De tantas cosas que había contemplado que le pasaran en la vida, para Undyne nunca estuvo en lista el vivir en la mansión del mafioso más temido de todos.
Para el poco tiempo que llevaba con él, era una gran sorpresa suya descubrir que el Gran Don era muy simple en sus gustos. Su día iniciaba a las 4 de la mañana para entrenar su fuerza y resistencia durante dos horas, para luego regar sus plantas preferidas dentro del domo que daba entrada a su hogar. Y por muy loco que pareciera la situación, verlo tan calmado regando sus plantas mientras tarareaba algo le hacía olvidar por un momento que estaba ante alguien sumamente peligroso. Dormía temprano para despertarse temprano y entrenar su fuerza y resistencia era parte de la rutina junto con él, y la navidad no fue la excepción. Después de cenar algo sencillo a lo que creía que tendrían, se fue a acostar indicándole que el día siguiente podría despertarse más tarde si quisiera por ocasión especial. Undyne se sentía incómoda si debía admitirlo pese a los días transcurridos ya, sin poder dormir todavía estando en su habitación que era más grande que toda la casa que había tenido antes, pero extrañamente agradecida con poder tener al menos un momento así. Tantos años en soledad y estarlo compartiendo con monstruos que la comprendían… era realmente reconfortante.
Aquellos mafiosos temidos que les planteaba la policía en su momento, realmente eran seres que le querían hacer sentir como en casa.
Tras dar muchas vueltas en su cama, terminó levantándose y asomándose en su balcón para contemplar el paisaje que tenía la mansión rodeada de flores. Parecían estar en un punto bastante aislado para no ser molestado, pero al ver en otros días que tales plantas de alrededor eran recolectadas por algunos sirvientes, supuso que su razón de estar ahí era por algo más grande que sólo embellecer el entorno. Pero fuera cual fuera el motivo, era algo hermoso de ver tanto de día como de noche, contemplándolas ahora bajo la luz de la luna. ¿Cómo alguien tan peligroso podía tener tanta delicadeza con algo tan simple como una planta? Algo no le cuadraba en todo eso, pero para ser sincera consigo misma, ella había tomado la decisión de ser instruida por él. Por lo mismo ya no debería dar pie a cuestionarse esas cosas ¿cierto?
Suspiró con ese simple pensamiento. Se sentía como una tonta de seguir dudando de todo, pero en su defensa, estar con el cuerpo policiaco para luego con un grupo mafioso no era precisamente un cambio saludable y normativo. No obstante, tenía que concentrarse en ser fuerte en verdad, y si el propio Gran Don estaba dispuesto a instruirla en tal cosa, no iba a desaprovechar tal oportunidad.
Tal vez así encontraría lo que realmente quería tener en su vida ¿cierto? Porque ahora comprendía que el mundo no se estaba dividiendo entre el bien y el mal, sólo en monstruos y humanos… y era claro en cuál bando debía de estar ella.
"Ven… ven a mi…".
Undyne retrocedió entre la sorpresa y el susto, invocando una lanza en sus manos por mera precaución de lo que acababa de escuchar. Pero por más que se mantenía atenta, no lograba comprender qué había pasado. ¿Qué había sido eso? Había sido una voz que, por muy tenue que fuera, resonó con suma claridad en su cabeza. O tal vez… ¿ya estaba muy cansada y se estaba imaginando cosas? Había sonado como una voz muy melosa y melodiosa. ¿De dónde había provenido? ¿O acaso había sido un fantasma?
No quería bajar la guardia por malas experiencias, pero tras varios minutos en espera de algo más, simplemente no obtuvo algo por mucho que estuviera alerta de todo su entorno. Incluso estuvo al pendiente de si esa voz había provenido del exterior al estar ella en el balcón. Pero era casi imposible estando ella a esa altura y cuya voz sonó tan directa ¿cierto? Era muy extraño…
Finalmente decidió irse a acostar nuevamente tras no obtener nada. Despareció su lanza y dejó de ver hacia el balcón, esperando que aquel malestar de momento desapareciera con ese simple gesto.
.
.
Los siguientes días fueron extraños para Frisk. Mantenía su rutina mañanera de despertarse temprano para ayudar con la preparación del desayuno, pero cada vez quería evitar a más seres habitantes del lugar por más que eso fuera un caso imposible. Los conejos eran muy amables a su manera, pero también eran bastantes invasivos de su espacio personal, queriendo abrazarla o vestirla en todo momento pese a sus negativas. Al menos había logrado explicarles lo tanto que le molestaba que quisieran acompañarla al bañarse, pero todo lo demás le hacía desear tener su propio espacio en cuanto supiera qué y cómo hacerlo.
En cuanto ese no fuera el caso, se apuntaba de inmediato en ir a hacer despensa junto con Ronnie con tal de salir un rato de todo eso, además de poder disfrutar del exterior en cualquier oportunidad ahora que dejaba de estar en la casa de los esqueletos. El conejo hermano mayor era el que le parecía más comprensible de todos los demás, pero eso no quitaba el hecho de que fuera invasivo también a su manera, vigilándola en todo momento al grado de no dejarle estar sola por más que lo pidiera. ¿Qué acaso todos los conejos eran iguales? Recordaba que las conejas gemelas de la boutique eran muy similares en ese comportamiento.
-Ronnie, ¿tu especie tiene algo con el espacio personal? –Preguntó Frisk mientras ambos caminaban hacia la calle donde se ponía el mercado. Aunque ambos cargaran con bolsas y canastas vacías para llenarlas, notaba que el conejo con sus fuertes brazos estaba dispuesto a cargar con todo una vez que terminaran de comprar todo. ¿Acaso se había vuelto fuerte por eso? –Sé que me estoy viendo malagradecida, pero me incomoda mucho.
-Supongo que sólo no estás acostumbrada a familias grandes. –El conejo le acarició el cabello al grado de revolvérselo, riéndose mientras la miraba hacia abajo siendo él mucho más alto que ella. Todos en La Madriguera, salvo Shyren, eran más altos que ella en realidad. –Sé que no estamos en un palacio, pero hacemos lo que podemos con lo que tenemos.
-Eso lo entiendo. –Respondió Frisk en el acto, acomodándose su cabello corto sin mucha dificultad y teniendo las bolsas de tela vacías colgando en sus brazos. –Pero no puedo hacer mi trabajo tampoco si no me dejan en paz.
-Cachorrita, además de ser una posible ermitaña, siempre has tratado de hacer todo tú sola, ¿cierto? –Ronnie se detuvo en un puesto, haciendo que Frisk también se detuviera y observara algunos vegetales en muestra. –He notado que no pides ayuda en nada pese a que estamos muchos presentes para hacer algo por ti.
-¿Por qué debería de pedir ayuda de hacer mi trabajo?
-Empezando por el hecho de no alcanzar las cosas. –Rió el conejo sin verla directamente. –Y no es malo hacerlo. Y eso mismo va para querer hablar con nosotros de lo que quieras. Somos todo oído.
Frisk no dijo nada al respecto, optando por tener más atención en los tomates que estaba tocando para medir su madurez que en el conejo que estaba dispuesto a pagar por los que seleccionara. Sabía que la mirada que todos los orejas largas le lanzaban eran de un modo sugerente para que hablara con ellos, pero simplemente no se sentía cómoda al respecto fuera de mencionar que había terminado con algunas de sus actividades. Por más mal que se sintiera, era un asunto personal y no de ellos, así de simple. ¿Por qué mencionarles que estaba triste al saber sobre la verdad de su familia? Aquello no serviría de nada si solo era algo con lo que tenía que lidiar por cuenta propia, no hacía falta involucrar a más gente.
-¿Hay algo que podamos hacer para que te sientas en verdad en casa? –Soltó Ronnie tras varios minutos en silencio. –No sé… Podrías invitar a tu novio a cenar un día de estos si quieres. Donde comen 21 pueden comer 22. O al menos eso dice mamá.
-Por lo que muchos me han insistido como amante, he de suponer que te refieres a Sans. –Contestó alzando una ceja de modo interrogativo. –No, no estamos en ninguna clase de relación.
-Espera, ¿no? –Se extrañó el conejo, bajando una oreja en el proceso mientras terminaba de pagar para retirarse a un puesto más. –Pero si llevas puesto el saco que te dejó en navidad.
En efecto, Frisk usaba el saco ahora que lo sentía más cálido que algunos suéteres que le prestaban. Seguramente los conejos no requerían de taparse tanto al tener consigo una capa de pelaje suave, pero en su caso requería más que un simple tejido y el saco de Sans le ayudaba a soportar el frío contante que habitaba en Snowdin, además de ser lo suficientemente cómodo para moverse con él en lugar de estar rodeada de una colcha por toda la casa o camerinos. Había notado que la señora Bonnie le sonreía con cierta gracia cada vez que la observaba ponérselo, pero no le había dado importancia a eso. ¿Acaso no estaba bien? Si Sans siempre le había colocado cada uno de sus sacos y ahora era la primera vez que podía conservar uno el suficiente tiempo para devolvérselo en cuanto lo volviera a ver.
-Por la forma en la que me vio esa vez, juraría que lo eran. –Continuó hablando Ronnie sin esperar su respuesta. –Aunque puede que me haya equivocado si la flor también me vio así.
-Sans es así de extraño… Y Flowey solo es muy protector conmigo.
Comentó Frisk sin querer darle mucha importancia, pero el simple hecho de hablar de Flowey le incomodaba. Por más que estuviera aliviada de ver que se encontraba bien y que podría hablar de nuevo con él en cuanto Sans pudiera llevarlo, otra parte de ella se sentía más sola que nunca sin importar su presencia o no. ¿Por qué abrirse con los demás si ni su mejor amigo lo había sido con ella? ¿Por qué querer hablar de sus emociones si su propia familia le había apartado desde un principio?
