Tammy desearía estar en cualquier parte del mundo que no fuera en la fiesta de su cumpleaños. Tanta gente, tantos observándola ¡No podía con la presión!

Sabiendo lo importante que sería para su madre, había planeado tener la excusa de que su vestido se hubiera arruinado para poder zafarse de la situación cuando no pudiera más, pero su madre estando siempre un paso adelante, ya tenía parte de su personal con materiales de costura y estilistas a la mano para cualquier emergencia de ese tipo. Por lo que estaba resignada a tener que soportar a tantos seres hablando con ella, felicitándola y diciéndole constantemente lo hermosa que se había vuelto… y cosas por ese estilo. Se sabía los diálogos de por medio, pero una vez que querían entablar una conversación con ella preguntándole sobre su persona, entraba en pánico y no tenía ni idea de cómo huir de la situación incómoda para ella. Si trataba de negarse, no tenía ni idea de lo mal que podría ser para su madre.

Así que ahí estaba, siendo el centro de atención al igual que la líder sindical que amaba esa clase de atención. Nunca la había visto sonreír tanto, casi como si esa fiesta fuera más para ella que para su propia hija quien cumplía años. Al menos alguien podría disfrutar de eso, pensó para sí misma.

Y no era algo que pasara desapercibido para ella. La cantidad de gente importante era una clara señal de que la formalidad de presentarse era lo esencial de dicha reunión y no la celebración de su mayoría de edad. Las relaciones públicas tenían un fin de lo más extraño para ella, pero no era algo de lo que pudiera opinar dada la circunstancia.

Y como cereza del pastel, estaría por conocer a su prometido. En verdad que no cabía de la pena con todo.

Quería soltar algunos mechones de su cabella para que le cubrieran su rostro una vez más. Que le ocultaran de la sensación de ser observaba todo el tiempo, pero el equipo de estilistas temmie eran más veloces y la peinaban de inmediato mientras le emitían una sonrisa. Había días en las que sentía que era la única de su especie que no podía sonreír de esa forma. ¿O era que había algo mal en ella? Le gustaría conocer una posible respuesta.

-¡Muchas gracias por su asistencia, Hoi!

Contestaba su madre a lado suyo mientras hablaban con alguien aparentemente importante, mirándolo hacia arriba tras la evidente diferencia de altura de la mayor parte de sus invitados. Había escuchado levemente que le había felicitado, pero la mayor parte de la conversación había sido de asuntos políticos que ella no comprendía. De hecho, todos los invitados eran más bien conocidos de su madre o que habían tratado con su padre y mantenían estrecha relación con la familia pese a la ausencia. Nunca tenía cumpleaños normales en los que solo asistían seres queridos como los demás. No tenía amigos y de familiares sólo tenía a su mamá.

-Estando las dos juntas parecen hermanas. Son tan idénticas.

-Oh, basta, jijijiji.

Su madre mantenía su alegría en todo el evento, viéndose tan arreglada y resaltando demasiado como sólo ella sabía hacerlo. Si no fuera por la indicación de las invitaciones, cualquiera juraría que el evento era más bien de ella y no suyo. Aunque no le hubiera importado que ese hubiera sido el caso, habría tenido menos nervios de ser así.

-Cabeza en alto, mi terrón. –Levantó su rostro sujetándola levemente del mentón, sonriéndole y hablándole por lo bajo una vez que el señor, fuera quien fuera, se había retirado. –No olvides lo que tu padre solía decirnos, Hoi.

-"Un Temmie jamás ve hacia abajo". –Citó mientras se sonrojaba de la leve llamada de atención que le había hecho. –Sé que su intención era indicar que no debíamos de…

-Los Gaster no tardarán en venir, así que no olvides tratar de cautivar al hijo por mera precaución. –Le indicó en el acto, mientras le acomodaba una que otra arruga que pudiese tener su vestido. –Cumpliré con mi palabra de que tengan la información que quieren al asistir a este evento, pero eso no significa que deje cabos sueltos.

-Mamá… ¿en verdad es necesario presentarme como comprometida? –Finalmente soltó mientras se apenaba con tan solo escucharlo de ella misma. –Todos me estarán viendo, Hoi.

-Oh, mi terrón de azúcar. Es con lo que cuento. –Le acarició levemente la cabeza con dulzura, ignorando el nerviosismo evidente de su única hija. –La presión social es el arma que tengo a mi favor en este territorio.

-No entiendo…

-Shh, shh, shh. Solo deja que mamá se haga cargo. –Puso un dedo en sus labios para que dejara de hablar. –Tú solo muéstrate como la hermosa jovencita que eres.

Nuevamente la arrastró consigo para saludar a las personas que estaban llegando, pero por más que se esforzara en sonreír al igual que su madre, simplemente aumentaban sus ganas de correr lo más lejos de ahí ante el nerviosismo que le generaba tanta atención. Sin importar qué tanto se hubiera preparado mental y emocionalmente para ese momento, tal parecía que todo había sido en vano. En verdad que quería estar fuera de ahí… o al menos no tan cerca de su madre. La presión de tener que hacer lo mismo que ella era agobiante en muchos sentidos. Ella simplemente no podía actuar de esa manera; estaba segura de que aquello tendría que tratarse de un talento natural que ella no había heredado.

-¡Vaya, vaya! Veo a un par de señoritas encantadoras aquí.

-¡Oh, señor Blook! Me alegra de que viniera. –El saludo la sacó nuevamente de sus pensamientos tormentosos, mirando directamente al ser que estaba en turno de que le felicitara por su cumpleaños. –Al no recibir su confirmación, creí que no podría estar con nosotros, Hoi.

Mettaton Blook, el millonario más destacado dentro de Ebott city por su forma tan peculiar de ser. Aunque Tammy ya lo hubiera visto una que otra vez en negociaciones del sindicato, era la primera vez que lo tenía tan de cerca. Era bastante alto como muchos de los invitados, pero su cuerpo metálico reluciente y cabellera azabache hacían que fuera imposible no verlo por varios minutos seguidos. No comprendía como alguien con una apariencia tan humana le resultase tan atractivo.

-Mi querida señora, sería deshonroso de mi parte que no hubiera asistido. –Respondió el robot completamente elegante. Para Tammy había sido curioso el hecho de que se hubiera agachado para tomar su mano y besarla, lo cual había hecho que su mamá riera en el acto. –Solo he tenido algunos problemas con mi personal directo.

-Es lamentable escuchar eso. Creí que no le presentaría problemas ese trabajador.

-Descuide, solo fue un pequeño percance. –El robot sonrió de tal forma que le dio la impresión de que iluminó por un momento a todos los presentes. –Aunque ahora me encuentro buscando personal para ese puesto en particular.

-Pondré manos a la obra en cuanto termine este evento, Hoi. Considérelo como mi forma de disculparme por esa situación.

