Algunos seres nacían para doblegar al mundo a su disposición. Y algunos otros más desafortunados solo estaban destinados a servir a aquellos que eran protegidos por los dioses. Muffet sabía muy bien a qué categoría pertenecía desde que su madre la había vendido por unas cuantas monedas. Desde que había tenido que esforzarse en entretener a todo espectador por más cansada o hambrienta que estuviera. No obstante, no era una queja para ella tener la capacidad de poder ser de ayuda para otros. No en cuanto se tratase del hombre del que se había enamorado.

Desde que la había sacado de la sobre explotación del entretenimiento para darle una buena calidad de vida y una nueva oportunidad, no había día en el que no quisiera demostrarle lo agradecida que siempre estaría con eso. Razón por la cual no podía sentirse más miserable conforme daba pasos que no la llevaban a nada.

Era casi imposible saber el tiempo que había transcurrido estando dentro de prisión, pero ver como poco a poco se llevaban a algunas detenidas fuera de ese lugar, le era suficiente indicador a Muffet de que en efecto las horas estaban transcurriendo sin importar lo que sintiera o lo tanto que llorara al respecto. Y no pudiendo con su angustia, siguió caminando de un lado para otro sin parar, aun cuando le dolieran los pies. Prefiriendo el dolor físico antes que lo que la ahogaba en su pecho y que amenazaba con matarla emocionalmente.

Sin poder usar su magia, sin poder usas sus manos, sin armas, sin siquiera poder morder a alguien al estar con un estúpido bozal… Ya no tenía nada más por hacer salvo esperar cualquier noticia. Y eso era más desgarrador que cualquier cosa. Sobre todo cuando parecía que realmente ya habían pasado días y no horas. ¿Acaso…? No, por favor no. No quería pensar al respecto sin haber intentado algo, ¿pero qué? ¿Qué le quedaba además de esperar lo que sea?

-Vamos, arañita, no te desesperes. –Insistió una vez más la caimán desde su sitio. Sentada de piernas cruzadas de un modo demasiado vulgar. –Lo bueno de ser mujer es que no nos dejan aquí tanto tiempo a comparación de los hombres. Ellos pasan por procesos más largos.

Muffet no tuvo ánimo de comentar algo de eso ni mucho menos de parar su constante caminada. Si Frisk estuviera con ella, seguramente sabría qué responderle de manera que derrumbara ese argumento, pero ni eso le bastaba para tratar de tranquilizarse. Pensar en su única amiga también le agobiaba por no saber si realmente había sido lo correcto o no que se le salvara en lugar de a ella. Aunque pensándolo, tal vez ella no habría sabido quedarse con la boca cerrada como era lo mejor por hacer en lugares así, por lo que tal vez le habría ido muy mal… pero por poco tiempo ante el hecho de que indudablemente Sans la salvaría a la brevedad matando a medio mundo en el camino, o Papyrus, o W.D. … No, no era momento de sentirse celosa al respecto. No necesitaba sentirse cada vez peor.

Pero era un hecho de que la preferían a ella porque la falta de escapes era su culpa. Le habían dicho que se quedara cuidando Snowdin. Si algo les pasaba, definitivamente era su culpa por no poder estar ahí para sacarlos de inmediato. Razón por la cual preferían a Frisk que a ella pese a los años juntos, ¿cierto? Ella solo era un estorbo sentimental para ellos después de todo, algo con lo que cargar por más que se enfocara en sus respectivos bienestares. Por más que viera por ellos, por más que los quisiera y deseara poder formar parte de ellos… ante sus cuencas, solo era una inútil fracasada.

Después de todo, W.D. había nombrado a Frisk como su nuera. Algo que se suponía que había sido su destino con ellos y que había rechazado al no querer negar sus propios sentimientos. Por ende no la necesitaban más. Razón por la cual tal vez sí merecía estar encerrada después de todo.

-Si alguien se entera de que estás aquí, pueden pagar tu fianza y salir antes de tiempo. –Continuó la caimán sin darle importancia a su verdadera angustia. –¿Verdad, Ca…? ¡Deja de rascarte, Catty! Con tales garrapatas vas terminar infectándote.

Muffet paró en seco.

-Deténganse. –Ordenó Muffet de inmediato.

-¿Qué? Pero si nosotras…

-No se los dije a ustedes. –Fue consciente de estar ronca por llevar bastante tiempo sin emitir palabra alguna, pero tampoco le fue importante. –Deténganse.

Las dos monstruos con ella se habían visto la una a la otra con extrañeza, pero la felina sin darse cuenta había dejado de rascarse y confirmándole en el instante y con cierto alivio lo que estaba planificando espontáneamente. Incluso por ese momento, Muffet pudo alumbrar sus ojos ante la sorpresa y leve esperanza que le dio saber que finalmente había dado con algo a su favor en esas cuatro paredes prisioneras que solo servían para intimidar.

Aún podía hacer algo, aún tenía algo al alcance para llamar por ayuda o poder comunicarse con lo que estuviera ocurriendo en el exterior. Tal vez no había arañas al alcance con las cuales manipular u ordenar con precisión, pero las garrapatas venían siendo arácnidos también. Con un acento algo distinto y más caprichosos para su gusto, pero a fin de cuentas podía comunicarse también con ellos.

Finalmente pudo dejar de llorar para concentrarse en lo verdaderamente importante. W.D., su amado, no la había entrenado para ser una miedosa que se paralizara por cualquier cosa, debía de recordárselo a ella misma una vez más. Nunca le tocaba ser la damisela en peligro y esta, aunque complicada, no sería la excepción. Todavía tenía mucho por mostrarles a todos, lo digna que era realmente de ser querida. No iba a permitir que murieran. ¡Y menos en las asquerosas manos de aquellos que se consideraban la autoridad!

-¿Así que si llamo la atención, vendrán por mí? –Preguntó Muffet hacia la caimán.

-¿Ah? Si, son muy pocos tolerantes con… ¡Hey! ¿Qué estás haciendo?

De manera contínua, se puso a patear una y otra vez varios barrotes, aun cuando le doliera hacerlo, aun cuando una parte de ella seguía teniendo miedo de lo que en verdad pudiera pasarle. Tenía un plan y no iba a retractarse en espera de que algo resolviera todos sus problemas. Los Gaster no estaban para eso, y deseaba estar a lado de ellos una vez más. O morir junto a ellos si no había nada más.

-¡Para! ¡Van a venir a hacerte daño!

-Eso es lo que quiero. –Rugió Muffet con coraje.

Contestó sin parar de patear para ocasionar la mayor cantidad posible de ruido. Incluso usó las cadenas de las esposas eventualmente para golpear los barrotes, justo cuando ya no podía con el dolor de las patadas. Tenía que darse prisa y no le importaba los tantos que tendría que matar en ese momento para volver a lado de los Gaster.

Aún tenía mucho por mostrarles. Aún podía serles de mucha utilidad. Aún podía demostrarle a su amado que podría ser una buena esposa.

.

.

Si bien Wingdings ya había tenido la intuición de que la florista podría ser un elemento a su favor más allá de ser una intermediaria entre sectores seleccionados, confirmarlo de primera mano había sido una verdadera sorpresa en todos los aspectos. Tan solo fue un día entero de su ausencia, pero había sido más que suficiente para que las cosas hubiesen cambiado drásticamente por ese instante.

Aquella tarde tras poder ser liberado de las esposas que de alguna manera retuvieron su magia, pudo observar con mayor detenimiento el hecho de cómo la florista había logrado gestionar que algunos habitantes se resguardaran en cuanto no se supiera un posible enfrentamiento cercano. Había sacado provecho de una forma magistral la habilidad de la familia Bunny ante la ausencia de su mayor vigilante que venía siendo Muffet, y como cereza de un pastel bien cocinado, gestionado con ciertas cabezas que trabajaran a su favor tras negociaciones que aún no conocía del todo los detalles, pero deseaba poder conocerlos a la brevedad. Aunque muy seguramente no era algo que tuviera en su mente, la humana había tomado su decisión y ahora tenía que ocultarse con ellos más de la cuenta. Siendo algo que visiblemente le molestaba sin necesidad de emitir palabra alguna, pero que tampoco estaba con la intención de quejarse tras poder ser abrazada con total júbilo por Sans con mayor libertad.

