La guerra no era un lugar para cualquiera. Y siendo franco, ni siquiera consideraba que era lugar para él por más que sus superiores le quisieran halagarle con sus aparentes talentos que tenía para afrontar todo combate. Detestaba estar ahí y no había nada que le hiciera cambiar de parecer. O por lo menos, eso creía hasta aquel incidente que casi había acabado con su vida, si no fuese por haber sido más rápido en acabar con el enemigo presente…
…y por las dulces manos de un ser angelical que le habían atendido a tiempo.
Tras varias semanas de estarlo meditando con seriedad, Wingdings se sentía un completo tonto por haber caído en el cliché de haberse interesado en una enfermera. Eran varios soldados que estaban en las mismas considerando la tensión con la que frecuentaban, siendo que algunos incluso tenían parejas esperándoles pacientemente desde sus casas y los malditos no respetaban ese hecho al preferir la lujuria por considerarse muertos antes de tiempo. Y era por ello que se molestaba aún más consigo mismo al estar vigilando en cada oportunidad a la enfermera esqueleto, esperando que no fuera una más que terminaba accediendo a deseos pecaminosos de soldados que solo servían para tiro al blanco de los enemigos. ¿Y para qué? Al ser un monstruo, le tocaba la peor parte de la guerra al estar siempre al frente, lo cual hacía que sintiera que vivía siempre un día a la vez sin considerar un futuro para sí mismo. Pensar en que podría tener una relación en algún punto de su vida no estaba a lugar en ningún aspecto si tenía que enfocarse en sobrevivir primero.
Pero he ahí en esa situación tan deplorable para sí mismo. Permitiendo que le ocurriese un incidente para terminar con una lesión nuevamente en su pierna para que sin más remedio, le mandaran a enfermería a la brevedad. Dejando que esa enfermera en particular le atendiera con el cuidado que posiblemente solo ella podría generar con tanta calma en un entorno tan acelerado. Y era extraño, parecía que tenía una sonrisa intacta que ni los casi cadáveres de alrededor pudieran perturbarle, pero eso más que incomodarle, le agradaba más de lo que quisiera admitir.
-Tiene que tener muy mala suerte para que un incidente le ocurra dos veces en tan poco tiempo, soldado. –Comentó la esqueleto que tenía su vista luminosa fija sobre su pierna. Contemplarlos tan de cerca, le parecía que eran un par de esmeraldas que tenían la dicha de recibir un cálido rayo de sol. –Pero también para suerte suya, soy una experta curando huesos, jeje. No tardaré mucho.
Wingdings ni siquiera tuvo el valor de responder ante esa risilla que ahora estaba resonando por todo su cráneo. ¿Cómo escuchar algo tan espontáneo y volátil le había gustado tanto? Incluso parecía agradarle mucho más que el hecho de saber que estaba siendo atendido por ella. Pero qué lamentable caso el suyo. ¿Por qué tenía que interesarse realmente en alguien que bien podría ser réplica de muchas mujeres más? ¿Por qué había caído en algo tan simple como dejarse cautivar por alguien que solo había hecho su trabajo?
-Por cierto, ¿cómo sigue su vista? –Preguntó la enfermera tras un breve momento.
-Ah, bien. –El esqueleto tocó las grietas de sus cuencas por mero impulso. Sabiendo a lo que se refería. –Tiene varios días que ya no me duele.
-Ahora que lo pienso, no debería de considerarme una experta curando huesos si no pude arreglarle eso. –Se lamentó con cierto pesar que solo pudo detectarse en su voz. Su vista luminosa seguía fija en su pierna al obligarle a casi acostarse en la camilla. –Ser esqueleto no da garantía preventiva de que sea buena en ello, ¿cierto? Usted debe comprenderlo.
-No tiene nada de qué lamentarse, señorita…
-Serif. –Respondió de inmediato sin distraerse. –Arial Serif.
-Bien, señorita Serif. –Wingdings contuvo una sonrisa a tiempo que lo habría dejado como un tonto. Había obtenido su nombre demasiado fácil, y por alguna razón, sentía que un nombre tan sencillo le quedaba bastante bien. –Le debo la vida, así que no debería de lamentarse por algo como esto.
-Solo hago mi trabajo, soldado. –Le sonrió en el acto. –Pero muchas gracias.
Y estaba en lo cierto, pero aun así Wingdings sentía que debía de reconocérselo. Había sido una breve conversación que había sido bastante amena pese al entorno, pero no se había sentido satisfecho con eso. No obstante, había tenido que levantarse de la camilla en cuanto su pierna había terminado completamente curada y ella tuvo que retirarse para atender al siguiente herido sin necesidad de indicarle o despedirse de él. Y aquello le había molestado más de lo que quisiera admitir. Sabía que no podía interferir en su trabajo que requerían de sus manos sanadoras, pero por segunda vez en su vida, había querido tener algo más en su vida que una aplastante realidad. Siendo que la primera vez había sido por un sueño tan burdo que el mundo no tardó en escupirle en el cráneo para hacerle entender que no era algo para él.
Pues no, tener eso en mente no le había sido suficiente para no querer volver a verla. Una semana después había vuelto a enfermería con un dolor de cabeza bien justificado a causa de sus grietas en las cuencas y que le impedía ver adecuadamente. Lo suficientemente comprensible para que incluso la enfermera que había hecho el reporte de tal posibilidad a presentar, fuese particularmente quien le atendiera nuevamente. Y sabía que estaba mal de su parte hacerle angustiar por algo de lo que visiblemente aún se sentía culpable, pero contar con su atención exclusiva valía la pena.
-Si ya está presentando migrañas, puede que vuelva a tenerlas en cualquier momento. –Le indicó tras revisar su vista con cuidado. Tenerla tan de cerca le estaba poniendo nervioso, pero tenía que contenerse. Quería comprobarse a sí mismo que no valía la pena siquiera seguir pensando en ella, después de todo. –Para algunos parecerá insignificante su caso, pero aun así podría hacerle un justificante de que no es apto para seguir al frente. Sólo que el doctor tendría que aprobarlo antes. Tal vez él lo entienda.
-No. –Respondió el esqueleto de inmediato. Maldiciéndose por el hecho de haber llevado su mentira demasiado lejos para tal grado. –Eso sería deshonroso. No puedo darle la columna a Italia.
-Su vida debería de importarle más.
Susurró la joven enfermera para que ningún otro escuchara eso. Y no podía culparla, ya que cualquiera podría interpretar sus palabras como un grado menor de traición en el peor de los casos, y eso se pagaba hasta con muerte si los superiores lo consideraban así. ¿Acaso no estaba ahí tampoco por voluntad? Parecía disfrutar su vida y lo que hacía, por lo que nunca se cuestionó que alguien tan sonriente estuviera en las mismas que él.
-¿No tiene una familia o pareja que le esté esperando? –La esqueleto se apartó de él en ese momento para darle la columna y servirle un vaso de agua. –Tal vez esta sea su oportunidad de estar con ellos, o ella.
-No tengo a nadie, no tengo familia. –Había sonado demasiado deprimente de su parte, recordando su razón de no haberle importado ser obligado a participar en el ejército al no tener nada por perder de cualquier manera. –No estoy casado ni nada por el estilo.
Y justo por eso era que comprendía más que nadie el hecho de vivir un día a la vez. Aun tras todo lo acontecido en su existencia, tuvo que dedicarse a repartir periódicos para sobrevivir hasta que el servicio militar le tocó a su puerta una mañana deplorable. Al menos esta era una forma de ganarse la vida de una forma más digna, se dijo a sí mismo en aquel entonces.
-Tampoco yo.
La enfermera le había respondido demasiado rápido como si se hubiera anticipado a tal declaración de su parte. Pero escuchar eso, por más triste que fuera, le alegró en sus adentros de una manera que tuvo que guardárselo para sí mismo al haber obtenido nueva información sin habérselas ingeniado esta vez. No quería verse demasiado imprudente con su dolor, sin saber qué historia de trasfondo tenía para que una dama como ella estuviese sola y con un trabajo que le hacía arriesgarse en el campo de batalla, pero saber que no tenía a nadie que estuviera esperándola en alguna parte… ¡Mierda!
-No puedo creerle eso. Es usted una mujer muy amable para estar tan sola. –Tenía que agradecer que la joven enfermera estuviera todavía de espaldas, aparentemente viendo qué medicamento darle con el vaso que ya le había servido. Decir tal cosa le había apenado demasiado. –Debe tener a alguien esperando el momento adecuado para poder cortejarle.
-Pues no, no hay nadie. Supongo que… no se me considera una mujer atractiva para tales cosas.
-Pues serán unos tontos los que no se percatan de eso.
Y en ese silencio tan extraño que había surgido entre ellos, había dado inicio a algo de lo que nunca se arrepentiría en su vida. Aquella enfermera no había resultado no solo ser hermosa por fuera, lo era mucho más por dentro. Era divertida y entusiasta pese a no agradarle el entorno y aquello se había vuelto algo contagioso, convirtiéndose en un motor para no resignarse a vivir un día a la vez si es que tenía la oportunidad. No era realmente tan sonriente como había creído, pero aquello le había gustado mucho más aún, saber lo fuerte que era para que decidiera afrontar la realidad con la mejor actitud posible. Quería vivir para seguir conociéndola, darle razones para sonreír en verdad y quería vivir para pasar el resto de sus días junto a ella. Por lo que a la primera oportunidad presentada, no había dudado en esposarla y prometerse a sí mismo en poder darle la mejor vida que alguien tan amable como ella merecía.
