-¡Maldito Don Gaster!

Con algo de dificultad, Lesser se encontraba empapado y sujetando fuertemente un flotador divisorio tras nadar unos cuantos minutos sobre el mar. No sabía mucho sobre cómo funcionaba la magia de un esqueleto, pero no le quedaba duda de que su aparición de la nada en ese punto del mar era obra del jefe traidor a la casa monstruo. ¡Ese maldito le había mandado a nadar literalmente!

Su enfado al respecto no se comparaba a su preocupación sobre su separación del señor Gerson. Había quedado solo en la fiscalía con tantos humanos ¿estaría bien haberse apartado tanto del auto? Había sido su indicación de que estuviera atento al entorno, después de todo, pero ahora que había sido un acierto la presencia del traidor realmente le comenzaba a preocupar lo que fuera a pasarle al señor al que le debía tanto. Nunca le explicó sobre qué asuntos debía atender y sabía que de igual manera no le contestaría abiertamente de haberle preguntado. Pero si era consciente de que la familia Gaster podría estar por ahí… ¿Estaba planeando eso? ¿Atraerlos a un punto para finalmente acabar con ellos? Y si ese era el caso, había fracasado en esa misión tan importante que le había encomendado de alguna manera.

Ahora tenía más razones para enojarse con esos traidores y preocuparse por el señor Gerson. Su oportunidad para ser considerado el nuevo líder de los canes estaba decayendo.

Una lancha pesquera que pasaba por ahí fue su salvación tras varias horas sujetándose a su único soporte. Había agradecido que le permitieran subirse sin muchas explicaciones de cómo alguien trajeado había terminado en medio del mar, aprovechando el recorrido para pensar con detenimiento qué explicaciones daría por su descuido sobre la magia del Don esqueleto, aun cuando se suponía que estaban en una zona asegurada con desviadores de magia.

Y hablando de traidores… desde el punto del mar en el que estaba, podía ver en la lejanía la construcción del parque de diversiones que el maldito robot estaba financiando en colaboración con el gobierno que tanto reprimía a los monstruos. No era ningún secreto su apoyo al respecto al estar publicado en varios medios impresos y siendo repetido constantemente por algunas radiofónicas sobre esa atracción turística que aparentemente incrementaría las ganancias para la ciudad. Simplemente patético que algo tan abundantemente llamativo fuera una clara representación del cinismo represivo que los humanos tenían hacia los monstruos, como si el estar financiado por un traidor fuera la cereza del pastel que no se necesitaba.

¿Cómo era que había monstruos prefiriendo a los humanos cuando años de historia dejaban en claro cuánto los odiaban? Gerson le había explicado al respecto y lo predecible que era la humanidad en cuanto al poder y ambición de poder controlar a otros a toda costa, por lo que no dudaba en apoyar a la causa monstruo que el mismo Don Dreemurr había levantado. Que juntos construirían para que fuera ahora la misma humanidad quienes estén por debajo de la cadena alimenticia. Los discriminados y abusados al grado de la desesperación que sólo los monstruos habían experimentado durante siglos.

Era momento de una nueva era… una de la que estaba deseoso de ver realizado y formar parte. Una en la que los monstruos estuvieran en la cima salvo los traidores que tendrían que morir por la causa. Siendo Asgore Dreemurr el único y verdadero líder de un nuevo mundo, Gerson Boom su mano derecha más leal…

Y él estando a lado de ellos.

Sólo esperaba poder llegar a tiempo antes de que algo malo pudiera suceder ahora que en definitiva Don Gaster estaba por ahí.

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La forma de ser de la pequeña Frisk era una sorpresa a todo lo que había contemplado… Y Gerson odiaba las sorpresas.

Había previsto esa ingenuidad e ignorancia de las cosas de las que tendría toda ventaja con ella, pero no el hecho de que estuviera a la defensiva constantemente, siendo barreras que debía de romper primero a través del sentimentalismo y falsa empatía. Era como si su forma hostil de ser la hubiese apropiado de manera con la cual vivir con ello. ¿Acaso Toriel había hecho algo para que eso ocurriera? Si se suponía que esa mujer había quedado destrozada, dudaba que tuviera el suficiente impulso de regular lo inevitable, pero fuera de ello no encontraba otra explicación para descifrar cómo era que la pequeña Frisk pensaba las cosas con más detenimiento de lo que hubiese esperado.

Y verla tan escuálida y de baja estatura, aun cuando se trataba de toda una mujer de veintiún años ya era simplemente extraño. Se suponía que aun siendo defectuosa, estaría más que lista para ejercer sus planes sin necesidad de cuidar ciertos detalles. Algo no estaba encajando del todo y no tenía tiempo de momento para cambiar sus planes teniéndolos literalmente al frente. La chica había relajado un poco los músculos tras su leve plática, pero seguía sin abrirse con él y no parecía tener intenciones de ceder con cosas simples.

No obstante, romper su barrera principal había sido más sencillo de lo que parecía pese a todo. Tenía suficiente información sobre ella para saber por dónde orientarla sin que ella se percatara, aun con su frialdad indiferente.

-¿Cuándo me dejarán irme de aquí? –Insistió por tercera vez la humana.

-No creo que falte mucho, tan sólo todo está siguiendo sus protocolos. –Contestó con una sonrisa. Tal parecía que la joven cuestionaba todo sin tacto alguno. –Mientras tanto podemos hablar para conocernos ¿no te parece?

-No me interesa conocerlo, señor.

Gerson mantuvo su sonrisa con calma, pero por dentro le disgustaba que aun cuando tuviera que lanzar su mentira con la cual generar empatía, seguía con esa actitud tan… directa. Por muy ignorante que fuese de las cosas, su intuición era bastante afilada y no le importaba cortar con sus palabras a los oyentes en el proceso. No era algo que no pudiese tratar antes al ya tener experiencia de sobra en ello, pero sí que era una sorpresa que se le pareciera tanto, aun con tantos años de distanciamiento.

La pequeña Frisk tenía una actitud tan similar a la de Asgore, como si tuviera que estar demasiado alerta sin poder sentirse en paz con su entorno, sin poder estar cómoda ante lo desconocido. Si no fuera por el hecho de que se trataban de especies completamente diferentes, diría que ese comportamiento lo había heredado de él.

-Ouch, eso es triste para alguien que quiere ayudarte ¿no crees?

-Agradezco su ayuda, pero sigue sin decirme realmente sus motivos de querer ayudarme, señor. –La chica contestó mientras mantenía su expresión indiferente. No le incomodaba al estar acostumbrado a su esposa, pero en definitiva no esperaba tal comportamiento de alguien que se suponía que se le consideraba adorable de infante. –Si lo que quiere es que le pague, lo haré. No hace falta que lo alargue con una plática.

Sin rodeos ¿eh? Si, en definitiva se comportaba como Asgore. Pese al disgusto de lo inesperado, no pudo evitar divertirle ahora el asunto. Tal parecía que su peón era más interesante de lo que pudiera haber previsto y ahora tendría que cambiar sus futuras jugadas. Pero por ahora, ya tenía sus piezas colocadas en su lugar preciso. Nada cambiaría el hecho de lo que estuviera por surgir en ese instante, y estar en primera fila para contemplar el caos que surgiría… era simplemente maravilloso.

Esos alargados ojos tintos que le observaban con menos recelo que antes, se volverían el verdadero terror de toda la humanidad.

-No hace falta que me pagues, señorita Frisk. –Contestó tras pocos segundos en espera. –Dime, ¿qué es la justicia para ti?

-Creo que es relativa. –La chica contestó sin siquiera pensar en su respuesta. –No todos parecen tener un concepto general de lo que es la justicia… o cualquier otro valor, por lo que muchos disfrazan sus conceptos con intereses personales.

Esa respuesta era más que suficiente para comprender por qué no le creía a la primera sobre ser considerado a sí mismo como un justiciero. Por la forma en la que había contestado sin titubear del todo, pero con sus manos levemente temblando y mirada firme casi sin parpadear, significaba que la chica había pasado por suficientes cosas para ser individualista y desconfiada ante ansiedades y situaciones de estrés que parecía cargar consigo. No parecía comprender ni diferenciar situaciones de peligro ni tampoco las de mejor estado, por lo que había aprendido por cuenta propia a estar a la defensiva ante lo que fuera a presentar. Así que las emociones no eran algo que le importara en cuanto ella supiera cómo sentirse a salvo. En eso se le estaba pareciendo a DT-00X, por lo que no dudaba ahora de que había aprendido eso de ello.

