-Gracias por ayudarnos, Ralph. –Comentó Shyren mientras recibía una de las cajas con verduras que les había traído a primera hora matutina. –Espero que podamos pagártelo un día de estos.

-Tómenlo como regalo de bodas atrasado… o adelantado.

El reptil se encogió de hombros no queriendo darle importancia al hecho de cederles una parte de su mercancía que tal vez se trataría de las ganancias del día para él y su familia. Incluso pudo esbozar una tenue sonrisa para intentar calmarle ante algo deprimente. Ahora podía comprender por qué era que Ronnie se había enamorado de él. Aun cuando se sintiera desplazado por cuestiones que tal vez jamás le aclararían, no cabía duda de que era bastante leal, solidario y atento a todo aquel que necesitara de él. No cabía duda de que sería un soldado muy particular cuando lograra cumplir su sueño. Y no conocía lo suficiente a Ralph tras no ser alguien a quien tratara tanto, (siendo que no se consideraba a si misma como alguien sociable para empezar), pero sabía lo suficiente respecto a que tenía un padre muy exigente y rudo que muy seguramente no vería bien el hecho de darles tal gesto solidario.

Razón más que suficiente para sentirse apenada de tener que ser ella quien recibiera tal aparente regalo. Ya que la familia conejo entera estaba en depresión en este momento para siquiera incitarlos a levantarse por ahora. Nadie estaba acostumbrado a tener que hacer un esfuerzo para salir adelante con toda adversidad. Eso lo había hecho la señora Bunny por todos ellos y ahora que no estaba, simplemente había un pánico colectivo con el que no sabían qué hacer.

-¿Ronnie está bien?

-Me temo que no, pero podrías… pasar y hablar con él. –Insinuó Shyren con algo de fe. –Estoy segura de que podrás animarlo un poco.

-Nada que no pueda hacer mejor su prometida. –Contestó casi de inmediato, que si bien le esbozó una sonrisa cómplice, su tono de voz no había quedado con ello. Tal vez por el hecho de saber que no había sido invitado a la boda. –Supongo que esto atrasó un poco sus planes, lo lamento mucho.

Shyren no quiso contestar, pero no por las razones que el reptil podría estarse imaginando. Aunque Ronnie lo estuviera haciendo para mantenerle a salvo y a la vez cubrirse él, lo cierto era que la situación pintaba para una extraña intervención de los dioses sobre exigirles ser sinceros a lo que sus corazones dictaban. Tal y como lo hacía Frisk al estar con un monstruo sin importarle lo que el resto diría sobre lo que estaba permitido y lo que no, ¿cierto?

Y pensando en ella… ¿cómo estaría en este momento? En todo el percance con el perro, la anfibia y el esqueleto superior en su persecución, había visto que un gran pedazo de escombro le había caído encima que bien habría podido matarla sin que nadie más se percatara a tiempo. Pero ella había salido por su cuenta de todo eso como si de un animal de cuatro patas se tratara, incluso le había dado la impresión de que había gruñido… hasta que se desmayó en todo eso. No había podido ir a su auxilio tras tener que ver por su propia vida también, además de estar paralizada de miedo por cuenta propia, pero había sido un alivio de que si pudiera estar estable ante eso. Aunque claro, el despertar no debió de ser agradable.

En cuanto se fue, la sirena tuvo que entrar a la casa teniendo malestares a flote por el simple hecho de tener que recorrer una sala repleta de conejos que no habían parado de llorar en toda la noche. Siendo que algunos aún no se quitaban las prendas con las que habían asistido a una ceremonia que jamás pudo efectuarse. Y Ronnie no era la excepción a eso, teniendo todavía puesto su traje elegante ya rasgado tras tanta intervención violenta. Caminando de un lado para otro como si estuviera inspeccionando cada minúsculo detalle del alargado comedor donde Shyren puso encima la caja.

-Ralph nos manda esto. –Mencionó en espera de poder hacerle reaccionar, pero aquello simplemente no pasó. –Tal vez podamos preparar algo de comer y… ¿calmar un poco las cosas?

El conejo se limitó a verle directamente tras su sugerencia, pero en lugar de mostrarse triste como el resto de sus hermanos y hermanas, parecía que la estaba analizando ahora a ella. Incluso le hizo sentirse un poco incómoda con eso.

-Shyren, ¿puedo hablar contigo a solas?

Se encerraron en una de las habitaciones, dejando en claro que se trataba de una conversación que no podría oír nadie. Pero ni así, parecía que Ronnie estuviera dispuesto a hablar inmediatamente ante algo que parecía seguirle atormentando. Y lo conocía lo suficiente para saber que no se expresaría con facilidad hasta sentir que podía estar tranquilo en un ambiente controlado. Pero tristemente, eso era algo que no podría brindarle ahora.

-Debes de estar contento de que él vino a tu auxilio. –Comenzó a abrir la plática, esperando poder al menos distraerlo de su propia mente. –Incluso parece querer estar al pendiente.

-Si, pero no es de eso de lo que quiero hablar por ahora. –Comentó Ronnie tras haber caminado un poco en la habitación y detenerse ante ella. –Te recomiendo sentarte para esto.

-¿Qué ocurre? –Comenzó a asustarse.

-Sé que será una locura lo que estaré por decirte, pero… –Suspiró al mismo tiempo que juntó sus palmas como si estuviera por hacer una oración al cielo, apuntándole con ellas a modo de súplica más que de una simple opinión de su parte. –¿Qué pensarías si te digo que hay una posibilidad de que tu hermana no esté muerta?

-Diría que es una mala broma de tu parte. –Mencionó con algo de tristeza. –Nadie anhelaría tanto como yo el que estuviese todavía con vida, pero tanto tú como yo sabemos que tu mamá lo confirmó llegando conmigo y llevándome a la casa en el instante.

-Lo sé, lo sé, lo recuerdo muy bien, pero mamá la mencionó tras las palabras del perro y… no puedo dejar de pensar que algo en esto podría tener algo de sentido y no solo ser un momento inoportuno. –Sacudió el flequillo que tanto se le despeinaba y que de algún modo se le veía bien siempre. Era evidente y comprensible que estuviera estresado al sentir que tenía todo el peso de su familia sobre sus hombros más que nunca, pero pensar en cosas sin sentido ya parecía ser demasiado. –Parecía que el perro tenía un mensaje para ella si reaccionó diferente con ella. No sé cómo funciona la magia de las sirenas, pero mamá debió intuir algo desde antes con todo y… esto sonará peor, pero tengo el presentimiento de que en su locura, se dejó atrapar apropósito para averiguarlo por su cuenta.

-¡¿Qué?!

-El perro mencionó unas palabras algo complicadas, y las últimas parecieron más extrañas, pero enserio mamá pareció encontrarles sentido a todo. ¡No puedo dejar de pensarlo!

-Tranquilo, tranquilo. –Mencionó Shyren mientras le indicaba que se sentara, pero lo cierto era que ella estaba más nerviosa ahora. –¿Qué palabras fueron?

