El despertar sin el odioso cucú que su marido tenía en casa era un alivio bastante reconfortante para Alphys. Pudo levantarse de buena gana tras tomar su medicamento y comenzado sus actividades que se había propuesto a realizar en ese lugar en específico. Aunque internamente se hubiera sentido más cómoda realizando todo en su laboratorio personal, no en uno que le habían heredado de su difunto padre que había dejado tantas cosas sin concluir y ahora le correspondía a ella arreglar su desastre.

No cualquiera podía trabajar para el Gran Don sin asquearse de tan sólo entrar a tal laboratorio, era por eso y más que ella era la única indicada para cumplir con dichas actividades beneficiosas para el grupo que pertenecía. Le daba igual o no los resultados esperados ajenos, ella se sentía dicha de obtener cualquier resultado en el proceso y todo era beneficioso para ella al final, hubiera muertos o no. Hubiera gente satisfecha o no.

Con calma, recorrió los pasillos de mármol que la dirigían a tal laboratorio oculto, en donde todo lo que le importaba desarrollar el Gran Don se guardaba con mucho recelo y en el que ella era la principal maestra de ceremonia al momento de ejecutar cada experimento, aun cuando el monstruo jefe pensara lo contrario. No le importaba qué tanto se esperara de ella… aunque debía de admitir que la violencia infinita que generaba el Gran Don era inquietante, casi contagiosa si se dejaba llevar en un descuido de su parte. Pero no, no necesitaba sentir emoción alguna cada vez que realizaba sus procesos, aquello sólo la alentaría o entorpecería en su trabajo. Necesitaba ser una pizarra en blanco en cuanto a sentimientos, evitar los estúpidos errores que había tenido su padre. Evitar dejar algo tan a medias que ahora circulaba en alguna parte de la ciudad sin ser suyo, sin ser algo que pudiera estudiar de primera mano. Si tan sólo pudiera saber replicar lo que había hecho… podría mejorarlo. Estaba más que segura de eso.

Pero por ahora sólo le quedaba esperar. Su marido le había dejado muy en claro eso, aun cuando conocían paraderos importantes para obtener lo que les hacía falta.

-Howdy, Alphys. Madrugadora como siempre.

El monstruo de gran apariencia robusta hizo acto de presencia en su laboratorio, estando arrastrando sin dificultad alguna un toro que a simple vista podía ver que lo había matado a puros puñetazos. Sin preguntarle siquiera si podía ingresarlo, el monstruo jefe dejó el cuerpo ensangrentado y dejó que las amalgamas aparecieran, atraídas por el olor. Aunque todas fueran creaciones suyas y le obedecieran, cuando se trataba del Gran Don, parecía que Alphys era invisible para algunas por ese instante y olvidaran que ellos ya tenían a un alpha qué seguir. Había veces que lo atribuía a la testosterona en extremo que irradiaba el jefe que les dejaba ciegas de a quién debían seguir realmente, pero al final todas las amalgamas terminaban aprendiendo que su jefa era ella al ser su creadora. La voluntad de elección no era algo que les permitía de cualquier manera.

Sabiendo que el jefe no sabía el lenguaje de señas, se limitó a señalar sus brazos que tenían el vendaje todo desacomodado, seguramente por su lucha con el toro que había traído de alimento para sus criaturas. Se los había puesto en la noche tras el escape de los esqueletos, que si bien le habían chamuscado gran parte de su pelaje de sus brazos y dejado heridas, no parecía darle importancia a ello. Incluso parecía estar disfrutando que alguien fuese capaz de lastimarlo aunque fuera por esos segundos. Ya no cabía en la lógica cuando se trataba de él, y no podía culparlo, era lo mismo que pasaba con ella.

No eran seres que el mundo acostumbrara como… normales.

-No es nada. –Sonrió con indiferencia el monstruo, comprendiendo qué trataba de decirle. –Mejor muéstrame cómo va mi encargo.

Alphys se limitó a asentir y caminar en dirección recta para que el monstruo jefe de gran tamaño le siguiera, dejando a sus espaldas que varias amalgamas comieran gustosamente la carne fresca que les habían traído. No diferenciaban cuando se trataba de origen animal o humano, sólo les atraía la sangre que les indicaba que la comida estaba ahí, sin importar si estuviera viva o no. Era un instinto que se había dedicado en que lo tuvieran, siendo de mucha utilidad más que cualquier cosa. Era de lo poco que había rescatado de algunos apuntes de su padre de sus experimentos anteriores y que había logrado replicar sin esfuerzo alguno. Pero no estaba experimentando más y más para sólo ser la sombra de alguien que detestaba, ahora estaba haciendo su propio camino y su marido le apoyaba más que cualquier ser en el mundo.

Aunque el Gran Don no se quedaba atrás en toda esa locura, financiando todo sin preocuparle de igual modo los resultados salvo por uno.

La manipulación de la materia orgánica era un sueño que muchos científicos habían aspirado, pero claramente limitados por absurdos perfiles moralistas que radicaban en todos los países que no tenían visión de las cosas. Ella lo había llevado mucho más allá, siendo la manipulación de la magia misma con fines biológicos distintos. Sus preciadas amalgamas eran prueba de algunas de sus experimentaciones exitosas, siendo seres que seguían órdenes instintivas sin racionamiento alguno, olvidando lo que fueron alguna vez y que jamás serán. Aunque claro, también habían tenido el fin de probar otro experimento que aún no lograba que fuese exitoso, uno que fortaleciera a los monstruos con la capacidad resiliente que caracterizaba a los humanos. Estar a la par (o incluso superiores) en la cadena alimenticia del mundo. Hasta ahora sólo lograba tener más amalgamas, pero nadie era pesimista en cuanto a eso, nunca estaban demás al fin y al cabo. Incluso el Gran Don parecía tratarlas como mascotas.