Pero no lo había podido cumplir. Quedándose ahora con un espacio vacío a lado de su cama cada mañana, pero aun así obligándose a que lo primero que viera fuese su fotografía situada en su mesita de noche.
-Chiao, mia amore. –Acarició la fotografía antes de levantarse.
Teniendo todo listo en su entorno como en su persona, se encaminó hacia el comedor esperando tener todo puntual como siempre debía de ser. Aunque Wingdings no tenía que pensar las cosas demasiado para percatarse que su entorno estaba cambiando nuevamente. Empezando con el hecho de volver a estar todos reunidos en la mesa a la hora de desayunar sin necesidad de discusiones o fuerzas superiores para tenerlos sujetos más de la cuenta. Aunque tal vez eso último no era del todo cierto, considerando que ahora estaba presenciando una fuerza muy extraña que estaba dirigiendo a su equipo para colocar las cosas en la mesa. Y el otro cambio que era igual de sorprendente, era el hecho de ver a su primogénito tan temprano ahí. Aún algo desalineado para lo que le pedía siempre, pero con una sonrisa de bobo que dejaba más que claro cuál había sido su motivo para hacerlo.
Y tal vez por eso último le haría cuestionarse sobre si era una buena idea o no tener a la florista con más frecuencia en la casa, sino fuera porque su sentido común le indicaba de inmediato el problema que también presentaba ante su descortesía, pocos modales y mala actitud. Aún tenía mucho por hacer con ella, se apuntó mentalmente mientras la contemplaba dirigir con una confianza en territorio ajeno que la hacía o muy valiente o muy suicida de su parte. Y extrañamente, conforme la conocía le costaba más trabajo saber cuál de las dos razones era la correcta.
Le había visto recientemente doblegarse entre el enojo, la tristeza y la impotencia. Y para alguien que aparentaba estar a la defensiva en todo momento, tenía que admitir que le había hecho sentirse incómodo verle en tal estado. No solo por no saber qué hacer en circunstancias así, sino por el hecho de no agradarle recordar que a pesar de todo el carácter que la chica se cargaba que podía domar mafiosos cuando se lo proponía, en el fondo seguía siendo una niña dolida por problemas paternales que nunca existieron. No, no le gustaba saber eso, pero tampoco verla ahora con la negación de vuelta, como si el día anterior no hubiera pasado con todo y sus destrozos.
-Buenos días. –Murmuró la florista en cuanto lo vio.
Wingdings se limitó a asentir con la cabeza a modo de respuesta. Sentándose en su sitio de siempre y contemplando con cierto malestar que en la mesa estaba todo listo, menos su café matutino que no debía faltar nunca y ella misma lo sabía de antemano, dejando ante él ahora una taza con té que le hizo gruñir en el instante.
-Si vas a hacer las cosas, hazlas bien, florista. –Le reprochó sin tener intención de tocar esa taza nunca.
-Es té verde. Tiene más que suficiente cafeína para usted. –Le contestó de inmediato. Muy seguramente teniendo la respuesta desde antes sabiendo que le reclamaría. –Por cierto, estoy algo acostumbrada a preparar mucha comida, así que espero que tengan mucha hambre. Y también invité a sus seguidores al desayuno.
-Es descortés de tu parte que tomes esa decisión por tu cuenta.
-Me parece más descortés que los deje esperando mientras usted está desayunando con calma. –Le colocó al frente su plato de avena con fruta que le hizo de igual manera protestar con la mirada. ¿Por qué demonios le estaba haciendo comer tan sano? –No sabía que no tenían nombre. ¿Cómo es que trabajan juntos?
-Son más obedientes que mis hijos.
-También es descortés que diga esas cosas delante de ellos.
-SI ES CIERTO. –Afirmó Papyrus que recién estaba llegando.
-Completamente. –Continuó Sans la conversación con una sonrisa de burla.
El jefe de familia se limitó a refunfuñar desde su sitio, mirando con molestia particularmente a su primogénito que disfrutaba más de la cuenta la situación. Poniendo a un lado su aún cuestionable decisión de querer estar con una humana, de todas las mujeres existentes en la ciudad, ¿tenía que elegir una con mal carácter? Sabía que de sus hijos era el que más se le parecía en muchos aspectos, pero en cuanto a gustos variaban demasiado y vaya que le había puesto demasiado difícil tratar de lidiar con algo así, tener que moldearle para al menos no ser un problema para la familia. Aunque también, aquello tenía una ventaja que le costaba trabajo procesar todavía dado que era bajar su propia guardia y ego para admitirlo abiertamente.
Lo había notado al jugar ajedrez con ella, y también al verle afrontarlo varias veces aunque aquello ameritara una reprimenda física. La florista no solo era firme con sus decisiones, era observadora y lógica, lo cual le hacía tomar decisiones que fuesen las más tangibles posibles dentro de sus propios parámetros, pero también tenía un comportamiento que si bien le irritaba, era admirable al punto que podía llegar con eso. Tenía talento para hacer retroceder al contrincante, pero en cuanto no perdiera el control de sus propias emociones, nada le haría retroceder a ella salvo aquello que pudiera lastimarle sentimentalmente. La florista en verdad podría ser una negociadora de lo más perspicaz además de ser una simple mediadora con la yakuza y sus extraños intereses. Podría ser útil para la familia para más cosas realmente… pero Wingdings suspiró con solo pensarlo. Tenía mala experiencia al tratar de educar así a una mujer, teniendo que lidiar con ello precisamente en ese momento.
-¡Buenos días! –Exclamó Muffet en cuanto hizo acto de presencia, pavoneándose más de la cuenta mientras sujetaba la maceta de una flor malhumorada. –Lamento la tardanza, pero ya saben que lo mejor siempre se hace esperar, huhuhuhu.
Sans murmuró algo por lo bajo, a lo cual Papyrus se rió de lo que pudo haber sido un comentario ofensivo. Wingdings optó por dejar pasar por alto tal cosa al percatarse de que la florista se estaba retirando hacia la cocina, tal y como lo había frecuentado en el tiempo que estuvo viviendo bajo su techo. Sus seguidores estaban sentados con sus respectivos platos al igual que sus hijos, incluso la planta estaba sobre la mesa como extraña decoración. ¿Y ella se iba a retirar tras tal cosa hecha por ella? No tuvo que contar los espacios para darse cuenta de que no había destinado ninguno para ella. Y si bien no le causaba tanta gracia detenerla con su magia para que no diera un paso más, formaba parte de los cambios que tenía que aceptar que estaban ocurriendo. Incluso en él mismo.
Había decidido aceptar a la florista en la forma que su hijo quisiera. Y si eso era ser su pareja por más inverosímil y aberrante que fuese la situación, no tenía de otra más que seguir la corriente de eso.
-Tira la sedia della tua ragazza. Non ti ho viziato. –Regañó a Sans mientras usaba sus manos flotantes para que trajeran la comida que había dejado en la cocina. La florista se giró con desconcierto sin saber qué estaba pasando. –Florista, si tienes la descortesía de invitar gente a mi mesa sin mi permiso, al menos deberías incluirte.
-Creí que eso lo molestaba. –Se excusó la chica sin hacer caso a la silla que Sans se había apresurado en traer a lado suyo.
-Me molestan muchas cosas, pero aún así no parece importarte. –Se limitó a responder sin necesidad de dar detalles. Empujando su taza cuyo contenido se rehusaba a ingerir. –Siéntate, florista. Que si insistes en no querer estar presente mientras desayunamos todos, me hará pensar que piensas envenenarnos.
-No haría tal cosa, señor.
La humana parecía todavía desconcertada con el hecho de que Sans le esperaba pacientemente a que se sentara en la silla para acomodarle, pero a su vez no tardó mucho en darse cuenta de las intenciones y terminó accediendo en silencio. Si bien no le parecía una buena idea que ese par estuviesen tan juntos, lo pasaría por alto esta vez al tener temas más importantes por atender que un par con hormonas alborotadas delante suyo.
-¿Y bien? ¿Cómo les fue con sus respectivas misiones?
-NO NECESITÉ CORTEJARLA, TAMMY SIGUE COLADA POR MI. LO CUAL ENTIENDO EL PORQUE, PERO NUNCA CREÍ TENERLA TAN FÁCIL. –Contestó Papyrus primero mientras picaba un poco su fruta antes de darle un bocado. –ASÍ QUE TENEMOS SE RECURSO DE NUESTRO LADO TODAVÍA. Y TAMBIÉN PARECE QUE SU MADRE NO SABE NADA SOBRE… BUENO…
-Entiendo. –Comprendió el jefe que no era necesaria dar tanta información justamente en un horario en que estaban comiendo. –Dudo de esa última parte, pero lo pondremos para otro momento más adecuado. Sans, ¿cómo te fue con Mettaton?
-¿Mettaton? –La florista intervino con sorpresa.
