Wingdings contempló su mano tras sentir la primera señal, siendo la humana comunicando su primer estado tal y como le había indicado que lo hiciera. Teniendo que hacerlo en respuesta para indicarle estar al pendiente aún en la distancia.

Era tan extraño poder volver a sentir algo así tras tantos años creyendo que había perdido ese anillo, pero que fuese precisamente de esa chica que tantos problemas le había generado en meses y que ahora estaban trabajando a la par, hacía de la situación cada vez más irónica por más que no quisiera pensar demasiado las cosas. Todo era, si bien su propio plan en ejecución, una completa locura causante por lo apresurado de la situación.

Cerró su puño antes de bajar la mano por completo. No, no le gustaba estar en contacto de esa forma con alguien que no fuese su amada esposa, pero no tenía alternativa por ahora. Si se lo hubiera dado a Sans para que pudieran trabajar en equipo como esperaba que pudieran hacerlo en su debido momento, por ahora ocasionaría mayores problemas ante la impulsividad de su hijo alimentada por los nervios que le producía poner a su pareja en tal riesgo. No podía culparlo por estar así si tenía que ser sincero con la situación, pero definitivamente habría ayudado mucho más quedándose en Snowdin en lugar de tener que dejar a Muffet sola y aun con heridas en recuperación. Ciertamente estaba arriesgando demasiadas cosas por una niña con falta de disciplina y que no le correspondía a él hacerlo en absoluto, pero si con ello lograba acabar con la molestia de la yakuza y su falta de respeto hacia su zona, esperaba que todo valiera la pena con creces.

Aceptándolo o no, tenía que confiar por ahora. La florista ya le había demostrado poder mantener una batalla de intelecto en cuanto no rompiera su compostura, siendo su fuerte principal el poder defenderse verbalmente al no permitir que nadie la doblegue. Esperaba en verdad que siguiera así tras sus breves indicaciones, que la ansiedad que le había transmitido no le había parecido precisamente una buena señal de su parte. Pero no podía decir nada de eso por ahora en cuanto notara a su primogénito dándose topes en la pared en todo el sentido de la palabra, y al cantinero caminando de un lado para el otro ante el evidente nerviosismo que tenía que no ayudaba para nada.

Solo Papyrus parecía mantenerse firme en la misión, mirando hacia el frente con demasiada atención de cada minúsculo movimiento que pudiera surgir desde el callejón donde la humana había desaparecido tras ser llevada por otro humano. Pero tras varios minutos de aparente concentración de su parte, pudo percibir que su mirada reflejaba estar pensando en algo más que no le permitía estarse concentrando a lo que había creído de su parte.

El jefe de familia suspiró con exasperación con semejante grupo que tenía liderando en un momento tan crítico. Eso le pasaba por confiar en jóvenes, se apuntó.

-¿Papyrus…? –Comenzó a llamarlo.

-ESTOY BIEN. –Le respondió sin apartar la vista hacia el frente. Aparentemente no tan despistado como lo había creído, y eso le daba cierto orgullo en sus adentros. –HASTA AHORA SOLO HA PASADO UN GATO Y UNAS CUANTAS MOSCAS. PERO NO PARECE QUE INGRESEN CLIENTES O ALGO POR EL ESTILO.

-Si fueran varios en un instante, llamaría demasiado la atención. –Intuyó sin necesidad de pensarlo demasiado. Ya había contemplado algo así después de todo. Razón por la cual le había parecido mala idea tratar de usar a alguien como cliente para ingresar. –Tiene sentido que sea tan selectivo con todo lo que entre y salga de ahí.

-ESTO ME HACE PENSAR SI ESTUVIERON INGRESANDO A SNOWDIN MUCHO ANTES DE LA LLEGADA DE FRISK A LA CIUDAD. TENER ENTRADAS SECRETAS LLEVA BASTANTE TIEMPO.

-La yakuza usó a su favor ser considerados acabados desde el ataque del Gran Don y la muerte de su líder. –Wingdings se cruzó de brazos, entendiendo a la perfección a lo que su hijo se refería. –Por lo que noté con el actual líder, debieron estar planificando durante mucho tiempo sus tácticas desde las sombras. Y dado que la florista no parece que la incluyeran en tales planes, sino solo un objeto de colección, será lo que los romperá dado mi pronóstico respecto a su temperamento.

-¿ES POR ESO QUE QUISISTE QUE SOLO FUERA ELLA A ESE LUGAR?

-Era eso o uno de ustedes con peluca y vestido. Y primero muerto antes que verlos así.

-Y AÚN ASÍ ESTÁS PREOCUPADO. –Papyrus sonrió al frente. Aun sin verle directamente al estar prestando demasiado atención a su labor de vigilante que solo alguien como él podía cumplir a la perfección. Su vista potente era algo que él mismo había entrenado después de todo. –SOLÍA NOTAR LO MUCHO QUE TE PREOCUPABA MUFFET CUANDO ÉRAMOS NIÑOS. Y AHORA NOTO LO MISMO CON FRISK. ¿ACASO ES TU MANERA DE DECIRNOS QUE HUBIERAS PREFERIDO TENER NIÑAS QUE A NOSOTROS?

-No. Solo veo lo mejor para nuestra familia.

Escuchó un suspiro de su parte como respuesta. Notando que aun tras todo lo ocurrido, parecía que seguía sin creerle del todo.

-HAY ALGO QUE NO ENTIENDO. SI SUS ARGOLLAS DE MATRIMONIO PODÍAN TRANSMITIR SUS EMOCIONES, ¿CÓMO ES QUE NO SENTISTE LAS DE MAMÁ AQUEL DÍA?

-Lo hice.

-¿Y ENTONCES?

Era difícil poder dar una respuesta a eso. Y no porque olvidara detalles dado que todo lo ocurrido en ese día sería algo que jamás olvidaría. Recordaría siempre el miedo que le había comunicado aquel momento. Recordaría cada segundo de su vida la sensación agobiante que le produjo no poder sentirla mucho más y la rabia que le había dado descubrir lo ocurrido siendo demasiado tarde. El dolor de haber perdido la otra mitad a la que estaba conectado tras un descuido suyo que ni toda la sangre derramada pudo reparar. Tras después enterarse que el verdadero culpable había sido el sujeto por el cual había trabajado para mantener a su familia en tiempos de crisis, aquel que había osado ponerle un dedo encima al ser más dulce y sonriente que pudo haber pisado el planeta entero, simplemente lo llenaba de rabia que solo podría controlarse hasta que pudiera tenerlo en cenizas con sus propias manos.

Elevó su mirada hacia el cielo para calmarse un poco, el cual irónicamente estaba nublado bajo todo el cielo oscuro que comenzaba a saludarlos. Como si el universo le incitara a ser sincero con ello, aun cuando no estaba de acuerdo.

-En aquel momento, se avecinaba una tormenta. –Finalmente respondió.

-¿Y ESO QUÉ TIENE QUE VER?

Wingdings no respondió más. Si había cosas que su amada había decidido llevarse consigo al más allá con tal de que sus hijos tuvieran una sola percepción de ella, no sería él quien irrumpiera su decisión. Optando por mejor retirarse a detener al idiota de su otro hijo que estaba por romperse el cráneo en cualquier momento por golpearse una y otra vez contra la pared.

.

.

Sans la amaba. Sans la amaba. ¿Sería el mismo sentimiento que se imaginaba o tendría otro significado para la ciudad? ¿Debió decirle algo en el momento? ¿Qué se supone que se responde en situaciones así? Por más que debiera estar concentrada en su tarea, le era extremadamente complicado tras tener el mismo tema bombardeándole la mente.

Hasta ahora, la situación no parecía nada complicada para Frisk. Desde que había logrado ingresar a tan extraño lugar, que por la forma en la que comenzaba a descender el camino, podía suponer que estaba a cierta profundidad de las calles que podría explicar la acumulación de humedad dada la cercanía a las coladeras. O al menos eso le había indicado su nariz por un breve momento hasta que finalmente terminó en un largo pasillo elegante repleto de puertas cerradas. Donde seguía siendo acompañada del señor y su mano que cada vez bajaba más por su espalda de manera incómoda. Y en cuanto no bajara mucho más, Frisk se apuntó mentalmente en que no haría nada que llamara la atención ahora que se encontraba dentro. Pero tenía que admitir que era bastante difícil estarse conteniendo demasiado de detenerlo y decirle algo, y por la forma en la que sentía presión en su cabeza, no era la única con ese pensamiento.

Con tal de poder concentrarse finalmente, Frisk comenzó a olfatear más de la cuenta en busca de lo que sea que le comunicara algo de utilidad en ese lugar. Pero le resultó bastante difícil de inmediato al percatarse de las grandes cantidades de alcohol que aparentemente servían en ese lugar. Y nada de eso se comparaba con lo que, con horror, podía ver en cada centímetro que avanzaba hacia adelante de ese pasillo. Don Gaster tenía razón, el lugar evidentemente manejaba personal muy joven, por lo que la señora Bunny no habría sido de su interés por más que se tratara de una mujer muy atractiva para su edad.

Pero que se trataran de menores vestidos con poca ropa atendiendo señores… definitivamente era peor de lo que habría pensado encontrar realmente. Como si una parte de ella hubiera esperado que todos fueran como la familia conejo, siendo bastante amables pese a lo que hacían ocasionalmente, pero manteniendo bajo ciertas discreciones que no necesitaban enterarse otros. Mientras que en aquel lugar que estaba conociendo, la malicia se reflejaba por todas partes. Como si les causara cierta satisfacción tener esa clase de "control" bajo algo que evidentemente estaba aterrados.

Sans tenía razón. Definitivamente no se estaba adentrando a un lugar como La Madriguera. Pareciendo que todavía al mundo le quedaban cosas escabrosas por mostrar.

-Son demasiados niños. –Terminó diciendo en voz baja.

-Solo venimos al rescate de una. –Murmuró Flowey, recordándole que estaba con ella junto a su oreja. –No te arriesgues a más.