-Sótano, viva… y vuela mariposa. Con esas últimas mamá mencionó "Li-Li". Y sé que le decían así a tu hermana.

No hacía falta que quisiera marcarle eso último, cuando ella misma había sido testigo de la vez que las tres amigas comenzaron a ponerse abreviaturas de sus respectivos nombres por un simple hábito de una de ellas de repetir algunas palabras. Razón por la cual en las canciones que escribía tendía a repetir palabras que no sonaban mal entre estrofas armoniosas. Algo que había notado en una de las primeras canciones que había cantado en una visita a su casa, siendo que las tres se imaginaban estando en un gran escenario cuando su único público era ella misma observándolas y aplaudiéndoles desde la cocina.

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

mariposa vuela ve ve

Esta es la historia de una mariposa tímida

que revoloteaba de flor en flor

Soñó y soñó con llegar al cielo.

Soñando de hora en hora.

Había terminado cantando parte de la letra que recordaba. Entendiendo finalmente la razón por la cual pudiera que la señora Bunny relacionara esas últimas palabras con su hermana. Pero el resto no tenían sentido, a menos que… No, no iba a dejarse llevar ante una esperanza que sería absurda a estas alturas. Prefería enfocarse en encontrar lo que realmente podría seguir con vida todavía, a aquello que tras tantos años sería sumamente ridículo siquiera imaginarlo.

-¿Es una canción que perteneció a tu hermana? –Preguntó Ronnie algo asombrado tras escucharle cantar. Sus orejas estaban bastante alzadas al querer escuchar algo más.

-No, pero si la cantaban las tres en conjunto. –Mencionó con cierto pesar de tener que recordar un momento así. –Es una canción escrita por la señora Gaster.

Ronnie bajó sus orejas en el instante. Mencionarla en un momento como ese no era nada grato por la familia que él mismo había insultado de alguna manera, aun con el peligro que era siquiera mostrarse desagradecidos con ellos. Shyren podía comprender el dolor y miedo que tenía su amigo para que terminara explotando de esa manera, pero eso no justificaba lo que había terminado haciendo por más que sus sentimientos estuvieran actuando finalmente.

-Frisk no tuvo la culpa de esto. Lo sabes ¿cierto? –Se atrevió a mencionarla en espera de obtener algo mejor que una simple mirada desviada que le dejaba en claro que no quería hablar al respecto de momento. –Ro, en verdad entiendo que estás aterrado, pero alejar a todos en un momento como este no solucionará nada. Yo sé lo que se siente perder a alguien en manos de mafiosos, ¿lo olvidas? Tampoco quiero volver a perder a alguien por lo mismo, pero si somos realistas, solo los mafiosos pueden contra otros mafiosos. Deberíamos de al menos de poder recurrir a…

-No. Estoy harto de eso. –Le interrumpió con algo de enfado no recurrente en él. –Mamá quiso acercarse a los Gaster por una nostalgia que ya no está ahí. Y mira lo que pasó. Por eso creo que se dejó capturar creyendo que podría encontrar a su amiga al final del camino. Y el hecho de que tu lo relacionaras con una canción, me da la razón cada vez más.

-Sigue siendo una locura, Ro.

-¡Lo sé! Pero si resulta cierto… ¿no crees que podríamos salvar a ambas?

-El perro también actuó algo extraño cuando llegué al altar ante él, ¿recuerdas? Y no me dio un mensaje. Tal vez solo fue una simple coincidencia.

-¡No! Si reaccionó también contigo, tiene más sentido cada vez más. –Nuevamente se paró y caminó de un lado para el otro con impaciencia. Shyren se preocupó cada vez más por él. –¿Qué tal si tu hermana hechizó a ese perro para mandarles un mensaje? Mensaje que se resistió y que solo pudo intentar entregarle a mi mamá. También pudiera tener sentido al hecho de que parecía que todo era para llevársela a ella particularmente. La tía Leo mencionó que la estaba buscando y se molestó al saber que no se trataba de ella. ¿Qué tal si hay una razón por la cual quieren a las dos amigas? ¡Hay una relación en todo esto!

-No, no la tiene. Porque eso significaría que querrían a las tres juntas que eran inseparables. –La sirena terminó sentándose al ver que la conversación seguiría para largo. –Pero te recuerdo que la señora Gaster también está muerta. Y ni se te ocurra pensar que tampoco ella podría no estarlo, porque ahora sí creeré que te estás volviendo loco.

El conejo de pelaje castaño no paró de caminar de un lado para el otro, dejando en claro que también podría estarlo pensando y no atreverse a expresarlo bajo esa amenaza. No cabía duda de que toda la situación lo había afectado a un nivel catastrófico, ¿ahora qué haría para poder ayudarlo? Necesitaban ver la manera de mantener a la familia unida, de arreglar el desastre en todo el cabaret y parte de la casa, el cómo lograrían sobrevivir de ahora en adelante sin ayuda de ningún tipo. Y también, necesitaban poder encontrar a la señora de la casa… si es que todavía había algo que pudiera hacerse. Ninguno de los habitantes sabía qué hacer con tanto desastre encima.

Cerró los ojos por un momento, tratando de visualizar cómo ser valiente en una situación así. Pero además de la señora Bunny, Frisk era la única que conocía a la que en verdad no le importaba los retos por más que todo estuviera en su contra. ¿Qué habría hecho ella en un momento como este?

Suspiró antes de abrirlos en el instante, teniendo la respuesta bastante rápido, pero no siendo nada satisfactoria por ser algo que ya había concluido desde antes. Frisk sin duda habría confiado en los Gaster.

-La libreta de las canciones de la señora Gaster está en esta casa. Uso una de ellas para calmar a la audiencia cuando se necesita. –Mencionó Shyren tras pensar en todo eso, no sintiéndose cómoda con la conversación creciente. –Tal vez podamos encontrar algo en ella con la canción que están haciendo referencia. Pero Ronnie… Aun así es…

-Lo sé, es una locura. Pero si es algo con lo que pueda hacerme llegar con mamá, lo haré. –Finalmente el conejo dejó de caminar al sentir que podía haber algo más en lo que enfocarse. –No perderé a nadie más.

-Muy bien, pero debo advertirte que es algo confusa. No creo que podamos entender varias cosas sin ayuda.

-Tratas de decirme que de cualquier manera necesitaríamos a los Gaster, ¿cierto?

-No a todos realmente. –Se asomó por la ventana, contemplando que no solo había un cielo hermoso que de alguna manera era una burla a los sentimientos que tenían en ese momento en la casa, sino que casualmente, había mariposas revoloteando demasiado cerca. Casi como si quisieran ser vistas desde que cantó la canción. –Solo necesitaríamos a uno de ellos.

Todo era una completa locura. Pero si de verdad había algo en todo esto que pudiera tener alguna relación, habría alguien más que pudiera confirmar o no que tal pista realmente las relacionaba a las tres amigas que habían amado cantar en conjunto.

Necesitarían de aquel que pareciera entender y apreciar la música al igual que su madre. ¿Pero cómo convencerlo si apenas hace unas horas corrieron cruelmente a su novia?