Sin darse cuenta en el momento, se había abrazado a sí misma como si quisiera cubrirse del frío que estaba sintiendo, pero notaba que se trataba de algo interno ya que el saco era suficiente para mantenerse en calor mientras caminaban tranquilamente. Fue así como se concentró de nuevo en el olor impregnado en la prenda que no lograba distinguir. No se trataba de una flor o químico de limpieza, tampoco de algún alimento que conociera. Era algo más bien… fresco y a su vez relajante. No sabía describírselo para ella misma, pero enfocarse en el aroma le ayudaba a no ponerse a llorar de nuevo por la tristeza que le invadía durante días por más que quisiera alejarse de eso. Por lo mismo pensaba que pudiera tratarse de una clase de loción que desconociera por completo.
Detestaba estar así si se suponía que estaba dispuesta a seguir adelante con todo, pero su mente le traicionaba cada vez que quería convencerse de que era capaz de seguir adelante sin importar su situación. ¿Ahora resultaba que no podía confiar ni en ella misma? Comenzaba a molestarse consigo misma por eso. Y como si se hubiera tratado de un libro abierto, notó que de nuevo el conejo estaba revolviéndole el cabello amablemente, como si con ello quisiera ayudarla a despejar sus malos pensamientos de su cabeza. Frisk sólo esperó a que dejara de hacerlo para volver a acomodar su cabello.
-Deja de cerrarte. –La voz de Ronnie sonó algo apagada pese a estarle revolviendo su cabello. –Sólo te estás haciendo daño.
-¿A qué te…?
-¡Ronnie!
La voz detrás de ellos les irrumpió toda conversación, haciéndolos girar en el acto para ver a un reptil de brazos muy fornidos acercándose a ellos. Frisk no tenía ni idea de quién se trataba, pero el conejo a lado de ella le había soltado por completo al verlo. Incluso parecía ponerse nervioso con el simple hecho de verlo acercarse. ¿Acaso era alguien de mucho temer? Si le parecía que se acercaba a ellos con mucho gusto, cargando consigo una bolsa con lechugas a la vista y teniendo algo de cuidado para que éstas no se cayeran en el camino.
-¡R-Ralph! –Sonrió el conejo con algo de nerviosismo. –Me da mucho gusto verte.
-Igual, aunque no tenemos mucho tiempo de no vernos. –Rió levemente el reptil. Era igual de alto que Ronnie, que parecía que no había notado a Frisk que estaba literalmente a un lado. –Feliz navidad atrasado y feliz año nuevo adelantado, jeje.
El reptil le tendió la bolsa de tela con las lechugas consigo. En manos de ambos monstruos parecía que era algo simple, pero Frisk estaba segura de que se trataba de algo muy pesado que ella no podría levantar con la facilidad con la que ellos lo hacían.
-G-gracias. –El conejo ni siquiera revisó el contenido, pero tenía las orejas bastante levantadas. –Aunque no debiste hacerlo. N-no te traje yo algo.
-No pasa nada, sé que te gusta las lechugas que vendemos. –Sonrió el reptil sin darle importancia al asunto, mostrando sus colmillos de marfil. –Por cierto, ¿cuándo volverás a entrenar con Aaron? Me ha preguntado mucho al respecto y creo que…
Frisk intentó prestar atención a la conversación, pero se sintió extraña de tan sólo estar entre ambos monstruos mientras hablaban animadamente, ignorándola por completo al grado de que observó sus propias manos ante la duda. ¿Acaso se había vuelto invisible y no se había dado cuenta? ¿Por qué no podía ser así dentro de La Madriguera para que le dejaran en paz?
Sabiendo que no contaban con tanto tiempo si tenían que volver con las cosas antes del desayuno, Frisk se dispuso a hacer el resto de las compras por su cuenta dado que se sentía incómoda de interrumpir la aparente agradable conversación. Pero tras recorrer un par de puestos de frutas y legumbres, se dio cuenta de lo tonto que había sido de su parte adelantarse si ella no tenía el dinero para ello. Tan sólo contaba consigo con el billete que Sans le había dado para el tren que olvidaba devolvérselo y la chequera de cuero nueva que simplemente no sabía usarla. Tampoco quería correr el riesgo de usarla con libertad tanto por la advertencia de la familia Gaster como el simple hecho de no saber cómo era su uso adecuado.
Además, notaba que algunos vendedores le veían con incomodidad con su simple presencia. Y en un principio habría pensado que se trataba de ser una humana rodeada una mayoría de monstruos si no fuera por percatarse a tiempo de que también había varios humanos en el entorno y que observaban realmente el saco que llevaba puesto. ¿En verdad era algo raro o malo que lo llevara puesto? ¿O acaso no era la única que notaba su olor particular? Era intenso su aroma, sí, pero no era nada desagradable como para que le vieran así.
Por estar caminando con sus pensamientos, no se percató del momento en que se había alejado demasiado y que de nuevo estaba frente al lugar que ahora sabía que se trataba de una iglesia. ¿Estaría ese señor de nuevo? Pensó seriamente en meterse para preguntarle algunas cosas que parecía estar malinterpretando por la reacción de Don Gaster al respecto, pero parecía que un grupo de humanos comenzaba a acaparar la entrada. Usando las escaleras de piedra como si fuera un escenario en el cual resaltar de los demás que pasaban por ahí. Y por lo que notaba a simple vista, no estaban ahí en un plan amistoso.
-¡Los monstruos son creaciones de Satán! ¡Vuelvan al infierno al que pertenecen!
-¡Ustedes son los que volvieron esto un maldito infierno! ¡Ya estamos ahí!
El grito detrás suyo le hizo percatarse de que estaba en medio de una discusión. Incluso varios de los jóvenes monstruos que estaban detrás de ella tenían algunos letreros en los que se leía "derecho a usar magia en público", "equidad=paz" y cosas por el estilo. ¿En qué momento había terminado en medio de algo así? Nunca notó que ese grupo estaba detrás suyo pese a ser bastante llamativo con sus pancartas y especies de monstruos tan variadas y coloridos.
Quiso retirarse al sentirse incómoda entre tanto griterío de ambas partes, pero no encontró una salida de inmediato ahora que se juntaban más seres en círculo por mero apoyo o curiosidad al respecto, siendo el caso de cada bando dispuesto a gritarse cosas sin sentido para ella hacia el otro. ¿Cómo había terminado en esa situación? ¿Ahora como lograría salir de ahí sin interrumpirlos? Parecían bastante perdidos en lo que se gritaban, pero Frisk estaba segura de que aunque les pidiera abrirse para poder salir sin problema alguno, simplemente no la escucharían. ¿Por qué no el señor de la iglesia salía para alejarlos? Ahí trabajaba… o vivía, ¿no? Ahora que lo pensaba, realmente no entendía que venía siendo una iglesia. Tal vez todo lo presente pudiera tener un sentido… en términos de lo que era la vida citadina, claro.
-¡Los monstruos también merecemos derechos! –Gritó una chica bastante joven, cuyo ser completo parecía ser un fuego verde andante. Seguramente ella no pasaba de frío nunca. –¡Y uno de ellos es tener la libertad de ser quienes somos! ¡A tener una vida digna! ¡Derecho a estudiar lo que queramos! ¡A elegir un representante monstruo estas elecciones!
Varios monstruos que estaban junto con ella alzaron los puños al aire mientras gritaban en acuerdo a sus palabras, levantando sus pancartas con mayor orgullo con intenciones de que cualquiera pudiera verlas. Frisk se sintió aún más incómoda con tanta gente alrededor. ¿Acaso Ronnie la estaría buscando o seguiría hablando con el reptil de las lechugas? ¿Debía atreverse a pedir que le dejaran salir o no valía la pena al no poder escucharla entre los gritos? Se lamentó de haberse querido adelantar a algo que no pudo cumplir por cuenta propia.
-Vaya que son escandalosos, ¿no crees?
La voz a lado de ella le desconcertó en sus pensamientos de querer conseguir una salida. Con sorpresa, la chica arácnida estaba al lado de ella sin preocupación alguna fuera de aferrarse a su abrigo bastante grueso, mostrando estar pasando más frío que ella pese a estar usando esa prenda y ocultando cuatro de sus brazos dentro de ello al no contar con más mangas disponibles. Frisk no tenía ni idea de porqué esa chica estaba ahí con ella si evidentemente estaba pasándola mal con tanto frío, pero su sonrisa burlona le aclaraba más que suficiente de que en definitiva estaba ahí por ella.
-No culpo a los adolescentes de querer intentar cambiar las cosas, pero en definitiva no lo lograrán de esta manera. –Comentó la arácnida sin que le hubiera pedido su opinión al respecto. Que le tomara tanta confianza de la nada le incomodaba, y aún más tras recordar la última vez que se vieron. –Los humanos nos creen delincuentes por igual, pero no comprenden que para nosotros, son los humanos los villanos a vencer.
-¿Por qué tanto conflicto por diferencias? –Terminó Frisk respondiéndole de alguna manera, ya que no podían salir de aquel círculo y con los gritos nadie más estaba al tanto de su conversación. –Tanto humanos como monstruos habitamos un mismo planeta, y debemos ser juzgados por nuestras decisiones sin importar eso. Una especie en particular no debe definir quiénes son los buenos o no.
-Es fácil para ti decirlo, considerando que eres una humana.
-¿A qué te refieres?