-Se rehusó a mostrar o entregar cualquier prototipo de sus reflectores, alegando que siendo algo directo con gobierno no podía obstruir nada que afectase el proceso electoral. –Contestó Sans teniendo que ignorar la curiosidad de su humana. Al menos estaba consciente de las prioridades urgentes, pensó. –Tal vez forme parte de lo que la bola de pelos insinuó que nos encarguemos.
-Es una posibilidad. Entonces he de suponer que no se logró nada más.
-Nos retiramos antes de un acuerdo más óptimo por el mensaje que nos llegó de la multiojos. –Ahora parecía hacer una mueca de desagrado, pero podía notar que no era por tal interrupción o por la comida que estaba revolviendo en su plato. –Pero… también obtuvimos algo más con lo que intentó sonsacarnos. Mettaton sabe sobre la vinculación que tiene Frisk con el Gran Don, pero no por las razones que pudiéramos imaginar. Hay un detective que la está queriendo investigar directamente.
-¿A mi? –Preguntó la florista. –¿Por qué?
-Supongo que diste el apellido incorrecto en el lugar incorrecto, bonita.
-¡Te dije que eso pasaría! –Exclamó la flor desde su sitio. –Te advertí de no dar datos innecesarios a nadie.
-Si me hubieras dicho la razón de no hacerlo desde antes, habría intentado ser más cautelosa. –Alegó la florista sin inmutarse. Sans asintió con la cabeza estando de acuerdo con ella. –Supongo que fue por aquella vez que la policía me interrogó por mi permiso bancario y los nombres que di. Había un señor sin un brazo que tenía toda una pared con investigación sobre Asgore Dremurr. Tal vez sea ese detective que mencionas.
-¿Recuerdas qué le dijiste? –Interrogó el jefe de familia, pareciéndole importante la situación. –¿O lo que viste en esa pared?
-No hablé mucho con él, pero me dio la impresión de que su razón de buscarlo era por algo personal. Ya que la ausencia de su brazo… fue por él, en palabras suyas. –No parecía ser una conversación grata para la chica, la cual no estaba tocando el plato que ella misma había preparado para todos. No obstante, se rehusó a mostrarse cabizbaja con la conversación. –Y sobre lo que vi, recuerdo que eran varios recortes de periódicos, algunas anotaciones, fotografías de él… ¡Oh! Y también de algo que se veía como esto.
Sacó una llave de su bolsillo, la cual tenía forma de una estrella de cuatro picos y siendo lo que precisamente estaba señalando. Para él no tenía precisamente un significado particular que pudiera relacionarlo con algo en específico, pero para sorpresa suya sí lo tenía para Sans. El cual, se desapareció de inmediato sin aviso previo para aparecer nuevamente en su asiento en menos de un cierre de cuencas. Sosteniendo también algo que tenía su misma forma y que supuso que se trataba de un arma punzo cortante de origen japonés.
-Esto es lo que nos arrojó el líder de la yakuza aquella vez en el cementerio. –Indicó Sans tras ponerla en la mesa. Dando un gran bocado y pasándoselo rápido para seguir hablando. –Creo que se le parece demasiado para creer que es una simple coincidencia.
Wingdings lo levantó con su magia para apreciarlo mejor, al igual que tomar la llave que la florista había estado sujetando hacía unos segundos. Estando ambos elementos juntos, por más insignificantes que parecieran como objetos pequeños metálicos dorados, parecía que tenían una extraña comunicación entre ellos que no lograba descifrar en los detalles que estaban a simple vista.
-Si se trata de un símbolo, puede que sea que los únicos que pudieran entenderlo fueran el Gran Don y El jugador. –Tuvo que concluir de momento, bajando ambos objetos de vuelta a la mesa y prefiriéndose enfocar en un desayuno que podría enfriarse en cualquier momento. –Aunque viendo que son cuatro picos, tal vez sea una alegoría a la rosa de los vientos.
-No conozco de una flor así. –La humana arqueó la ceja.
-PORQUE NO ES UNA FLOR REAL. ES UN SÍMBOLO QUE MARCA LOS CUATRO PUNTOS CARDINALES; NORTE, SUR, ESTE Y OESTE. –Contestó Papyrus con suma paciencia, estando casi por terminarse la primera parte de su comida y estando listo para la segunda. –¿PUDIERA SER UNA REFERENCIA A QUE EL JUGADOR VINO DE JAPÓN DESDE MAR?
-Eso no explicaría por qué el Gran Don lo usaría también. –Argumentó Muffet metiéndose finalmente a la plática. –Si lo usó primero El jugador, tal vez sea su forma de burlarse de que lo derrotó y ahora use su símbolo como parte de ello. ¿Tu sabes algo de ello, Flowey?
-No. –Todos le observaron, lo cual causó que se irritara más. –Digo la verdad. Nunca había visto algo como esto.
-Pues como sea, no sabemos mucho de la yakuza aun. –Tuvo que concluir el jefe tras no parecer ir más allá de eso. –El líder actual es un enigma al igual que su maestro.
-Olía intensamente a musgo aquella vez. –Mencionó la florista mientras observaba el par de objetos metálicos ante ella. No parecía estar hablando con los demás ni estar adentrada realmente en la conversación. Sino que parecía estar hablando consigo misma de algo que trataba de resolver por su cuenta. –El musgo es algo complicado de percibir fuera del olor a humedad. Lo cual tendría que estar constantemente expuesto a ello para poder quedar impregnado. Así que considerando cómo es la ciudad… o vive en una cabaña en el pantano donde Sans me llevó a ver las flores eco, o vive en una parte de Waterfall subterránea donde rara vez se asoma algo de luz.
-Waterfall. –Repitió la almeja por lo bajo y desde su sitio.
-Espera, ¿puedes saber todo eso con tan solo reconocer el olor?
-No sé sobre muchas cosas, pero si sé muy bien sobre plantas. –Recalcó la florista a apartar su vista de ambos objetos pequeños. –No es algo muy confiable a mi percepción, pero el musgo es una planta que ayuda a saber hacia dónde está el norte. Así que si lo que dicen es que esto es un indicador de camino y que ese sujeto fue un alumno de mi padre biológico, he de suponer que el norte tiene un significado para él. Pero un significado erróneo si se basa en esto.
-¿Por qué erróneo? –Interrogó el jefe.
-Asgore Dreemurr solía decirme siempre que toda flor tenía un significado. Y recordando cómo es… y siendo que él usó esto alguna vez, esta "flor" no tendría que ser una diferencia. –Levantó nuevamente su llave a la altura de su cabeza. –Creo que ambos intentaron comunicarse entre ellos sobre la capacidad de poder tomar varios caminos, o sobre un solo camino donde ellos cruzaban. Solo es una especulación mía, claro.
El resto en la mesa se quedó en silencio sin saber qué decir al instante, observando a la florista que no parecía tener nada más por decir por ahora, pero siendo mucho lo que había logrado con tan poco. El jefe de familia había tenido que recargarse en la mesa para aparentar analizar la situación, siendo que realmente había cubierto sus dientes a tiempo para ocultar la sonrisa que le había sacado. No podía estar más asombrado por la forma en que la chica había despejado la idea teniendo varios elementos a la vez y siendo analítica con cada uno. Aunque no hubiera nada garantizado, su percepción había sido tan objetiva que bien podría asumir que se trataba de su punto de vista.
Después de todo, había olvidado algo sumamente importante. La florista era descendiente de El jugador y aparente objeto de uso del Gran Don que le había hecho creer que era su hija. Quien pudiera conocer mucho mejor tales cosas para dichas conclusiones… era sin duda ella.
-Ahora creo que te queda bastante bien el apodo de "cachorrita". Eres un sabueso con semejante olfato, huhuhu.
-En realidad fue un dato bastante útil. –Recalcó Wingdings al notar que nuevamente tenía el control de sus propias emociones. Bajando sus manos y codos al verse descortés. –Sabemos que la yakuza se encuentra oculta en alguna parte de Waterfall, pero con el tema del musgo podríamos hasta encontrar el punto exacto en donde pudieran estar su base de operación. ¿Podrías rastrear algo así?
-Mi novia no es un sabueso, viejo. –Sans abrazó a la florista de modo protector, lo cual ocasionó que la flor gruñera por lo bajo mientras les vigilaba con mala cara. –Y además, no será necesario. Grillby pudo descifrar que esta cosa de aquí se trata de una invitación que no tomé. Una coordenada, la cual lleva al lugar donde…
Se quedó en silencio al percatarse sí mismo de algo que tal vez no debía de hablar al respecto. Por un momento creyó que era algo hacia él hasta que pudo notar rápidamente que la culpa iba hacia la chica que estaba abrazando, la cual también parecía percatarse de eso y le esperó pacientemente a que prosiguiera.
-El lugar donde fue el fin de El jugador.
Escuchar aquello acaparó toda atención que previamente ya estaba vigente. Incluso la humana hizo una gesticulación fuera de su rostro que mantenía inexpresivo constantemente. Interesante que fuese precisamente en ese lugar. ¿Acaso el actual líder quería probar algo ahí? Si era una invitación únicamente para Sans, tal vez se trataba de un modo en el que el líder le reconocía incluso ser la pareja de la descendiente de su maestro. ¿Y aun así, la consideraba una pertenencia a la que querría de vuelta? Había cosas que no le cuadraba por completo, pero por ahora tendría que suponer que se trataba de una conducta oriental.