.

.

Aunque la cama fuese muy cómoda, Frisk apenas y había podido dormir un poco. No solo por tantas cosas en las qué pensar y querer solucionar a la brevedad, sino por el hecho de saber que estaba descansando en la habitación de un hombre. En la habitación de su novio, acostada en su propia cama. ¿Qué eso no era demasiado íntimo? Aunque no estuvieran juntos en el mismo punto, (y agradeciendo que no lo hubiese sugerido al no sentirse lista para eso), no quitaba el hecho de cohibirle demasiado haber accedido a tal cosa por más que su cansancio lo hubiese requerido. Las sábanas, la almohada… todo olía a él a su perspectiva, ¿o era acaso que estaba muy atenta a todo lo de la habitación? Aunque le apenaba ese hecho, tenía que admitir que también le parecía muy relajante, o por lo menos, lo suficiente para no sentirse tensa en todo ese momento ahí. Incluso podría decirse que le era algo emocionante de una manera inexplicable. ¿Quién diría que estaría presentando esa clase de situaciones en su vida? Aunque claro, desde que conocía a Sans no había parado de afrontar y experimentar muchas cosas de las que jamás se habría imaginado que pasaría por tales cosas.

Al igual que toda la casa, la recámara no contaba con ninguna ventana pero sí con un par de pinturas que asemejaban paisajes, como si ello pudiera compensarlo. Había demasiados calcetines y demás ropa interior esparcida en el suelo, pero también algunos sombreros y sacos que le explicaba de alguna manera por qué Sans nunca le había reclamado por el resto de sus sacos que por una u otra circunstancia no podría devolverle. Realmente tenía demasiados, y muy seguramente tenía más en su clóset. También había algunos zapatos arrojados y dos de sus cajones abiertos tras seguramente haber buscado algo con prisa para dejarlo así. En verdad tenía tan desordenado todo que quiso por más de una vez levantarse y ayudarle a ordenar tan siquiera un poco, ¿pero qué tal si eso le molestaría? Después de todo, eran sus cosas personales y ya le era demasiado conocer tan solo su habitación personal.

No obstante, al ver el reloj cercano a la cama, decidió que ya no tenía sentido intentar dormir. Se levantó y se puso al menos a acomodar un poco algunas cosas, además de tender la cama. No sabía cuál era el orden que tenía algunas de sus pertenencias, (si es que la tenían por cómo veía las cosas tan esparcidas), pero al menos pudo colocar la ropa sucia en el cesto que parecía tener intención para tal uso. Y al querer cerrarle el par de cajones, pudo ver inmediatamente que en uno tenía una libreta abierta que si bien no debía ni de querer hojear, le llamó la atención al no tratarse de letras la mayor parte escrita ahí. Eran varios puntos y rayas acomodados con una razón específica que ella claramente no entendía, pero que para Sans seguramente sí la tenía. Se parecía un poco a los apuntes que los conejos habían tenido para tocar sus instrumentos. Partituras recordaba que le habían llamado, pero lo que tenía Sans anotado parecía ser un poco diferente por también incluir números y letras solitarias, todo en conjunto como si se tratase de un extraño código. ¿Sería otro idioma? ¿Cuántas formas sabría Sans para comunicarse? ¿O formaría parte de la música? ¿Cómo los números podrían también formar parte de la música?

Por tener varias preguntas, no se había percatado de que también había una especie de anotaciones en todo eso, pareciendo que cada conjunto tenía una aparente descripción. Pero no quiso ver nada más de eso, no siendo asunto suyo al fin y al cabo. Pero la nota que se había asomado en tal libreta sí la había reconocido en el instante, o por lo menos, su propia letra. ¿Era la nota que le había mandado a Sans en aquel entonces a través de Papyrus? ¿La había guardado en todo este tiempo? No pudo evitar esbozar una tenue sonrisa, conmovida por saber que no era la única que había guardado sus notas, por más cortas y simples que fueran. De su parte, también había decidido guardar las flores que le había regalado, siendo que en algunas pudo extraer lo suficiente para su colección de semillas y el restante las había secado y guardado entre páginas de un libro que la señora Bunny le había prestado para eso. ¿Y ese era su guante blanco perdido? Había dejado de usarlos al sentirse extraña teniendo solo uno. No sabía que Sans lo había tenido en todo este tiempo. ¿Para qué lo querría?

Sans era muy extraño para ella todavía, pero reconocía lo detallista y atento que era y la emoción que le producía que tuviera ese tipo de gestos a todo momento. Tal vez ella también debería de hacer cosas así con él, ¿cierto? ¿Lo estaría esperando? ¿Qué le gustaría que hiciera de su parte?

Al no querer ni necesitar ver nada más, salió de la habitación con cuidado para no despertar a nadie. Bajando las escaleras para dirigirse al baño que recordaba que le habían permitido usar en su breve estadía, y notando así con cierta sorpresa que sus cosas todavía estaban ahí pese a llevar pocos meses de haberlas dejado. Aún se encontraba ahí la elegante gabardina que Sans le había regalado en agradecimiento de permitirle dormir en su casa pese a su estado de ebriedad, y también aun se encontraba la llave de lo que alguna vez fue su hogar y su trabajo en un mismo punto. Pero no queriendo pensar mucho en ello al tener el tiempo contado, se aseó rápido y pudo notar en muy poco tiempo que unas pequeñas arañas le habían llevado un cambio de ropa que sin duda alguna era mandado por Muffet. Cosa que agradeció verbalmente a las mensajeras, ya que el resto de sus pertenencias se había quedado en el auto y su vestido reciente había quedado levemente maltratado a causa de la conmoción reciente.

Se puso en marcha hacia la cocina, no sin antes dirigirse hacia la sala para ver que Sans estuviera bien, a lo cual le era extraño que pudiera dormir con tanta profundidad pese a estar fuera de su propia comodidad si incluso estaba roncando. Pero viendo que no se había tapado en toda la noche, le puso encima su gabardina en espera de que no se enfermara por haberle cedido su cama.

Se puso el mandil y lavó las manos antes de comenzar. Anotándose mentalmente que tenía que estar atenta al horario al saber que Don Gaster era muy riguroso con eso, pero le costó trabajo concentrarse con tan solo estar lavando las frutas. ¿Los conejos estarían desayunando ahora? ¿Tendrían modo de hacerlo? Aunque supiera que debía de concentrarse en lo que hacía, no podía evitar preocuparse de sobremanera de su estado. No le habían permitido siquiera acercarse a cualquiera de ello, mucho menos le permitirían ofrecerse a pagar por los daños, aunque a consejo de la misma señora Bunny, no era una buena idea hacerlo. ¿Entonces cómo les ayudaría? ¿Cómo se podría encontrar a una mujer secuestrada?

-Buenos días, señorita novia de Sans. –Frisk se sobresaltó al no esperar a nadie en ese momento, sin contar que tal voz no se trataba de nadie de la familia ni de Flowey. –¿Preparará algo nutritivo?