Y mientras observaba su mano que había recuperado el anillo de su esposa, pensó detenidamente en eso. Había podido sentirlo en ese momento, las emociones humanas eran una cosa sumamente extraña para él, pero también de una intensidad que tal vez nunca lograría comprender del todo. Y si bien no había sido agradable haber tenido que estar conectado a ella tras tanto tiempo de solo sentir a su adorable esposa de emociones dulces, la humana había dejado más que claro que los sentimientos que tenía hacia su hijo eran sinceros por más estoicos o bruscos que fueran. Después de todo, habían dejado libre a un peligro andante, y la habían dejado furiosa tras decisiones que no se había tomado a bien. Teniendo como resultado un posible problema que tendrían que atender dentro de poco ahora que estaban en la mira de todos. Y de todas las cosas que pudo haber hecho para liberarlos y con posibilidad de un rotundo fracaso… ¿por qué atacar al alcalde y a todo su equipo para tal cometido? Como si ser enemigos del Gran Don no fuese suficiente para estar en constantes problemas que requerían de demasiadas discresiones, ahora tenía que lidiar con ese hecho que haría que fuesen señalados como tema principal antes que el mismo Gran Don. Razón precisa por la cual la mantenían oculta incluso de todo Snowdin, por más que los habitantes supieran de antemano la vinculación que se tenían mutuamente ahora.

Y ahora que lo pensaba, tal vez la razón por la cual Frisk había cometido semejante locura era más simple de lo que parecía: Ser alguien imposible de ignorar en todos los rincones. Todo con tal de poder ser mencionada por cualquiera que tuviera la suficiente cercanía hacia el monstruo que evidentemente quería ver frente a frente. Siendo una forma interesante de gritar su ubicación y de que no tenía miedo de que se le encontrara.

La florista tenía su temperamento imposible de apaciguar ante una moralidad ruda en muchos aspectos, pero finalmente parecía comprender los matices de la vida y había encontrado su manera de hacer que aquello funcionara a su favor, teniendo claro, que hacer algunos sacrificios con todo aquello que se había rehusado a acceder y todo para poder sacarlos al ser, en palabras suyas, importantes para ella. Eso era más que suficiente para tener su respeto tras todos los posibles desastres que ocasionaría con sus decisiones nuevas. Dejándola descansar en estos días, por más que insistiera en que se hablara sobre cómo rescatarían a Muffet a la brevedad. Que si bien también era algo que le preocupaba internamente, lo desatado requería de una atención prioritaria en cuanto las leyes todavía tuvieran algo de sentido común sobre el hecho de no poder relacionarla con ellos.

-¿Y bien? –Preguntó tras bajar su mano izquierda.

-Nada de nada. –Nuevamente insistió el conejo primogénito de familia vulgar. Enfocándose más en ver al frente que al esqueleto que visiblemente le causaba cierto temor su presencia. No podía culparlo por eso. –Ya van tres días y nada, salvo un alma temerosa en la lejanía que resuena demasiado. Parece que se preocuparon más de la cuenta sobre que otros tratarían de invadir este lugar.

-Ninguna precaución está demás o no, muchacho. –Musitó el jefe de familia esqueleto. –Deberían de saberlo a estas alturas.

El conejo no comentó algo al respecto, por lo menos no con palabras. Sus orejas alzadas se movieron un poco ante un desconcierto que no tuvo intención de compartirle, ni que tampoco necesitaba de su parte como para darle tanta importancia a ese hecho. Aún recordaba el enojo que había reflejado hacia la humana tras un desastre que en verdad pudo haberse evitado a su perspectiva. Pero su asunto en todo eso no estaba en las necesidades de la familia conejo por más que se trataran de una familia que de una u otra forma, no estaba para agredirles tras una nostalgia no precisamente grata. Además, si Frisk había hecho que colaboraran con la causa y que se mantuvieran haciéndolo ante sus capacidades más que convenientes, significaba que había algo que se había gestionado, o simplemente el conejo no podía odiar del todo a la humana entrometida que para bien o para mal sabía llegar a los corazones de una forma molesta. No podía culparlo de tener esa debilidad, si después de todo, él todavía no entendía cómo es que había terminando cediendo ante semejante majadera andante de ojos alargados.

No queriendo indagar más en el asunto que prefería que fuese la misma Frisk quien le explicara, levantó la escopeta que no había usado en ningún momento salvo para calmarse de tener un arma en sus manos por ese breve momento. En efecto, la florista había tomado sus múltiples precauciones ante escenarios que muy seguramente rondaron en su cabeza para tener que conseguir tantas cosas en poco tiempo, razón por la cual estaba muy seguro de que no había descartado de todo que tuviera que matar a alguien en ese momento por más que su indicación fuese la contraria. Pero eso era algo para hablar en otro momento más apropiado con ella. Ciertamente tenía muchas cosas pendientes por ver conforme se adentraba más en retomar sus pendientes tras un solo día de ausencia.

-Le devuelvo esto. Estoy seguro que a su madre no le causaría gracia que yo la tenga en mis manos. –Le tendió el arma sin mucho ánimo, aunque el conejo la tomó con la misma energía. Casi con culpa de tener que recibirla. –¿Sabe utilizarla?

-Solo es apuntar y apretar el gatillo, ¿no? –Divagó el conejo al no agradarle realmente estando sosteniendo el arma por razones que no eran asunto suyo, pero que aun así eran demasiado visibles. –Mi padre solía decir que tomar una foto era como disparar con un arma, salvo que en uno atacas la forma física y en otra puedes atacar el alma dependiendo de lo que se haga con el resultado.

-Interesante conjetura, pero algo ambigua. –Buscó en uno de sus bolsillos sus puros, pero aparentemente los había olvidado. Aunque por la forma en que la florista le regañaba al respecto, podía considerar que se los había quitado sin aviso previo. –Si un día de estos requiere de una lección del uso de armas, puede acudir conmigo. Después de todo, le debo una o dos.

-¿Qué? –Finalmente se giró a verle directamente. –Una cosa es que mis hermanos y yo ayudemos en la vigilancia con tal de que no se presenten más problemas, pero otra cosa es que pretenda que me vuelva como uno de ustedes. No, gracias.

-No le estoy ofreciendo un puesto. Nunca se lo ofrecería a alguien que aparentemente heredó lo sentimental de la francesa de su madre. –Evidentemente no fue un cumplido para él y aparentemente lo comprendía, y eso era más que suficiente para saber que al menos el muchacho ante él tenía mejor sentido común. –Pero en una situación tan caótica constante donde se ha pasado por varias pérdidas, no defenderse a estas alturas es de necios.

-Si… supongo que eso fue lo comprendió Frisk en estos días. –Don Gaster esperó pacientemente a que dijera algo más al respecto por mera curiosidad, pero el conejo no pareció ser capaz de poder comunicar algo más que su visible incomodidad por estar portando un arma y no ser siquiera capaz de sostenerla como se debía. –¿Sabe? Creí que me detestarían ustedes por el hecho de haber maltratado verbalmente a Frisk y… haberla corrido de mi casa.

-Aquel asunto solo le corresponde a ustedes en cuanto solo haya quedado en disputas absurdas. –Respondió sin darle importancia.

-Algo así respondió ella, sobre no interesarle lo que se percibiera de ella. Tan solo quería apurarse en sacarlos de prisión, sabiendo el destino que tendrían estando ahí. –Mencionó con algo de culpa en su voz. –Nos ofreció dinero por nuestro servicio, lo suficiente para reparar los daños recientes. Pero no quise aceptarlo suponiendo que era dinero de ustedes. No quería problemas.

Wingdings no dijo nada más y se retiró lentamente al no tener nada más por ver ahí. No cabía duda de que el conejo se parecía a su madre, cosa que le irritaba un poco. Aunque claro, si le dijera que ese dinero realmente provenía del monstruo mafioso más temido de los tiempos, con menos razón lo aceptaría ante el pánico que producía tan solo la mención de su nombre dentro de varios habitantes. Siendo que tal vez, ante las situaciones presentes, cabía la posibilidad cercana de afrontarlo. Siendo una razón más por la cual no podía posponer más la conversación con Frisk.

-¿Dos capuchinos como siempre, señor Gaster? –Preguntó el barista al momento de verlo acercarse a su local.

-Que uno sea té negro.