Ambos seres se rieron de tal forma que Tammy se sintió aliviada de ser excluida por completo de toda atención. Y estaba segura de que continuarían con tal plática de complicidad si no fuera porque uno de sus trabajadores directos del sindicato se había acercado, sin importarle del todo si estuviera interrumpiendo algo importante. Después de todo, ya tenían de antemano poder hacerlo si se trataba de avisar sobre lo que más esperaba para la velada. Una cereza en el pastel que no le generaba gracia en absoluto, pero de la que no tenía derecho alguno de opinar abiertamente al respecto.

-TEm aViza qUe SuS inviTaDoZ YeGaron ¡Hoi! –Comentó la criatura de su misma especie, sonriendo con orgullo de cumplir con su labor hacia su líder.

-¡Muchas gracias! ¡Hoi! –Respondió su mamá en el acto y se acomodó levemente su peinado pese a no necesitarlo. –Si me disculpa, señor Blook, hay unos invitados que debo atender inmediatamente.

-Me intriga, querida señora. ¿Quiénes son estos invitados que le hacen moverse por ellos, en vez de presentarse ante usted?

-Oh, no se sienta mal, jijiji. Solo es un asunto… familiar. Hoi. –Pese a su característica sonrisa que su hija tanto conocía, pudo percibir un leve brillo en sus ojos que parecía querer comunicar algo más. Algo como… burla al respecto. –Mi terrón de azúcar, vayamos a saludarlos.

-S-si…

Despidiéndose con un ademán de su cabeza, levantó un poco su vestido para seguirle sin temor a tropezarse en el proceso. Su vestido le llegaba a los talones y eso hacía que tuviera la sensación de esa posibilidad, aun cuando sus tacones ayudaban a que no fuera el caso. ¿Qué tanto le faltaría al día para que pudiera volver a su cama?

-Mamá ¿No crees que pudiera ser grosero para el señor Blook irnos de esta manera?

-Oh Tammy, no olvides que ellos están en nuestro evento, no al revés. –Rio levemente su madre, mientras parecía querer quitarle toda posible arruga de su vestido en el proceso. –Preocúpate más ahora por complacer a tu prometido, ¿de acuerdo?

-No sé si pueda…

-Sonríe más, mi terrón, este es tu cumpleaños. –Le interrumpió rápidamente, pero sin verse alterada al respecto. –Eres la festejada, cumples la mayoría de edad y una nueva etapa de tu vida está por presentarse.

-¿Y si al final no se da el compromiso?

-Nosotras ganamos sin importar el resultado. No olvides eso.

No tuvieron que recorrer demasiado para ver a los dos seres que tanto esperaba su madre. Ambos esqueletos eran bastante altos y elegantes que resaltaban una vez que pasaron de la entrada. Tammy en el acto reconoció (con cierto temor) al jefe de familia que se había presentado aquella noche en su hogar. Sus agrietadas cuencas inversas eran más profundas de lo que recordaba, pero su expresión sombría si parecía ser la misma, cosa que resaltaba su postura tan firme al caminar y larga túnica que le sin duda alguna cubriría a muchos de su especie si la arrojase en alguna esquina. Agradecía no ver en el acto al otro esqueleto más bajo con sonrisa apagada, aquel que estuvo a punto de matarla ante un desacuerdo personal que no le competía en razones externas. No estaba segura de hubiera podido lidiar con eso nuevamente sin evitar desmayarse.

En cuanto al otro esqueleto que estaba consigo, pudo reconocer de quién se trataba más allá de lo evidente de que era el que esperaba su madre. Las fotografías que le había mostrado sobre él eran de postura policiaca, pero no había mucha diferencia en cuanto a expresiones ahora que lo contemplaba en físico. Se le parecía mucho al padre salvo por tener las cuencas más pequeñas y mandíbula (si es que se le llamaba así) más marcada, cosa que de algún modo le daba un aspecto de lo más varonil. No obstante, daba igual de miedo que el resto de integrantes de esa familia. Parecía tener la capacidad de matar con tan sólo la mirada, cosa que le hizo disminuir sus pasos como si con ello pudiera evitar lo inevitable.

Ese era el hombre que su madre había elegido para ella… En caso de poder efectuarse el matrimonio, claro. Si había razones específicas fuera de toda esa índole delictiva que le rodeaba, en definitiva no estaba enterada.

-Saludos Gaster y Gaster chico. –Comentó su madre una vez que estuvieron ante ellos, cosa que hizo que ambos esqueletos bajaran la mirada de forma uniforme y sin cambiar su expresión. –Tan puntual como siempre, esa cualidad siempre me gustó de ti, Hoi.

-Somos puntuales para todo. Sin excepciones.

-Pero malos para sonreír ¿Hoi? –Rió tras su comentario, humor evidentemente no compartido con los esqueletos por lo visto. –¿O esa es una cualidad que sólo tu esposa tenía?

Tammy tuvo miedo de que los esqueletos hicieran algo hacia su madre por el comentario sensible, pero por la forma en que había empleado tal cosa, era una clara referencia que les daba para "sonrían para el evento, o no tendrán lo que necesitan de mi" bastante sutil. Había veces que su madre le sorprendía de muchas maneras por la valentía de sus actos, pero al saber que eran asesinos los que tenían en frente, se preguntó sobre si algún día su madre tendría un límite al respecto. No recordaba que su padre fuese así en sus negociaciones como para saber si aquello era parte de la profesión. Tal vez incluso esa podría ser la razón por la cual había escogido al menor de los mafiosos en primer lugar.

Ambos esqueletos parecieron entender la indirecta y soltaron una muy tenue sonrisa que duró tan sólo unos segundos. Pero lo que realmente le tomó por sorpresa fue contemplar que el menor de la familia esqueleto se había agachado para estar a su altura, razón por la cual se puso extremadamente nerviosa ahora que le miraba directamente a ella y a nadie más. Deseaba poder taparse la cara nuevamente con su cabello, pero no quería ni pensar en lo que le diría su madre si se atrevía a hacerlo ante la familia Gaster.

-SOY PAPYRUS.

Le extendió la mano en el acto, demasiado rígido y formal a lo que acostumbraba con otros presentes, así como un extraño alzamiento de voz que no parecía ser necesario estando tan cerca del otro. Pero el que se presentara directamente hacia ella y no que sólo le saludara dando por hecho de que sabría de él, fue razón suficiente para tratar de calmarse y extender de vuelta su mano, apenada del roce tan distinto que ambas especies tenían.

-Ta-Tamara. –Respondió con cierta timidez, pero estrechando levemente su mano. El tamaño de ambas manos era notorio. –Mucho gusto.

-¿Verdad que mi hija es muy bonita, Papyrus?

-¡Mamá…!

