Sensatez y resentimientos Parte 6
Una asamblea de brujos y demonios se congregaba en el auditorio del centro de convenciones, lanzando al unísono un clamor ferviente:
—¡Luz! ¡Luz! ¡Luz! ¡Luz! ¡Luz!
—La libertad.
—Ñaa, un dulce regalo.
—Gracias Luis.
En las gradas, King y Queen, previamente liberados de su confinamiento en las jaulas del sótano por el joven Noceda, se desplazaban con elegancia, llevando bandejas repletas de lo que semejaban ser pequeños bebés titanes, algunos exhibiendo diferentes colores.
—El rey y la reina de los demonios ahora les invitan a deleitar sus paladares con un manjar único —anunció King, alzando su bandeja con elegancia sostenida en su pata derecha.
Queen imitó el gesto, exhibiendo su bandeja en la pata izquierda.
—Ñaaa, con huesos y entrañas de brocolate que harán estallar sus sentidos.
Luego, King remató:
—¡Son nuestros hijos! ¡Compren y comanlos! ¡Se los exigimos como sus supremos legítimos!
Sosteniendo con emoción sus copias del libro "El despertar de Azura", algunos estudiantes de Hexside y Glandus respondieron con entusiasmo y rápidamente se formaron compradores potenciales. Entre la multitud, algunos expresaron su deseo de probar los deliciosos manjares:
—¡Denme uno!
—¡Yo quiero dos!
Sin embargo, surgió un pequeño inconveniente cuando algunos miembros de la asamblea señalaron la ausencia de cierta información.
—¡Oigan, no dijeron el precio!
—Un caracol por cabeza —respondió King.
Mientras atendían a sus clientes, los "reyes" desviaron la atención hacia el estandarte del auditorio, donde se exhibía la imagen de una joven oriental con gafas, sosteniendo una varita mágica y un libro. El título, "Regina Cutter y el patrimonio malévolo", anunciaba una obra que, al parecer, la autora había modificado de alguna manera.
—Ñaaa. todos están impacientes por sumergirse en esa nueva narrativa —comentó Queen, mientras diversas manos se apresuraban a adquirir los manjares de su bandeja, dejando monedas como pago.
—Supongo que si Luz no satisface las expectativas en cualquier aspecto, no dejarán de criticarla por el resto de sus días —añadió King.
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En un espacio que recordaba a un camerino, Luz estaba sentada en un taburete frente a la mesa de maquillaje, concentrada en trazar líneas en un papel con su bolígrafo. La chispa de la inspiración iluminaba sus ojos, reflejando el mundo mágico que cobraba vida con cada palabra que escribía.
Simultáneamente, Luis deambulaba por la estancia con sus pasos resonaban en el suelo.
—¿Y si Azura le revela a Regina el sorprendente secreto de su linaje, confesándole que es la hija perdida de la malvada bruja Tenebrosa Circe? —propuso Luz, levantando la mirada de su escritura.
—Nada mal. Pero, ¿y si también Azura revela que, para romper la maldición que pesa sobre la familia de Regina, necesita emprender un peligroso viaje hacia el reino de las sombras y recuperar un antiguo artefacto mágico que solo puede ser obtenido superando pruebas mortales? —respondió Luis, deteniéndose para visualizar la epopeya que estaba naciendo.
Las palabras fluyeron como un río encantado entre ambos, tejendo un tapiz de fantasía que prometía transportar a los lectores a mundos desconocidos. Luz, sumergida en su labor, continuaba escribiendo mientras Luis, con gestos dramáticos, dibujaba imágenes mentales que acompañaran las letras en el papel.
—¡Oh, eso añadiría aún más emoción a la trama! Imagina a Regina enfrentándose a criaturas de la oscuridad, resolviendo enigmas antiguos y descubriendo secretos oscuros sobre su propia familia —entusiasmada, Luz compartía la visión que se desplegaba ante ella.
—Y mientras tanto, podríamos introducir a un misterioso personaje que ha estado observando a Azura desde las sombras, complicando aún más la trama. ¿Qué te parece un antiguo aliado de Tenebrosa Circe que ahora busca venganza? —propuso Luis, su mente maquinando giros inesperados.
