Libros encantados Parte 3
En la oscuridad de la noche, Luz paseaba frente a la biblioteca, cuando se detuvo, diciendo:
—Debo ser loca.
Acto seguido, metió los brazos dentro de su sudadera, simulando una camisa de fuerza, antes de ponerse dar saltos, riendo como loca y sacando la lengua.
Otra carcajada la interrumpió, provocando que se congele y ruborice de la vergüenza. Amity (quien ahora llevaba una camisa negra de manga corta con medias color rojo oscuro, zapatos de punta negros con hebillas doradas de luna creciente, y un collar de eclipse púrpura con un emblema dorado de luna creciente) estaba apoyada contra el pilar opuesto de espaldas, mirándola divertida.
—Continúa. Es divertido verte.
Luz rió nerviosa.
—¿Qué pasa, Amity? —la saludó.
—Tú dime —Amity señaló hacia la entrada de la biblioteca con ambos índices—. ¿Estás lista para hacer travesuras allí adentro?
Luz asintió, mordiéndose ansiosa el labio inferior.
—Dice no pasar, pero soy alérgica a las reglas —continuó Amity, mientras Luz y ella caminaban hacia la puerta, antes de sacar un pergamino con dibujos y escritos en este.
—Y yo a la lactosa —añadió Luz.
Amity la miró, falsamente sorprendida.
—Wow, debe ser horrible comer cereal seco.
Ambas chicas rieron.
Luego, el pergamino brilló en las manos de la brujita peli-púrpura y esta lo colocó contra la cerradura, para después desintegrarse.
—Wow —murmuró Luz, viendo como el ojo de la cerradura se agrandaba lo suficiente como para que cupieran en ella.
—Vamos.
Amity le ofreció la mano a Luz y ella, sonriendo ruborizada, la aceptó. Cruzaron el gran agujero de la cerradura, antes de reducirse a su tamaño original.
—Parada en un pasillo oscuro —comentó Luz, observando el poco iluminado lugar—. Tú sí que te diviertes.
—¡Allí, la estrella llorona! —señaló Amity, apuntando con el índice izquierdo hacia la gran, redondeada y colorida ventana de arriba.
Dicho cuerpo celeste verdoso, cuyo sonido fue como el del llanto de una mujer, pasó volando, reflejando la vidriera sobre las chicas.
—Wow —murmuró Luz con asombro.
Amity miró a su alrededor confundida, y encogiéndose de hombros.
—Mm, ¿quién lo diría? No pasó nada.
—Espera.
Luz se dio la vuelta y notó que todos los libros brillaban en un verde claro. Se acercó hacia un estante, agarró un libro de aves y se lo mostró a la brujita peli-púrpura.
—Los libros están brillando.
Abrió dicho objeto de lectura, y una parvada de aves inexistentes en el mundo humano, salió volando de este.
—Wow.
—¡Yayy! —se entusiasmó Amity, girando sobre sí misma con los brazos extendidos—. ¡La estrella llorona hechizó los libros y les dio vida!
Luz cerró el libro, y las aves desaparecieron. Luego, miró a Amity, y esta le devolvió una mirada traviesa.
.
.
.
Amity se acercó a un estante de revistas, y cuando abrió una de "Alta costura real", la magia le dio un vestido similar al de su madre, solo que no tan largo y de color "abominable" que combinaban con el cabello atado en un moño que recordaba a un nudo romano, una bolsita morada violeta claro atada a un mini-cinturón marrón, unos lentes violeta de mariposa, aretes de gota amarillo, y unas largas botas de tacón alto.
—Moda de ancianas —dijo con una risita.
Luz abrió una revista de "Artículos de brujas semanarios" y, cuando se vistió mágicamente de lo que parecía ser un personaje de juego de roles, la enorme espada que cargaba, la hizo caer de espaldas.
—¡Luz!
Amity la escuchó gritar, cerró su propia revista y, tras ponerla nuevamente en su lugar, corrió a ayudarla.
En la sección de novelas gráficas, Luz abrió uno de los libros, pero…
—No pasó nada.
Tan pronto como la chica Noceda habló, apareció un globo de diálogo sobre su cabeza, sorprendiéndola tanto a ella como a Amity, quién estaba a su derecha.
—¡YAYY!
Otro globo de diálogo apareció sobre la cabeza de la brujita peli-púrpura, antes de que Luz cierre el libro con un "THUMP" apareciendo sobre este.
Un rato después, Luz sostenía el libro "Bolas de nueve: la historia", escondida detrás de un librero, y sonrió al ver a Amity tratando de escabullirse, con un libro igual en las manos.
—Yujuu, Hermosaaa.
Amity se estremeció ante su voz, volteando a ver a la chica Noceda, solo para ser bombardeada por unas bolas de nieve salidas del libro que esta abrió.