Giró en el acto hacia ella por mero reflejo, soltando la mano que había estado estrechando al no sentirse capaz de mantener más tiempo tal cosa. Apenas y pudo decir algo por lo bajo, completamente roja de la vergüenza de que lanzara un comentario así. Sin embargo el esqueleto simplemente asintió antes de volver a reincorporarse. No parecía tener palabras de por medio para su pregunta. Eso era nuevo para ella, mas no sabía si eso era reconfortante o no.

-Los dejaremos solos para que se conozcan, jijiji. Mientras tanto, Don Gaster, compartes mesa conmigo.

-Que honor…

Su tono de voz decía todo lo contrario, sin embargo la siguió con paso lento dada la diferencia de tamaño. Y por mucho que hubiera deseado poder separarse un poco de su madre para sentirse tranquila con tanta presión, contempló con horror que se separara de ella para dejarle a solas con un desconocido que tenía capacidad de matarla. Incluso podía notar que algunos de los asistentes encargados de su apariencia personal le daban más espacio de lo acordado para no ser tan notorios entre ellos. No obstante, estaban ahí, observándole con esa sonrisa que ella misma no sabía cómo emplear en similitud.

Instintivamente cruzó sus manos como si fuera suficiente para protegerse, pero con tan sólo voltear a ver al esqueleto tuvo el impulso de querer huir de inmediato. Aunque no se atrevería a hacerlo tras tener más miedo del disgusto de su madre de no cumplir con lo que quería de ella. Era la primera vez que le pedía algo tan directo y eso significaba que era importante ¿cierto?

-NO CONOZCO ESTE SALÓN DE EVENTOS, ¿PODRÍA PRESENTÁRMELO?

-Ah… C-claro.

Notando que le esperaba para que diera el primer paso, Tammy comenzó a caminar lentamente sin saber qué hacer al respecto, tratando de pensar en lo que fuera a ayudarle sin entrar en su nerviosismo constante. Se suponía que debía de cautivarlo en el tiempo que les había otorgado su madre.

¿Pero cómo se lograba conquistar a un mafioso?

.

.

El día era bastante aburrido para Chara si no tenía permitido salir y ni ejercer su profesión que daba satisfacción suficiente para su existencia, aun cuando se encontraba entrenando con su jefe que insistía en que era bastante impulsiva y lenta para merecer portar un arma de verdad (aun cuando él mismo le había dado la daga de su padre en primer lugar). Era en verdad exasperante cuando se ponía en ese papel de rígido indolente.

-Cualquiera podría derrumbarte con esa posición tan lamentable. –Le comentó mientras la contemplaba desde el suelo, apuntándole con el boken que había logrado hacerle caer al suelo. –Usa las caderas para tener equilibrio, tienes esa ventaja como mujer.

-Oh, por supuesto que uso las caderas, pero para algo más interesante. –Rió con cierta malicia mientras contemplaba cómo su jefe se disgustaba una vez más con su comportamiento. –Que me derrumben todo lo que quieran si es para darme…

-Chara, concéntrate.

-Va, va.

Con un movimiento rápido, se levantó en un salto y nuevamente se dispuso a atacar a Kris sin que expresara algo al respecto. Siempre parecía estar tan sereno al momento de combatir, siendo complicado tratar de leerle la mirada de lo que pudiera intentar tras todo ese cabello que siempre tenía cubriéndole los ojos. En verdad que no comprendía cómo era que no se lo cortaba ya.

Chara no se consideraba una asesina experimentada dada las pocas oportunidades que Kris le había otorgado para desempeñarse como integrante de la yakuza, pero cuando realmente estaba en el momento, una parte interna suya despertaba de tal forma que le era excitante. Un instinto que ansiaba agredir a su presa y del que Kris quería de ella particularmente. Estaba segura de que tales entrenamientos eran seguramente por eso ¿pero por qué había esperado? ¿Y por qué ahora? Eran preguntas que seguramente no le respondería al ser sólo una carta de su baraja.

Con varios movimientos procuró atacar a su jefe que le esperaba con su boken alzado para la batalla, pero por más que arrojaba sus armas o trataba de cortarlo era en vano; Kris le llevaba mucha ventaja en cuanto a combate. Tenía varias dagas delgadas y afiladas que lograba ocultar en su vestimenta y cabello, pero ninguna se le comparaba a la particular que había pertenecido a su padre, una de las dos que tenía para cada mano pero que la otra había sido enterrada con él. Su japonés era algo anticuado al ser tan diferente al inglés o español, pero sabía que la escritura grabada en la hoja indicaba el nombre "Masao" por un lado, pero por el otro era un kanji que no lograba identificar. Seguía sin poder comprender cómo era que ese idioma se complicaba tanto en escrituras.

-Me lleva la chingada ¡Deja de moverte!

-Si vas a hablarme en combate, que sea en japonés o inglés. No en español.

Antes de que pudiera responderle de mala manera, una vez más le tumbó tan fuerte que terminó en el suelo y siendo apuntada con aquella arma de madera. En verdad que era un insulto hacia su persona. Ella estaba usando armas reales mientras que él la consideraba indigna para blandir su preciada katana ante ella. ¡Y aun así el maldito osaba burlarse de ella de esa manera! Juraba que el día que pudiera vencerle, le cortaría ese ridículo cabello largo que insistía en dejar crecer. Ese sería su trofeo a cobrar.

Intentó tumbarlo con una patada para estar a mano, pero en efecto su posición era tan perfecta que no pudo lograr su cometido. No rindiéndose en su cometido, se levantó y lanzó dos hojas afiladas hacia sus costados, cosa que le había servido como distracción para atacarle de frente. No obstante, Kris había leído sus movimientos con suma rapidez y terminó golpeándola de tal forma que no pudo visualizarlo a tiempo.

Soltó su daga sin importarle que lastimara el piso con su filo, ella misma terminó agachada sujetándose la mano que le acaban de romper. El que estuviera en un ángulo tan diferente a lo normal no le importaba, sino el dolor que estaba sintiendo y que no podía expresarlo abiertamente sabiendo que le iría peor.

-Si no te vas a tomar enserio este entrenamiento, comienza a acostumbrarte en que te voy a lastimar de verdad. –Le escuchó decir con tanta calma, que eso hizo que se enojara más con él. No obstante, no se levantó y no pensó en hacer nada más de momento. –Eres débil, Chara. Y tu enemigo fácilmente podría darse cuenta de eso a la primera.

-¿Y qué haría tras eso? ¿Matarme? –Trató de reír con suma hipocresía, pero el dolor que estaba teniendo era tan grande que apenas y soltó un ruido extraño. –No corro con esa suerte.

-Tomemos un descanso de una hora. Más que suficiente para que recapacites en tu comportamiento.

