Abrir los ojos nunca le había sido tan difícil como en ese momento.

La luz molesta que emitía una lámpara muy pegada a él le fue suficiente calor para comenzar a sentirse nuevamente con energía por muy poco que no le fuera suficiente. Flowey poco a poco reparó en el hecho de estar en un vaso con poco espacio y agua, situado en un escritorio bastante elegante que no pudo reconocer de inmediato. Extrañado de no saber en dónde estaba, hizo un esfuerzo en hacer memoria de lo último que había pasado antes de que perdiera la consciencia sin que éste recordara el cómo había sucedido tal cosa. ¿Qué le había pasado? ¿En qué momento había perdido el conocimiento? ¿Y dónde estaba Frisk?

Al preguntarse lo último, pudo recordar con cierto horror que había estado combatiendo monstruos en la florería al correr en peligro la humana que se esmeraba en proteger. Tras una lanza atravesándole partiéndolo en dos, había perdido total conocimiento al separarse de lo poco que le quedaba para seguir intacto: sus raíces. Aunque fuese algo que podía recuperar con cierto grado de facilidad, el que se encontrara en época invernal sin sus pétalos lo hacía completamente vulnerable. Tenía la suficiente energía para mantenerse despierto en ese lapso, pero no para usar nada de magia que disponía consigo ni mucho menos poder moverse por su cuenta. Se había vuelto un accesorio inútil como cualquier flor de momento.

Maldito invierno y maldito lugar que no parecía conocer otra estación.

Sin raíces con las cuales moverse, ni lianas que invocar y sin el apoyo suficiente a falta de tierra estando flotando en un vaso con agua, estaba limitado a poder ver únicamente lo que su vista al frente le permitía, pero le era un tanto complicado tras percatarse del sueño que amenazaba en presentarse en él nuevamente. Maldita naturaleza que le insistía en invernar en el peor momento. No estaba para cosas así ahora.

Con todo el esfuerzo que disponía dada su vista nublada, pudo ver que frente a él había una repisa repleta de libros cuyos títulos no le interesaban en absoluto, pero en otro punto estaba situado un marco con una fotografía de una boda de una pareja de esqueletos aparentemente felices de posar ante la cámara. La mujer esqueleto no se le hizo familiar de ningún modo, pero en cuanto al otro… aun cuando se viera más joven que lo que recordaba…

No… nononono…

No otra vez, no podía fallar de nuevo, no…

Tratando de contenerse de un grito o lo que fuera ante una frustración que no podía explicarse a sí mismo, se enfocó en evaluar todo lo que tuviera en su entorno para dar con ideas más concretas en vez de conclusiones precipitadas. Tenía que asegurarse de un modo que Frisk todavía se encontrara en algún lado a salvo, ¿pero cómo? No tenía forma de moverse por su cuenta y si estaba en lo cierto acorde a sus pensamientos, Don Gaster no dudaría en entregarlo de vuelta a sus creadores de inmediato. Pero si habían sido perros los que los habían atacado (y una anfibia bastante extraña), eso implicaba que de alguna forma la mafia Dreemurr estaba involucrada directamente en el ataque. Por más que pensaba en la situación, no daba con ninguna pista favorable. Necesitaba concentrarse, necesitaba encontrar el modo de, una vez más, huir de aquellos que osaban tratarlo como un objeto al cual reclamar como pertenencia. No permitiría que la loca lo tuviera en sus garras una vez más, pero aún más importante que supieran de Frisk en la ciudad. No quería ni imaginar las cosas que desataría con ese simple hecho.

Odiaba admitirlo, pero en verdad esperaba que la basura sonriente siguiera con el pacto de protegerla a cualquier costo. Era la única esperanza y apoyo que contaba de momento… Y pensar en eso le generaba un verdadero malestar que hacía mucho no había experimentado y que le daba ganas de romper todo lo que se le atravesara. ¿Por qué Frisk tuvo que atraer precisamente a esos delincuentes para empezar? ¿Por qué no aprendía a quedarse con la boca cerrada? Ella y su maldita terquedad que…

Soltó un gran suspiro antes de seguir pensando en todo lo que le irritaba de su comportamiento. Aunque tuviera razones justificadas para quejarse al respecto, no le ayudaba para nada pensar en ella si en ese momento no podía hacer nada más salvo ser un adorno moribundo en el escritorio de un peligroso mafioso. Necesitaba algo más inteligente de momento, algo que le pudiera dar motivos para mantenerse todavía alerta de todo entorno y no sucumbir a su simple naturaleza aburrida.

En verdad esperaba que estuviera bien, o de lo contrario ya no le quedaría nada.

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En cuanto la leve discusión entre los esqueletos que involucraba los temas de puntualidad y código de etiqueta, finalmente se sentaron en sus respectivos sitios aparentemente al estar la mesa ya servida en cuanto Frisk puso el último plato con cuidado de no tropezarse con el vestido de tallas extras que portaba. Sans le sonrió levemente en una rápida cruzada de miradas que tuvieron, sin embargo la humana se limitó en asentir con la cabeza con un movimiento leve antes de querer retirarse de ahí de inmediato. No tenía ni qué preguntarse en dónde comería ella si ya había sido muy claro que no sería bien recibida ahí. El tener un sofá como cama y un baño descuidado como único espacio personal le decían más que suficiente para concluir eso.

Antes de retirarse, notó que los extraños seres de un tono grisáceo en conjunto le llevaban al jefe de familia la correspondencia, algunos documentos variados y el periódico matutino. Le daba la impresión de que esa era su rutina de desayuno, ignorando a sus hijos y obligándolos a comer con él pese a eso. Aunque no fuese un gesto agradable entre familia, no pudo evitar recordar a Flowey en cuanto vio el periódico, el cual le agradaba tener consigo tal material impreso mientras le acompañaba a comer en todas las horas. Era un comportamiento extraño para una flor, pero era algo que siempre le había causado gracia al fin y al cabo.