Teniendo una manzana mojada en sus manos, se giró para ver de quién se trataba, cuando realmente era algo plural a lo que había olvidado por completo que podrían presentarse a esas horas. Eran cuatro… ¿cinco? Sujetos de tonos grises que estaban a la orden de Don Gaster. ¿De dónde había salido el de cabeza de almeja? No le recordaba que estuviera presente antes.

-Solo llámenme Frisk. –Comentó tras calmarse un poco. –¿Vinieron tan temprano a desayunar?

-No desayunamos con la familia, señorita novia de Sans. –Comentó el que parecía ser una serpiente con cabeza muy grande. Frisk solo suspiró al darse cuenta de que le llamarían así con frecuencia de ahora en adelante. Parecía que solo Papyrus le comprendía en querer que la llamaran por su nombre y ya. –Vinimos a conocer las nuevas instrucc…

-Desayunarán con nosotros, así que agradeceré un poco de ayuda para terminar rápido. –Les interrumpió al ver el reloj cercano, marcando que solo tenía una hora. ¿En qué momento había pasado tanto tiempo? ¿Se había distraído con sus propios pensamientos más de la cuenta? –Uno de ustedes lave las frutas y que otro comience a tostar el pan. Yo me encargaré de preparar la avena mientras tanto.

Los seres se vieron los unos a los otros sin saber qué hacer al respecto, pero en cuanto el que tenía cabeza de almeja dio un paso al frente para tomar las frutas, el resto pareció no tener otra alternativa que hacer lo que uno ya estaba iniciando, casi como si olvidaran por ese momento el hecho de tener una aparente instrucción previa a la petición de Frisk. Aunque estuviera concentrada en los preparativos, también estuvo al pendiente de lo que hacían el resto ante el temor de que tuvieran la misma errónea idea que Papyrus sobre lo que era consumible y lo que no. Pero fuera de estar demasiado concentrados en lo que hacían, parecía que podían comprenderse entre ellos para estar en ritmo preciso de lo que hacían sin estorbar al otro. ¿Acaso eran como abejas y trabajaban a modo colmena?

-Disculpen… pero no sé sus nombres. –Comentó Frisk en cuanto quiso mencionarlos y no saber siquiera cómo. –¿Cómo se llaman cada uno de ustedes?

-No tenemos nombre. –Contestó uno casi de inmediato.

-¿Qué? ¿Cómo es eso posible?

-Tal vez tuvimos uno, pero no lo recordamos. –Aclaró el que parecía ser el más joven de todos. El cual siempre que le veía le recordaba al niño que le robaba su almuerzo en el parque. –Así que el jefe solo nos nombra por números en ocasiones para saber a quién de nosotros solicita.

-Entiendo, pero si no recuerdan sus nombres, por lo menos deberían de pensar en unos. –Frisk se había detenido en todo proceso al desconcertarle ese hecho. –Pueden estar igual que yo sin mencionar un apellido, por lo menos.

-Creíamos que si tenía un apellido, señorita.

-No… no lo tengo. –Prefirió mejor prestar atención a la olla para dejar de lamentarse por algo que ya no valía tanto la pena. –No tengo familia… y tal vez estoy siendo demasiado invasiva con la suya. Ya se me advirtió que me meto demasiado en las ajenas.

Quiso levantar la olla al estar todo listo, pero además de quemarse, sus manos habían estado temblando. ¿En qué estaba pensando hacer? ¿Cuál fue su prisa inmediata? Suspiró con pesar al saber la respuesta de inmediato, pero a su vez sintiéndose más tonta por no haber pensado en las consecuencias de su propio acto tan repentino. ¿Acaso era así en toda su vida y apenas se estaba percatando de eso? ¿Don Gaster tendría razón en muchas observaciones que le había hecho?

-No somos familia señorita. –Respondió el felino sin darle importancia a su quemadura de manos. –O eso creemos.

-Familia Gaster. –Mencionó la almeja.

-Si, todos nosotros solo tenemos en mente a la familia Gaster. –Le siguió el juego el albino blanco de ojos saltones. –Y estamos muy agradecidos con el jefe por permitirnos servirle.

-Familia Gaster. –Repitió la almeja.

-Pues entre ustedes podrían formar su propia familia. –Sugirió Frisk tras revisar sus manos que se estaban curando de sus quemaduras. ¿Acaso esa velocidad era la que consideraban todos como anormal? ¿Su madre… eh, la señora Dreemurr sabría al respecto? Tantas veces que la había quemado sin querer y… No, no quería pensar en nada de eso por ahora. Tenía un desayuno por preparar y poco tiempo para ello ahora. –Ponerse un nombre propio cada uno e inventarse un apellido para ustedes mismos. En conjunto creo que podrían pasar por una.

-No funcionan así las cosas, señorita novia de Sans, pero gracias por la sugerencia.

Frisk terminó desviando la mirada, imaginándose ya esa respuesta desde antes e incomodándole el hecho de haberse esperanzado con algo tan burdo y vacío por un momento. ¿Por qué le daba importancia a esa clase de cosas últimamente? Tenía mejores cosas por hacer ahora que estaba descubriendo realmente quien era para otros. Y si para varios de ellos solo era un aparente experimento, una carga, un amuleto de mala suerte o lo que sea, era cosa de ellos y no suya. Porque ella sabía realmente quién podía ser en cuanto no se dejara caer… ¿cierto?

Además, también había otros que la consideraban de mejor forma y eso era en lo que realmente debía de enfocarse. Aparte de Flowey, Muffet la consideraba su amiga ahora, Sans era su novio, Papyrus… aun no hablaban de qué eran realmente entre ellos, y Don Gaster parecía tener mejor término con ella por mucho que tampoco hablaran al respecto. Así que… ¿estaba menos sola? ¿O era simple negación de su parte? ¿Cómo poder saberlo?

-¡Wop! Parece que no soy el único que aún no despierta del todo, jeje. –La voz de Sans, así como el agarre repentino de su mano que había estado por sujetar nuevamente la olla con mano desnuda, le desconcertó de sus pensamientos rápidamente. –No lastimes tus manos, bonita.

-Cierto, yo… Lo siento. –Apenas y contestó tras darse cuenta de lo que había estado por hacer nuevamente y la intervención del esqueleto que no pudo detectar en qué momento se había adentrado a la cocina. –Aún tengo demasiadas cosas en la mente.

-Me imaginé que algo así podría pasar, pero esperé estar equivocado. –Apretó más su mano para comunicarle su preocupación, al igual que le apartó lentamente de la estufa pese a que ya debía de comenzar a servir algunos platos. –Tal vez debas dejar esto a otros. Podemos pasar un día sin tu deliciosa comida, bonita.

-No, me comprometí a hacerlo con tal de que Muffet no haga sobreesfuerzos en su estado. –Quiso separarse para continuar con su labor, pero el esqueleto ya le había terminado abrazando por la cintura con la mano libre que había tenido. Era lindo que le quisiera salvar hasta de su propia torpeza, pero también le ralentizaba un poco su insistencia. –Y ya me acostumbré a preparar demasiada comida para un gran número de seres de cualquier manera. Así que todo está bien.

