Era un hermoso día allá afuera…

Las flores florecían, los pájaros cantaban…

En días como esos… Un rey debía de hacer lo que debía de hacer.

-¿Estás seguro de esto, Asgore? –Cuestionó el reptil tuerto con algo de nerviosismo reflejado en su voz. –Los demás prototipos han sido un fracaso total. Y además una de ellas tan solo es una bebé. No creo que…

-Son la descendencia de Masao, estoy seguro de que soportarán más que los demás. –Le interrumpió con algo de hartazgo de que se atreviese a cuestionarle algo que era demasiado obvio para cualquiera. Si había algo que pudiese molestarle, era precisamente que lo trataran por tonto. Y el reptil lo sabía de antemano. –Además, no tengo ni idea de que más hacer con ellas.

-Pero…

-Correré los riesgos necesarios para obtener mi recompensa, Omegle.

Ningún precio es demasiado alto para cumplir una meta acorde a sus propios ideales. Era siempre el mantra que Asgore se repetía cada vez que mentes ajenas pretendían hacerle cambiar de parecer con bobadas sentimentalistas cuando él era quien se manchaba las manos literalmente con tal de un mundo perfecto. Por lo que el reptil terminó asintiendo en silencio, sin atreverse a cuestionar algo más al detectar su propia molestia al respecto. Tomando la jeringa lista para inyectar a la primera que parecía más prometedora en cuanto a resultados inmediatos se buscaba.

Llevaba tan solo una semana en la que había matado a Masao Saito en su propio juego, en su propia casa tras lo que fue una situación momentánea que pudo dejarse llevar a algo mucho más de forma victoriosa. Aniquilando a todos los posibles miembros que osaron meterse en su camino y contemplando con desagrado a aquellos que se suicidaron como respuesta inmediata a la derrota. Algunos otros habían escapado sin más, pero no le habían interesado lo más mínimo a comparación de lo que había sido aquel niño pupilo de Masao. Aquel que había contemplado todo, que le había visto con profundo odio en la distancia, mas no había hecho nada ante la prudencia que era no meterse con aquello que no podía derrotar con sus propias y pequeñas manos. Dejándole así la tarea silenciosa de ser quien enterrara a sus muertos como único acto piadoso que haría con aquel infante que no tocaría por petición de su mujer.

Y si bien eran tiempos para celebrar el derrocamiento de la yakuza, lo cierto era que había mucho por hacer de inmediato. Empezando con el hecho de que parte de su ganancia en tal batalla había sido poder ser quien hubiera visto por única vez el rostro de aquel que todos llamaron "El jugador" y razón por la cual muchos le buscaban en faz de una explicación, pero otra, había sido por quedarse con su verdadera descendencia a causa de no poder dejarlas solas por tantos riesgos para él.

Eran sangre de su sangre. Un par de niñas de rasgos asiáticos particulares que hacían que apenas y pudiera verse el marrón de sus ojos entre sus pestañas.

Asgore tan sólo se limitó en observar cómo la mayor de las niñas se dejaba inyectar sin siquiera soltar una lágrima, dedicándose a observar con desdén al reptil que osaba tomar su bracito para picotearlo con una sustancia carmesí sin siquiera una explicación previa que claramente no recibiría. Y pese a tratarse de una niña de cuatro o cinco años, parecía ser bastante consciente de todo lo que ocurría y aún así actuaba acorde a lo que se quería de ella. Manteniéndose en total silencio como si pudiera obtener algo de ello. Aunque aquello tal vez solo se trataba de su propia interpretación, si después de todo, ella había sido más fácil de obtener ante la cobardía de la madre.

En cuanto a la otra, realmente no había nada por observar en cuanto a comportamiento se refería. Tan solo era una bebé que no tenía ni voz para siquiera querer soltar algo. Algo aburrido, pero a fin de cuentas un recurso más a su favor en caso de que la primera resultara un fracaso más. Por lo que aun así se puso a vigilar el proceso en cuanto la inyectaron con la misma sustancia. Asegurándose de que todo marchara a su indicación ahora que observaba que el reptil parecía querer retractarse en un momento de debilidad, por seguramente estar pensando en su propia hija que había sobrevivido de milagro. Ciertamente su socio se estaba volviendo algo débil desde entonces y Gerson ya le había advertido de que pasaría.

-Bien… –Omegle se apartó a una distancia considerable en el instante. Sin apartarles la vista. –Ninguna explotó en el instante, así que por ahora lo considero un buen avance a lo que creí que pasaría también.

-¿Y ahora? –Cuestionó sin necesidad de querer saber qué es lo que creyó que pasaría, además de que sus cuerpos explotarían. –¿Cuándo se podrá extraer un buen resultado?

-Por ahora, sólo queda observar. Si logran superar esta dosis en una semana, podré aplicarles la segunda y pasar de nuevo a observación hasta el año siguiente. En teoría deberá de ser suficiente para que sus cuerpos se adapten a la perfección y podamos extraer su sangre para crear el suero DT.

-Un año es mucho tiempo. –Bufó Asgore de inmediato.

-Lo sé, pero no será desperdiciado. Hay que exponerlas mientras tanto.

-Agghh… bien, pero tendrá que ser Tori quien se encargue de ellas. –Se masajeó un poco las sienes tras eso. Ciertamente, estaba teniendo un día agobiante con todo lo que tenía que cargar de ahora en adelante. Que si bien había sido su plan, verlo ejecutado en sus manos de modo figurativo no había sido tan satisfactorio como se lo había imaginado. –En cuanto a lo otro, ¿hay avances?

-Me temo que no.

-No sabemos cuánto tiempo disponemos para que el alma permanezca en tal estado, Omegle.

-Lo sé, pero esto se escapa de mi entendimiento. –Le dio la espalda a las humanas que se encontraban en su corral, para encaminarse directamente a evaluar su petición más grande de todas. Asgore lo siguió con lentitud ante sus pasos cortos en comparación. –Nunca había visto que un alma pudiese permanecer en tal estado, para empezar. Pero supongo que es por eso que tienes la sospecha de que posee un poder inigualable.

-No es sospecha, Omegle. Es un hecho. –Gruñó mientras daba sus pasos. –Pude verlo más de una vez. Masao controlaba el tiempo.