-Humana, ¿por qué son tantos los platos servidos? –Señaló sin siquiera dignarse a ver lo que tenía en la mesa y permanecer leyendo su periódico con aire taciturno. ¿Acaso podía ver sin necesidad de enfocar la vista? Con lo extraño (y algo lúgubre) que era no le sorprendería que fuese así. –El que vengas de una pocilga, ¿te hacer creer que aquí desperdiciamos la comida?

-Son para el resto, no sólo están ustedes tres aquí. –Contestó sin siquiera tener que pensarlo, mientras señalaba a los extraños seres monocromáticos que estaba parados en la esquina contemplando todo casi sin pestañear. –Ellos… también comen ¿no?

Aunque captara tarde que su pregunta había sido algo insultante, no pudo evitar cuestionarse eso. En el muy poco tiempo que llevaba ahí le daba la impresión de que no hacían nada que no fuera orden directa del mafioso mayor. ¿Acaso eran sirvientes del lugar? ¿O sólo esclavos al igual que ella? Lo único que en sí tenía seguro era que parecía que vivían en ese mismo lugar, o de lo contrario no podría explicarse porque los veía permaneciendo ahí todo el tiempo. Estaba segura de que no valía la pena quedarse encerrado en un lugar carente de ventanas o alguna otra entrada de luz.

-Ellos no comen aquí. Sólo la familia está en esta mesa. –Indicó el esqueleto mayor sin verla al serle más interesante el periódico. –Así que retíralos de una buena vez.

Queriendo acabar de una vez para no permanecer más tiempo cerca, se dispuso a retirar los platos con cuidado mientras los hermanos comenzaban a comer gustosamente sin decir palabra alguna. De Sans ya sabía que por alguna extraña razón le gustaba su sazón, pero le era una sorpresa de que a Papyrus también lo fuera sin recordar de que en algún momento hubiera probado su comida. La vez que iba a hacerlo nada resultó como se había planeado.

-Humana ¿qué clase de porquería es esta? –El esqueleto tenía alzada la taza con una de sus manos flotantes de tono amatista.

-Preparé café ¿no le gusta?

Cuestionó sin darle importancia una vez más a su majadería. Aunque no fuera partidaria del sabor tan amargo que venía siendo el café y preferir más la suavidad de una buena taza de té, había optado en prepararlo dado que no había encontrado otra cosa con la cual acompañar el desayuno. ¿O sería que preferiría un jugo o leche? Tan sólo la habían lanzado a hacerse cargo de cosas que jamás pidió en primera instancia. ¿Cómo se suponía que lo sabría?

-Stupidi stranieri e il loro modo sbagliato di preparare il caffè. –Comentó el esqueleto mientras le dejaba la taza bastante cerca de ella para que la tomara. –Come osano metterci dell'acqua?

-Eehhh… no entiendo lo que me dice. –Alzó una ceja sin saber si su acento indicaba enojo o simple disgusto.

-Prepáralo de nuevo y no se te ocurra ponerle nada. El café tiene que ser sólo eso: el extracto del café. –Lo comentó de tal forma que le hizo entender lo mucho que le gustaba el café al grado de sentirse insultado la forma en la que se lo había entregado. ¿O acaso siempre lo había preparado mal toda su vida? Su madre nunca le había comentado nada al respecto, incluso recordaba que ella misma lo preparaba de ese modo que había hecho. –Ya tienes un retraso en servir la mesa, más te vale no atrasarte más, humana.

Llevándose la taza de regreso a la cocina, puso la pequeña cafetera a trabajar nuevamente. Dándose cuenta así de la razón por la cual sólo sacaba el puro extracto del café a diferencia de lo que conocía. ¿En verdad iba a tomarse el café puro? ¿Qué eso no era demasiada cafeína? De lo poco que sacaba de café en una preparación ¿debía de hacer eso constantemente hasta llenar una nueva taza? Ese sujeto sí que era muy extraño, pero no podía darse el lujo de perder más tiempo que sin lugar a dudas le restaría de su propio tiempo para comer antes de que la pusiera a limpiar la casa. Así que solo dejó que la cafetera hiciera lo suyo mientras iba por el resto de los platos.

-Bien, todo marcha de acuerdo a… espera… Agghh, esa maldita… –Murmuró Don Gaster para sí mismo mientras contemplaba una de las cartas que le habían dejado los seres grisáceos, una con un decorado muy elegante a lo que podía alcanzar a notar Frisk. Tal parecía que la estaba releyendo para no omitir ningún detalle importante. –Si apenas y hablamos eso ayer. No es nada apropiado concluir tan precipitadamente.

A Frisk le era tan extraño que estuviera hablando consigo mismo que no pudo evitar quedarse mirándolo por si se requería atender algo más, pero por la forma en la que el resto se mostraban tranquilos, le daba la impresión de que aquella forma tan peculiar era algo cotidiano en cuanto a tratarse del jefe de familia. Continuó levantando los platos con cuidado y con lentitud por si debía mantenerse alerta de cualquier indicio similar. Aunque el vestido tan grande que tenía no le ayudaba precisamente a ser cuidadosa si en cualquier momento podría tropezarse.

-En fin, en algún momento se habrían enterado. –Bajó finalmente los papeles y los puso a lado suyo junto con el periódico.

Sus hijos no le prestaban realmente atención al enfocarse en comer tranquilamente y dejándolo que hablara consigo mismo como si fuera lo más natural del mundo, pero en cuanto el jefe carraspeó con tal de llamar su atención, ambos bajaron sus cubiertos y lo miraron sin decir palabra alguna.