No era fácil de leer ante su expresión tan indiferente y carente de emociones, pero sus manos a medio cerrar y sin dejar de moverse comunicaban todo por ella. Tal vez Toriel había hecho algo para intentar frenar su desarrollo, pero había provocado otro tipo de malestar en ella que le daba más ventaja que cualquier cosa.

Por mucho que se quiera contener el calor en una olla, ésta tarde que temprano terminará explotando ¿cierto?

-Interesante respuesta. Debes ser una chica muy querida y afortunada. –Le sonrió amablemente. –Tu padre también debe considerar que eres muy inteligente para heredarte tanto dinero. Y como no, con ese gran intelecto que acabas de mostrarme.

-Yo… eso creo. –De nuevo se suavizó su expresión, por lo que de nuevo había dado en el blanco. –Aunque hubiera agradecido saber cómo es que pudo darme tanto dinero.

-Los padres siempre querrán todo lo mejor para sus hijos. Simplemente queda agradecer.

-Pero yo no quería dinero, quería verlo a él. –Bajó su mirada hacia sus propias manos, como si pudiera encontrar alguna respuesta en ellas. –Creo más bien que un padre dolido no comprende que los hijos también sufrimos. Acabo de aprender eso hoy mismo.

-Lamento oír eso. Me da la impresión de que tienes tiempo sin verlo y que lo extrañas. –La humana simplemente asintió con la cabeza al no parecer querer decir más sobre ello. –Puede que no necesites escuchar esto de un anciano, pero creo que tu padre te ama tanto que confía en que harás lo correcto con todo ese dinero.

-Supongo.

No se oyó del todo convencida, pero fue suficiente para implantar la semilla de que lo pensaría. Por lo que en cuanto llegaron los dos policías con los que estuvo tratando previamente, hizo una sutil señal para no levantar sospecha de la humana, indicándole a los dos uniformados de que prosiguieran con lo acordado. Después de todo, ya había acabado con lo que necesitaba de momento. Había podido conocerla más para planificar mejor sus futuras jugadas en cuanto con ella, sin contar el hecho de detonar el caos que ya comenzaba a desatar en la ciudad con su ignorancia.

-Muy bien señorita, sólo hace falta que vaya a la habitación a final del pasillo para registrarla y ya podrá retirarse. –Comentó uno de los policías con un tono que hasta la humana se percató de lo diferente que sonaba. En definitiva no sabían de disimulación esos tipos. –Ya no necesita que le acompañemos.

-Entendido. –Frisk se levantó sin mostrar emoción alguna, aun cuando su prisa indicaba que estaba harta de permanecer ahí. –Y… gracias.

Gerson se limitó en sonreírle a modo de despedida al no necesitar más que eso. Le costaba contener tanta emoción por lo que proseguiría que lamentaba mucho tener que dejar así las cosas.

-Bien, dejamos que tuviera la chequera sin comprobación de sus datos. –Comentó el policía al momento en el que la chica se fue sin más, mientras le entregaba el maletín que había dejado en recepción para atender el asunto bancario de la humana. –¿Algo más que podamos ayudarle?

-Mi tiempo aquí ha sido suficiente. –Comentó sin necesidad de dar más explicaciones a simples humanos que no las necesitaban. –Así que, jamás estuve aquí y nadie supo de mí, ¿entendido?

Les comentó mientras les entregaba la maleta de nueva cuenta, haciendo un ademán de que tenían la libertad de revisarla ahora que se las estaba regalando. El poder a través del dinero era algo que le entretenía, sobre todo por las reacciones que provocaba.

Y por eso mismo estaba ahí. Por eso mismo todo su plan empezaba con el dinero.

-Entendido señor. –Sonrió uno de ellos mientras cerraba el maletín con el dinero. –El auto que solicitó le espera en la salida de emergencia. Pero ¿qué pasará con el auto que dejaron al frente?

-Ya no lo necesito. Considérenlo un regalo.

Teniendo a gran parte del cuerpo policiaco a su disposición, le escoltaron amablemente hacia la salida donde justamente estaba el transporte que había solicitado. Había traído a Lesser consigo sabiendo la posibilidad de toparse con la familia Gaster, por lo que dejaría que se entretuvieran con él mientras escapaba airosamente de la situación sin necesidad de enfrentarse a ciertas molestias. La salida de emergencia de la fiscalía era algo que sólo la policía misma conocía al ser de uso personal, por lo que las posibilidades de que esa familia supiera de tal cosa eran tan nulo como sus ganas de retirarse, pese a ser necesario para su jugada.

Todo dependía de las siguientes decisiones de su peón ahora con ese dinero a su disposición, pudiendo rastrearla con cada cheque que otorgara para calcular cómo orientarla entre las sombras nuevamente. Que hiciera todos los movimientos que quisiera, que hiciera tantos traidores a la causa monstruo como se le antojara, que gastara todo lo que quisiera con eso. Él estaría disponible siempre para encaminarla en las casillas correctas, orientarla poco a poco en cada movimiento que quisiera hacer por su cuenta.

Hasta poder adecuar el campo de batalla gracias a ella.

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Frisk no entendía nada, pero optaba por hacer caso en cuanto le permitieran salir de ahí. No le gustaba para nada el trato que le habían dado y las dudas que le habían tratado de generar, pero se apuntó en que no debía de dejarse caer. Tal y como el señor Gerson había comentado, no había otra explicación más allá del amor para entender las cosas.

Pero al entrar a la habitación que se suponía que le habían indicado… simplemente no pudo dar crédito. Quedándose paralizada en el acto al olvidar por completo en dónde estaba realmente y porqué había terminado ahí en primer lugar. Parecía haberse equivocado de lugar si lo que estaba ahí serían algunas investigaciones del cuerpo policiaco que no debían de ser asunto suyo, pero al ver la foto en grande de su padre en el centro de toda una pared… no tuvo más atención que esa misma.

¿Qué se suponía que estaba viendo? ¡¿Qué significaba todo eso?!

Ante ella contemplaba un muro de corcho repleto de notas, recortes de periódicos y papeleo que no prestó del todo atención en el instante al tener su vista enfocada sólo en las fotografías que mostraban al monstruo que por tantos años se preguntó qué había pasado con él. Aunque los hilos rojos que parecían pretender conectar algunos de los casos anotados trataban de darle cierta información a la vista que por tanto tiempo había querido saber, simplemente no pudo razonarlo con el detenimiento que habría hecho en otras ocasiones. Todo estaba conectado ahí entre muchos hilos rojos… muchas respuestas en un solo punto… Y no podía dar crédito a todo lo que se le mostraba.

Contempló una foto en un recorte de periódico, cuya fecha coincidía en su cumpleaños número 16, cuando aparentemente había generado caos al norte de la ciudad donde había muchos muertos involucrados. Las fotografías de evidencia que estaban puestas con algunos alfileres dejaban gráficamente porqué denominaban que tal masacre tenía que ver con él junto con algunas anotaciones extras. Otras fotografías menos gráficas en cuanto a cierta violencia, dejaban en visto un símbolo que aparentemente el delincuente a investigar dejaba como huella distintiva. Una estrella de cuatro picos que marcaba con sangre en donde fuera. Una estrella que a Frisk le vino a la mente rápidamente al recordar la forma de su llave ahora inservible de una florería y departamento que alguna vez le pertenecieron.

Había otros apuntes con su foto encabezando algunos atentados cuyas fechas puestas en rojo indicaban que había sido en el tiempo que ella había aprendido a cocinar por cuenta propia ante la depresión de su madre en aumento. Otras fotos y anotaciones que habían sido la vez que había decidido tener un invernadero propio mientras no paraba de preguntarse por él… mientras que él aparentemente había generado una matanza cuyas fotografías causaban el suficiente malestar para comprender qué tan terrible había sido.

Gente desmembrada, perforada, ensangrentada… muerta… Cada registro, cad a foto, cada anotación iba encaminada con la telaraña de hilos rojos hacia la foto principal que reflejaba la mirada seria y un tanto aterradora de un monstruo que en definitiva no recordaba con una expresión así.