-¿Dijiste algo, niña? –Preguntó el señor a lado suyo, a lo cual se limitó a negarle con la cabeza para no dirigirle la palabra. –En cuanto te portes bien, no te pasará nada malo. ¿Entendido?

Frisk se rehusó a responder. Aparentemente pasando como una niña nerviosa o tímida para que aquel señor no sospechara lo suficiente y le interrogara algo más. Llevándola hasta lo que parecía una extraña oficina de lo más exótica, donde se encontraba un señor cuya edad calculaba que tenía muchos más que su aparente raptor. Y por la sonrisa lujuriosa que le lanzaba desde el momento en que ingresó, supo que sus problemas en ese horroroso sitio habían iniciado. Pudo sentir el temblor de sus propias manos al momento de entrelazarlas hacia el frente, recordándose en el instante que ella ya sabía a lo que se metía de cualquier manera, por lo que aquello que pudiera o no pasar a continuación, debía de afrontarlo sin entrar en pánico nuevamente.

Aun cuando el recuerdo de aquellas ásperas manos recorriendo su cuerpo era lo suficientemente degradante para terminar paralizada en el momento.

-¿Pero qué tenemos aquí? –Preguntó el señor casi calvo de manera irónica, o por lo menos, eso le indicaba el tono de su voz. –Una adorable bailarina, ¿eh?

-Espero obtener buena paga esta vez, señor. –Irrumpió el otro señor que aun no despegaba su mano de su espalda. Empujándola levemente ahora para que diera pasos hacia el frente. –No está siendo tan sencillo obtener mercancía sin el apoyo del japonés.

-Si, si. Dile a la recepcionista que te de la paga que solicitas. –El calvo meneó su mano sin darle importancia a las palabras que daba. Sin apartar la vista en todo momento de ella al grado de incomodarle cada vez más. –Déjanos solos.

Al menos con ello dejó de tocar su espalda, se dijo Frisk en sus adentros. Pero lo que quedaba al frente de ella ahora era mucho peor sin duda alguna. Porque una vez que escuchó la puerta cerrarse tras ella, el sujeto no dudó ningún instante de tomarla de la barbilla para mirarla más de cerca aun cuando claramente no lo necesitaba.

-Eres muy silenciosa, ¿eh? Dime, ¿podrías bailar para mi?

-Es usted repugnante. –Soltó Frisk al no poder contenerse más al mismo tiempo en el que apartó su mano de ella. Retrocediendo un paso con tal de mantener distancia de aquel que ahora le observaba con cierta sorpresa. –¿Usted es quien dirige este lugar?

-¡Oh! Así que eres una niña que cree que puede ser valiente. –El señor sacó un aparente látigo que tuvo amarrado junto a su pantalón. ¿Acaso lo tenía todo el tiempo consigo y así controlaba a los niños? –Bien, esas me divierten más.

Antes de que le diera un solo golpe tras todo su exagerado movimiento, Flowey se soltó de su cabellera falsa y se lanzó hacia el sujeto. Asustándolo por completo ante algo que definitivamente no se había esperado y sin poder gritar o moverse ante la enredadera que la flor había podido generar a tiempo pese a no encontrarse en tierra por un tiempo. Aquello sería complicado de poder manejar después sin duda alguna. Flowey, si bien era muy resistente, sus habilidades estaban de alguna manera limitadas al entorno en el que se encontrara. Sin tierra o agua para mantenerse estable, tanta energía gastada en poco tiempo le haría tener la necesidad de recurrir a otra fuente de nutrientes por lo que podía recordar. O al menos, esa había sido la preocupación que Don Gaster había tenido tras ver a Muffet tan debilitada. Sin contar el recuerdo que tenía ella de cómo había acabado con los perros en su floristería aquel día.

-No lo mates, Flowey. –Comentó Frisk con la mayor calma posible que se permitía de momento. Ciertamente el lugar le estaba causando una incomodidad que le hacía querer escapar corriendo de inmediato. –No pasó a mayores.

-Pero pudo haber pasado. –Gruñó sin apartar la vista del señor, el cual tenía su cuello y boca rodeados para que no pensara en gritar. –Este maldito en verdad pensaba en hacerte algo.

-Olvídalo por ahora. Tenemos algo más importante por…

No pudo terminar de hablar tras ser interrumpida por alguien abriendo la puerta con algo de rudeza. El cual, por muy extraño que le pareciera, su cara se le hacía levemente familiar en cuanto cruzaron miradas de desconcierto. ¿Acaso no había sido uno de los sujetos que habían acompañado al señor Yamaguchi a hablar con ella? Si era así, significaba que sus problemas estaban incrementando. Y aun no encontraba la aparente salida oculta para poder librarse de la situación.

-¿Qué demo…? –El hombre de rasgos asiáticos apartó la mirada sobre ella para observar ahora al señor calvo y a Flowey. –Espera, ¡eres la flor que acompaña a…!

Flowey nuevamente no esperó a que el sujeto terminara su oración. Creando espinas rojas en sus lianas que terminaron apuntando hacia el sujeto con tal precisión que perforaron la garganta del sujeto que no pudo esquivarlas a tiempo. Y antes de que Frisk pudiera hacer algo en su auxilio, tras de ella pudo escuchar un "crack" que le indicaba que su amigo había evitado dejar cabos sueltos en absoluto. Quedándose paralizada al saber que ya no había algo que pudiera hacerse a esas alturas. Contemplando cómo el sujeto que solo había tenido la mala suerte de ingresar a una habitación en un mal momento, ahora se despedía con la mirada antes de terminar partiendo por ahogarse con su propia sangre.

No… no de nuevo. Por favor, no de nuevo.

-Adiós al factor sigiloso. –Comentó Flowey tras soltarse del ahora cadáver. –Hagámoslo ahora a mi manera.

-Tu manera tampoco me agrada.

Comentó con desagrado de la situación, mas no pudiendo más ante la falta de opciones tras respirar profundamente para tratar de calmarse, aun cuando aquello comenzaba a asustarla nuevamente. ¿Qué pasaría si no le quedaba de otra salvo tener que aceptar tales actos para librarse ella misma? No le parecía adecuado en lo más mínimo. No era lo que había querido en un principio cuando se propuso entender el mundo delictivo de su novio. Se suponía que esta clase de cosas debía de evitarlas. No provocarlas o incitarlas. ¿Pero cómo si en cada instante estaba el riesgo de sujetos entrando sin aviso previo?

-¿Entonces qué propones? –Flowey se giró hacia ella.

-Apurarnos.

Frisk extendió su brazo para que su amigo la alcanzara y se acomodara nuevamente en su cabellera artificial antes de salir. Sabía que era bastante torpe de considerar a estas alturas, pero realmente no le quedaba de otra por ahora salvo darse prisa en su objetivo. Apresurando sus pasos pese a que podría levantar mayor sospecha con ese hecho en cuanto salió de la habitación donde solo ella había salido con vida.

Pero en cuanto pudo notar en su camino que en efecto había varios niños que tal vez no contaban con la facilidad de ser rescatados por un grupo mafioso, le pareció que sus propios actos no estaban siendo concordantes a su propia percepción siendo el caso. Sabía que tal vez no era el momento para cuestionarse las cosas a ese grado, pero si de cualquier forma estaba para sacar a una niña de aquel cruel lugar, ¿no sería apropiado sacar a todos los demás también? Darles una oportunidad pareja sea cual sea la situación. Pero para hacerlo… ¿cómo lo lograría sin tantas personas atentas? Tal vez si encontraba la salida que Don Gaster sospechaba que existía, pudiera pedirle a los Gaster a que sacaran a todos mientras detenían a quienes quisieran impedirlo, pero rápidamente se acordó de las palabras de Papyrus sobre no tener interés en salvar a gente ajena sino solo atender sus propias necesidades. ¿Sans podría apoyarle siendo el caso? Aunque fuese su pareja, no significaba que siempre estaría acorde a sus cosas, ¿cierto? Ya se lo había demostrado en varias ocasiones.

Estaba sola y con poco tiempo dado el caso. ¿Cómo salvar a tantos niños cuyo número ignoraba? ¿Y dónde pudiera estar la fuego fatuo dentro de todas esas habitaciones visibles?

No supo en qué momento se había quedado parada en medio pasillo por estar pensando más de la cuenta, ni mucho menos cuánto tiempo se había quedado de tal forma. Pero en cuanto unas manos por detrás le taparon la boca mientras la jalaba de esa forma hacia una de las habitaciones, nuevamente supo que estaba cometiendo demasiados errores ante la delicadeza de la zona que personalmente se había ofrecido a ingresar creyendo que no sería tan grave como parecía. Ciertamente estaba equivocada.

¿Y por qué Flowey no hizo nada para evitar tal contacto? La respuesta le vino en el instante en cuanto detectó el olor a musgo y pudo girarse para ver a su aparente secuestrador. Lo cual no le causó gracia alguna.

-¿Señor Yamaguchi?

-¡¿Qué demonios haces aquí?! –Tenía poco de conocer a aquel sujeto de largo cabello, por lo que era la primera vez que lo veía tan alterado de tal forma que hasta parecía ser bastante inusual en él por lo inexpresivo que le parecía. Y por un momento creyó que Flowey trataría de matarlo al igual que los otros dos sujetos, pero tan solo se limitó a quedarse quieto de tal forma que no pudiera notarlo. Aquello era bastante extraño. –¿Y vestida así?

No tenía ni idea de cómo era que había logrado identificarla con su disfraz, pero no era un momento adecuado para averiguarlo. Si ya estaba al tanto de su llegada al lugar donde se ocultaba, las cosas definitivamente se habían arruinado. ¿Ahora qué es lo que haría?