-Dado el desastre que cometieron por culpa de una humana. –Frisk ni siquiera se molestó en decir algo al respecto al preferir seguir llevándose los platos uno por uno de regreso a la cocina. Quería acabar pronto para poder comer por cuenta propia antes de que le quitaran esa libertad de nuevo. –Pude solucionar el convocar una reunión con el Gran Don esta semana, sólo hace falta que el mismo acepte para hablar cara a cara lo sucedido y resolver lo que pasó.

El silencio se volvió incómodo por un instante, donde sólo había atención hacia las palabras del esqueleto mayor con grietas en sus cuencas. A Frisk le daba la impresión de que se trataba de algo delicado para que hasta Sans se quedara estático y sin su sonrisa habitual. Si el padre de los Gaster ya era un Don de la mafia ¿El que existiera un "Gran Don" implicaba que había alguien superior entre ellos? No comprendía que clase de jerarquía tenían entre la vida delictiva que optaban cotidianamente. ¿Acaso contaban con estatutos entre ellos? ¿Qué no ser delincuentes implicaba no tener esa clase de cosas? No le cabía duda de que la ciudad cada vez más le parecía extraña.

Recordando que había dejado la taza de café llenándose de puro extracto, fue por ella antes de que le dijera algo al respecto y se la tendió con cuidado, el cual le observó completamente serio a su vez que contemplaba su taza rebosante de café puro. ¿Qué no eso era lo que había pedido? ¿Por qué la miraba de forma tan desaprobatoria ahora?

Sin más, el jefe de familia soltó un suspiro de exasperación y tomó la taza mientras que con un gesto de otra mano flotante le pedía que se retirara sin emitir palabra alguna.

-Está confirmada la gente que respalda la audiencia a nuestro nombre, por lo que sólo hace falta que se concrete una fecha específica para eso. –Continuó el esqueleto mientras tomaba un poco a su taza de café con cuidado antes de proseguir hablando con toda la atención y tensión del lugar. –Mientras tanto, se respetará que no traten de invadir terreno nuestro o atacar a uno de los nuestros en lo que está en pie la negociación.

-Es una forma de rendirse o ser sumisos ante ellos ¿no te parece? –Sans se encogió de hombros queriendo borrar toda la tensión que se sentía en el lugar sin éxito alguno.

-Eres el menos apropiado para opinar al respecto, cuando tú mismo provocaste todo esto. –Le señaló con un tono amargo en su voz. –Una guerra contra ellos es lo que quiero evitar justamente, así que si quieres verlo de ese modo, al menos espero que con ello sepas comportarte.

-¿QUIÉNES SON NUESTROS ALIADOS EN ESTO? –Preguntó Papyrus con el tenedor aun en mano.

-La mayoría de los deudores al STM. Aunque como individuos no son nada, en gran cantidad son más que suficientes para el cometido.

-¿El sindicato? Creí que los odiabas.

-¿Y QUÉ HAY DE LO BLOOK? ELLOS SIEMPRE NOS HAN APOYADO EN TODO.

Frisk nuevamente puso atención por lo que escuchaba mientras ahora se llevaba los vasos y tazas restantes con sumo cuidado. El apellido mencionado le era familiar, mas no pudo recordar de dónde.

-Ya no contamos con su alianza de momento. No hay grupo que quiera ponerse en contra del Gran Don. Puedo comprenderlo si soy sincero. –Nuevamente le dio un trago pequeño a su café como pausa. –Sólo contamos con el sindicato como respaldo y única alianza de momento. Y esto me lleva… a otro punto por tratar.

Tras poner a un lado el desayuno sin tocar, Don Gaster se recargó en la mesa para recargarse y masajear un poco su cráneo antes de proseguir con algo que a simple vista parecía incomodarle. Lo cual Frisk se cuestionó si era apropiado que estuviera tomando tanto café si aparentemente sufría de dolores de cabeza con suma facilidad, aunque siendo esqueleto no estaba segura de si fuera el caso.

-La señora Temmie me pidió una garantía a modo de trato. Si bien es algo que puedo llevar a cabo sin que nada malo suceda… es importante que tengan en mente lo que está en riesgo para que comprendan la gravedad de sus acciones. Lo que menos necesito ahora es que hagan algo tonto.

-Tu siempre nos advertiste que jamás negociáramos con el sindicato. ¿Porqué contigo es diferente esta vez? –Le cuestionó Sans y acto seguido continuó comiendo al no querer que se le enfriara su desayuno.

-Les advertí de muchas cosas, pero en un instante me desobedecieron y ahora trato de remendar sus errores antes de que algo peor suceda. –Atajó el esqueleto mayor con semblante sombrío. –Por lo que Papyrus, mientras no logre una audiencia con el Gran Don y haga tratos favorables con él, estás en posible compromiso con la única hija de la señora Temmie.

Los cubiertos que habían estado sosteniendo los hermanos cayeron estrepitosamente sobre sus platos, mientras que Frisk se cuestionaba de si debía limpiar lo que ensuciaron con eso de inmediato, aunque internamente pensaba en que lo mejor sería si de una buena vez se apartaba y se quedara en la cocina para desayunar lo suyo. Le daba la impresión de que la conversación se había vuelto muy personal para la familia, por lo que podría terminar de recoger todo en otro momento para no involucrarse en lo que no era asunto suyo. Sin embargo no podía dejar de admitir internamente que desaprobaba lo que el señor decía sin escrúpulos. ¿Comprometer a su hijo como garantía de lo que quería obtener? ¿En verdad ese señor sabía que estaba usando a sus hijos como herramientas? Ahora más que nunca comprendía porque habían dejado de llamarlo padre, sin lugar a dudas un verdadero familiar jamás haría algo como eso. ¿O era acaso algo común dentro de toda mafia? Le sonaba a algo que ocurriría en los cuentos de hadas donde comprometían a la realeza con fines políticos, mas no creía en el "felices para siempre" tras llevarlo a una realidad absurda.