No estaba dispuesta a verle directamente al tener más atención en su mano derecha que insistía en sujetar, pero pudo visualizar que le dejaba a solas en el lugar sin decir nada más, indicándole de esa forma que le daría su espacio para recuperarse. Kris en ocasiones era muy extraño para ella, queriéndose ver caballeroso y sádico al mismo tiempo mientras mantenía una neutralidad en voz y rostro que hacía complicado saber qué pasaba realmente por su cabeza.

Terminó acostándose en el suelo mientras alzaba su mano rota, contemplándola con la luz de las lámparas de arriba con cristalería fina. Esperando pacientemente a que terminara de acomodarse por su cuenta, sabiendo que no tardaría en estar en su posición correcta y siendo funcional como si no hubiera pasado nada. Pero el dolor del momento era algo de lo que no tenía escapatoria de su "condición". Confirmándole una vez más que aquello que tenía consigo era más una maldición que una ventaja como Kris solía decirle. Claro, como él no lo padecía…

Al ver que su mano ya estaba en la posición correcta, movió cuidadosamente sus dedos para confirmarse que ya estaba todo bien y aprovechar la hora que le habían dado para comer algo, pero no tuvo ánimos de momento para levantarse inmediatamente. Quedándose en el suelo y observando su mano alzada hacia la luz… recordándole aquella vez que le habían arrebatado tanto en poco tiempo.

"Huye, Chara. Yo los detendré".

Rápidamente cerró el puño, cortando de esa manera el recuerdo que comenzaba a asomarse en su mente. No estaba para recordar el pasado, ya no tenía sentido sentirse mal al respecto si era algo que no podría cambiar.

Ahora solo tenía un presente… un maldito y eterno presente.

.

.

El salón que la líder sindical había conseguido era verdaderamente majestuoso, algo digno de ver por mucho que no se disfrutase como debiera, a percepción del esqueleto que recorría todo con paso ultra lento para no rebasar a su acompañante que evidentemente se encontraba nerviosa junto a él. Y para ser una fiesta elegante, todos parecían aprovechar la situación para hablar de negocios e inversiones mientras que él era el único que tendría que hablar con la cumpleañera como si se tratara de la mesa infantil contra la de los adultos. Una vez más, le apartaban de todo lo importante.

Le había pedido a la chica que le presentara el lugar para cumplir con su parte de apartarla de guardias y de la extraña mujer que era la señora Temmie. Consideraba sumamente vulgar la forma en que les había pedido que sonrieran usando específicamente la imagen de su madre, pero coincidía en que no era el momento y lugar para recriminarle esa falta de respeto que había empleado. No en cuanto no obtuvieran lo que querían de la situación tan agobiante en la que estaba.

Conforme caminaban entre pasillos majestuosos llenos de cristalería fina, Papyrus se encargaba de vigilar todos los puntos de fuga, reconociendo cada rostro en el lugar y enfocándose en memorizarlo. Toda información posible que no se le pasara desapercibido por cualquier situación que se presentara. Siempre alerta, tal y como siempre había sido su rol dentro de la familia.

Familia que tal vez perdiera y que en poco tiempo no valdría luchar por ella. Pero ese era un pensamiento para otro momento. Ahora tenía un objetivo clave por cumplir.

-MUY BIEN, TATAMARA. –Irrumpió el extraño silencio que tenían entre ellos, haciendo que la chica se detuviese en el acto. –CUÉNTEME ALGO SOBRE USTED.

-Soy sólo Tamara… O Tammy como algunos me dicen.

-¿SUS AMIGOS LE LLAMAN ASÍ?

-No tengo amigos... Pero es así como me llamaba mi padre y algunos de nuestros sirvientes acostumbraron a decirme así. –Bajó sus orejas puntiagudas un tanto apenada por lo que contaba, casi sin poder verlo directamente. –Sus amigos ¿cómo le dicen a usted?

-TAMPOCO TENGO AMIGOS. ES UN PROBLEMA PARA EL NEGOCIO. –Respondió en el acto sin siquiera pensarlo, cosa que percibió que generó un leve interés en la chica. –PERO CUANDO LA TENÍA… ME LLAMABA "PYRUS".

-Pyrus… suena agradable. –Comentó la chica baja mientras reincorporaba sus orejas puntiagudas. –Puede decirme Tammy si gusta, así como dejar de hablarme con tanta formalidad. No creo… que sea tan conveniente dado…

"Dado que nos presentaremos como prometidos", terminó la oración Papyrus en su mente tras no recibir más por parte de la chica, la cual nuevamente bajó sus orejas ante una vergüenza evidente. Comenzaba a percibir que era muy fácil notar su estado de ánimo con eso. Él ya sabía que su presencia era majestuosa y que podría generar tales reacciones, pero ya era exagerada tanta pena en un pequeño ser. Era tan diferente a la señora, la cual en tan sólo unos segundos supo que su forma de irradiar ternura física era simplemente una máscara. Pero en cuanto a la chica a lado suyo… si, era bonita a como la había mencionado su madre, pero esa timidez que se cargaba era más impresionante.

Sin embargo, sonrió a la chica antes de responderle de la mejor forma. Iba a ser muy fácil tenerla al margen acorde al plan. Y aun mejor, barajear las cartas a su favor tras la ventaja que le estaban otorgando. Nadie más se atrevería a menospreciarlo después de eso. La venganza de su madre, el poder del sindicato… ser Gaster o Temmie… Nada de eso importaría luego a comparación de lo que él lograría.

Demostraría de lo que era capaz a todos aquellos que se atrevieron a dejarlo a un lado. Y comenzaría teniendo como aliada a la chica que tenía consigo.

-DE ACUERDO, TÚ TAMBIÉN PUEDES HABLARME SIN FORMALIDAD. –La chica nuevamente alzó sus orejas con atención, confirmándole el hecho de mostrar emociones con eso. –COINCIDO EN QUE DEBAMOS ACERCARNOS MÁS DADA LA SITUACIÓN.

Acto seguido, la chica se puso tan colorada que hacía un gran contraste entre su pelaje como la nieve y su vestido rosado que hacía juego con esa expresión suya.

-Y… ¿C-cómo pretendes que logremos eso?

-BUENO, TAL VEZ TODO ESTO NO FUE NUESTRA ELECCIÓN PROPIA, PERO SÍ LO PUEDE SER EN ESTE MOMENTO. –Mantuvo su sonrisa mientras se encorvaba para estar cercano a su altura, aunque eso le era un tanto incómodo. La chica apenas y le llegaba a la pelvis. –YA ESTAMOS ARREGLADOS PARA LA SITUACIÓN, ASÍ QUE TENGAMOS UNA CITA AHORA MISMO.

-¡¿Q-qué?!

Si existía un tono tan rojizo que pudiera lograr un ser vivo, Papyrus lo estaba contemplando en ese preciso momento. Incluso la cola que tenía bajo su falda comenzó a moverse.