En ese instante, Luz, sintiendo la urgencia de compartir su revelación, se giró abruptamente en su taburete y exclamó con fervor:
—¡Me encanta!
Luis dirigió su mirada hacia su hermana y, con paso decidido, se acercó a ella, proponiendo:
—Podríamos tejer una red de intrigas y traiciones, con el misterioso personaje manipulando eventos desde las sombras mientras Regina lucha por descubrir la verdad sobre su ¡LINAJE!
Sin embargo, su inmersión en la narrativa fue interrumpida abruptamente cuando tropezó con sus propios pies, precipitándose entre las piernas de Luz. Ambos hermanos se miraron, compartiendo un instante de diversión antes de que la puerta del camerino se abriera repentinamente. Piniet, sosteniendo un maletín café en la mano derecha, entró con una expresión de malicia al ver la escena.
—¿Saben?, podrían considerar la posibilidad de centrar la trama de su siguiente libro en explorar la fascinante dinámica entre dos hermanos de sangre que, en un giro inesperado, descubren que sus sentimientos van más allá de la familiaridad para convertirse en un amor complejo y desafiante.
Con las pupilas enrojecidas y una pequeña aura negra emanando de su ser, Luis se incorporó bruscamente y se acercó con furia al editor, soltando con ímpetu:
—Escucha, demo-saurio de mente retorcida, tú...
En un instante, su semblante cambió drásticamente al tiempo que llevaba las manos a la cabeza.
—¡Arg!
—¡Villana Lucy! —exclamó Luz con preocupación.
Se levantó del taburete y se aproximó a su hermano, posando su mano derecha en su espalda.
—Lucho, ¿te encuentras bien?
—No.
Luis se masajeó la cabeza con gesto dolorido
—La cabeza me está matando.
Luz dirigió una mirada inquisitiva al editor.
—¡Piniet, por favor, haz algo!
El editor frótó sus manos entre sí con una expresión pérfida.
—Que conveniente...
Sin embargo, rápidamente transformó su rostro en una expresión amigable.
—Digo, por supuesto.
Piniet silvó y, al instante, una joven bruja emergió a su lado, sorprendentemente parecida a Luz. Lucía una gorra y una camiseta negra con letras blancas que proclamaban "Pasante", creando un llamativo contraste con su uniforme de Gandus. En su cinturón, llevaba una taza de metal enganchada y sostenía con confianza una antigua jarra que emanaba humo blanco en su mano derecha.
—¿Me llamó?
—¡Lusine! —exclamó Luz, sorprendida al reconocer a su doble.
Luis la miró de reojo, masajeándose la nuca con ambas manos.
—¿La conoces?
Inclinándose hacia él, Luis le susurró:
—Es la fabulosa ex novia de Amity.
—Pasante, ¿dispones de algún remedio para la aflicción del señor Noceda? —preguntó Piniet con cortesía, señalando a Luis con la palma izquierda.
Lusine se acercó al joven Noceda, sujetando la taza que desenganchó de su cinturón y vertiendo en ella un líquido marrón humeante. Con indiferencia, comentó:
—Unos sorbos de esta matcha especial te harán sentir como nuevo.
Extendió la taza hacia Luis, quien la recibió y sopló su contenido antes de saborear pequeños sorbos. Mientras tanto, la atención de Lusine se centró en Luz.
—Tú.
Señaló con su índice derecho.
—Hiciste que rompiera con mi novia.
Luz respondió con seriedad y un dejo de vergüenza.
—Entiendo que me guardes rencor.
Para su sorpresa, Lusine esbozó una pequeña sonrisa.
—Por el contrario, me abriste los ojos.
Luz la miró con asombro.
—Oh.
Una vez terminado su bebida caliente, Luis embozó una sonrisa de alivio.
—Así es como me gusta.
Devolviendo la taza a la joven bruja que se parecía a su hermana, Luis expresó su gratitud.
—Muchas gracias, linda.
—Para eso estoy, guapo —respondió Lusine, ampliando su sonrisa y guiñándole un ojo.