-Con eso solo me estás confirmando que no dormiste bien.

-No… pero no es por el espacio que me diste. –Aclaró antes de que pudiera sentirse mal por ese hecho. – Aunque sí fue algo distractor.

-¡Oh! ¿En verdad? –Su tono fue demasiado sugestivo para no pasarlo desapercibido. –¿Puedes decirme el por qué?

Frisk pudo sentir cómo sus mejillas se acaloraban con tan solo pensar en una respuesta que por una vez en su vida, no se atrevía a exclamar en voz alta ante tantos seres presentes. Una cosa era que Sans fuera tan cariñoso y coqueto cuando estaban a solas, pero que lo hiciera con público presente le apenaba demasiado al no saber qué hacer en un momento así. ¿En verdad no le importaba que los seres grises estaban ahí también? Aunque claro, no parecía importarles la escena que estaban armando salvo por uno, el cual aún le desconcertaba su forma de ser tan diferente a los otros. Y eso ya era mucho decir. ¿De dónde había salido el de cabeza de almeja? Parecía que todos le habían aceptado sin más como si llevara mucho tiempo entre ellos. Mientras que con ella, había tenido que pasar muchas cosas para volver a ser mejor recibida en esa casa.

Les observaba demasiado con ese único ojo gigante que tenía. Y no quería juzgar al respecto, pero le intimidaba un poco. ¿Por qué le daba la impresión de que incluso la estaba analizando?

Pese a acompañarles estando en su esquina con tal de no estorbarle, Sans bostezaba de vez en cuando dejando en claro que aún se encontraba cansado. Una parte de Frisk suponía que estaba atento a ella por si volvía a quemarse accidentalmente, en vez de intentar dormir aunque sea un poco más. Y si bien era agradable su presencia para ella, a la vez le distraía demasiado sabiendo que la mirada que le lanzaba no era como las que solía mandarle cuando le vigilaba desde el otro lado de la calle. Ahora podía darse cuenta que era otra manera de su parte de ser coqueto hacia ella, pero a su vez, comunicándose con ella de una manera que tal vez ningún otro les entendería. Y eso era extraño. ¿Cómo era que podía comprenderlo en sus silencios y a la vez sentir tanta calma con su presencia? ¿Eso era parte de ser una pareja, tener una clase de comunicación inexplicable y a la vez tener problemas para expresarse? Aún tenía presente la breve conversación que habían tenido la noche anterior con la intervención de Papyrus y Muffet. Que si bien parecía que no le había dado la suficiente importancia en cuanto a sus palabras sobre ciertos hechos de algunos años, lo conocía lo suficiente para distinguir entre sus sonrisas. Incluso, podía comprender por qué lo hacía cuando ella misma ni siquiera había querido hablar más de lo suyo por más reciente que estuviera.

Sans había matado al sujeto que se había estado sobrepasando con ella. ¿Acaso él habría querido matar a la coneja que le había quitado la virginidad por órdenes ajenas? ¿Qué edad tenía cuando ocurrió tal cosa? ¿Sería igual de traumante como lo había sido para ella saber que un sujeto le había tocado sin su permiso? De su parte tenía que admitir que realmente deseaba que nunca hubiera pasado tal situación con su persona, por lo que podía imaginarse que sería el mismo caso para Sans y la incomodidad que había mostrado al hablar al respecto.

En verdad quería que le ayudara a rescatar a la señora Bunny, pero no se sentía con el ánimo suficiente de pedírselo con tal contexto. Al menos ahora comprendía su disgusto hacia la Madriguera y sus constantes comentarios despectivos hacia todo lo que tuviera que ver con ahí. Y aun con sus malas experiencias con la familia conejo y sus opiniones personales, aun así le respetó el hecho de que ella sí apreció su estadía con la familia, incluso estando dispuesto a esperarla en la parte superior cada noche, cuando tal vez, no le era agradable siquiera poner un pie encima de ese lugar. ¿Cuántas cosas se habría aguantado por ella? ¿Cuántas cosas había realizado por ella y apenas se estaba percatando de ellas? Tal vez "extraño" no era la palabra que le definía en todo ese tiempo conociéndolo con sus actitudes inusuales para ella, sino que gran parte de todas ellas habían sido una forma en la que le había estado comunicando lo tanto que le gustaba realmente desde antes, ¿cierto?

Terminando de servir algunos platos para ahora colocarles la fruta, nueces y miel, se giró para ver al esqueleto que aún se encontraba bostezando desde su esquina. Incluso en algo tan simple le estaba cuidando y eso le hizo ahora no parar de mirarlo. ¿Cómo no se había dado cuenta antes de lo lindo que era Sans? ¿O tal vez antes ya se había percatado y apenas era consciente de eso? Cruzando sus miradas que no incomodaban al otro, se percató de que su razón de estar atento a ella no estaba siendo precisamente por cometer otra clase de descuido en cualquier momento, sino por el malestar que evidentemente tendría consigo todavía tras la conversación nocturna, ¿cierto? ¿Estaba incluso descuidando su descanso para poder estar atento a ella? ¿Qué tanto podría querer ofrecerle con tal de poder verle bien? Él estaba alerta para unas cosas, pero vulnerable para muchas otras más de forma simultánea… y eso le hizo sonreír sin darse cuenta a tiempo.

-¿Qué ocurre, bonita?

Dejando a un lado el cucharón con el que había servido la avena, se acercó lentamente hacia él y sin pensárselo, puso sus manos en sus pómulos y lo besó directamente en sus dientes sin avisarle siquiera que lo haría. Tan solo dejándose llevar por el impulso personal y esporádico de querer estar con él aunque sea por ese breve momento. Sintiendo su propio corazón alborotarse por darle lo que aparentemente había estado pidiendo desde que Sans había entrado a la cocina. Y tal vez no sabía ser detallista ni mucho menos cómo saber si estaba siendo atenta o no con esa clase de cosas, pero sí sabía ser sincera. Y si a él le gustaba poder escucharle tal y como se lo había aclarado hace tiempo, entonces mantendría tal cosa entre ellos.

-Eres maravilloso, Sans.

Le comentó en cuanto se apartó levemente de él. Notando que además de tener sus ojos brillosos de una manera similar a la primera vez que se habían besado, su cráneo mostraba visiblemente un color azul que le parecía muy agradable de contemplar. No parecía tener algo por decirle tras lo repentino pese a tener sus dientes levemente separados, pero al menos ya no estaba bostezando más.

-Ya casi está todo listo. –Le indicó tras dejar de sujetarlo de los pómulos. –Deberías de ir a sentarte de una vez. En un momento llevo tu desayuno.

Se apartó para nuevamente enfocarse en la comida, pero fue así como se dio cuenta por un breve momento que todos los extraños seres grises habían estado contemplando la escena, aun cuando habían tratado de ser lo suficientemente rápidos para girarse cada quien a lo suyo. Incluso uno de ellos estaba fingiendo contemplar más de la cuenta la alacena.

