Yo fui un abominable adolescente Parte 2
—Nada mal, eh? —dijo Eda, terminando de atar una bolsa llena de unas esferas naranjas por su bastón flotante—. Esa criatura estaba llena de huevos —agregó palmeando dichos objetos con su diestra.
King, quién estaba sentado sobre lo que parecía ser un viejo aire acondicionado, dijo en tono sarcástico:
—Uoah —Cerró los ojos y se tocó la barbilla con la pata diestra—. Pierdes unos aprendices, pero ganas huevos de la basura —Sonrió burlonamente encogiéndose de hombros—. Gran negocio.
Eda lo miró ofendida.
—Yo no perdí nada.
—Si no les enseñas bien a los hermanovios lo harás —le informó King, antes de ponerse de pie y llevar las patas a sus caderas—. Y allí es donde comienza mi plan —Adoptó una pose desafiante—. ¡Recuperaré a Queenie!
Bastante molesta, Eda volteó hacia el "rey de los demonios" con los brazos en jarra.
—Oh, por el grotesco amor del titán ¿Otra vez con eso, pequeño libidinoso?
King entrecerró los ojos.
—Tú, bruja desalmada y sin corazón —Apuntó a la dama búho con su índice diestro —. Me quitaste a mi compañera, a mi confidente, a la futura progenitora de mis herederos... ¡A MI REINA!
Eda se apoyó de espalda y brazos contra su bastón flotante.
—Arriesgándome a sonar como la vieja Gwendolyn —Apuntó su índice siniestro hacia el "rey de los demonios"—. Ya te dije que fue lo mejor. Aún eres demasiado joven y tonto para eso.
—Te crees tan inteligente —King puso los brazos en jarra, antes de bajar del viejo aire acondicionado de un salto, y caminar hacia la dama búho—. Bueno, hagamos una apuesta donde pueda demostrarte que eres una pésima maestra.
—Ok —se burló Eda, sacando un libro de tapa verde con el dibujo de un par de coloridas manos (rojo y gris) agarradas entre sí, y unas letras amarillas que decían "Apuestas unilaterales de Eda y King" de su frondosa cabellera mientras caminaba hacia el rey de los demonios—. Me veo obligada a recordarte que solo uso nuestras apuestas para humillarte por completo y... —Se acuclilló frente a dicha criatura y abrió el libro por una página que mostraba el dibujo de las cabezas de este y ella misma sobre un trío de cuadritos sellados de "fallas" y estampados de estrellas amarillas en lateral—. Que nunca ganaste.
—Me gusta esa estadística —declaró King desafiante.
Eda cerró el libro.
—Entonces... —Miró al "rey de los demonios" con una ceja levantada—. ¿Qué se supone que debo hacer?
King adoptó una expresión maligna.
—Enséñales algo más interesante a los hermanovios, demuestra que puedes ser una mentora decente en un solo día, y aceptaré la pérdida del amor de mi vida. Pero si no lo haces; me la regresarás y... —Hizo una leve pausa para pensar cuál sería la acción más humillante para alguien como Eda y soltó una risita diabólica antes de proseguir—: Deberás ir al reino de los humanos, buscar a tu ex esposo y reconciliarte con él —Soltó otra risita diabólica, pero una más fuerte que la anterior—. Usando un vestido de novia.
Eda embozó una sonrisa irónica.
—¡Ja! Tienes que estar bromeando.
—¿Le parece, señora Pines? —le preguntó King en tono burlón.
Eda entrecerró los ojos.
—Bueno, si pierdes; en lugar de llamarte King te llamaré... —empezó a decir en un tono glacial para después sonreír con malicia—. Cubone.
King puso una cara de póker.
—¿Cubone?
—Es un juego de palabras humano que significa...—Eda iba a decir "Huérfano huesudo", pero como prefirió no arriesgarse a herir los sentimientos del "rey de los demonios", se lo pensó mejor—. Bufón huesudo —Luego, hurgó nuevamente su frondoso cabello con la diestra y sacó lo que parecía ser un pedazo de hueso blanco—. Y por supuesto... —Agitó el hueso de manera burlona—. También repetirás tu nuevo nombre una y otra, y otra vez mientras sostienes este hueso durante un buen tiempo.
—Hecho —afirmó King.
La dama búho abrió nuevamente el libro que sostenía en su otra mano y, en una página donde parecía haber un "contrato" escrito, la criaturita "firmó" en una línea cerca del nombre "Eda" con la huella de su pata derecha.