—Uuuh, efecto Westermarck —bromeó Luz.
Lusine dirigió su mirada hacia Piniet.
—¿Me puedo ir ya? —preguntó impaciente.
—Oh, seguro —respondió el editor con cortesía—. Y asegúrate de lavar esa taza, por favor —añadió mientras Lusine se dirigía hacia la puerta.
—Como sea.
—¿Ya llegó Jon De Plume? —inquirió Luz al editor, mientras resonaba el tenue golpeteo de la puerta—. Quiero pedirle un consejo.
—Me temo que no vendrá hoy, o tal vez nunca lo haga —contestó Piniet con seriedad.
Luz arqueó una ceja.
—¿Qué sucedió con él?
—Digamos que su carrera como escritor pasó por una "reducción extrema". Ahora no es más que un "cubo" en el espacio de almacenamiento del desempleo.
—Qué guayabo —pronunció Luis con acento dominicano.
—Eso le enseñará a no procrastinar en proyectos futuros.
Dirigió la mirada hacia la obra aún no concluida de los jóvenes Noceda.
—Y hablando de eso...
—Ya casi acabamos —interrumpió Luz con una sonrisa segura—. En tan solo una hora más, esta próxima joya literaria estará completa. Esta vez cargada de emocionante acción, cautivador drama y suspenso que mantendrá a los lectores en vilo. ¿Qué opinas?
Piniet esbozó una sonrisa dulce.
—Bueno, todo suena excepcional, pero solo tienen quince minutos.
Luz abrió los ojos de par en par.
—¿Quince minutos?
—Pero mi pana, no se puede finiquitar un libro tan rápido, eso e' como querer comerte un plato de mangu' con los dientes de lao —agregó Luis.
Piniet los miró con expresión molesta e impaciente.
—Diez.
Los mellizos intercambiaron miradas y asintieron antes de dirigir su atención nuevamente al editor.
—¿Sabes qué, Piniet? —inició Luz, quitándose la chaqueta y los lentes—. Renuncio —lanzó los objetos al suelo—. No puedo seguir en una editorial que explota a sus escritores.
—No tienes esa opción
Dejando caer el maletín con un sonido sordo, Piniet esbozó una sonrisa malévola mientras sacaba el mismo contrato que había obligado a firmar a la joven Noceda de su vestimenta.
—Recuerda que firmaste un contrato.
En ese crítico instante, el contrato desató una deslumbrante luminiscencia de tonalidades rosadas que envolvió no solo a Luz, sino también a sus atuendos en el suelo. De manera imperativa, la fuerza del contrato la compelía a reincorporarse a su vestimenta con una urgencia sobrenatural. Sin dar tiempo para asimilar este inusual evento, la magia contractual actuó con una intensidad inusitada.
De repente, un extraordinario fenómeno se manifestó: ambos, Luz y su hermano, se vieron confinados dentro de un imponente cubo de energía mágica de color morado.
—¿Qué estás haciendo? —inquirió Luz, apoyando las palmas sobre las paredes transparentes del cubo.
Piniet enrolló el contrato con maestría y lo deslizó con destreza en su bolsillo izquierdo. Acto seguido, alzó su mano derecha y la cerró con firmeza, induciendo que el cubo mágico se contrajera unos centímetros. Tal gesto provocó que los hermanos Noceda se precipitaran al suelo.
—Como habrán notado, esta caja es retráctil. Y si no quieren que se reduzca más, terminarán dentro del tiempo establecido.
Luis y Luz lo observaron con gesto desaprobador.
—Oh, no me miren así. Algunos de los mejores libros fueron escritos literalmente en tiempos reducidos.
Realizó otro gesto con la mano izquierda, logrando que el cubo se redujera aún más, lo cual provocó un ligero grito asustado por parte de Luz. Ella posteriormente le reprochó:
—¡Es una mentalidad tóxica que contribuye a expectativas poco realistas! —miró a su hermano mellizo—. ¡Corillo, ¿qué lo que?! No tamo' pa' cuentos, suéltanos ya.
—Quisiera tar ready, compi, pero con la mente encendía' de puro flow azucarancia' o lamentablemente toy embrollao —contestó Luis con un tono notablemente relajado.