Y sin embargo no había duda, se trataba de él.

Toda una vida ansiando saber sobre él… estaba anotada ahí frente a ella. En toda su ausencia, en cada instante en el que se preguntaba por qué no asistía a sus cumpleaños, por qué no podía contestar sus cartas, por qué no podía volver con él… Estaba ahí, todo anotado en rojo y documentado con variadas evidencias que incomodaba a cualquier vista que nunca hubiese afrontado la muerte antes. Todo en ese tono tan notorio para que no pudiera perder de vista esos detalles tan resaltantes.

Todo estaba ahí… siendo un muro de respuestas.

No supo en qué momento su respiración se volvió entrecortada, pero ahora que se le dificultaba respirar no pudo evitar caer de rodillas, como si no pudiera con su propio peso ahora que no paraba de temblar. ¿Qué... era lo que estaba viendo? ¡¿Qué estaba pasando?! ¡Ese no era su padre! ¡No podía ser cierto! Esa mirada maligna que se observaba en las fotografías, como si estuviera retando a quien le estuviera observando en ese momento, no podía tratarse del hombre que le enseñó todo sobre plantas y flores, no podía tratarse del hombre que le educó y adoptó como una hija más…

¡¿Qué estaba pasando?!

-¡Hey! Esta es un área de investigación privada. –Una voz quiso tener su atención, pero la escuchaba tan lejana que no le importó. –Retírese de aquí.

-Ese no es mi padre…

-¡Por supuesto que no! Ese es un monstruo, una bestia. –La voz sonaba disgustada, como si no le gustara tener que explicar algo que parecía obvio para media ciudad menos para ella. –Usted una humana.

-No… No entiende. El que tienen ahí es el sujeto equivocado, él no pudo ser el causante de tales cosas. –Insistió sin poder levantarse, estando aun arrodillada sin perder de vista cada detalle de la pared de corcho ante ella. Estaba haciendo un esfuerzo de no verse en mal estado teniendo a alguien presente. –Yo lo conozco, él no es así. No…

-Ningún humano lo ha tenido de frente y vivido para contarlo… además de mí. No diga tonterías, señorita.

Tal declaración le fue extraña, por lo que pudo apartar la vista de todas las terribles fotografías y anotaciones para enfocarse en el sujeto que tenía a lado suyo con un semblante levemente enfadado, seguramente por haber entrado a un área restringida para cualquier fisgón. Se trataba de un señor de cara alargada, con ojeras bastantes marcadas y cabello desalineado con varias canas, pero nada de ello le llamó tanto la atención como el ver que no tenía un brazo, en el cual su camisa tenía un nudo ante tal ausencia.

-Usted no puede estar aquí, retírese. –Comentó el señor.

-Disculpe, pero… ¿Qué es esto? –No esperó a que le diera una respuesta. –Están culpando a un monstruo sin razón, no…

-Ese monstruo me arrancó el brazo y me dejó con vida sólo para que diera un mensaje. –La voz del señor sonaba cada vez más antipática y cansada conforme hablaba. –Jamás olvidaré esa noche. Ahora retírese de aquí o…

-Eso es imposible, yo… sé quién es Asgore Dreemurr. –Insistió con cierta desesperación, aun cuando no tenía caso tratar de encontrar una explicación de un completo desconocido. –Es un padre amoroso, es…

-Esa bestia ni siquiera tiene hijos. El único del que se supo murió hace años.

Estando en el suelo estupefacta, se quedó sin saber qué más pensar ahora. ¿El único hijo que le conocían? ¿Eso significaba… que no se sabía nada de Chara ni de ella? ¿Era cierto eso de que nunca pudieron ser adoptadas? ¿Entonces por qué habían estado todos juntos como una familia? ¿Qué significaba todo lo que estaba viendo? Si había un aparente registro de Asriel a lo que decía el señor a lado de ella… ¿Por qué de ella no? ¿Con Chara sería lo mismo? ¿Era por eso… que habían estado en el pueblo durante tanto tiempo? No se habían apartado ante un aparente dolor de pérdida… ¿si no porque la estaban escondiendo a ella? ¿La estuvo apartando como una simple carga y por eso nunca le importó volver a verla?

¿Acaso nunca le quiso realmente?

Sus múltiples preguntas que se estuvo formulando desde el suelo, fueron interrumpidas ante un sonido insistente que se le hizo bastante familiar al haber estado al frente de eso más de una vez. Los disparos estaban siendo cada vez más frecuentes y fuertes al grado de que indicaban lo cercano que se estaba volviendo tales impactos.

El señor rápidamente se arrojó al suelo junto con ella y de alguna manera intentó protegerla poniendo su única mano sobre su cabeza para que se agachara aún más. Frisk no sabía qué hacer realmente si no tenía siquiera el ánimo suficiente para levantarse de ahí. Tan sólo no podía dejar de ver la pared de corcho con demasiadas fotografías de su padre, todas con una mirada perversa que nunca se imaginó ver algo así en él.

-Maldición, este día se está volviendo más extraño. –Escuchó que comentó el señor, aunque parecía que se lo decía más a si mismo que a ella. – Estamos gran parte del cuerpo policiaco aquí. ¿Qué delincuente sería tan loco de estar disparándonos?

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El plan tenía muchas fallas que podrían darse fácilmente, pero Sans no quiso cuestionarlo ahora que ya estaba en la acción, disparando a la puerta principal con una de las metralletas que pudieron robar de un policía descuidado. El tiempo en definitiva no era aliado suyo ante su primer movimiento. Sabía de antemano que por el simple hecho de apuntar el arma al frente o sólo dando su cara registrada que fácilmente reconocerían, todos los policías se lanzarían hacia él para detenerlo o dispararle sin cuestionamientos.

Pero para mala suerte de cualquiera, no estaba solo ante tal locura.

-¡Son la familia esqueleto!

-¡Quedan arrestados por sus crímenes!

-¡Pero qué estupidez andan haciendo!

El viejo por lo regular era meticuloso en sus planeaciones, pero la situación no daba para más que simples acciones precipitadas que dependían de un conjunto de espontaneidades. Le era extraño tenerlo consigo en un atentado homicida cuando en otros tiempos habría sido el primero en detenerle, pero en lugar de ser un padre amargado que desaprobaba toda acción de su hijo, ahora estaba con otra metralleta disparando la puerta y ventanas para incitar a la policía a que salieran de su propio establecimiento para que intentaran detenerle. Y para ser todo un señor retirado del ejército, tal parecía que aún tenía lo suyo en el manejo de armas de largo alcance. No estaba seguro ahora de si daba más miedo sin un arma en mano o no, lo cual fue respondido rápidamente con el viejo invocando varias manos flotantes que habían robado varias pistolas más de los mismos policías que no parecían saber reaccionar.

Las mafias se componían regularmente de varios integrantes que podían cubrir varios costados sin riesgos, pero nada de eso lo necesitaban ellos ante la capacidad de su propio padre con mirada perversa.

Al ver tal magia recuperada, supo que finalmente Papyrus había dado con algunos reflectores que les impediría sus movimientos presentes. Habían acordado que él les protegería en la distancia ante su excelente puntería y vista impresionante, pero que se iría acercando conforme viera problemas que requiriera de mayor magia posible. Ante lo precipitado de todo, Papyrus era el único que no estaba desgastado en absoluto, por lo que sería el único que podría sacarlos con vida de tan extraño plan casi improvisado.

-Antes de que entres, recuerda que la única salida…

-Tendrá que ser por arriba, lo sé. –Interrumpió Sans ante la prisa. –Esperen a mi señal.

Sin la barrera de los reflectores de la entrada, Sans se teletransportó hacia adentro y rápidamente sacó sus pistolas para disparar a los dos policías que tenía cercanos y que no pudieron reaccionar a tiempo ante su repentina presencia. Había tres monstruos esposados que habían estado siendo custodiados por ese par, pero Sans sólo cabeceó un poco para dejarles en claro que no les haría nada y siguió adelante ante varios que se acercaban a él con prisa y apuntándole sin dudar.

