores coloridas. El simple hecho de escuchar ese nombre lo mantuvo paralizado momentáneamente. No era bueno… nada de lo que estaba escuchando era algo bueno.

-Entonces ese sujeto es… ¿Chino? ¿Japonés? ¿Coreano? –Preguntó el tipo que tenía al alcance.

-Da igual eso, es de rasgos orientales y es más que suficiente para enfocar la búsqueda. –Indicó el alcalde con cierto aire de superioridad. –Por lo que he dado la orden a todo cuerpo policiaco de que cualquiera que presente facciones asiáticas sea detenido para una interrogación. Puede que así demos con él antes de entrar a campaña política.

Eso había sido más que suficiente para que Flowey quisiera salir en cuanto antes en busca de Frisk para llevársela lo más lejos posible. Tenía una cosa más en lista por preocuparse por la humana si lo que estaban hablando en ese lugar era cierto. Porque con lo que entendía con todo eso, con tal de tener bien su imagen el alcalde estaba dispuesto a traicionar a ciertos grupos que ya estaban vinculados por intereses y de fingir que antes no había hecho vista gorda de eso. No era eso secreto para él después de todo, era algo que ya se había visto en el pasado. La delincuencia era un poder gubernamental que era beneficioso si se le veía como algo rentable. Ahora no sólo necesitaba cuidar a Frisk de ciertos peligros, ahora tenía que preocuparse de algo más grande.

Y odiaba admitirlo, pero necesitaba a la basura sonriente para lograrlo.

.

.

.

Aquí reportándome desde mi trinchera, escribiendo y dibujando arduamente pese a las nuevas batallas que me voy enfrentando a esta nueva etapa de mi vida. Amándolos por el apoyo que me brindan con cada capítulo lleno de misterios y aventuras.

Por cierto, sé que notaron a cierto personaje, pero con ello no esperen cosas de Deltarune aquí, lo siento. Como he dicho antes, la historia como tal ya la tengo definida y la adapté a modo de fanfic por varias decisiones personales, pero fue algo bueno que existiera un humano más en la saga para darle un papel tan importante dentro de esta historia y del que supuse que se sentirían más cómodos de verlo que un personaje completamente nuevo para ustedes. De cualquier forma, espero que les guste n.n

Y prepárense, porque el siguiente capítulo estará súper largo.

PD: Recuperé el dominio de Flapper florist en tumblr, por lo que agradeceré mucho que sigan esa página para que vean la galería oficial (así como algo más que se avecina con ello). O también búsquenme como michsonrisa en varias redes sociales.

Michi fuera!

:v