-¡Oh! Así que a la florista le gusta el té. –Intuyó inmediatamente el sujeto mientras comenzaba a preparar el capuchino primero. El esqueleto solo gruñó en sus adentros ante lo invasivo que estaba siendo su comentario. –Es bueno saberlo, lo recordaré para la siguiente vez. ¿Le gusta con leche? ¿Con cuánto de azúcar?

Wingdings no tenía una respuesta para eso, por lo que se quedó en completo silencio como respuesta suficiente para indicarle que estaba tomándose demasiadas confianzas con él y que solo le entregara lo pedido sin tantos detalles. Y extrañamente, no era el primer puesto que visitaba que había tomado ese cambio recientemente. Ya no parecía causar tanto pánico su presencia entre algunos habitantes. Incluso los niños en el parque se sentían en más confianza de jugar cerca de él, siendo que algunos incluso le saludaban con la mano sin la necesidad de interrumpirle.

Y ese cambio no le agradaba del todo, porque no estaba seguro de si se mantenía el mismo respeto hacia su ser, o si en esa confianza se presentaba la ausencia de autoridad que implicaba la mención de su nombre. Y algunas respuestas podía obtenerlas con tan solo observar las portadas de los distintos periódicos. En aquellas notas que comunicaban el escape de su familia y la "garantía" de que los atraparían a la brevedad y a toda costa, pero también en aquello que no hablaban por más que pasara el tiempo. No se hacía mención alguna de la yakuza o la familia Blook en todo el desastre de Waterfall, ni mucho menos sobre una joven de rasgos asiáticos que había desafiado al mismo alcalde en persona y liberado ante su presencia. Sin duda alguna un escándalo que a cualquiera le habría encantado oír, pero muy insultante para quien pretendía mantenerse en el poder como para ser capaz de admitir lo ocurrido.

Podía sentirlo en el entorno. La florista había cambiado, de una u otra forma, las jugadas que muchos pretendían llevar a cabo. Partiendo de la forma de llevar a cabo las cosas en su propia casa.

-¿Esta cantidad de huevos está bien, jefa? –Preguntó uno de los seguidores mientras le mostraba el bol con todos los huevos rotos.

-No me llames así. Y sí, solo quita las cáscaras… eh… olvidé que número eres. –Comentó la humana con algo de preocupación. –¿No pueden ponerse un nombre? Es menos complicado.

-Aunque tuvieran nombres, los seguiría llamando así. –Intervino el esqueleto en cuanto pudo notar que todos estaban demasiado concentrados en preparar el desayuno que para notar su presencia inmediata. Irritándole un poco ese hecho. –Y más bien es menos complicado.

-Oh, buenos días, señor Gaster. –La florista se giró hacia él, sin necesidad de seguir con aquella explicación ante el desvío de atención. –Si busca a Sans, se encuentra con Grillby. Dijo que tenía que ver algunas cosas con él. Y Papyrus…

-En realidad tengo que hablar contigo, florista.

-De acuerdo. –Se mostró bastante seria antes de girarse nuevamente hacia los seguidores que estaban muy pacíficos en espera de alguna indicación. –¿Pueden ustedes encargarse del resto del desayuno?

-¡Sí je…s-señorita novia de Sans! –Se corrigieron a tiempo ante su presencia.

Optando por no decir nada de eso por ahora (pero no sin antes lanzarles una mirada de descontento por semejante atrevimiento), se encaminó hacia las escaleras para que la humana le siguiera hacia su oficina. Pensando seriamente en el hecho de que quien le seguía sin problema alguno, había tenido la capacidad de hacer que otros le siguieran sin muchas complicaciones, considerándola una figura lo suficientemente autoritaria que merecía respeto y aprecio dentro de la comunidad que habitaba, mientras que para otros, era un ser que implicaba un problema tan grande que ni siquiera eran capaces de poder mencionar al no poder aceptarlo o procesarlo todavía. Y si bien eso le hubiese molestado de muchas maneras en el pasado, ahora le llenaba de orgullo el hecho de que estuviese resultado un elemento que era capaz de poder hacer lo que sus hijos no lograban ejecutar ni por intento.

Si bien le hacía falta aprender todavía a saber cuándo era conveniente ceder, la florista era una negociadora que no permitía doblegarse ante las emociones, sabiendo de antemano sus propios objetivos y sin necesidad de entrar en actos violentos por el hecho de conectar con debilidades de su oponente.

-Supongo que quiere hablar sobre lo que pasó en Snowdin en su ausencia. –Comentó sin rodeos la humana, sin esperar una indicación de que podía sentarse o no. Aquellos modales todavía eran un problema a tratar después de todo.

-Estás en lo correcto. –Le entregó su bebida una vez que se colocó en su propio asiento. –Y comienzo remarcando el hecho de que tomaste riesgos demasiado problemáticos para todos nosotros. Riesgos que nos ponen en la mira de todas las formas posibles.

-Hice lo necesario con lo que tuve al alcance. –Levantó su vaso de papel, lo cual la desconcertó inmediatamente en cuanto sus labios tocaron la bebida. –Esto no es… –Se tomó los segundos necesarios para procesarlo y sonreír tenuemente. Sacando sus propias conclusiones. –Gracias.

-¿Tan siquiera te detuviste a calcular las posibilidades antes de siquiera ejecutar tu plan?

-El tiempo era esencial, por lo que me enfoqué en la opción que no implicara problemas para seres externos, dejando que el peligro recayera en mí al ser mi decisión personal. –Contestó sin problema alguno de lo que pudieran causar sus palabras, pero no pareciendo tan grosera como otras veces. –Además, usted mismo me lo dijo una vez. No aceptarán que una mujer los dejó en ridículo de cualquier forma. Así que usé eso a mi favor para estar al frente del alcalde.

El esqueleto tomó su bebida con precisión para ocultar la sonrisa que le había generado escuchar eso, pero por la forma en la que la florista le observaba, era un hecho que se había percatado de eso.

-¿Y por qué involucrar al señor Mettaton en esto?

-Sabía que él quería hacer tratos con usted por lo que han mencionado en algunas conversaciones, así que usé eso también a mi favor. –Se mostró demasiado seria inmediatamente. –Sé a lo que quiere llegar con eso, de que es un sujeto que no inspira confianza. Pero sin su ayuda, no habría podido infiltrarme en ese lugar, ni mucho menos saber en dónde estarían ustedes sin correr un peligro. Incluso pudo darme tiempo de acomodar todo.

-¿Y qué fue lo que negociaste para que aceptara ayudarte con todo eso?

-Que seamos aliados. –Mencionó antes de darle otro trago a su bebida, dejando de forma visible el hecho de gustarle mucho más que el glorioso sabor del café. –La razón por la cual quería asociarse con usted, era por temas de seguridad con Asgore Dreemurr. Así que le ofrecí eso precisamente: que estaría a salvo bajo mi propia mano.

-¡¿Qué?! –Comenzó a molestarse y preocuparse al mismo tiempo. –¿Cómo puedes tener la certeza de que…?

-Porque yo solo puedo hacerlo. –Interrumpió con firmeza, pero también con algo de tristeza. –Don Gaster, solo yo puedo sacarlo de su escondite.

Escuchó con atención todo lo que tenía que decir tras eso. Escuchó cómo era que la humana había dado con esa conclusión teniendo a la mano la chequera que en el pasado le había confiscado sin avisarle, tras haber conversado con la coneja sobre el hecho de que pudieran rastrearla con eso y la razón por la cual había retirado grandes cantidades de dinero para comprobarlo e invocar al señor Gerson. Razón por la cual se había presentado al juicio y hasta puesto a su favor el hecho de que pudiera obtener la palabra en el lugar entre tantos votos ante una incitación que solo ella podía generarle.

Escuchó con atención sobre la conversación que había tenido con el revoltoso reno que eventualmente convocaba manifestaciones que pretendían llamar la atención de quienes ni siquiera les importaba su existencia, pero que además, había resultado ser un amigo del pasado del Gran Don. Notando con eso el hecho de todavía algo en él quería creer en la humanidad por el simple hecho de conservarla a ella en la distancia y al punto del abandono. Escuchó cómo había gestionado con el reno poder usar su habilidad de convocar revoltosos para resguardar la mayor cantidad posible de monstruos habitando el barrio, pero que también gestionó el modo de poder ser escuchados realmente. Algo que definitivamente ella era capaz de prometer y que había hecho delante de los seres correctos para dejar su mensaje esparcido con su sola presencia.