Acto seguido, después de regresar tanto el libro como el hueso a su frondoso cabello, Eda dirigió la mirada hacia un huevo naranja que estaba en el suelo, lo recogió con la diestra y se puso de pie.
—Sí... —empezó a murmurar, al tiempo que observaba a una desarrollada cría de babosa que se movía y chillaba dentro de dicho objeto—. Creo que el control y la domesticación de bestias sería una lección más interesante, pero... —Se interrumpió a sí misma, miró a su alrededor y luego a King—. Oye, ¿dónde están los gemelos?
—Luz regresó a la casa búho para mirar fotografías de animales que aún están vivos, y Luis fue a hacer popó en el bosque—respondió el "rey de los demonios" con simpleza, apuntando en dirección a dichos lugares con el índice zurdo.
Eda contuvo una risa ante el último comentario.
—Tendré lista una pomada por si acaso.
—Buena idea —le siguió el chiste King, apoyando las patas en su hocico—. Como no hay hojas del pachoncito...
Y sin poder contenerse más, se echaron a reír a carcajadas.
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«¿Qué demonios estoy haciendo con mi vida?»
Respirando hondo y saliendo de su escondite, Luis arrojó la bomba molotov (fabricada y encendida por él mismo usando una botellita de perfume, un pedazo de algodón y su móvil Taser) hacia una descontrolada bruja de las plantas luego de gritarle:
—¡OYE CALMATE! ¡VAS A DESTRUIR EL BOSQUE!
Willow oyó la voz del chico Noceda y, todavía con los ojos brillándole de un color verde limón, volteó en dirección a este solo para encontrarse con una violenta llamarada que la asustó, haciéndola caer de nalgas mientras las ya inamovibles enredaderas ardían. La bomba molotov explotó aproximadamente a medio metro de ella, con un ruido apenas audible.
Luis esperó a que el fuego disminuyera y se acercó corriendo a la chica regordeta.
—¿Estás bien? —le preguntó, ayudándola a levantarse.
Willow miró alrededor y se horrorizó al ver el desastre.
—¡No no no no! Lo siento mucho.
—Descuida —trató de calmarla Luis con una sonrisa amigable—. No hubo daños que lamentar.
Sorpresivamente y con los ojos bien abiertos, Willow se inclinó hacia el chico Noceda, haciendo que este se ruborizara.
—Son... Redondas —dijo tras fijarse en sus orejas.
Luis inclinó la cabeza hacia un costado.
—¿Sí?
Willow jadeó.
—¡Eres humano! —se sorprendió con los ojos brillosos—. ¡Es asombroso! —Posó sus manos sobre las mejillas de Luis, provocando en él más rubor y que su temperatura corporal aumente—. Un humano en este lugar —Recorrió alrededor del chico y le levantó el brazo zurdo para examinarlo mejor—. ¿Cómo llegaste? ¿Qué estás haciendo?
—¡Oye, eso no se le hace a una persona desconocida! ¡No seas mal educa...! —el regaño de Luis fue interrumpido por el sonido de una campana escolar.
—Ahm... —Willow soltó el brazo del chico Noceda y se puso frente a él—. Lo siento, no puedo quedarme —Abatida, bajó la mirada—. Debo ir a decepcionar a mi maestro —Dio media vuelta y empezó a alejarse con el puño zurdo cerca del pecho, y la diestra levantada a modo de despedida—. Fue lindo conocerte humano.
Viéndola irse, Luis se dio cuenta de que algo había en aquella chica regordeta que le hizo querer ayudarla de alguna forma. Parecía una buena persona, y no merecía ninguna clase de sufrimiento.
—Espera —Corrió tras ella y la alcanzó justo cuando recogía sus útiles escolares—. Permíteme presentarme, me llamo Luciano Noceda, pero puedes decirme Luis... Si prefieres —Se aclaró la garganta—. Y tú eres Willow Park ¿verdad? —Caminó hacia la chica regordeta mientras señalaba hacia las achicharradas enredaderas con el índice diestro—. Lo que hiciste con esas plantas fue bastante impulsivo, irresponsable y peligroso.
Algo más abatida que antes, Willow volteó a mirarlo con la palma diestra apoyada en su brazo zurdo.
—Lo sé... y...
Luis embozó una pequeña sonrisa.
—Pero también increíble.
—Ehm... gracias —le agradeció Willow con una fugaz sonrisa, antes de mirar al suelo nuevamente abatida—. Pero, se supone que no debo hacer magia con plantas —Cerró los ojos—. Mis padres me anotaron en la escuela para hacer abominables.
Luis se cruzó de brazos.