Sabía que nadie podía creerle por más que todos a su alrededor quisieran estar de acuerdo con él a causa del miedo, pero estaba más que seguro de lo que había contemplado por más que no recordara detalles por lo mismo. Y era complicado poder hacerlo todavía pese a su propia afirmación, pero tras analizar tanto sus técnicas de combate, tras pelear uno contra uno incontables veces hasta el hartazgo, había llegado a esa conclusión que solo un peleador nato como él podía analizar sin sentir que estaba entrando a la locura. Y eso… le había molestado y decepcionado demasiado de él.

Aunque le hubiese odiado como humano, le había respetado como oponente que lograba sacar lo mejor de sí mismo en cada combate y al final el extranjero enmascarado había resultado un maldito tramposo, y eso no podía tolerarlo de ningún modo. Razón por la cual se había dedicado tras eso de detenerlo de una buena vez. Siendo cauteloso para engañar al mentiroso más grande y logrado con su propio esfuerzo y estrategia que no compartiría con nadie como último respeto a su oponente que al menos, debía reconocerle que le había entretenido demasiado.

Pero usar el tiempo para salirse con la suya, aun cuando ya lo hacía como humano, simplemente no era justo para nadie. ¿Y cómo era que tenía esa clase de poder a su alcance para empezar? No tenía idea, pero ahora podía averiguarlo en su alma que había quedado intacta tras la muerte y obtenerlo como recompensa una vez que tuviera sentido. Y si bien su lógica le había dicho que para obtener su poder tendría que absorberlo, algo también le decía que no sería cosa sencilla tampoco.

El poder de controlar el tiempo al alcance de sus garras… Definitivamente ese debía de ser su más grande trofeo de todos. Algo digno de un rey, de alguien que había hecho sangrar a un sujeto con el poder de un dios.

Así que mientras Omegle trataba de extraer información sobre cómo alterar o siquiera manipular el alma de intenso carmesí, las humanas se quedaban al cuidado de su esposa quien no tenía ningún problema en hacerlo. Y cuando se necesitaba estudiar algún avance en las niñas, tenía que ser él quien estuviera atento a los detalles dado que Tori no era capaz de ver algo así en palabras suyas. Cosa que, por más que quisiera entenderla, simplemente no lo hacía. Eran las crías de su esclavista, ¿cómo podía tenerles cariño tras eso?

-Buenas noticias, Asgore. –Mencionó el reptil un día con algo de entusiasmo. –La Saito mayor está teniendo resultados positivos.

-Muéstrame.

Con todo el olor a sangre en el lugar, contempló maravillado por varios minutos el cómo la humana había cedido a sus instintos naturales tras varios intentos de exposición. No solo agrediendo a los lobos con los que la habían encerrado para estudiar su comportamiento, sino también dispuesta a matarlos con uñas y dientes ante la respuesta que obtenía de los canes por tan solo estar enjaulada con ellos. Siendo cada vez más agresiva en cada mordida que recibía, pero no dispuesta a ceder su vida sin ser capaz de llevárselos primero.

-La clave siempre estuvo en el instinto de supervivencia. –Comentó Omegle mientras ambos observaban a la niña que mordía las orejas de un lobo hasta arrancarlo, mientras que el reptil tenía consigo a la bebé en sus brazos, jugando con una jeringa sin aguja que sabrá de dónde sacó. –Los humanos son asombrosos en eso.

-Creí que se buscaba un combatiente semejante a su naturaleza. ¿Por qué lobos en lugar de simios?

-Preferí tratar con algo que pueda no ser contraproducente a futuro, considerando que parte de su naturaleza humana, es copiar y aprender para adaptarse. –Explicó sin apartar la vista de cada detalle que pudiera perderse. –Los lobos atienden sus instintos de mejor manera, mientras que los simios son muy agresivos y abusivos. Siendo tan similares a los humanos sería patearnos en nuestro propio proyecto.

-De acuerdo. ¿Y significa que ya puede crearse el suero DT? –Preguntó Asgore sin más.

-Puedo iniciar con una comparativa de resultados, pero en mi experiencia, no creo que demuestre que está listo todavía. Y hacerlo en estas alturas solo pudiera afectar los mismos resultados que esperas.

-Entiendo, debo esperar más.

Resopló con resignación, pero aun así esbozó una sonrisa. Al menos, estaba contemplando el cómo estaba obteniendo algo positivo finalmente, tras meses de querer tener en sus manos la sustancia que lograra que los monstruos también obtuvieran la resistencia que tanto caracterizaba a los humanos. Algo que ni los científicos más grandes pudieran creer posible ante naturalezas particulares de cada especie, pero para ello era que se había hecho socio a alguien que compartiera su locura de hacer de lo imposible, posible.

Y si bien era algo que quería obtener para opacar a la estúpida humanidad que solo sabía oprimir a todo aquello que no fueran su semejantes, también era porque sería la mejor droga que pudiera distribuir y que nadie más sería capaz de poder replicarla por el simple hecho de que nadie más sería capaz de cometer los riesgos que él siempre estaba dispuesto a tomar y cometer. Una droga que brindaría la sensación agobiante de un humano… por tiempo limitado. Fácil de volverlo adictivo. Fácil de crear caos en donde quisiera distribuirlo.

-¿Me perdí de algo?

Gerson, quien había citado por asuntos ajenos a la situación, también estaba al tanto de la experimentación como su segundo socio y podía llegar con facilidad al laboratorio. Que si bien no tenía perfil alguno de la índole científica que él requería, tenía basto conocimiento sobre antropología por sus allegados que le habían heredado toda fortuna y sabiduría. Por lo que al final siempre tenía algo por aportar respecto a cómo era la humanidad en sus orígenes y sobre cómo había sido la evolución en ellos. El cual, era quien había dado la idea de hacer retroceder a las niñas mentalmente en busca de un mejor resultado.

-Vaya, lograron sacarle lo cavernícola, ¿eh? –Comentó Gerson al momento de acercarse, ahora que no había recibido respuesta alguna tras su llegada. –Les dije que era buena idea. Su agresión nata les hizo poder coronarse por encima de toda la cadena alimenticia desde los inicios.

-Pues no más. –Concluyó Asgore sin una pizca de duda. –Cuando se logre crear el suero DT, no solo fortaleceremos a los monstruos, también debilitaremos a los humanos.