Realmente la florista tuvo mucho que contar. Dejando en visto entre pausas el hecho de preocuparle estar soltando tanta información que se había ocultado por su propia seguridad, pero también, dejando en claro el hecho de haber decidido confiar absolutamente en ellos al punto de haber arriesgado su vida y bienestar con tal de salvarlos y lograrlo. Un riesgo que podría costarle si fuese el caso de querer usarla a su beneficio, pero que no pasaría al tener que admitir en sus adentros que no solo estaba agradecido con la humana ante él, sino que le agradaba lo suficiente para querer su opinión de algunas cosas.

Y en cuanto comentó sobre haberse topado con la tortuga en el pantano, sacó un frasco que contenía pastillas que visiblemente se notaba que eran caseras y que le había entregado tras confirmarle que estaba al tanto de su alteración biológica. Narrando la conversación que tuvieron en eso y el hecho de que le confirmaba que se trataba de un sujeto que pretendía usarla para debilitar al Gran Don. Queriendo traicionarlo por una razón que se escapaba de su entendimiento por ahora, pero que sin duda alguna era un punto importante por analizar y estar precavido en todos los aspectos.

-No las has consumido, ¿o si? –Cuestionó al momento de sacar una pastilla para observarla con sus ojos luminosos.

-No. Preferí que usted las analizara primero dado que tiene conocimientos en el campo médico.

-Hiciste bien. Podría tratar de envenenarte con esto, o…

Hizo una pausa tras dar con una conjetura alarmante. Si Gerson sabía de la alteración de la humana, significaba que debía de saber exactamente cuál era el propósito de tal experimentación en ella. Y siendo el caso visible de que trataba de traicionar a su socio a través de ella, significaba que tal vez no era del todo una coincidencia el hecho de que tuviera resguardada el alma de El jugador a lo que les había contado la flor parlante.

El hecho de que pudiera regenerarse con demasiada rapidez, el que entrara en una fase casi cavernícola ante un riesgo de muerte, el que aparentemente pudiera negar la magia de retención de forma involuntaria, el hecho de que estaba la posibilidad de ser incapaz de procrear… y algunas similitudes con la flor capaz de absorber cosas a su favor… Tal vez todo ello resultaba un inconveniente para la tortuga. Razón por la cual aparentemente pretendía debilitarla tras el paso que había dado de querer llamar la atención con tanto peso inicial. Pero aun así, esa opción le parecía muy extraña dada la evidente posibilidad de que la humana acudiría a él primero antes de cometer tal cosa. Cosa que en efecto pasó. ¿Entonces qué obtener con eso?

Si era cierto eso de que pretendiera usarla como debilidad para el Gran Don, ¿Por qué razón debilitarla también a ella? ¿Acaso sin la flor… era ella lo que necesitaba el Gran Don ahora?

-¿O? –Insistió la florista al ver que estaba en la posibilidad de darle rodeos.

La observó detenidamente hacia los ojos para tomar una decisión, siendo demasiado fácil con el simple hecho de notar la anomalía tinta que indicaba que no estaba ante alguien normal de ningún modo, y que además le comunicaba estar demasiado desconcertada.

Si Sans estuviese ahí, seguramente le habría dado un golpe inmediato por lo que haría a continuación. Así que agradeció que no fuese el caso para actuar inmediatamente y sacar el alma de la humana de su pecho antes de que siquiera fuese capaz de emitir palabra alguna, con una distancia considerable para no causarle un problema que no sería tan sencillo de arreglar.

-¿Q-qué…? –Soltó Frisk con poco aliento.

Wingdings no pudo emitir palabra alguna inmediatamente. En toda su vida cometiendo asesinatos en múltiples humanos, presenciando desvanecerse tantas almas ante sus cuencas, nunca le había tocado ver un alma que reflejara su tono absoluto. Mucho menos una carmesí.

-S-señor…

Sabiendo que no era adecuado tenerla fuera del cuerpo más de la cuenta, sin tocarla, la regresó inmediatamente a su lugar antes de que la humana fuese capaz de hacer algo al respecto ante una incomodidad visible. Teniendo que contenerse de no mostrar una emoción que pudiera alterarle más ante lo que estaba concluyendo tras ver algo tan inusual como eso.

-¿Por qué… hizo eso? –Preguntó la florista. Aparentemente se sintió sofocada por tal movimiento. Cosa que el esqueleto estaba seguro de que no había sido el verdadero caso. Tratándose tan sólo de una incomodidad psicológica. –Tan siquiera me hubiera avisado.

-¿Sabías que tu alma tiene ese color intenso?

-No, es la primera vez que la veo. –Retomó poco a poco su respiración hasta llegar a un ritmo normal. –No sabía que podía salir del cuerpo sin morir. ¿Cómo es que lo hizo?

Esa no era ni de cerca la pregunta que debería de hacerse realmente. Sus ojos tintos anormales podrían tal vez tener una explicación ahora, pero seguía siendo algo tan alocado que Wingdings no tenía palabras apropiadas por ahora para expresar el temor que estaba teniendo sobre que tal vez el Gran Don quería absorber el alma que recién le había tocado presenciar y Gerson realmente quería dársela en charola de plata y no traicionarlo. Después de todo, la flor había mencionado algo sobre absorber las almas humanas por más que se tratase de un mito el poder hacerlo. Además del hecho de quererlo muerto mucho antes de que se atreviera a tocar a la humana que protegía.

Pero estar con solo conjeturas era solo un peligro para su estado emocional, por lo que optó por no concluir nada hasta tener mayor información.

-¿En dónde está la flor parlante?

-Dado que usted no ha querido ver sobre el rescate de Muffet, Flowey decidió estar cerca de ella para estar atento a cualquier anomalía. No sin antes, prometernos mutuamente de que no estaríamos en problemas bajo la ausencia del otro. –Comentó con una seriedad en aumento que reflejaba no haberle gustado para nada lo que había hecho. –Creo que esto es una cosa que él podría considerar "meterse en problemas", así que no lo haga de nuevo. ¿Y cómo es que hizo eso de sacar mi alma?

-Conviviendo con nosotros tanto tiempo, ya deberías de saber la respuesta. ¿Gerson te dijo algo más?

-Solo eso, que aquellas pastillas me ayudarían a evitar mis malestares que no me hacían una "humana normal". Pero la verdad… es que más que una molestia, me preocupa un poco el hecho de que tal vez no pueda morir. –Se apoyó en el escritorio para poner a la vista sus palmas. –Usted me dijo que me curo a una velocidad alarmante, y cuando la anfibia me atravesó con su lanza…

-¿Que hizo qué?

-… no recordé nada, pero sé que aquello debió matarme. Y no lo hizo, al igual que la vez que usted me disparó. –Continuó la florista mientras observaba sus manos, como si en ellas pudiera contemplar algo diferente. –¿Acaso soy una especie de inmortal?

-Biológicamente imposible, partiendo del hecho de que estás creciendo. Aunque sí a un ritmo más lento de lo frecuente. –Se dio la pausa necesaria para tomarse su café casi de un solo trago para continuar hablando. Definitivamente no debió esperar tanto a hablar con ella ante tantas cosas que presentaba. –Debo reconocer que cuando investigué tu sangre concluí en su momento que tu sistema alterado pudiera ser algo neuronal, pero por la forma en la que actúas, más todos los síntomas que presentas en derivados momentos, creo que más bien pudiera tratarse de algo hormonal. Tu olfato tan agudo por ejemplo, pudiera ser muy necesario para ti acorde a tu sistema biológico adaptado para sobrevivir a toda costa.

-¿Y eso pudiera explicar lo que Flowey me dijo sobre que mi mente puede perderse?

-Eso parece más un efecto secundario, al igual que el hecho de que no serás capaz de concebir.

-¿Concebir qué?

Wingdings se quedó en silencio por un breve momento. ¿Ni Sans ni la flor se habían atrevido a decirle todavía? Aunque uno de ellos se tratase de su hijo, maldito par de cobardes. Que si bien comprendía que trataban de protegerla, como amante de la medicina sabía de antemano que aquello no era algo que debía de ocultarse a un paciente. Mucho menos a alguien que era un peligro andante si se mantenía en la ignorancia.