Pero si se quería ser superiores a los humanos, debían de actuar como superiores desde el principio. Era algo que el mismo jefe instruía a todo aquel que quisiera trabajar para él. Un ser que no parecía conocer límites y que, si no fuera por su medicación constante, le excitaría en muchos aspectos. La forma en la que actuaban sus amalgamas ante él era prueba de ello, siendo todas hembras al ser las únicas que resultaban beneficiosas para dichos experimentos.

Llegando a lo más profundo del lugar, Alphys prendió la luz pese a no ser necesario. Aquello irradiaba luz por su cuenta, y si bien no era intensa, era más que suficiente para ser vista en toda oscuridad. Con tan sólo estar a la vista, notó como el monstruo jefe sonreía con malicia al tener dicho objeto ante él tras el cristal que le contenía. Asgore Dreemurr le gustaba guardar algunos trofeos de sus batallas ganadas. Anillos, partes del cuerpo… lo que fuera que pudiera recordarle el momento ganado. Pero nada se comparaba con su batalla más gloriosa, que si bien no había sido tan ruidosa como muchas otras que lo marcaban en el mundo, aquella había sido la que más satisfacción le había dado en su vida.

Un alma humana de color sólido y puro. El alma de Masao Saito, el alma de "El jugador".

Los humanos apenas y soltaban un ligero tono de sus almas antes de desaparecer, teniendo poca capacidad de mantener su existencia en el mundo por medio de ello tras tanta corrupción de su parte según lo que algunos estudios indicaban. Pero el alma que tenían frente a ellos, irradiaba un tono carmesí con tanta intensidad que parecía ser completamente sólido con ese color tan imposible de ignorar. Aunque con esa alma pudiera tener todo el suero DT que necesitara en toda su vida, esa alma estaba reservada para el fin particular que deseaba darle el Gran Don. Aun cuando parecía estar lejos de lograr tal petición de su parte.

-Aun en ese estado, Masao sigue causándome problemas. –Rio pese a todo el monstruo de grandes cuernos. Dándose cuenta de algo que sólo pudo con tan sólo acercársele. –Todavía no ¿cierto?

Alphys se limitó a negar con la cabeza, sin ser necesario dar más palabras para dejar en claro eso.

-Bien, supongo que al final si será necesario tener una nueva "arma". –Suspiró con fingida resignación, siendo más que obvio que le daba igual los métodos necesarios. –Gerson me dijo que hay una nueva candidata ¿cierto?

La reptil no ocultó el resoplido de disgusto que le daba tal cosa, causándole algo de gracia al monstruo que poco a poco se apartaba del lugar y dando por hecho como afirmativo su simple reacción. Si tan sólo Gerson le permitiera ir por su preciada creación ahora que conocían parte de dónde se ocultaba, se ahorrarían muchas dificultades que ahora presentaban. Pero no, tal parecía que quería dejar en el olvido a su más grande experimento y dar paso a un nuevo proyecto que estaba segura que terminaría mucho peor. Una anfibia estúpida carente de sentido común y resistente no sería mucho mejor que su planta parlante sin emociones.

Si no fuera por su medicación, estaba segura de que estaría sintiendo frustración por todos.

.

.

Para estar en un lugar cuyo clima era en extremo friolento sin importar la estación del año, en ese momento Frisk sentía calidez y no sólo por estar metida en una bañera llena de agua caliente. Aunque le confundiera y preocupara el tipo de establecimiento en el que estaba, todos se habían comportado muy amables con ella que realmente comenzaba a cuestionarse si no pasaría nada malo después de eso. Era lamentable para ella que comenzara a acostumbrarse a algunos desastres que habían pasado a lo largo de su jornada en la ciudad.

Tras haber visto los ensayos de lo que venía siendo el cabaret, le era sorprendente que todos los conejos tuvieran tanta confianza en mostrar así sus cuerpos a modo de espectáculo. Aunque no eran del todo morbosos en su forma de ser, al menos ella se sentía sumamente incómoda de tan solo contemplar algo así. Se veía que disfrutaban mucho cantar y bailar en el escenario, donde aparentemente se limitaba todo a que se contemplara lo que estaban haciendo ahí y sin ser alcanzables para todo público. Supuso que al menos era una manera de protegerse… aun cuando mostraban demasiado para su perspectiva.

Internamente se había aterrado con la idea de lo que se necesitaría de ella, pero rápidamente la señora Bonnie le había mostrado lo que tendría que hacer como parte de sus tareas, sin mostrarse en escenario ni contacto con la clientela. La señora había actuado de inmediato como si hubiera captado a la primera su incomodidad al respecto y le había sonreído en todo proceso de lo que haría justamente comenzando esa noche. Recoger la ropa que regaban los actores, ayudarles a tener todo en orden entre cambio de espectáculo y mantener todo limpio tras bambalinas. No era nada complicado realmente, sólo tenía que aguantarse las ganas de taparse la cara cada vez que un monstruo comenzara a desnudarse frente a ella para cambio de vestuario aparentemente.

Le esperaban tiempos de incomodidad… pero no se comparaba a todo lo que ya había pasado a su perspectiva. Al menos no estaba siendo agredida o amenazada ahora. Al menos estaba protegida de alguna forma de toda tortura sin sentido.

Sumergiéndose en el agua para dejarse llevar por el calor y relajarse con ello, no pudo evitar pensar una vez más en cómo estaría Flowey en ese momento. Realmente estaba preocupada y no sabía cómo hacerle para recuperarlo si ni recordaba exactamente en dónde estaba la casa de los esqueletos. Tampoco sabía el modo de encontrar a Sans o Papyrus para tratar de negociar que le entregaran a su amigo sin exponerse nuevamente… y la simple sensación de toparse de nuevo con el Don de esa familia no le era agradable de ningún modo. Si había alguien que deseaba no volver a ver en su vida, era justamente ese esqueleto de cuencas agrietadas. Todavía recordaba la sensación de su zapato sobre su espalda y luego cabeza, no era un hombre que aceptara la más mínima piedad como si de instruir soldados se tratase.

