Libros encantados Parte 2

—¿Vas a dejar que te trate así?

Luz se detuvo y volteó para ver a una chica de cabello púrpura, vestida con el uniforme del aquelarre de abominables, quién sostenía una lonchera de cuero café en la mano izquierda y estaba apoyada de espaldas contra uno de los libreros con los brazos cruzados.

—¿Quién eres tú? —le preguntó.

Amity soltó una risita tierna.

—¿Yo? —Se apuntó a sí misma con el pulgar derecho, para después acercarse a la chica Noceda—. Solo una benefactora en una generosa misión. Mira esto… —Luego, miró hacia el chico Clawthorne—. ¡Ey, estrella de la mañana!

Satan cerró los ojos, y respiró hondo, como tratando de calmarse.

—Mamadalia dijo que no olvides tu almuerzo —Sostuvo en lo alto la lonchera, mientras el chico Clawthorne se le acercaba—. Y que dejes de ser malo con tu amiga.

Satan tomó la lonchera.

—Ella no es mi amiga, Manoplas —dijo fríamente, provocando que Luz, herida, bajase la cabeza.

Amity colocó la diestra sobre el hombro zurdo de la chica Noceda, y rió entre dientes.

—Sí, tiene sentido. Es demasiado genial para ti.

—¿Lo soy? —preguntó Luz.

Satan embozó una desagradable sonrisa .

—¿Por qué no se van a la entrepierna del titán? —les dijo, antes de dar media vuelta y marcharse por donde vino, mientras Amity reía con ganas.

Luz miró a la brujita peli-púrpura, y esta le guiñó un ojo, provocando que se ruborice, riendo un poco.

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—Ahora te recuerdo —comenzó Luz, mientras Amity y ella paseaban por la biblioteca—. Eres la princesa loca que se explotó la cabeza en el auditorio de la convención.

Amity rió, dulcemente.

—Manoplas Batatita I —se presentó, dejando de caminar.

Luz alzó una ceja, haciendo lo mismo.

—¿Cómo?

—Manoplas Batatita I —repitió Amity, mostrándose falsamente arrogante—. Cabeza y fundadora del aquelarre de princesas mágicas, sin mencionar también la suprema gobernante del reino de voyapedorrearme.

Luz no se permitió caer en la broma.

—¿Vas a pedorrearte? —preguntó con una sonrisa maliciosa.

Amity no respondió, y levantó el índice diestro.

Luz la miró como si fuera un bicho raro.

—¿En serio?

Amity siguió sin responder y con el índice levantado hacia la chica Noceda, pero después embozó una sonrisa de oreja a oreja.

—Ok, veamos.

Y dicho eso último, Luz jaló el dedo de la brujita peli-púrpura, y esta soltó una sonora flatulencia que causó que las dos estallaran en carcajadas.

—Shh —fueron chistadas por alguien.

—Eres tan graciosa —afirmó Luz, secándose las lágrimas de risa con un pañuelo que sacó de su bolsillo diestro—. Y un poco asquerosa —agregó, cubríendose la naríz.

Amity dejó de reir, y finalmente, habló:

—Y, el nombre en lo que concierne a la formalidad… Yo soy Amity Blight, la hermana de Satan.

A Luz le brillaron los ojos.

—¿Su hermana?

Amity adoptó una expresión seria.

—Bueno… No su hermana de sangre —admitió—. Resulta que la señorita Lilith decidió ponerlo en adopción cuando nació, pues ella no podía criarlo por su trabajo en el aquelarre del emperador y, mis padres tampoco querían que yo crezca sin compañía de un hermano o hermana… —Miró a Luz, volviendo a sonreír—. Entiendes de lo que estoy hablando, ¿no?

La chica Noceda asintió, devolviéndole la sonrisa.

—Sí, lo entiendo. No te…

—¡Yayy!

De pronto, la brujita de cabello púrpura se abalanzó sobre la chica Noceda, y la abrazó con fuerza, pegando su mejilla con la de ella.

—¡Lo que tienes de linda, lo tienes de inteligente!

—Ahm… Me estás sofocando —le avisó Luz con voz apagada, y las mejillas coloradas.

—Oopsy Doopsy

Amity la soltó, divertida.

—Ji ji, una disculpa. Y volviendo al tema de la estrella de la mañana… Vi como tu "abominable" hermano lo avergonzó en la escuela, y tú en la convención de brujas. No lo dudes, los odia.

—Lo sé, pero no era nuestra intención hacerlo —dijo Luz, apenada—. Creí que podíamos ser amigos, pero parece que…

—Él es una pérdida de tiempo. Yo soy mucho más divertida. Sígueme.

Amity tomó a Luz del brazo izquierdo, y la arrastró gentilmente, soltando una dulce risita.

Tras acercarse a un letrero que decía "Ficción, No Ficción", con la ayuda de Luz (quien le permitió subirse a sus hombros), Amity borró el "No" con su palma diestra.

—Y aqui llegamos a nuestro sector no ficción.

Un bibliotecario tríclope les estaba dando un recorrido a una bruja y un par de demonios, cuando miró el letrero y jadeó bruscamente.