—¡EMBOSCADAAAA!
Desde el suelo, la brujita peli-púrpura abrió su propio libro, y disparó sus propias bolas de nieve, haciendo que Luz las esquivara escondiéndose nuevamente detrás del mismo librero.
—Nunca me atraparás, Batatita —dijo, burlona.
Pero para su mala suerte, Amity se encontró detrás de ella, posiblemente habiendo llegado desde el otro lado del estante.
—Ji ji, ¿eso crees, Cariño? —le dijo con una risita, bombardeándola con bolas de nieve, tras abrir su propio libro.
Una vez terminada la guerra de nieve, el duo femenino se dirigió a la sección infantil, donde de la mesa, Luz, recogió y abrió el libro de…
—¡Otabin! —exclamó Amity, entusiasmada, viendo a dicho personaje viviente aparecer en las páginas.
Luz sonrió levemente.
.
.
.
En la casa búho, la sala era un caos debido a los inquietos bebés murciélagos y, el cuarteto estaba escondido debajo del volcado living.
—Calma… Calma… la violencia no siempre es la respuesta… —meditaba Luis, tratando de no manifestar sus poderes oscuros.
—¿Cómo se calla a los niños? —preguntó King, quién abrazaba a su "reina" de manera protectora.
—Ñaaa, ¿qué opinan si inventamos un canal de televisión para niños de seis a once años?
—Eso es absurdo —la reprochó Eda.
Respirando hondo, Luis abrió los ojos, miró a Eda, y ambos asintieron.
—Solo hay una forma de salir de esto.
Sacó su afilada daga del bolsillo canguro, y los "reyes" jadearon.
—Ey, ¿qué no dijiste que la violencia…?
Pero solo cortó…
—Una manzana.
Eda sacó un libro de Otabin de su frondoso cabello.
—Y un cuento.
Luis levantó el living y, mientras Eda se sentaba en este, anunció:
—Muy bien, peluditos. Mamá Eda les leerá un bonito cuento ahora.
—Ugh, ser madre es enfermizo —se quejó Eda, abriendo el libro.
Los bebés murciélagos volaron hacia la alfombra, y los "reyes" se unieron a ellos con los ojos atentos hacia la dama búho.
—Con que así es como se hace —comentó King.
Queen lo tomó de la pata izquierda, mirándolo de forma amorosa.
—Ñaaa, lo recordaremos cuando seamos padres, ¿verdad, mi rey?
King tragó saliva, cohibido.
Desde su asiento en el lado izquierdo del living, Luis alzó una ceja.
—Ustedes son muy precoces para su edad, ¿eh?
Eda miró a los "reyes" con los ojos entrecerrados.
— Si descubro que me están ocultando algo…
—Léenos, mamá Eda —lo interrumpió rápidamente King.
—Ñaaa, cuento, cuento, cuento, cuento… —apoyó Queen, saltando en su asiento.
Eda resopló, y comenzó a leer:
—Otabin sus días solo pasaba, entre los libros que reparaba. Con aguja e Hilo…
.
.
.
—... las páginas que, había cocido —continuó leyendo Luz con una sonrisa—. Pero siempre anhelaba un amigo.
—Amigo —dijo Otabin.
—Oye, Amity…
Luz volteó hacia la brujita peli-púrpura, pero esta había desaparecido.
—¿Amity?
Buscó con la mirada y sus ojos se detuvieron en la entrada de la sección infantil, por donde Amity entraba en aquel momento, cargando un libro titulado "Los patillos comen bocadillos" en la diestra, y un lápiz en la zurda.
—Luz, mira lo que descubrí.
Amity abrió el libro, y un patito amarillo salió graznando.
—Aww, qué tierno patito —lo arrulló Luz.
De pronto, el patito tembló alarmado cuando Amity le dibujó unas enormes piernas humanas a su imagen del libro.
—Ahora es mucho más tierno —dijo Amity, para después soltar una carcajada—. Tu turno, amigui —agregó, mirando a Luz, quien ya no parecía divertida.
—No lo sé.
—Vamos. No arruines la diversión.
Amity le tendió el lápiz a Luz, quién lo tomó, abrió el libro, pero…
—No puedo hacerlo —admitió.
Amity soltó una risita, y le quitó el libro de las manos, junto con el lápiz.
—Te ayudaré.
Dibujó unos ojos furiosos, colmillos y garras en la imagen de Otabin, que empezó a salir del libro, pero Luz se lo arrebató a tiempo, cerrándolo.
—No quiero ver esto.
—Olvídalo. No vinimos aquí para dibujar. Vamos, linda.
Y siendo arrastrada del brazo zurdo por la brujita peli-púrpura fuera de la sección infantil, Luz dejó caer el libro, y este se abrió en el suelo, dejando salir al "nuevo" Otabin.