-Hay personas que creen que lo que piensan es correcto y quieren obligar a los demás a tener un estilo de vida, sólo porque lo consideran "normal" a sus estándares. –Movió sus dedos entre comillas para resaltar su comentario, sonriendo con un deje de burla hacia ella y mostrando sus delgados colmillos en el proceso. –Tú no eres la excepción, humana. Teniendo tantos privilegios en tu vida y haciendo que monstruos den la cara por ti sólo te hace ver como una hipócrita.
-¿Y sólo estás aquí para decirme esto?
-Huhuhuhu, calma, calma. No hace falta que te molestes conmigo. –Canturreó la arácnida, divirtiéndose con la mala expresión que seguramente había soltado tras su pregunta. –En realidad estoy aquí para recordarte nuevamente que no debes alejarte tanto. Pero debo decir que tengo más curiosidad en conocerte.
-Pero a mí no me interesa conocerte a ti.
La arácnida solo se rió como si hubiera comentado algo gracioso, pero Frisk se molestó aún más con su presencia. No sabía explicarse, pero algo en ella no le calmaba por más que no quisiera darle importancia. ¿Por qué alguien que apenas había visto un par de veces le generaba mucha molestia su presencia? Apenas y sabían de la existencia la una a la otra y mucho menos habían tratado lo suficiente para querer despreciarla como era el caso de Don Gaster, cuyo trato mutuo era más que suficiente para dejar en claro que no se agradaban el uno al otro. ¿Por qué le molestaba entonces la arácnida? Sus comentarios no eran tan alarmantes como otros que había escuchado sobre su persona para incomodarle a ese grado.
-Es una pena, porque creo que ahora yo sé bastante de ti. –Canturreó la chica sin importarle su reacción ni el entorno en conflicto. –Al menos quería ser justa y quería que me conocieras también.
Frisk se extrañó con tal propuesta y se atrapó a sí misma en la curiosidad de querer saber a qué se refería. ¿Acaso Sans o Papyrus habían hablado de ella? ¿Qué tanto tenía que ver la arácnida con la familia esqueleto para que estuviera ahí, cerca de ella como si tuviera que vigilarla igual que como lo hacía Don Gaster en el centro de Snowdin? No hizo falta que memorizara tanto al ser contadas las veces que se habían visto. Esa arácnida a lado de ella estuvo alguna vez comprometida con Sans. ¿Acaso eso no le daba la curiosidad suficiente para querer aceptar su propuesta? ¿Saber cómo había sido su tiempo comprometidos?
Como si se respondiera a sí misma, se abrazó nuevamente mientras miraba el conflicto sin sentido entre humanos y monstruos. No hacía falta sucumbir a su curiosidad por medio de alguien más porque ese no era asunto suyo. Si Sans quisiera compartirle tal parte de su vida, estaba en la libertad de decírselo o no. Ambos ya se habían demostrado la suficiente confianza de abrirse el uno con el otro ¿cierto? Por lo que prometida o no, esa no era razón suficiente para aceptar su propuesta. Mucho menos el hecho de querer tentarla con el hecho de saber más de ella. Al paso que iba su vida, todos en la ciudad sabían más de su padre que ella misma. Comparado con eso, el resto era insignificante.
Observando el conflicto entre especies, ningún lado parecía querer llegar a algo, sólo tener la razón pese a agredir la opinión del otro. Pero cuando los monstruos comentaban sobre libertad de estudiar lo que quisieran… le recordó las palabras de Ronnie al respecto, preguntándole porqué fue educada en casa si tenía el lujo como humana poder asistir a un instituto, al igual de recordar que Sans le había comentado sobre el sueño frustrado de su padre de ser médico. Algunos terminando en la prostitución y otros en delincuentes. Si Sans hubiera podido estudiar lo que quisiera, ¿habría sido músico como le había contado?
Ahora por fin entendía el comentario de la arácnida a lado de ella. Como humana, simplemente había cosas que no notaba a la primera como era el caso de los humanos en la cima de las escaleras. Pero ella al ser educada por monstruos como una hija más, tenía que entenderlo de alguna manera. Sería una total grosería de su parte no hacerlo. ¿Pero cómo si nunca había tenido ciertos escases como mencionaban algunos monstruos? Aunque hubiera estudiado en casa, nunca le había faltado techo ni alimento, ni mucho menos parecía que sus padres habían sufrido para brindarles eso.
Pero si uno de ellos había resultado ser un delincuente extremadamente temido. ¿Acaso había pasado por lo mismo que muchos otros monstruos más? ¿Por eso se había convertido en un asesino tan temido? No, no. No podía justificarlo aun con ello ¿cierto? Matar era bastante terrible sin importar la situación, pero ahora que sabía esa parte de la historia de su vida… era terrible recordarse el hecho de haber tenido tantos privilegios como le mencionaban, todos siendo con base criminal. Incluso el dinero que tenía consigo en forma de chequera provenía de algo tan atroz, así como su amada floristería seguramente también había provenido de ello.
Instintivamente oprimió sus puños ante la frustración que le provocaba. ¿Cuántas vidas habían costado su regalo de cumpleaños? ¡Era mucho dinero!
-¡Todos los monstruos son delincuentes! –Gritó un señor desde las escaleras de piedra.
-No, no es así. –Soltó Frisk.
Había comentado sin pensar, queriendo aferrarse a la idea de que había una explicación a lo de sus padres, pero entre griterío no creyó que algunos le hubieran escuchado al grado de parar entre asombro e indignación que poco a poco fue uniéndose hasta contar con toda la atención posible. Si Frisk ya se sentía incómoda antes, ahora mucho más al notar que todas las miradas estaban sobre ella. La chica arácnida a lado suyo sólo soltaba una tenue sonrisa mientras sujetaba fuertemente su abrigo grueso. ¿Sería un buen momento para pedirles que le dejaran retirarse? No, parecía que ahora querían darle la palabra a seguir opinando al respecto ¿cierto? ¿Qué debía de hacer ahora?
-Señorita, ¿qué no está harta de vivir en inseguridad en las calles? –Terminó preguntando un señor.
-Sí, pero eso no es por culpa de los monstruos. Generalizarlos como delincuentes es absurdo. –Terminó respondiéndole para no verse mal ante la situación, pero su respuesta pareció generar el efecto contrario. –Algunos son delincuentes porque no les dan otra oportunidad para sobrevivir. No es que lo justifique, pero… si tuvieran la oportunidad de ejercer mejores trabajos, podría reducirse la delincuencia de la cual los juzgan. ¿No creen?
Frisk se sentía incómoda de recibir tantas miradas encima de ella y eso que estaba viviendo en una casa de una familia numerosa que atendía a mucha gente por las noches. No sabía qué hacer para que le dejaran de ver de esa manera, pero supuso que de cualquier manera ya era tarde para cualquier intento.
Su madre nunca pareció tener la necesidad de trabajar por el dinero que les mandaba su padre, pero aun así la repostería era algo que frecuentaba hacer. Y con ello, la discriminaban mucho en el pueblo más por ser mujer que por ser monstruo, pero era un hecho que eran comentarios indignantes. La señora Bonnie hacía lo que podía para sacar adelante a todos sus hijos y a la vez cumplir su sueño, pero no parecía ser suficiente al grado de tener que aceptar las decisiones de sus hijos de brindar sus cuerpos para solventarse económicamente. Y Sans ya le había dicho que todo lo que hacía era por el bien de su familia, aun cuando supiera de antemano lo garrafal que venía siendo su estilo de vida. Y todo eso se lo decía siempre con una sonrisa cansada.
-Cada especie está en el lugar que corresponde, ¡Es así como funciona el sistema! –Alegó una señora grande con total enfado en su voz.
-¿Unos arriba y otros abajo? –Frisk alzó la ceja de modo interrogativo, viéndolos hacia arriba justamente al estar ellos en las escaleras de piedra. –¿Estando ustedes ahí arriba negando a los monstruos las libertades que todos deberíamos tener a la par? No los hace diferente a los delincuentes con esa ideología tan ruin.
Si tan solo Don Gaster hubiera estudiado medicina, sus hijos no habrían terminado en ese camino tan corrupto, ¿cierto? Si eso hubiera pasado, Sans tal vez habría podido tener una vida normal, dedicarse a lo que quisiera…
El enojo de los humanos en la cima fue más que notorio, algunos mostrando sus dientes con total indignación a la par que parecían querer contenerse ahora que le estaban mirando particularmente su saco. ¿En verdad era extraño que llevara tal prenda? Frisk no tenía intenciones de quitárselo de cualquier manera ante el invierno presente, pero detrás de ella había cierta calidez que no sabía cómo expresarlo. De cualquier forma le incomodaba por el simple sentir que los adolescentes le miraban con tanta atención.
-¡Lo sabía! –Escuchó que uno de los adolescentes exclamaba con cierta admiración. –Los rumores son ciertos.
-¡Ella es real! –Escuchó otra voz, pero con el mismo tono.
-Una pecadora no debería de opinar tal cosa delante de la Casa del Señor. –Nuevamente comentó la señora mayor con cara de enfado cada vez en incremento. –Mucho menos una asiática que no comprende las costumbres de nuestro país.
-Una semilla extiende sus raíces en donde quiera que esté. No le importa la tierra en la que esté emergiendo. –Respondió mientras daba un paso al frente, queriendo alejarse de la mirada incómoda de los adolescentes y de la burlona de la arácnida. No sabía qué significaba "pecadora", pero percibía que se trataba de algo malo. –Nací y vivo en esta ciudad. Eso la hace mi tierra, la comprenda o no.
