El escape del taliamigo Parte 1
—Entre los deditos, por fi.
Sentada en una banca de la zona mortal, Luz gimió cerrando los ojos y mordiéndose el labio inferior, mientras Luis le masajeaba el pie diestro de rodilla frente a ella.
—¿Y si se lastiman? —se preocupó repentinamente—. ¿Si los niños son malos con ellos? —Miró a la dama búho—. Mi instinto maternal me enloquece.
—Ellos están bien, Nutria —intentó tranquilizarla Luis.
—Así es —afirmó Eda—. Solo míralos, Luz.
Luz miró a los "reyes" y sonrió al ver a King tratar de subirse a un tobogán mientras Queen (junto con otros niños) lo miraban.
—Sí, parece que se están divirtiendo.
—Me pregunto a qué jueguito están jugando —dijo Luis, aumentando la fuerza del masaje en el pie de su hermana melliza, quien parecía más relajada.
—Aah… Qué buena propina te ganaste, Luchito.
Luis la miró molesto.
—Nada de besos en la boca, Lucinda.
Luz le dedicó una sonrisa de "nutria con un lado oscuro"
—Ya entiendo. Los prefieres en la colita frontal.
—Basta —los calló Eda sin alterarse— Ya están pasándose.
—Atrás, cretinos —exigió King mientras subía hacia la parte superior del tobogán—. ¡Sí! ¡Sí! ¡Este es un trono digno de un tirano!
—Ñaa, y es solo mío —le susurró Queen (que subió al juego por las escaleras) con malicia a su espalda.
—¿Qué?
Acto seguido, la "reina de los demonios" empujó a su "rey", quien se tambaleó y cayó rodando por el tobogán, aterrizando en el suelo.
—¡Ñaaa, el rey ha muerto, viva la reina! —celebro, levantando los bracitos al aire. Luego, señaló hacia el "rey caído"(quien la miró con cara de pocos amigos, al levantarse) y un par de niños—. ¡Inclínense ante mí, mocosos subordinados! ¡Inclínense!
Los niños se miraron.
—¡Ok!
La niña rubia con coletas se inclinó hacia atras, sacando la lengua, y el niño triclope con pico se paró de manos.
Queen chasqueó sus garras con una expresión maliciosa.
—Ñaaaa, sí, satisfagan a su ama.
—¡Juro por mi vida que pagarás caro, usurpadora, traicionera! —gritó King, agitando el puño diestro.
Adoptando una pose sensual de espaldas, Queen miró coqueta/burlona a King sobre su hombro izquierdo y, palmeándose el trasero con la zurda, le dijo:
—¿Aceptarías este tesorito?
King gruñó aún más molesto, y corrió hacia el trío.
—¡Edaaaa, ese monstruo tomó mi trono!
—¿Te refieres a tu reina? —bromeó Eda.
—Esa mujer jamás me amó.
Señaló a Queen, quien ahora jugaba en un "caballo" balancín.
—Quiero que vayas allí y la hagas explotar. ¡Kaboom!
—¡Kaboom! —lo imitó Queen agitando las manos en el aire.
—¿Pe´o que e to´a esa vaina? —preguntó Luis con acento dominicano—. Solo e una chamaquita, chamaquito.
—Ademá, si ella te fuñe e po´que na´a má la tiene bien aficia´a —agregó Luz.
—Sí, apoyo a los gemelos.
Eda desenroscó a cierto búho de su bastón.
—No usaré a Owlbert para hacer explotar a una cachorra. El tiene mejores cosas que hacer. Como esta.
Le rascó debajo del pico, ganándose un graznido de felicidad.
—Aw, qué dulzura —arrulló Luz—. ¿Cómo lo conseguiste?
—¿Qué? Yo hice a Owlbert de la rama de un árbol antiguo —explicó Eda, mientras el búho de madera viviente saltaba a su palma diestra—. La avecilla voló y aterrizó sobre su hombro—. Él es mi taliamigo y estaremos juntos por siempre —Le rascó el vientre con el índice diestro—. Aniquilaría a cualquiera que lo lastimara —agregó en tono amenazante.
King la miró molesto.
—Está bien, no me ayudes. La venganza sabrá más dulce si la derroto con mis propias manos.
Rio malignamente, mientras Queen se acercaba sigilosamente a el, para después empujarlo al suelo.
—Ñaa, las traes.
Y salió corriendo, riendo divertida.
—Oh, no —dijo Eda a sabiendas—. Aquí viene el grito de ira de King.
King gruñó mientras se ponía de pie, pisó fuerte y dejó escapar un chillido agudo.
—Ñaaa~
Recostada boca para abajo y sobre sus codos arriba del tobogán, Queen lo miró con ojos llenos de amor.
—Esa es una llamada de unión~
Eda soltó una carcajada, mientras King se echaba a correr en dirección al tobogán.
—Es como el sonido de una tetera.
Luz miró a Owlbert, y vio que este se rascaba con la pata diestra en cuya planta tenía un agujero.
—Ey, ¿qué es eso?
—Ese es su enganche —señaló Eda—. Solo encaja en mi bastón. Cada taliamigo lo tiene.
De pronto, cuando la dama buhó miró a los mellizos, estos había desaparecido luego que el ambiente a su alrededor se ennegreciera.
—¿Luz?
Eda le levantó de la banca, y comenzó a llamar a los mellizos.
—¿Luis? ¿Hola?
—¡Eda! —la llamó la voz de Luz.
Eda se agarró la cabeza y cerró fuertemente los ojos, como asustada.
—¡Niños!
—¡Eda! —volvió a gritar Luz, mientras se cernía preocupada sobre la dama búho junto con su hermano mellizo
—¡Despierta, bruja!
Recostada boca arriba sobre la banca, Eda abrió los ojos, y los mellizos la ayudaron a enderezarse-
—Eda, ¿estás bien?
—¿Qué? —murmuró confundida, y luego se dio cuenta de algo—. ¡Oh no!
—La maldición ¿verdad? —adivinó Luis.
—Tenemos que ir a casa —Eda recogió su bastón del suelo—. Ahora.
—King, Queen, tenemos que irnos —avisó Luz, mientras seguía a Eda y a Luis.
Arriba del tobogán, el "rey de los demonios" estaba encarando a su "reina", a quien se acercó.
—Cinco minutos más, por favor.
—VENGAN DE UNA $/%/· VEZ —vociferó Luis, molesto.
—Esa boca, Luciano —lo regañó Luz.
—Oh, no.
King señaló a Queen con enojo.
—¡Esto no ha terminado!
—Ñaaa, ok, cariño.
Mirándolo coquetamente, Queen se le acercó y le dio una gran lamida por debajo del cráneo, dejándolo algo babeado.
—Volveremos a jugar después.
—¡Yiak, Amargo! —se quejó King, limpiándose la baba con su antebrazo diestro, mientras la "reina de los demonios" bajaba del juego, deslizándose por el tobogán—. ¡Tus besos ya no tienen azúcar! —agregó, siguiéndola.