En verdad esperaba que Flowey se encontrara bien… no quería que sintiera que lo hubiera abandonado. Y más cuando era el único ser con el que contaba realmente en el mundo…

…aunque Sans… de algún modo también parecía ser parte de su vida ahora…

Sacó su cabeza del agua teniendo ese pensamiento rondándole una vez más. ¿Le había faltado al respeto preguntándole si le gustaba? ¿O por qué le había dicho que no quería contestar tal cosa? Desde que se conocían habían tenido la dinámica de preguntar algo al otro con la garantía de responder ¿por qué había sido diferente? ¿Dónde había quedado la curiosidad que aparentemente le había reflejado el esqueleto respecto a ella? Sus acciones siempre le habían parecido confusas en cuanto se tratara con ella y ahora no sabía qué pensar al respecto ahora que la había soltado de esa forma, dejándola sin alternativas para que huyera de una ciudad conflictiva.

Sans era un sujeto que la confundía demasiado, pero en verdad esperaba que nada malo le pasara. Aunque le estuviera alejando, comprendía que le seguía protegiendo de alguna forma, manteniendo en margen el aparente cariño que le tenía conforme se conocieron. Aun guardaba consigo el billete que le había dejado para que comprara un boleto de tren. Y si todo salía como esperaba, se lo podría regresar en persona dado que no le daría la función con la cual se le había otorgado.

No pensaba huir, aun cuando la búsqueda de su padre parecía ser caso imposible, el que Flowey estuviera en peligro era algo que no podía ignorar y aún más cuando había terminado preso por su culpa. Era ella quien le había llevado a la ciudad y no hecho caso de huir cuando le indicó. No podía abandonarlo tras todo eso. ¿Qué clase de amiga sería?

-Muy bien cachorrita, hora de salir del baño, no quiero que te arrugues tan joven.

Rio la señora coneja mientras entraba tras dar un fuerte estruendo con la puerta. Frisk apenas y pudo taparse con sus brazos toda apenada de que se le viera de esa forma sin pedir permiso, teniendo unas cuantas burbujas consigo para tapar su cuerpo como pudiera. ¿Qué acaso los conejos no sabían de privacidad? Recordaba que las conejas de la boutique habían tratado de vestirla sin pedir siquiera su opinión al querer arreglarla para la velada con Mettaton. Realmente no podía ignorar ese patrón sin verse despectiva con una especie en particular.

-¡E-espere!

-Vamos, no seas tímida. –Nuevamente rió la coneja con algo de ternura tras verla tan cohibida en la tina. Le extendió una toalla para que la tomara por su cuenta y se tapara con ella. –Estamos entre mujeres, no hay nada de qué preocuparse.

Frisk no quiso hablar sobre que eso no le quitaba lo incómodo que era que una desconocida le viera desnuda y saliendo de la bañera, por lo que se limitó a taparse lo más rápido posible mientras salía con cuidado de la bañera todavía con espuma. Y sin aviso previo, la señora puso otra toalla en su cabello para comenzar a secárselo sin que le pidiera ayuda ni la necesitara para dicha labor. De algún modo podía sentir que era un gesto maternal queriendo cuidar de alguien, pero siendo alguien que acababa de conocer, esa clase de gestos con ella le aterraban tras tanta confianza de por medio. ¿En verdad la estaba tratando como un cachorro abandonado en calle?

-Una pregunta cachorrita. ¿Qué edad tienes? –Le preguntó mientras le secaba el cabello con cuidado.

-V-veintiuno. –Contestó con lo que pudo, aun apenada de que le viera con sólo una toalla envuelta en su cuerpo.

-Ummmm… mayor de edad entonces, pero no pareces serlo. –Señaló la coneja mientras le quitaba la toalla de la cabeza, ignorando el hecho de que la humana frente a ella estaba colorada de la pena. –Te vez más joven de lo que eres. ¿Es una clase de rasgo oriental que tienes?

-No… que yo sepa. –Se cuestionó a sí misma. Nunca había visto otro con rasgos como ella para comprobarlo.

-En fin, vine a que te probaras esto. Mandé a lavar y arreglar el uniforme que tenías porque era bastante grande para ti, así que usarás esto mientras tanto.

Señaló un vestido negro (y muy corto para su gusto) que había dejado colgado en la puerta sin que se hubiera percatado antes. Parecía ser un vestido de sirvienta pese a todo ¿pero por qué le daba la impresión de a la vez no serlo? No sabía cómo explicarlo, pero el verlo corto y con tantos detalles pomposos para la cadera le hacía parecer que ese vestido no estaba hecho para atender la limpieza precisamente. No se veía cómodo al menos para cosas así, estaba segura de que si se agachaba con eso enseñaría demasiado sin poder evitarlo.

-Es bastante provocativo. –Señaló en el acto.

-Sí, es la intención de estas prendas.

-¿Planea prostituirme?

Había comentado con toda sinceridad al no poder pensar en nada más al respecto. Por mucho que le mostrara que era una clase de espectáculo morboso, no evitaba sentir que estaba en algo similar ante tanto arrebatamiento de pudor en esa casa pese a que se trataban de familia. No tenía otra forma de explicarse cómo era que les daba igual mostrar tanto cuerpo si aquello formaba parte del espectáculo, y el que le quisieran vestir así… ¿Debía huir de inmediato de ahí? ¿Aun cuando estaban siendo amables con ella?

Se giró hacia la señora de grandes orejas para esperar una respuesta, y si bien había quedado desconcertada por unos segundos por su pregunta, como si no se hubiera esperado algo así de su parte, terminó riéndose a carcajadas agarrándose el abdomen en poco tiempo sin contenerse del todo por varios minutos.

-¿Crees que esto es un prostíbulo? ¡Ja! No confundas mi arte con esa calumnia, cachorrita. Aquí somos artistas. –Comentó tras calmarse de tanta risa, incluso se había limpiado las lágrimas con cuidado para no manchar con maquillaje su prenda. –Aunque… no te lo negaré, algunos de mis hijos si se prostituyen aprovechando las situaciones.