El grupo sobre las escaleras parecía molesto, pero tampoco con intención de decirle algo más. Por muy extraño que le pareciera, actuaban como si le tuvieran miedo pese a sólo haber opinado algo. Nuevamente notaba que observaban el saco que traía puesto, como si aquello fuera suficiente para detenerse ellos mismos. Y por muy extraño que le pareciera, había notado al señor mayor que había conocido en la iglesia el otro día. Asomándose en la puerta sin querer salir de ese sitio, pero descubriendo que sus miradas habían coincidido en cuestión de segundos pese a la distancia. ¿Acaso le había sonreído? No pudo comprobarlo de inmediato al ver que se había regresado a ingresar en aquel extraño lugar para ella. Frisk le tenía varias preguntas, pero supo que no era momento para ello.
Sin más, retrocedió para que finalmente le dejaran retirarse de ahí aprovechando que tenía demasiada atención encima. Notando que el círculo se abría sin necesidad de pedirlo y dispuesta a seguir derecho sin tener contacto visual con nadie más.
Avanzó lo suficiente para alejarse de ahí, dispuesta a volver a La madriguera al estar más cerca que cualquier punto de escape de tal situación incómoda, pero para cierta desgracia suya tenía ahora a la arácnida acompañándole al ritmo de sus pasos, con total naturalidad que a ojos de cualquiera podría parecer un paseo. ¿Por qué esa chica le estaba siguiendo? ¿Por qué no le dejaba en paz?
-¿Te sientes superior mientras llevas el saco de Sansy? –Rió la chica multiojos, mostrando nuevamente sus delgados colmillos. –Has de creer que estás en total libertad de decir lo que te plazca bajo su protección.
-Digo lo que quiero decir y ya.
Atajó sin querer mirarla más, prefiriendo ver el camino que tenía en frente y tratando de ign… ¿Sansy?
-W.D. tenía razón sobre ti entonces, huhuhuhu. –Continuó la chica sin importarle lo que le dijera. No parecía tomarse nada de forma personal. –Así que además de hipócrita, eres imprudente ¿eh? Vaya chica tan extraña que eres.
-¿Y por qué me sigues entonces? –Alegó cada vez más molesta con su presencia. –Ya tengo más que claro que no debo salir de Snowdin, no hace falta tenerte cerca.
-Ya te lo dije, quiero conocerte. –La chica se encogió de hombros. –Sé que te llamas Frisk, pero nunca tuve la ocasión para presentarme formalmente. Mi nombre es Muffet.
Frisk no dijo nada. Nunca tuvo interés en siquiera saber eso de ella de cualquier manera. ¿Por qué le molestaba tanto alguien que apenas y sabía de su existencia?
-Sé que no frecuentas los sabores dulces, pero que te gusta degustar la canela y la vainilla. –Continuó hablando la arácnida, teniendo por fin su atención ante tal información sobre ella misma. ¿Cómo es que lo sabía? No era algo que le hubiera dicho a Sans o a Papyrus. –Son sabores que obtienes de las plantas que tanto amas, ¿no? ¿Es por eso que te gustan?
-¿Cómo es que sabes eso? –No pudo evitar sorprenderse con eso.
-Huhuhu, ya te dije que sé mucho sobre ti. Se me da muy bien la repostería, así que un día de estos puedo prepararte algo con esos dos sabores. –Rió nuevamente con total inocencia, cosa que definitivamente no le quedaba. –Y lo acompañaremos con tu té favorito, tila con un toque de leche.
-¿Cómo…?
-Y podremos tener una tarde de chicas ¿qué dices? –Le interrumpió sin importarle nada. Deteniéndose para que ella misma también lo hiciera ante la sorpresa. Llegándole el olor de la carne cruda al estar al lado de un puesto de ello. –Incluso te compraré un vestido nuevo para ese día. Uno azul que es tu color favorito.
-¿Por qué sabes todo eso de mí? –Insistió Frisk cada vez más incómoda con ese hecho. –¿Y por qué quieres conocerme más?
-Tengo curiosidad, huhuhu. –La chica se tapó la boca al reír, siendo un gesto de lo más inocente que definitivamente no coincidía con su comportamiento. –No me agradan los humanos, pero quiero saber por qué Sansy está tan interesado en ti.
Frisk alzó una ceja al escuchar eso de nuevo. ¿Sansy? ¿En verdad estaba hablando de Sans?
-Además tengo el deber de encargarme que nada malo te pase por esta zona que me asignaron, así que quiero hacerlo de manera más divertida para ambas. –Nuevamente se encogió de hombros, siendo un movimiento extraño con la prenda tan gruesa que sujetaba consigo. –Mañana será un año nuevo, así que podemos iniciarlo con una amiga. ¿Qué te parece?
Cierto, mañana era primero de enero y por ello era que los conejos y Shyren habían estado ensayando tanto para el evento nocturno de ahora. Comentando que en ese día muchos optaban por divertirse en el exterior en lugar de permanecer nuevamente con la familia a cómo era la navidad. Para Frisk eso solo significaba más trabajo, ya que debía de ayudar a los artistas a cambiarse para reducir tiempos y recoger todas las prendas que soltaban por doquier para volver al escenario. Aunque le fuera en extremo incómodo tal cosa, comenzaba a no querer darle importancia en cuanto no pensara mucho en ello. Ya había notado que era más incómodo cuando los conejos notaban su pena al respecto, abrazándola con sus cuerpos casi desnudos ante alguna aparente ternura que les producía su reacción. Era mejor para ella que no notaran nada de ella para evitar momentos bochornosos como esos.
-No me interesa hacer amigos. –Admitió Frisk sin pensarlo demasiado. –Tengo uno y es más que suficiente.
-¿Te refieres a Flowey? –Frisk nuevamente se sorprendió. –Un día de estos puede acompañarnos si quieres, pero es más divertido estar solo mujeres. ¿O se le considera del género femenino? He notado que se refiere como un "él", así que por ello no lo tomaba de nuestro lado. Pero supongo que como una flor, no debería de preguntar mucho al respecto, ¿eh? Fuhuhuhu. Tú eres la experta en eso, supongo.
-¿Has hablado con Flowey? –Frisk ni siquiera esperó a su respuesta, notando por fin qué estaba pasando. –Él fue quien te dijo todo esto de mí.
Flowey le había advertido tanto de no brindar su información a cualquiera, siendo bastante insistente al grado de regañarla una y otra vez por cosas simples que contestara sobre su persona. ¿Y él le había contado tanto de ella a una total desconocida? ¿Por qué? ¿O acaso la arácnida era alguien de confianza? Desde que llevaban tiempo distanciados por todo lo acontecido, ¿algo había cambiado además de su percepción de él? ¿Qué estaba pasando? Nuevamente oprimió los puños al sentir que estaban temblando sus manos. Flowey le había dicho que no confiara en nadie, sólo en él. Pero tal parecía que él podía confiar en quien quisiera, ¿eh?
¿Por qué no quería decirle sobre lo que sabía de ella, mientras que con la arácnida no parecía tener problema en contarle sobre ella?
Frisk podía oír como el carnicero estaba cortando un gran trozo de carne sobre una tabla para entregarlo en una bolsa a alguien más, notando el olor de la sangre con bastante nitidez que le producía náuseas de sólo recordar al cadáver del sótano. Pero no le incomodaba tanto como la chica insistente a lado suyo. Ya tenía demasiado con la familia conejo, ¿Por qué no la dejaban hacer sus cosas y le dejaban en paz? Ya tenía demasiado queriendo saber sobre su propia vida, no hacía falta que le complicaran aún más las cosas seres que no tenían nada que ver.
-Umm, bueno, ya que no me respondes… he de suponer que rechazas mi oferta. –Suspiró Muffet con falsa resignación. –Eres muy extraña, por eso quiero entender por qué es que te quieren tanto.
-¿A qué te refieres? –Terminó preguntando, queriendo olvidar de alguna manera la desagradable sensación que le producía recordar la vez en el sótano. –No creo que se me quiera.
-Tienes que ser muy idiota para no darte cuenta. –Por primera vez en la conversación, la chica no pareció querer reír de su comentario. –Tantos esfuerzos que están haciendo los demás por ti, y sólo pareces querer estar enojada con todo. Eres más hipócrita de lo que creí, humana.
Frisk no quiso escuchar más a la chica, no le importaba lo que se pensara de ella o no. Pero en cuanto se giró para retomar su camino, la chica le detuvo el brazo con bastante fuerza que nunca se hubiera imaginado de ella. Parecía tener los brazos tan delgados como ella. ¿Por qué era tan fuerte? ¿O ella misma era la débil? Pero aún más importante ¿por qué la estaba deteniendo?
-Tienes a dos familias de monstruos preocupándose por una humana como tú, una a la que no le importa siquiera verse cortés por tales consideraciones. –La arácnida se notaba molesta ahora, pero no alzaba su voz para no llamar la atención ante tanto público presente. –Si no te importa tu vida, al menos deberías pensar en la de todos ellos, que se están arriesgando demasiado contigo y tú ni siquiera lo agradeces.
-No soy malagradecida, yo…
-Flowey habla todo el tiempo de ti porque eres lo único que le importa. Los Gaster pudieron perder la vida por sacarte de Hotland y están condenados por todo lo que han hecho por ti anteriormente. –Continuó la arácnida, viéndole con sus cinco ojos de un modo un tanto amenazador. Por un momento incluso le apreció ver un tenue brillo rosado en ellos. –Los Bunny te están brindando comida y techo pese a no tener siquiera para ellos mismos. Tengo la orden de matarlos si no te cuidan, pero cada vez que te observo en estos días, no pareciera importarte eso, alejándote constantemente como hoy y viéndote malagradecida en cada oportunidad.