-Eso lo creo muy lejano todavía, en realidad.

-Agghh, te estás volviendo muy aburrido, Omegle. –Rio un poco pese a todo. Ya luego sería un tema a tratar siendo el caso. Pero ahora que le observaba directamente, pudo ver cómo la niña que cargaba se mantenía demasiado tranquila mientras prestaba atención a su cuernos. –¿Y qué hay de esa?

-¿La menor? –La elevó un poco más a su altura para revisarla, aun cuando no parecía ser algo necesario. –Pues hasta ahora no ha atacado a los zorros con los que se le ha expuesto y viceversa, pero de una forma extraña, pareciera que logra calmarlos por más hambrientos que estén. Tal vez porque los mamíferos no la ven como una presa, sino como una cachorra a la que cuidar.

-Osea que es una inútil. –Concluyó.

-En realidad, también es un resultado interesante. Pese a su estado alterado, tiene capacidad de adaptación a la medida.

-Así que sabe estar en manada. –Intervino Gerson con una risilla discreta de por medio, como si de un chiste se hubiese tratado su explicación. –Dime, Omegle, ¿has pensado en alterarla en solitario?

-No, ¿por q…? Oh. –El reptil tuerto tuvo el instinto de abrazar un poco más a la bebé que no tenía ni idea de lo que estaba pasando. –No creo que…

-Hazlo.

Demandó Asgore ante la curiosidad de ver lo que sea que ambos socios estaban pensando y que aparentemente se estaba perdiendo. Así que en cuanto dejó a la bebé en un corral aislado en donde aún no se limpiaba la sangre de algunos canes sacrificados, se tuvo la indicación silenciosa de separar el sitio con cortinas para que no pudiera verlos más. Dejándola completamente sola, sin objetos ni nada por ver o entretenerla, lo cual había detonado minutos después que comenzara a llorar en busca de algunos brazos que pudieran cargarla o abrazarla. Pero solo obtuvo en respuesta múltiples sonidos incómodos que tanto los lobos como los zorros que tenían en sus respectivas jaulas estuvieran retorciéndose de un dolor no físico. Incluso Asgore tenía que admitir que era bastante molesto.

Pero para sorpresa de todos, había hecho que la Saito mayor saliera de su punto aislado casi de inmediato, saltando con destreza entre superficies para llegar a la hermana en su estado aún primitivo. Ignorando hasta cierto punto el ruido cada vez más fuerte para concentrarse solo en el llanto de la menor. Tumbando la cortina sin cuestionamientos y colocándose con ella para calmarla solo con su presencia. Lo cual había hecho efecto inmediato, aun cuando ya habían apagado el sonido para agradecimiento de sus oídos.

-Eso fue interesante. –Comentó Gerson sin más, destapándose los oídos.

-De hecho, sí lo fue. –Omegle dio un paso al frente, como si estuviera fascinado de ver al par de niñas que estaban tranquilas ahora. –Aunque se encuentre alterada para que el pensamiento no intervenga, su instinto se mantuvo intacto. Eso es… ¡GRANDIOSO! ¡Pura genética hablando!

Asgore no había entendido nada, pero si tenía que ser sincero, solo había sido una decepción y una total pérdida de tiempo para él. De todos los humanos con los que se había experimentado, las niñas Saito eran las únicas que no habían terminado explotando a los pocos minutos. Y si bien eso le había dado un grado de esperanza, ver que solo contaba con una para lo que quería, era realmente estresante considerando la incertidumbre que tenía que afrontar por ahora.

-Continúa los experimentos con la mayor. –Indicó sin más. Comenzando a darles la espalda para recoger a las humanas y llevárselas de vuelta a Tori. –Es mejor enfocarnos en lo que mejores resultados nos dé, considerando los tiempos.

Nadie le contradijo en el momento, ni tampoco esperó que lo hicieran. Su palabra era ley y sus socios lo sabían de antemano, aun cuando estaban precisamente para asesorarlo en lo que no podía hacer o ver por su cuenta. Omegle era un apasionado a la biología tras tantos experimentos que hicieron con él y que lo hacía el loco perfecto para llevar a cabo sus planes fuera de todo límite, por lo que estaba resultando una decepción que comenzara a ablandarse tras el desastre que había sido poder ser padre, además de que de alguna manera, le daba la impresión que también Wingdings había tenido algo que ver con ese sentimentalismo de luchar por la familia a toda costa ahora que había nacido su segundo hijo. Razón por la cual le había parecido acertado cederle una parte de su territorio para que fuese suyo, si después de todo se trataba de una tierra imposible de hacer crecer. Pero aunque le hubiese alejado para no distraer el talento del reptil, parecía que tendría que tomar otras medidas para orientar a su gente al camino que necesitaba que tomaran sin distracciones.

En cuanto a Gerson, era semilla de otro costal. Un hombre amante del caos y demasiado astuto para sí mismo. Sabía leer a todo oponente sin necesidad de un combate, al grado de que era capaz de engañar a los humanos en su propio juego sin que se dieran cuenta. Había sido así como obtuvo su fortuna y reconocimiento pese a tratarse de un monstruo que no podía tener el título directo de antropólogo, pero sí el de sus cuidadores que había logrado engañar hasta el día de sus muertes para que le cedieran todo. Razón por la cual le era demasiado conveniente tenerlo a su lado, y sabía que era algo mutuo de su parte pese a tener que ser cauteloso. Un sujeto que no tenía inconveniente de mancharse las manos dentro de toda corrupción, y aún así salir ileso sin que haya siquiera sospecha de él hoy en día.

Así es, necesitaba de la locura de ellos para que funcionaran sus planes aún más locos. Pero para ello, tenía que demostrar ser un ejemplo. Y no solo para su gente y todo aquel que estuviera dispuesto a seguirlo, sino para aquel que le heredaría todo en algún momento y que lamentablemente no entendía sobre no entrometerse en su trabajo por ahora. Teniéndolo ahora de frente tras estar recién cargando a las niñas que actuaban como perros mordelones en sus brazos.

-Asriel, ¿qué haces aquí?

-Escuché que Frisk estaba llorando. –Comentó su hijo con una visible preocupación en su rostro. Cierto, había olvidado que su hijo las llamaba por su nombre al igual como lo hacía Tori. –Supongo que la asustó todo ese ruido.

