La casa ambulante de Hooty Parte 1

En la sala de la casa búho, sentada en medio del alargado sofá, con las piernas cruzadas, la mirada desafiante, una sonrisa que demostraba confianza, y un quinteto de cartas (cuyos símbolos traseros de ojos cobraron vida) que barajó artísticamente con sus propias manos, la dama búho estaba lista para enfrentar a su rival.

—Te aplastaré, Cubone-cito.

Desde su asiento (un par de libros apilados uno encima del otro) al otro lado de la mesa nido, King entrecerró los ojos, sosteniendo sus propias cartas.

—No si te aplasto primero, bruja Maruja —Soltó una maliciosa risilla—. Ganaré este tonto juego y… —Miró coquetamente a su "reina", quién estaba sentada en el brazo derecho del gran mueble—. Dedicaré mi victoria a la reina de los demonios.

Queen le devolvió una mirada cargada de dulzura.

—Ñaa, mi rey~ Te quiero tanto~

—Mírenlo bien, niños —comenzó a explicarles Eda a los mellizos Noceda, quienes estaban sentados a cada lado de ella; Luz a la izquierda, y Luis, del lado opuesto—. El Hechi-Poker es el juego más complicado de las islas hirvientes. Cualquier bruja de verdad sabe como jugarla.

—Oh, mira, cartas —señaló Luz emocionada—. Rectángulos de papel que divierten a los adultos.

—Dirás que los atonta, más bien —la contradijo Luis, indiferente.

Eda lo miró de reojo, con cara de reproche, y colocó en la mesa una carta, que empezó a brillar junto con las demás.

King rió malignamente, viendo como tanto sus cartas como las de la dama búho cobraban vida, y se atacaban entre sí, tras soltar un rugido de batalla.

—¡Ñaaaaaa! —animó Queen entre gestos—. ¡Duro, valientes paladines! ¡Por el rey!

—Entonces cuando sientes que tus cartas no podrán ganar ¡Ahí es cuando tienes que usar tu comodín!

Eda levantó una carta roja con la imagen de una torre que brilló en un resplandor verde. Luego, todas las cartas de King estallaron en llamas, para después formar la palabra "Ganadora Eda" en el aire.

—¡Nooooooo! —se lamentó King, agarrándose el cráneo con ambas patas.

—¡Woohooo, Gané! —celebró la victoria Eda, levantando los puños al aire—. En tu adorable cara de hueso —agregó, apuntando el índice zurdo, hacia King, quién parecía desconsolado.

—Lo siento, mi reinita. Te he fallado… Te he fallado…

Queen bajó del sofá, y se acercó a él para consolarlo con un abrazo.

—Ya, ya, amor mío —Le dio una cariñosa lamida en el lado derecho del cráneo—. Para mí siempre serás un ganador.

Poniéndose de pie, Eda siguió celebrando:

—Oh, me encanta el sabor de la victoria. Se siente… ¿Plumoso?

De pronto, los mellizos la miraron nerviosos, ya que le habían crecido algunas plumas en los hombros y antebrazos.

—Aah, Eda… —intentó decir Luz, pero Luis terminó la frase por ella en tono serio.

—Está pasando otra vez.

—¿Qué está pasando otra vez? —les preguntó Eda.

Queen la apuntó con el índice diestro.

—Ñaaa, fíjate bien.

—¡Tu maldición regresa! —exclamó King.

Tras echarse un vistazo, Eda jadeó entre sorprendida y asustada.

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—Oh, no —dijo Eda, una vez abierto un cofre plateado que tenía en su habitación, mientras Luis, Luz y los "reyes" adoptaban una mirada preocupante—. Esto es terrible —Agarró una de las botellas vacías del interior de dicho objeto para examinarlo—. Ya no me queda elixir.

—Aah, la última vez que pasó esto, te convertiste en esta cosa —le recordó Luz, levantando su telefono que mostraba la imagen de la bestia búho.

—Y casi nos matas a todos —agregó Luis serio.

—Sé que debería estar asqueada, pero… —Eda echó un vistazo a su temible alter-ego, y se acarició orgullosa el cabello con ambas manos—. Ese estilo es salvaje.

Los mellizos le dieron una mirada de reproche.

—¡Eda!

—Es cierto, es cierto —dijo Eda, agitando las manos—. Debemos ir al mercado —agregó, golpeándose el puño zurdo en la palma diestra.

Emocionada, Luz levantó los puños al aire.

—¡Mercado!

—¡Ñaaa, robaré todo lo que no está atornillado! —vitoreó Queen felizmente.

King la miró lleno de orgullo.