Ahora le tocó a ella sonrojarse tras haber olvidado que todavía estaban ellos presentes. Que pena.

.

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Lesser no había podido dormir en toda la noche del coraje que tenía. ¡Esa maldita anfibia le había robado todo crédito! No importaba que ella le hubiera dado la pista sobre en dónde encontrar a la coneja, ni tampoco que hubiera ido a su rescate tras su falla y que además quisiera ser castigada al igual que los demás tras lo acontecido. ¡No era justo que la eligieran a ella como la nueva líder! ¿Dónde quedaba el reconocimiento de su esfuerzo? No tenía sentido alguno. ¡Ella era una mujer! ¡Y ni siquiera era un perro además!

No había parado de caminar una y otra vez en toda su recámara con tal de calmarse, pero siendo evidente hasta para él que eso no pasaría en un buen tiempo. Se sentía traicionado y humillado. Undyne le había agradado en verdad, pero tan solo había sido un abuso de confianza y una reverenda estupidez de su parte el haber bajado la guardia ante alguien como ella. ¿Cómo no lo pudo ver antes? La anfibia era la pupilo de Don Dreemurr. Tal vez ya se había tomado la decisión desde antes y la habían enviado a la mansión de los Boom para acoplarse un poco antes de su nombramiento oficial, ¿cierto? Siendo así, tan solo tuvo que orientarle a él para ser el cebo de algo más grande.

En el primer día de su breve vida

Despertado de una canción de cuna

Cogió un ascensor de una nave espacial visitante

Ve alto, mi mariposa.

Lesser movió suavemente sus puntiagudas orejas al percibir el canto proveniente de la sala. Recordándole a temprana hora que todavía tenía una tarea por hacer, ahora que los demás le habían recalcado que era asunto suyo y que más le valía hacerlo bien si todos los problemas que tenían todos era gracias a eso. El resto de sus compañeros claramente lo culpaban a él, aun cuando nunca les pidió su ayuda ni intervención. Siendo una razón más para parecerle injusto todo lo que le estaba ocurriendo a él.

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Ve, ve, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

mariposa vuela ve ve.

Sabiendo que nadie haría algo al respecto y que además debía de cumplir con su misión especial con tal de no tener problemas con el mero jefe de todos, se dirigió hacia la sala para encargarse de la coneja que tenían amarrada sin poder hacer nada para defenderse. Tenía que admitir ahí que la anfibia había hecho un buen trabajo en atarla de tal manera. Ni siquiera con sus colmillos podría romper tales ataduras.

Tuvo cautela suficiente al momento de acercarse. La coneja, estando en el suelo desde que la habían arrojado ahí, tan solo observaba la ventana más cercana mientras había estado cantando para dejar más en claro de que era la señora correcta que habían estado buscando. Tenía sus enormes ojos dorados brillosos, siendo reflejo de que no había parado de llorar en un lapso lo suficientemente extenso para tener su pelaje mojado. Pero al menos parecía que había tenido la decencia de hacerlo en silencio para que no cualquiera se percatara de ello salvo viéndola directamente.

Y en cuanto se percató de su presencia en el lugar, se giró como pudo para verle directamente y tuvo que retroceder su vista él ahora. Le habían advertido de que no se vieran a los ojos tras algo que aparentemente tenía consigo para que perdiera el control sin tener una memoria precisa al respecto, salvo por un canto que no paraba de resonar en sus oídos que no lograba comprender fuera de parecerle una hermosa voz. Canto que de alguna manera le parecía parecido al que había estado cantando la coneja segundos antes de que llegara cerca con ella.

-Estaba segura de que serías tú quien se acercaría. –Parecía comentarle con una leve sonrisa que estaba fuera de lugar dada su situación. ¿Qué no se daba cuenta que estaba siendo secuestrada? –Disculpa joven can, pero, ¿de casualidad conociste en algún momento a una sirena de cabello azul celeste?

-¿Qué le importa, coneja?

Respondió con enfado, teniendo su mirada hacia un lado todavía pero con ganas de morderla con tal de desquitarse de todas sus frustraciones y enojos recientes. Lo que le faltaba, hasta su presa le estaba faltando el respeto.

-Supondré que eso es un si. –Sus orejas alargadas también estaban amarradas, pero parecía que había querido moverlas por mero reflejo. La señora estaba loca. ¿Por qué parecía aliviada con eso? –Si lo que tienes te lo hizo quien creo que es… te recomiendo que rompas con el encanto que tienes contigo. Ella siempre fue demasiado temeraria y rejega, así que el hechizo podría terminar ahogándote.

-¿Pretende engañarme, señora?

-No, solo quisiera saber… qué es lo que ella me tiene para mí. –Ahora su voz sonaba demasiado nostálgica. –Nunca entendí con precisión cómo funcionaba la magia de sirena, pero si algo tengo entendido, es el hecho de que no te soltará hasta que cumpla con su propósito. Y pareciera que… el propósito soy yo. Así que también quiero ayudarte, joven.

-¡Pfff! Jajajaja. –Lesser terminó dándole la espalda. Contemplando y oyendo más que suficiente para solo un día de mierda. –Debe ser demasiado estúpida para creer que caeré en algo como eso.

El perro solo terminó resoplando con su actitud tan absurda, mientras estiraba una de sus patas para tomar un pedazo de pan que sabía que estaba situado en la mesa. Guiándose con su propio olfato para no tener necesidad nuevamente de darle la cara, pudo oler perfectamente que la coneja tenía miedo. ¿Qué pretendía lograr con mentirse a sí misma?

-Déjese de disparates y mejor disfrute de esta mañana de paz, señora. Que a donde la llevaré no volverá a ver la luz del sol nunca más. –Comentó tras ver con cierto pesar que había tomado una fruta en vez del maldito pan. Nada le estaba saliendo bien ahora. –Preferirá la muerte por lo que podrían hacerle. Aunque cuando vea en qué manos estará, tal vez ni la muerte le sea agradable.

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Flowey ya sabía desde antes que se trataba de una idiota más, todos lo eran en este maldito mundo de cualquier manera. Pero la arácnida que tenía ante él, peinándose y queriendo maquillarse al mismo tiempo cuando brazos sanos le faltaban para eso, estaba sobrepasando un límite que le irritaba de sobremanera. ¿En verdad no se daba cuenta de lo imbécil que se veía queriendo verse bien a tan temprana hora y para un sujeto que claramente no la apreciaba? Porque no bastaba que fuera evidente en cada chillido de felicidad que soltaba de tan solo recordar que el esqueleto mayor le había estado curando y mostrado preocupado por ella, sino que no paraba de comentarlo desde anoche hasta el momento en el que se quedó dormida. ¿Para eso había accedido a quedarse en su habitación? ¿Para tener que soportar semejante estupidez?