No queriendo saber más de tan desastrosa familia, se metió a la cocina cerrando la puerta para aislarse de todo sonido y comenzó a comer de uno de los platos que ya había tenido servidos para no desaprovecharlo. No contaba con ningún asiento en el lugar, así que se limitó a improvisar sentándose en una caja de algunos suministros dentro de la alacena y tomó su plato con cuidado para comer en silencio. Le había quedado bastante bien para su gusto tras la improvisación que había tenido que hacer. Observó los platos que tenía en la barra de la cocina sin guardar en espera de que los otro sujetos grises vinieran a comer en caso de que se trataran de sirvientes (o esclavos) como ella, pero tan solo estuvo en soledad degustando su propio platillo en un rincón bastante friolento para su gusto, aunque podía percibir algunos gritos al otro lado de la puerta a los que decidió no prestar atención.

Extrañaba la comodidad de su hogar, extrañaba tener un espacio para ella y creado por ella, pero en cuanto no supiera nada de su amigo no podía pensar en nada más que en resistir lo necesario hasta poder ejecutar su plan en la primera oportunidad. En verdad que detestaba estar en ese lugar cuya familia estaba más rota de lo que había aparentado en primera instancia.

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-Pfff… jajajajajajajajaja. ¡Esto sí que es bueno!

-SANS, POR FAVOR YA BASTA. –Aunque se le viera molesto por su reacción, el leve rubor que se asomaba en su cráneo era prueba suficiente de que era más incomodidad lo que estaba sintiendo de momento. –HAY QUE SER SERIOS CON ESTO.

-¿Enserio no te bastó la otra vez? Jajajajajaja. –Comentó Sans burlándose sin ocultar la escandalosa risa permanente que tenía. –¿Después del desastre que fue para ti?

-SANS…

-En verdad que no aprendes de tus errores, viejo, jajajajajaja.

-SANS, POR FAVOR…

-Y lo mejor es que ni me los puedo imaginar juntos por estaturas, jajajajajajaja. –Estaba al borde de caerse de su asiento entre tanta risa descontrolable. –¡Con una Temmie! ¡Jajajajajaja!

-SANS…

-Si esas cosas tienen el tamaño de mi…

-Suficiente. –Interrumpió el jefe de familia cada vez más molesto por tanto escándalo de su parte. Era más que evidente que esperaba una reacción contraria de su parte. –Nada de esto pasará si logro poder hablar con el Gran Don. No hay nada de lo qué preocuparse.

-EHH… NO ES QUE DESCONFÍE, PERO… ¿QUÉ TAL SI NO SE CONSIGUE? –Preguntó apenado de atreverse a expresarse. –DIGO… SI SON ÓRDENES TUYAS, LO HARÉ, PERO CREÍ QUE YA SE HABÍA DESCARTADO EL EMPAREJAMIENTO PARA NUESTRA FAMILIA DESPUÉS DE LO OCURRIDO.

-Lo rechazo profundamente, pero dada las circunstancias no tuve opción de momento. Como dije, es algo que pienso evitar, o de lo contrario dejarás de ser un Gaster en regla para ser un Temmie.

La risa de Sans poco a poco se fue opacando hasta desaparecer por completo al comprender la verdadera gravedad del asunto. Si bien recordaba con gracia el desastre que había sido cuando el jefe había tratado de comprometerlo a él… que se tuviera el riesgo excesivo de ese modo era algo sumamente serio. No era algo para tomarse a la ligera, literalmente había puesto en empeño a su hermano. ¿Tanto era el miedo que le provocaba el Gran Don? ¿Tan desesperado estaba que se había atrevido a aceptar tal cosa?

Se acomodó en su asiento para prestar mayor atención a cualquier cosa que saliera entre los dientes del viejo, en una vaga esperanza de haber malentendido todo y que tan sólo todo fuera un tonto intento más de mantener en control el apellido Gaster. Pero no, la seriedad del jefe era más que suficiente para demostrar qué tan enserio estaba hablando.

-¿YA… NO PERTENECERÍA A ESTA FAMILIA?

-Tiene que ser una maldita broma… –Las cuencas de Sans se oscurecieron de inmediato.

-Pues no, esta es la realidad y más les vale…

-Así como perdimos a mamá por tu culpa, ¿piensas perder a Papyrus ahora?

Sabía que había tocado un hueso sensible, sabía que era la peor de las acusaciones que podría hacerle, pero la rabia que estaba sintiendo en ese momento no se comparaba a ninguna otra que hubiera sentido hace tiempo. Tantas formalidades y exigencias sobre la importancia de la familia, de apoyarse únicamente entre ellos… ¿y estaba usando a Papyrus para darle una lección? ¿En verdad iba tan lejos con tal de demostrarle que lo que había hecho estaba mal? Estaba harto de sus malditas reglas y reclamos, pero al menos sabía el límite que tenía con ellas en cuanto todo fuera por el bien de su pequeña familia. ¿Pero ahora? ¿Qué es lo que maldita sea les quedaba?

Pudiera o no cumplir con la exigencia de la líder sindical le daba igual, el que se atreviera a aceptar tal trato poniendo en juego al único integrante del grupo que todavía valía algo la pena al ser el más interesado en la misma familia, en definitiva no tenía perdón.