-¡E-esto va m-muy rápido!

-PERO SI YA ESTAMOS COMPROMETIDOS.

-¡Y-yo n-nunca he t-tenido una c-cita! No… ¡n-no sabría q-qué hacer! –Sus orejas se movían tan rápido que comenzaba a abanicar con ellas, desacomodando poco a poco su peinado tan ajustado. –Y además se supone que no debemos salir de este lugar. Mi mamá…

-NO NECESITAMOS SALIR, PUEDE SER AQUÍ MISMO. –Se reincorporó para contemplar a su alrededor. –HAY UNA COCINA POR AQUÍ, ¿CIERTO?

-Sí, pero…

-LO PRIMERO QUE DEBES SABER DE MI, ES QUE SOY UN EXCELENTE CHEF. ASÍ QUE TE PREPARARÉ MI ESPECIALIDAD.

-Gracias, pero no hay necesidad de eso, mi mamá se encargó de que el menú fuera comida italiana. –Habló un tanto apenada, como si se hubiera pensado demasiado en decir tal cosa. –Con eso de que tu padre es de allá… supuso que sería un buen gesto para ustedes.

-AL JEFE NO LE GUSTA QUE SIMULEN PREPARAR COMIDA ITALIANA SIN CONOCER REALMENTE A LA COMIDA ITALIANA. –Recalcó mientras continuaba buscando a su alrededor la entrada de la cocina. Los meseros sin lugar a duda le indicarían eso. –ASÍ QUE ESPERO QUE SE HAYA TENIDO EN CUENTA ESO.

-¿Le dices jefe a tu papá? –Al no responder eso, la chica rápidamente cambió su oración. –Sólo conozco la pasta y la pizza de la comida italiana, pero sé que mi mamá conoce más, así que… supongo que si se aseguró de ese detalle.

-DUDO QUE CONOZCAN LA PASTA COMO YO LA PREPARO. –Sonrió tras dar finalmente con lo que buscaba. –YA VERÁS QUE TE ENCANTARÁ.

Sin que pudiera decir más al respecto, la encaminó a que fueran al lugar llevándola de la mano para no perder detalle de ella. Necesitaba tenerla consigo en todo momento para cumplir con su parte de mantenerla como un retén discreto, a su vez en realizar lo que la líder sindical quería de él particularmente de convivir con su única hija. Haría todo para mantener en calma ambos lados, pero eso no significaba que dejara a lado sus propias intenciones personales. Si quería comenzar a desprenderse de otros, de hacer que dejaran de menospreciarlo, tenía que ver por sus intereses de ahora en adelante. Ejecutar sus propias estrategias sin temor a una represaría.

Pero para su mala suerte, el ingreso a la cocina fue más complicado de lo que había previsto. Entre meseros que constantemente entraban y salían sin ver con quienes cruzaban, guardias tanto del sindicato como de otros adinerados que encontraban en el lugar… sin contar el hecho de sentir cómo le observaba el jefe en la distancia, al igual que la madre cuya sonrisa tan ensanchada que lanzaba a lo lejos no lograba descifrar. ¿Y el que estaba por ahí era Mettaton? Juraba que por un instante les había estado viendo, pero no era algo de importancia.

Todo el entorno parecía tan controlado que le sería imposible lograr su cometido sin llamar tanto la atención. Sacar sus armas escondidas para demandar que le dejaran hacer lo que quisiera no sería apropiado para los objetivos, por lo que tuvo que resignarse a que no podría con esa parte de su plan.

Se giró hacia la chica para disculparse por no poder cumplir con lo que le había planteado, pero para sorpresa suya, la criatura estaba tan colorada y sin saber a dónde ver mientras aun sostenía su mano con algo de dificultad dado la diferencia de estaturas. Esperaba no haberla estado arrastrando o algo que le generara cierta incomodidad, no quería verse tan descortés ante tanta gente de alta categoría. La imagen en ese instante era sumamente importante, eso lo entendía de antemano.

-PARECE QUE NO PODRÉ COCINARTE ESTA VEZ. TENDRÁ QUE SER PARA LA PRÓXIMA.

-S-si… está bien.

-BIEN, ENTONCES VAYAMOS A SENTARNOS POR AHÍ Y TOMEMOS UNA COPA DE VINO.

Le señaló levemente el lugar, estando un tanto retirado de tanta gente que podría escucharles y bastante acogedor. Hasta podría jurar que les había estado esperando algo tan perfecto y sin tocarse, o tal vez era su propia suerte que por fin comenzaba a estar de su lado. La soltó finalmente de la mano para acomodarla en su propia silla, elevándola con su propia magia para no complicarle tanto ni tardar demasiado dado el límite de tiempo que contaban.

-DIME TAMMY ¿TÚ COCINAS?

-No, tengo sirvientas que me cocinan. –Contestó con las orejas caídas, mostrando cierta pena con eso. –Pero me es interesante que a ti te guste cocinar. Creí que los hombres… no hacían tales cosas.

-ES CIERTO QUE SON LAS MUJERES SON LAS QUE COCINAN REGULARMENTE, PERO LOS MEJORES CHEFS SON HOMBRES, ADEMÁS DE QUE FALLARÍA COMO ITALIANO SI NO SUPIERA PREPARAR TALES COSAS.

-Creí que habías nacido aquí en la ciudad.

-SI, PERO MIS PADRES SIEMPRE ME EDUCARON COMO ITALIANO. SOLÍAN DECIR QUE ALGÚN DÍA IRÍAMOS A ITALIA EN CUANTO LA CARRERA DE MÉDICO DE MI PADRE FUESE UNA REALIDAD POR UN TIEMPO… PERO ESO NO PASÓ.

-Yo… lamento lo de tu madre. Me enteré de lo que pasó realmente.

Papyrus terminó de servir su copa de vino mientras contemplaba a la criatura frente a él. Le era extraño el contraste que era en cuanto a su madre, la cual había mencionado a su mamá de forma un tanto hipócrita para dar a entender un mensaje evidente en contexto. Mientras que Tammy, parecía que todo el tiempo vivía en su propia timidez, pero al menos se veía sincera en su pésame.

-Tu papá y hermano fueron la otra noche a contar lo que realmente sucedió. –Continuó hablando mientras tomaba la copa que le había servido, mas no parecía tener intenciones de tomarle ni de mirarle a él directamente. –Se veían tan agotados y tristes, que incluso trataron de negociar con mi mamá sobre… ya sabes.

Había pasado en poco tiempo tal situación, pero Papyrus sentía como si aquel momento hubiera pasado por tanto que aumentaba el disgusto generado por ese instante. La forma en la que Sans le había soltado sin más lo que realmente había pasado, sin tener intención alguna de detenerle o argumentar algo más al respecto. Simplemente no había podido más y había soltado todo tras comprender lo que realmente estaba sucediendo.