-¿Tú qué haces en este lugar? –Preguntó Frisk en respuesta ante su enojo. Notando tardíamente que le estaba tuteando por lo repentino y ya no importándole del todo. –Y no me refiero a estar aquí aquí, sino a…

-Sé a lo que te refieres, pero no es tiempo ni zona para hablar. –El joven se acomodó su cabello pese a no ser necesario. Por lo visto, se trataba de un tic de su parte para detonar cierto nerviosismo. Aquello no parecía ir muy acorde a la percepción que tenía de él siendo sincera consigo. –Tienes que irte de aquí ahora.

-No hasta que encuentre a quien vine a buscar. –Terminó aceptando.

-Es una niña fuego fatuo, ¿no es así? –Frisk arqueó una ceja en respuesta. ¿Cómo es que lo sabía? –Maldita sea. ¿Los Gaster te mandaron de nuevo a hacer su trabajo?

-Fui yo quien se ofreció. –Se excusó, aun cuando no fuese necesario.

-¿Te ofreciste a meterte por tu cuenta a un prostíbulo? ¿No te bastó con la mala experiencia de estar por ser abusada?

-¿Cómo sabes de eso?

Recibió un gruñido de exasperación como respuesta. Por lo que Frisk se cruzó de brazos con paciencia, pese a tener que ver de una buena vez alguna salida. Cosa que su propio olfato le indicó rápidamente al percibir que olía mucho más a musgo de lo que había tratado de detectar en todo su breve recorrido del lugar abusivo. ¿Acaso estaba en la aparente habitación del muchacho? ¿La había arrastrado a su propia habitación para ocultarla de los demás? Era bastante elegante pese a la humedad acumulada.

Pero tal humedad le indicaba mucho más que la salida que tenía que buscar estaba bastante cerca de ella. Aun cuando visiblemente no podía notar nada por ahora.

-Como dije, no es lugar ni tiempo para hablar, Frisk. –La mencionada tuvo que hacer el esfuerzo descomunal de prestarle atención, aun cuando sus ganas de buscar aun estando él presente, eran bastantes grandes. –Escucha, si te vas ahora mismo y le dices a los Gaster que todo esto es un malentendido, personalmente les llevaré a la niña.

-No estoy aquí para hacer tratos contigo y tampoco confío ahora en tu palabra. –Le respondió sin pensar demasiado en sus palabras. En efecto, no podía darse el lujo de brindar tal confianza en un desconocido que le desagradaba en primera instancia y que una vez más le parecía que conocía mucho más de ella de lo que aparentaba. –¿Cómo sabes que estuve por ser abusada?

-¿Crees que te perdería de vista solo porque unos monstruos lo piden? –Que tratara de responder inmediatamente con otra pregunta no le parecía una buena señal. –No importa qué familia de bestias te quiera ocultar en sus dominios. Al final ellos te traicionan y te dejan a la deriva. En cuanto yo, estando en la distancia te he cuidado todos estos años, esperando el momento adecuado para reunirme contigo y siendo arruinado por la intervención de otros. Así que cualquiera de tus reclamos no son válidos en este momento.

-¿Cuidarme? He estado por ser asesinada en varias ocasiones desde que puse un pie en esta ciudad y no había sabido nada de ti hasta hace poco. –Se molestó cada vez más con él. Pero el ligero apriete de Flowey le recordó que, además de que su amigo estaba con ella en todo ese tiempo, que tenía otras cosas en las cuales enfocarse todavía. Aun así, no quiso quedarse con las ganas de poner en su lugar al sujeto que estaba delante suyo, obstruyendo la puerta para que no pudiera escaparse. –Quien me ha cuidado todo este tiempo ha sido Sans.

-¿Tu novio artificial?

-Es más real que tu intento de liderazgo. –Argumentó secamente.

-Pues si tanto le importaras, no habría permitido que ingresaras aquí. Al menos debió intentar ser un hombre y meterse él mismo.

-¿Para que trataras de hacerle algo? No, yo puedo lidiar contigo sola.

-¿Así que eso es lo que temes? ¿Que le haga algo? –Por primera vez en toda la conversación, y tal vez en todo el tiempo que lo conocía siendo muy poco realmente, había notado una verdadera sonrisa en él. Cosa que no le agradó para nada. Significaba que había cometido el mismo error ante él. –Interesante que lo consideres así. Tú misma ya te has dado cuenta de que los humanos somos superiores a ellos, entonces.

-¡No es así!

-Pues ya que estás demasiado parlanchina ahora y sin la vigilancia de los esqueletos, es buen momento para hacerte abrir los ojos. –Era extraño que le dijera tal cosa cuando él mismo tenía sus ojos cubiertos con tanto cabello. Lo cual sospechaba que se trataba de una táctica suya para no reflejar sus verdaderas intenciones a plena vista de todo oponente. Algo así como lo que hacían los esqueletos al oscurecer sus cuencas ante ciertas emociones. –Aunque te parezcan adorables por ahora, los monstruos son narcisistas y solo pueden ver por sus propias necesidades hasta sacar el suficiente provecho de otros, sin importarles cómo terminan dejándonos. Los Dreemurr lo hicieron contigo. Y los conejos también. ¿Cuánto tiempo crees que pase para que los Gaster también lo hagan?

Aquella pregunta dolía por el simple hecho de que era algo que ya había pensado anteriormente, aún cuando quería ignorarlo. Pero no sería algo que le reflejaría directamente al tratarse de su oponente del momento. Aquello solo era asunto suyo y ella tendría que lidiar con sus propias decisiones, así de simple. Y además, Don Gaster ya le había advertido de alguna manera entre partidas, que todo oponente buscaría debilidades de dónde agarrarse. Ella no le daría ninguna.

-No sabes de lo que hablas. –Respondió simplemente.

-Por supuesto que sí, Frisk. Más de lo que pudieras imaginar. –Su voz sonaba bastante sincera si tenía que admitirlo. –No eres la única a la que los monstruos les engañó en más de una ocasión. No eres la única que creyó poder llevarse bien con ellos.

Nuevamente sintió un apretón en su cabeza que le recordaba que tenía que enfocarse en su verdadera misión que solo estar conversando con aquel tipo. Pero a diferencia del anterior, parecía que tal apretón suave de las lianas era más un reflejo del mismo Flowey que una advertencia más. ¿Acaso estaba de acuerdo con la opinión de Yamaguchi? ¿O era algo más que simplemente no podía entender por no poder verle de frente?

-Y quiero que sepas, Frisk, que en cuanto te fallen de nuevo los monstruos, yo seguiré aquí. –El líder de larga cabellera continuó hablando pese a todo. –Yo puedo prometerte darte un futuro en el que no estarás sola jamás en cuanto lo decidas.

Aquello definitivamente le causó demasiada molestia al grado de querer golpearle. Pero tuvo que contenerse al notar que el humano ante ella en verdad parecía hablarle con seriedad. Era demasiado descaro de su parte. Su decisión era permanecer a lado de Sans sin importar las circunstancias. Ella ya sabía de antemano las posibles consecuencias de su decisión. No hacía falta que un sujeto impertinente quisiera dar su opinión basada en sus experiencias que ciertamente no le interesaban.

Sans le había dicho que la amaba. Y eso tenía que significar que no la abandonaría… o al menos eso parecía. Ya habían hablado de un futuro en el que se encontraran juntos pasara lo que pasara con las evidentes complicaciones. Eso le era más que suficiente para estar dispuesta a que ocurriera en cuanto estuviera en sus manos poder lograrlo. Y parte de ello estaba precisamente en evitar conflictos en los que detonara mancharse las manos.

-Esto no se trata de humanos contra monstruos, Kris. –Finalmente decidió llamarlo por su nombre aunque no tuviera su permiso. Si después de todo, ya lo estaba tuteando en todo momento como para importarle esa clase de cosas por ahora. –Todo esta burda competencia entre especies solo viene siendo un conflicto de seres vivos que creen tener el control de las cosas hasta que no pueden más. Esto parece un burdo juego donde no habrá ningún ganador, solo tontos que se matan entre sí.

En su experiencia, podría esperar un golpe o un insulto en cualquier momento tras sus palabras. Pero en su lugar, nuevamente recibió una sonrisa desconcertante de su parte. Definitivamente el hombre ante ella era muy extraño. Era difícil saber si realmente estaba contento o no dado el cabello que tenía encima de sus ojos.

-Definitivamente te pareces a tu padre.

Frisk no pudo evitar un gruñido ante el desagrado de sus palabras. Aunque no supiera nada de su padre biológico por el simple hecho de que no tenía interés en saber realmente cómo había sido, conocía ya lo suficiente para no agradarle el hecho de haber sido un delincuente más que, a diferencia de varios que conocía, se había adentrado al bajo mundo por voluntad propia. Por supuesto que no estaba para juzgar ante su evidente ignorancia, pero no era un halago para ella que le compararan con un desconocido del que nunca tuvo oportunidad de siquiera conocerlo realmente, mucho menos generar algún cariño.

Aquello lo había hecho Asgore Dreemurr. Y se había tratado de una triste decepción, pero ese era otro tema.

-Estés de acuerdo o no, te sacaré de aquí. Después te llevaré sana y salva a la joven que buscas. –Kris cerró con seguro la puerta tras él pese a sus palabras. –Aunque no me agraden y tengamos malos roces, no tengo intenciones de enemistarme realmente con los Gaster. No por ahora al menos.

-¿Qué…?

-Aunque me refugie en este lugar, sabía que no era de fiar tarde que temprano. –Se apartó de la puerta para comenzar a encaminarse a una pared que parecía ser algo más que eso, tal y como lo había parecido la del callejón oscuro. –Preparé una salida de emergencia para los casos que lo necesitara, y por la ocasión, eres tú quien lo necesita ahora.

-No me iré hasta saber que la niña está aquí. Y además, no es justo que solo a ella la salves únicamente. ¿Todas las demás han sido cosa tuya? ¿Tú has permitido que secuestren a tantos menores para esta crueldad?

-La familia de tu novio artificial mata a humanos para extraer sus órganos. ¿Y a mí me juzgas por tratar de mantener vivos a estos monstruos pese a todo?

-Esto no es vida. ¡Y son niños!