-¡No los mates! –Frisk se alteró de saber todo ello. ¿Le había estado vigilando? ¿Planeaba matar a los conejos? –Por favor, no…
-¿Tú crees que quiero hacerlo? Detestaría tener que mancharme las manos de esta manera, y aún más por tu comportamiento tan tonto. –Muffet oprimió más su muñeca, dejando en claro que estaba molesta con ella. ¿Acaso estaba viendo a la verdadera ella finalmente? ¿Por esa razón le había desagradado su falsa simpatía de hace un momento? –Tienes tantos queriéndote a tu alrededor ¿y sólo quieres mostrarte indiferente? Me das asco, humana.
Frisk dejó de forcejear al escuchar eso de nuevo. ¿Tener a tantos que la quisieran? Sus padres le tenían tan apartada que ahora no sabía que pensar de ellos realmente, Flowey no tenía sentimientos genuinos y se lo dejaba muy en claro en cada oportunidad, los Bunny la trataban más como una mascota que como una persona que les laboraba ahí mismo y los Gaster eran demasiado extraños para ella que ya no sabía que pensar al respecto. Todo eso no era su concepto de cariño a su perspectiva. ¿Eso era lo que le envidiaba? ¿Qué tan mal tenía la vida la chica ante ella para que quisiera todo eso?
Muffet era acogida de la familia Gaster cuyo objetivo inicial no se había dado ¿cierto? Al menos ella sabía desde un principio su razón de haber estado en una familia, no como ella que aún no entendía del todo los motivos si nunca fue adoptada realmente. Y Flowey parecía haberse abierto más con ella que todos los años que había estado con él, por lo que no cabía duda de que su amigo no le tenía confianza suficiente o prefería estar con la arácnida. Si no fuera por el hecho de saber que Flowey no tenía emociones, podría suponer que se trataba de sus atributos bastante notorios que tenía la chica. ¿Y si Sans pensaba lo mismo? Después de todo, era una chica bastante bonita y de proporciones llamativas.
Y además habían estado comprometidos. Tenían un pasado y vivían juntos ahora. Le tenía un apodo incluso. Si Flowey le tenía confianza pese al poco tiempo, no le cabía duda de que Sans podría haberlo sido mucho más con ella tras tantos años de conocerse. Se había prometido no querer saber nada al respecto al ser la privacidad del esqueleto, pero se atrapó a si misma molesta de sólo pensarlo. ¿Por qué le incomodaba pensar en todo eso? No se trataba de un asunto suyo.
-Tú tienes a Sans contigo. –Gruñó por lo bajo sin siquiera pensarlo. –No deberías de quejarte de mí.
-¿Qué?
El semblante de la arácnida disminuyó un poco, pero no lo suficiente para calmar la situación entre ellas. Frisk quería relajarse y tener total control de sus emociones para retirarse, pero ahora estaba parada y firme ahí, sin querer alejarse de la situación ante alguien que claramente no se agradaba la una a la otra. ¿Entonces por qué ahora estaba tomando su muñeca para estar a la par? ¿Por qué quería ganarle ante algo que no tenía sentido de ningún modo?
El olor a la sangre de la carnicería de al lado le llegó con más intensidad, seguramente al estar cortando más trozos por lo que podía oír con el hacha sobre la madera una y otra vez. Pero con tan sólo ver la manga del saco que traía puesto, nuevamente se concentró en el extraño aroma que emitía la prenda, notando que había presionado con fuerza la muñeca de la arácnida. ¿Acaso había querido lastimarla? Esa no era su forma de ser ¿Qué le estaba pasando? Pensar en todo eso fue suficiente para que olvidara también el sonido del hacha cortando la carne, soltándola en el acto al asustarse de su propio comportamiento nada propio de ella.
-Lo siento, yo… no quise lastimarte. –Comentó Frisk sin saber realmente qué le había pasado. Primero no podía controlar su tristeza constante ¿y ahora esto?
-Fuhuhuhu, ¿consideras esto lastimarme? –Levantó su muñeca que segundos antes le había estado sujetando, mostrando su gesto de burla nuevamente en lo que le soltaba ella ahora su muñeca para estar a la par. –Eres muy debilucha, humana. No podrías dañarme ni aunque quisieras.
Frisk no le entendía para mostrarse tan indiferente a lo que acababa de pasar. Notó a lo lejos que Ronnie estaba corriendo hacia ellas, teniendo cuidado de que no se le cayeran las cosas que traía consigo y sintiéndose culpable de haberlo dejado solo con todas las compras. Quiso suponer que sus arrebatos frecuentes se debían a no haberse permitido antes el expresar sus emociones para no molestar a sus padres, pero ahora que ellos eran el problema de lo que sentía ¿era por ello que no estaba logrando reprimir nuevamente sus emociones? ¿O era acaso que desde que había llorado en el hombro de Sans ya no podía frenarse? Algo malo estaba pasando con ella, eso era un hecho.
Pero al notar que el conejo estaba agotado tras por fin estar con ella, supuso que a eso se refería Muffet de ser malagradecida. ¿En verdad estaba ocasionándoles tantos problemas? Y si era el caso, ¿por qué no la corrían de su casa? Estaban en todo su derecho… a menos claro que estuvieran esperando a que ella tomara la iniciativa de irse.
-Lo siento, Ronnie. –Soltó sin esperar a que el conejo se reincorporara, teniendo su respiración agotada. –No tuvo sentido que me quisiera adelantar con las compras si tú tienes el dinero.
-¡Ya no… me hagas esto! –Apenas y podía hablar. –Vas a… matarme del susto… un día… de estos.
Frisk comenzaba a sentirse culpable de algunas cosas si era el caso de ser una verdadera carga para todos, aun cuando ella nunca había pedido tener tales atenciones si debía admitirlo. Pero quería ser responsable de todo, quería comprender de alguna manera aquello para dar con una solución. Y por ahora, había una cosa que debía solucionar primero ahora que estaba presente.
-Ronnie, ¿puedo aceptar tu propuesta de tener una invitada?
-¡¿Ah?! –Exclamaron ambos monstruos consigo al unísono.
.
.
Definitivamente no estaba acostumbrada a estar en un gran comedor tan elegante, aunque ver al Gran Don en ella, se veía como una mesa completamente normal. Como todas las mañanas después del entrenamiento, estaban ahí ante los platillos más deliciosos que podría contemplar en su vida. Y para cierta sorpresa suya, algunos eran preparados por el mismo anfitrión y optaba por servirse él mismo pese a que varios sirvientes estuvieran ahí, con una gran sonrisa por poder estar con él. Era todo tan surreal… y aun así estaba ella ahí, sintiéndose admirada también de algún modo.
Aunque siendo sincera también, el monstruo no era de las mejores compañías posibles para una tranquila merienda. Algo en él le hacía sentirse maravillada, aterrada y retada, todo al mismo tiempo.
-Dime Undyne, hay algo que no he sabido de ti. –Comentó el Gran Don tras dar un bocado bastante grande. –Aunque solo fuiste una secretaria, estuviste investigando sobre los Gaster ¿por qué?
-Es algo personal.
Contestó por pura inercia, queriendo concentrarse mucho más en su plato que se veía bastante delicioso todo, pero la risa profunda del monstruo le llamó mucho más la atención que cualquier exquisitez al alcance de su mano.
-Me queda obvio que es personal, pero te pregunto por qué lo es. –Sonrió el monstruo mientras preparaba un nuevo bocado en su tenedor. Los filetes eran tan grandes y gruesos, pero aun así no parecía tener necesidad de partirlos para llevárselos a la boca. –Gerson me dio una idea del porqué, pero quiero escucharlo de ti.
-¿Importa tanto? –Se molestó con su insistencia. Aun así no quiso verlo a los ojos por temor de ofenderlo de alguna manera. –Tanto usted como yo los queremos muertos, es más que suficiente ¿no?
-jajajajajaja, típico comentario de un cobarde.
-¡Yo no soy una cobarde!
Había golpeado la mesa del puro coraje que le daba que se burlara de ella de nuevo, mirándolo finalmente a los ojos pese a haber querido evitarlo. Pero no lo notó ofendido ni molesto por su actitud, aun cuando su golpe había sido bastante brusco al grado de tirar varios platos que jamás pudo probar. ¿Acaso la había provocado de nuevo? Su sonrisa burlona le indicaba de algún modo que ese era el caso. No le cabía duda de que el Gran Don tenía un humor muy extraño.
Aunque le desafiara de algún modo con la mirada de que dejaran a un lado el tema, era evidente que esa era una batalla que no ganaría. Los dorados ojos de la bestia eran bastante intimidantes para ella, sin contar que su sonrisa fanfarrona sacaba lo peor de ella en todo momento, como si esa fuera toda su intención en cada oportunidad. Y aun con todo eso, no podía evitar sentir cierta admiración de él. ¿Cómo era que irradiaba tanta seguridad consigo? Desearía poder ser así, aunque fuera algo mínimo.
-Los Gaster mataron a mi padre. –Terminó aceptando que tendría que hablarlo tarde que temprano. El monstruo ante ella no iba a dejar de un lado un tema sólo por incomodarle hablar de ello. –Le prometí a Papyrus que solo yo podría detenerlos de todos sus crímenes. Y es algo que pienso cumplir a toda costa.
-Papyrus… umm, el menor de ellos ¿cierto? –La bestia tuvo el filete en su tenedor, siendo de algún modo sorprendente que no se cayera de ahí. –Supe que se comprometió con la hija de la líder sindical.
-¿…Qué?