Lo había comentado con tanta naturalidad, que Frisk no supo qué sentir que no fuera repulsión de por medio. ¿Se daba cuenta que sus hijos se estaban prostituyendo y no le daba importancia? No lo sentía tan diferente a lo que había hecho el jefe de la familia esqueleto con sus hijos.

-No los obligo, si es eso lo que estás pensando. Ellos mismos lo decidieron sin que yo dijera algo. –Sonrió de inmediato mientras tomaba el vestido para ponérselo sin aviso previo desde arriba. –En lo personal me gustaría que no estuvieran en eso, después de todo soy su madre. Pero al final sólo me queda hacer que se cuiden ante todo. Por lo mismo mi hermana que tiene el motel de al lado ayuda con eso, con tal de que estén a salvo y no en lugares dudosos.

-Pero sigue siendo prostituirse. ¿Eso no…?

-Pequeña cachorrita, me encantaría que este cabaret diera lo suficiente para poder mantenerlos a todos, pero muchas veces no es ni suficiente para alimentar tantas a bocas. –Aunque no pudiera verle directamente al tener el vestido tapándole su cara, por primera vez Frisk detectó un tono de tristeza en su voz. –Mi meta es justamente que sea famoso para que ellos no tengan que seguir haciendo tales cosas, pero este es un juego de dos caras, porque sé el riesgo que está pasando de convertirse en un cabaret cuyos artistas se prestan para servicios más íntimos.

Al poder finalmente asomar su cabeza de ese vestido algo ajustado, pudo ver que la expresión de la señora era de mantener su sonrisa en todo ámbito, aun cuando se sintiera mal al respecto de una plática que le habría gustado no tocar. Si le estaba contestando con total naturalidad pudiera deberse a una confianza de por medio, aun cuando se trataban de desconocidas pese a todo. Era muy extraña esa coneja, pero no podía evitar sentir admiración por ella de algún modo. Era bastante contraproducente para Frisk ¿cómo admirar a alguien que estaba siendo consciente de que algunos de sus hijos estaban en esos pasos? ¿Cómo podía permitirlo siendo madre? Pero la respuesta ya se la había dado… y tal parecía que la ciudad misma y Sans se la habían repetido con anterioridad.

Porque no tienen opción.

Mantenerse a pie a toda costa, aun cuando les corrompía y se dejaban llevar por la pecadora ciudad no era algo que estuviera bien ante sus ojos, pero conforme se adentraba a las situaciones, comenzaba a percatarse de qué tan ahogados se sentían algunos citadinos que terminaban rasgando las paredes que les oprimía de no poder desarrollarse aún más. Ella por su puesto había creado su negocio y mantenido con ello durante su estancia como vida independiente, pero al quitarle todo eso… estaba a merced de otros sujetos con bastante facilidad. Sólo tenía su palabra y moral para defenderse… pero ello no había evitado que le maltrataran.

La señora Bonnie era consciente del riesgo y parecía querer evitar que sus hijos se expusieran a eso, pero les daba la libertad de decidir por su cuenta y no a obligarlos a algo que en primera mano no estaba de acuerdo. Era una situación extraña y que no sabía explicarse del todo qué era lo que le generaba cierta empatía. Tal vez era el hecho de que hubiera agradecido que su madre fuera más liberal en vez de ser tan sobreprotectora y deprimente. Aunque gracias a ello tal vez ella misma no hubiera terminado de esa forma. Estaba confusa de todos modos.

-Jamás obligaría a alguien a que ofreciera su cuerpo por dinero. Es una decisión íntima que sólo tú puedes tomar, así que no te preocupes por eso que jamás te vendería. –Rió una vez más la coneja como si su gesto al respecto le fuera más que obvio lo que estaba pensando. –Sólo que este vestido es lo único que tengo de momento. Ya que tenga tu vestido anterior listo podrás dejar de usar este si gustas. Así que por lo pronto no te expongas con esto si no quieres que te confundan con uno más del escenario.

-Ehh… entendido.

-Aunque sería un desperdicio si nadie te viera así. ¡Te ves tan linda!

Incómoda por portar un vestido tan ajustado y corto, Frisk apenas y podía sujetar las orillas del vestido algo pomposo para tratar de bajárselo sin éxito alguno. Estaba muy segura de que no estaba usando un vestido con fines de tenerlo mucho tiempo puesto, no tendría lógica si ella misma quería quitárselo justo ahora. ¿En verdad iba a hacer que otros le vieran así? Aunque se tratara únicamente de su familia que parecía portar mucho menos, no le quitaba la incomodidad de por medio. ¿En qué clase de lugar se había metido ahora? Cada vez más pensaba en que Flowey tenía razón de que parecía atraer puros problemas, por mucho que el que le estaba pasando de momento era menos desconcertante a su perspectiva.

Ahora pareciendo que iba a peinarla frente al espejo, no pudo evitar recordar nuevamente en las conejas que le habían arreglado previa a la salida con el magnate robotizado. También habían parecido emocionadas de arreglarle pese a no emitir palabra alguna, pero a su vez parecían saber qué estaba pasando y le habían advertido que se retirara para evitar una catástrofe que finalmente le alcanzó. No lo había pensado con detenimiento al sólo estar agradecida de haber salido con vida de ahí, ¿pero qué habrá pasado con esas dos conejas? ¿Por qué le habían advertido a tal riesgo y aun así actuado como si nada hubiera pasado?

¿Y por qué… se sentía extrañamente familiar en cómo le estaban tratando justo ahora?

-Ahora pasemos al maquillaje, cachorrita. –La giró hacia ella para que pudiera apreciarle directamente mientras portaba una brocha bastante grande consigo. –Resaltemos esa belleza que ya tienes.

-¿Es necesario maquillarme? –Opuso la humana sintiéndose cada vez más incómoda con todo. Ni siquiera le había permitido vestirse por su cuenta y ahora le estaba arreglando más de la cuenta. –Nadie me va a ver de cualquier forma.

-¿Dices que quieres ser vista?

-¡No!