El joven abrió la boca para contestarle nuevamente, pero en su lugar se quedó en completo silencio tras un sonido extraño que comenzó a resonar en la distancia. ¿Acaso tendían a poner música en el lugar como parte de un ambiente que no coincidía con el ritmo? Porque para ser música siendo el caso, era bastante fea e incómoda de escuchar. Era como si todo se tratara de una mala broma de la que solo algunos tenían la crueldad suficiente para encontrarle gracia a algo como esto. ¿O acaso era algo que coincidían de alguna manera los lugares donde tendían a querer entretener con mostrar poca ropa?

No podía percibir alguna letra o palabras dentro de todo el griterío que percibía entre eso, siendo tal vez un cántico de lo más extraño para ella. Pero no para el joven que extrañamente se había separado de la pared y de ella para encaminarse nuevamente hacia la puerta que él mismo había cerrado con seguro minutos antes.

-¿Señor Yamaguchi? ¿Kris?

El líder de la yakuza no respondió. Ni siquiera le dirigió la mirada como si hubiera olvidado por completo que ella estaba ahí conversando con él. Tan solo salió del cuarto sin dar explicación alguna y se marchó dejándola sola en su propia habitación sin importarle cualquier cosa. Frisk le siguió un poco al parecerle demasiado extraño tal comportamiento, a lo cual notó que no era el único que estaba saliendo de alguna habitación con una mirada perdida. De hecho, parecían ser varios quienes se dirigían a paso lento hacia donde recordaba que se encontraba el aparente recibidor de tan despreciable lugar. ¿Qué estaba pasando?

Incluso notó que su amigo nuevamente se había soltado de su cabello para terminar apoyado en sus manos. Contemplando hacia el frente donde todos parecían estarse dirigiendo como si de un llamado silencioso se tratase.

-¿Flowey? –La flor tardó un poco en reaccionar, como si hubiera olvidado por un momento que ella estaba ahí, sujetándole. –¿Flowey, estás bien?

-Si, yo… No es nada. Solo me distraje. –Su amigo sacudió sus pétalos como si aquello le ayudara a concentrarse de algo que no parecía tener sentido. –Acabemos de una vez con esto para largarnos de aquí. Necesito tierra.

Frisk quiso preguntar más cosas dada la rareza repentina, pero puso a un lado eso al tener que optar en concentrarse primero en lo que verdaderamente había ingresado al sitio. Siendo una aparente suerte que el mismo líder de la yakuza le indicara de alguna manera en dónde se encontraba la salida secreta, más teniendo que usar su olfato para identificar mucho más en dónde estaba con precisión hasta lograr empujar la pared que era algo mucho más que eso. Don Gaster había tenido razón, en verdad se trataba de un túnel que olía bastante a humedad y por consiguiente, a musgo.

Acarició nuevamente el anillo como si lo estuviera frotando con su pulgar, pero a diferencia de cómo había sido con el primero, no obtuvo alguna señal de regreso que le indicara que el esqueleto estaba todavía al tanto de ella. ¿Acaso se le habían acabado las oportunidades del día a como le había dicho que funcionaban los anillos?

.

.

Undyne tenía que admitirlo. Hablar con esa humana le era bastante satisfactorio, aun cuando la peluca que llevaba ahora le resultase incómodo por resaltar sus facciones orientales de las que no había reparado otras veces por su atuendo tan distinto. Le recordaba bastante a la humana que los Gaster tenían consigo, como si fuese de un modo bastante irónico que aquella florista que había detonado la traición inminente de los esqueletos contra todos los monstruos, ella estuviera encerrada con una que se le parecía bastante ahora, físicamente hablando, claro. Porque en actitudes, estaba muy segura de que eran casos muy distintos. Empezando por el hecho de agradarle que a la prostituta le importaba un carajo sus preocupaciones, inquietudes y lo que se suponía correcto o no en términos de la sociedad.

No necesitaban del nombre de la otra al optar por una confidencialidad que era mejor permanecer de esa forma, considerando que al menos se conocían más que suficiente al desnudo. Incluso parecía que tenían muchas cosas en común que les hacían simpatizar con la otra de manera despreocupada. Tal y como ella había descrito de manera esporádica lo que venían siendo: un par de almas que se habían encontrado dentro de un vasto infierno y ya. Aquello se sentía bastante bien y suficiente. Era un tipo de intimidad a la que no necesitaba dar explicaciones dentro de esa habitación oculta de toda sociedad.

-¿Y tú? ¿Cómo descubriste que podían gustarte ambos sexos? –Le preguntó Undyne tras dar un trago a la copa de vino que le había servido tras seguir hablando. –Si puede saberse, claro.

-¿No te había respondido eso antes? Pues supongo que estando en este medio. No es como si pudieras negarte tanto de cualquier forma. Pero en el instante me di cuenta que realmente me daba igual ese hecho, cuando podía sentir placer proviniendo de cualquiera. –Respondió la humana sin pensárselo demasiado. Agitando su copa una y otra vez como si aquello ayudara a disminuir más su contenido que solo ingiriendolo. –Y uno diría que tenemos más opciones para elegir pareja dado estos términos amplios, pero lo hace más difícil, ¿no te parece?

-Sí, supongo que es así. ¿A ti te gustaría estar en una relación? Digo, con lo que te dedicas…

-¿Porque nadie puede tomarse con seriedad a una mujer tan impura como yo, quieres decir? –Undyne se preocupó un poco por haberla ofendido con eso, pero su risa reflejó que era todo lo contrario. –El amor me parece una cosa burda con la que algunos quieren justificarse para sus acciones, sean prudentes o no, adecuadas o no. Además, no soy una mujer destinada a dar un futuro ni estabilidad como podrás darte cuenta. Así de simple.

Undyne quería preguntarle más al respecto con semejante respuesta, pero no lo consideró prudente tras lo amargo que sonó de su parte. Si se trataba de una de esas cosas que podían pasar la barrera de personas cercanas o no, no sería quien irrumpiera eso de manera insistente.

"Ven, ven a mí".

Aquellas palabras resonaron en su mente al mismo tiempo que comenzó a prestar atención al entorno. Y si no fuera por haber experimentado sus efectos antes, habría caído fácilmente ante tal orden melodiosa cuya distancia era incalculable por ahora. Tapándose sus oídos de inmediato con la preocupación de caer nuevamente ante tal efecto y preparándose incluso para tratar de lastimarse de ser necesario para mantenerse en todos sus sentidos ante tal manipulación.

Y al ver que la prostituta tenía una mirada perdida al mismo tiempo que comenzaba a pararse para dirigirse hacia la puerta, no dudó en romper una almohada para sacar el algodón posible para tapar sus oídos y los de ella. Notando que la humana ahora parecía estar desconcentrada al mismo tiempo que molesta por lo brusca que había sido para detenerla. Por lo menos eso le indicaba que había actuado a tiempo. No había necesitado lastimarla para hacerle entrar en razón tan rápido.

-¡Es el canto de una sirena! –Gritó Undyne para hacerse escuchar dentro del impedimento que tenían que efectuar entre ellas. –¡A ti y a mí nos afectará por interesarnos también en mujeres! ¡Tenemos que evitar escucharlo!

-¡Entonces es una emboscada!

Por primera vez pudo notar una mirada de preocupación genuina en esa humana. La cual terminó de acomodarse los algodones en sus oídos sin darle las gracias y dar unos cuantos pasos que parecía como si diera vueltas en su propio eje dentro de pocos segundos transcurridos. Pensando en silencio hasta tomar una decisión que, por la mirada que le lanzó de forma acosadora, le involucraba directamente.

-¿Aún tienes complejo de heroína, cierto? –Elevó su voz con esa pregunta.

-¿Qué?

Ni siquiera esperó una respuesta de su parte. Con evidente prisa, se dirigió hacia un armario viejo que tenía en la habitación y comenzó a empujarlo con toda la fuerza que tenía. Undyne no tenía ni idea de lo que estaba ocurriendo, por lo que no sabía si debía de ayudarla o no con eso, aun cuando le estaba dado cierta dificultad hacerlo tras lo rápido y tosco que quiso realizar las cosas.

-Hay menores al otro lado. –Comenzó a explicarse la humana sin verle directamente. Concentrada en empujar el mueble hasta dejar poco a poco a la vista, un agujero en la pared. –No sé (¡agghh!) cómo pudiste colarte a este lugar sin ser detectada, pero… sácalos de aquí por el mismo medio. Pregunta por Skate, ella podrá ayudarte.

-¿Qué…?

-¡Rápido!

La empujó con fuerza para indicarle de forma brusca que hiciera caso a su indicación. Y tras ello se dirigió hacia el piso donde aparentemente tenía un compartimiento secreto del que sacó una máscara de madera con forma de zorro blanco con detalles rojos y una daga que aparentemente había tenido oculta debajo de su colchón. Tenía muchas preguntas al respecto, pero todo parecía indicar que la humana, además de ser bastante sensual, no era alguien que se dejaría derrotar con facilidad. Aquello solo hacía que le agradara más pese a la situación que tenían en medio.

-Pero ¿y tú? –No gritó ante el desconcierto, pero la humana pudo entenderle.

-Créeme, estaré bien. Para mi mala suerte, estaré bien. –Le indicó tras colocarse la daga en un sujetador que tenía en su pierna. –Pero esos niños no lo estarán si no salen de aquí a tiempo y lejos de lo que sea que está intentando atacarnos.

-Para ser una humana, tienes corazón. –Gritó tras una sonrisa sincera de su parte. En verdad era una lástima que se tratara de una especie detestable.

-Y tú para ser un fastidio, también eres rara. –Le devolvió la sonrisa pese a la prisa que tenía. –¡Vete!

Sin más, se adentró a ese extraño agujero cuya deformidad le indicaba que había sido cavado con cierta desesperación. Teniendo que dejar atrás a una humana que en verdad parecía preocupada de aquello que parecía estar atacando el lugar. Y por su parte, ella estaba preocupada de que aquel cántico no se tratara de la misma sirena que había tratado de manipularla para atacar a Asgore. Porque si era el caso, significaba que su maestro podría estar en una situación complicada.