-Tus células no solo se regeneran, sino que procuran mantenerse lo mayormente intactas posibles. –Comenzó a explicarse sin darse tiempo para rodeos. –Razón por la cual pudiera ser que te mantienes más joven de lo que eres y que las enfermedades no te hagan daño, pero también que implica que no podrás quedar embarazada en algún momento por el hecho de que tu cuerpo no cederá sus nutrientes de ningún modo. Cosa que explica que no estés pasando por la menstruación pese a tu edad adulta.

La florista se mantuvo serena y atenta a sus palabras, sin mostrar emoción alguna mientras miraba hacia el frente como si le atravesara con tal de no mirarle directamente. Pero lo que más detonaba que había algo recorriendo su tan enigmática mente era el hecho de ver cómo había oprimido su manos, aun recargadas en el escritorio, al grado de que la fuerza aplicada hacía que sus puños temblaran.

-Entonces… –El volumen de su voz bajó drásticamente. –¿Soy infértil?

-En términos simples… Si.

Wingdings tenía que admirar su autocontrol de no entrar en llanto o pánico en ese instante, pero su diagnóstico inmediato era que ella estaba en un cuadro de ansiedad del que tendría que hacerse cargo dentro de los siguientes minutos. Ya sea que se manifestara en gritos con insultos de su conocimiento, o en lágrimas que hacían incómoda toda situación.

-Y eso tiene que ver con lo que me hicieron, ¿cierto? –Si bien se mantenía el tono bajo, la amargura inmediata fue indicativo suficiente para saber el grado en que le había afectado la noticia. –Lo que experimentaron en mi… ¿me hizo esto? Soy infértil por culpa de ellos, ¿cierto?

-Florista…

-¡Yo no pedí esto! –Insistió tras elevar su voz ahora. –Lo que sea que hicieron en mi… ¡Es un error! ¡Esto es un error de ellos, no mío!

-Creo que es un buen momento para pensar que eso no fue un error. –Pese a que en circunstancias así lo mejor era distraerla de los pensamientos que estaba teniendo, lo mejor no era hacerlo de golpe al poder tomarlo como un insulto. –A estas alturas, es innegable que eres un trofeo para el Gran Don. Debe considerar apropiado ser el dueño de tu vida con esa perspectiva.

-¿Por qué él no querría que…?

-Eres la descendencia de su más grande enemigo. Y la historia ha demostrado que los descendientes siempre procurarán vengarse. ¿Conoces la historia de Rómulo y Remo?

-Sí. Sans me la contó hace tiempo. –Su mirada todavía parecía distante, pero pensar en aquello parecía ayudarle un poco para que su mente no se fuese más lejos de lo que pudiera dispararse. –¿Usted también cree que una buena relación entre monstruos y humanos es imposible por lo que ha pasado en la historia?

-Si ese fuese el caso, no estarías tomando una bebida conmigo bajo mi propio techo. –Sutilmente empujó su taza desechable para que siguiera tomando su té antes de que se enfriara. –Tal vez antes te consideraba un terrible problema del que necesitaba eliminar, pero ahora, debo reconocer que eres una molestia tolerante, por más grosera que seas.

Esperaba en cualquier momento una respuesta de su parte con el mismo tono, pero aquello no ocurrió. La florista tan solo desvió su mirada al estar oficialmente perdida en sus pensamientos que sabrá los dioses a qué la estaban llevando y que no parecía tener intenciones de compartirle. Situación que hizo que se revaluara toda la situación que él mismo había provocado de un modo. Recordándose a sí mismo que Frisk, pese a actuar como una mujer de nervios de acero, seguía siendo internamente una niña que no sabía reconocer inmediatamente cuando alguien le tenía aprecio o no. Cosa que tal vez pudiera explicar el hecho de tener un alma tan pura como la de un niño de cuatro años, pero no lo suficiente tras todo lo que la joven ante él había pasado en poco tiempo.

En la teoría de colorimetría de almas que estudió en su momento, indicaban que el tono rojo significaba determinación. Algo que sin duda alguna la caracterizaba tras verle en su casa rompiendo sus cosas para hacerse escuchar, poniendo al frente ante la flor dispuesta a morir antes que él, o poniéndose de pie en un auto para declararle su amor a su primogénito… Sí, la mujer estaba loca en muchos aspectos, pero aquello parecía encajar muy bien con las personalidades algo destructivas de su apellido. Cosa que nunca hubiera creído posible desde el desastre que había resultado Muffet tras varios años.

-Entonces no estoy destinada a tener una familia. –La florista volvió a bajar drásticamente el tono de su voz. –Ni siquiera por mi cuenta.

-Frisk…

La joven le observó atentamente tras escuchar su nombre proviniendo de él, pero simplemente no pudo decir nada más tras eso. Simplemente se sentía incómodo ahora de tener que consolarla de nuevo ante algo que le afectaba mucho más que todo lo demás. Pero tampoco iba a dejarla con esos sentimientos intrusivos, no cuando ella le ayudó tanto aun cuando amenazara con matarla. Pero, ¿qué decirle realmente en algo como eso? No tenía ni idea de cómo pudiera sentirse una mujer al saber que no sería capaz de cumplir con algo que por naturaleza eran capaces. Recordaba cómo Arial había sufrido en su primer embarazo, luchando demasiado en mantenerse fuerte ante tantas complicaciones presentadas incluso después de embarazo, pero eso no le era suficiente para poder comprender la razón por la cual pudiera generare tanta decaída moral. Razón más que suficiente para concluir que su esposa habría sabido qué hacer en un momento como ese.

-Sans…¿lo sabe? –Preguntó Frisk tras su silencio sin sentido.

-Si. La familia, de hecho.

-¿Y no le importa?

-Además de que las posibilidades de que pudieran procrear siendo especies tan distintas son prácticamente nulas, el enamoramiento que tiene hacia ti va más allá de todo entendimiento. –Soltó sin pensárselo ante lo evidente para todo mundo. –Y además, tras el hecho de que diste tu vida ética socialmente hablando para salvarlo al igual que a Papyrus y a mi, lo haría un completo tonto dejarte por algo como eso.

-Antes usted quería que me mantuviera lejos de él.

-Sí, ¿pero desde cuándo te ha detenido la opinión de alguien más?

Aunque era visible el hecho de estar perdida en su mente, aquello pareció devolverle un ligero brillo en su mirada. Pero en cuanto se vieron directamente, la humana finalmente soltó lágrimas que no pudo detener a tiempo y que comprobaron que aquella luz percibida en sus ojos, resultaron tan solo la gota que había derramado el vaso de lo que había pretendido contener. Así que no tuvo más remedio que poner una mano sobre su cabello para intentar calmarle. Ya que si bien no se le daba el contacto físico como modo de consuelo, la humana ante él tampoco parecía alguien que se sintiera del todo cómoda con esa clase de gestos tan invasivos. O por lo menos, había sido una de las múltiples cosas que había concluido de ella tras tener que analizarle.

-Estoy… cansada de esconderme… –Susurró entre lágrimas.

-Ya te dije que es por seguridad…

-No me refiero a eso. Sino a que llevo casi un año en esta ciudad buscándolo… y ya no más. Ahora tendrá que costarle todo a él. –Pese a seguir soltando lágrimas, levantó su mirada con demasiada decisión. Wingdings no apartó su mano por cualquier cosa, pero parecía que su coraje en ella estaba siendo más grande que cualquier intento de consuelo que pudiera darle. –Es tiempo de que Asgore Dreemurr salga de su escondite y me dé las respuestas que sólo él puede darme. Así que haré caso a uno de los consejos que usted me dio para lograrlo: Necesito aprender más.

Lentamente retiró su mano de su cabello, entrelazando ahora sus propias manos sobre el escritorio como si estuviera analizando seriamente la situación. Pero lo cierto era que no había nada más por analizar por ahora tras eso. Frisk no solo era consciente de todo el daño provocado en otros a nombre del Gran Don, sino que finalmente estaba comprendiendo el verdadero problema que presentaba en muchos aspectos ahora que lo estaba experimentando en "carne propia" (por decirlo de algún modo). Y además, había experimentado recientemente la adrenalina que era salirse con la suya ante tantas puertas cerradas y muchas cosas en contra.

Ahora era alguien que se había puesto a ella misma sobre el tablero con tal de tener la atención que necesitaba para cumplir sus propios objetivos. Alguien que tenía la forma de cambiar la balanza de cualquiera por todo lo que implicaba su existencia. Su yo del pasado seguramente se detestaría al contemplarlo en ese preciso momento, por estar emocionado por la oportunidad presentada que era tener a una humana con esas capacidades.