-Jijijiji, tranquila, no pensaba tampoco hacerlo. Soy muy selectiva con quienes pongo en el escenario, ¿sabes? –Le guiñó el ojo divertida, mientras le ponía unas leves capas de rubor que no eran tan necesarias tras su sonrojo de timidez. –El baile, la música, la actuación… todo eso se pone en el escenario con el alma en mano. ¿Tienes algún talento relacionado a esto?

-No. Sólo sé de flores.

-Interesante pasatiempo. ¿Botánica o algo así?

-Sé de botánica, pero me gustaba también hacer arreglos florales. Era mi trabajo también.

-Espera… ¿eras florista?

Aunque siempre mantuviera una sonrisa compasiva en su rostro, la coneja ahora la analizaba más de la cuenta, como si pudiera ver algo que a simple vista ni ella misma pudiera notar. Frisk se sintió aún más incómoda con eso y tuvo el instinto de taparse con los brazos, como si pudiera verle desnuda con tanta insistencia en su mirada, aunque no tenía sentido tras minutos antes haberle visto desnuda realmente.

-Cachorrita, ¿de casualidad tú eres "la amante del esqueleto"?

No respondió tras desconcertarle escuchar de nuevo tal nombramiento, ¿qué acaso todos en la ciudad le llamarían así? ¿Tan difícil era que le llamaran por su nombre y ya? ¿Por qué tantos seudónimos como "bonita", "lindura", "humana", "cachorrita"… y ahora eso? Aunque no diera su apellido, al menos debería de serles suficiente a todos de llamarle por su nombre. No cabía duda de que la ciudad tenía formas de ser muy extrañas.

-Oh mon Dieu… los rumores eran ciertos, entonces. –Continuó hablando la coneja, dando por hecho su silencio.

-¿Qué rumores?

-Por Snowdin anda circulando el rumor de que el primogénito de la famila Gaster tiene de amante a una humana. Una florista que vino de la nada… y que se fue de la misma forma al explotar su local. –Comenzó a narrar mientras continuaba maquillándole, no parecía inquietarle del todo hablar de ello. –Involucrarse con la mafia es peligroso, cachorrita, aunque tal parece que tú misma ya te diste cuenta.

-Yo no me involucré con ellos, fueron ellos quienes se involucraron conmigo. –Señaló tras sentirse levemente disgustada de que le reprocharan tal cosa más que obvia. Ella nunca había deseada todos los problemas que ha tenido sólo porque esos esqueletos no supieron dejarla en paz. –Sólo quiero recuperar a mi amigo que tienen preso con ellos.

-¿Y entonces eso de ser amantes…?

-¡No! Solo somos…

Frisk se detuvo sin saber qué respuesta dar ante eso. Ya no se trataban de conocidos si habían estado conviviendo suficiente tiempo ¿cierto? ¿Entonces qué eran ahora? Nuevamente se topó con esa pregunta a la que no supo darle una postura adecuada. Ser amigos podría ser lo más concreto, sin embargo no se sentía cómoda con ello. Aunque le salvara la vida incontables veces, los amigos no intentaban coquetear al otro ni tratar de besar ¿cierto? ¿Por qué Sans no le había contestado su pregunta si le gustaba o no? Al menos así sabría qué intenciones verdaderas tenía con ella en vez de sólo manejarle de formas tan extrañas para ella, dejándole aún más confundida con sus acciones. ¿Por qué Sans era tan complicado?

Un amigo era como Flowey, incondicional y protector. Un conocido era como la Señora Bonnie, amable pero sin saber demasiado del otro. ¿Sans entonces qué era ahora?

-Interesante, no tienes una respuesta inmediata.

-Es que me tiene confundida. –Soltó sin saber qué más decir.

-¡Más interesante todavía! –Los ojos amarillentos de la coneja parecieron iluminar de la emoción. ¿Por qué parecía intrigarle la vida de una desconocida? – ¿Hay atracción entre ustedes?

-¿Atracción?

-Pues cuando un chico y una chica… espera, ya tienes veintiuno. Estas son cosas que ya deberías saber. –Se rio bastante divertida de ver la reacción de confusión y ligera incomodidad de la humana. –Sé que no tiene labios, pero ¿al menos un beso entre ustedes?

-Intentó besarme, pero luego se detuvo. ¿Eso es atracción de su parte?

La señora coneja no sabía si seguir riéndose o si preocuparse de la inocencia pura de la joven. ¿Qué le habían enseñado sus padres? ¡Con tanta ingenuidad se la comerían viva!

-Cachorrita ¿has tenido relaciones sexuales alguna vez?

-N-no, nunca, ¿pero eso qué tiene que…?

-Bien, bien. –Se sintió aliviada con eso. Al menos parecía estar a tiempo para explicarle todo sin entrar a riesgos. Comenzaba a pensar que el trabajo de ver tantos cuerpos enseñando piel demás podría ser demasiado para ella. –¿Sabes cómo se produce un embarazo, entonces?

-¿Qué no hay que estar primeramente casado?

La tomó del brazo de inmediato y la sacó del baño con algo de prisa, pese a olvidarse de colocarle zapatos para que no anduviera descalza. Era suficiente, necesitaba enseñarle a la pequeña antes de que comenzara a asustarle todo. No iba a permitir que el mundo abusara de ella sólo porque sus padres no tuvieron la decencia de haberle advertido tal cosa. ¿Cómo era que la habían dejado así? ¿O acaso no tenía padres? Era preocupante que una joven tan inocente estuviera sola por la ciudad. Había sido un milagro que no abusaran de ella antes. Un simple intento de beso y la había dejado más que confundida. Agradecía que no fuera a más de eso, que de lo contrario ya sería abuso.

Pero quién lo diría… el pequeño Sans si tenía un interés romántico después de todo. Y era justamente la chica que estaba arrastrando consigo. Al menos parecía ser lo suficientemente hombre al no haberse propasado con ella. No pudo contener la sonrisa que le daba eso, al menos no estaba tan perdido como creía.

