El escape del taliamigo Parte 2
El grupo entró a la casa búho, Eda arrojó su bastón cerca del sofá, y se dejó caer sobre el, suspirando exhausta.
—Iré a buscar tu elixir —le ofreció Luz, mientras Owlbert se posaba sobre el respaldo del mueble.
—No te preocupes —Eda hizo un gesto con su zurda—. Yo iré a buscarlo pronto.
Los mellizos se miraron brevemente.
—Sin ofender, bruja, pero la última vez que lo necesitaste, te obsesionaste por un estúpido juego de cartas mágicas —le recordó Luis—. Y luego vino el asunto del tal Tibbles.
—Touche, pero aprendí de eso y ahora sé lo que hago —se defendió Eda.
—¿Necesitas que nos quedemos en casa y te cuidemos? —le ofreció Luz, y luego jadeó—. ¡King podría usar un disfraz de doctor!
Alarmado, el "rey de los demonios" (quién estaba en un "duelo" de miradas con su "reina"), volteó a mirarla.
—¿Eh?
Con las manos en las mejillas, Luz miró a la parejita.
—Y Queen uno de enfermera.
—Nadie quiere ver eso, Nutria —le dijo Luis.
—Yo sí —susurró Luz con anhelo.
—Ñaa, yo también —agregó Queen, entusiasmada.
King la miró con ojos entrecerrados.
—Cierra el hocico, usurpadora de tronos.
Queen le devolvió una mirada burlona, pero coqueta a la vez.
—Ñaaa, adoro cuando te enojas~ Es taaan varonil~
—¡Cállate!
—Oblígame, lindo~
King gruñó.
—Juro que si vomitas otra porquería...
—¡Ustedes, dos allá atrás, compórtense o los venderé a una tienda de mascotas!—les advirtió Eda, enderezándose un poco. Luego, miró a los mellizos—. Miren, sé cómo cuidarme sola. Tengo esta maldición desde antes que nacieran.
—¿Y como la obtuviste? —le preguntó Luz con curiosidad.
—Urg, una bruja loca y envidiosa, me la arrojó —respondió Eda con desagrado.
—¿Lilith? —adivinó Luis.
Eda lo miró sorprendida.
—¿¡Cómo supiste eso!?
Luis se encogió de hombros.
—No lo sabía. Lo dije al azar, y caíste.
—WA WA WAAA —se burló Luz, sin malas intenciones.
Eda suspiró.
—Oook, sí, ella lo hizo, y si no la odio es porque Val me pidió que no lo hiciera —Adoptó una mirada venenosa—. Sin embargo, eso no me quita las ganas de hacer que su cuerpo extrañe a su cabeza.
—Comparto tu dolor, bruja —la apoyó Luis.
—No puedes odiar a Grillo Green para siempre, Luchín —le aconsejó Luz, sonriendo divertida—. Sé que él te robó a Marcy, pero...
—Oigan, ¿que no tienen planes con el cerebrito y la mimosita? —la interrumpió Eda, cuya intención parecía claramente evitar una pelea entre los mellizos.
—Bueno, Willow, Gus, Lucho y yo iremos a ver el juego de grudgby entre hexside y la escuela glandus —sonrió Luz al recordar.
—¿Desde cuándo les gusta el deporte? —preguntó Eda, atornillando a Owlbert nuevamente a su bastón.
Luz se le acercó con los ojos muy abiertos.
—¡A mí, desde el día en que conocí el orgullo Hexside! Pensar que Glandus, quienquiera que sea, se atreverá a enfrentarnos.
Luego, miró a su hermano mellizo con picardía.
—Y a este galán...
—No lo digas —le advirtió Luis, inexpresivo.
—Desde...
—No lo digas.
—Desde el día en que conoció a su futura esposa~
Luis rodó los ojos.
—Lo dijiste.
Eda soltó una risita, y se apoyó por su bastón.
—No le creí a Val cuando dijo que un chico puede cambiar por la chica que le gusta. Pero ahora le creo.
—¿Necesitas que nos quedemos, bruja? —le preguntó Luis, como esperanzado por dentro.
—Eso quisieras.
Eda se levantó del sofá, y apuntó hacia la puerta con su índice zurdo.
—Vayan y diviértanse con el deporte.
—¡Hurra! —vitoreó Luz, mientras salía corriendo—. ¡Viva el deporte!
Frunciendo el ceño, Luis negó con la cabeza, y caminó tras ella.