-¿Esto da una dirección? –La florista levantó la estrella y señaló los pequeños números que estaban grabados en uno de los picos. –Quiero ir a ver ese lugar.
-No. –Respondieron al unísono Sans y la flor parlante.
-No les estoy pidiendo su permiso. –Recalcó la florista con un tono levemente molesto. –Además, si se trata del lugar en donde mis padres biológicos murieron, también es el lugar donde Chara y yo fuimos… tomadas por los Dreemurr. Quiero conocerlo.
-Sé que eres capaz de muchas cosas, Frisk, pero al menos deberías darte un descanso. –Atajó Sans con un deje entre molestia y preocupación. –Has pasado por mucho y en poco tiempo.
-Por extraño que parezca, estoy de acuerdo con la basu… eh, con él. –La flor extendió una liana para acercarse a ellos sin dañar el resto de platos colocados en la mesa. –Además, si se trata de una invitación, ¿no crees que sería descortés de tu parte asistir a algo que no te invitaron?
La florista pareció pensárselo por ese breve momento con esa tonta pregunta. Aunque Sans fuese la pareja, no cabía duda de que quien podía comprender a la perfección la manera de pensar de la florista, era la misma planta parlante que llevaba años de convivir con ella de una u otra forma. Eso de alguna manera era una ventaja que se anotaría para un momento oportuno, pero por ahora, no era lo que necesitaban en conjunto. Si no podían obtener información valiosa de momento por medio de Mettaton para la aparente situación de Waterfall, podrían obtenerla de otro lado. Uno en el que su punto intermedio sería la chica.
El tiempo corría en contra de su familia, así que no podía darse suficiente libertad de pensar las cosas con la mejor claridad posible. Nadie de su familia había quedado en buenos términos con la yakuza, por lo que acercarse nuevamente a ellos tras lo acontecido podría ser tomado como una ofensa que ocasionaría mayores problemas que no necesitaban. Así que una vez más, la clave para apaciguar ambos puntos era la humana que estaba conviviendo con ellos. Y ahora no solo pensaba en su habilidad de observar las cosas y sacar conclusiones bastante objetivas, sino que tal vez podría… ¿prepararla para algo mucho mejor?
Suspiró nuevamente con algo de disgusto hacia su propia persona por llegar nuevamente a ese pensamiento. Era una estupidez, y ya tenía la experiencia del fracaso que era preparar a una mujer para tales cosas. ¿Pero qué pasaría si la humana podría ser un caso distinto? La chica aprendía rápido aquello que acaparaba su atención, por no contar su carácter que no permitía doblegarse ni ante la muerte misma. Por lo que tal vez podría hasta lograr que no solo fuese un problema menos para la familia con su insolencia, sino que tal vez incluso podría ser un recurso frecuente para otras cosas más. ¿Podría ser posible eso?
Continuó comiendo su desayuno saludable antes de que terminara enfriándose. Sabiéndole delicioso pese a tratarse de un platillo sencillo, pero dándole una razón significante para querer atreverse a la locura que le estaba invadiendo. A veces algo tan simple y objetivo era lo mejor para llegar a detalles directos. Eso era lo que estaba aprendiendo precisamente de la florista. Así que tal vez valdría la pena intentarlo.
Tendría que hacer una apuesta peligrosa, pero que tal vez le daría el mejor de los éxitos posibles… o la peor de las condenas.
-Dado que Muffet tendrá que reponerse de sus heridas, Sans, te tocará cubrir su área también por esta semana. –Indicó tras varios minutos después de que varios estuvieran terminando de comer. –Papyrus, tú seguirás con tu rutina. Y por hoy, dos de ustedes se llevarán el auto y pertenencias de la florista hacia el hogar de ustedes. Preparen todo para que todo quede listo al momento que la florista y yo regresemos.
-Sí, señor. –Contestó uno de sus seguidores más cercanos. El cual había comido todo con algo de prisa y, ¿parecía contento? ¿Eso era posible? –Su habitación estará lista en cuanto regresen.
-¿Regresar? –Intervino Sans de un modo algo posesivo. Debió suponer que se pondría así en tan poco tiempo. –¿A dónde irán?
-Sencillo. –Usó su magia para tomar ambos objetos metálicos antes de que alguien más los tomara. –Nosotros tomaremos la invitación.
-¡¿Qué?! –Exclamaron varios.
-Un Gaster no la tomó, un Gaster la tomará. Así de simple.
-¿Qué es lo que estás pretendiendo, viejo? –Cuestionó Sans con evidente enojo.
Tuvo que pensar demasiado en sus palabras para que le comprendieran a la perfección sin necesidad de más preguntas que sólo ralentizaban el día, así que finalmente se dignó en tomar su taza para darle un trago a su té antes de seguir hablando. Tenía que admitir que no sabía mal como bebida caliente, pero no era lo mismo definitivamente. Aún anhelaba el sabor del café, pero tal vez era un buen momento también para no estar con dolores de cabeza para el día interesante que le esperaba. Aun cuando él mismo notaba su falta de cordura.
Las cosas en su entorno estaban cambiando, pero por primera vez en mucho tiempo, aquello le daba algo de esperanza por muy mínima que fuese. Una razón más para vivir.
Y aquello le hacía sentirse como un tonto, pero si su querida Arial estuviese acompañándoles en la mesa en ese preciso momento, se habría alegrado sin duda alguna de contemplar algo como eso. Después de todo, su sueño había sido tener una familia grande. Y si bien no se estaba logrando como ella lo hubiera querido, lo que estaba ante él era más de lo que él mismo hubiera esperado a sus propias espectativas.
-Fidati di mia nuora.
Si se pudiera en ese instante retratar el rostro del trío de jóvenes que le habían comprendido, guardaría la fotografía como recordatorio personal de su falta de sentido común, si todo resultaba en fracaso.
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Aunque la máscara de madera le complicara un poco, Chara le dio un trago a su copa que ella misma se había tenido que servir al final. Estando sentada en una barra tranquilamente mientras contemplaba los múltiples cadáveres que había generado ella misma tras su visita no esperada a tal fiesta clandestina. Había cumplido a la perfección la orden de Kris, pero ni así parecía estar contento o satisfecho con ella, el cual le contemplaba al otro lado de la habitación con un aire taciturno que bien podría comunicarle serle indiferente su labor. ¡Bah! No cabía duda de que ese sujeto no sabía de halagos ni recompensas.
Si bien Kris se había enfocado en que ninguna víctima se escapase del lugar ante un destino declarado por él mismo, parecía que todo había sido una prueba que le había puesto el jefe, ¿pero para qué? Él ya sabía que podía matar sin problemas, además de poder tener el control de masas y salir airosa sin salir realmente herida. No es como si alguien pudiera tener oportunidad contra ella una vez que le tenían al frente, claro. Si después de todo, no podía morir ni aunque se dejara.
-¿No te preguntarás en ningún momento por qué te pedí esto? –Finalmente soltó Kris, teniendo los brazos cruzados mientras le observaba.
-Esperaba que tú me lo dijeras, jefecito. –Bajó un poco su copa para dejar ver su sonrisa carmesí. Al menos la máscara le permitía eso. –¿Quién soy yo para cuestionar órdenes tuyas, uh?
-¿Y desde cuándo solo eres obediente sin cuestionar?
-Desde que me da igual lo que pase.
Recibió un resoplido de desacuerdo mientras ella se encogía de hombros sin darle importancia a lo que pudiera decirle a modo de regaño. Era la segunda fiesta privada a la que le había pedido que asistiera con la máscara puesta y matara a todo aquel que estuviera dentro. Desconocía por completo cuál era su objetivo en todo eso y no mentía sobre no importarle ese hecho. Al menos era mejor que se percatara por su cuenta que podía hacer mejores cosas que solo estar en el prostíbulo esperando una oportunidad de sacar información por ese medio.
-En la primera reaccionaste muy rápido a tu estado salvaje. –Señaló Kris mientras se dignaba en acercarse lentamente. Teniendo cuidado con sus pasos para no tocar a ningún cadáver. –Y en esta igualmente perdiste el control, pero al menos parecía que querías frenarte. ¿Qué fue lo que cambió?
-Que en esta fiesta tenían un buen vino. –Alzó la copa antes de darle otro trago.
-Chara, estoy hablando enserio. Es importante averiguar cuáles son tus límites. –Aunque lo poco que pudiera verse de su rostro no lo detonaba, el tono de su voz dejaba en claro una decepción de su parte que solo le hizo reír un poco. Tal vez era a causa del vino, pero se sentía más satisfecha con fastidiarlo que el haber cumplido su aparente misión sin sentido. –En fin, vayamos ahora a…
Un kunai pasó tan rápido entre ellos que le hizo reaccionar alerta por esos breves segundos, pero el jefe ni siquiera se había movido al percibir que se trataba de un mensaje de su gente. Acercándose con calma para tomarlo y leerlo en silencio, pero por alguna razón, notando una mínima mueca de preocupación de su parte al igual que por el modo en el que sujetaba el papel doblado.