-¡Paren todos los ensayos! ¡Reunión familiar! –Exclamó la señora conforme bajaba las escaleras y hacía que la humana bajara con ella, apenada de estarse mostrando con el vestido tan corto. Hizo que todos le siguieran hasta el escenario –Hay algo importante qué hacer antes del espectáculo.

-¿Qué ocurre?

-¡Aaaahh! ¡Qué linda!

-¡Parece una muñequita!

-¡Quiero abrazarla!

-Concéntrense, mis niños. –Pidió atención la señora, tomando del brazo a la chica para que no se fuera sin la información importante. –Annie, al piano.

-¡Si, mamá!

En lo que la coneja mencionada se dirigía hacia el viejo piano que estaba debajo del escenario, la señora acomodó a la humana en una silla para que les viera directamente. Su confusión de por medio y el cómo aun trataba de bajarse la falda sin éxito alguno, le hacía verse de lo más adorable. En definitiva tenía que hacer algo con esa inocencia. No podía permitir que no supiera al respecto.

-Muy bien niños, no tenemos mucho tiempo, así que actividad de improvisación ahora. Tema: "La plática".

-Oh, esto será divertido. –Comentó uno de los conejos.

-Se me acaban de ocurrir algunas estrofas.

-¿Plática? –Preguntó Frisk extrañada con todo. –¿Qué…?

Todos los conejos se vieron entusiasmados de hacerle un espectáculo a una sola persona. Shyren, la monstruo con cara de pez, se le acercó gustosa para contemplar el espectáculo sin importarle lo que fuera a pasar realmente. Tal parecía que le agradaba todo lo que hiciera aquella familia peluda. Frisk tan sólo pudo limitarse a quedarse sentada en donde le habían colocado y contemplar lo que fuera a pasar. Y tras unos chasquidos de sus dedos rítmicamente, el resto de sus hijos le siguió el paso hasta volverse un solo sonido rápidamente, tal y como supieran acoplarse al ritmo con suma facilidad. Era realmente impresionante eso si se trataba de una improvisación.

Ohh… pequeña niñaa…

Yo te enseñaré lo que debes saber.

De este mundo adulto

que tiene mucho qué ofreceeer.

La voz de la señora Bonnie resonó en todo el lugar sin necesidad de un micrófono. Era muy potente su canto y sumamente hermoso. Frisk nunca había escuchado a alguien cantar que no fuera por medio de la radio, por lo que en verdad no podía evitar quedar maravillada con eso.

Pero ten cuidado,

si lo que deseas es volverteeeee mujeeeer.

Como si de algún modo supiera, la coneja que estaba en el piano comenzó a entonar música que parecía ser necesaria para continuar la extraña canción. El resto de sus hijos parecían estar bailando al mismo ritmo y poco a poco acercándose hasta apoderarse algunos del frente, dejando a su madre hacia atrás que se había retirado poco a poco con pasos bastante rítmicos. Era todo muy extraño, pero bastante cautivador y parecía que los conejos disfrutaban hacerlo.

Oohh, pequeña niñaaa…

Cuidarse no es difícil, pero si lo es elegir.

No te entregues con cualquiera, ni porque tu corazón quiera.

En este mundo no todos saben amar

¿Entregarse? ¿A qué se estaban refiriendo realmente? Tal parecía que la pregunta venía en el siguiente grupo de conejos que se adentraban bailando algo diferente al resto. El ritmo había comenzado a acelerarse a un punto más amigable.

Ooohh, pequeña niña,

El sexo es genial, pero cuidarse es aún más.

No te des sin maaaas.

Así que planea muy bien, no llegues al cien,

A menos que quieras terminar como mi mamaaaa.

-¡Hey! No tengo tantos de ustedes.

Algunos conejos y Shyren rieron con su reacción. Frisk se limitó a esbozar una tenue sonrisa al no comprender del todo todavía. ¿Lo que le estaban cantando era sobre planificación familiar?

Recuerda que este mundo no sólo está lleno de gente mala,

También hay enfermedades malas

Y por gozar sin cuidado te podría pasar.

Nadie quiere hablar de condón, pero mucho menos de un problemón.

Así que úsalo sin maaaas.

Frisk se sonrojó al comenzar a comprender de qué trataba realmente "la plática". ¿Qué no era lo que su madre no le había dicho al no considerarlo necesario si no convivía con nadie? ¿Qué no era lo que Flowey resumió con un "aléjate y ya"? Quería pararse y detener tan extraño espectáculo frente a ella, pero no tuvo coraje suficiente al darle mayor vergüenza tanta atención de por medio.

Si la sangre no aparece.

Eso sí que es un desaire.

¿Qué sangre? ¿Qué tenía que ver con temas de sexo? No había prestado atención al resto de la canción al estar lo suficientemente avergonzada de todo al grado de estarse tapando la cara sin querer ver nada más, como si con ello pudiera hacer desaparecer todo dado que no se sentía capaz de pedir que frenaran todo el espectáculo. ¿Por qué mencionaban sangre? ¿Qué tan sádico era el asunto?

No le agradaba para nada que varios seres con muy poca ropa quisieran hablarle de lo que trataba el sexo. Le era más que suficiente saber que era algo en extremo íntimo que no todos lo hacían con fines reproductivos y que disfrutaban de formas que ni quería pensarlo. En verdad que podía sentir su cara roja de la vergüenza, no era necesario que le hablaran de algo así… o cantaran dada la situación. No le interesaba pasar por eso en su vida, y ahora menos con dicha canción tan rítmicamente explícita.

¡¿Dónde estaba Flowey para detener todo por ella?!

.

.

Un rayo de calor le llegó de tal manera que hizo que la flor quisiera abrir los ojos poco a poco. Se sentía bastante bien, como si volviera a sentir la luz del sol una vez más pese a percatarse tarde que el invierno todavía estaba presente, podía sentir eso en su propia instinto de forma inexplicable. Había intentado pasar desapercibido que había estado por abrir sus ojos, pero tanta atención había sido suficiente para que su engaño no pasara por alto. Se maldijo a sí mismo y la estúpida naturaleza que tenía consigo.

-Buenos días margarita. Es hora de que nos aclares unas cosas.