-¡Nada de eso fue culpa mía, Sans! –Se paró de golpe con bastante enfado consigo. Siempre había salido un desastre toda conversación que la involucrara, pero Sans no estaba para lidiar con rucos sensibles. –Te prohibo que vuelvas a decir eso.

-Sí, síguete diciendo eso, viejo.

-SANS, ERES EL MENOS ADECUADO PARA RECLAMAR JUSTO AHORA.

-¡¿En verdad te vas a poner de su lado?! ¡¿Ahora?! –Se paró de inmediato al no poder dar crédito a eso. ¿En verdad se iba a poner de su lado hasta en eso? ¿Siendo su propia identidad en juego? – ¿Es tanta tu necedad de lamerle los zapatos que te da igual esto?

-¡EL QUE GENERÓ TODO ESTO FUISTE TÚ! –Se paró igualmente, haciendo una gran diferencia de estaturas en el acto –NO TIENES EL DERECHO DE MOLESTARTE POR ESTO. ¡YO SOY EL AFECTADO POR TUS ESTUPIDECES!

-Nadie te pidió que te entrometieras, tú sólo querías verte como el correcto una vez más.

-¡Cállense los dos! –Les gritó el jefe de familia cada vez más molesto con sus comportamientos. –Si se comportan esta vez, no habrá nada por lo que lamentarse. ¿Es mucho pedir que maduren de una buena vez?

-Se acabó, me aparto de ustedes dos.

Sans no podía soportar más el estar cerca de quienes eran su única familia, por lo que se giró con el fin de teletransportarse a cualquier lado con tal de estar lo más lejos posible antes de hacer algo que pudiera lamentar después. Pero en un rápido movimiento pudo ver con claridad a la humana que observaba la escena de reojo en la puerta entreabierta por ella, por lo que no tuvo que pensarle demasiado al ser consciente de que, si la dejaba sola en la casa con ese par, podrían desquitarse con ella una vez más.

¿Qué pasaría si se la llevara lejos de ese maldito lugar así sin mas? ¿Qué razones tenía para seguir quedándose siquiera ahí? Hacía tiempo que las cosas se estaban yendo al caño en su familia y ahora era prueba de que no había retorno alguno en mejorar las cosas. Pero… ¿Dónde? Papyrus tenía razón sobre que la buscarían en el bar al relacionarlo con él, y si el viejo estaba en lo cierto, no contaban con aliados de ningún modo ahora que los tenían tachados como traidores a "la causa monstruo". Estaba realmente solo ahora y darse cuenta de eso le generó un ligero pánico que no supo explicarse a sí mismo.

Refunfuñando por darse cuenta de que estaba atrapado en ese lugar detestable, exhaló profundo y fuerte con tal de poder calmarse con eso, pero no pasaron suficientes segundos para ver que no sería así el caso. A la mierda el oxígeno en ese momento, necesitaba un puro con el qué desquitarse. Por lo que se dirigió hacia su habitación para encerrarse y permanecer las horas suficientes para calmarse. Sabía que su familia no le seguirían al dar por terminada la discusión y ser lo suficientemente "adecuado" en su comportamiento si solo se encerraba, por lo que también contaba que con eso no le harían nada malo a Frisk en su ausencia.

Aunque en el fondo se recordaba a sí mismo que eso era mala idea, lo cierto era que necesitaba estar solo por ahora. Tenía mucho por lo qué pensar y cuestionarse sobre qué hacer realmente.

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Kris sabía que pese a todo, en la luz era más fácil que se ocultara a comparación de lo que podría creerse. La noche era su reino y los denigrados en ella sus súbditos, pero de día… era cuando podía ver tantas máscaras puestas en cada ciudadano andante que no le era complicado hacer lo mismo entre tanto fantoche repulsivo con buenas apariencias. Ocultando su cabellera en su sombrero y una gabardina vieja hacían más que suficiente para pasar desapercibido sin que nadie se percatara de que llevaba una katana en su espalda siempre.

Sabía que lo buscaba la policía, sabía que no la tenía fácil el mostrarse públicamente y sin protección fuera de su propia mano, pero la tarea que tenía en mente ahora era algo que nadie más podría hacer. Necesitaba verlo con sus propios ojos, no podía confiar en nadie más en algo que su propio corazón podría confirmarle con estar ahí. Contando con el que Chara y el resto de su gente estuvieran ocupados con tareas lo suficientemente complicadas que les había encomendado para que no intervinieran ni sospecharan, se dispuso a cruzar por sí mismo Snowdin hacia el punto que tanto había mandado a vigilar con suma cautela con un resultado desastroso.

No tuvo ni qué preguntar en dónde había estado la florería, era un murmullo constante el que circulaba sobre un incidente explosivo a causa de una fuga de gas según las confirmaciones públicas. Algunos de los murmullos comentaban sobre que la dueña era una humana muy rara… y otros comentaban sobre muchas especulaciones sobre una posible relación con un esqueleto mafioso.

Aquello no tenía ni pies ni cabeza ¿cómo era que la gente se imaginaba algo así? ¿Tanta era la desesperación de ver el mal en otros antes que en sí mismos que sucumbían a absurdos rumores? Por lo que le habían narrado sus vigilantes en turno, los esqueletos se la pasaban vigilándola en la cercanía hasta el grado de obtener su confianza y así entrar a sus aposentos. Aunque fuese un suceso visualmente extraño, a Kris le generaban muchas ideas sobre si los Gaster estaban al tanto de quién realmente era ella, pero el atentado le indicaba que pudiera ser otro el objetivo.

Con pasos lentos para no llamar la atención, llegó a su destino que fácilmente pudo reconocer tras el tumulto de escombros que había terminado el lugar. Al notar que había demasiados niños humanos jugando en el lugar, se recargó en la pared con cuidado y sacó un periódico doblado que había tenido consigo para no levantar sospecha, para así esperar a que quedara solo el lugar para inspeccionarlo por su cuenta. No fue hasta que notó que los niños le dejaban flores en algunos puntos que se le hizo extraño.