-¿Kris?
-Tengo un asunto más por el cual encargarme. –Le indicó al momento de guardar el papel y darle la espalda. –Tendrás que regresar sola. Nos veremos en un momento.
-Ya viste de lo que soy capaz. Así que podría ir contigo y…
-No. Regresa a casa.
La chica bajó la copa al no poder saborearla más con semejante cambio de humor. ¿Casa? Por favor, eso era algo que no tenía desde hace tiempo.
.
.
Frisk no sabía qué se había imaginado previamente al llegar a ese preciso lugar, pero definitivamente no algo como eso. Ante ella solo estaba un terreno visiblemente abandonado con la maleza en tal aumento que era imposible ver más allá de todo eso. Pero por el clima que podía sentir en su piel, supuso que estaban demasiado lejos de Snowdin.
Había querido poder visualizar entre pasos lo que pudo haber pasado aquella vez. Después de todo, había sido el lugar donde había tenido una familia y fue arrebatada de ella para formar otra que siempre tuvo otra perspectiva a lo que ella había creído. Pero supuso que tras tantos años transcurridos, era imposible obtener respuestas de un lugar abandonado. ¿Algún vecino pudo haber atestiguado algo? Parecía que estaban en una zona aparentemente elegante si no fuera por el punto repleto de maleza al que habían ido a visitar.
-No hay nada que ver realmente. –Soltó tras varios minutos de estar viendo lo mismo.
-No, pero si por esperar. –Argumentó Don Gaster mientras se recargaba en el árbol que tenían por detrás. –Si este lugar es importante para la yakuza, en cualquier momento alguien se aparecerá ante nosotros.
-¿Y qué es lo que les dirá?
-Serás tú quien hable esta vez, florista. –De uno de los bolsillos de su gabardina, sacó un cigarro y comenzó a fumarlo. Frisk tuvo que apartarse un poco al molestarle el humo. –Poniéndote en contexto, la yakuza ha entrado a nuestros dominios con el fin de vigilarte por ser la descendiente de su anterior jefe. Y si bien nos afirmaron que no quieren problemas con nosotros, al final los obtuvieron al considerarte una pertenencia a la que les debemos regresar tarde que temprano.
-Justo como lo hizo el señor Mettaton. –Soltó con desagrado ante el amargo recuerdo. Pero dándose cuenta también que en aquella oración mencionó sobre tener un conflicto. –¿Y entonces qué quiere que haga?
-Lo que aparentemente haces mejor. Defenderte. –Frisk no estaba segura de si se lo estaba diciendo como halago o no. –Los tengo amenazados de no querer volver a verlos en Snowdin, pero francamente nos vemos en la necesidad de tener un punto neutro con ellos por ciertas operaciones que necesitamos realizar en Waterfall. Así que tu misión de hoy…
-¿Me está pidiendo que atienda un asunto mafioso por usted? –Le interrumpió al darse cuenta a qué iba dirigido todo. Molestándole un poco que ni siquiera lo consultara con ella antes de siquiera asistir. –No gracias, no quiero tener algo que ver en eso.
-¿Te das cuenta que esto no es algo que le pediría a cualquiera? –El esqueleto bajó su cigarro con enojo. –Deberías de sentirte halagada.
-Lo que hacen ustedes es causar muerte a su paso. Y sé que Sans es uno de ellos y que es mi novio, pero… No, no quiero relacionarme en nada de lo que hacen.
-No te estoy pidiendo que mates a alguien, lo que harás solo será negociar. –Fumó un poco antes de seguir hablando con ella. Como si él mismo se cuestionara si era una buena idea o no realmente estar ahí. –Y si te sirve de algo, no involucra nada sobre matar a alguien.
-¿Entonces qué es?
-Logra que la yakuza nos dé paso directo al puerto sin su intervención, y te diré todo lo demás.
No le gustaba que intentara apelar a su curiosidad, pero lo cierto era que lo estaba logrando. ¿Qué era tan importante que no se lo estaba pidiendo a sus seguidores o familia? ¿Por qué a ella? ¿Acaso era por la vinculación que ese grupo de delincuentes tenían con ella por su padre biológico? ¿Qué podría otorgar con ello si eran completos desconocidos entre ellos? Primero le había invitado a sentarse a desayunar con ellos en familia y ahora esto. Si tenía que ser sincera, no sabía cómo procesar el hecho de que la estaba considerando como algo más que una compañía matutina que le llevaba el desayuno.
-Fui dueña de una floristería, pero supongo que manejar algo así es muy diferente a lo que ustedes hacen.
-Entonces piensa, ¿qué se hace cuando tienes la desventaja en el tablero de ajedrez?
-Analizas la situación en silencio, calculas tus siguientes jugadas y te enfocas en ganar. –Contestó de inmediato.
-Exacto.
Frisk entendió la indicación sin más detalles. Pero aun así no pudo evitar sentirse extraña con la situación. Negociar implicaba encontrar un acuerdo para ambas partes. ¿Qué era lo que ella iba a ofrecerles a cambio de tal solicitud? No tenía muchas pertenencias para que fueran algo atractivas a considerar. ¿Podría ofrecer su auto? No, ese había sido un regalo de Sans. ¿Qué haría entonces?
Observó por un breve momento al esqueleto que seguía fumando en silencio en busca de alguna respuesta más concreta, pero fallando inmediatamente al notar que no tenía intenciones de devolverle la mirada. Si le estaba pidiendo algo sin dar tantos detalles, significaba que sabía de alguna manera que podría hacerlo sin más, ¿cierto? Ya le parecía que el señor había estado actuando un poco extraño últimamente, pero ésto la estaba incomodando. Aunque estuviera en silencio y sin mostrar alguna emoción, estaba fumando tanto como lo había hecho Sans cuando se había alterado. Así que también estaba nervioso pese a pedírselo, ¿cierto? ¿Qué es lo que quería comprobar con eso? En verdad quería preguntarle por más detalles que pudieran ayudarle, pero algo le decía que no le diría nada más tras eso. A menos que…
-¿Quiere que hagamos la dinámica de preguntas mientras esperamos? –Soltó sin más.
-Ya que. –El esqueleto comentó con una resignación de la que no estuvo segura de si eso era bueno o no. –¿Cómo lograste recrear la lasagna?
-Bueno, gran parte de la receta me da la impresión de que su esposa la copió de algún libro o algo por la forma en la que está narrado los pasos, incluso hay un párrafo entero repetido. –Le extrañó un poco su pregunta, pero aun así estuvo dispuesta a contestarla tal y como recordaba que la había hecho. Realmente no había sido la gran cosa a su perspectiva, pero le alegraba de alguna manera de que mostrara que si le había gustado. –Y en eso recordé que Papyrus insiste en querer cocinar con jabón, así que supuse que tal vez su esposa quiso recordarse a sí misma que debía de repetir ese paso para que quedara espesa la salsa de tomate, ya que para Papyrus parece ser importante ese hecho. También hay varios pasos que podrían mejorar con otro tipo de ingredientes, pero también recordé que Sans al cocinar lo hace de manera simple y sin complicaciones, así que eso lo deje tal y como estaba por lo mismo. Y por último, a usted le gustan los sabores amargos, así que en la parte de la carne, agregué un poco de vino como toque especial.
-¿Alteraste eso último de la receta? –La chica asintió con la cabeza. –Eso fue un insulto de tu parte.
-Pero acaba de confirmarme que le gustó. –Murmuró por lo bajo sin querer insistir en ello. Lo que menos quería de momento era discutir por algo burdo mientras esperaban. –Si me enseña más de sus recetas, tal vez pueda hacer algo con ellas y prepararlas algún día. Si es que quiere, claro.
-Haces lo que quieres regularmente, ¿y ahora me consultas esto?
-Cuando se trata de su esposa, usted es más posesivo que con todo lo demás. –Recalcó con el mismo tono de voz que empleó en ella, para acto seguido volver suavizarse para seguir hablando. –Pero es la primera vez que pareciera que me incluye en algo, así que… gracias. Supongo que no le es sencillo hacerlo.
El esqueleto no dijo nada al respecto, limitándose todavía a mirar hacia el frente que no daba mucho por lo qué contemplar y tirando su cigarro para apagarlo por completo. Frisk entendió que no tenía nada por decir en ello, así que le otorgó esa pausa mientras aclaraba sus propias conjeturas. ¿En verdad le había molestado el tema de la comida? ¿Acaso los italianos tenían sus tradiciones muy específicas? ¿O tal silencio en particular era por haberle agradecido por integrarla en la mesa? Por alguna razón sentía que era por aquello último, pero el hecho de sólo pensarlo la invadió mucho más al grado de saber que, siendo su turno de preguntar, no querría quedarse con esa duda por mucho tiempo.
-Don Gaster, ¿por qué quiere hacer esto? –Con su silencio supo que tenía que ser más específica. –Me da la impresión de que quiere distraerme emocionalmente, pero no sé si estoy en lo correcto.
-Pese a que son muy diferentes, me recordaste un poco a mi esposa. –Respondió esta vez tan inmediato, que Frisk realmente se sorprendió que no tuviera que insistirle ni un poco. –No le digas a mis hijos, pero ella también solía guardarse emociones negativas con tal de no preocupar a otros. Y debería de ser una especie de halago de tu parte que los destinatarios de tal sentimiento seamos nosotros, pero francamente también puede convertirse en un problema del que no quiero lidiar después.