El objetivo del plan era sencillo de explicar, pero complejo de ejecutar al depender demasiado de casualidades. Ante tantos policías en un solo punto y ellos siendo sólo tres, lo que les quedaba era inicialmente no darles oportunidad alguna de reaccionar siendo ellos más rápidos en cuanto a decisiones precipitadas. Ser el elemento sorpresa que nadie esperaría que alguien pudiera cometer en tal punto, ya que, ante el menor descuido, la misma policía no dudaría en matarles ante la confianza de que no podrían usar magia y que serían blanco fácil siendo solo tres esqueletos armados.

Esa arrogancia sería su mayor ventaja ante ellos, porque en una ciudad donde se aprende a sobrevivir con lo que fuera, tener aliados momentáneos era una ventaja que nadie desaprovechaba.

Sans tuvo que lanzarse al suelo y rodar para usar un escritorio de trinchera. Pero pudo ver que los tres monstruos que había liberado de sus captores habían logrado romper sus cadenas para robar algunas armas y estaban disparando a algunos policías, ya sea porque le estaban ayudando en agradecimiento o si simplemente trataban de huir de ahí por su cuenta. Fuera lo que fuera, el esqueleto sonrió levemente al ver eso. Por lo que una vez que pudo apartarse de ese rincón, repitió constantemente esa jugada de atacar a los uniformados y dejar intactos a los delincuentes, fueran monstruos o humanos.

De delincuente a delincuente, era fácil poder reconocerse entre ellos. Y en ese instante toda la escoria de Hotland detenida ahí eran aliados que no requerían explicaciones para aprovechar la oportunidad que otorgaba el otro.

Sans aun no podía usar toda su magia, la tenía limitada ante su agotamiento de energía y los reflectores internos no ayudaban tampoco. Por lo que fue una gran ayuda contar con el elemento de alianza improvisada con otros delincuentes que tuvieron la buena o mala suerte de terminar ahí ese día. Lamentablemente para él, una de sus pistolas se había quedado sin balas y no llevaba consigo recargas al no gustarle siquiera portar tales cosas (cosa que el viejo ya le había regañado anteriormente). Además de ruidosas, eran difíciles de controlar, por lo que estaba atento de encontrarse a Frisk en cualquier rincón de ahí para tener cuidado de sus propios disparos.

Pero también debía mantenerse alerta de toparse con el socio del Gran Don a lo que le había advertido el jefe. Así que teniendo ahora una sola pistola disponible y poca disposición de magia, terminó corriendo entre esos pasillos tan extraños mientras sujetaba con fuerza su arma plateada.

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Los disparos cada vez se escuchaban más fuertes aunque se encontrara en un piso superior. ¿Eso significaba que el atentado era interno? Tal parecía que su pregunta no era descabellada, ya que el señor que se había arrojado al suelo con ella se estaba levantando para estar hincado y tratar de levantarla a ella pese a su evidente shock. Seguía sin poder apartar la mirada de esa pared, como si en cualquier momento todo cambiara y fuese un engaño de su mente ver tantas cosas terribles sobre su razón de haber llegado a la ciudad.

-Hay una salida de emergencia cerca, te llevaré ahí para que estés a salvo.

Frisk no dijo nada al respecto, pero optó por seguir la indicación al no saber qué más hacer más allá de quedarse viendo una pared. ¿Debía de seguir pidiendo explicaciones ahora que estaba de tantas pruebas a la mano? ¿O tendría que perderse todo eso ante un atentado más al que sumar en su vida? No pudo pensar más allá de eso una vez que el señor se puso en la puerta para ver posibles atacantes cerca. Al no haber nada a su vista, le indicó que le siguiera y le encaminó con prisa sin necesidad de sujetarla, cosa que Frisk agradeció en silencio ante tantas cosas sucedidas a lo largo de su día que parecía no tener fin. ¿Qué no podía estar ni un día tranquila viviendo en la ciudad? ¿En verdad había sido otro error en su vida haber asistido a la ciudad para empezar?

Le era doloroso ver tales investigaciones y ahora tener que dejarlas, pero le dolía aún más el hecho de no poder seguir insistiendo en la inocencia de su padre. Muchas de las pruebas anotadas ahí coincidían demasiado, como si en todo ese tiempo en el que había estado viviendo en la ciudad, había estado afrontando el tener las respuestas al otro lado de la calle, sonriéndole mientras trabajaba en sus arreglos florales.

Si Don Gaster había tenido razón en eso, ¿significaba que también se trataba del asesino de la madre de Sans? Pensar en eso le hizo detenerse al no poder con el temblor de su cuerpo. No sabía reconocer si era por miedo o por tristeza, pero ahora que se había quedado recargada en la pared sin poder reaccionar adecuadamente por su cuenta, había perdido de vista al señor que había intentado encaminarla a una posible salida. ¿Por dónde tendría que moverse ahora? ¿Tenía sentido querer salir de ahí cuando todo lo que había querido saber estaba en ese lugar?

No tenía necesidad de mentirse a sí misma, le dolía saber que su padre había tenido un secreto así en todo ese tiempo, pero de igual manera una gran parte de ella aún quería encontrarlo, poder hablar con él directamente… esperando tener una explicación a todo eso por mucho que fuera terrible de conocer. Esa era la parte que aún le tenía de pie en ese momento, pero la otra parte que le hacía temblar era el miedo de reconocer haber vivido una gran mentira. Siempre había optado por no permitir que las emociones le controlaran para tomar las cosas con mayor desenvoltura, pero todo lo visto estaba siendo demasiado para ella. ¿Qué habría hecho Flowey en su lugar? ¿Qué le habría aconsejado de haber estado en una situación así?

Flowey… otro que también le había tenido muchos secretos. Si le había pedido que no diera su apellido a nadie en la ciudad, significaba que él ya sabía lo que podría encontrarse con eso. ¿Por qué nunca quiso decirle? Siendo mejores amigos ¿Por qué nunca le dijo la verdad? ¿Por qué le acompañó a vivir en la ciudad sin decirle todo eso?

Sabía que no tenía tiempo para pensar en cosas así dado los disparos cada vez más frecuentes. Pensó seriamente en meterse debajo de un escritorio y esperar a que todo acabara, pero una gran parte de ella quería volver a ese lugar en donde estaban las fotografías de su parte y tratar de analizar cada una de ellas. Y se atrapó a sí misma dando pasos hacia atrás en espera de poder dar con esa oficina nuevamente, pero para desgracia suya varias se veían idénticas, siendo la razón por la cual se había confundido a la primera. ¿A dónde ir ahora? No tenía ni idea de en qué piso se encontraba, dónde podría dar con unas escaleras o lo que fuera.

Y si no fuera por alguien que había chocado con ella y terminado en el suelo, habría recibido un par de balas fuera del alcance de su vista. El olor particular a puro le llegó más rápido que el ver directamente el rostro del esqueleto, estando en una posición sumamente incómoda, estando él prácticamente encima de ella.

-¿Sans? –Preguntó tan rápido antes de siquiera asesorarse de estar viendo realmente su rostro.

-¿Qué hay, bonita? –Le sonrió el monstruo con cierto alivio en el tono de su voz. –Tiempo sin vernos.

Más allá de preguntarse cómo era que el esqueleto estaba ahí, Frisk no sabía que pensar de la situación. Tan sólo habían sido unos días los que no se habían visto, pero ahora que se miraban mutuamente sintió un alivio indescriptible de saber que se encontraba bien pese a todo.

-¿Esos disparos son…?

-Luego te explico.

Sans se apartó rápidamente de ella para permitirle levantarse con libertad, pero al ver que algunas personas uniformadas ya estaban ahí con sus armas apuntando y listas para disparar, Frisk instintivamente se le puso al frente con tal de impedir de alguna manera de que no le hicieran daño. Ya había perdido demasiado en poco tiempo, no quería perder también a Sans. No estaba segura de qué tan bueno o no era lo que estaba haciendo. ¿Estaba interfiriendo a la policía detener a un asesino que era Sans? ¿Es lo mismo que tendría que hacer con su padre en caso de ser todo eso cierto? ¿Eso no la convertía en una cómplice?

Aquella distracción pareció ser suficiente para hacerles frenar, pero aún más para que Sans hiciera algo con su magia para que varios escritorios y sillas al alcance fueran arrojados hacia ellos con tal de apartarlos.

-Esto está mal… –Susurró para sí misma mientras veía lo que estaba ocasionando.

-Estará peor si te quedas, bonita.