—Esa es mi reina —y le dio una lamida en el costado izquierdo del cráneo, haciéndola reír.

—Como derraman miel ustedes —les dijo Luz divertida.

—Antes de irnos... —Eda levantó la palma diestra para detener al cuarteto que se dirigió hacia la puerta—. ¿Alguien quiere jugar una vez más al hechi-poker? —Palpó su bolsillo, pero tales objetos no estaban allí—. Ey, ¿y mis cartas?

Luis sacó el mazo (que se lo había robado a la dama búho en un descuido) de su bolsillo canguro, y se lo entregó a King, quien se acercó a él.

—Tome esto y comience a correr, majestad —le susurró con seriedad.

—Ella tendrá que seguirnos —agregó Luz con el mismo tono.

El "rey de los demonios" lo agarró con la boca, y salió corriendo en cuatro patas, seguido tanto de Eda como de Queen, quienes le gritaban:

—¡King, mal perdedor! Devuélveme mis cartas.

—¡Ñaaaaaaa! ¡Corre, mi rey, corre! ¡Y no mires hacia atrás!

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Con la capa que ocultaba todas sus plumas, Eda llamó golpeando al cerrado puesto "Mr. Elixir" del mercado con des-paciencia:

—¡Ey, abre ya Morton!

—Oh, espera. Un minuto —dijo alguien dentro del negocio, mientras los "reyes" jugaban a perseguirse, alcanzarse, y luchar en el suelo.

—¡Ja ja ja ja, no,no, espera! —reía King por las cosquillas que Queen se puso a hacerle—. ¡Me hago pipí! ¡Ja ja ja ja!

—¿Hay algo mejor que observar a los que viven en el reino de los demonios, Luchito querido? —le preguntó retóricamente Luz a su hermano mellizo, con quién compartía un banco de madera—. Porque yo creo que no —agregó divertida, viendo a los "reyes" jugar.

A un suspiro de Luis, Luz dirigió la mirada hacia un trío de demonios que esperaban en (lo que parecía ser) una parada de autobús, cuando un huevo gigante rodó hasta ellos, solo para que un polluelo gigante nazca de este y se vaya volando, permitiéndoles entrar.

Acto seguido, uno de los pasajeros cerró el huevo y este se alejó rodando.

—¡Esperen, esperen!

Naridela (mejor conocida como "La ex-prisionera de las conspiraciones") trató de alcanzar al "huevo-bus", pero falló.

—Aw, se fueron.

—Recuérdenme nunca tomar un autobús aquí —comentó Luis, indiferente—. E to´a una huevada.

Ambos rieron por lo bajo, pero dejaron de hacerlo cuando vieron como la ex-prisionera de las conspiraciones huía asustada de un grupo de encapuchados que llevaban a una enorme bestia demonio toro-gusano amarrado sobre un carro de madera.

—Wow, eso es un desfile perturbador—comentó Luz.

Luis frunció el ceño.

—No es un desfile, nutria —negó en tono serio, mientras observaba como el toro-gusano casi mordía al que parecía ser el jefe (un demonio azul con un parche en el ojo), quién luego lo dejó inconsciente con un hechizo de electricidad verdosa—. Son cazadores de demonios. Peligrosos nómadas que capturan y venden las bestias más poderosas.

Luz le dedicó una mirada interrogativa.

—¿La sabiduría de Long Horse?

—Sí —afirmó Luis, indiferente.

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—¡Morton!

Con la paciencia casi agotada, Eda golpeó más fuerte la ventana del puesto de elixires.

—Si no abres pronto, juro qué…

El empleado del negocio, quien era un joven larguirucho de piel pálida, ojos castaños claros, orejas puntiagudas y cabello castaño corto, que llevaba un sombrero de embudo gris, una blusa verde menta de manga larga con guantes sin dedos, un vestido superpuesto marrón largo con mangas cruzadas y un cinturón marrón oscuro con un collar de rana, finalmente abrió la ventana.

—Perdón Eda —se disculpó—. Estuve toda la noche probando pociones, y por alguna razón no me siento bien —agregó, agarrándose el vientre con las manos.

Eda colocó una botella de elixir vacía sobre el mostrador.

—Se me acabó el jugo, amigo.

—Oh, no. Déjame ver que puedo hacer.

Y el joven se agachó, dispuesto a buscar tal producto.

—Oh, mi dulce reina… Todo es maravilloso… ¿Alguna vez te he contado sobre los murciélagos y las moscas?

Aquel comentario provocó que Eda voltease hacia los "reyes" para regañarlos, entre las risas de los mellizos Noceda.

—¡Oigan, oigan, compórtense!