-Yo no me estoy…
-¿Hace falta que te llame cobarde de nuevo para que reacciones? –Finalmente apartó la mirada hacia el frente para verle con reproche. Manteniendo sus brazos cruzados en todo momento. –Te afectó descubrir que el Gran Don nunca fue un padre para ti, te afectó que los conejos te corrieran y culparan, te afectó que un sujeto intentara aprovecharse de ti y te afectó muchas cosas más de las que tal vez desconozco, pero sí sé lo suficiente para notar cómo dejas que todo aquello te consuma.
-Solo yo soy responsable de lo que siento. A los demás no debería de preocuparles.
-Cobarde.
-¿Me cree una niña para creer que caeré en su provocación? –Comenzó a molestarle ese hecho.
-Eres una cobarde porque no puedes aceptar que hay quienes en verdad te aprecian y preocupan por ti. –Nuevamente le contestó de inmediato. Parecía que había querido hablar específicamente de eso con ella desde antes. –Creo que te aterra más ese hecho que el ser rechazada en un principio, porque es más fácil lidiar con algo esporádico que con algo que te genera una costumbre, ¿no es así?
Ahora fue Frisk quien no quiso responder al sorprenderle algo que ni ella misma se había dado cuenta, pero ahora que lo escuchaba abiertamente, se percataba de qué tan acertado era. ¿Tan dolida se veía realmente para que le insistiera demasiado en el tema? ¿O era que se sentía identificado de alguna manera y podía dar su opinión bajo esa confianza entre ellos? En efecto sabía que había seres que la querían en el presente, siendo Flowey uno de ellos a su manera, pero aun así se había preocupado de que finalmente le dejara sola. ¿Acaso le aterraba más de lo que creía la posibilidad de quedarse sola? Se sintió patética de solo cuestionarlo, pero optó por poner a un lado ese punto para enfocarse en otro que también le llamó la atención en el instante.
-¿Usted me aprecia, señor? –Soltó sin apartarle la vista.
-Te tolero. Y solo a veces.
Frisk sonrió conmovida, entendiendo mucho más allá de su respuesta y calmándola para proseguir con lo demás. Observando ahora que un par de sujetos se estaban acercando hacia ellos con paso lento y sin algún indicativo de haber surgido de alguna parte en específico. Casi como si hubieran salido de alguna sombra dentro de toda esa maleza soleada. Y en cuanto los tuvo de frente, lo primero que le llamó la atención fue notar que tenían los ojos alargados como ella. Pero tampoco pasó desapercibido el tenue olor a humedad que tenían consigo pese a encontrarse en un lugar seco.
-Señorita Saito. –Mencionó uno de ellos.
-No respondo a ese apellido. –Atajó de inmediato sin necesidad de pensárselo ni un poco. Notando de inmediato el disgusto de los sujetos ante sus palabras. –¿Podemos hablar con su jefe?
-Aquí estoy.
Aparentemente el sujeto que recordaba del cementerio, se hizo ver también desde las sombras hasta llegar ante ellos a paso lento. Era difícil comprobar si les estaba observando realmente al tener demasiado cabello sobre su rostro, pero aun más el hecho de que definitivamente se había presentado tal y como había previsto de alguna manera Don Gaster. Confirmando que ese lugar había muerto sus padres biológicos y le eran de suma importancia para que dejaran intacto el lugar tras su ida.
-Interesante que nos amenace con no entrar a Snowdin, mientras que usted tiene la osadía de asistir a terreno nuestro.
-Tan solo estamos acudiendo a una invitación que no pretendíamos hacer esperar más. –Comentó Don Gaster sin molestarse de su comentario. Sacando la estrella de cuatro picos desde su bolsillo para dejarla a la vista sin entregarla a nadie. –Y sobre si estos dominios le pertenecen o no, creo que la señorita presente podría opinar más que nosotros dos.
Frisk se giró hacia él sin procesar lo rápido que había sido eso. ¿Tan pronto le cedería la palabra? Tuvo que sujetar sus propias manos para calmarse ahora que todos los presentes le estaban observando esperando una palabra de su parte. Le era muy inusual que algo así pasara.
-Usted es Kris Yama..guchi. –Tuvo que decir lento tal apellido al serle complicado. Supuso que se trataba de un apellido exclusivo de Japón para que fuese tan diferente a lo que ella conocía. –Fue el pupilo de mi padre biológico, ¿no es así?
-Tu único padre. –Recalcó con un disgusto evidente.
-Una vez se me dijo que un padre se mantiene al tanto de sus hijos. Y el abandono o ausencia no forman parte de eso, esté muerto o no. –Comentó de inmediato al recordar las palabras de Don Gaster, así como en respuesta al aparente disgusto como si le hubiera insultado decir que sólo era un pariente de sangre, cuando esos eran los hechos innegables. ¿Acaso el líder estaba en una simple negación? –En lo que a mi respecta, he sido huérfana por muchos años, así que pediré de una buena vez que no se me nombre con el apellido Saito, que realmente esa niña legalmente murió justo aquí hace tiempo. Solo soy Frisk ahora.
-Negar tu pasado es una deshonra.
-¿Y cómo se le llamaría a todo el conocimiento sobre mi que ustedes me negaron? Apartarme de todo esto al grado de tener que buscar respuestas por mi misma, ¿los hace honorables?
Frisk no supo en qué momento sus manos habían dejado de temblar, pero le fue bastante fácil mantener el control de la conversación, incluso aun cuando los tres hombres ante ella se veían cada vez más disgustados con sus palabras. Esas reacciones eran comunes de contemplar en su vida si tenía que admitirlo, pero lo que no, era el hecho de poder sentir una tenue sonrisa a lado suyo de la que definitivamente no esperaba que surgiera en un momento como ese. Y por prestar atención a ese mínimo gesto, recordó la indicación no directa que le había dado sobre prestar atención a toda clase de detalles. Lo cual le hizo olfatear un poco ahora que los tenía de cerca.
En efecto olía a musgo, pero también había algo más que le parecía levemente familiar. ¿Pero qué?
-¿Así que estás aquí por respuestas?
-Eso creía, pero estoy decepcionada con todo lo que he visto hasta ahora. –Admitió sin siquiera pensar en sus palabras. –Tampoco fueron cuidadosos con las tumbas, lo cual me hace pensar que no saben cuidar lo que consideran preciado o no. Pero eso sí explica al menos por qué le dijeron a los Gaster sobre yo ser un objeto al cual devolver hacia ustedes cuando no tienen ningún derecho de hablar por mi, tratarme como tal y mucho menos querer opinar sobre mi vida.
-¡No te atrevas a hablar así a nuestro señor! –Uno de los hombres que estaban a lado del jefe, sacó un cuchillo bastante grueso que le recordó a la daga que le había dado Sans. Por lo que ahora pudo suponer que se trataba de un modelo particular japonés. –Entiende tu lugar, mujer. Al menos deberías de apreciar que nosotros nos encargamos de lo que ni tú ni…
-Yamete. –Dijo de inmediato el jefe con aparente calma. ¿Acaso eso había sido japonés? –Parece que la señorita Saito finalmente se ha dado cuenta de la mentira que le hicieron creer los Dreemurr y ahora quiere desquitarse. Es comprensible.
-¿Desquitarme? –Aquello le había molestado mucho más que el hecho de llamarle con el apellido que claramente había dicho que no le pertenecía. Pero Don Gaster la sujetó del hombro suavemente para darse cuenta a tiempo de que era notorio su disgusto. –A mi me parece que son ustedes los que no pueden dejar atrás el pasado, por lo que quienes buscan desquitarse son ustedes.
-¡Serás…!
El sujeto que tenía la daga tenía intención de apuntarle con ella, pero el jefe de ellos le detuvo con un suave movimiento de su mano para que no diera ni siquiera un paso hacia adelante. Parecía estar muy calmado ahora pese a ser complicado de averiguar en su totalidad por no poder ver sus ojos. Y por extraño que pareciera, le daba la impresión de que tanto cabello encima tenía ese objetivo en particular. Como si pudiera darse la libertad de analizar a su contrincante sin exponerse demasiado a sí mismo. Pero la razón ni objetivo no era ella, ¿cierto? Muy seguramente la presencia de Don Gaster era lo que lo mantenía en cautela, pese a que él estaba tranquilamente observando todo en silencio a lado suyo.
De algún modo comprendía que el juego de ajedrez había dado inicio. Uno en el que perdía aquel que dejaba visible sus molestias. Una batalla de poderes donde ambos jefes analizaban todo a su manera hasta dar con un mínimo grado de debilidad. ¿Por eso era que Don Gaster le había advertido de sus propias emociones? ¿Entonces ella era una pieza que debía de dar una ventaja? No, no era eso, ¿cierto? Nuevamente tenía que analizar la situación como le había indicado. Si le había pedido que negociara, significaba entonces que tenía que hacer que el jefe de la yakuza le prestara atención a ella en todo momento. Así que tenía que dejarle en claro al jefe de la yakuza que su contrincante era ella y no Don Gaster.