Undyne oprimió sus puños, estando por golpear de nuevo la mesa. Pero tan sólo se quedó ahí sin poder procesar del todo la noticia. ¿Papyrus… comprometido? ¿Se iba a casar? Si se suponía que los Gaster tenían la regla de no poder estar en ninguna relación ni amistosa ni amorosa ¿no? Si Papyrus le había dejado en claro tan sólo una vez que jamás pensaría en romper las reglas impuestas por su padre, que justo por ello serían por siempre enemigos, sin poder evitarlo al estar condenados por sus respectivos destinos.
¿Entonces por qué… porqué…? ¿PORQUÉ SE CASARÍA?
-Mi problema está con Wingdings y su primogénito, así que puede que le perdone la vida al menor si deja de ser un Gaster. –Comentó el Gran Don sin darle importancia a su reacción. –Aunque claro, nunca aseguro algo así. ¿Qué piensas?
Parecía que el Gran Don trataba de entablar una conversación casual con ella mientras comían, pero la anfibia no pudo dar ni un bocado más, sin poder borrar esa información de su mente. Movía el tenedor una y otra vez entre el alimento de su plato, revolviendo el puré de papa, los vegetales y la carne en conjunto como si fuese todo una gran papilla. Pero nada lo llevaba a su boca. Nada de eso le calmaría por más delicioso que estuviera. El sentir cómo estaba oprimiendo su tenedor al grado de querer romperlo le dejaba muy en claro eso.
Al no poder contenerse más, terminó levantándose y disculpándose por hacerlo de un modo tan grosero, pero no podía más contener su enojo. Necesitaba golpear algo. Necesitaba golpear lo que fuera. Corrió bastante rápido hasta, sin ver a que o quienes se atravesaban en su camino y sin importarle del todo si destruía algo en el proceso. Corrió hasta que llegó al establo, justo donde Don Dreemurr tenía los toros vivos que golpeaba en su entrenamiento matutino y que no parecía comerse pese al poco esfuerzo. Al tenerlos separados por cuestiones de su tratamiento, se metió a una de las divisiones, en busca del toro de ahí por simple enojo suyo, pero tal parecía que no tuvo necesidad de dar muchos pasos, ya que el animal le había encontrado y se veía irritado con sólo ver su cabello rojo.
"Me gusta cómo se te ve el cabello". Le dijo una vez… Y ahora se lo diría a otra chica. ¿Cierto?
El toro emitió un sonido muy fuerte, dejando en claro que estaba enojado de que entrara en su dominio, pero Udyne le dio un fuerte puñetazo en la nariz en cuanto lo tuvo cerca. Justo como había observado que lo hacía el Gran Don todas las mañanas, pero no siendo lo suficientemente fuerte para tumbarlo del mismo modo. Rápidamente hubo otro ataque de su parte, estando por clavarle el cuerno en su pecho, pero la anfibia estuvo más alerta de su movimiento, golpeándolo de nuevo repetidas veces en la cara hasta hacerlo retroceder lentamente. Ni siquiera notaba al momento que estaba gritando en cada golpe que daba.
¿Por qué el único que le había respetado en la lucha…? ¿Por qué el único que había querido ser su amigo…? ¿Por qué… porqué…? ¿Por qué le dolía tanto?
¿Por qué siquiera le importaba? Eran enemigos, podrían matarse mutuamente ante la primera oportunidad. Si el idiota quería casarse, aun cuando le había dicho que aquello nunca pasaría en su vida… ¡No debería de importarle en absoluto! ¡No debería de importarle ese maldito idiota con sus estúpidas mentiras de mierda!
-¡NYAAAAAAAGGG!
Sintiendo el cuerpo arder, alzó su brazo al mismo tiempo que invocó varias lanzas que rápidamente atravesaron al toro y le hicieron sufrir en agonía al no poder moverse más. Teniéndolo levantado del suelo con tantas lanzas que había invocado desde el suelo que ni siquiera le dio importancia de notar que era la primera vez que había creado tantas con su magia. Y ni siquiera estaba cansada por eso, queriendo de alguna manera seguir haciéndolo hasta poder agotarse pero deteniéndose al no necesitarse tampoco.
Undyne sólo se quedó quieta ahí, sintiendo su pecho agitado y contemplando el toro sangrar hasta que dejó de retorcerse de dolor. Viendo que el animal estuvo observándola en sus últimos segundos, llorando del dolor hasta que no pudo más. Notando que ella había hecho lo mismo y limpiándose la cara al sentirse como una completa tonta.
Su vida era tan injusta.
.
.
Pese a lo repentino que había sido todo, la familia conejo parecía adaptarse a cualquier cosa que implicara más gente en su entorno. Había terminado aceptando sin más la propuesta de Muffet invitándola a la casa misma que estaba habitando, pero una parte de ella sentía que había sido un error. Había algo en ella que le incomodaba, pero muy a su pesar, ahora no encontraba motivos para seguir molesta con ella si parecía ser una invitada muy educada. Se había ofrecido para ayudar con el desayuno, había escuchado la plática familiar sin problema alguno y sin intervenir, incluso había ayudado a levantar todo y limpiar con una rapidez sorprendente dado sus múltiples brazos.
Al terminar, la familia conejo se había retirado al local para ensayar una última vez antes de la noche, dejándolas a ambas en el alargado comedor y brindándoles la libertad que hacía mucho que Frisk no tenía en esa casa. No estaba segura de sí se trataba por tener una invitada o por lo extrañamente intimidante que era la arácnida con su presencia. Ahora que la veía sin el pesado abrigo, notaba que Muffet portaba un vestido muy similar a los que llevaban algunas hijas de la señora Bonnie, seguramente siendo del mismo gusto que ellas por muy corto o escotado que fuera. Tal vez si se vistiera más, no tendría que sufrir tanto con el frío portando una prenda tan pesada ¿cierto? Aunque eso de algún modo le respondía al hecho de haber sentido su agarre muy fuerte. Tal vez estaba acostumbrada a cargar con ello constantemente.
-Gracias por no ser agresiva con esta familia. –Frisk finalmente rompió el silencio entre ellas, estando ambas sentadas tomando un té que había preparado en poco tiempo.
-No soy como tú, humana. –Comentó Muffet tras dar un trago suave a su té. –Sé comportarme y ser agradecida.
Frisk se molestó con su comentario, mas no dijo nada al haberse metido ella por su cuenta en tal situación. ¿Por qué la había invitado? Y aún más importante ¿por qué había aceptado su invitación? Era cierto que por su parte quería disculparse por su arrebato fuera de lugar, pero la arácnida no se lo ponía tan fácil. Parecía que la una a la otra tenía muy en claro que no se agradaban, pero que a la vez querían comprender el porqué. ¿O sólo era imaginación suya?
-Ya que estamos en son de paz, dime… ¿qué es lo que te gusta de Sans?
-¿Lo que me gusta?
-No te hagas la tonta conmigo. –Sonrió con total burla, recargando sus alargados colmillos sobre su labio carmín. –Me reclamaste por él, incluso me gruñiste como si fueras un perro.
-¿Te gruñí? –Se extrañó aún más con eso.
-¿Vas a responder todo el tiempo mis preguntas con otra pregunta? –Bufó con cierta molestia, bajando su taza en un movimiento sutil para no lastimar la pieza sobre la mesa. Por lo que notaba, estaba acostumbrada a tomar el té de modo elegante. Eso explicaba el juego elegante que había visto en su departamento, más no el haber encontrado sólo de sobre. –Solo tengo curiosidad. Además de ser muy extraño un interés entre especies tan distintas, de todos los monstruos existentes en esta ciudad… ¿te interesaste por él? ¿Enserio? Si ya eres de por si rara de tener el fetiche por monstruos, deja te digo que hay mejores tipos, créeme.
-Sans no me interesa de esa manera. –Respondió tras entender finalmente a qué se refería. El tema de "amante del esqueleto" estaba llegando a un punto bastante molesto al grado de enojarle ya. –No somos pareja ni nada por el estilo.
-¡Oh por favor! Reconozco de inmediato a una mujer celosa cuando la veo. –Por primera vez que la conocía, su risa no parecía fingida. –No hace falta que me mientas a mí. Entre mujeres nos entendemos.
Frisk sostenía su taza de tal manera para recibir su calor en sus manos, pero no se estaba concentrando lo suficiente en ello al pensar en las palabras de la arácnida. Su molestia inexplicable hacia ella, la irritación que le producía y sus ganas de agredirle pese a estar fuera de su sentido común… ¿Habían sido celos? No tenía sentido si no tenía a Sans en una percepción romántica. ¿Entonces qué podría ser? Nunca le había tocado ver algo así para poder compararlo.
-Si te sirve de algo, puedes despreocuparte, jamás me interesó Sans y creo que fue algo mutuo. –La voz de la arácnida la sacó de sus pensamientos. Había olvidado por un momento cuál era la razón de todo. –Estuvimos comprometidos, si… pero éramos niños, no fue algo que nos importara de cualquier manera.
-Ya veo…
-Pero de todos los gustos que pudo tener… que Sans se interesara en una humana como tú lo hace aún más extraño. Supongo que eso los hace tal para cual, huhuhuhu. Par de raros sin remedio.
-Sé que no le intereso a Sans de esa manera tampoco. –Respondió en el acto, manteniéndose firme ante la situación tan extraña en la que se había metido por cuenta propia. –Se lo pregunté una vez cuando lo pensé y…
-¡¿Qué hiciste qué?!
Muffet casi tira la taza de la sorpresa. Se le veía bastante escandalizada, siendo algo fuera de lugar que quisiera interrumpirle con la poca explicación que pudo dar.
-¡Humana, eso nunca se hace!
-¿Existen reglas en la ciudad para preguntar eso?