—Pero que viva bien lejos.
—Besos y abrazos, majestades.
Luz se inclinó hacia los "reyes" y besó sus cráneos.
—Muak, Muak.
—No pasen la noche intentando aniquilarse mutuamente —agregó Luis, indiferente.
Tras irse los mellizos, Queen miró a King con picardía.
—Oye, mi rey, tengo una idea loca.
—¿Ah, sí?
Todavía molesto, King se cruzó de brazos y desvió la mirada con los ojos cerrados.
—Pues no me interesa.
Queen pestañeó, coqueta.
—Ñaa, vamos, escúchame~ Que tal si en lugar de seguir peleando... solo... ~
Se acercó, y le susurró algo qué hizo que él abriera los ojos de golpe, antes de desmayarse.
—Les dije que no leyeran esas revistas —comentó Eda, provocando que Queen soltara una tierna risita.
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Los mellizos llegaron a Hexside, corriendo y tomados de la mano.
—Muy bien, hermano —dijo Luz, mirando a su hermano con una sonrisa—. Como lo ensayamos.
Luis suspiró, y con una voz que no mostraba mucho ánimo, dijo:
—Hexside es fuerte y valiente.
—Glandus caerá, eso es evidente —añadió Luz con ánimo.
—Hexside y Glandus, en la batalla estarán.
—Pero Hexside con su valentía, la victoria alcanza... ¡Wow!
Luz se detuvo en seco, y se quedó sin aliento al ver el "autobús", que en realidad era un barco vikingo con seis patas y alas de murciélago, cuya cabeza de dragón casi la muerde, de no ser por Luis, quién la apartó a tiempo. Luego, se encontraron con Willow y Gus.
—¡Ah, amigos!
La brujita de las plantas llevaba un sombrero amarillo con letras azules que decía "Hexside", y el brujito ilusionista, una chaqueta del mismo esquema y color.
Los tres (porque Luis no participó) rugieron por el equipo entre gestos.
—Felíz día de juegos, amigos Hexidianos —dijo Luz con los ojos cerrados y puños al aire.
—En realidad la mayoría nos llama... Ganadores —la corrigió Willow, apretando el puño diestro con los ojos entrecerrados.
—Debo decir que tu espíritu es tan grande como la naturaleza misma, Mimosa —le dijo Luis con una sonrisa amigable, acercándose a ella.
Levemente ruborizada, Willow le devolvió la sonrisa.
—Muchas gracias, Luis.
Luz y Gus los miraron con picardía.
—Oh, Cupido, Cupido—empezó a decir Gus, en tono juguetón.
—Realmente te luciste esta vez —terminó Luz, en el mismo tono.
—Gracias. Me alegra haber ayudado.
Todos voltearon y vieron a un hombre físicamente parecido a un humano de cabello rubio y con sobrepeso. Tenía varios tatuajes, pequeñas alas y un cinturón hecho de cuerda alrededor de su cintura que sostenía unas botellitas de coloridas pociones. Llevaba una camiseta sin mangas gris con rayas horizontales, pantalones cortos azules, chanclas y tirantes rosas debajo de los brazos. También usaba un brazalete marrón en su muñeca derecha y un collar con símbolos de género masculino y femenino.
—Recuerden, amigos. El amor no es solo una emoción, sino también una elección.
—Pues yo elijo arrancarte las alas —le dijo Luis inexpresivo.
Cupido rio.
—Guardar rencor no es saludable, amigo —le aconsejó. Luego, dirigió la mirada hacia Willow, y agregó—: Y tú, amiga. ¿También crees que tu primera desilusión amorosa fue mi culpa?
Willow desvió la mirada, frunciendo levemente el ceño.
—No lo sé. A veces siento que no tienes el mejor criterio para emparejar a la gente.
Cupido suspiró y se rascó la cabeza, apenado.
—Entiendo cómo se sienten, pero deben saber que no siempre puedo predecir el resultado de mis pociones. Ok, nos vemos, ¡y que viva el amor!
—Pero que viva bien lejos —dijo Willow fríamente, mientras cupido subía al "autobús".
—Qué hermosas palabras.
Ante el comentario de Luis, Willow simplemente soltó una risilla con las mejillas levemente ruborizadas.
—¿Ese sujeto era...? —iba a preguntar Luz.
—Sí, así es —afirmó Gus, interrumpiéndola—. Cupido es un gran aficionado al grudgby y quiere apoyarnos en el partido.