Asgore se limitó en poner su mano por encima de las cabezas de las humanas, con tal de que Asriel no viese directamente las expresiones que harían al estrangularlas para regresarlas a su estado normal. Lo que menos quería por ahora eran dramas innecesarios del débil de su hijo que parecía querer ser sobreprotector de lo que no le competía de ningún modo.

-¿Qué…? –La humana mayor regresó en sí casi de inmediato tras quitar su mano y dejar de apretar tanto su brazo. Observándole ahora directamente… y con una expresión de preocupación al notar su disgusto sin contexto. –Papá, ¿hice algo malo?

Asgore no contestó al tomarle de bajada esa pregunta. O más bien, esa palabra en particular en labios de la humana que esperaba una respuesta. No necesitaba girarse para ver que sus socios habían prestado demasiada atención a tal mención sobre él y esperaban que en efecto, dijera algo al respecto. Mierda.

-Váyanse a cenar.

Las bajó para que Asriel fuese mejor quien se encargara de todo. Dejando que incluso cargara a la menor como si supiera perfectamente hacerlo cual muñeca de trapo. Maldita sea, ¿qué le estaba enseñando Tori a su hijo? Estaba siendo una burla total ahora por no saber siquiera qué responder a eso.

Eran las hijas de su enemigo mortal, el cual había matado con sus propias manos y había logrado poseer su máscara y su alma como premios, pero definitivamente no había sabido qué hacer con las niñas dado que los restos de la yakuza se habían dispersado ante la derrota y nadie había quedado para reclamarlas ante el suicidio de la madre. Muy seguramente por haberlas creído muertas en el incendio que él mismo había creado, pero no siendo capaz de dejarlas ahí por un momento de vulnerabilidad que tenía que pagar ahora.

-¿Por qué les permites que nos llamen así? –Soltó sin más, una vez que estuvo a solas en la cocina con su esposa. Quien lavaba los platos con cuidado. –Les estás haciendo creer que somos una familia con ellas.

-¿Tiene algo de malo?

-Muchas cosas, pero para empezar, no sabemos todavía si sobrevivirán a la experimentación completa. –Tenía más detalles a resaltar que ese, pero sabía que de igual forma ella no las entendería tras su nobleza. –Así que es burdo que te encariñes.

-Sé que sobrevivirán porque tú no te rendirás y tampoco ellas. –Pese a todo, su esposa sonrió sin apartar la vista al jabón que estaba haciendo mucha espuma ahora. –Ellas te quieren.

-¿Y eso por qué? Lo que hago es estrangularlas antes de traerlas de regreso contigo.

-Te observan con cariño porque lo primero que recuerdan siempre es que las estás abrazando. –Tori hizo caso omiso a su última aclaración como todas las veces que lo mencionaba. –Es por eso que Asriel trata de cargarlas en cada oportunidad para también tener su cariño.

-Hablando de eso, no me gusta que le enseñes a Asriel cosas de mujeres. Me lo vas a hacer marica.

-Yo no le estoy enseñando nada, sólo le gusta estar atento a las niñas.

-Pues eso también es un error. –Gruñó con completo malestar de que pese a lo importante que era su observación, su esposa no parecía darle esa atención que necesitaba. Brindándola al lavado de trastes y a los niños jugando que podía observar de vez en cuando en el reflejo de la ventana. –Necesito que me apoyes en esto, ¿de acuerdo? No puedo estar atento a todo. No estoy ni cerca de obtener mi premio y no sé con cuanto tiempo cuente ya que tú no sabías nada de eso.

-Saito-Sama siempre fue un enigma para todos. Pero imaginar que tuvo el poder de un dios es… demasiado. –Finalmente se dignó en verle directamente, para solo mostrarle un gesto de preocupación de que solo él creyese algo así posible. Pero a diferencia de los demás que lo tomaban por loco, al menos ella optaba por tocar el tema directamente. –¿Por qué una deidad elegiría a un humano que nunca explicó a nadie cuáles eran sus planes?

Asgore no tenía una respuesta para eso, y si Tori no la tenía o al menos alguna conjetura, definitivamente nadie más la tendría. Razón por la cual podía comprender por qué nadie le era capaz de creer realmente lo que había presenciado y sin poder recordarlo con claridad. Pero en cuanto obtuviera ese poder extrayéndolo del alma, podría no solo demostrarlo, sino obtenerlo como recompensa de haberlo derrotado. Ser el rey al que nadie podría contradecirle nunca más, doblegando a la humanidad cuantas veces quisiera con todas las guerras que quisiera formular, hasta finalmente mantener todo en el orden que siempre debió ser en la naturaleza. La magia como concepto superior a la resistencia humana.

Solo que aun no tenía ni idea de cómo lograrlo. El alma de Masao no parecía ceder de ninguna manera, limitándose a solo existir por una voluntad que nadie era capaz de explicar si ya estaba muerto. Era como si estuviera esperando algo.

-¿Sabes? Verlos a los tres juntos jugar, no puedo evitar pensar en San saru. –Tori le sacó de sus pensamientos de la nada.

-¿Qué significa eso? –Hacía tiempo que no la escuchaba hablar en japonés.

-Bueno, es más bien un concepto que una palabra. Es el símbolo de los tres monos místicos. –Asgore no pudo evitar sonreír con cierta burla, y no porque realmente le pareciera algo absurdo, sino por el hecho de que pese a todo, parecía que su esposa no podía olvidar aquel lugar natal que solo le había dado problemas. Y eso la hacía una extraña masoquista. –"Ver lo bueno, escuchar lo bueno y decir lo bueno".

-Suena a cuento para niños para que no hagan travesuras. –Ahora sí se burló.

-Tal vez, pero creo que es una buena enseñanza también. Es el mejor modo de poder conectar con las almas, después de todo. Y ellos juntos con sus diferencias, parecen ser monitos traviesos que logran entenderse muy bien porque solo ven lo bueno del otro. Conectan entre ellos.

Asgore sabía que su esposa hablaba de su hijo jugando con las humanas, usando botes de medicamentos con caras pintadas al no permitirle compartir sus juguetes con ellas. En efecto, Asriel siendo su hijo, no sabía de la malicia del ser humano ante el mundo que estaba construyendo para que no pasara los malestares que él había tenido que afrontar. Y si tenía que admitirlo, tampoco las humanas sabían que estaban rodeadas de sus enemigos naturales porque simplemente no percibían un peligro en quienes las alimentaban y daban techo. Pero no estaba por ahora para importarle lo último ante tanto por hacer para que el resto de los humanos pudieran domarse como lo estaba haciendo con ellas de manera secundaria.