-Ya es bastante tarde y aun no elijo el vestido que usaré hoy ni tendido mi cama. –Comentó Muffet a su reflejo mientras trataba de colocarse algo en cada ojo. –¿Cómo le hacen varios para hacer cosas con únicamente dos brazos? Es tan tedioso…

La flor no respondió al serle claro que no se necesitaba respuesta de su parte. Estando harto de esa clase de trivialidades y pláticas sin fin que no llevaban a nada salvo a su fanatismo insufrible por el esqueleto vejete y el querer verse lo mejor posible para él ante una burda ilusión de tener una oportunidad de que la considere en algo más. Situación que únicamente estaba en su mente, claro estaba.

Lo peor estaba en que el esqueleto mayor sólo le había curado algunas heridas y ni siquiera había podido hacerlo bien si todavía presentaba daños visibles. Quien la había salvado y llevado a un lugar seguro había sido él y eso lo sabía la misma Muffet sin necesidad de haber perdido el conocimiento antes o después. De su parte no estaba necesitando un reconocimiento al respecto si lo había hecho porque quería y ya, pero aun así era bastante exasperante que se dejara llevar por lo que quería y no por hechos contundentes. En su momento la había considerado menos tonta que los esqueletos, pero tal parecía que estaba en la misma bolsa a su manera.

-A nadie le va a importar que estés maquillada o no. –Terminó comentando tras aburrirse de estarla viendo arreglarse. Le había dejado en la mesa con espejo junto a todo su maquillaje. –Solo vístete y ya.

-Mi querido W.D. no me ha visto sin maquillaje en años. No será hoy el día que no lo haga.

-Al sujeto ni siquiera le importas.

-¿Cómo puedes decir eso después de ver que me salvó?

-Él no te salvó, solo te cargó cuando mucho.

-¡Y eso lo hace más lindo! ¡Aaaaahhhhh! –Flowey terminó rodando sus ojos al ver que sus chillidos de emoción estuvieron de vuelta muy pronto. Frisk también estaba con esas cosas cursis desde que la basura sonriente le había dejado en claro lo que evidentemente sentía, ¡pero esto ya era demasiado! Esta mujer era un caso perdido. –Me dejó claro que me quiere, Flowey. Así que necesito que eso crezca mucho más. Por eso no puedo salir sin maquillaje si finalmente estoy viendo una oportunidad real.

-¿Oportunidad de que te rechacen de otra manera?

-Awwwww, ¿estás preocupado por mi, Flowey? –Finalmente dejó de verse en el espejo para verle directamente. Incluso había bajado el pincel con el que se había estado retocando algo que no entendía en absoluto, para acariciarle suavemente del tallo con la punta de sus dedos. –Me hace feliz que quieras cuidarme tal y como lo haces con Frisky, pero descuida, W.D. es un buen hombre a diferencia del vago de Sans.

-¿Qué te hace pensar que me preocupo? –Refunfuñó por lo bajo, observándole ahora queriendo peinarse con la otra mano disponible y exasperándole aún más su intento de apurarse con arreglarse demasiado. –Eres un maldito desastre. Deja que yo lo haga.

-¿Sabes peinar?

-Frisk tenía el cabello largo antes. –Se limitó a responder mientras tomaba el cepillo con su liana. –Había ocasiones en que su cabello terminaba enredado con hojas o ramas y no le daba importancia.

-Eso aviva una curiosidad que he tenido. –Comentó Muffet con una sonrisa que ocultaba levemente sus delgados colmillos. Girándose un poco para permitirle cepillarle adecuadamente mientras se contemplaba en el espejo para seguirse maquillando. –Sé que Frisky tenía una hermana y un monstruo al que consideró su hermano mayor, los cuales los perdió y claramente extraña si los tiene siempre consigo en su collar. Así que creo que estás deseando ser un hermano para ella. ¿O me estoy equivocando?

-¿Únicamente te enfocas en tonterías? –Cuestionó inmediatamente con amargura, teniendo que extender otra liana para sujetar bien su cabello para terminar. –Listo, ahora vístete.

-Muchas gracias, Flowey. Eres un estuche de monerías, huhuhuhu. –La arácnida se vio al espejo completamente satisfecha del resultado de su maquillaje y del peinado simple que realmente le había hecho. –Y también un gran amigo.

-Lo que tú digas…

-Lo digo enserio. En verdad creí que moriría en cualquier momento en la pelea con esos perros y sus hachas, pero tu fuiste a apoyarme. –Comentó mientras se paraba para ir a tender su cama. Dejando a la vista estar portando una pijama bastante corta de muchos encajes que hacía irónico que se quejara tanto del frío con semejantes prendas. –Así que también gracias por haber estado ahí para mí, aun cuando tuviste que separarte de Frisky para hacerlo.

Flowey nuevamente se mantuvo en silencio al no tener nada más que decir. Siéndole extrañamente satisfactorio que al menos la tonta no era tan ciega para ciertas cosas y que al menos se lo reconocía fuera de su ensoñamiento que no llevaría a nada. Tal vez era por eso que podía decidir tolerarle, aun cuando fuese bastante parlanchina y molesta con sus insistencias o vanas ilusiones para su gusto.

-¿Ébano o azabache? –Muffet le mostró dos vestidos.

-Yo los veo igual de negros.

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El par de llamadas que Asgore había recibido hacía tan solo unas horas, habían sido más que satisfactorias para que su día entero fuese de lo más agradable. El tiempo le había compensado con una espera entretenida pese a lo largo que había sido en algunos aspectos. Pero aun así, no era suficiente todavía para sus propias ambiciones. Tan solo tenía una pieza más para su colección, pero no era la meta todavía.

Lesser había capturado finalmente a la coneja que le había costado encontrar tras no estar registrada en el sindicato y ser una extranjera con permiso nacional. Y todavía le hacía falta encontrar a la sirena escurridiza, pero no estaba preocupado al saber que no podría estar muy lejos dada su condición. Alphys se había encargado desde antes de que no le fuera fácil tener control de sí misma eventualmente. Y en cuanto tuviera a las tres juntas, finalmente podría tener a su cazadora perfecta. Y si todo funcionaba de maravilla… tal vez ni siquiera le sería necesaria Undyne para sus siguientes pasos a dar. Después de todo, Gerson también le había comunicado a primera hora la decisión de hacerle líder de la manada de perros tras los problemas que habían ocasionado en terreno de los Gaster. Algo que le habría encantado de ver con sus distintas reacciones, pero tendría que conformarse por ahora de sólo recibir información en cuanto no pudiera abandonar sus propios intereses.

Cada vez faltaba menos para ver realidad sus sueños. Y eso le hizo mantener su sonrisa mientras cocinaba para dos.

Colocó todo en la canasta que estaba usando más de la cuenta recientemente, y se dispuso a encaminarse hacia su salón de trofeos antes de ir de picnic con la señora Gaster una vez más. Ya que si bien era algo absurdo de su parte querer ver el alma determinada en espera de resultados diferentes no presentados en tantos años, le causaba cierta satisfacción verlo para recordarle que él seguía triunfando mientras que él no podía hacer nada más que permanecer ahí. Muerto y sin poder descansar mientras él no lo permitiera. Y nunca lo haría, porque incluso en muerte, le pertenecería todo el tiempo que quisiera en cuanto no obtuviera precisamente eso, el regalo más cotizado y apreciado de todo el universo.