-¿Otra vez esos mocosos están jugando donde no? –Oyó cerca de él que alguien se quejaba. –Ya es la tercera vez que le dejan flores ahí ¿Qué esperan que suceda?

-¿Qué no lo entiendes, Wane? Los niños extrañan los colores. –Le contesto otra voz, una que percibió como de una anciana. –Al menos ellos todavía tienen corazón, no como tú.

-¿Pero por qué se encariñaron con ella? La chica era muy rara.

-No puedes culpar a alguien por haber intentado darle algo agradable por ver en este lugar, Wane. Al menos alguien se atrevió a hacerlo.

-Y mira lo que le pasó. Terminó muerta por meterse en donde no.

-Wane…

-¿En verdad quieres que me crea que fue un accidente? ¿Después de ver cómo le coqueteaba a ese esqueleto? Está claro que ella se lo buscó.

Kris le dio vuelta a la página por no parecer atento a tan extraña conversación a lado suyo. ¿Frisk coqueteando con un monstruo? Si bien había estado limitada a convivir sólo con uno durante muchos años, eso no implicaba que tuviera ese fetiche tan anormal e insano ¿cierto? Aunque Chara tampoco era precisamente consciente de eso para su desagrado, realmente le dejaba muy en claro que no tenía problema en cuanto a especies y géneros por mucho que en un principio había sido obligada a ese ritmo de vida.

Notando que por fin estaba sola la calle, guardó el periódico y se dirigió hacia el tumulto de escombros en busca de una pista que le indicara que aún estaba viva. No podía tomarse a la ligera la posibilidad de que hubiera muerto, no era algo que pudiera permitirse. Jamás se perdonaría haber fallado, su maestro no se lo perdonaría en el más allá. Sin embargo, por más que inspeccionaba el lugar no encontraba nada útil, como si se hubieran dedicado a saquear todo aquello que pudiera ser útil para otros, faltando al respeto a quien se habían dedicado a juzgarla y criticarla. Razón más para asquearse de la sociedad que aparentaba ser superior a otros.

Al llegar a la cima, vio las flores mal cortadas que le habían dejado los niños con un acomodado que le recordaba al dejar tal regalo a un ser fallecido, que no pudo evitar agacharse y hacer una reverencia a modo de disculpa. Al menos en lo que cabía de la ciudad sabían respetar a alguien que en sí no habían conocido. Tal vez si había esperanza de encontrar seres dignos de vivir su vida después de todo, tal vez su maestro tenía razón en cuanto a eso.

Notando que alguien lo estaba observando, mantuvo su postura en reverencia para no causar sospecha. Pensando seriamente en si debía de correr inmediatamente de ahí o si tomar su katana y atacar a quien se atrevía a vigilarlo. Fuera lo que fuera, no era bueno que le encontraran reverenciando una aparente tumba y símbolo de su descuido. Por lo que en cuanto escuchó el menor movimiento dentro del empedrado, sacó un kunai y lo lanzó directamente hacia dónde provenía tal sonido. No tardó en escuchar más ruido tras su ataque y unas llamas se avivaron en el lugar a modo de respuesta. Kris no se la pensó y dio un salto largo para apartarse de ahí, viendo de reojo que las flores que le habían dejado se habían chamuscado de inmediato.

Sacando otro kunai dispuesto a lanzarlo de inmediato, vio que un monstruo de cuerpo de fuego se levantaba con cuidado mientras le observaba directamente, poniéndose en posición defensiva como si tuviera alguna oportunidad contra él en un combate. Que ingenuo.

-Eres de la yakuza ¿cierto? –Interrogó el fuego andante con voz un tanto serena para alguien que podría perder la vida en un instante. –Sí, pareces muy japonés. ¿Qué hicieron en este lugar?

Descubriendo así que tan expuesto estaba ahora al ver que ese monstruo sabía más que suficiente, le lanzó la kunai que tenía en su mano sabiendo que ello le haría moverse en la dirección perfecta para él para apartarse del impacto, pero no para su ataque directo de su katana que había desenvainado rápidamente, rompiendo así su gabardina en un simple movimiento. El monstruo de fuego fue igual de rápido y lanzó otra llamarada con intenciones de hacerle retroceder y tener su espacio, pero Kris no estaba dispuesto a dejarlo con vida si ya lo había identificado como la yakuza. ¿Qué tanto sabía? ¿Por qué lo culpaba del desastre? ¿Por qué lo esperaba ahí? En un rápido movimiento con intenciones de decapitarlo, el monstruo retrocedió con tiempo para que uno de sus tirantes del pantalón fuese la única afectada en su ataque.

Impulsándose con fuego, el monstruo se elevó con suficiente altura para dar una pirueta encima de él y escaparse del algún modo, pero Kris nuevamente fue más rápido y le encajó su última kunai en su tobillo, escuchándolo gritar de dolor y perder el equilibrio al grado de terminar de rodillas mientras que él se le acercaba lentamente sabiendo que ya no tendría ninguna otra oportunidad.

-¿Cómo es que sabes de nosotros, monstruo? –Le apuntó su katana al cuello.

-Sólo sé que han estado vigilando a la florista. No sé qué clase de fetiche tengan, pero eso es de muy mal gusto. –Pese al dolor que claramente estaba teniendo, se daba el lujo de burlarse de la situación como si con ello pudiera aligerar sus errores. –¿No les han enseñado que las mujeres requieren de su privacidad?