La sujetó de los hombros para hacerle levantarse y correr rápidamente, pero Frisk apenas y tenía control de su cuerpo. Tenía tantas cosas en mente como para poder reaccionar apropiadamente al atentado frente a ella que en cualquier momento se recompondría. Y tal parecía que Sans se había percatado de su parálisis, por lo que rápidamente trajo con su magia varios muebles para improvisar una trinchera que les pudiera proteger de alguna manera. Y por la respiración entrecortada que surgió de él después de eso, Frisk supuso que estaba agotado de energía y estaba haciendo un esfuerzo de estar empleando su magia. Aquello ya lo había aprendido de él desde la primera vez que había asistido a su rescate en el hotel de Mettaton, por lo que estando en esa posición sin esa ventaja era un verdadero problema.

Aun así no lograba despejar su mente de todas las preguntas que se formulaba. ¿Qué se suponía que tendría qué hacer con tal verdad? ¿Qué era lo que tendría que hacer una vez que saliera de ese lugar?

-Ok, Frisk. Vine a sacarte de aquí antes de que todo empeore para ti, pero no puedo hacer mucho sin tu apoyo. –La sonrisa del esqueleto disminuyó en gran medida conforme le hablaba y se agachaba nuevamente para estar a la altura de ella. –Lo único que te puedo pedir es, que pase lo que pase, confíes en mí. ¿De acuerdo?

Frisk abrió la boca por un instante, pero terminó cerrándola al no saber siquiera qué responder. Confianza… ¿En qué debía confiar realmente si todo en lo que había creído no era cierto? ¿Cómo tener confianza ciega si eso había sido su error en un principio? Su madre, su padre, Flowey… sus secretos los había respetado hasta cierto punto y ahora le dejaban en claro que ellos no habían confiado en ella para decirle la verdad en un principio, separándola de todo al grado de dejarla sola aun cuando ellos estuvieran presentes de alguna manera. Estaba en esa situación a consecuencia de querer buscar esas respuestas solicitadas en años, esa verdad que le habría ahorrado tanto de haber sido sinceros con ella desde antes. ¿Cómo confiar ahora si se le había mentido tanto? ¿Qué tanto seguía sin saber todavía? ¿Cómo confiar cuando sus seres queridos no eran lo que creía que eran? ¿Qué estaba bien y qué estaba mal? ¿Qué era lo correcto ahora?

El impacto de las balas en el punto donde se encontraban le indicaba que no tenía tiempo de cuestionarse las cosas. Aun cuando estuviera confundida y con miedo, a sus agresores no les importarían en absoluto lo que estuviera pasando mental y emocionalmente ahora. Sans estaba ahí al lado de ella, tendiendo su mano y rescatándola una vez más de algo pese a no ser asunto suyo. Estando ahí una vez más para sacarla de un apuro que amenazaba con acabar con su vida. Para que al final, pudiera sonreírle desde la esquina que estuviera recargado, escuchándole sin juzgarla, contestándole todo lo que se preguntaba. Sin mentirle desde un principio y aun así, queriendo estar con ella diciéndole lo tanto que la valoraba pese al poco tiempo de conocerse.

Las balas estaban siendo constantes en el punto cercano donde se encontraban, y su trinchera improvisada no duraría lo suficiente para permitirle pensar con detenimiento sobre qué debía de hacer realmente. El esqueleto le observaba con seriedad, siendo tan poco característico en él que fue suficiente para contemplar que, si no se hacía algo de inmediato, no habría probabilidades de salir airoso de la situación. Aunque su agotamiento era evidente y la poca magia que tenía a su disposición complicaban aún más las cosas. Pero con todo eso, aun así Sans estaba ahí. Aun cuando él le había dicho que sus acciones se basaban en que no tenía más opciones, él estaba ahí tendiéndole la mano y dándole a ella una opción por tomar. Estaba ahí para salvarla una vez más. Para respetarla de cualquiera que fuese su decisión y para escucharla una vez más de lo que fuera a querer decirle más adelante. Y sin importar la situación que tuvieran al frente, aun cuando no era asunto suyo lo que fuera a pasar, el esqueleto estaba ahí para darle un día más.

Ahora lo tenía más que claro. Aunque no tuviera alas como las figuras que había visto, Sans era un ángel como lo había descrito el señor de la iglesia. Su extraño ángel guardián del que no dudó más en tomar su mano a modo de respuesta. Siendo suficiente para que el esqueleto asintiera al comprenderla sin necesidad de palabras entre ellos, entrelazando sus dedos con los de ella al mismo tiempo en el que se paraba para indicarle que hiciera lo mismo.

Con lo poco que le quedaba de magia, Sans alzó la trinchera improvisada con todo lo acumulado y lo arrojó hacia los agresores con tal de que frenaran por un instante las balas. Siendo más que suficiente para que emprendieran corriendo lejos de ellos antes de que se percataran de su huida pese a que de reojo podía contemplarse que ya estaban al tanto de lo que estaban haciendo. Aun así, Frisk siguió corriendo hacia donde Sans la dirigía entre pasillos completamente arruinados, tomando su mano con tal de no separarse y siendo lo único a lo que aferrarse ahora, aun cuando su mente no le dejaba de atormentar sobre qué era lo correcto o no pese a que se encontraba corriendo literalmente por su vida.

Asesinos o inocentes. Buenos o malos. Tal parecía que las cosas no eran como las pensaba. Nada tenía sentido… pero, tal vez esa era la naturaleza real de las cosas que antes no había contemplado por su poca experiencia. Una naturaleza que simplemente desconocía y se sentía tan fuera de lugar al no tener el mismo comportamiento que una planta tendría en terrenos adecuados. Los monstruos y los humanos no eran como las flores, sus formas de comunicarse eran muy diferentes y simplemente no lograba captar sus intenciones tan variadas.

Después de todo, ya varios le habían comentado cómo eran las cosas citadinas por muy agresivas que sonaran. La ciudad tenía una regla específica que todos sus integrantes parecían respetar con mucho énfasis, y en ese instante tenía que ser consciente que si quería vivir, implicaría que el esqueleto a lado de ella mataría a todo aquel que quisiera matarlos. No había intermedio en el camino de la supervivencia, aun cuando le siguiera pareciendo absurdo que fuesen así las cosas.

No necesitaban mirar hacia atrás para saber que una vez más le estaban persiguiendo, escuchando uno que otra arma estando a punto de querer dispararles ahora que de nuevo estaban siendo un blanco fácil. No obstante, siguieron corriendo entre las escaleras de caracol que los llevaban a la parte superior del edificio, siendo en más de una ocasión en la que debían detenerse ante los reflejos del esqueleto, teniendo su arma plateada en otra mano y disparando con demasiada precisión ante las pocas balas que le quedaban consigo.

Entre toda la persecución y balacera, Frisk no supo por qué estaban encaminándose en el techo… hasta que pudo notar que estaban corriendo sin detenerse hacia el borde del precipicio.

Sin necesidad de mirarla, Sans apretó aún más su mano para indicarle que no parara pese a lo que ambos observaban al frente, a lo que Frisk respondió su agarre haciendo lo mismo. Corriendo con todas las fuerzas que le quedaban y sin detenerse. En el tiempo que le conocía, siempre le había rescatado de lo que fuera, aun cuando sus métodos eran bastante extraños e incomprensibles para ella. Por lo que si había alguien que ganara su confianza al grado de convencerle de tal locura fuera del sentido común, era precisamente el esqueleto que sujetaba su mano con fuerza.

Frisk ya había tomado una decisión. Y esa era confiar en Sans, fuera lo fuera a pasar ahora.

Sin necesidad de palabras e indicaciones entre ellos, los dos dieron un salto al mismo tiempo una vez que llegaron al borde. Frisk sintió como su corazón estaba acelerado y su respiración entrecortada al grado de faltarle el aire ahora que no había suelo en el qué sentirse segura, todo mientras caía a una velocidad que no sabía que sería el caso al nunca haber experimentado algo así. Los ojos los tenía algo irritados a causa del viento por la altura en la que estaban cayendo, pero no tenía que contemplar demasiado para ver que estarían por estrellarse en el suelo y que no habría oportunidad alguna de chocar contra algo que pudiera amortiguar su caída. No obstante, aun cuando no tuviera suelo o pared en la que asegurarse, tenía la mano de Sans sujetando la suya con fuerza, jalándola ahora pese a la dificultad de la caída y apegándola a él a modo de estarla abrazando con fuerza.