-En realidad aprendes demasiado rápido. Tienes talento, pero te falta experiencia. Y es más sencillo cometer errores si te sigues dejando llevar por una autoconfianza que puede que no siempre sea… "apropiada" acorde a estándares y tolerancia de otros. –Tuvo la consideración de ser más selectivo con sus palabras por el simple hecho de verla todavía decaída con la situación. –Pero debo reconocer que me sorprendiste en el juicio. Supiste ejecutar las cosas de la mejor forma posible, haciendo que te prestaran atención en todo momento al grado de hacer que el juez te otorgara la palabra. Y además te encargaste de proteger nuestro territorio en nuestra ausencia.

-En realidad lo que hice fue asegurar la protección de los habitantes de aquí.

-Si, si, pero en ello tuviste que dialogar con los seres apropiados para tu ejecución. Supiste analizar con quiénes debías acudir y negociaste intereses para salirte con la tuya. Y ya que para bien y para mal te vincularán con el negocio tras eso, creo que tendrá que ser apropiado darte un papel en esto. Ya no hay marcha atrás, después de todo.

-No entiendo.

-Hablo de que trabajes para mi de ahora en adelante. –Esta vez no tuvo ningún interés en ocultar su sonrisa ante el desconcierto de la florista. –¿Sabes lo que es un avvocato?

-¿Aguacate?

-No, avvoca… Olvídalo. –Aquello borró su sonrisa casi por completo ante la falta de respeto a su lengua natal. –Ya que quieres aprender a cómo afrontar esta clase de cosas, te ofrezco que seas mi representante en algunas negociaciones.

Si bien la humana separó sus labios para mencionar algo, se limitó a tomar su taza y darle otro trago sin saber qué decir realmente ante eso. A lo cual Wingdings aprovechó para hacer lo mismo aun cuando el suyo ya se había acabado, antes de que le diera un ataque de risa por ver que le había dejado sin palabras por un breve momento.

-E-espere. Usted lo que vende son partes de cadáveres. –La humana pareció meditarlo más de la cuenta. –¿Quiere que negocié eso?

-Deja eso para otro momento. Quieres sacar al Gran Don de su escondite tal cual partida de ajedrez. –La miró fijamente en espera de que le comprendiera a qué quería llegar con eso. Cosa que pudo notar en su mirada que había sido un hecho. –Entonces tú tienes un plan para sacarlo y por ende, debilitarlo, ¿no es así?

-Sí, pero no quiero que le maten. Tal vez no tenga familia, pero él de algún modo es parte de mi pasado y… ¡ouch!

-Basta de eso. –Harto de esa insistencia, había invocado una mano para darle un coscorrón inmediato. –Te presentaste ante mis seguidores como mi nuera, ¿no es así? No te habrían hecho caso si no supieran que aquello pudiera ser verdad.

-¿Y eso qué tiene que ver?

-¿Acaso te estás haciendo la idiota? –Su mirada confusa le respondió más rápido que cualquier palabra que pudiera soltar en el momento. –Sabes lo que es que te considere mi nuera, ¿cierto?

-Sí, pero ¿cuánto tiempo durará eso, señor? ¿Cuánto tiempo pasará para que solo sean una familia más que luego me desechará? –El esqueleto escuchó con atención. Sabiendo de antemano que las palabras del conejo sí le habían afectado más de lo que se hubiese contemplado. Tal vez si estaba siendo algo blando con el sujeto y no era del todo bueno. –Solo soy la novia de su hijo. En algún momento Sans tal vez quiera tener hijos y yo de ningún modo podré.

-De nuevo le estás dando demasiadas vueltas al asunto.

-No puedo evitarlo. Estoy harta de sentirme sola, y el hecho de que puedo perderlo nuevamente por más que luche es doloroso y hasta molesto. –Respondió tan inmediato que fue inevitable concluir que ya había tenido la respuesta mucho antes de tiempo. –De los Dreemurr solo recuerdo su cariño, pero resulta que me hicieron demasiado daño. De los Bunny creí que también obtuve cariño, pero al final solo fue falsedad a través del miedo. De ustedes he obtenido confianza, ¿pero realmente qué será después en cuanto logren su objetivo de acabar con Dreemurr? ¿Qué me garantiza que no me apartarán luego, tal y como lo intentaron con Muffet?

Wingdings reprimió un suspiro de frustración ante la observación nada grata. No cabía duda de que la humana había crecido en algunas cosas, pero en otras había ido en retroceso ante nuevos miedos desbloqueados. Aunque también pudiera ser el hecho de que finalmente se estaba abriendo ante él de alguna manera, pero aquellas inquietudes que se había estado cargando tan solo se trataban de múltiples preguntas que fácilmente ella misma podría responderse si tan solo se percatara de obviedades que no le era grato mencionar. Pero que lamentablemente tendría que hacerlo, o de lo contrario se quedaría con ideas erróneas que irían en incremento en su tan extraña mente dividida entre terquedad y orgullo.

Pero tampoco podía culparla del todo por esa clase de temores y defensas emocionales. Después de todo, lo más importante para él era la familia. Y para bien o para mal, la florista con conexiones con la yakuza y con el Gran Don, formaba parte de ella ahora y de algún modo.

-Desconfiar es un instinto de supervivencia aplaudible, pero siendo el caso de que lo estás aplicando directamente hacia nosotros, es demasiado denigrante y ofensivo. –Enfatizó con seriedad antes de proceder a tener que ablandarse. –Tú salvaste mi vida en más de un aspecto y más de una vez, pero también, salvaste la vida de mis hijos en más de una manera. Nos diste una segunda oportunidad. ¿Y en verdad crees que te abandonaríamos tras matar a un idiota que te arrebató tanto? ¿Los sacrificios de mi hijo para poder estar contigo pese a todo no te son suficientes?

-¡No quise decir eso!

-Pues entonces escucha atentamente, florista, porque no pienso volver a repetirlo en ningún momento. –Se puso repentinamente de pie, dejando que la humana le observase hacia arriba sin separarse de su propio asiento. –Una vez me dijiste que pese a todo, merecía ser feliz. Y tenías razón. Ahora es momento de que te des cuenta de que tú también mereces ser feliz y te permitas poder disfrutar en lugar de estar aprisionada en tus propios malestares de cosas del pasado. Y sé de lo que hablo.

Frisk no hizo ningún comentario, pero sus ojos demasiado abiertos comunicaban más que suficiente su atención y breve sorpresa. Además de que sus manos finalmente habían dejado de temblar.

-Cometiste un riesgo salvándonos, ahora déjame compensarlo tomando el riesgo de aceptar a una humana impertinente como parte de mi familia. Te sea eso suficiente o no.

Le era bastante incómodo tener que hablar de ese modo sin un grado de alcohol en su sistema, pero tal parecía que sus palabras habían sido más que suficientes para calmarla tanto física como emocionalmente. O por lo menos el brillo distinto que pudo percibir en ella le comunicó eso último.

-Entonces seré su aguacate… O lo que sea que dijo. –Continuó Frisk tras bajar un poco su mirada. –¿Exactamente qué es lo que debo hacer?

-Después negociaremos a fondo eso. –Retomó su asiento. –Ya puedes retirarte.

-Espere, si soy una nuera para usted, ¿significa que puedo decirle suegro?

-No.

-Pero aun así es mi suegro, ¿cierto? –El esqueleto gruñó con demasiado malestar. Arrepintiéndose por completo de sus palabras. –¿Eso fue un si?

-No es tu turno de hacer una pregunta. –Mencionó con visible irritación, cosa que de algún modo hizo sonreír a la humana. –¿Cómo te gusta el té?

-Mi favorito es la tila con leche.

Wingdings se limitó a tenerlo en mente junto con todo lo demás que había tenido que averiguar de ella en minutos antes. Definitivamente tenía mucho por hacer ahora.

.

.

-¿Y bien?

-Nada. No logro encontrar algo de utilidad. –Respondió Grillby tras varios minutos revisando lo que quedaron de las esposas que le habían retenido hace días. –Si bien esto pudo contener su magia, no pudo desviar la mía para destruirlo.

-Tal vez sea porque tu eres un ser de fuego. –Divagó Sans mientras seguía observando las piezas semi destruidas.