Aunque en realidad, aquella filosofía japonesa le había dado una idea. Una que no dudó en compartir al día siguiente.

-¡¿Juntar más de un ser en un solo cuerpo?! –Exclamó Omegle de tal manera, que hizo que desacomodara su ojo de vidrio. –Asgore, eso es…

-Extraño, lo sé. Pero si un solo individuo no puede conectar con el alma de Masao, tal vez puedan más de uno siendo uno solo. –Tenía el libro de Frankestein a la mano para aclarar su punto, aun cuando no era del todo necesario. –Con los ingredientes correctos pudiéramos lograr que exista el ser que pueda conectar con el alma de Masao.

-Supongo que parte de esos ingredientes es la obediencia. –Lo captó de inmediato y se puso a meditar un poco la situación. Percibiendo una tenue sonrisa en ello al dar con algo en lugar de acomodar su ojo. –Pensándolo bien… sí es posible ahora que obtuvimos un resultado interesante el día anterior con las dos niñas. Así que podríamos crear al individuo perfecto y moldearlo para que no tenga voluntad. Solo que tendría que extraer antes de tiempo la sangre de una de las niñas para comenzar la creación del suero DT, aun cuando se supone que no está del todo listo el proceso. Así que decide, ¿qué quieres que salga primero? ¿La creación de tu droga o la creación de un nuevo ser fusionado?

La respuesta tuvo que pensarlo un poco, aun cuando su prioridad siempre había estado en el alma por la carencia de conocimiento obtenido en ello. Así que finalmente tuvo que decidirse en obtener el máximo poder y ya luego vería el resto. Y a partir de ahí, la humana mayor pasó a múltiples experimentaciones de estrés con tal de elevar su adrenalina y poder extraer de su sangre la sustancia esencial para su objetivo. Algo a lo que Omegle llamaba "el sudor de la determinación" de forma burlesca.

Pero en ello, tenía que quedarse a cargo de la menor dado que no se estaba utilizando para los mismos experimentos y su socio requería total atención en la otra. Teniendo que llevarla de vez en cuando afuera ahora que ya caminaba y hablaba, siendo una molestia tener que hacerla de niñero para no contarle a su esposa sobre la intensidad del nuevo proyecto y que sufriera más de la cuenta aquello que estaba dispuesta a ignorar. Dejando que la menor jugara entre las plantas que tendría que tratar en cuanto se cansara seguramente, lastimándolas con sus torpes manos. O al menos, eso era lo que había creído hasta que la observó sentarse con cuidado para no aplastar nada, teniendo algo en sus manos de tal manera que no le permitía ver a su altura.

-¿Qué tienes ahí? –Se resignó a preguntarle por si se trataba de algo realmente importante para que tuviera su total atención.

-Una margarita.

-¿Y cómo sabes que se trata de una margarita?

-Es muy obvio que es una margarita. –Soltó la infante sin importarle que estuviera tratándolo por tonto. O tal vez, ¿era ella la que se había disgustado de que la tratara por tonta?

-¿A si? ¿Y cómo sabes que no se trata de solo maleza?

-No existe maleza en tu jardín. –Contestó con demasiada firmeza para tratarse de una niña. Observándole ahora directamente, con esos ojos tintos que habían cambiado en poco tiempo por la experimentación. –Toda planta aquí es cuidada y amada por ti.

Escuchar aquello le tomó con sorpresa al grado de sacarle una sonrisa. Y para asombro de sí mismo, los siguientes días haciendo lo mismo fueron menos tediosos desde entonces. Hablándole de todo tipo de flores con tal de hacer que pasara el tiempo más rápido, pero teniendo a una oyente bastante perspicaz y dispuesta a memorizarse cada palabra suya respecto a los cuidados distintos en cada planta. Teniendo la iniciativa poco después de hacer algo al respecto en cada hora de la cena con sus flores favoritas.

-¿Por qué las estás cuidando tú si sabes que yo las cuido? –Observó con detenimiento cada pétalo de las flores doradas para ver si no habían sido maltratadas en el proceso. Pero no era el caso.

-Porque te tardaste. Y las flores se sentirían tristes de que las hayas olvidado, así que aquí estoy para que no piensen eso.

-Las flores no piensan. –Soltó una risa por ese torpe comentario. A su vez que reconocía que estaba haciendo un buen trabajo con lo que le había enseñado. –Pero es cierto que se habrían marchitado un poco si no se regaban hoy. Así que gracias.

-No hay de que, papá.

Y en ese preciso momento, se dio cuenta de que algo estaba cambiando si aquella palabra no le había disgustado ahora. Acariciando el cabello de la niña tras un buen trabajo realizado con lo que había aprendido de él. ¿Así que así se sentía estar orgulloso de alguien más que no era él? Que raro era eso.

Así que desde entonces, dejó de inquietarle que las niñas le llamaran padre. Dejando que Asriel las tomara por hermanas en cuanto no se descuidara el proceso del suero DT que finalmente había podido ser extraído con éxito. Yendo mucho más allá con eso ante resultados tan sorprendentes y creando en ello el proyecto ., el cual debía de ser una de sus más grandes ambiciones para que así existiese un mundo en el que humanos y monstruos pudieran convivir como lo hacían sus hijos.

Chara era su esperanza de poder resultar con éxito todos sus proyectos, pero Frisk… sin duda alguna era quien mejor parecía comprenderle en cada palabra, incluso mucho más que varios adultos que se suponían que trabajaban para él. Prestándole demasiada atención en todo al grado de poder replicar de inmediato cada enseñanza. Entendiéndole en cada detalle, maravillándole de que fuese mucho más allá una vez algo aprendido. Sin duda alguna, era alguien increíble a su manera. Alguien que le hizo olvidar sus objetivos principales por obtención de momentos alegres como esos.