—Además, él también se encargará de apaciguar el odio entre las escuelas rivales este año —agregó Willow—. La última vez fue un caos. No hubo víctimas fatales, pero sí muchos heridos y daños materiales significativos.
—A mí casi me ultrajan en los baños —admitió Gus—. De no ser por Willow, yo... —agregó, estremeciéndose.
—¡Qué horror! —exclamó Luz, llevándose las palmas a la boca.
—Caray —agregó Luis—. Los juegos de grudgby son...
—Lo mejor, lo sé —lo interrumpió Gus, entusiasmado—. Hay que pasar por pruebas llenas de acción, y el público agita las banderas —Sacó un par de banderas azuladas—. Miren, practiqué.
Hizo una especie de danza, y Luz miró su ropa.
—¿Es extraño que no lleve puesto nada de Hexside? —Miró a su hermano mellizo—. Porque Lucho al menos lleva una sudadera amarilla.
—Es más extraño que lleves los colores de Glandus —señaló Willow.
Luz volteó hacia un cartel, y vio que los colores de la escuela rival eran morado y blanco como su atuendo.
Entonces pasó un estudiante de prominente tamaño, y...
—¡Prepárate para ser derrotada, nerd de glandus! —Presionó la cabeza de Luz con un gran índice zurdo
—¡Ey, no te metas con mi hermana, enorme simio! —le advirtió Luis, agitando el puño diestro.
—¡Tengo que cambiarme esta cosa!
Luz miró alrededor como buscando algo.
—¿Dónde puedo conseguir una de Hexside?
—Hay una caja de cosas perdidas en la cafetería —le informó Gus, señalando hacia la escuela con sus banderas.
—Aah, las cosas perdidas —dijo Luz, cariñosamente—. Allí hay protectores bucales —agregó, antes de subir las escaleras.
—No tardes —le advirtió Luis.
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En la cafetería de la escuela, Luz encontró un cofre y lo abrió.
—¡Sí! —exclamó al encontrar una gorra para beber soda y un suéter azul con una raya amarilla.
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Luz abrió la puerta y, una vez afuera...
—¡Viiiva Hexside!
Agitó unos pompones e hizo un split que al parecer la lastimó un poco.
—Bueno, nunca hice esto antes.
—Y, te tardaste —dijo Luis, quien estaba molesto y cruzado de brazos.
Entonces, Luz notó que solo su hermano mellizo, Willow y Gus estaban de pie en la acera.
—Ah, ¿dónde están todos?
Se escuchó un rugido, y miró hacia el cielo, viendo que el autobús-barco partía sin ellos.
—¡Hexside es el mejor! —gritó el estudiante gigante, colgando de la pancarta.
—¡Oh, no!
Luz corrió, bajando las escaleras.
—¡Vuelvan! —Se volvió hacia el trío—. ¿Por qué no tomaron el autobús?
—No ibamos a dejarte atrás —respondió Willow con dulzura.
—Alguien sí —agregó Luis, tronando los nudillos, al tiempo que miraba a Gus de forma amenazante.
—Ya dije que lo sentía —dijo el brujito ilusionista, quién parecía intimidado.
—¿Podemos caminar hasta glandus? —preguntó Luz con curiosidad.
—Nunca llegaremos a tiempo —explicó Gus—. Glandus está... —Agitó las banderas para lograr un efecto dramático—. En la mitad de la isla.
Luz puso los ojos en blanco.
—Ugh, típico de glandus.
—Mis padres están trabajando, si no les preguntaría si nos pueden llevar en su bastón —agregó Willow.
—Un bastón...
De pronto, Luz tuvo una idea.
—¡Porque los bastones vuelan! Por supuesto. Puedo conseguir un bastón.
—¿Puedes? —le preguntó Gus.
—Aguarda ahí, Lucinda.
Luis levantó las manos, cerrando fuertemente los ojos.
—No me digas que estás pensando en lo que yo estoy pensado.
Luz se hizo la inocente.
—Nooo... pero sí.
Pero antes de que su hermano mellizo pudiera decir algo más, la chica Noceda tomó la mano de Willow, y la arrastró.
—¡Vamos!
Gus las siguió bailando con sus banderas, mientras Luis negaba con la cabeza.
—Tomar una mala decisión es fácil, pero esa lutrina necia, lo hace parecer un arte —dijo, antes de seguir al trío.