Con eso había sido suficiente para que Frisk se asustara. En la posición en la que estaban ahora, Sans era quien estaba mirando hacia arriba, en donde habían dejado a sus agresores que posiblemente habían dejado de dispararles ante la locura que había sido que se lanzaran de esa manera. Mientras que Frisk era quien no dejaba de ver el suelo en el que caerían en cualquier momento. Aun cuando Sans estaba de modo que fuera el primero en recibir el impacto, sabía que eso no sería suficiente para que al menos uno de ellos sobreviviera. ¿Ese era su plan? ¿Amortiguar la caída siendo él quien llegara al suelo primero pese a que eso no funcionaría por lógica? ¿O era que al no poder matar a esos sujetos… lo que les quedaba era morir? Cumpliendo esa tonta regla de la ciudad que todos parecían repetir sin cuestionarse las cosas.

Antes de que pensara en algo más con lo qué despedirse nuevamente en menos de un día, en sus costados apareció lo que parecía unos cráneos gigantes de algún animal que no pudo identificar. Por el hecho de ser de huesos supuso que formaban parte de la magia de Sans, pero al contemplar la extraña mirada que tenían esas cosas, uno de ellos reflejaba una luz en sus cuencas de tono amatista bastante familiar, mientras que el otro tenía un tono anaranjado que pudo identificar de inmediato pese a las pocas veces que había visto tal brillo. Sin tener tiempo para preguntarse qué eran esos cráneos, ambos abrieron sus quijadas y dispararon un aura de luz hacia el frente, escuchando cómo estaban destruyendo el edificio detrás de ella mientras Sans la abrazaba ahora con más fuerza siendo escoltados por esas extrañas manifestaciones y, por alguna extraña razón, disminuyendo la velocidad con la que caían ante un aura anaranjada que les rodeaba a ambos.

No sabía qué había pasado en realidad con todo eso, pero tal parecía que su objetivo había sido acabar con los desviadores de magia que le había comentado Don Gaster cuando había preguntado por eso. Porque en cuanto dejaron de disparar aquella luz y estaban tan cerca del suelo, en cuestión de un pestañeo dejaron de estar cayendo teniendo un edificio aparentemente destruido ante ellos. Dejaron la terrible vista que había sido estar afrontando una muerte sin escapatoria sin un suelo en el qué sentirse seguro salvo en su mutuo agarre, para estar ahora en lo que parecía un cuarto de limpieza arruinado por el impacto de su llegada, haciendo un escándalo entre varias cosas que se habían caído al unísono en el que ellos habían aparecido en el lugar.

Por alguna razón parecía que se habían traído consigo un olor bastante similar a los escombros. Aunque tal vez sólo era imaginación suya mientras no se separaba del agarre de Sans, quien aún la tenía abrazada ahora que habían aterrizado en algo más suave que el pavimento. Por lo que podía percibir de reojo, se encontraban encima de unas cajas que habían quedado destrozadas ahora, llegándole lentamente el aroma de un detergente que hacía desagradable la combinación con el olor a los escombros.

-Nunca es bueno teletransportarse en movimiento… nunca sabes en qué vas a aterrizar con exactitud. –Escuchó que Sans comentaba con cierto tono de gracia, aparentando que nada de lo ocurrido había sido un problema con el cual angustiarse. Aun cuando su respiración cansada y entrecortada indicaban todo lo contrario. –Papyrus intentó que estuviéramos estáticos, pero por la velocidad no fue suficiente para frenar… aunque cualquier cosa es mejor que caer a nuestra perdición ¿no crees?

Frisk no respondió ni tampoco se separó al no ser capaz de moverse voluntariamente. Podía sentir como todo su cuerpo temblaba a su vez que su respiración hacía un esfuerzo por recuperar el ritmo habitual. Aunque ya no estuviera cayendo de sabrá cuántos pisos de altura, no se sentía del todo segura todavía al ritmo que su corazón no paraba de latir. Su mente y cuerpo parecían estar en total desacuerdo el uno con el otro y tan sólo le quedaba quedarse estática sin saber qué hacer realmente. Aunque por el tiempo que llevaba en la ciudad, su caso siempre había sido que nunca había sabido qué hacer realmente. Tan sólo había tenido una meta en mente para querer afrontar las cosas… y ahora no sabía qué hacer. No sabía siquiera qué pensar al respecto ni mucho menos cómo procesarlo.

-¿Frisk? –La voz de Sans parecía hacer un esfuerzo en captar su total atención, continuando abrazándola pese a ya no ser necesario. Su agarre era mucho menor a comparación de lo que había sido en toda la persecución y caída, pero aun así se veía dudoso de seguir haciéndolo mientras no le contestara o reaccionara. –¿Estás bien?

-No.

-¿Te lastimaste? –El esqueleto ahora sonaba preocupado, queriendo separarse finalmente del abrazo en el que estaban para verle directamente, pero Frisk simplemente no reaccionó a ese gesto que en otros tiempos habría agradecido que le diese su espacio personal. Seguía sin separarse de su hombro con tal de que no le viese a la cara que seguramente mostraba un mal aspecto. –¿Algo te duele?

-No.

-Entonces ¿qué ocurre?

-No.

Frisk ni siquiera prestaba del todo atención a sus variadas preguntas, teniendo una respuesta uniforme para lo que siguiera insistiéndole ante algo que ni ella misma sabía explicarse. Su cuerpo no paraba de temblar y su mente le estaba atormentando con más cuestiones que simplemente no parecían tener respuesta por más que las quisiera, por más que las implorara. No tenía nada ahora con lo que aferrarse, nada en lo qué creer realmente si su vida entera nunca había sido lo que había creído y la vida misma no parecía tener intención en aclararle el panorama. Nada tenía sentido y simplemente estaba dolida ante algo que no podía explicarse ella misma.

Su padre era un delincuente más en la ciudad tan corrupta que se encontraba… No, todo indicaba que su padre era EL delincuente que todos parecían temer, el que parecía que muchos le odiaban ante razones bastante cuestionables y de las que ahora se sentía incapaz de tratar de defender. Eso explicaba muchas cosas sobre su distanciamiento, sobre sus actos meticulosos y lo difícil que había sido tratar de dar con él. Aun así, su mente no se permitía creer tales cosas, aun quería pensar que todo pudiera ser un malentendido y jugarretas de aquellos que simplemente generaban malicia. Una confusión por falta de una comunicación abierta ante el hecho de no saber ser directos todos.

Pero que fueran varios seres coincidiendo con ese hecho no le daba mucho en lo que aferrarse ahora.

-Sans. –Finalmente pudo hablar algo fuera de una simple negativa de su presente. –¿Tú conoces el nombre de Asgore Dreemurr?

Sin verse directamente ante la posición en la que se encontraban, pudo escuchar que el esqueleto se había limitado a suspirar de una manera que no le indicaba nada bueno que proviniera como respuesta. Instintivamente su cuerpo tembló aún más sin hacer partícipe solo sus manos, conteniéndose de todo sentimiento con tal de saber afrontar la situación como siempre solía hacerlo. Pero sin esperárselo del todo, Sans retomó el abrazo que de alguna manera seguía sin romperse, apegándolo a él sin importarle lo incómoda que se sintiera ante tanto contacto directo.

-Es él quien has estado buscando en todo este tiempo ¿cierto?

-Sí, ¿acaso…? –No sabía cómo continuar su pregunta, teniendo miedo por primera vez de una respuesta pese a ansiarlas tanto durante mucho tiempo. ¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué dudaba ahora? –¿Él no…?

¿Qué tendría que hacer si su padre se trataba realmente de un delincuente peligroso? ¿Había posibilidad todavía de que todo fuese un malentendido? ¿O acaso toda su vida había sido una mentira… y nadie le había querido en todo ese tiempo? ¿Esa era la razón por la cual todos la habían apartado?