-¡Es sentido común! –Se alteró aún más la chica, casi al borde de levantarse y querer sacudirla. Por cualquier cosa, Frisk se mantuvo alerta. –¿Qué demonios te pasa por la cabeza? ¿Por qué le preguntarías algo así?
-Bueno, es que él intentó besarme y…
-¡¿Queeeeee?! –Ahora si se levantó sumamente alterada. Frisk sostuvo ambas tazas con rapidez antes de que se cayeran por la sacudida de la mesa. –¿Y en verdad te preguntaste si le gustas después de eso?
-No puedo saberlo si no me lo dicen. –Le contestó a la vez que se encogía de hombros ante lo lógico, sin entender por qué le alteraba tanto saber tales cosas.
-¡Aaaaaaahhhh! ¡Pero si más obvio no pudo ser!
-Amm… disculpen. –La voz de Shyren desconcertó a ambas, girándose abruptamente hacia el sitio en donde estaba. Su timidez era bastante notoria de tener que interrumpirlas. –Sus gritos se escuchan hasta el escenario, ¿podrían bajar un poco el tono?
Muffet hasta se había subido a la mesa de su alteración y sorpresa sin sentido, pero ante las palabras de la sirena rápidamente se bajó y sonrió con total calma y dulzura que Frisk dudó de que hubiera alguien en el mundo que pudiera reincorporarse con tanta rapidez como lo había hecho ella. Era un hecho, la arácnida ante ella era muy extraña. ¿Por qué parecía atraer esa clase de seres a su vida? ¿Por qué le daba tanta importancia a algo que solo le correspondía a Sans y a ella de cualquier manera?
-No puedo creerlo. –Muffet se masajeó las cienes una vez que Shyren se había retirado de ahí. –En verdad eres la persona más tonta que he conocido en mi vida.
-Disculpa, pero esto es un asunto entre Sans y yo de cualquier manera. –Comentó Frisk al incomodarle sus reacciones al respecto. –Y si nosotros no le damos importancia, no tiene sentido que tú o cualquiera lo haga.
Muffet dejó de masajear su cabeza para verla directamente. Ya no estaba esa sonrisa burlona que le molestaba o esa mirada insistente que trataba de ver más allá de ella. Y por muy extraño que fuera la situación, Frisk prefería verla de ese modo que con el otro tan falso. Al menos ello le daba más sentido al frecuentar más esa clase de personas que se veían frustradas con la vida que dulces sin razón aparente. Aunque ahora que lo pensaba, no sonaba nada bien eso.
-Tienes que ser en verdad una idiota para creer que Sans no le da importancia a estas alturas.
-No te invité para que estuvieras insultándome.
-De mujer a mujer, te diré un secretito, humana. –Muffet junto dos palmas de su mano y la apuntó con ello, mientras que otras dos manos estaban de brazos cruzados y una retomaba la taza de té que Frisk le había rescatado. Seguramente debería de ser muy conveniente tener varias manos, pensaba mientras la veía hacer todo eso tan diferente. –Los hombres serán muy fuertes, pero su corazón es muy frágil. Les atemoriza el rechazo porque saben lo doloroso que puede ser para ellos, ya que el amor que ellos profesan es muy tierno.
-Pues veo que no te ha funcionado saber eso con Don Gaster. –Le atacó de esa manera al no soportar más que le insistiera con ese tema. Se estaba arrepintiendo de haberla invitado. –Sans me dijo que su padre te sacó de un circo y luego detuvo el compromiso por tu insistencia con él.
Frisk recordó la vez que Sans le contó precisamente esa situación, no dándole importancia en su momento. Pero ahora que estaba teniendo la oportunidad de hablar tan directamente con la arácnida causante de eso, no podía evitar sentirse incómoda de solo recordar que la misma vez que hablaron de ello… fue la vez que Sans intentó besarla en su sala. Siendo ahí el momento en el que su mutuo trato cambió sin darse cuenta hasta ahora. Si Sans en verdad había querido besarla y Muffet alegaba que eso era una obviedad… ¿entonces sí le gustaba? ¿Y no quiso responderle su pregunta por el aparente miedo al rechazo que comentaba Muffet? No tenía sentido eso para ella, pero por todo lo que le ha tocado vivir en la ciudad comprendía que cualquier cosa era posible a estas alturas de su conocimiento.
Trató de analizar la situación, pero no daba con algo que le ayudara. Sus padres no los recordaba amorosos el uno al otro, sino más bien a cada uno en lo suyo en gran parte del día. Y siendo su única comparación de lo que venía siendo un romance, era un hecho de que eso no le ayudaría. Tampoco había sido muy frecuente que le interesara alguna lectura de géneros similares, optaba por escuchar la radio de su madre de vez en cuando, y al momento de que mencionaban temas románticos no salían de cosas que se debían comprar para cortejar una dama.
Y ya había notado desde hace mucho que Sans le coqueteaba, pero al ser así desde que se conocieron, supuso que sólo era su forma de ser. ¿Y si no era así? ¿Cómo compararlo si siempre se había mostrado así con ella? ¿Por qué no pudo responderle su pregunta y ya? ¿Qué necesidad de complicarse las cosas?
Aunque si Sans hubiera respondido que si en ese momento… ¿qué hubiera hecho?
-Es porque W.D. ama demasiado a su esposa, aun cuando ella no siga en este mundo. –La voz tan apagada de Muffet la sacó de sus constantes preguntas sin respuestas. Había olvidado nuevamente que estaba ahí la chica. –Pfff, al menos tus celos tienen algo de sentido. Los míos son más tontos ¿uh?
-¿Por qué te gusta él? Digo… es un hombre que te doblega la edad. –Frisk no pudo evitar querer preguntar eso, ahora que estaba ante esa situación. –Y además es tan grosero y amargado…
-Él no es grosero, es todo un caballero. –Le interrumpió sin verse molesta por su comentario. Parecía que estaba en un momento de ensueño si hasta su mirada estaba levemente perdida mientras hablaba. –Es tan fino en su forma de ser, con un porte tan varonil… pero creo que lo que me cautivó realmente fue su orgullo. El día que me sacó del circo, le dio sentido a mi vida. Y no hay momento de mi existencia que no quiera agradecérselo.
Frisk la escuchaba con atención, tomando su taza para servirle más té y que le contara al respecto. Si bien estaba segura de que no era un asunto que le compitiera, no podía evitar ahora tener la curiosidad de conocer un lado que nunca había visto.
-Lo amo demasiado, no tardé en darme cuenta de eso.
-Pero te rechazó. –Comentó Frisk sin siquiera pensarlo. –Y dijiste que los hombres temen a eso, ¿pero qué hay de ti?
-Creo que el problema estuvo en que fui yo quien se confesó. Se supone que eso lo hacen los hombres. –Soltó una risa como si realmente disfrutara de hablar al respecto, pero desviando de alguna manera la pregunta. –También comprendo que la diferencia de edades sea una de sus preocupaciones, pero ya le he dicho que eso no me importa. ¿Quién querría a un inmaduro para formar una vida? Los de mi edad son idiotas y sus hijos son prueba de ello. Si ofender tus gustos, claro, huhuhuhu.
-Sans es importante para mí, pero no llego al grado de sentirme así por él. –Soltó mientras servía su propia taza de té ahora. Aunque fuera extraño hablar de ello con alguien que no le agradaba, de alguna manera se sentía en libertad de poder hacerlo. ¿Por qué? –Y él me ha coqueteado desde que nos conocemos, así que dudo que realmente sea lo que tú dices.
-Tanto Sans como Papyrus tienden a usar una táctica a la que ellos mismos llaman "encanto Gaster" como arma a su favor cuando requieren obtener información. –Rio tenuemente la arácnida mientras le explicaba con total calma. –Por supuesto que jamás llegarán a la altura del encanto de su padre, los dos son una burla a comparación. Pero no es algo de lo que abusen tampoco, por regla de mi querido W.D. deben cambiar de táctica si a la primera no les funciona ya que siempre deben ser caballeros antes que unos aparentes galanes. Así que si Sans siguió haciéndolo contigo, es porque es real.
Frisk tenía sujetando su taza, pero no se sentía en animo de tomarla por mucho que estuviera por enfriarse pronto. Ahora que escuchaba todo eso y pensaba en la situación, su cara la sentía arder mucho más que la taza que tenía. Entonces el beso, todo eso de que la llamaran "su amante", que Don Gaster la quisiera lejos de él, que Papyrus estuviera preguntándole al respecto… y muchos seres más que le preguntaban o insistían con eso… ¡¿Era verdad que le gustaba?!
Quiso controlarse para dar con algo más lógico, pero cada vez que lo intentaba recordaba los momentos en los que Sans le rescataba de situaciones extrañas, arriesgando en más de una ocasión su vida. Y cada conversación que tenían en la que él dejaba en claro que la admiraba o la consideraba una persona valiosa… ¿Eso había sido su intento de confesión y nunca lo notó?
-¿E-entonces si le gusto? –Soltó finalmente.
-Lo traes loco, tontita. –Canturreó Muffet, divertida con la situación.
-¿Y qué es lo que debo de hacer con eso? ¿Qué debería decirle o… hacer? Yo no sé de estas cosas.
-Nada. No debes hacer nada.
-¿Qué?
-Mira, aunque me divierta la situación de ustedes, son un amor más que imposible. –Dio un trago con suma elegancia y bajó la taza nuevamente para colocarla en la mesa. –Es antinatural algo entre un monstruo y una humana. Genéticamente son incompatibles, no podrían tener hijos propios ni tampoco adoptados dado que es ilegal tanto las adopciones entre especies como el matrimonio. Y si eso no te es siquiera suficiente, Sansy es un delincuente muy buscado en la ciudad, sin contar que tiene muchos enemigos que le hacen tener en cuenta que puede morir en cualquier momento si se descuida. Jamás podrían tener un futuro.