Y ese, había sido su error más grande. Rompiendo una de sus reglas más grandes que era mantenerse alerta en todo momento. Sin poder percatarse a tiempo de que dos de sus hijos habían escapado de casa por alguna razón, pero siendo apresados por humanos que no dudaron en matarlos sin importarles que se trataban de menores. Tan solo les bastaba querer vengarse de la muerte de Masao como líder de la delincuencia en Ebbot city, sin siquiera percatarse de que habían matado a la hija legítima de aquel que quisieron vengar. Teniendo que ver ante sus ojos como arrojaban el cuerpo inerte al acantilado con tal de dejar en claro el mensaje de burlarse de haber encontrado a su hijo con una humana.

Por supuesto, no se contuvo con nada ni con nadie. Dejando que su fuerza hablara por él, masacrando a todo aquel involucrado con sus propias manos para que sintieran toda su furia sin atajos. Continuando desquitándose con la policía y con todo aquel que se considerara autoridad y por ende, enemigo suyo por esa simple intención de querer estar arriba de él, cuando nadie podía estar arriba de un rey como él. Declarando en el instante que nunca más permitiría que algo así pasaría en su mandato. Rugiendo a una ciudad entera que él era quien tomaba las decisiones de cada integrante que tuviese intención de seguir viviendo en la ciudad. Su ciudad.

Teniendo que volver a casa con las manos ensangrentadas, pero vacías al mismo tiempo. Teniendo que consolar a su esposa que había perdido toda esperanza con aquella herida desgarradora que la humanidad le había hecho. Teniendo que llevar a cabo por su cuenta darle la noticia Frisk de lo sucedido. Y pese a que ambos habían llevado a cabo siempre conversaciones directas al no agradarle que se trataran por tontos mutuamente, aun así le fue difícil tocar el tema con una niña de seis años cuya mirada dejaba en claro que sabía que algo malo había ocurrido.

-Sabes sobre los helechos, ¿cierto? –Comenzó a hablar al momento de sentarse a su lado. Contemplando ambos el color de algunas flores con el atardecer.

-Sí. Son plantas que no tienen flor ni semilla. –Contestó Frisk con seriedad y sin verle directamente. –Se esparcen por medio de esporas que requieren humedad.

-¿Y sabes qué le ocurre a sus hojas si no tienen esa humedad?

-Mueren de inmediato.

-Te enseñé bien, ¿eh? Hablando sobre la muerte…

-Asriel y Chara no volverán, ¿cierto?

-No. –Contestó de inmediato al igual que había sido su pregunta. Agradeciendo de alguna manera que fuera así para no tener que dar rodeos. –Están muertos.

Las manos de la niña temblaron en el instante, pero no hubo ni una lágrima tras eso. Limitándose a ver directamente el frente para mantener la cabeza en alto mientras murmuraba "los niños grandes no lloran" una y otra vez con tal de mantenerse firme en algo que no parecía acorde a su edad, pero que le recordó a sí mismo al momento de perder a sus propios padres. A él también le había tocado esa clase de dolor, y había tenido que contenerse de todo malestar para sobrevivir con sus propios puños. Y ahora lo estaba viendo en alguien más, comprendiendo que no había cambiado realmente nada, no había destruido el mundo que creyó que había logrado dar frente. Todo el dolor estaba igual, todo se repetía.

Necesitaba cambiar eso de una maldita vez. Necesitaba recuperar a sus hijos. Necesitaba de ese maldito poder de Masao ahora.

Pero nada pasaba por más que se dispusiera a apurar las cosas. Simplemente el alma no cedía, no reaccionaba con nada. Incluso intentó finalmente absorberla ante la desesperación, pero simplemente el alma se rehusó a tener contacto alguno con él. Como si no cupiera en su pecho, como si no fuera digno de poseer todo aquello que provenía de su alma. Como si l comparativa de poderes fueran tan diferentes como para considerarlo formar parte de él.

A su manera, Masao se estaba disponiendo en fastidiarlo a toda costa, aun en su muerte.

-Una de ellas es tu hija, maldita sea, ¡¿qué no quieres recuperarla?! –Exclamó en voz alta pese a estar solo en el salón. Teniendo el alma en su mano sin poder siquiera oprimirla más ante el temor de terminar rompiéndola. –¡Coopera conmigo YA!

Pero nunca hubo respuesta. Simplemente Masao se había ido y no volvería nunca más para desafiarlo como nadie más lo haría. Ya no tenía enemigos con los cuales entretenerse y luchar por vencer o atemorizar tras estar finalmente en la cima. Ya no tenía la atención de su esposa, quedando perdida en su propio dolor por más que la viera a los ojos. Ya no tenía heredero al cual enseñarle todo y entregarle un mundo mejor moldeado por sus manos. Ya no tenía a la niña que había sido su esperanza de extraer la fortaleza humana, si ella al final había muerto como cualquier otro y demostrando que al final había sido un fracaso acumulado.

Tan solo tenía a Frisk ahora… y eso comenzó a aterrarle.

Aquella niña que también había sobrevivido a la experimentación y que se esmeraba en cuidar sus flores cuando él simplemente no podía. Aquella niña que sabía escucharle como nadie más, aquella niña que también podría lastimarle si la perdía… Pero no estaba dispuesto a detenerse por eso y por nada. No podía.

Ningún precio es demasiado alto para cumplir una meta acorde a sus propios ideales, se recordó. Y fue así como ordenó que la experimentación continuara en ella, en la pequeña Frisk, ahora que no había nada ni nadie que le detuviera. Teniendo finalmente el suero DT completado al aparentemente tener mejores resultados que Chara por tema de adaptabilidad, pero a su vez, teniendo que exponerla a algo que no se había intentado antes para lograr la compatibilidad.

-Los humanos no pueden poseer magia, pero pueden repelerla dependiendo de los casos. En este caso, a través de la voluntad. –El reptil le mostró el frasco con la sustancia creada. Pareciendo tan rojo como lo habían sido los ojos de Chara la última vez que le había visto. –Partí de esa idea para lograr matar dos aves de un tiro y pude estudiar a su vez el alma de El jugador. Ambos coinciden en que son determinados, literalmente hablando.

-¿Y qué tiene que ver eso?

-Todo en realidad. La niña Saito no solo puede generarte la sustancia con la cual crear tu droga, sino que puede ayudarte a conectar con el alma de El jugador… ya que pareciera reaccionar a la presencia de ella. –Asgore se giró con sorpresa al escuchar eso. –Teniendo un control de su estado primitivo, sería la criatura que necesitas para volverla un arma a tu voluntad. El arma que te entregue aquello que deseas.