La voz de Sans le había parecido tan repulsiva como siempre que no pudo evitar abrir por completo sus ojos al tener muchas preguntas de por medio, empezando con el simple hecho de desconocer todo lo que había pasado tras el atentado en el departamento y local. Pero frente a él no sólo estaba la basura sonriente, también estaba Papyrus con su mirada amenazante que no podía pasarla por alto, el Don de los esqueletos que tranquilamente estaba tomando una taza de café, una chica arácnida sentada en la mesa y sin importarle estar enseñando bastante pierna frente a caballeros, y el hombre de fuego que había conocido en el bar donde había hecho su trato con Sans, que esperaba que aun estuviera a flote. Por la mano alzada cerca de él, supuso que fue su calor emitido lo que le hizo despertar adecuadamente.

Era un grupo extraño con el cual toparse, pero todo aquello no le importaba en cuanto no estuviera a la vista lo que realmente necesitaba saber.

-¿Dónde está Frisk?

A esas alturas le daba igual si dar su nombre no era apropiado con varios seres. La desesperación que comenzó a darle no tener a la humana a la vista iba en incremento conforme se daba cuenta de que estaba con seres nada agraciados. Si Sans había roto el pacto que tenían, personalmente lo mataría, no importaba que no supiera cómo tras estar tan debilitado sin raíces ni pétalos. Encontraría el modo de borrar la estúpida sonrisa que siempre le molestó al otro lado de la vitrina mientras observaba a la humana.

-Las preguntas las haré yo, DT-00X. –El Don bajó su taza hacia el pequeño plato que sostenía con cuidado. –Tienes muchos secretos contigo que me interesan. Te recomiendo contestar con sinceridad, o de lo contrario el señor Fire te incinerará de inmediato.

-Púdrete.

-La humana que tenías contigo es bastante peculiar ¿cierto? Grosera, carente de sentido común…

Su expresión cambió radicalmente a una de preocupación absoluta, siendo un gran descuido de su parte que no pudo reparar a tiempo. Todo lo que se había contenido de no moverse tras varios días, esperando saber algún indicio, esperando que la chica estuviera a salvo… se fueron por la borda con tan sólo escuchar eso. No ver a Frisk en el lugar le causó aun más malestar tras escuchar eso. Si estaba mencionando específicamente su sentido común tan ausente y su forma de ser tan directa, no le cabìa duda de que no le habìa causado gracia a Don Gaster. Sans y Papyrus habìan sido un alivio pese a todo pronóstico, pero era imposible que fuera el caso con el mayor de los esqueletos.

Buscó con la mirada a la basura sonriente para descartar la idea que se estaba formulando mentalmente de lo que pudo haber pasado, pero al ver cómo desviaba su atención rápidamente, percatándose de que le estaba buscando, fue más que suficiente respuesta para saber lo que pudo haber pasado.

-¿Dónde está Frisk? –Repitió ahora más serio.

-Interesante, ella no dejaba de preguntar por ti del mismo modo.

-¡¿Dónde está?!

Un arma terminó apuntándole directamente en lo que le quedaba de cuerpo. No tuvo siquiera qué pensarle de quién se trataba, aquello le daba desagradables recuerdos después de todo.

-NO TENGO LA PACIENCIA DEL RESTO. –Aclaró el hermano menor, activando su arma dipuesta a dispararle en cualquier momento. –O TE CALMAS AHORA O TE AGUJERO DE NUEVO.

Flowey se mantuvo en silencio tras la amenaza, pero no era por su posible muerte de por medio, sino porque de algún modo percibía que si le trataban de aislar de la humana era seguramente porque algo se traían con ella. ¿La tendrían presa en algún lado? Si esa era una posibilidad, haría lo que fuera para sacarla de ahí. Ya luego vería el modo de deshacerse de todos. La seguridad de Frisk era su prioridad ahora si no estaba en buenas manos.

Maldito esqueleto sonriente, sabía que le quedaría mal en algún momento. Pero era más desagradable ver que ni de su asquerosa familia pudo mantenerla a salvo.

-Cuando se nos contrató para tu captura, se nos informó sobre que eras una vida artificial, un ser sin alma con la capacidad de absorver otras para fortalecerse. –Continuó hablando el jefe de esqueletos al notar que se había calmado tras la amenaza. –Un arma biológica con capacidad de aniquilar toda vida. ¿Qué fin en específico te tenían?

-¿Te parece que la loca tiene intenciones planeadas? –Flowey no pudo evitar burlarse de la situación. –Sólo me crearon y ya.

-¿Y porqué darte la capacidad de regenerarte con facilidad?

-¿Quieres que te de clase de biología, doctor? Sólo es una naturaleza acelerada, pero como podrán ver, sigo limitado a a cuestiones básicas. Dependo del sol y del agua como cualquier flor en este mundo.

-Ajá… ¿Y porqué la humana que tienes contigo puede hacerlo de una forma muy similar a la tuya?

Flowey no supo qué contestar sin mantener su sonrisa burlona en todo momento tras eso. Esas preguntas no eran por cualquier cosa en definitiva. La única forma en la que pudieran percatarse de eso era…

-¡¿Qué le hicieron?! –Rugió con total rabia, lamentándose de no poder hacer nada más salvo quedarse en ese vaso. –¡Si la lastimaron, juro que…!

Sintió el calor con gran densidad sobre él que se calló de inmediato. Maldecía a cada ser que estaba con él en la aparente oficina. Si Frisk había dado indicios… si le estaban preguntando específicamente…

No, no podía permitirlo. No podía fallar de nuevo.

-EL MORETÓN EN SU ROSTRO… Y LAS CORTADAS DE SU BRAZO… –Papyrus parecía analizar la situación, como si apenas se percatara del objetivo de la reunión.

-Repito la pregunta, planta. ¿Cuál era el fin que el Gran Don te tenía?

-Da igual qué fin me tuvieran, no planeo hacer nada por ellos. No planeo hacer nada que se me pida.