El Gran Don había matado a su mamá, pero el culpable de todo había sido el jefe por permitirlo. Por no haberla mantenido a salvo como se suponía que lo debía de hacer, por ponerla en riesgo de algo que se pudo haber evitado en primer lugar. Por poner a todos en una vida que claramente ni Sans ni él habían querido y que ahora no había marcha atrás. Por tratar de complacerlo tanto para estar en unión con él, pero que claramente le apartaba más y más para sólo tenerlo como un seguidor más, cuando como hijo debía de haber tenido los mismos privilegios que le había dado a Sans en primer lugar.

Estaba tan molesto… Y aún más cuando no tenían siquiera intenciones de detenerle en apartarse de ellos cuando todo terminara. Realmente les daba igual o no su persona.

-¿QUÉ PIENSAS SOBRE EL COMPROMISO? –Soltó sin querer estar conteniendo más esa pregunta. Realmente tenía interés en conocer su punto de vista si estaba en la misma situación que él. –¿NO TE MOLESTA QUE HAYAN DECIDIDO POR TI?

-Mi mamá siempre ve por mi bienestar. –Contestó tan rápido que al esqueleto se le hizo extraño tal comportamiento tan resignado. Incluso parecía no querer mirarle nuevamente. –Eso no es algo por lo que deba o no opinar.

-¿PERO QUÉ HAY DE LO QUE TÚ QUIERES PARA TI? DEBE IRRITARTE QUE TE LIMITEN Y MENOSPRECIEN, QUE TE DIGAN QUÉ HACER PARA AL FINAL SÓLO SER UNA MONEDA DE INTERCAMBIO.

-Mi mamá no es mala… Me quiere y todo lo hace por mi bien.

-NO LO HACE, SOLO MENOSPRECIA MIENTRAS QUE AL OTRO LE PERDONA TODO.

-No entiendo…

-DEBERÍAN DE PODER ESCUCHAR, DE INCLUIRTE TAMBIÉN EN TODO EN VEZ DE SÓLO USARTE PARA SUS PROPIOS INTERESES.

-¿A ti si te molesta?

-¡PUES CLARO!

Papyrus tardó en darse cuenta de su error de confirmar aquello tan rápido, cuando se suponía que debía de realizar que la chica fuese una aliada suya. Sus orejas estaban tan bajas que no tenía necesidad de verla directamente a los ojos para intuir lo que pasaba por su mente en esos momentos.

-Yo… Pueda que me sienta incómoda con muchas cosas, pero no me siento molesta para nada. –Continuó tras varios minutos de silencio incómodo. –El matrimonio de mis padres también había sido arreglado y les fue muy bien en todo el tiempo que estuvieron juntos. Sé que mi madre amó a mi padre y todo lo hace para honrar su memoria y legado… y si yo debo comprometerme para aportar en conservar todo eso, no veo porqué debería de tener un problema más allá de la incomodidad. Solo estoy haciendo mi parte como única hija de Timothy Temmie.

El esqueleto escuchó con atención por si podía obtener algo más de eso, pero nuevamente se había quedado callada en producto de su evidente timidez. Él ya había escuchado algo sobre aquel señor por parte de su jefe cuando les contaba sobre de quiénes debían de cuidarse. Un sujeto que era ladrón y que convirtió todo su séquito en lo que se conoce actualmente como el sindicato que aboga por los derechos laborales de los monstruos, pero si bien pintaba para ser algo positivo en la vida ya discriminada de los monstruos, el poder que tenía consigo había sido más que suficiente para ver que todo tenía un precio qué pagar por aquellos beneficios que no daban mucha diferencia de por medio. El mundo humano era bastante corrupto y el sindicato había terminado en algo muy similar. Lo terrible de todo eso era que ambas cosas eran legales con mucho respaldo de por medio. Competir contra eso era más complicado de lo que parecía, por lo que no se podía culpar por tantos delincuentes monstruos abundando en la ciudad.

Pero la joven que tenía frente a él era bastante diferente a todo lo que había pensado que sería un Temmie. Su timidez constante era un fastidio que no podía expresar abiertamente por obviedades, pero en efecto no parecía tener malicia consigo. Sólo era una chica riquilla que no sabía hacer nada por sí misma. Algo que en definitiva no le ayudaría a sus propósitos si sólo era marioneta de su apellido. Aunque no podía culparla por eso… él mismo estuvo en la misma situación hasta que no pudo más.

Tomó un trago a su bebida para relajarse con eso. Al menos estaba cumpliendo con su parte de mantener a la hija apartada de los guardias y de la madre. Ya luego pensaría en lo demás.

-Tienen un plan para que no se logre el compromiso ¿cierto? –Su voz era casi un susurro difícil de escuchar entre tanta gente en el entorno. –Tu familia no parecía querer nada del acuerdo, así que realmente están aquí por eso, ¿no es así? El dato que quieren.

-ASÍ ES, PERO HAY MÁS CUESTIONES DE POR MEDIO. –Contestó con cierto reproche en su voz que no pudo ocultar. Dar un trago a su copa de vino no le estaba ayudando. En verdad no podía contener el enfado que tenía de todo lo acumulado. –¿EN VERDAD NO TE MOLESTA QUE TOMEN DECISIONES POR TI?

-Yo no soy astuta como lo fue mi padre ni como lo está siendo mi madre. Solo… soy yo. –Bajó las orejas tras su declaración nada coherente. –Además soy mujer, no me quedan muchas opciones como para tener el derecho de quejarme.

-ESO ES CIERTO. PERO SI PUDIERAS… ¿QUÉ ELEGIRÍAS POR TU CUENTA?

Tammy pareció pensar demasiado en su respuesta mientras él terminaba levemente su bebida. No era de tomar alcohol como Sans, pero una buena copa de vino era un excelente acompañante para la comida, eso sí que se lo había enseñado el jefe y había conservado con gusto. Aunque eso sí, sólo podía con media copa. ¿Cómo era que Sans se tomaba botellas constantes de alcohol y seguir como si nada? Él se había atrevido a tomar un poco más por la ocasión, pero ya comenzaba a sentirse un poco raro.

-Creo… que me gustaría poder elegir sobre mi cabello. –Respondió la joven mientras movía levemente sus orejas puntiagudas. –No me siento cómoda teniéndolo tan sujeto y sin cubrirme.