El canto definitivamente le había sonado igual al anterior. Pero no sabía si eso era cosa de sirenas en general o no. Esperaba equivocarse mientras se adentraba a algo desconocido, alejándose cada vez más de esa melodía y acercándose a lo que había sido su objetivo hace meses y que por fin podría cumplirlo tras tantas cosas ocurridas en poco tiempo. Como si hubiera necesitado volverse una mujer fuerte primero para lograr tal cometido: liberar a los monstruos que estaban siendo explotados por malditos humanos lujuriosos.

Y después de ello, podría salvar a todos los monstruos estando a lado del monstruo más admirable de todos los tiempos.

.

.

"Ven… Ven a mí".

No importaba hacia dónde se girara, Flowey podía escuchar aquella frase una y otra vez de tal forma que le incomodaba demasiado. Y por la forma en la que había visto que Kris se había retirado sin más, podía confirmar que se trataba de magia que solo podía afectar a algunos. Pero que le inquietara a él mientras que para Frisk no parecía hacerle efecto alguno, no le parecía bueno. ¿Acaso era porque había obtenido el alma de aquel sujeto que había matado sin que Frisk se diera cuenta? ¿Era el alma en él lo que lo afectaba? Era bastante extraño aun así, considerando que su naturaleza impedía sentir empatía alguna con las almas que absorbía a modo de fuente de energía. Por lo que en un descuido de la chica de estarse asomando en varias habitaciones donde varios sujetos parecían igual de embobados retirándose, él se deshizo del alma en un suave movimiento para que terminara desapareciendo en seco. Pero ni así dejaba de escuchar aquella voz en su mente.

"Ven… Ven a mí".

¿Qué estaba pasando? Si él era incapaz de sentir algo, ¿cómo era que…deseaba estar al lado de aquella que le estaba llamando en una distancia desconocida?

-Flowey, ayúdame a abrir esta puerta. –Nuevamente la voz de Frisk le trajo a la realidad, sacándolo de sus pensamientos volátiles que no ayudarían en nada en el momento. Pero no quería decirle nada para no asustarla. –¿Flowey?

-Si. Ya voy. –Respondió sin mucho afán de de interrogarle el por qué quería revisar ahora algunas habitaciones y si era peligroso o no. –Ya quiero terminar con esto.

-¿Lo dices porque esa canción te está distrayendo?

La flor se rehusó a contestarle. Debió suponer que ya había sacado sus conclusiones desde antes si Frisk no era tan tonta para algunas cosas mientras que para otras era un peligro para sí misma. Definitivamente aquello le estaba afectando más de la cuenta si dejó pasar algo tan evidente.

-Recuerdo que una de las conejas me comentó que el canto de Shyren podría romper cabezas si así lo deseara, pero que solo lo usaba para calmar al público cuando se necesitara. –Mencionó Frisk mientras le permitía estar nuevamente en sus manos, colocando sus raíces sobre ellas para crear una liana con la cual tratar de abrir tal puerta que quería. –Si esto se trata de lo mismo, agradezco que Sans o alguno de los Gaster no ingresara aquí. Pareciera que solo le está afectando a los hombres.

-Siendo el caso, significa que esto es un ataque hacia este lugar. –Flowey terminó rompiendo la cerradura. Era bastante vieja y oxidada de cualquier manera. –Aprovechemos la situación y salgamos lo más pronto posible. No creo que sea bueno que nos topemos con lo que sea que esté afectando a este lugar.

Frisk no le mencionó nada tras haber podido ingresar a la habitación y ver con evidente horror que solo había un niño felino amarrado en la cama. Aparentemente estando en espera de un cliente que gracias a ellos y a la situación extraña que parecía extenderse, no se realizaría.

-Tranquilo. No vamos a hacerte daño. –Le comentó Frisk mientras trataba de desamarrarlo, pero evidentemente estaban demasiado ajustados esos nudos. –¿Has visto por aquí a una niña de fuego?

-Llegó una justo ayer. –Contestó el minino con cierto alivio en su voz. –Debe estar en el calabozo, justo donde nos encierran para… entrenarnos.

-¿Dónde encuentro ese lugar?

-¿Eres alguien que viene a salvarla?

-Si, pero también quiero sacar a todos ustedes de aquí. –Respondió Frisk con demasiada seguridad. Debió imaginárselo. Si no encontraba nada de la señora Bunny, seguiría firme con su idea reciente. –Varios hombres están distraídos de momento.

-¿Cómo puedo confiar en ti? Solo eres una niña.

-Soy un adulto. –Aprovechando que no estaba en su cabello a modo de diadema, Frisk se quitó la peluca para dejar en claro sus palabras. Aun cuando era evidente que aquello no ayudaría en mucho salvo el empeorar tal vez las cosas. –Una que no está de acuerdo con lo que pasa aquí.

-Eehh… ¿Eres la súcubo?

-No tengo ni idea de qué es eso.

-Oh, entonces me confundí. –El minino movió sus muñecas en cuanto pudo ser liberado. –Puedo llevarlos hacia ese lugar.

Sin más palabras necesarias, siguieron al niño que parecía estar gustoso de poder ayudar en algo mucho mejor que estar preso en algo que era mejor ni pensarlo. Pese a que Frisk no se había colocado de vuelta la peluca dadas las prisas que tenía, no parecía ser necesaria ahora que en verdad habían varios sujetos que, o estaban dispersos mentalmente siguiendo aquel canto, o miraban de un lado para el otro sin entender qué estaba ocurriendo. Lo cual Flowey tuvo que concluir que tal vez la razón por la cual afectaba a algunos u otros no, pudiera ser por algo más que no podía comprender de momento.

En cuanto no le afectara a Frisk le era más que suficiente. Él tenía la voluntad suficiente para no dejarse llevar por estupideces. Aun cuando fuese algo… cautivador de alguna manera, por decirlo de un modo. Aquella voz sonaba demasiado dulce, como si tuviera intención de empalagar cualquier conversación que tuviera con él.

"Ven… Acércate y déjate caer por mí".

Pese a estar en movimiento y tras escuchar algo más claro, finalmente pudo enfocarse en ver las paredes y el techo, en busca de algo que pudiera estar extendiendo esa canción para que en donde sea que estuvieran, siguieran escuchando tal voz sin poder alejarse de ella. No había nada fuera de un feo tapiz y acabados que pretendían hacer del lugar algo elegante, pero no tuvo que pensarlo demasiado tampoco para poder entender cómo era que lo estaban haciendo, recordando que ese desagradable lugar era similar a la despreciable casa de los esqueletos. Él mismo lo había averiguado tras escaparse de aquella casa después de todo.

-Están usando las tuberías y ductos de ventilación para extender el canto controlador de mentes. –Comentó Flowey tras poder concluir el caso. –Significa que aquello no requiere de ser algo interno, puede venir de fuera.

-Espera, ¿estás diciendo que esta canción puede que no solo afecte a los que estén aquí dentro, sino a los que estén alrededor? –Se detuvo en seco al entender de inmediato la situación. El niño solo los contempló con rareza. –Los Gaster y Grillby podrían estar en problemas. ¡Sans…!

-No te preocupes por ellos ahora. –Dado que estaba enredado en su brazo, tuvo que sacudirla un poco para hacerle entrar en razón. Sabía que sería lo que le preocuparía en el instante, pero no era algo que pudiera ocultarle dado todo lo que estaba pasando. Y no la necesitaba paniqueada, la necesitaba concentrada. Razón por la cual mejor no le diría las oraciones concretas que estaba escuchando. –Tenemos un objetivo aquí, ¿lo olvidas?

Por suerte, Frisk no protestó al respecto. Sabiendo que las buenas decisiones eran cruciales en un momento tan caótico como el que estaban presentando y siendo ella la adecuada para tomar tales acciones por mucho que tuviera dudas en su mente. Podía notarlo con tan solo verla hacia los ojos, estaba asustada y no solo por lo que pudiera pasarle a esos estúpidos tipos que ahora le importaban, sino por todo lo que estaba afrontando en ese pasillo, teniendo que aguantar su desagrado y ganas de llorar con tal de poder estar bien y sacar de ese agujero de mala muerte a los niños que merecían una oportunidad mejor. Razón por la cual había querido acompañarla en primer lugar, además de no haber podido quedarse quieto dado el caso.

Sin embargo, Frisk se estaba conteniendo una vez más sus emociones, pero esta vez no era para que le dejaran en paz. Sino porque no quería que los niños que ahora la veían llegar, se asustaran tanto como lo estaba ella. Confirmándole una vez más que aquella torpe humana que solo sabía contemplar las flores, había crecido sin duda alguna.

-¡Es la florista!

-¿La amante del esqueleto?

-¿No es la súcubo?

-¡Yo le robé un sandwich aquella vez!

Varios niños parecían reconocerla en el instante de que se había adentrado lo suficiente, mientras que otros parecían estarla confundiendo con alguien más, pero ni Flowey ni Frisk le dieron importancia a eso. El lugar realmente parecía un calabozo en todo el sentido de la palabra, pero al menos el canto no parecía llegar a ese punto tan alejado. Muchos niños (que la mayoría más bien se trataban de adolescentes) estaban en jaulas, asomándose entre barrotes con cierto gusto o no de verlos llegar junto al minino que cada vez más estaba aliviado de la situación. Ahora creyéndole en verdad que estaban ahí para sacarlos del lugar tras escuchar a algunos niños que definitivamente parecían venir de Snowdin si estaban reconociendo a Frisk.

Y entre todas esas celdas, la luz que emitía la niña de fuego era más que inminente para reconocerla como el objetivo principal. Asomándose entre los barrotes con cierto asombro de verlos ahí y a su vez, pareciendo que estaba analizando más de la cuenta la presencia completa de Frisk mientras se acercaba hacia ella.