Tenía que hacer que cometiera un error, tenía que provocarlo para que revelara sus debilidades y verdaderas intenciones. Justo como lo había hecho Papyrus aquella vez que le había obligado a tomar una cita con él. Justo como Sans lo había hecho analizando sus tiempos enviándole carne a deshoras. Justo como Muffet lo había hecho conversando con Flowey para saber más sobre ella. Justo como Don Gaster le había hecho jugar cada pieza de ajedrez, haciéndole actuar hacia las casillas que él quería.
Justo como ella misma lo había hecho para que Ronnie confesara no querer casarse, haciéndole retroceder ante ella. Y fue así como entendió que sabía perfectamente cómo hacerlo.
-Usted será un alumno que trata de mantener las cosas que le pertenecieron, pero jamás será un Saito. –Aunque no pudiera verle a los ojos, podía sentir que finalmente tenía la mirada fija en ella. Bien, iba por buen camino. –Pero yo, aun cuando niegue el apellido, no dejaré de ser su hija. ¿Eso es lo que le duele?
Podía notarlo de inmediato en su tenue separación de labios. Eso le había dolido en verdad aun cuando se esmeraba en no mostrar emoción ante ella. Pero ya era tarde, porque en una batalla donde no se debía de mostrar emociones con tal de no llamar la atención a terceros, tenía la ventaja por años de experiencia.
Dio un paso hacia el frente sin importarle la amenaza punzo cortante de los dos sujetos con él. Había una diferencia de estaturas entre ellos, pero Frisk en ese momento se sentía mucho más alta que él.
-¿Por eso cree que puede intentar tomarme por un objeto al cual colocar en una vitrina? Que patética forma de ser.
-¡¿Cómo osas llamar patético a nuestro líder?! ¡No tienes ni idea de lo que hemos tenido que…!
-No, no tengo idea y ni me importa lo que hagan con sus vidas. –Recalcó con suma sinceridad y sin tener que pensarlo demasiado. Ni siquiera les contestó mirándolos al solo enfocarse en el aparente líder que pudo notar que había apretado levemente sus puños que casi pasaba desapercibido, pero que se rehusaba a dar un paso hacia atrás. –Solo me importa la mía porque solo yo puedo tomar decisiones por mi.
-¿Así que a eso viniste, Frisk? –Finalmente el líder habló. Y pese a mantenerse intacto en la mayor parte de su cuerpo, Frisk se sintió como una planta carnívora que acababa de atrapar una mosca grande. Una mosca que, por muy extraño que pareciese, se había acercado por curiosidad. –¿Estás intentando amenazarme?
-No, estoy diciendo las cosas como son. –Contestó de inmediato mientras arqueaba una ceja. –Amenaza sería decirle que podría quitarle todo lo que me corresponde por derecho de sangre, así que debería de agradecer que esas no son mis intenciones.
-¡Eres una mujer! –Nuevamente intervino uno de los sujetos. –¡No puedes…!
-¿Todavía creen que pueden decirme que puedo y no puedo hacer? Eso solo le está aplastando más, falso líder.
-¡Maldita…!
Ahora sí pudo ver muy de cerca la hoja con la que estuvieron a punto de cortarle la cara, pero el jefe de ellos le detuvo con demasiada precisión y fuerza que incluso le rompió la mano en el instante, escuchando inmediatamente el grito de dolor del sujeto que claramente estaba arrepentido. Frisk no sabía si era una breve demostración de la capacidad que tenía de hacerle daño si quería, pero a su vez le había demostrado que en efecto no querría que pasara cierto daño si tanto le importaba todo aquello que le había pertenecido a su maestro.
Le sorprendía mucho más lo taciturno que estaba el esqueleto a lado suyo. En verdad le había dejado que ella fuera quien hablara en todo momento y con la libertad que nunca creyó posible que le otorgaría alguna vez. ¿Y era imaginación suya, o se estaba divirtiendo con todo lo ocurrido? ¿Estaría haciendo algo mal para que quisiera burlarse después?
-Muy bien, Frisk. –Comentó el joven de cabello largo tras un breve momento. Enfatizando demasiado su nombre e ignorando por completo el dolor que le había producido a uno de los suyos. –En el hipotético caso de que puedas hacerlo, ¿qué es lo que quieres a cambio de que dejes intacto nuestros asuntos?
-Quiero que los Gaster puedan ingresar al puerto de Waterfall sin la intervención de ustedes. –Soltó de inmediato al llegar finalmente al asunto.
-¿Qué es lo que quieren hacer en vía marítima?
-No es asunto de ustedes. –Se limitó a responder dado que ni ella misma sabía exactamente qué se quería ahí, pero queriendo cumplir con lo que pidieron para poder saber más. –Estoy al tanto de que han estado ingresando a Snowdin para vigilarme, así que para tener el perdón tanto mío como de ellos, es lo que pido.
-¿Lo que pides tú realmente, o lo que ellos te están pidiendo que hagas?–Ladeó un poco su cabeza hacia donde estaba el esqueleto para dejar en claro a quiénes se refería. –Ser la amante de uno de ellos no debería de hacerte su mensajera.
-Novia. Soy su novia. –Recalcó con molestia. En verdad detestaba que le llamaran así todavía. –Y le pediré de la manera más atenta que lo respete, principalmente en mi presencia.
No sabía explicarlo si le pidieran describirlo, pero algo en el ambiente había cambiado definitivamente. ¿Por qué ahora parecía que el jefe de la yakuza también se estaba entreteniendo a su manera si pudo visualizar por un breve segundo una tenue sonrisa? Había cometido un error, ¿cierto?
-De acuerdo, accederemos ya que se tomaron la decencia de presentarse aquí educadamente para pedirlo. –Le cuestionó el jefe con demasiada calma. –Pero Frisk, ¿cuánto crees que durará tu situación? Supongo que ha de ser emocionante fantasear que podrían ser algo mucho más que sujetarse de las manos. ¿Pero cuánto durará para que se den cuenta de que su situación no les llevará a nada? Sin poder casarse, ni tener familia… Algo vacío.
-Creo que tiene una percepción extraña de lo que es algo vacío. –Contestó inmediatamente, pero se detuvo en decir algo más al notar un leve movimiento de mano de Don Gaster a lado suyo. De nuevo le estaba pidiendo que se calmara, pero no era necesario esta vez. –Yo no soy quien intenta aferrarse al pasado. Yo sigo adelante solo porque puedo y quiero hacerlo. Algo vacío me parece que es el hecho de que intente hacerme molestar con algo que ni siquiera comprende, lo cual me confirma que quien tiene la vida miserable aquí, es usted. Queriendo mantener escombros y migajas de lo que ya no será más lo mismo porque simplemente ya pasó.
Había dado otro paso hacia el frente, como si quisiera retar aún más al joven de cabello largo para ver finalmente sus ojos dada la cercanía. Pero realmente había querido dar otro paso al frente para tener que hacer algo de movimiento, hartándose de estar de pie junto a algo que realmente se veía descuidado y horrible. Y solo por eso, pensó en cómo estaba gran parte de Snowdin, en lo maltratadas que estaban algunas calles y zonas públicas a comparación de lo poco que había conocido Waterfall o Hotland. ¿Acaso Snowdin era un lugar donde todos se aferraban a un pasado que les hacía creer que no merecían ningún rayo de sol? Era un lugar extraño sin duda alguna, pero a todo ese rincón podía llamarle su hogar ahora que no tenía un punto en específico. Conocía muy bien ahora los mercados, la iglesia, algunos locales, el parque… No quería que se viese justamente como el lugar donde había fallecido su familia y ella misma legalmente hablando.
Y sobre el tema de su relación con Sans y lo que pudiera o no llevar eso, siendo realistas, Frisk nunca se había cuestionado esa clase de cosas dado que su único sueño en la vida había sido poder tener a su familia reunida nuevamente. Siendo su razón de atreverse a llegar a la ciudad sin nada más que su amigo florido en un brazo y pocas cosas en el otro. Más allá de eso no había estado en su mente al considerar que serían trivialidades que se darían o no a lo largo de su vida. Pero ahora que lo cuestionaba tras el nuevo paso que había dado… ¿Realmente sería necesario en algún punto querer todo eso? Tal vez solo estaba pensando demasiado en un momento demasiado inoportuno, pero el tema de tener oportunidad de formar una familia por su cuenta si no había tenido una realmente, tenía que admitir que, era atractiva a su manera. Pero se ruborizó de solo pensarlo, teniendo que girarse para que nadie más lo notara.
-Don Gaster, haga los acuerdos finales. –Le comentó mientras se apartaba un poco para que tampoco él lo notara. –Yo ya terminé.
Les dio su espacio para que finalmente entre jefes hicieran lo que tuvieran que hacer sin requerir más de ella. Por su parte, sentía que había negociado con nada para obtener lo deseado, y eso simplemente se sentía extraño. ¿En verdad había estado bien lo que hizo? ¿En verdad no habría ningún herido en ese proceso? Se había dejado llevar un poco dado que no sabía qué hacer realmente la mayor parte del tiempo, salvo ser ella misma en todo momento, así que en verdad esperaba que el esqueleto no le llamara la atención de algo que ni siquiera debía de haberlo hecho para empezar.