Suponiendo que se trataba de su peinado, se levantó levemente de su asiento para extender su brazo y quitarle aquellos sujetadores que tenía en su cabello, cosa que hizo que la chica quedara paralizada del miedo. Pudo percibir que se le acercaban algunas criaturas peludas similares, dispuestos a hacer algo al respecto para intervenir o para volver a arreglarla a lo que indicaban los cepillos que llevaban en mano, pero Papyrus activó sus ojos luminosos por un instante para observarlos amenazadoramente y alejarlos en el acto, cosa que realmente sucedió al verles retroceder rápidamente y con el mismo miedo que mostraba la chica ante él. Detestaba que quisieran adentrarse en una plática de dos.

No había sido tan complicado retirarle los principales pasadores que mantenían dicho peinado complicado, aunque si había sido una sorpresa para él lo excesivamente largo que tenía su melena tan oscura como debía de ser la noche, incluso parecía poder cubrirse con todo su cabello si quisiera, de lo largo y abundante que tenía. Tammy rápidamente tomó uno de sus mechones e hizo que cubriera parte de su rostro en el acto, como si aquello hubiera sido una necesidad para ella que había estado conteniendo en todo momento. Posiblemente era por el alcohol consigo, pero aquello le había causado algo de gracia.

-TIENES RAZÓN, NO VALE LA PENA SUJETARLO. –Por primera vez en el lugar, Papyrus sonrió de verdad. –ME GUSTA CÓMO SE TE VE TU CABELLO LARGO Y SUELTO. SIENTO QUE ES ASÍ COMO ESTOY CONOCIENDO A LA VERDADERA TÚ.

¿Acaso la chica tenía un problema? ¿O porqué nuevamente la veía ponerse tan colorada? Si no fuera por el extraño brillo en sus ojos y el constante movimiento de sus orejas puntiagudas, diría que estaba a punto de desmayarse.

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El jefe de la familia de esqueletos contemplaba la escena con calma desde su sitio, apreciando que mantuviera la distancia adecuada de lo acordado y notando que su hijo menor realizaba su trabajo con todos los valores que le había enseñado. Había entrenado máquinas de matar, pero también a unos caballeros y estaba contemplando parte de su labor como padre viudo. Observar aquello tan sólo le generó una nostalgia que no pudo permitirse reflejar al no ser un momento apropiado para verse débil. Estaba en territorio hostil y más le valía mantener su postura firme ante todos, estaba harto de que trataran de pisotearlo.

-Interesante paisaje tenemos en frente, ¿no le parece?

Don Gaster no se preocupó en voltear, había percibido desde hace tiempo que el magnate robotizado le había estado observando y que no tardaría en acercársele en cuanto la señora Temmie se le apartara por un momento para atender al resto de los invitados importantes para ella. Tomó de su copa sin preocuparse en absoluto de su presencia, no era alguien digno de ver ni tratar.

-Un esqueleto y una mamífera… Hoy en día comienza a ser notoria la poca percepción arraigada de mantener la pureza de especies. –Rio el robot mientras ambos observaban a la pareja conversar, fingiendo cada uno a su manera un interés particular en eso. –Para bien o para mal, el mundo está cambiando.

Siguió ignorándolo al no interesarle absolutamente nada de lo que intentara decirle más adelante. Desde hace tiempo había recibido invitaciones suyas de sus eventos importantes, pero nunca había asistido a ninguna al parecerle un tipo desagradable en muchos aspectos. Intentar verse como un humano, interactuando y favoreciendo más a ese sector, traicionando a su familia y a los suyos por un interés personal fuera de toda moral. Sumamente desagradable.

-Y hablando de eso, he estado escuchando cosas muy interesantes recientemente. Monstruos interesándose por humanas… Bueno, me alegra no ser el único en el mundo con esa debilidad.

-¿Esa fue su razón para cometer tanto descaro, señor? –Soltó al desagradarle su presencia tan cercana, mas no iba a agredirle de momento. –Su fama es tan grande como su falta de respeto a lo existente.

-Y su fama de estar en la lista de traidores al Gran Don es lo que me hace estar hoy con usted. –Sonrió el robot con tanto descaro, que el esqueleto se contuvo de rodar los ojos de la exasperación. En verdad que no comprendía a la juventud de ahora tan irrespetuosa. –Vengo a darle la bienvenida.

-Le recomiendo estar con cuidado si pretende estar cerca de mí este día. No pienso lidiar con actos imprudentes que no me corresponden corregir.

-Oh, yo no tengo miedo de mis actos, Don Gaster. Eso es lo que me hace inmune al viejo mundo. –Mettaton agitó levemente su copa mientras observaba su contenido, manteniendo ambos la postura de no estarse observando al otro mientras contemplaban un panorama que no era verdaderamente de su interés. –El Gran Don cree que puede controlarlo todo a través del miedo porque sigue pensando en un mundo que no cambia. Pero hasta el perro más leal puede cansarse de tanto maltrato, eventualmente querrá morder a su dueño.

-Se equivoca en muchas cosas, señor Blook. El Gran Don es consciente de eso y no le importa. Quiere que el perro se atreva a morderlo, quiere que sea agresivo y no se contenga. Quiere el desafío para luchar y vencer.

Contestó sin tener que pensarlo demasiado. Desde que se había enfrentado a él tras la desastrosa reunión en sus dominios, se había percatado de lo tanto que le había provocado esperando que diera todo de si en ese momento. Si iba a matarlo, esperaba realmente entretenerse con eso y no sólo hacerlo sabiendo que podría con toda la fuerza descomunal que lo caracterizaba. Por lo que era un hecho que su huida del momento sólo era entretenimiento para él. No le importaba ser odiado o temido, ni mucho menos el caos que generaba a su paso. Eso era lo preocupante del Gran Don y el robot a lado suyo no lo estaba comprendiendo, pero eso lo atribuía a su juventud inexperta y al hecho de que no parecía tener algo que le importara perder. La traición descarada que había hecho hacia su familia era prueba de eso.

-¿Ha oído el dicho "el enemigo de mi enemigo, es mi amigo"? –El magnate simplemente emitió una sonrisa de complicidad antes de volver a dar un pequeño trago a su bebida para aumentar un dramatismo innecesario. –No es el único que tiene problemas con ese sujeto, Don Gaster. Sólo que ha estado tratando de liarse con los seres equivocados, los que ya forman parte de la alianza de quien se autonombró como rey de los monstruos. Una mala estrategia, si me permite hacer la observación.

-No se la permito. Y si al punto al que quiere llegar es a que debería de formar una alianza con usted, mejor le recalco de una vez que no me haga perder mi tiempo. –Contestó sin permitirse molestarme con ese atrevimiento sugestivo. –¿Por qué tendría que aliarme con alguien que claramente es catalogado como un traidor de mafiosos?

-Porque soy el único que le ha ganado al Gran Don.