-¿Dónde está la florista? –Apegó más la punta de su katana para darle a entender que no estaba para esas tonterías.

-¿Ustedes… no fueron? –Se le vio confundido al percatarse de eso en su pregunta.

No pudo decir nada más al ver que varias piedras comenzaron a ser arrojadas en la dirección en la que estaba. Notando que eran los niños que le habían dejado flores, Kris no pudo hacer nada más que lanzar una bola de humo y desaparecer de ahí antes de que más problemas se presentaran. No había logrado obtener lo que quería en cuanto a algo que le asegurara si Frisk había muerto o no en tal ataque, pero al menos era consciente de que sabían de la existencia de la yakuza y los peligros que eso conllevaría para sus planes futuros si se propagaba tal información. Pero muy a su pesar, en ese instante sólo le quedaba huir. Ya había cometido demasiados errores en ese día y mas le valía no seguir arrastrándolos más ahora que su identidad estaba expuesta en territorio enemigo.

Escalando la pared que tenía consigo hasta llegar al techo, se encaminó a retirarse corriendode inmediato antes de que otro acontecimiento sucediera y que le entorpeciera su misión personal. ¿Cómo podría confirmar si la menor de los Saito se había librado del ataque? ¿Cómo saberlo con tantos seres en el barrio que la detestaban… pero otros muy al tanto de su existencia?

Si Frisk estaba realmente muerta… jamás podría contar con el perdón de su maestro.

.

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Las piedras continuaban siendo arrojadas a la misma dirección sin importar el denso humo que se había hecho presente, por lo que Grillby apenas y pudo pararse con el dolor consigo para apartarse del ataque constante de los infantes humanos.

-¡Váyanse!

-¡Arruinaron las flores de la señorita!

-¿Ahora cómo tendrá algo bonito en su regreso?

Extrañado por las exclamaciones y reclamos, decidió que no sería apropiado usar su magia para persuadirlos por ser niños con aparentes "buenas intenciones". Aunque no ayudaran en nada pretendiendo alejarlo cuando evidentemente era la víctima del asunto. Aguantándose el dolor, arrancó la extraña arma de su tobillo y la guardó en su pantalón para poder incorporarse como pudiera, aunque en un primer paso fue más que suficiente para darse cuenta de que no podría correr para darse a la fuga.

-¡Deténganse, uno está herido!

En lo que se disolvía el humo de extraño olor, pudo ver con sorpresa que uno de los niños era un monstruo reptil sin brazos y que se acercaba con cuidado al momento de cesar los proyectiles dentro de lo primero que encontraban al alcance. Los niños humanos se quedaron en su sitio y sosteniendo piedras consigo, pero en sus ojos podía percibirse más curiosidad que cualquier cosa.

-Gracias… no pretendía quemar su regalo. –Comentó mientras les sonreía para calmarlos, aunque el dolor fuera de lo más paralizante.

-¿Y dónde está el otro? –Preguntó un niño mientras bajaba la mano al no sentir peligro alguno.

-Parece que lo asustaron… son ustedes muy valientes.

-¿Entonces lo salvamos? –Preguntó otro con un tono más alegre. –¡Si! ¡Eso nos hace como ella!

-¿Quién? –Se extrañó Grillby mientras seguía apoyándose en la pared dado que no podía ponerse de pie por cuenta propia.

-La florista… ella salvó a una flor monstruo la otra vez…

Recordando cuando Sans la llevó a su negocio para dialogar con ella, el bartender iba a comentar que esa extraña flor posiblemente ni siquiera era un monstruo al no parecerle común como especie, pero no se iba a poner a dialogar esa clase de cosas con niños que aparentemente tenían cierta admiración a la que había sido dueña del lugar ahora en ruinas. Primero el interés excesivo de Sans y ahora niños humanos y monstruos uniéndose, el mundo sí que era raro en cuanto el tema girara en torno a la humana florista. No pudo evitar sonreír de verdad ante eso.

-Vine a averiguar qué sucedió aquí. ¿De casualidad uno de ustedes sabe? –Preguntó Grillby mientras pensaba en el modo de irse una vez que acabara su interrogatorio. ¿De casualidad pasaría un taxi por ahí? –La florista es… especial para un amigo mío, pero no logro contactar con él desde que pasó esto y me gustaría mantenerlo al tanto.

-Mi padre dice que fue una fuga de gas.

-El mío dice que ella se involucró con seres malos.

-Pero mi abuelo dice que vio que unos esqueletos se la llevaron antes de que explotara. –Afirmó bastante seguro de sus palabras un niño monstruo mientras se acercaba con lentitud. –Yo le creo, su tienda está muy cerca de aquí. Dice que uno de los esqueletos le pedía que le llevara mucha carne.

-Por lo que creemos en que ella volverá. –Finalizó el niño reptil sin brazos. –A ella le gustaban las flores… y las que pusimos fueron las únicas que pudimos salvar del parque antes de que los adultos las maltrataran todas.

-Lo siento, de nuevo. Pero díganme, ¿cómo es que se encariñaron con ella?

De Sans ya de por si era extraño que se sintiera atraído por una humana al grado de cometer riesgos en nombre de ella y sin que supiera de tal interés excesivo, pero que los niños mostraran tal admiración por alguien extraño y fuera de todo vínculo le generaba entre inquietudes y una pizca de asombro que no podía dejar desapercibido. Ebott era una ciudad de lo más conflictiva partiendo de su discriminación excesiva. ¿Cómo era que en nombre de una humana esos niños habían dejado sus diferencias entre especies? ¿Porqué cometían ese riesgo con tal de ponerle un regalo simbólico en su ausencia?

-Ella… me dejaba comer su almuerzo. –Se agachó apenado el pequeño reptil, notando que las lágrimas podrían salir en cualquier momento en sus ojos infantes. –Y me invitó a jugar con los demás niños.