—Hablas de una escuela de magia ¿no? —Se frotó la barbilla con la diestra luego que la chica regordeta asintiera unas tres veces con la cabeza—. Eso si es interesante —Amplió su sonrisa—. ¿Sabes? Mi hermana gemela te envidiaría.
De pronto, Willow soltó un leve chillido de júbilo y agarró al chico Noceda de los brazos.
—¡Espera! ¡¿Tienes una hermana?! ¡¿También está aquí?!
—Sí, sí... —afirmó Luis entre ruborizado y nervioso por la cercanía de la chica regordeta.
Willow lo soltó, y levantó los puños hasta la barbilla en señal de un entusiasmo (el que Luis notó casi al instante) similar al de Luz.
—¡Dos humanos en las islas hirvientes! ¡Es doblemente asombroso! ¿Cómo se llama?
Luis respiró hondo tratando de calmarse y, lentamente, respondió:
—Su nombre es Lucinda, pero le gusta más que la llamen Luz. Actualmente, es una aprendiz de bruja, pero no está satisfecha con las lecciones de su maestra por considerarlas... "No muy tradicionales". —Hizo un gesto de comillas con los dedos—. Además, esa vieja decrépita no parece dispuesta a mandarla a ninguna institución mágica. Quizás por una buena razón, pero de todos modos desearía saber el por qué.
—Y yo tener una buena calificación de una vez por todas —dijo Willow en tono desanimado. Tenía las manos juntas sobre su vientre—. Dejarían de llamarme "La casi bruja Willow" —Pateó la sustancia viviente del suelo (provocando que esta soltara un ligero bramido al tiempo que su único ojo se movía), y se tocó las caderas—. Y de paso también perder unos cuantos kilos para que Satan deje de llamarme "Pan de mo..." ¿Eh?
Repentinamente, su melancolía se vio interrumpida cuando Luis la agarró de los hombros y, mirándola fijamente a los ojos, le declaró con seria vehemencia:
—Escucha... Sobre eso último... ¡No le hagas caso a ese abusivo! ¡Tú no eres ningún feo Pan de mono! ¡No señor! ¡Tu eres una linda flor de MIMOSA! ¡Recuerdalo!
«Flor de Mimosa... Flor de Mimosa... Mimosa... Mimosa...», aquellas palabras hicieron eco en la cabeza de Willow. Se quedó viendo a Luis con los ojos brillantes como luceros y las mejillas teñidas de rojo.
—Mimosa... —El chico Noceda hizo una mueca por la confusión en el nombre de la chica regordeta, pero rápidamente se corrigió—. Willow... ¿estás...?
Willow sonrió con los ojos cerrados.
—Lindo —dijo en un impulsivo tono azucarado.
—¿Qué?
Luis no tuvo la más mínima idea de lo que la chica regordeta quería decir con "lindo", hasta que esta prosiguió:
—El apodo... Mimosa... Me gusta.
—Ahmm... —Levemente ruborizado y cohibido, Luis se aclaró la garganta—. ¿Sabes?, creo saber como conseguir lo que queremos y/o necesitamos —Por un instante, dirigió la mirada hacia la extraña sustancia del suelo—. Me haré pasar por tu... ¿Cómo es que se llamaba...? Abominable. Así obtendrás una buena calificación y yo sabré si esa escuela mágica tuya es o no segura para mi desjuiciada hermana —Le dedicó una sonrisa levemente insegura a la chica regordeta—. Sé que es poco ortodoxo, pero supongo que nunca puedes hacer un omelette sin romper algunos huevos.
—¿Qué? —exclamó Willow.
—Vi el de ese tal Satan —pronunció Luis el nombre como si le dejara mal sabor de boca—. Si mal no recuerdo... Era algo como una mezcla de componentes con una extraña forma de hablar —Señaló hacia el arruinado abominable de la chica regordeta con el índice diestro—. Si me cubro con eso y comienzo a hablar raro... Bueno, debo suponer que ya entendiste mi punto ¿no?
—Es... cierto... —reconoció Willow ruborizada y con los puños por debajo de su barbilla, antes de reír entre dientes—. Ok, trato hecho... —Le extendió la diestra al chico Noceda, y este la tomó—. Luis.
Luis le dedicó una sonrisa amigable.
—Bien.
—¿Puedes devolverme mi mano? —le pidió Willow alrededor de unos diez segundos después, poniéndose la zurda en la sonrojada mejilla y sonriendo con dulzura.
Luis ensanchó los ojos y la soltó lo más educadamente que pudo.
—Lo siento, Mimosa —se disculpó con las mejillas ardiéndole.