—¿Ficción? ¿Ficción? —Cayó de rodillas—. ¿Nuestro mundo es ficción? Entonces, ¿ya no hay nada real en mi vida?

Y se echó a llorar en el suelo.

Distraído por un libro que leía, el bibliotecario recepcionista colocaba unos libros en un estante, pero estos volvían mágicamente a su carrito. Amity y Luz reían, mientras la primera controlaba los libros con su magia. Luego, la peli-púrpura hizo que el bibliotecario guía (quién estaba colocando unos libros en otro estante, pero más alto y sobre una escalera), cambiara de lugar con el recepcionista.

—No, ¡No otra vez!

Tras darse cuenta de la broma, el bibliotecario guía volvió a sollozar, mientras su colega caía de la escalera.

Luego, Amity levantó un libro y sopló el polvo de este sobre los cajones vivientes de antes, que estornudaron, soltando papeles por todas partes. Ella rió junto con Luz, cuando esta se levantó de una pila de libros donde se había sentado, para correr bajo la "lluvia".

—Mm, ahora estamos en problemas —interrumpió la voz de Satan, mientras un nada contento bibliotecario recepcionista estaba de pie con los brazos cruzados a su izquierda.

—Espera, ¿y Gary?

—Aquí —El guía llegó y vio el caos, antes de volver a sollozar en el suelo—. ¡Noooo!

Luego, el recepcionista las empujó fuera de la biblioteca.

—Hicieron que leer sea muy divertido ¡Fuera de aquí!

Cerró la puerta y las dos chicas estallaron en carcajadas.

—Ahora Satan estará más enojado —comentó Luz, con la diestra en la mejilla—. No creí que eso fuera posible.

—No, cuando estrella de la mañana está enojado dice algo como… —Amity frunció el ceño, y agravó su voz—. Anáthemá mou tin týchi.

Ambas volvieron a reír, y se miraron ruborizadas.

—Eres muy divertida, humana.

—Tú también, princesita.

Amity amplió su sonrisa, se inclinó hacia Luz, y se susurró:

—Escucha, regresaré esta noche. Hay cierto libro que tengo que "estudiar" —Colocó la zurda debajo su barbilla—. Y… Se rumorea que también hoy la estrella llorona liberará un extraño hechizo mágico. ¿Vendrás, amigui?

Luz se encogió levemente de hombros.

—Seguro —aceptó, emocionada.

—Genial —dijo Amity, dando media vuelta y bajando las escaleras—. Nos vemos aquí a la media noche —agregó, mirando sobre su hombro y despidiéndose con la palma zurda—. Adiós, Luz.

—Adiós.

Tras despedirse enérgicamente de su nueva amiga, Luz soltó un chillido de emoción.

—Genial, primero me haré amiga de su hermana y después de Satan —Adoptó una expresión levemente desafiante—. Lucho tendrá que aceptarlo, lo quiera o no.

Lo que no sabía, es que Satan la estuvo observando escondido detrás de un pilar.

Anáthemá mou tin týchi —gruñó, antes de desaparecer, en un haz de luz roja.

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De vuelta en la casa búho, el bebé murciélago dormía plácidamente en los brazos de Luis, mientras este caminaba de un lado para otro por la sala, arrullándolo y cantándole:

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Hasta mañana si el titán quiere que descansen bien.

Llego la hora de acostarse y soñar también

Porque mañana será otro día

Hay que vivirlo con alegría.

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—Ohh… —dijo Eda con malicia, grabando al chico Noceda con su pergamino para penstagram desde el living—. Este es un momento que necesita ser grabado.

Sentados a su lado, King y Queen soltaron unas risitas divertidas.

—Súbelo a penstagram después.

—Ñaaa, yo quiero una foto con ellos.

Luis resopló molesto.

—Ni un millón de caracoles vale esta tortura.

En eso, Luz entró a la casa.

—Hoy tuve el mejor día ¡Le agradé a una princesa loca! Me llama libro de biblioteca porque me está estudiando.

Luis puso los ojos en blanco.

—Qué nítido —dijo sarcásticamente.

Luz se volvió hacia él, y le sonrió.

—Aw, Luchito, luces tan paternal.

—Repítelo y te arrancaré la lengua, Lucinda —le advirtió.

—Aw, como puedes decir eso sosteniendo a este hermoso bebé.

Luz picó al bebé murciélago con el índice diestro, provocando que este se despertara, vomitando un par de versiones más pequeñas de él mismo. Los mellizos se quedaron sin aliento, cuando el trío de murciélagos bebés comenzaron a volar… y escupir bolas de fuego, por lo que todos tuvieron que cubrirse.

—¡MIRA QUE TE PASATE DE PARIGUAYA, SI´TER! —gritó Luis con las pupilas rojas, persiguiendo a los problemáticos críos.

—La ciencia de la vida es gratificante —Luz tomó su bolso amarillo de encima de un cofre, y salió por la puerta—. Disfruten de sus lecciones. Adiós.

—Ahm… Por el dinero —dijo King, quién estaba en los brazos de Eda junto con Queen.

La dama búho asintió.

—Por el dinero.

—¡Ñaaaa, cuidado! —advirtió Queen, cuando una bola de baba verde se dirigió hacia ellos.

Por suerte, Eda logró agacharse a tiempo.