-Controlar la temperatura de mi cuerpo es parte de mi magia, por lo que no creo que sea el caso.

Sans gruñó por lo bajo al no saber qué más decir. Ahora que estaban teniendo la oportunidad de vivir en todo el sentido de la palabra, además de tener algo que parecía tener la capacidad de contener magia, había creído en que por fin una cosa podría ponerse a favor de ellos ante tantas cosas en contra que se venían tras su escape en manos de su bonita. Pero no, simplemente estaba en las mismas y con más precauciones que no había tenido que tomar en mucho tiempo. Razón por la cual agradecía que el viejo permitiera a Frisk ocultarse en su casa, siendo tal vez el lugar más seguro para ella por ahora.

En la prisión había sido una cosa común el hecho de no poder tener el control de su magia ante tantos desviadores visibles. Pero en cuanto habían salido del establecimiento había sido como si aquello lo llevaran consigo todo el tiempo. Y al pensar en el percance con Mettaton, quien le había confirmado que estaba su prototipo con el alcalde presente, le hizo suponer que debía de tratarse de algo tan discreto que debía de ser pequeño. Justo como las esposas que lamentablemente no pudieron quitarse hasta que llegaron a Snowdin y Grillby les ayudó. Pero precisamente por ese último hecho fue que ahora estaban ante piezas semi destruidas por el calor que había emitido su amigo para liberarlos.

Pero antes de siguiera pensando en ello, una flama verde pasó a lado suyo, dirigiéndose hacia la salida con demasiada indiferencia pese a que no era la puerta que debía de usar por indicación de su tío. El cual ya estaba comenzando con su sermón, pero él fue más rápido y la detuvo con su magia.

-Hey, hey. Tu no vas a ningún lado hasta que hable contigo. –Comentó Sans con una tenue sonrisa que tuvo que improvisar.

-¡Aghh! Piérdete, Sans. Lo que menos quiero es hablar contigo.

-Fuku…

-No tío, lo que tu amigo quiere es que le agradezca. –Se giró hacia Grillby con evidente molestia de que no hiciera algo para que le soltara. –Y pese a que sí tuvo algo que ver, no quiero lidiar con eso por ahora. Tengo cosas más importantes por atender.

-¿Qué cosas importantes pudiera tener una niña?

-¡Ya no soy una niña!

-Oh, ¿quieres que te traten como adulto? Pues bien. –Teniéndola a merced de su magia, la movió a una silla y la obligó a sentarse ahí. –Bienvenida al mundo de las consecuencias.

-¡Tío!

-Ni me digas nada, que esta parte tú te la buscaste, Fuku. –Mencionó Grillby sin preocuparle la situación. Después de todo, ya lo habían hablado y de lo que haría con ello. –Al fin y al cabo Sans ha sido quien ha pagado tus estudios.

-¿Ya sabe sobre eso? Muy bien, eso me ahorrará más cosas. –Sonrió Sans con cierta malicia que bien podría ser de diversión si tenía que admitirlo. –A partir de ahora estás endeudada con la mafia. O peor, endeudada conmigo.

-¡¿Qué?! ¡Pero si yo nunca pedí…!

-No solo por el pago de tus estudios que no has aprovechado en lo más mínimo, también por tu rescate que implicó movilizar muchas cosas y riesgos solo por tu capricho de hacer las cosas por tu cuenta. –Irrumpió inmediatamente mientras alzaba cada dedo con cada cosa señalada. –Casi costaste vidas y el barrio entero, así que te saldrá muy caro.

-Yo no tengo dinero.

-Descuida, no me pagarás con dinero, me pagarás con tiempo. –Hizo el ademán de pensarlo demasiado, pero ciertamente ya tenía en mente lo que le diría. –Veamos… llevo algunos años pagando tu escuela, y más esto… Pongámosle siete años tu deuda conmigo.

-¡¿Qué?!

Fuku buscaba a su tío con la mirada a modo de súplica para que parara aquello, pero Grillby simplemente se encogió de hombros no queriendo intervenir ni con palabras. El día anterior ambos lo habían hablado y consideraron que su extravío definitivamente fue un problema que sólo mortificó y luego causó cosas peores. Por lo que si un susto no había logrado frenarla, tendrían que hacerle pagar antes de que ocasionara algo peor con esa rebeldía.

-De ahora en adelante trabajarás para mí hasta que saldes tu deuda. –Mencionó Sans al momento de poder seguir hablando tras tantas quejas. –Y te pondré una cláusula sencilla. Cada buena calificación que presentes de ahora en adelante, disminuirá tu tiempo de deuda conmigo. Pero cada mala calificación solo te endeudará más conmigo y alargará tu proceso. ¿Te quedó claro?

-Esto es estúpido. ¿Y qué si no hago nada de eso?

Inmediatamente Sans fingió tener un arma en la mano y apuntarle con ella, siendo que solo la estaba señalando con cierta malicia al ver que finalmente le estaba entendiendo.

-Estarás frita, jeje.

-¡No serás capaz de…!

-Esto es lo que implica estar endeudada con la mafia. Y por lo regular soy tolerante con los niños, pero ya que estás enfatizando que no eres una, no seré tan piadoso contigo de ahora en adelante. Y como mafioso, no me gusta saber que el dinero que he invertido ha sido desaprovechado.

Finalmente la soltó y se separó un poco para darle espacio para finalmente pararse y retirarse. Que si bien su mirada fulminante indicaba que tenía mucho por decirle con mucho enojo de por medio, todo eso se lo contuvo al parecer que en verdad tenía prisa de algo que no tuvo intención de compartirles. Así que se apuntó mentalmente el averiguar eso para después, mientras Grillby se acercaba al punto que había dejado Fuku solo.

-Te pasaste un poco con eso último, Sans.

-Tu sobrina requería un mayor incentivo que solo un reproche.

-¿Amenazándola de muerte en mi presencia? Sabes que no se lo creyó, ¿cierto?

-Sabe que si haré algo al respecto y que no le gustará. Me es suficiente.

-Estás siendo demasiado duro.

-Tú has sido demasiado permisivo con ella, ese es el problema. –Al caer en cuenta cómo estaba la conversación, soltó una risa. –Oh dioses, ya estoy sonando como el viejo, ¿verdad?

-Dejemos tus métodos paternales cuestionables para luego. –Grillby evidentemente contuvo una risa tras eso mientras tenía consigo una de las piezas internas de las esposas. –La única pieza que se salvó por completo de mi fuego fue esto.

-Pareciera que la clave está en esta cosa por ser diferente a lo demás. –Señaló Sans al verla de un modo brillante. –Pero no tengo ni idea de lo que es.

-Es un cuarzo marino.

Ambos monstruos se giraron abruptamente ante la voz femenina que recién había ingresado al bar. Paralizándola en su sitio sin saber si había hecho o no en entrometerse en algo que no le competía, pero a Sans ya le había parecido que esa sirena era demasiado extraña a su manera. Incluso ella misma se había descrito como "rara" al momento de saber que el conejo mayor era un maricón oculto bajo su aleta.

Pero el hecho de verla ahí mismo le hizo sentirse incómodo. ¿Cómo decirle que le había tocado ver a su hermana a la que creían muerta desde hace años? Ni él estaba seguro de poder procesar todo aquello todavía como para querer hablarlo con alguien.

-¿Qué? –Soltó Sans para incitarla a que siguiera hablando.

-Ehhh… eso que brilla. Es cuarzo marino, o por lo menos así le llaman los contratistas del puerto. –Señaló la delgada placa que en ningún momento se le ocurrió que pudiera tratarse de un tipo de piedra. Era visible la incomodidad que la sirena sentía de que se le prestara atención con tanta seriedad, pero aun así se dispuso a acercarse a ellos lentamente. –Trabajé un tiempo recolectando estas cosas. Buscaban monstruos marinos que fuesen discretos para el trabajo, y no pagaban tan mal si se lograba recolectar una bolsa al día. Pero no era una cosa sencilla.

-¿Alguien está recolectando esto específicamente? –Levantó la pieza en espera de poder encontrar algo más al colocarlo a la altura de su vista. Pero tan solo parecía una cosa inservible en todo aspecto en primera instancia. –¿Quién les estaba reclutando?

-Humanos, ehhh… Específicamente…bueno… –Respiró un poco para dejar de balbucear tanto. –Vi una vez al secretario de seguridad hablando con los contratistas, pero no parecía que tuviera intención de detenerlos, sino más bien que… estaba supervisando.