Eran excelentes noticias. Algo que había deseado escuchar en mucho tiempo… pero no lo sintió así en el instante. No obstante, dejó que el proyecto continuara tras resultados tan óptimos y destinados en un solo cuerpo con el cual lograrlo. Además, si lograba finalmente extraer aquel poder que le daría la libertad de controlar el tiempo con sus propias manos, podría corregir todo aquello que le generaba tantos malestares, ¿cierto?

No importaba que se notara que Frisk sufría en las exposiciones, dado que no lo recordara al final, ¿cierto?

No importaba que cada vez le inquietara verla a los ojos por ese hecho, ¿cierto?

No importaba que tales sobreesfuerzos generaran que descuidara sus flores, su negocio y su matrimonio, ¿cierto?

¿Cierto?

¡¿CIERTO?!

-Omegle, ¿por qué no reacciona? –Preguntó un día que se suponía que debía de ser uno como cualquiera. Teniendo a Frisk en sus brazos para quitarle oxígeno y que regresara como siempre, pero llevándole mucho más tiempo de la cuenta. –¿Por qué no puedo desmayarla y que regrese a la normalidad?

-Es solo un efecto secundario. –Mencionó el reptil con demasiada calma para su gusto. Observándole con atención y teniendo sus manos entrelazadas sin disposición de hacer algo al respecto. –Mientras más peligro de muerte sienta, más agresiva se volverá para defenderse. Y eso hará que sus células se regeneren más rápido de lo que ya lo hacen.

-¿Pero por qué no está pasando nada esta vez?

-Creo que es… porque no siente que la vayas a matar. –Su voz sonó demasiado triste para su gusto. Incluso con algo de lástima que solo le hizo irritarse en el momento. –No eres un peligro para ella.

Por primera vez, pudo sentir cómo sus manos habían temblado por el miedo de que aquello que tanto anhelaba, pudiera conseguirlo a través de un riesgo que no se sentía nuevamente capaz de afrontar. En efecto, tener en sus manos el poder del tiempo era un anhelo que podía hacer realidad con tan solo seguir adelante, que le ayudaría a recuperar todo aquello que ya había perdido en el proceso y mucho más. Pero ¿qué tal si no podría recuperarla a ella? ¿Qué tal si el precio a pagar era sacrificar a Frisk, por ser la hija legítima de su antiguo enemigo? No tenía ni idea de cómo funcionaba ese poder después de todo.

Lentamente, terminó soltándola al grado de dejarla caer al suelo, del cual la humana no pareció importarle en lo más mínimo dado que comenzó a correr con manos y pies por todos los lados que el laboratorio le permitía. Actuando como todo can al que tuvo que ser expuesta para empatar comportamientos y que había terminando apropiando en tal estado.

-Tener hijas solitarias… –Comentó Omegle tras una breve pausa. Manteniendo su tono deprimente mientras observaba tal escena. –Son una gran debilidad, ¿verdad?

-No sé a qué te refieres.

-Asgore, somos socios desde hace años y…debo confesarte que sé que ella te importa. –Asgore se limitó a solo escucharlo. Realmente no quería verle directamente ante la posible humillación que estaba teniendo que le encontrara en un punto vulnerable. –Si continuamos, en verdad no habrá retroceso porque su organismo mutado fue diseñado para que no parara a toda costa. Y no creo poder encontrar un freno a tiempo, así que…

-Tengo que elegir.

Siendo su silencio el que comunicara de alguna manera que necesitaba manos extras para lograrlo, dejó que Omegle fuese quien se encargara de asfixiarla para que lograra recuperarse. Porque si bien era alguien que detestara que otros hicieran lo que bien pudiera hacer por su cuenta, en ese momento, era el tipo más inútil para algo que él mismo había iniciado.

Si bien era el mafioso más temido de todos los tiempos, el Don entre los jefes, la bestia que hacía que los humanos temblaran con la mención de su nombre, aun así, era alguien que sí tenía algo por perder. Y eso lo hacía débil como cualquier otro. No podía permitirse eso. Nunca más.

-¿Se lo has dicho a alguien más? –Preguntó Asgore sin necesidad de aclararse. Sabiendo que el reptil entendería a lo que se refería sin necesidad de verle directamente. –¿Esto se lo has contado a alguien más?

-No, solo a ti.

-Bien. Que se mantenga así.

Había tomado una decisión desde hace mucho tiempo. Y esa era siempre, ser el más fuerte de todos. No estaba para retrocesos de ningún tipo, ni mucho menos para arrepentirse a estas alturas. Por lo que lo único que podía hacer para corregir ese garrafal error de su parte… era precisamente deshacerse de sus propias debilidades por sí mismo.

-Al pueblo lo llaman "las ruinas" por lo viejo que está, pero ahí podrán estar a salvo y cómodas. –Le entregó a Toriel unas llaves y algunos papeles que le servirían, aun cuando le observara con ese gesto de desconcierto y susto. –El terreno le perteneció a mis padres. Incluso tiene un vivero que me regalaron en un cumpleaños, y sé que le gustará a Frisk pasar tiempo en él.

-No… entiendo. Gorey, ¿por qué…? ¡Yo no quiero separarme de ti! ¡Eres todo lo que tengo! ¡Mi vida!

-Necesito que la apartes de mi. De todo. –Le indicó tras detenerla de los hombros y de todo intento de su parte. Sabía que le haría tal escena por más que fuese la mujer con la que podía contar con muchas cosas, pero ciertamente ya no lo era tanto. –Siempre supiste que era el hombre capaz de hacer sacrificios a costa de lograr sus metas. Pues bien, este es el sacrificio por tomar ahora.

-¿Pero por qué yo…? –Su esposa comenzó a soltar lágrimas grandes. –¿Por qué debo ser yo quien cargue sola con esto?

-Eres la única en quien puedo confiar este secreto. Nadie mejor que tú para cuidarla.

Toriel no paró de llorar tras eso, pero finalmente tomó cada cosa que le entregó al respecto. Dándole las indicaciones que necesitaría para tener una vida plena, aun cuando significaba no volver a verse nunca más. En efecto, no era una decisión cómoda por tomar, pero alguien debía de tomarlas y siempre era él.