Era evidente que no podría obtener una respuesta si no había podido formular abiertamente una pregunta. Pero sin romper del todo el abrazo, Sans había separado una de sus manos para sacar algo del bolsillo de su saco. Ante la oscuridad del cuarto que se encontraban, el dorado del collar era suficiente para sobresalir de toda vista posible ante la posición que le tenía para que ella misma lo viera. No tenía ni idea de cómo Sans lo había obtenido ni tampoco tenía el ánimo de preguntarle de momento. Contemplar ese corazón dorado que había creído perder le hizo soltar unas cuantas lágrimas que simplemente ya no podía seguir conteniendo. Agradeciendo estar en esa posición para que Sans no la viera llorar. Nunca le había gustado hacerlo ni mucho menos que la vieran de esa manera. La incomodaba de muchas maneras que le viesen con esa clase de debilidad cuando debía de ser fuerte siempre.

Pero ahora que se había atrevido a agarrar el collar que le estaba entregando… simplemente no pudo más.

Si había algo real en todo lo que conocía: sus hermanos. Aquellos que había perdido al mismo tiempo que había comenzado su soledad… ¿Qué habrían hecho ellos de saber algo así? ¿Cómo habrían reaccionado con tal verdad? ¿Ellos en su lugar sabrían qué hacer ante una situación así? Aunque se hiciera muchas preguntas al respecto, no tenía caso. Ellos ya no estaban ahí con ella, jamás lo estarían. Y tal parecía que sus padres tampoco.

-Todo esto sólo me ha demostrado… qué tan sola estoy realmente ahora. –Susurró para sí misma mientras no paraba de ver el collar que finalmente había recuperado.

-Yo estoy contigo, bonita. Me tienes a mí.

-Tú también me dejaste sola, Sans.

-Lo hice por tu propio bien en ese momento.

-Todos me dicen lo mismo, pero estoy harta de eso. –Reprochó en el acto, conteniéndose lo más que pudiera para no romper en llanto o andar gritando, pero su respiración le estaba traicionando ahora. –Aparentemente todos me quieren y por eso me dejan sola, pero no tienen siquiera la molestia de tratar de explicarme porqué es que dejarme sola es por mi bien para empezar, ¡dejando que arme un rompecabezas que simplemente no tiene fin!

Había alzado su voz por impulso, cosa que le preocupó de sobremanera no mantener su postura serena una vez más. Ella detestaba el drama sin sentido, detestaba complicarse las cosas fuera de toda lógica. ¿Entonces por qué no lograba contenerse una vez más? ¿Por qué estaba doliendo tanto?

-Sólo… esperan que entienda sin que me expliquen en primer lugar… Y lo que estoy descubriendo… ¡Simplemente no tiene sentido! ¡No puede ser verdad!

No supo en qué momento había comenzado a llorar realmente, pero ahora que sentía que sus mejillas estaban completamente empapadas, supo que Sans estaba al tanto de que estaba llorando si su propia voz ya le estaba delatando. Abrazándola de nuevo con sus dos brazos y respetando que no quisiera que le viera en tal estado, pero no pudiendo evitar el mostrarse preocupado por eso. Nuevamente, Sans estaba mostrando a su manera que tenía intenciones de ayudarle pese a no saber pedirlo abiertamente o que se requirieran palabras para dar a entender que se sentía mal en ese momento. Siendo su gesto silencioso más que suficiente para ella tras no saber por cuenta propia cómo procesar la situación. Y para ser sincera, se sentía más reconfortante recibir un abrazo en ese momento que cualquier saco que pusiera sobre sus hombros.

-Si realmente mi familia no me quiere, hubiera preferido que me lo dejaran en claro en un principio, en lugar de tratar de luchar por siquiera… Por siquiera…

Sintiéndose culpable y dolida con todo, con cierta timidez terminó respondiendo lentamente al abrazo de Sans al ser lo único que tenía con cierta solidez en su vida de momento. No tenía espacio en su mente de preocuparse por estar abusando con tal contacto físico, tan sólo era lo único que le quedaba por hacer al simplemente no poder más con su llanto que ahora no tenía intenciones de parar aunque quisiera. Agradeciendo en silencio que Sans le permitiera poder llorar en su hombro pese a sentirse como una tonta en ese momento, aun estando segura de que no le juzgaría ni preguntaría si ella no abría el tema primero.

Le había dicho a Don Gaster que sólo ella sería responsable de la verdad y cómo le afectaría saberla, pero ahora que estaba en esa situación simplemente no sabía qué hacer. Tan sólo le quedaba llorar en ese momento, empapando ahora el saco de Sans al no saber cómo parar ahora que estaba sacando todo lo que había contenido durante años. Llorando todo lo que no había podido llorar antes mientras pensaba en todo lo que había creído y que ahora simplemente no sabía que pensar al respecto. Llorando por sus hermanos sin saber qué les había pasado realmente y doliéndole el hecho de que aquello pudiera implicar algo doloroso como todo lo demás, sintiéndose aterrada con tan sólo pensar en cómo habían muerto que generara que sus padres hubieran cambiado radicalmente. Lloró por todo el miedo que había tenido ante la incertidumbre de sus decisiones, de haber afrontado una y otra vez las posibilidades en las que habría muerto. Llorando de impotencia de que le juzgaran constantemente mientras seguía viviendo en Ebott city, siendo en vano su necedad de seguir ahí y todo lo que había tenido que aguantar por ese mismo hecho.

Lloró al grado de que le dolía la cabeza ante una resequedad, sintiendo cómo sus labios le estaban implorando agua mientras conservaba el sabor a polvo de escombro que se había llevado consigo de alguna manera. Lloró tanto hasta que no pudiera más, estando en un abrazo que poco a poco se había vuelto más fuerte conforme lloraba y que vendría siendo todo lo que tenía en ese momento para aferrarse al hecho de que no todo estaba perdido. Aun cuando en ese instante la vida parecía querer mostrarle otro panorama y que su vista nublada ante las lágrimas empeoraba las cosas.

No supo por cuánto tiempo estaban así, pero el esqueleto jamás le pidió que se apartara ni tampoco le habló en todo ese momento. Tan solo le permitió que se desquitara todo lo que quisiera estando su cabeza recargada en su hombro, arruinándole otro traje elegante y costoso. Estando ahí para ella pese a nunca pedírselo, pero notando de esa manera, cuánto le había extrañado realmente en esos días de incertidumbre. Aun siendo asesino, estaba ahí para ella, para recibirla en lugar de apartarla.

¿Eso significaba que aún tenía esperanza de que fuera el mismo caso con su padre? ¿Era correcto pensar así de la situación?

-Gracias, Sans… –Pudo decir finalmente en cuanto recuperó lentamente el ritmo de su respiración, pero de alguna manera se sentía mareada con todo lo que había soltado. –Yo… Nunca me ha gustado llorar.

-Me tienes maravillado en todas tus facetas, Frisk. –La voz de Sans pretendía ser un susurro, pero por su tono ronco pudo suponer que no estaba contento. Recordándole a la vez que le había reclamado por el golpe que le dieron en el parque. –Es natural sentirse mal de vez en cuando.

Frisk no tuvo oportunidad de contestarle, ya que la puerta de la aparente bodega de limpieza que se encontraban, se había abierto para dejar a la vista a un señor desconcertado de verlos ahí y con tal posición un tanto comprometedora estando los dos abrazados sin soltarse. Siendo Frisk quien le veía directamente, pudo notar que el señor traía consigo un trapeador que seguramente tenía intenciones de dejar, pero por su manera de abrir y cerrar la boca ante algo que no sabía cómo reaccionar, simplemente cerró la puerta sin preguntarles siquiera de quiénes se trataban y porqué estaban ahí. Aquello había sido suficiente para que rompiera con su abrazo al no necesitarlo más, notando que el esqueleto le soltaba de igual manera y que seguía sin tener una sonrisa en su rostro.

Pero a diferencia de la seriedad que había tenido en la fiscalía, ahora simplemente se encontraba cansado además de un deje molesto que no podía pasar desapercibido. ¿Acaso no había sido bueno que llorara? ¿Se había molestado de verla en un momento de debilidad? Y eso le recordó bastante a aquella vez en la que Sans le había ido a rescatar en el hotel de Mettaton, terminando ambos de igual manera en una bodega de limpieza muy similar a la que ahora se encontraban. ¿O acaso se trataba de la misma? No recordaba ciertos detalles para asegurarlo ni tampoco era algo que le importaba por ahora.

-Hay que irnos de aquí. –Le comentó Sans mientras se paraba teniendo la libertad de hacerlo ante su separación y nuevamente le ofrecía su mano. –Nos están esperando.