Una fugaz mirada entre Grillby y él fue suficiente para saber que ambos estaban pensando en lo mismo. El cierre de esa zona por la construcción del parque de diversiones financiado por gobierno y la hojalata andante, la advertencia de la señora Temmie sobre el puerto y la matanza reciente del secretario mencionado. Nada de eso podía ser una coincidencia. Todo tenía que significar lo mismo, lo cual volvía de la situación algo nada grato.

Si lo que sostenía era un mineral complicado de conseguir pero que desviaba la magia de los monstruos con la facilidad de no requerir estar estático o conectado a algo, significaba que gobierno había estado invirtiendo en el control de la magia todo este tiempo "bajo el agua" (en todo el sentido de la palabra). Y el hecho de estar en proceso electoral significaba que una vez dado, se autorizaría el uso de esas cosas a un nivel más elevado. Y la maldita hojalata era quien estaba fabricando estas cosas. No podía creer que por una vez, estaba de acuerdo en algo con el Gran Don. La ambición de ese tipo iba a acabar con la vida de muchos monstruos que ya de por si estaban limitados. Y una vez autorizada tanta limitación, ni la líder sindical de los monstruos podría hacer algo ante eso.

Maldita sea.

-Gracias, trucha. Fuiste de ayuda. –Dio un último trago y se levantó de su asiento para comenzar a tomar sus cosas. –Nos vemos luego, Grill.

-¡E-espera! –Exaltó la sirena. – De hecho vine a hablar contigo.

-Se supone que nadie sabe nada de mi mientras se esté en búsqueda de mi cráneo. –Resaltó Sans mientras se colocaba su saco. –Quiero mantenerlo así, ¿de acuerdo?

-Yo no pienso delatarte ni nada, más bien yo…quisiera… poder hablar algo contigo. –Aunque se acercara más, no era capaz de detenerlo en su totalidad ante un sentido común adecuado. –Los medios de comunicación no dicen nada, pero algunos niños hablan de un canto que hubo en donde ocurrió todo y… no dejo de pensar en…

-Un consejo, trucha. No te metas en asuntos mafiosos si sabes lo que te conviene. –Aunque no fuese su intención asustarla, no pudo evitar iluminar su ojo para darle la advertencia suficiente de que no siguiera hablando más, sabiendo de antemano lo que parecía querer preguntar. –Esta vez lo dejaré pasar por alto, pero no habrá otra, ¿entiendes?

-Ese perro mencionó algo que la señora Bunny relacionó con mi hermana antes de que se la llevaran. –Insistió la sirena pese a estar a punto de entrar en llanto por el miedo. –Poco después pasa eso y… ¡No puedo dejar de pensarlo! Tu estuviste ahí, ¿acaso notaste… algo? Solo quiero saberlo.

Sans la observó con algo de molestia. Si bien era una chica a la que le daba completamente igual su vida, ahora no podía dejar de pensar que, en alguna parte, había otra sirena completamente deformada que lo había reconocido pese a tantos años que bien podrían tratarse de toda su vida. Una sirena que había luchado demasiado queriendo decirle algo, pero que por una razón que se salía de su comprensión simplemente no pudo. Arrojándose al mar ante una desesperación que el calor del momento no le permitió poder procesar adecuadamente.

Lyra Watterson, una de las mejores amigas de su madre. Ambas muertas desde hace años y por asuntos mafiosos que no les correspondía. Ver que estaba viva, con heridas visibles y una desesperación agobiante… le estaba haciendo comprender que en todo ese tiempo no debió pasarla bien para que ya no pareciera importarle morir con tal de transmitir un mensaje que no pudo ser escuchado entre extraños ruidos proviniendo de ella por deformaciones inmediatas. Un mensaje que pareció querer transmitir a la coneja y que tampoco pareciera que pudo hacerlo adecuadamente, pero que en su lugar dejó a su hijo y a la hermana menor de la sirena en la tarea de averiguarlo. Y ahora parecía que pretendían jalarlo a él en una misión que no debía de competerle.

Se colocó su sombrero y desapareció inmediatamente del lugar antes de que insistiera en hablarlo, o que pretendiera hechizarlo con su magia para lograr su cometido. Ya había tenido demasiado del tema y no quería pensar en nada más de eso. Después de todo, algo dentro de ello le hacía paralizarse de miedo y no quería saber el por qué.

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Flowey observaba el extraño lugar desde la distancia para no ser detectado ante tanta vigilancia. Que si bien las posibilidades de que estuvieran atentos a una flor en el entorno eran muy bajas, tras el desastre que ocasionó en el juicio y que tuvo que exponerse directamente, no quería correr más esa clase de riesgos en poco tiempo. Pero si tenía que admitirlo, la espera lo estaba irritando conforme pasaban los segundos sin saber qué podría esperar a que pasara en aquella zona amurallada. Pero definitivamente debía de permanecer ahí, o de lo contrario podrían ser peor las cosas para ella.

Tras haber pasado días desde su detención, estaba seguro de que Muffet estaría cuestionando demasiadas cosas deprimentes para ella. Razón por la cual quería acercarse a ella, mas no sabía qué decir tampoco ante el hecho de que los malditos esqueletos no parecían tener intenciones de sacarla de ahí de inmediato. Aquello la destrozaría tanto como si en verdad hubiese pasado la muerte de esos malagradecidos. Y eso solo le irritaba tanto como el hecho de estar escuchando pisadas por detrás, aproximándose hacia él con demasiada confianza.

-¿Y BIEN? –Preguntó la voz demasiado reconocible.

-Nada de nada. –Gruñó Flowey ante el hecho de estar a solas con el esqueleto que más le causaba el instinto de tener que estar muy alerta. –¿Qué haces aquí?

-LO MISMO QUE TÚ. PREOCUPADO DE QUE LE HAGAN ALGO.

-Que yo sepa, te daba completamente igual su vida en cuanto no te fuera una molestia.

-¿MIRA QUIÉN HABLA? –El maldito tuvo la osadía de pretender burlarse de él, y además sentarse ahora a lado suyo. –QUE YO SEPA, ERES UN SER INCAPAZ DE SENTIR ALGO. PERO HE AQUÍ, CON UN INTENTO DE PREOCUPACIÓN POR UNA VIDA AJENA.

-¿Y quién dice que estoy "preocupado"?

El esqueleto soltó una risa que solo le hizo tener ganas de estrangularlo, pero que tuvo que reprimir al parecer que su razón de estar ahí no era una simple coincidencia. Cosa que detonó en muy poco tiempo cuando el maldito se dispuso a dejar de estar con rodeos y abrió su mano para dejar a la vista la pequeña araña que tenía consigo que no paraba de hacer extraños movimientos, pero que no parecía tener intenciones de huir de él.

-PARECIERA QUE FUE AYER CUANDO TE CAZÉ Y ODIABA A LOS HUMANOS. –Flowey no contuvo ahora sus ganas de emitir una mirada escalofriante hacia él como advertencia. –PERO AHORA ME ENCUENTRO TRANQUILAMENTE HABLANDO CONTIGO Y AGRADÁNDOME UNA HUMANA. NUNCA ME LO HUBIERA IMAGINADO, PERO ESTOY APRENDIENDO QUE LAS COSAS PUEDEN TENER SEGUNDAS OPORTUNIDADES Y QUE PUEDE VALER LA PENA HACERLO. ¿QUÉ OPINAS?

-Que deberías dejarme solo.

-EN FIN… TENGO QUE IR A VER CÓMO ESTÁ TAMMY, PERO ANTES QUIERO ENSEÑARTE UNAS CUANTAS PALABRAS DE LAS ARAÑAS. –Le extendió la araña que ahora parecía quedarse quieta ante el movimiento repentino. –TE SERÁ DE MUCHA UTILIDAD.

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Llevé varios días queriendo poder escribir este capítulo, pero el trabajo y el estar enferma de bronquitis no me lo permitieron, sin contar que el agotamiento mental me está llevando al burnout lentamente. Así que hagamos de cuenta que hice una pausa dramática necesaria (muy necesaria). Pero aun así, muchas gracias por su paciencia y cariño.

En otras noticias… ¡me voy a casar! Aun no me hago la idea si les soy sincera, pero planificar una boda medieval es más compleja de lo que parece, jajajaja.

¡Michi fuera!

:D