Frisk se sintió confundida con toda esa información, pero no podía negar que había algo de sentido en todo eso. Dejó de sujetar la taza al percibir que no tenía sentido si ya no tenía ganas de tomar nada, abrazándose a sí misma en busca de un auto consuelo que evidentemente no le sería suficiente. Espera, estarse abrazando a sí misma con el saco puesto, ¿era como si Sans le estuviera abrazando en ese momento? No lo había pensado antes dado que nunca le había pasado que tuviera que ponerse una prenda masculina, (la ropa de su padre era inmensamente grande como para haber querido intentarlo una vez), y su vida social no era precisamente existente como para hacer una comparación. ¿Era por ello que Ronnie se lo había cuestionado? ¡¿Acaso… eso era algo que se hacía en pareja?! ¿O de nuevo estaba malinterpretando las cosas?
¿Por qué la situación tendría que ser tan complicada? ¿Qué no era mejor hablar claro y dar con una solución mutua que no afectara a ninguno? Estaba segura que Sans estaría de acuerdo con ella si siempre frecuentaban responderse adecuadamente el uno al otro. Ser sinceros dentro de lo que cabía en sus posibilidades. ¿Pero y si esto era diferente? ¿Y si llegaba a lastimarlo con su respuesta a lo que le explicaba Muffet? No sabía qué pensar de la situación fuera de considerarlo su ángel guardián que siempre velaba por ella. Pero si tenía claro una cosa. Quería que Sans fuera feliz, que tuviera razones para sonreír en verdad.
-Supongo que esta es una extraña maldición que tenemos aquellas que caemos en el encanto Gaster ¿uh? –La arácnida terminó su té antes de hablar, sacándola nuevamente de sus pensamientos que no le estaban llevando a mucho. –Estamos condenadas a un amor que simplemente no puede darse por más que lo deseemos.
Frisk ya no quiso responderle nada, perdiéndose en sus propios pensamientos que no le ayudaban a dar con una respuesta concreta. Al no haber nada más de lo que hablar, Muffet se despidió bajo la amenaza de volver reunirse de esa manera, a su vez de recordarle que no debía alejarse de Snowdin si no quería a nadie muerto por eso. Aunque no le agradara la chica por lo extrañamente insistente que era, había algo en ella que a su vez le había hecho sentirse en libertad de hablar. Y ahora que lo pensaba, era la primera vez que había hablado con una mujer de su edad y habían conversado de cotidianidades como dos señoritas normales… si se podían denominar así. Si su madre pudiera verla, seguramente le habría alegrado de alguna manera.
Sabiendo que faltaba poco para la hora de abrir, puso manos en marcha para sus labores del día. Queriendo concentrarse demasiado en su trabajo para olvidar lo que estaba descubriendo de Sans, pero más de una vez terminó tropezándose o entorpeciendo su propia labor por no poder quitárselo de la cabeza ni por lo mucho que tenía por hacer. Y no ayudaba tampoco que siguiera teniendo puesto el saco, pero cada vez que estaba por quitárselo le daba mucho frío. Si realmente Sans sentía algo por ella de modo romántico ¿por qué sería? Y aún más importante ¿qué debería de hacer?
Cuando comenzó el show y tuvo que estar recogiendo algunos vestuarios arrojados por doquier, pensó en la canción que los conejos llamaron "la plática", sonrojándose de tan solo recordar algunas estrofas de lo más incomodas. ¿Eso era una relación de pareja? Si Sans sentía algo por ella… ¿querría algo así… con ella? De solo recordar cómo se veía algo así, como lo había contemplado de aquellas conejas de la boutique y Mettaton, no quiso ni imaginarse cómo se verían Sans y ella así. Sentía su cara arder sólo por haberse atrevido en siquiera pensar en algo así de hipotético. ¿Por qué había escuchado a Muffet al respecto? Ahora no podía quitárselo de la cabeza sin saber a qué le estaba llevando eso.
-Cachorrita, puedes tomar un descanso. –Le dijo una de las conejas mientras le ayudaba a cerrar el cierre de su top. –Falta poco para el brindis de año nuevo.
Frisk asintió sin nada más que decir. Llevó la ropa sucia al cesto para lavarla el día siguiente y se apartó del local. Instintivamente se estaba dirigiendo a las escaleras que daban con el techo, siendo un lugar seguro para ella cada vez que se engentaba, pero se detuvo con tan solo subir un escalón. No sabía explicarse del porqué, pero estaba muy segura de que podría toparse con Sans ahí mismo, aun cuando se trataba de un día de celebración. ¿Y si estaba ya ahí para hablar un rato? ¿O si sólo se estaba haciendo ideas absurdas y se estaba atormentando por nada? No por el hecho de haber mostrado ser un acosador, significaba que estaría ahí ¿cierto?
Casi se cae encima de las escaleras al no darse cuenta de que había tratado de dar un paso más sin pensarlo, sujetándose a tiempo de la pared para no lastimarse y quedándose así por miedo a volver a caer. ¿Por qué lo había hecho? ¿Quería avanzar o retroceder? ¿Qué es lo que quería? ¿Y si todo estaba siendo una total estupidez de su parte y estaba dándole demasiada importancia a algo que ni era posible? Si le preguntaba a Sans de nuevo, ¿finalmente le respondería o de nuevo le diría que no quería contestar a eso? ¿Y si su razón de no contestar era precisamente por miedo al rechazo? ¿Cómo saber las cosas si no podían hablarse? ¡Nada de eso tenía sentido! Si tan solo los seres fueran como las flores, comunicándose con tal sólo estar ahí…
Pero… eso era justamente lo que Sans hacía con ella ¿no es así? Estar ahí con ella, lo pidiera o no. Lo necesitara o no.
Estando parada ahí en las escaleras y sin avanzar, pensó en todas las veces que le veía observarla a trabajar en la distancia, en todas las veces que había ido por ella en su rescate pese a ser situaciones que nunca entendió cómo fue que se dieron, en todas las veces que le colocó un saco sobre sus hombros… en la vez que le brindó su hombro para llorar, sin juzgarla, sin necesidad de preguntarle nada… solo estando ahí con ella...
Estando ahí para ella.
-¡Diez, nueve, ocho…!
Escuchó el grito el conteo desde donde estaba, indicándole lo poco que faltaba para dar fin al año tan extraño para ella. Con ello le dejaba en claro que ya se había tardado en volver a trabajar y que había pasado el resto de su descanso estando parada ahí sin saber qué hacer. Y aun cuando supiera eso, siguió estática sin dar un paso adelante ni atrás. Sin saber qué pensar o hacer.
-¡… cinco, cuatro…!
Pensando demasiado en todo, recordó el momento en que se lanzaron juntos del edificio. Entrelazando sus dedos con los de él, siendo de alguna manera un mensaje que sólo ambos podrían comprenderlo y siendo bastante extraño que pudieran entenderse sin necesidad de palabras. Pero no era la primera vez que eso les pasaba, ¿cierto? Le había entendido que huyera cuando había combatido a la chica anfibia y había entendido que no siempre sonreía con felicidad. Sans siempre le había parecido extraño en su forma de ser, pero ahora notaba que además de ser honesto con ella entre preguntas recíprocas, era sincero con ella a su manera. ¿Porqué… le era sencillo comprenderlo cuando no había palabras de por medio… pero extremadamente complicado para otras cosas?
Y es así como se estaba dando cuenta de algo que ya no podía negarlo. Sans no necesitaba de palabras. En su lugar, era el beso lo que debía de comunicarle más que suficiente ¿cierto? Un beso que jamás se dio.
-… uno… ¡Feliz año nuevo!
Escuchó el escándalo por la celebración, siendo acompañado de música, cánticos y uno que otro grito de júbilo que parecía provenir no solo del escenario, sino de varias partes de Snowdin que celebraban la llegada de un nuevo año. Siendo bastante irónico que hubiera tanta celebración en su entorno cuando ella internamente se sentía atormentada con todo lo que no parecía tener sentido por más que lo pensara. Como si el hecho de no saber quién era ella realmente no le fuera suficiente.
Frisk tan sólo se quedó ahí en las escaleras, terminando sentándose en ellas mientras era acompañada de todo ese ruido levemente lejano a ella. Sabía que no tardarían los conejos en dar con ella de cualquier manera y estaba dispuesta a recibir sus respectivos regaños por haberse ausentado tanto de su trabajo.
Sin saber que cierto esqueleto se quedó esperando durante horas en el techo, teniendo a la flor consigo para desearle ambos un mejor año.
.
.
.
Tengo varios pendientes del trabajo, pero Asdfjskdfhasjkfhaksfgahkfasg, mis ganas de subir esto me ganaron, jajajajaja. Espero que lo hayan disfrutado mucho como yo el escribirlo.
Muchas gracias por su apoyo y correcciones, muchas veces me gana la emoción al subirlo y no me doy cuenta de mis errores garrafales de ortografía, (justo como este momento) jajajajaja. Cuando escribo hay veces que las palabras tienen sentido en mi cabeza, pero nada que ver al momento de plasmarlas. Debería de cambiar ese hábito mío… pero sé que soy un caso sin remedio.
Aprovecho a preguntar ¿hay forma de responder los reviews? Lo he intentado, pero no sé si lo estoy haciendo bien o si no hay manera de que se responda después. Aunque lleve tiempo en fanfiction, hay cosas que todavía no le entiendo, jeje.
Brindemos juntos por un año nuevo. No importa que estemos a mediados de marzo :V
¡Michi fuera!