Quiso preguntar sobre quiénes pudieran estarlos esperando, pero se sentía lo suficientemente cansada para ya no importarle. Frisk simplemente asintió mientras se limpiaba las lágrimas restantes con una mano y con la otra tomaba la de Sans para desaparecer en el acto. Todo para estar contemplando ahora un callejón oscuro en donde estaban los dos esqueletos restantes de tan extraña familia, mirándolos con un deje levemente preocupado y molesto.

-¿ESA FUE TU SEÑAL? ¡CASI MUEREN POR ESA ESTUPIDEZ!

-No tuve más opciones que esa. –Contestó Sans con bastante cansancio notorio. –Por favor, ya vámonos de aquí.

-SI, ESO HAREMOS, PERO… ¿HUMANA?

No tuvo el ánimo suficiente para reprocharle de que no le llamara por su especie si tenía un nombre. Aquello le generaba más malestar del que ya de por si estaba experimentando ahora que se percataba de por qué no podía dar su apellido… porque simplemente no parecía tener uno. Y tal parecía que se veía peor de lo que se sentía, ya que el hermano menor sacó un pañuelo rojo que aparentemente tenía en su bolsillo y se lo entregó, el cual recibió sin poder emitir palabra alguna. Tal parecía que había llorado tanto que se había quedado seca hasta de palabras, pero sus lágrimas todavía eran visibles en su rostro y tenía que deshacerse de ellas limpiándose con el pañuelo.

Frisk pudo notar que el Don no apartó su vista sobre ella en todo ese momento, pero no comentó nada al respecto y simplemente los encaminó a todos hacia un automóvil que aparentemente habían robado por la forma en la que habían tratado de prenderlo sin llave. Sans se había sentado al frente junto con su hermano que estaba conduciendo ahora, pero podía notar a través del retrovisor que sus cuencas oscuras hacían un esfuerzo por no cerrarse por completo, observando que de vez en cuando trataba de vigilarle sin ser necesario ahora. No tenía intenciones de decir algo ni mucho menos impedir que le llevaran a donde fuera. Sabía que el precio de que le rescataran era que tendría que volver a depender indefinidamente de los Gaster, ya que el mismo Don le había comentado al respecto en el departamento de la arácnida. Aun cuando había obtenido el dinero en un formato parecido a una libreta y que sostenía de vez en cuando entre su bolsillo para asegurarse a sí misma que se trataba de algo real. Todo seguía sin tener sentido y no sabía cómo procesarlo.

Se sentía bastante incómoda de estar sentada en la parte trasera justamente con Don Gaster, pero se veía bastante cansado como para lanzar sus comentarios ofensivos habituales, aun cuando ahora tenía razones para poder hacerlo ante una verdad que ya le había advertido. Tal parecía que tenía cosas en mente más importantes que hablarle al respecto, por lo que no hizo nada para cambiar ese hecho mientras observaba cómo se estaban encaminando de regreso a un friolento Snowdin, cuya oscuridad de la noche ya estaba presente.

Dejó de andar tocando la libreta de cuero para enfocarse mejor en el collar que creyó haber perdido, abriéndolo para ver su foto una vez más y contemplar esos rostros sonrientes ante una buena infancia que tuvieron. Aunque en ese instante no sabía que pensar de sus padres, tan sólo le quedaba creer en que su convivencia con sus hermanos, así como su mutuo cariño, había sido real. Aun cuando no fuera de mucha ayuda en su presente en el que ya no podía tenerlos a su lado.

Teniendo ahora a una extraña familia disfuncional de esqueletos que parecían haberse puesto de acuerdo por una vez en su vida para llevarla de regreso al barrio que pertenecían. ¿Qué le depararía ahora?

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El lugar había quedado hecho un desastre, así que aquellos que no estaban haciendo declaraciones con la prensa que había llegado en poco tiempo, tenían que recoger todo en espera de no perder cosas importantes más allá de todos los detenidos prófugos ahora. Aunque hubiera varios que se ofrecían a hacer tal trabajo de su oficina, el detective negó toda ayuda y levantó las fotos y anotaciones que se habían caído de su pared de corcho ante tanto ajetreo. Para suerte suya su oficina estuvo casi intacta.

Detestaba que le vieran como inválido desde que se había quedado sin brazo desde aquella noche que nunca podría olvidar, por lo que gran parte de sus días se dedicó a investigar más a fondo a ese monstruo en particular con el fin de acabar con el terror que había presenciado. Otra parte de su vida la dedicaba a ser columnista por comisión para el periódico más leído de la ciudad, pero ese era más bien un pasatiempo con el qué distraerse un rato.

Su verdadero trabajo estaba frente a él, siendo algo a lo que tuvo que dedicarse al no poder ser funcional de campo sin un brazo. Si bien era una mejora laboral, algo en todo eso no le satisfacía como tal. No cuando no podía quitarse esas palabras de la mente que le perseguían al igual que esa mirada maligna que se le aparecía entre pesadillas.

"Dile a los de tu calaña que esta ciudad sigue mis reglas ahora. Si algunos se atreve a cuestionarme, recuérdales lo que pasó esta noche".

Una clara declaración de guerra hacia la humanidad. Esa había sido su única razón por la cual le había perdonado la vida, dar ese mensaje a sus superiores. Muchos le habían considerado un "héroe" por haber sobrevivido aun con tal pérdida de su brazo, pero él no se sentía así de ningún modo. Era como si ahora tuviera que ser responsable de hacer que detuvieran a tal bestia antes de que siguiera infundiendo terror en Ebott city.

Y por tantos años tratando de seguirle toda pista, una de ellas le llegó de forma tan inesperada como sorpresiva. Extraño o no, el que la alcaldía diera el aviso de detención a toda persona con esos rasgos orientales y que la chica diera tales declaraciones sin una pisca de duda, eran coincidencias tan particulares que no podía dejar de lado.

-Esa chica asiática que estuvo aquí… –Comenzó a hablar hacia el policía que tenía a lado suyo, queriendo ayudarle a levantar las cosas pese a no requerirlo. –Recuérdame su nombre.

-Dijo llamarse Frisk Dreemurr. Pero no hay registro alguno de alguien que se llame Frisk para empezar. Es un nombre muy extraño para una persona, por lo que podría haberlo inventado. –Contestó el policía a lado suyo mientras le entregaba la fotografía que le habían sacado. –El que considerara ser hija de un monstruo la hace una loca, pero el creer que la bestia fuese su aparente padre…

-Entonces llama a otros estados a que busquen lo que sea con el nombre "Frisk" por si se da con algo. –Indicó sin esperar a que terminara la oración. Si no fuera por haber presenciado todo eso, también lo habría considerado una total locura que no merecía su tiempo. –También contacta con la embajada japonesa por si hay registro alguno.

-¿Japón? Pero si la chica insistió en haber nacido en esta ciudad.

El detective no contestó en el acto al estar prestando más atención en la fotografía que le habían entregado. Tras examinarla con suficiente atención en cada facción que mostraba en el impreso, la terminó colocando en su pared de corcho junto a un recorte de periódico que le habría costado conseguir sino fuera por su colaboración informal con el medio impreso. Una nota que no parecía ser de importancia para muchos, ya que sólo se trataba del reporte de un incendio que había acabado con la vida de un mercader japonés y su familia, pero para él, era un acontecimiento que había detonado el terror que estaban sintiendo en garras de esa bestia.

Muchos habían pasado de largo tal caso, pero ahora por fin tenía una pista con lo qué conectarlo.

-Tengo la corazonada de que hay algo que pretende… repetirse.

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Primer capítulo del año… y vaya que fue uno intenso, jeje.

La buena noticia es que de momento tengo más tiempo libre y podré actualizar con un ritmo sumamente adecuado, (de hecho el siguiente capítulo ya lo tengo bastante aventajado, jeje). La mala noticia es que me acabo de quedar sin trabajo… otra vez… por la pandemia. Así que abriré comisiones de dibujo/ilustración antes de lo considerado en lo que consigo algo nuevo, jajajaja. Los precios los estaré publicando en mis redes sociales en estos días, así que agradeceré mucho que me apoyen aunque sea compartiendo tal publicación cuando la suba.

De antemano, muchas gracias por su apoyo y cariño, ¡los quiero mucho!

Michi fuera!

:)