Observando nuevamente el punto repleto de maleza, se cuestionó sobre si tal vez pudiera obtener algo mínimo pisando una parte de ese lugar, pero tampoco quiso a la vez, tal y como le había hecho sentirse ver las tumbas de sus padres biológicos y las que aparentemente eran de su hermana y ella. Recordándole ahora a su querida floristería que había quedado en destrozos cubiertos por un clima invernal. Pero aun tras todo eso, pudo seguir adelante, como si la vida misma le hubiera quitado para darle espacio a cosas nuevas como aprender a conducir, tener una nueva amiga, tener más de un trabajo, un novio, y varios seres más a lo que había conocido y que ahora no podía imaginar su vida sin saber algo mínimo de ellos. Le aceptaran o no en su entorno.
La ciudad… No. La vida, era extraña. Pero valía la pena vivirla pese a las adversidades e injusticias. ¿Sus padres biológicos habrían pensado lo mismo? ¿Habrían querido eso para ella?
Sacudió su mente en el instante. No eran pensamientos que necesitara. Y una vez que se retiraron de lugar tan aislado, en un pestañeo terminaron en una habitación que supuso que se trataba del lugar en el que viviría hasta que su floristería estuviese reconstruida. Si era donde los seguidores grises vivían, por lo menos no parecían estar en el departamento en ese momento.
Junto a la cama individual estaban sus pertenencias que realmente eran pocas, pero Flowey tampoco se le veía por ningún lado, muy seguramente por haberse quedado con Muffet quien requeriría algo de ayuda dado su estado físico. Era extraña la sensación de tener que pasar nuevamente por un traslado momentáneo, pero al menos podía ver con cierto optimismo que la habitación en la que estaba había un pequeño balcón que seguramente le ayudaría a Flowey cuando regrese con ella, y también para recrear algunas flores tal y como habían planeado ambos. Sin duda alguna se podrían ver bien en ese pequeño balcón.
-Observaciones. Jamás le des la espalda a un enemigo. –Comentó Don Gaster al momento de recargarse ahora en la pared. No se le veía molesto para nada pese a la situación. –Sobre todo a uno que acabas de hacer enojar.
-Creí que la yakuza no era un enemigo.
-Cuando no están directamente contigo, todo el mundo puede ser tu enemigo. –Estuvo por sacar otro cigarro, pero Frisk le detuvo con un simple movimiento de su mano para que no lo hiciera. Lo que menos quería era tener impregnado ese olor en donde dormiría. –Sé que no te gustará oír esto, pero no creo que vaya a dejarte en paz como lo solicitaste.
-¿Entonces considera que debo cumplir mi intento de amenaza? –Frisk se sentó en la cama sin saber si ya tenía el permiso o no de hacerlo. A fin de cuentas, ahí estaban ya sus cosas, ¿no? –Soy sincera cuando digo que no me interesa nada sobre lo que fue y tuvo mi aparente padre biológico.
-Una verdadera amenaza no habría estado mal, en efecto. A veces es mejor marcar el respeto a través del miedo, que dejar todo en simples palabras. Eso no solo hace que retrocedan, sino que muestren aquello que quieren ocultar realmente.
-Pero a mí no me gustan esa clase de cosas. Y además, no tenía con qué.
-Me tenías a mí a la mano, florista. –Suspiró con algo de resignación que se sentía algo fuera de lugar. –Siguiente lección: recuerda usar lo que sabes y lo que tengas a la mano para obtener lo que quieres.
-¿Usted hubiera accedido a que lo usara como amenaza?
-No, por supuesto que no. –El esqueleto se mostró serio al decirlo, pero acto seguido esbozó una tenue sonrisa. –Pero habría sido interesante ver que intentaras lograrlo también.
-No lo sé, en algún punto sentí que cometí un error.
-Y lo hiciste. Le dejaste en claro que tu debilidad es Sans, por eso trató de provocarte con eso para ver si tenías un límite.
-¿Intentará hacerle daño? –Se levantó de la cama de golpe. ¿Tendrían que avisarle de inmediato?
-Tal vez, ¿pero crees que Sans lo permitiría? –El jefe de familia hizo un ademán con su mano para detenerle de lo que fuera por hacer tras esa noticia. –Estás olvidando que él sabe defenderse demasiado bien en combate. Mientras que tú sabes defenderte con palabras. Si se pusieran de acuerdo, tal vez podrían ser un buen equipo.
-No somos un equipo, somos pareja.
-Entonces te falta mucho por aprender para darte cuenta de que es lo mismo. –Dejó de recargarse para dar un par de pasos hacia un lado. Dejando en claro de alguna manera que estaba por retirarse. –Pero fuera de lo torpe que fue tu manera de hacer las cosas… no estuvo tan mal.
-¿Me dirá ahora qué es lo que harán en el puerto? –Mencionó con prisa al ver que en efecto estaba por desaparecer de su vista.
-Hoy no. Ya ha sido suficiente por un día. –Le dio la espalda (¿o columna?) al momento de decir eso. –Te daré tu espacio para que te acomodes. Mañana te enseñaré a jugar poker para que aprendas más sobre cómo provocar al oponente, ya que vi que esa fue tu intención hoy.
-¿Planea que haga esto otra vez? ¿Por qué? –Se paró nuevamente, teniendo toda intención de impedirle que se fuera hasta que le aclarara varias cosas. El día estaba tan loco que no tenía ni idea de qué procesar primero. –Creí que usted sólo quería que no fuese un problema para su familia.
-Hasta mañana, florista.
Ni siquiera le permitió detenerlo al desaparecerse demasiado rápido ante ella, dejándole con un malestar que no sabía cómo lidiar en un lugar completamente nuevo para ella y en completa soledad. Por lo que terminó arrojándose a la cama donde dormiría horas después, sin acomodar todavía algunas cosas que tenía en bolsas para limitarse a contemplar el techo que dejaba visible lo viejo que estaba la pintura.
No tenía ni idea de qué era lo que Don Gaster esperaba de ella, pero, así como dialogó con el jefe de la yakuza, ¿podrá dialogar con aquellos perros para salvar a la señora Bunny? Si esto era algo nuevo que estaba aprendiendo, al menos esperaba que le diera una buena oportunidad para cumplir lo que se había propuesto hacer recientemente. Sabiendo que los Gaster no le ayudarían y que los Bunny no le querían cerca, pero aun así no queriendo rendirse… tal y como parecía que lo estaba haciendo con los Dreemurr.
Tantas cosas que le estaban pasando, que estaba aprendiendo y que estaba perdiendo también. ¿Quién era ella ahora? ¿Podría reconocerse a sí misma a través del reflejo al camino que iba? ¿Seguiría siendo Frisk?
Y además, ¿qué había sido ese olor en ese sujeto? Fuera del musgo inminente, en verdad había logrado detectar algo más que simplemente no pudo identificar, pero que realmente se le hizo familiar.
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-¿En verdad va a permitir que los Gaster estén husmeando por el puerto? Creí que era importante que las hermanas no supieran de la existencia de la otra.
-Y no lo harán. Por lo menos no pronto. –Comentó Kris con calma mientras seguían caminando en conjunto. Sin tener tiempo para detenerse tampoco si, después de todo, estaban muy cerca de la zona que lideraba la maldita bestia. –Mandaré a Chara a misiones especiales lejos cada vez que sepamos que tengan que acercarse a Waterfall. Lo cual aprovecharemos también para deshacernos de una molestia más.
-¿Va a poner a los Blook contra los Gaster? Que ingenioso, mi señor.
-¿Y qué hará con la señorita florista? –Preguntó el otro, el cual aún sujetaba su mano vendada tras obligarle a cortarse un dedo por la deshonra que había hecho delante de sus "visitantes inoportunos". –Le insultó sin importar lo que ha hecho por ella.
-No tengo porqué hacer algo de inmediato. Tarde que temprano, los monstruos la traicionarán. Ya lo experimentó con los Dreemurr y lo volverá a experimentar con los Gaster. Cuando eso pase, ella vendrá a mí, tal y como tuvo el impulso de irse del pueblo por su cuenta.
-¿Cómo está seguro de eso, señor?
-Porque un monstruo no puede darle un futuro. Solo puede hacerlo un humano.
Mientras seguían caminando, no pudo dejar de pensar en cómo se habían dado las cosas. Emocionándole como nada lo había hecho en mucho tiempo, por lo que agradecía la extraña oportunidad que le había llegado sin aviso previo. Aún no sabía qué era lo que corría por sus venas realmente, pero podía concluir de momento que Frisk tenía un control más que perfecto de su alteración biológica, por lo que no presentaba un peligro latente como lo era Chara.
Finalmente pudo notarlo. Frisk sí se le parecía a su maestro.
Ella era perfecta.
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A quienes están participando en el #flappertober, ¡los amo! Les está quedando precioso todo lo que están haciendo y me hace inmensamente feliz que lo estén disfrutando. Y para quienes estén interesados, ¡aún están a tiempo de participar! La lista pueden encontrarla en mi twitter, instagram y tumblr. Quienes logren cumplir todo el reto, podrá salir su OC o ustedes mismos en un capítulo especial.
Michi fuera!
:)