-Pudimos conocer un buen amigo gracias a eso. –Se acercó un niño humano para abrazarlo y evitar que se pusiera a llorar en ese instante. –Además de que la florista arregló los juegos del parque para que pudiéramos usarlos nosotros.

-Ella me invitó a jugar también. –Mencionó una niña un tanto más alegre de poder adentrarse a la plática con el adulto. –¡A ella no le importa que seamos niños y niñas juntos!

-¡Incluso la flor y ella jugaron con nosotros!

-Aunque era muy mala con la pelota…

-No pudimos hacer nada por ella cuando estuvo en problemas. –Comentó un niño que estaba un tanto alejado de todos. –Por lo que creímos que si… le dejábamos algo que le gustara, ella tal vez…

-… regresaría. –Finalizó el reptil con el mismo tono culposo.

Grillby no pudo evitar conmoverse con todos los niños y por sus razones inocentes de querer a una humana que casi desconocían salvo por su pasión por las flores. Ahora más que nunca estaba agradecido de haber evitado que Papyrus la matara en aquel día, por mucho que su fe en los humanos se había desvanecido hace mucho tras el asesinato de su hermano y cuñada.

-Un esqueleto me preguntó de quién la había golpeado ese día. –Cuestionó el niño con gorra que había estado alejado y poco a poco se acercó un tanto incomodado por su presencia. –Ese era su amante ¿verdad?

-No lo llamaría de ese modo. –Comentó Grillby incomodado de que un niño empleara tal palabra. –Pero será mejor que no se pongan en peligro en este lugar, podrían lastimarse. –Se limitó a advertirles, aunque el verdadero peligro estaba por si alguien más como el humano yakuza venía a inspeccionar una vez más.

-¿Pero cómo sabrá la señorita que esperamos su regreso?

-Si, queremos volver a jugar con ella. No queremos que siga extrañando jugar con sus hermanos.

No supo que responder a la primera al no tener certeza de si realmente la chica pudiera volver a la zona del peligro. Desconocía lo que había ocurrido, pero si Sans la había retirado de tal lugar con tiempo estaba seguro de que de alguna forma estaría salva en cuanto él no cometiera más actos estúpidos. Notando que un taxi se aproximaba, levantó la mano para hacer la parada y trató de apoyarse con la pared para moverse poco a poco hacia el vehículo.

Agradeciendo de que fuera un monstruo el conductor y que se bajara para ayudarle a subirse, en cuanto se sentó observó que los niños lo miraban esperando una respuesta como si ser adulto le diera el don de poseer toda la información del mundo. Fue así como comprendió que toda la discriminación eran simples problemas de adultos si esos niños no percibían la gravedad al permanecer juntos con un objetivo en común. Si tan sólo se dieran cuenta de todo lo malo que vendría con eso…

-El esqueleto es su amigo ¿verdad? Por eso está preguntando. –Volvió a cuestionar el niño con gorra. –Eso significa que todo lo que sabemos es mentira. No están juntos.

Grillby sabía que no podía decirles la verdad sobre lo que opinaba al respecto, sobre que si había testigos de que los esqueletos la hubieran sacado era seguramente para mantenerla oculta. Lo mejor era que pensaran de que estuviera muerta de ser así… ¿Pero cómo romper esa ilusión en criaturas como ellos? Esos niños veían esperanza en la existencia de la florista, ¿porqué sería él quien acabara con eso, por mucho que no creyera en una buena convivencia entre humanos? En esos ojos llenos de ilusión podía ver a Fuku, creyendo en que una manifestación constante era suficiente para hacerse escuchar pese a ser una simple burla por parte de las autoridades. Podía ver a Snowdin a través de esos ojos, que pese a que el sol no salía para nadie, creían en la luz cálida que pudiera transmitirles. Ahora no sólo se trataba de un tótem de resistencia existencial para Sans, lo era también para esos niños dejando a un lado sus diferencias.

-Haré… lo posible para que la humana sepa que la están esperando. –Se militó a decirles tras no ocurrírsele nada más. –Mientras tanto, manténganse a salvo y no se arriesguen mas.

Siendo más que suficiente, Grillby se giró hacia el conductor y le dio la dirección de su bar para atender mejor sus heridas, sabiendo que si Fuku viera lo ocurrido le regañaría una vez más por ser amigo de un mafioso que solo le llevaba a involucrarse en problemas que no le correspondían. Y vaya que tenía razón, pero no podía dejar de preocuparse. Era la primera vez que veía a Sans fuera de una depresión inminente, un brillo distinto en esas cuencas que seguramente habían visto de todo en la podrida ciudad en la que vivían. Y el ver que ahora niños de distintas especies compartían esa extraña obsesión… le daban ganas de en verdad conocer a esa humana tan peculiar.

Sólo esperaba que todo estuviera bien tras todo lo ocurrido, aun más ahora que pudo ver con sus propios ojos que la yakuza en verdad estaba al tanto de todo. Necesitaba comunicarle eso a Sans a la brevedad, pero no sabía cuándo lo volvería a ver siendo el caso tan extraño.

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Haciendo el esfuerzo de actualizar con más frecuencia… teniendo trabajo, inktober, vida social, proyectos nuevos y más… Y todavía falta que haga el comic que tengo pendiente de esta historia, su intro… jajajajajajaja, y lo quiero hacer todo antes de que acabe el año, jajajajajaja.

Les recuerdo que esta historia cuenta con su propia página de tumblr, por lo que podrán ver todo su contenido oficial ahí. Estaré muy feliz de que me acompañen ahí junto con el resto de mis redes sociales n.n

Michi fuera!

:)