-Frisk. –Mencionó la fuego verde en cuanto la tuvo de frente.

-Finalmente alguien me llama por mi nombre. –Comentó la mencionada con la poca calma que le quedaba. –Tú eres la sobrina de Grillby, ¿cierto?

-Si, soy Fuku… ¡¿Mi tío está aquí?!

-Está esperando fuera, al igual que los Gaster. –Miró de un lado para el otro, en busca de alguna llave o algo con lo cual poder abrir las celdas, pero claramente no había algo. Si fuera tan sencillo, los pubertos seguramente ya habrían tratado de escaparse por su cuenta desde hace tiempo. –Sacaremos de este lugar a todos ustedes.

-¿Los Gaster quieren salvar a menores de edad?

-Están por saberlo.

La fuego fatuo sonrió con cierta complicidad, entendiendo lo suficiente sobre lo demandante que era Frisk cuando se lo proponía. Por su parte, Flowey intentó forzar las cerraduras cercanas con sus lianas, pero al poco tiempo le fue evidente que ya no contaba con tanta fuerza considerando que estaba demasiado tiempo sin tierra y agua. Ahora se arrepentía de haber lanzado el alma del sujeto como modo de autodefensa innecesaria. Si Frisk quería salvar a la mayor cantidad posible de mocosos, necesitaría toda la fuerza necesaria para cumplirle ese capricho y mantenerla a salvo.

Sobre todo por la anfibia que apareció desde la pared interna donde estaban encerradas la niña fuego y una niña con tentáculos en la cabeza. La situación cada vez se estaba poniendo peor. La última vez que había visto a esa anfibia, había perdido la conciencia por varios días que ocasionaron estar separado de Frisk sin poder cuidarla. No permitiría que eso ocurriera de nuevo.

-¿Dónde…? –Preguntó abiertamente la anfibia azulada mientras contemplaba hacia todas partes, hasta enfocar su vista en la humana frente a la celda. La cual dio un paso hacia atrás por mera inercia. –¿La amante del esqueleto?

-Novia. –Objetó Frisk con enfado que estaba fuera de lugar, al igual que su respuesta. –¿Dónde está la señora Bunny?

-¿Así que tú formas parte de quienes roban a estos niños, uh? –La anfibia habló con voz elevada, ignorando rotundamente su pregunta, creando una lanza que iluminó un poco más el lugar y apuntó con ella a Frisk. Cosa que hizo que retrocedieran las niñas que estaban con ella, completamente temerosas. –Debí suponer que la escoria solo se une con sus semejantes.

-La única aquí que forma parte de actos ilícitos que separan familias, es usted. –Pese a la amenaza de la lanza, Frisk nuevamente retomó su paso hacia el frente sin importarle la lanza. Tal vez por estar al otro lado de los barrotes o simplemente por un enfado en incremento a causa del estrés situacional. –¿En dónde tienen a la señora Bunny? Sé que usted junto con varios perros se la llevaron.

-¿Qué?

-¡La mujer que arrebataron de su familia! –Gritó Frisk.

La anfibia no respondió más. Tan solo se quedó mirando fijamente hacia Frisk como si se tratara de una batalla de miradas donde no parecía haber realmente una ganadora, sino todo lo contrario. Ya que por estar aparentemente discutiendo y desafiándose la una a la otra, ambas niñas que permanecieron en la celda escaparon por el agujero que la anfibia había dejado tras de ella. Si bien Flowey se percató del momento, no iba a separarse de Frisk con semejante amenaza ante ellos. ¿Cómo podría mantener a Frisk a salvo si su energía estaba limitada de momento?

Mierda. Todo estaba empeorando de forma estúpida.

.

.

"Déjate caer por mí". Era lo único que podía escuchar Sans mientras se dirigía hacia tal llamado. Deseando poder llegar al objetivo que le imploraba acercarse a ella de inmediato. Dispuesto a cumplirle lo que necesitaba de él sin importar las barreras que tuviera en frente en todo el sentido de la palabra. Usando su magia para tener que mover uno que otro obstáculo que se le atravesara y aparentemente no siendo el único con la misma complicación tan estorbosa. Y si bien en cualquier oportunidad podría girarse hacia sus acompañantes en busca de alguna explicación, no le importaba lo suficiente. Además, ¿quién podría ser capaz de cuestionar el poder del amor?

Caer por amor. Era algo que ya había hecho antes y lo volvería a hacer sin dudar.

No pudo pensar en nada más en el instante, hasta que pareció que algo le había empujado con tal brusquedad al grado de retenerlo en el suelo a la fuerza. Queriendo quejarse en el instante, pero no pudiendo escuchar ni su propia voz con facilidad al tener los oídos tapados en una inmediatez de la que no era capaz de procesar por ahora. Y además, ¿en qué momento se había acercado al barranco? ¿Qué tan lejos estaba del punto de reunión? ¿Qué demonios le había pasado? ¿Dónde estaban todos?

Se sentía bastante aturdido, como si lo hubieran sacado de un sueño pesado, por lo que no se levantó tan pronto como habría sido conveniente que lo hiciera dada la extrañeza presente. Pero en tal lentitud pudo ver que, además de haber varios humanos caminando todavía hacia el frente de forma ordenada, reconoció la mirada múltiple luminosa de la siempre impertinente arácnida.

-Muffet, ¿qué…? –No pudo escuchar su voz al notar que lo que tenía tapando sus oídos, era la telaraña que le había colocado. A lo cual elevó su voz ante la incomodidad y siendo que ni así pudo escucharse. –¡¿Qué haces aquí?! Se supone que estabas cuidando Snowdin.

-No dejaba de preocuparme por ustedes. –Tuvo que leer sus labios al no poder escucharle, suponiendo que eso es lo que le había dicho. Y pese a su mirada de reproche y enfado, aun así le ayudó a levantarse. –Y que bueno que no me quedé de brazos cruzados. ¡Estuvieron por morir en una estupidez!

Sans no tenía ni idea de lo que se refería, hasta que pudo ver cómo los humanos que estaban caminando de forma uniforme, no se detenían en ningún momento ni por el hecho de acabarse el camino ante sus pies. Arrojándose por cuenta propia a una altura que trataba de una muerte segura. Comprendiendo ahora que aquello que le indicaba que cayera, era bastante literal de un modo aterrador. Reconociendo finalmente que había estado bajo un encanto del que no pudo reparar a tiempo hasta la intervención ahora oportuna de Muffet.

Al sentirse poco a poco mejor, buscó con la mirada al viejo, a Papyrus y a Grillby. Los cuales estaban un poco más lejos o cerca del barranco que él, igualmente sujetos de los pies por las telarañas luminosas y con los oídos cubiertos para que no se resistieran más, aún cuando la magia de la arácnida era suficiente para impedirlo. El viejo parecía estar gritando algo, más no pudo escucharlo y parecía ser evidente que no ser comprendido le molestaba tanto como estar observando la presencia de la arácnida con ellos. Cosa que no se requería cuestionar cuál era la razón de tal enfado.

En la junta habían hablado de varias cosas en ausencia de las mujeres. Una de ellas, el hecho de que si se iba a exponer a su novia, inexperta de muchas cosas y siendo imán para los problemas que atentaban su vida, tendría que estar él lo mayor cerca posible para poder estar más tranquilo y alerta a lo que se necesitara inmediatamente para su auxilio. Aun cuando aquello presentaba el problema de que el plan requería del viejo hablando directamente con el líder de la yakuza para querer matarlo personalmente para dar el mensaje a todos los miembros de semejante grupo, y la ayuda de Papyrus y la versatilidad que ahora presentaba con su nueva habilidad. Con ello significaba que la regla que tenían sobre mantener siempre a un Gaster en Snowdin que defendiera el territorio de manos enemigas, no podría cumplirse esta vez. Por lo que los tres, entre ciertos roces personales con la situación, habían estado de acuerdo que quien mejor podría cuidar en su ausencia el lugar, era nada más ni menos que la chica que pese a todo, valoraba tanto el apellido y sus reglas como ningún otro. La mujer que había sido entrenada para eso al fin y al cabo, aun cuando el plan a ello nunca fue efectuado.

Pero verla ahí, que si bien les había salvado a tiempo de una terrible y a su vez tonta muerte, significaba peligro para todo lo que habían construido durante años. Tenía colocada su gabardina con la que cubría sus brazos a modo distractor de todo contrincante, aunque estaba más seguro que más que ser una ventaja esta vez, solo estaba cubriendo sus heridas aún visibles de algo que no podía darse el lujo de una recuperación lenta. Estaban demasiado expuestos ahora, ante una amenaza que por más que Sans se girara hacia varios lados, no podía ver algo que indicara de dónde estaba proviniendo tal voz que incitaba la muerte a todo aquel hombre que le escuchara. Lo cual le hacía pensar de inmediato en la magia de sirena que él mismo había sido testigo de su poder cuando había dirigido en canto a una en particular.

-¡Dejaste a Snowdin sin vigilancia! –Gritó el viejo al poco tiempo. Acercándose a ellos con prisa tras poder ser liberado de sus pies.

-Dejé a Snowdin a los seguidores y mis arañas. –Pese al nerviosismo por el regaño, pudo leer a la perfección sus labios para comprender sus palabras. Sin saber si el viejo estaba haciendo lo mismo o no tras tener de igual manera los oídos tapados por las telarañas luminosas. –¿Y Frisky y Flowey?

-AUN DENTRO, TAL VEZ. –Pese a tener los oídos cubiertos, su voz alzada de siempre pudo ser escuchada.

-¡¿Cómo que tal vez?! ¿Cómo es que no lo saben?

-NI SIQUIERA SABEMOS EN QUÉ MOMENTO TERMINAMOS AQUÍ.

-¡Yo nunca estuve de acuerdo con esto en un principio! –Exclamó Sans cada vez más incómodo de la situación. –Acabemos con lo que sea que esté haciendo esto.