-Esto está llevando mucho tiempo… Flowey, yo no me iré por las ramas contigo. –Interrumpió Sans de inmediato, haciendo que Papyrus bajara el arma con cierto recelo al escuchar nombrarlo al igual que la humana. –En este instante, el Gran Don desea nuestra aniquilación, pero no tanto como nosotros hacia él. Mató a nuestra madre y queremos vengarnos antes de que nos mate a nosotros. Si tienes información valiosa y de utilidad contra él, queremos oírla.

Algunas caras le observaron con disgusto por haber revelado algo tan importante, pero el esqueleto hizo caso omiso a todo y siguió observándole con seriedad nada propio de él. El jefe de los esqueletos no pareció molesto con la situación, incluso parecía estar interesado en el convivio que se estaba formulando entre los dos ante cierta complicidad nada grata entre ellos, por lo que Papyrus terminó apartando su pistola ante la sutil señal del jefe, indicándole que todo estaba bien.

¿De ser lambiscones a desearle la muerte? Ese cambio sí que era interesante. ¿Qué tanto se perdió durante su estado inconsciente?

-¿Frisk…?

-La dejé libre. Ambos podemos coincidir en que lo mejor es que no esté involucrada con todo esto.

Flowey le observó como si quisiera morderle la cara de la rabia que le daba la situación desfavorable para él, pero tras calmarse por varios minutos y procesar tal información, no pudo evitar reprimir una sonrisa burlona. Ese maldito acosador seguía sin conocerla realmente.

-Eres un idiota si crees que te hará caso. –Rió con malicia, siendo un cambio radical de comportamiento que el resto optó por ignorar. –Te apuesto que en este momento estará viendo el modo de volver de donde quiera que la metiste.

-La dejé sola… tendrá que comprenderlo.

-La dejaste sin mi. No estará dispuesta a dejarme.

-La dejé sin opciones.

-Ella siempre encuentra opciones, idiota. Es lo que la hace superior a ti y a todos los estúpidos de esta maldita ciudad.

El mundo no dejaba de ser idiota en su ausencia o no, ¿en verdad que no había aprendido nada del comportamiento de la chica? Su terquedad era un peligro a si misma. ¿En qué estaba pensando en dejarla sola? Ella ni era capaz de pedir indicaciones por su cuenta sin meterse en un lío antes. El que la hubiera dejado a su suerte no era precisamente conservar el pacto que tenían entre ellos, aunque por lo visto, buscaba mantenerla a salvo de su disfuncional familia. Esa mirada que se lanzaban entre algunos no lo pasaba por alto. No los sentía tan unidos como antes, de lo contrario habría observado el respeto que siempre se mostraban entre los tres. Algo había cambiado y no podía evitar tener curiosidad al respecto. Una ruptura que los volvía en extremo vulnerables era más que suficiente para saber el modo de deshacerse de ellos en la primera oportunidad.

Además, si Frisk estaba realmente alejada de todo, era una excelente oportunidad para acabar todo antes de que se agravara la situación cada vez más. Jamás lo diría abiertamente, pero era un golpe de suerte que hubieran apartado a la chica con tiempo si el propio Gran Don quería matar a los esqueletos tan cercanos a ella. Su despertar en ese instante, la lejanía de la chica, todo estaba siendo una suerte para mantener todo al margen. Ya luego se encargaría de desviar la atención de lo inusual de la humana, tenía tiempo para desviar el tema todavía hasta pensar en algo que le safara de la situación.

Él no sería el instrumento de los esqueletos, los esqueletos serían los instrumentos de él.

-No puedo brindarles toda la información que quieren sobre mi código genético alterado. No importa cuánto me amenacen o torturen, hay cosas que simplemente no lo sé. La loca no era precisamente parlanchina conmigo, si ustedes me entienden. –Atajó sin querer entrar en más rodeos sin sentido. No le agradaba ser el centro de mesa de una oficina mafiosa. –Pero si puedo participar en su estúpida venganza a favor de ustedes. Pero una vez que se logre el cometido, nos dejarán a Frisk y a mi en paz. No quiero volver a saber algo de ustedes.

-ÚNETE A LA FILA.

-¿Cuál es tu motivo para apoyarnos tan directo? –Preguntó Don Gaster de inmediato, sin mover ningún hueso consigo mientras le observaba con detenimiento. –¿Y qué te hace pensar que podríamos confiar en un ser como tú?

-No quiero volver a estar en manos de la loca.

El tiempo apremiaba y no podía dejar las cosas a la ligera. Don Gaster sentía que ya había cometido demasiados errores en poco tiempo como para permitir que siguieran acumulándose. Tenían un día para planificar todo antes del cumpleaños de la hija de la líder sindical, tenían un día para ver qué tanto tenían consigo para defenderse y, en su defecto, ser los ganadores en la situación. Y tener el arma de el Gran Don a su favor sería una ventaja de lo más provechosa si no fuera porque no se trataba de un ser dispuesto a seguir órdenes. El peligro que implicaba su inestabilidad al no contar con alma propia era un riesgo enorme, pero uno que no podía pasar de lado si parecía tener una debilidad al igual que todo en el mundo. Y en este caso, la debilidad era la florista.

No pasaba por alto que la flor no había querido tocar el tema de la humana en cuanto expuso su posible regeneración de su sangre, pero ya sería un tema de otro momento. No le interesaba la chica como individuo, pero si la planta parlante estaba dispuesta a llevarse secretos a la tumba respecto a ella… no podía evitar cuestionarse muchas cosas.

Tal parecía que la humana no sólo era objeto de interés de sus hijos, sino que había algo en verdad inusual en ella fuera de su mal comportamiento. Algo que de algún modo la planta no quería que se descubriera.

Interesante… muy interesante…

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Para hacer la canción de educación sexual tan sólo pensé, si yo fuera mamá, ¿qué haría para que mis hijos se sintieran más incómodos con la plática? Y surgió esta extraña canción a lo Disney para adultos, jajajajaja XD

Sin más, espero que les haya gustado este capítulo.

Michi fuera!

:P