Hoy aprendí que una pequeña ráfaga de viento

Puede cambiar la dirección del destino.

Estoy aquí arriba la mariposa alta.

Espero no haber llegado aquí demasiado tarde.

Asgore sonrió con tan solo escuchar la canción al otro lado de la habitación. Teniendo que dejar de apreciar su trofeo más sorprendente para tener que atender algo más que igualmente le entretenía y que seguramente ya tendría hambre por la hora. Y muy pronto podría escuchar a las tres en conjunto.

¿Dónde estoy?

¿Dónde está mi madre naturaleza?

Todo a mi alrededor es un cielo oscuro

Me siento nueva en esta extraña situación.

Aleteo por mi mariposa

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Ve, ve, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

Vuela, vuela, mariposa, mariposa, vuela, ve, ve

mariposa vuela ve ve

Hacia el cielo las mariposas

Todos revolotean por

Hacia las estrellas las mariposas

-Que linda canción, ¿la escribió usted? –Le interrumpió sin avisarle de su llegada, sonriéndole en el instante que la esqueleto se giró hacia él sin verse realmente asustada o sorprendida. Le sonrió tras sentarse frente a ella. No necesitando de una respuesta de su parte tras ser más que notoria al verle directamente. –Suena bastante tierna, pero, ¿por qué mariposas?

-Porque son criaturas bastante curiosas. –Respondió con una sonrisa bastante sincera mientras esperaba pacientemente a que pusiera toda la comida, mantel y florero entre ellos. Tal vez eso era una de las cosas que realmente le intrigaba de la señora Gaster si tenía que admitir en sus adentros. Sabía la situación en la que se encontraba y aceptaba su destino con el mayor optimismo posible. –Las mariposas no pueden ver sus propias alas. No obstante, vuelan con total libertad sin saber lo hermosas que son y lo poco que les queda por vivir.

-Se identifica con ellas, entonces. –Concluyó mientras se sentaba en el suelo finalmente. –Así que su canción trata sobre usted queriendo ser libre. Que irónico.

-No, señor Dreemurr. Me temo que no será capaz de entender la letra de la canción.

Asgore soltó una carcajada antes de dar el primer bocado al pastel de vegetales que había preparado. No le había quedado bien, pero al menos era algo comestible a su modo y la señora tendría que conformarse con eso en cuanto le extendió el tenedor para que abriera los dientes. Cocinar no era lo suyo y no esperaba que lo fuera en algún momento, solo era que le gustaba la comida casera y poder hacer las cosas por su cuenta sin que otros quisieran menospreciarlo. Detestaba esa sensación por mucho que su intención fuese servirle como el rey que pretendía ser. Y hasta ahora, parecía que Undyne era la única que parecía comprenderlo a su manera, pero era muy pronto aún para concluir que iba a buen camino su formación.

-Haré un intento, ¿le parece? –Comentó Asgore tras un breve silencio mientras comían. –Ummmm… ¿Acaso es una alegoría a algo que pasó en su estadía con el ejército italiano?

-Tibia. –Sonrió la esqueleto con algo de burla. Aquel atrevimiento de su parte le hizo soltar otra carcajada. –Supongo que sabe algo de eso por mi esposo, ¿no es así?

-No realmente, no fue tan informativo como hubiera deseado. –Admitió sin darle importancia a lo que pudiera concluir con eso. Incluso le daba interés de saber qué reacción podría tener con eso si otras veces no había querido tocar el tema. –Supongo que no pasaron por lo mismo para que cada uno tenga una perspectiva distinta de lo mismo.

-Wingdings fue un soldado, yo una enfermera. Nuestros roles dentro del ejército habrán parecido contradictorios, pero ambos tuvimos gente muriendo en nuestras manos. –Comentó tras haberse pasado el bocado que le había acercado. Dándose el tiempo para saborear lo que evidentemente no estaba bueno y seguir hablando después. –El sentimiento no es tan diferente cuando te das cuenta que realmente da igual la herramienta si te encamina al mismo resultado.

-Eso suena bastante pesimista viniendo de usted.

-Por eso digo que jamás podrá comprender realmente mi canción, ni ninguna otra que pretenda que cante después. Temo decirle que usted no es de los que escucha por más que diga que le guste mi voz.

Asgore le dio un trago a la bebida que recién se había servido para él para disimular el desagrado que le daba cómo había querido cambiar la situación. Tenía que admitir que esta mujer era bastante atrevida para creer que podría caer en el juego de la provocación, pero para mala suerte de ella, él no seguía ninguna manada ni jugaba el juego tonto de otros. Él solo jugaba con el jugador.

Peor aún, amaba ganar y no tenía piedad con nada ni nadie en cuanto fuese un contrincante digno de sus habilidades y le diese un gran reto, pero eso no había pasado desde el mismo Masao Saito. El resto eran simplemente calentamiento dependiendo del caso o no valían siquiera su tiempo. Y la señora Gaster, por más que le entretuviera con su particular forma de ser, no valía la pena para aceptar el juego siquiera.

-¿Nuevamente se compadece de mí, señora? –Mencionó en cuanto bajó su vaso. Acabando de una buena vez con su intento.

-Si, y creo que por eso seguirá viniendo conmigo. –La esqueleto le miraba con una sonrisa sincera que le inquietaba de muchas maneras. –Porque tal vez sea la única que le queda para eso, ¿no es así?

Su sonrisa volvió tras escuchar eso. Tenía que admitir ahora que la mujer le había dado un golpe inesperadamente bajo por haberla subestimado antes de tiempo. Pues bien, en recompensa de su valiente intento, le devolvería el golpe con el mismo peso para no acabarla antes de tiempo, pero si lo suficiente para advertirle de todos los demás que quisiera intentar. Al fin y al cabo, necesitaba de esa actitud suya para que su experimento estuviera a flote con la calidad deseada. Tendría a su cazadora perfecta, si o si.

-Supongo que es así. –En lugar de sujetar el tenedor para seguir dándole de comer, la sujetó de la barbilla con mucho cuidado para obligarle a verle directamente a los ojos, aun cuando no fuese necesario si ya tenía su total atención desde antes. –Pero en cuanto su voluntad me pertenezca, ¿podrá mantener dentro de usted esa piedad?

No hacía falta siquiera que se explicara demasiado con eso. Contemplando finalmente una mirada de horror tras sus cuencas que únicamente terminó haciendo que le divirtiera más su reacción. Ganando una vez más un juego que claramente la tenía de perder desde antes y a su vez, encontrándole una debilidad más que podría usar a su favor si las cosas se presentaban distintas.

La esqueleto no quiso comer más y tampoco volvió a cantar. Y era una lástima, porque realmente le había gustado su canción.

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El siguiente capítulo estará el 7 de octubre.

Y si se lo preguntan, la canción existe y se llama "Butterfly "de Swingrowers. Varias de las canciones de la banda las escucho antes de escribir los capítulos, imaginándome la voz de Arial en varias de ellas.

Michi fuera!

:)