-¿Me extrañarás?

-No puedo permitirme ser débil, Tori. –Le respondió de inmediato, rehusandose a mostrar alguna pizca de inseguridad que pudiera darle pauta a que siguiera insistiendo. –Ni siquiera por ti.

-Bueno… yo sí te extrañaré. Y mucho.

-Lo sé. Ahora váyanse.

Dándole la espalda a lo que lo hacía débil, dejó que Toriel se fuera con la humana, permitiendo que la apartara lo más lejos posible sin siquiera despedirse, sin permitirse recordar su rostro una última vez. Sabiendo que no volvería a verlas nunca más, a menos, que lograra resolver cómo demonios obtener el poder absoluto con otras alternativas que no tenía idea de dónde escarbaría para ello. Le había tardado años poder dar con un avance y ahora tendría que iniciar de cero ante la debilidad que había presentado en ello. Pero no dispuesto a rendirse en cuanto el alma de Masao pareciera querer retarlo de alguna manera.

Pues bien, nunca más le ocurriría ser débil. Porque Asgore Dreemurr ya no tenía familia y no tenía amigos. Solo aliados o enemigos.

O eso había pensado hasta hace unos minutos que se le habían hecho eternos, aun cuando había pedido inmediatez lograda.

-Los testigos mencionan que se presentó como Frisk Dreemurr, demandando tener acceso a una cuenta bancaria vinculada a un pequeño terreno abandonado en Snowdin. –Explicó el búho que, además de ser su mayordomo, fungía como un abogado de vez en cuando. –Después de eso se la llevaron a la fiscalía para un interrogatorio, pero nadie supo en qué concluyó ello dado que los Gaster atentaron contra el lugar sin llevarse algo consigo, pero coincidiendo con la desaparición de la humana en cuestión.

-¿Y qué ocurrió con esos testigos que mencionas?

-Los maté en cuanto declararon, justo como usted me lo pidió, señor.

Asgore tuvo que aguantarse todo malestar mientras contemplaba facturas bancarias sobre su escritorio. Papeleo que siempre detestó encargarse al parecerle de complejidades absurdas en un sistema que cambiaría en una oportunidad, por lo que siempre le había dejado semejante labor a alguien más que claramente no se dignó en mencionarle alguna anomalía a la brevedad.

-Bien. Gracias por tu labor. –Tomó las copias de facturas de retiro para verlas más de cerca, pero nada de ello le comunicaba nada más salvo el tiempo transcurrido. Todas eran de un mismo día, pero en diferentes bancos. Lo cual ya era bastante extraño para empezar. Iniciando con el hecho de ser el día en que los Gaster escaparon de prisión. –Sabes que te mataré si haces mención de esto a cualquiera, ¿cierto?

-Sí señor.

-Pues ya puedes retirarte. –Quemó tales papeles en el instante en sus manos. –Llama a Undyne y dile que venga de inmediato.

El búho hizo una reverencia antes de retirarse lentamente de su oficina. Dándole una breve pausa silenciosa entre paredes para meditar aquello que no tenía ni idea de cómo procesar.

La cuenta bancaria a su seudónimo destinada solo para que su esposa, "Leriot Murderer", tuviese acceso a ello y no le faltara nada, la locación de su antiguo hogar que ciertamente creyó deshecho todo este tiempo tras su última disputa con Rudolph, la mención de su apellido en alguien más que cualquiera tomaría por locura semejante acción… La coneja afirmando conocerla desde hace tiempo, viviendo en Snowdin, justo donde estaba el tren que conectaba con el pueblo y más… Sabiendo muy bien su nombre y su vinculación con ella…

¿Qué… demonios… había estado pasando… TODO ESTE MALDITO TIEMPO?

Se había encargado personalmente de mantener discreción en todo ese tema, enterrándolo incluso de alguna manera para no tener que pensar nunca más en ellas. Todo en cuanto se mantuviera tranquilo ello sin necesidad de tener que enterarse de algo. Creyendo que todo había marchado a la perfección al final… Pero… ESTO, NO ERA NADA PERFECTO. ¡¿QUÉ DEMONIOS HABÍA PASADO?!

¿Le había pasado algo a Toriel para que Frisk estuviese en la ciudad ahora? ¿Y qué demonios hacía ella en Ebott city? ¿Qué necesidad tenía ella aquí para empezar? ¿Cómo era que había accedido a su cuenta bancaria? ¿A su antiguo hogar? ¿A su antigua vida? ¡Si era una niña! ¿Cómo había logrado moverse por su cuenta con sus cosas sin que él se enterara en todo este tiempo? O esperen, ¿cuántos años debía de tener ya? ¿18? ¿19?

Por una humana, el primogénito Gaster había interferido en un atentado hacia un estúpido traidor hace meses. Por una humana los Gaster eran traicioneros a la causa monstruo que él mismo había impuesto sobre todos. Por una humana que algunos aseguraban ser la amante de ese sujeto que pidió a Wingdings que matara si quería su perdón y no lo hizo.

¡MALDITA SEAAAAAAAAAAAAAAA!

Su enojo había terminado en incendio inmediato. Quemando toda la habitación sin siquiera importarle ese hecho. Estaba furioso y no del modo que le agradaba que le retaran. Estaba dispuesto a acabar todo Snowdin de un solo golpe si no obtenía respuestas inmediatas de lo que estaba ocurriendo con ese hecho. Estando tan dispuesto ahora mismo, que instintivamente invocó su tridente como si quisiera atravesar a alguien con él.

Y tenía una breve lista en mente para ello.

-¿Asgore… señor? –Escuchó que Undyne se había acercado con paso prisa, estando tras su espalda contemplando seguramente todo el desastre que él mismo había creado. –¿Qué es lo que ocurre?

Apenas se dignó en girar su cabeza para verla de reojo, notando que le contemplaba con temor al nunca haberle visto en tal estado. Envuelto en sus propias llamas sin siquiera importarle que se extendiera cuando era algo que otros se encargarían al momento sin siquiera indicarlo.

-Bien. Te escucho. –Marcó cada palabra con enojo. –¿Qué es lo que querías contarme sobre una humana?

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Por varios problemas técnicos en casa es que me atrasé un poco más en subir este capítulo, así que agradezco una vez más la paciencia y cariño a esta historia.

¡Michi fuera!