Necesitaba sacar a Frisk de ese lugar lo más pronto posible. Que era evidente que todo el ataque era dirigido realmente a ese sitio para que algunos de los humanos que estaban controlados mentalmente, fuesen precisamente algunos integrantes de la yakuza a lo que podía notar en algunos con dedos mutilados. Y si había alguien que pudiera estar tan enemistado con la yakuza como para ocasionar tales problemas sin ser un atentado físico, sin duda alguna serían los Blook. Esos malditos siempre eran unos cobardes cuando se trataba de afrontar todo entre golpes, razón por la cual tuvieron alianza con ellos en su momento, siendo él y su familia quienes se manchaban las manos.

Parecía que el viejo estaba pensando lo mismo, con lo cual les pidió a todos con un par de señales que dejaran de gritar todos por si se encontraban cerca, ya que lo que menos necesitaban era cometer más errores ante tanta exposición. Y Grillby, quien no conocía de sus señales especiales para comunicarse en situaciones así, comprendió lo suficiente para mantenerse en silencio en todo momento, acercarse a él y escribirle algo en la arena que lo calmó un poco.

"Si varios humanos de ahí están aquí, significa que quedó con menos vigilancia. Voy por ellas".

Sans asintió como única respuesta necesaria, sabiendo que era realmente la única alternativa que tenían por ahora dada la situación. Grillby era astuto y evitaba conflictos físicos, por lo que pelear ante una amenaza de mafiosos no era conveniente para él si de cualquier forma él solo se trataba de un informante valioso para la familia y no un peleador. Aunque como amigo, aun así le preocupaba que no fuese suficiente. Y extrañamente, parecía que Muffet entendía eso tras estarlos observando, a lo cual puso una mano en su hombro para comunicarle que realmente era la alternativa que les quedaba para apresurar las cosas y evitar involucrar a más seres en un conflicto entre delincuentes.

Le gustara la idea o no, Muffet tendría que ser los oídos de todos.

.

.

Fuku trataba de mantenerse serena ante todo. El agujero tallado que recorrían con la mayor prisa posible que podían permitirse en semejante lugar era bastante asqueroso, pero no podía darse la libertad de expresarlo considerando que su amiga había hecho lo posible por escapar por su cuenta y no logrado dado el terrible lugar en donde habían terminado. Y por lo que ante lo presentado, no tuvieron opción más que apartarse nuevamente de algo que tenía toda la pinta de volverse un conflicto del que no valía la pena quedarse más ahí.

Si la humana estaba en lo cierto sobre estar su tío por ahí, significaba que podía reunirse con él y ambos llamar a la policía para detener los múltiples crímenes que estaban efectuándose bajo tierra. Aunque tal vez le esperaría un enorme regaño de su parte antes de siquiera poder explicarse, claro estaba. Así que más que querer correr hacia los brazos de su tío, estaba más nerviosa de lo que quisiera admitirse a sí misma.

-¿Qué son esos gritos? –Preguntó Skate tras estar cerca de la salida del túnel. Ciertamente parecía estar escuchando algo extraño en la distancia. –Parece una alarma muy extraña.

-Tal vez sea eso.

Contestó Fuku mientras pensaba en la llegada de la anfibia desde el mismo túnel al que estaban atravesando por ahora. ¿La humana que les había permitido tal conexión estaría bien? Parecía bastante abatida tras escuchar el nombre de la florista que habitaba Snowdin, casi como si le mencionaran un fantasma de un pasado bastante lejano. Y por el hecho de lo tanto que se parecían en varias facciones, hasta podría concluir que se trataban de parientes separadas si no fuera por el hecho de no saber tanto al respecto de ninguna. ¿Qué probabilidades habría de estar en lo cierto?

Al momento de llegar a la habitación de la humana de facciones orientales, contemplaron que además de su ausencia, había una botella de vino y un par de copas vacías algo regadas en el suelo. Pero además, el collar dorado que tanto se parecía al otro que contemplaba en la distancia cada vez que le había tocado observar a la florista en el mercado o en el parque central. Al momento de levantarlo para contemplarlo más de cerca ante una curiosidad innegable, pudo notar de inmediato que se trataba de una joyería que pasó por mucho para tener tantos rayones en lo que se suponía que se trataba de un metal resistente que venía siendo el oro. Y tal ranura en los bordes suponía que se trataba de un catalejo realmente, pero no quiso abrirlo por mero respeto.

-¿Se le habrá caído? –Preguntó Skate contemplando al lado suyo.

-No lo sé, pero parece muy importante para ella para que estuviera oculto. –Mencionó Fuku mientras observaba el aparente escondite del suelo, el cual además de encontrarse abierto y expuesto, estaba vacío. –No sé si sea conveniente dejarlo aquí o no. Parece que terminó huyendo de aquí.

-¿Después de embriagarse?

-Después de ese sonido. –Señaló al aire dada la situación. Ahora que estaban fuera del calabozo y del agujero, podían escuchar con claridad (por decirlo de algún modo), los aparentes gritos irritantes que había en el ambiente. –Pudiera ser en verdad una alarma que notifica alguna intrusión.

-Y eso podría ser la anfibia que vimos. –Concluyó Skate girándose de vuelta hacia el agujero que estaba a sus espaldas. –No sé, algo no me cuadra en esto. ¿Cómo sería posible que diera con algo que la humana de aquí lo mantenía oculto?

-Será mejor que termine como un misterio. –Fuku guardó el collar consigo al considerar que era algo bastante valiosos sentimentalmente para quedarse ahí. Si en verdad se trataba de un pariente de la florista, podría entregárselo al vago de Sans si también se encontraba cerca. –Hay que tratar de irnos de aquí ante la oportunidad.

Y sorpresivamente no les fue difícil andar entre el pasillo, pareciendo que cada vez más estaba quedando vacío ante la aparente alarma. ¿Y en verdad pensaron en dejar abandonados a tantos menores enjaulados? Vaya que no había nada de consideración ni moral en ese agujero de mala muerte que habían terminado.

-Supongo que has de estar aliviada de que tu tío haya venido a tu rescate. –Comentó su amiga mientras recorrían el pasillo con bastante cuidado de que algo les llamara la atención.

-En realidad me preocupa el regaño que me dará con esto. –Terminó admitiendo con un suspiro. –Seguramente fue a buscarme a la escuela primero y se dio cuenta de que no asistí para empezar.

-Creo que es mejor un regaño que indiferencia. Mi familia seguramente me dio por muerta desde hace días, e incluso les generó un cierto alivio tener una boca menos por alimentar.

-Eso suena horrible. No creo que sea así.

-Sé que es así, somos pobres después de todo. Ya perdí dos hermanas desde hace años, así que sé que es el caso porque lo viví. –Pese a la mala plática que estaban teniendo mientras andaban, Skate se veía bastante calmada con ello. Tal vez porque ya lo había pensado desde antes. –¿Y sabes? Con todo esto solo me da más razones para luchar por una mejor ciudad. No solo por mí y mi familia, sino que todos podamos tener mejores oportunidades de vida. Incluso la amable humana que me estuvo ayudando aquí.

-Estoy de acuerdo. Salgamos de este lugar, busquemos a mi tío y reportemos todo esto.

-¿Y qué hay de los otros menores y la humana que vino a nuestro rescate?

-Si los Gaster están por aquí también, significa que ella estará a salvo. –Intuyó ante la poca moralidad que conocía al menos de uno de ellos directamente. –Y por lo que noté en ella, no piensa dejar a los otros atrás, así que juntos podrán hacer más que nosotras.

-¡Sería tan genial ver en acción al guapo de Sans!

-En verdad me preocupan tus gustos, Skate.

Siguieron caminando con cautela hasta que se sobresaltaron con la apertura de una puerta cercana de donde una humana que sostenía una daga con fuerza en una mano, sacó a un par de niños que aparentemente estuvieron encerrados y amarrados ahí por cómo veía que sujetaban sus muñecas con cierto dolor. Y en cuanto se percataron de ellas en el instante, Fuku no tardó en percatarse de que se trataba de la misma humana de la habitación conectada al calabozo al quitarse la extraña máscara de zorro blanco ante ellas. ¿Por qué estaba portando algo así?

-¡Hola! ¿Qué está pasando? –Preguntó Skate con demasiada confianza. Dejando en claro el hecho de agradarle mucho esa persona. –¿Dónde están los adultos malos?

Inmediatamente la humana les señaló sus oídos, los cuales parecían estar tapados con algodones y no poder escuchar nada de lo que le había preguntado. ¿Acaso el extraño sonido le estaba afectando tanto? Tal vez la ausencia de varios adultos y humanos pudiera tener una razón más amplia de lo que parecía a simple vista siendo el caso. Y si bien habría ayudado alzar la voz para darse a escuchar, la humana aparentemente lo previó con suficiente precisión para en el instante, pedirles a todos que no hicieran mucho ruido con tan solo poner un dedo en sus labios. Aunque a su perspectiva, su mirada carmesí callaba mucho más que cualquier gesto que hiciera.

Con ello recordó el collar que había recogido y lo sacó en el instante para mostrárselo. Señalándolo a la vez que el pasillo rumbo al calabozo, en espera de que pudiera entenderle que aquello que parecía querer encontrarse, estaba justamente en esa dirección ya que parecía ser algo importante para ella. Pero aparentemente no le entendió, ya que simplemente se colocó de vuelta su máscara que bien podría tomarse solo como un antifaz incómodo, y la tomó de la mano con la que sostenía todavía su collar para encaminarla con ella hacia lo que suponía que era la salida. Indicando así, de alguna manera, que entre el resto se tomaran también de las manos para no separarse. Tratándose de una cadena de apoyo cuando realmente solo eran una bola de temerosos que no tenían ni idea de qué hacer ante un lugar como ese salvo hacer caso a la indicación de un adulto. Y fuera lo que fuera que estuviera pasando, parecía que el extraño sonido tenía algo que ver y la humana con ellos estaba aprovechando la ocasión para sacar a todos los menores.