Gaster continuó actuando con frialdad hacia el sujeto que le desagradaba, pero no pudo evitar pensar en lo que le decía mientras tomaba de su bebida con delicadeza. Mettaton era despreciable como monstruo al tratar de parecerse a un humano físicamente y favorecer más a esa especie que a la que venía siendo realmente. Pero tenía un punto importante, todo aquel que se había declarado como enemigo del Gran Don había terminado muerto. Pero ese no era el caso con el robot millonario que tenía consigo, él seguía con vida, incrementando su monopolio y pavoneándose con ese hecho. El mafioso más temido lo había catalogado como enemigo de la causa monstruo, catalogado como un ser detestable que no merecía piedad alguna. Declarando que moriría en nombre suyo… y sin embargo estaba ahí, sonriendo con despreocupación mientras seguía volviéndose rico, teniendo a su favor a los humanos quienes favorecía de tal forma que era aceptado entre los mismos cargos políticos. Por lo mismo era tan alabado como odiado.

Mettaton no le agradaba en lo más mínimo al contradecir sus propios principios. Traicionó a su propia familia por su ambición, para luego traicionar a aquellos quienes le habían ayudado a crecer. Pero todo eso, muy a su pesar, lo hacía un posible aliado interesante.

-Ambos tenemos muchas cosas en común, Don Gaster. Era por eso que quería conocerlo desde hace tiempo y no se dejaba. –Continuó el robot al no obtener más palabra del esqueleto. Por la sonrisa que emitía, no le cabía duda de que lo tomaba como algo a su favor. –Somos soñadores que supieron estar con el sujeto para aprender de él. Los dos aprendimos del Gran Don, trabajamos para él y al final construimos nuestro propio nido. Pero a diferencia de usted que mantuvo una alianza con él, yo simplemente tuve la visión de ir más allá.

-Si no sabe respetar a su propia familia, no es alguien de fiar. –Le recalcó de inmediato al sentirse insultado de que lo comparara con él. –Un hombre que no sabe honrar a su propio apellido, teniendo el descaro de consérvalo aun cuando les dio la espalda de forma tan indignante no es alguien con que quiera formar una alianza.

-Yo traicioné a mi familia, sí. Pero lo que hace usted no es tan diferente a lo mío, ¿o si? –Nuevamente sonrió con arrogancia, sin importarle en lo más mínimo su reacción venidera y señalando sutilmente hacia donde estaba Papyrus y la hija de la líder sindical. –Usar a su hijo para tener favores con el sindicato no tiene tanta clase como lo mío, pero sigue siendo funcional.

-Si usted sólo ve eso, es porque no sabe trabajar en equipo.

El esqueleto mantuvo su frialdad ante él, pero internamente deseaba apartarse para que dejara de distraerle con disparates. No obstante, necesitaba seguir haciendo tiempo hasta lograr con su razón de haber asistido a tal lugar. La líder sindical seguía sonriendo y atendiendo a todos los asistentes por turno, pero no le quitaba la cuenca de encima por si se atrevía a hacer algo más que pudiera ameritar matarla por mero atrevimiento. A esas alturas no le importaba la reputación que pudiera darle o contradecirle, necesitaba ese dato y ya.

-Reconozco que soy más individualista. –Rio con descaro antes de terminarse su bebida, saboreándola como si tuviera una victoria no declarada entre sus labios artificiales. –Pero sé ceder en momentos adecuados, y éste es uno de esos. No lo olvide, Don Gaster, lo mío no es la fuerza, pero sí la inteligencia en este juego. Yo sé sobrevivir a un enemigo de esa magnitud.

-No lo habría hecho si no fuera por mi hijo. –Finalmente le miró directamente, recalcándole de que no debería de tomarse tanta confianza con su persona. –Estoy al tanto de la intervención que tuvo en su reunión de recaudación de fondos.

-Él no me salvó, sólo hizo la limpieza… sin ofender. –Su sonrisa disminuyó un poco tras decir eso, como si no le fuera agradable siquiera recordar eso. –Aunque debo reconocer que fue conveniente. Nos llevó a este punto en el que por fin podemos conversar.

"Todo por una maldita humana", pensó el esqueleto sin apartar la vista del frente. De todos los problemas que le daba su hijo, sin lugar a dudas se había pasado de la raya en enrollarse con un ser tan conflictivo. Aunque si no fuera por ello, jamás habrían sabido la verdad sobre su esposa. No estaba del todo seguro de si había una mejora o no en eso. Tan solo quería vengarla… y ya luego pensaría en lo demás. Tendría la soledad suficiente para meditar al respecto.

-El Gran Don solía decirme que usted aspiraba a la medicina. Un campo bastante interesante pero complicado para un monstruo. –Continuó hablando con ese tono casual que no engañaba para nada. Estaba claro que había visualizado la conversación que tendría con él. –Otra coincidencia interesante entre nosotros. Llevo tanto tiempo invirtiendo en entretenimiento y hoteles, que quisiera poder entrar en un campo más… incluyente. Tener hospitales me parece una buena opción.

-Si trata de comprarme con eso, nuevamente le digo que pierde el tiempo.

-Qué pena que diga eso. Podría hacerlo director de todos los hospitales marca MTT, suena bien ¿no? –Esa sonrisa falsa que hacía el robot comenzaba a realmente molestarle. –Alguien con su experiencia es perfecto para el puesto, y teniendo en cuenta que ya está en buenos términos con la líder sindical tratando de emparejar a su hijo con su hija, todo quedaría más que perfecto.

-No me interesa.

-Que mal, avíseme si cambia de opinión durante el evento. –Mettaton simuló analizar su copa consigo, pero el que bajara el tono de su voz en el proceso llamó su atención por primera vez en su molesta plática. –No sé qué pretenda o quiera usted con el sindicato, pero si usted está en la lista de traidores como yo, más le vale estar con cuidado con esa mujer. No le importa los bandos, sólo ella misma… y he escuchado que ha negociado con el mismo Gran Don incontables veces. Tengo la sospecha que ella misma infiltró a su gente en mi evento de recaudación de fondos. Por lo que no dude que ella esté conspirando contra suya en este momento.

Don Gaster lo sabía de antemano, no había necesidad de tal conversación que solo le generaba una molestia. Sin embargo ahora que se ponía a analizar la situación, la señora Temmie le interesaba realmente tener a Papyrus en lugar de Sans, su heredero a todo. Y aún más importante, le había estado esperando para hacer tratos con su familia… cuando podía tratar de comprometer a su hija con cualquier deudor que fuese una marioneta para ella. Sabía qué información requería de ella, sabía exactamente qué obtener de él.

No eran simples casualidades ¿cierto?

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¡Por fin pude llegar a este punto de la historia! ¡Estoy feliz! Y aún más con el hecho de que esta historia ganó el primer lugar en la categoría de Mafiatale en el AwardsTale2020 de Wattpad.

Planeo que el siguiente capítulo salga el 1 de julio, así que deséenme suerte para lograrlo. ¡Los amooooo!

Michi fuera!

:)