Concluyendo Fuku así, en silencio, que tantas similitudes tenía que significar que definitivamente la florista y la humana que la llevaba de la mano eran parientes cercanas.

.

.

Frisk ya sabía que la anfibia era una mujer fuerte a lo que había tenido que presenciar en su ahora destrozado departamento, pero contemplar que había roto con una facilidad los barrotes que les separaba con sus lanzas, era bastante preocupante considerando la situación en la que estaban. ¿Y la sobrina de Grillby? ¿En qué momento había perdido de vista algo que alumbraba el lugar con su presencia? Oh no… eso era muy malo. Había cometido un error y apenas se estaba dando cuenta, ¿cierto? Se había dejado llevar por el coraje que le tenía a la monstruo por ser parte del secuestro de la señora Bunny y destrozo de su hogar, que había perdido el objetivo principal y razón de adentrarse a semejante lugar.

Don Gaster también había tenido razón en eso después de todo. Hacer de la situación algo personal solo hacía que metiera en problemas a todos por el simple hecho de dejarse llevar por su propia perspectiva de las cosas. Se apuntó mentalmente en prestar más atención a sus consejos ahora que parecía tener más peso su conocimiento de lo que había creído dado el rubro.

Pero tampoco podía evitar sentirse molesta con ella. ¡Esa anfibia había formado parte del destrozo de su hogar y negocio! ¡Esa anfibia había formado parte del secuestro de la mujer que le acogió pese a ser una desconocida! Y ahora que estaba llegando ante tantos niños, solo le enfurecía más por lo que pudiera tener en mente con ellos. Sin contar que, ahora que la tenía de frente, mirándole fijamente con una expresión de odio con el único ojo que tenía visible, recordaba cómo le había apuntado a Sans con su lanza. Justo como lo estaba haciendo con ella en ese preciso momento.

Ella era de las que querían a su novio muerto sin duda. Razón más para desagradarle su simple presencia.

La anfibia emitía un extraño olor combinado de vino e incienso que se le hizo levemente familiar, pero no quiso pensar mucho al respecto ante el temor de desviarse nuevamente en sus objetivos.

-Flowey, haz lo posible por llevarte a los niños de aquí. –Le susurró lo más bajo posible para que solo él le escuchara, aunque no parecía ser necesario dado que las cosas que tenía por oídos, las tenía tapadas con algodón. ¿Acaso también le afectaba el sonido? –Ya sabes dónde está la salida.

-No te dejaré con semejante loca. –Le susurró de igual manera.

-Creo que sé donde están guardadas las llaves. –Intervino el minino que habían rescatado. –Puedo ayudarles.

-No intenten nada en mi presencia, idiotas. –Soltó la anfibia apegando aún más su lanza sobre ella. Casi podía sentir la punta en su pecho con tanta cercanía. –Salvaré a estos niños de tus despreciables manos, humana.

-Espera… ¿quieres salvarlos? –Aquello le extrañó demasiado. –Yo quiero salvarlos.

-¿Qué?

-¡Que quiero salvarlos! –Gritó nuevamente al ver que definitivamente no le estaba escuchando bien. ¿Por qué no se quitaba tales tapones? El sonido casi ni podía percibirse en donde estaban, y además dudaba que le afectara. –¡Deja que los niños se vayan de aquí! ¡Sé dónde hay una salida!

-¡Yo sé dónde hay una salida! ¡No confío en una despreciable humana como tú!

-¡Yo tampoco confío en tí! Pero si tenemos esto en común, será mejor trabajar en equipo.

El gatito estuvo dispuesto a buscar las llaves tal y como les había argumentado, pero no fue necesario ante la magia brutal de la anfibia y su fuerza para romper las cerraduras con sus lanzas que surgieron de manera unánime para tal cometido. No había necesitado de usar sus manos siquiera para eso, manteniéndose bastante atenta de seguirla apuntando con su arma ante la evidencia de desconfiar de ella. Si bien podría cuestionarse muchas cosas sobre cómo era posible que formara parte del secuestro de la señora Bunny pero a la vez estuviera de acuerdo con sacar a los niños, no quiso darse el momento de pensarlo ante tantos temores presentes de los que comenzaban a hacerle sentirse sofocada. Aunque tal vez aquello se debía más al lugar encerrado y más profundo en el que se encontraba ahora.

No… no era solo eso. El lugar le recordaba demasiado al sótano de Don Gaster. Al nauseabundo olor que había tenido que soportar aquella vez… ¿O no? ¿Acaso podía relacionar algo así con algo más? ¿A qué? ¿Por qué se sentía nuevamente tan familiar algo así? ¿Por qué…?

-¡Cuidado!

Aparentemente la anfibia había estado por atravesarla con la lanza, si no fuera por la intervención rápida de Flowey y la poca fuerza que visiblemente ya le quedaba. Había creado una liana con la cual detener la lanza y empujado ella para separarla más, pero aquello solo le asustó mucho más al recordar cómo la misma monstruo había casi matado a su amigo. No podía permitirlo de nuevo. No podía ser la misma mujer temerosa que permitiera perder todo lo que quería ante sus propios ojos. ¿Pero qué hacer ante una situación así? Le estaba costando trabajo pensar ahora, le estaba costando demasiado respirar. No quería que Flowey matara a alguien más, pero tampoco se le ocurría una manera de librarse de ella si de cualquier forma no podía escucharle con facilidad.

-¡Por favor, basta! –Uno de los niños liberados, al cual reconoció inmediatamente como uno de los niños que frecuentaba ver en el parque jugando con otros pese a la ausencia de brazos, se puso al frente pese a la amenaza que era estar ante una monstruo armada. –La florista es buena. Ella no solo me dejó comer su comida, sino que gracias a ella tengo amigos… ¡y muchos de ellos son humanos! No todos son malos, señorita. Ella es buena. Ella está haciendo del parque un lugar feliz.

-Váyanse de aquí. –Comentó Frisk de inmediato al preocuparse más por su intento de protegerla. Si aquello detonaba que quisiera hacerle daño al niño ante ella, no podría perdonárselo jamás. –Intenten escapar ahora que pueden.

-¡No! ¡No la dejaremos!

-¡Somos muchos a favor de usted!

-¡No permitiremos que le hagan daño!

Aquello si bien parecía ser una escena adorable que desconcertaba a la anfibia lo suficiente para no forcejear más con su lanza y Flowey, ver a tantos niños interponiéndose en ellos con tal de abogar por ella, tan solo la aterrorizó mucho más al no saber cómo lidiar con algo más. ¿Por qué no huían del peligro? ¿Por qué no hacían caso?

-Si admiran a Frisk, retírense de aquí y no sean un problema más, mocosos. –Comentó Flowey en el acto, pareciendo que le había leído el pensamiento justo a tiempo. –¡Váyanse ya!

¿Admirarla? ¿Acaso se estaban comportando así ante la situación porque la estaban admirando a ella? ¿Por qué? Si ella en ese momento estaba entrando en pánico por haber perdido de vista la niña de fuego que era el principal objetivo, por no saber cómo salvar a tantos niños ante semejante problema peligroso que era la anfibia, pensando en que tal vez la señora Bunny si podría encontrarse por ahí después de todo si la misma anfibia estaba ahí ante ella, pensando en el posible problema en el que estuvieran los Gaster con semejante canto para que no le contestaran el aviso del anillo tal y como se le había indicado, pensando en cómo ayudar a Flowey si no tenía agua o tierra a la mano para que recuperara energía. Pensando en cómo poder resolver las cosas sin que hubiera violencia de por medio.

Pero de nuevo se había quedado sin opciones favorables. Y eso era lo que le estaba asustando realmente, ¿cierto? ¿Cómo poder saberlo en ese momento? Teniendo que ser el adulto que salvara a los niños, pero sintiéndose como una más.

Tenía ganas de llorar a ese punto, pero se rehusó rotundamente por simple orgullo. Ahora que varios parecían estar en situación de tener que ser salvados, ella tenía que enfocarse en eso en lugar de desear en lo profundo poder ser rescatada una vez más. Por lo que en cuanto la anfibia tomó a Flowey con una de sus manos y arrojó con fuerza hacia ellos, notando lo extremadamente débil que en verdad estaba al permanecer tan ausente de sus recursos principales por tanto tiempo, tomó coraje y les entregó a los niños a su mejor amigo, el cual evidentemente apenas y podía mantenerse con el tallo firme sin marchitarse.

-Frisk, por favor, no… –Comenzó a decir Flowey ante lo que era evidente para él.

-Llévenselo con ustedes, él les indicará dónde está la salida. –Les indicó a los niños a la vez que tomaba a varios de los hombros para jalarlos y alejarlos. –Por favor, salven a mi mejor amigo.

Con esas palabras fue suficiente para convencerlos. Suponiendo que si estaban queriendo ser como ella a palabras de su amigo, querían salvar a alguien siendo el caso. Logrando finalmente poder encontrar una buena opción para todos sin recurrir a la violencia o que otros quisieran recurrir a ella. Siendo un verdadero alivio que la anfibia permitiera que se retiraran, pero aun así asegurándose de que en verdad se perdieran de vista para poder creer que se estaban encaminando fuera de todo peligro.

Y así, fue como recordó la lección más importante de todas las que Don Gaster le había dado. No dar la espalda a un enemigo. Sobre todo a uno que recién había hecho enojar.

Notando de inmediato el dolor de tener una lanza atravesada en su pecho, haciéndole escupir demasiada sangre a la par de lo que muy posiblemente estaba derramando desde su herida principal. Y si bien podía escuchar algún grito de horror en la distancia, todo se tornó negro ante ella antes de que realmente pudiera saber de quién se trataba.

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Quitando el hecho de que el primer cap fue realmente el prólogo, el siguiente capítulo a subir sería el 100 de esta historia, aaaaaahhhhh! Nunca creí llegar tan lejos 3 Es gracias al cariño de ustedes que me mandan a través de sus hermosos mensajes, reviews y demás. ¡Los amo!

¡Michi fuera!