Luz quedó absorta en sus pensamientos por un instante, hasta que recordó la peculiar bebida que su hermano había consumido. Después, dirigió una mirada de ceño fruncido al editor.
—¿¡Qué tenía ese bojote!?
—Agua caliente, leche de demonio araña, polvo de hadas magidulces y raíces secas de mandrágora —respondió Piniet con simplicidad, añadiendo un matiz de malicia—. Ideales no solo para mitigar el dolor físico, sino también para enfrentar eficazmente el estrés y la fatiga.
—¡Liberanos ahora! —le exigió Luz molesta.
—No hasta que tenga mi best seller.
Tomó la obra que aún no estaba terminada, así como el bolígrafo que reposaba sobre la mesa de maquillaje, y lo introdujo cuidadosamente en el cubo a través de un pequeño agujero que luego se cerró.
—Respeten la fecha límite, o nunca volverán a sostener un bolígrafo. Al igual que...
Tomó su maletín del suelo y, al abrirlo, Luz quedó boquiabierta al descubrir que dentro reposaban no menos de una decena de cubos. Para su horror, se percató de que aquellos cubos no eran objetos inanimados, sino que albergaban a brujos y demonios que, en algún momento, habían sido autores de libros. Ahora, en su nueva forma, imploraban desesperadamente por ayuda.
—¡Ayudenme! —gritó el cubo Jon De Plume.
—¡Eres despreciable! —gruño Luz.
—Así que no era solo una metáfora —señaló Luis.
—Los dejaré trabajar —anunció Piniet tras cerrar su maletín. Giró sobre sus talones y se encaminó hacia la puerta—. Espero su próximo libro —añadió, antes de salir y cerrar la puerta.
El cubo se contrajo unos centímetros más, provocando que Luz soltara otro ligero grito de temor.
—Bueno, supongo que no saldremos de aquí hasta que terminemos el libro, y eso tomará más de diez minutos —mencionó Luis con indiferencia.
—¡Seremos un cubo de carne! —exclamó Luz con desesperación, mientras se cubría el rostro con ambas manos.
—Posiblemente.
—Fui una tonta, Lucho —expresó Luz con pesar y arrepentimiento en su mirada—. Inicialmente, todo lo que quería era escribir una tonta historia contigo, como en los viejos tiempos. Pero al elegir la oportunidad incorrecta para perseguir mi otro sueño, acabé arrastrándonos a esta pesadilla. Lo siento.
—Nutria.
Luis colocó con ternura ambas manos en las mejillas de su hermana y depositó un suave beso en su frente.
—Si te sirve de consuelo, estar contigo es uno de los raros aspectos positivos en esta pesadilla.
El cubo volvió a reducir su tamaño.
—Y tengo un plan.
Luz tomó la obra inacabada junto con el bolígrafo y le sonrió a su hermano.
—Solo dime que hacer.
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Los Clawthorne dirigieron sus miradas hacia el demonio con apariencia tanto roedora como felina.
—Sé que deben estar confundidos —les habló—. La flor de la eterna juventud... ¿Muerta?
Abrió la boca, exhibiendo sus colmillos, mientras descendía de la piedra y avanzaba a cuatro patas sobre ella, llegando finalmente al pedestal en el centro de las enredaderas empinadas.
—¿Qué pasa si les digo que la flor nunca existió en realidad?
Eda y Lilith intercambiaron miradas cargadas de molestia, mientras Satan simplemente negaba con la cabeza.
—¡Y ahora que los tengo en mi nido, succionaré toda su vida para satisfacer mi hambre interminable!
—Las estafó.
El joven Clawthorne dirigió su mirada hacia sus parientes.
—Madre, tía Eda, ¿pueden creer que las estafó?
—Existía un cincuenta por ciento de probabilidades —confesó Eda con una sonrisa juguetona.
—Sin embargo, es difícil no admirar su tenacidad —agregó Lilith de igual forma.
Satan dirigió una sonrisa amigable, cuidadosamente elaborada, hacia el demonio felino roedor.
—Muy buena entrada, señor.
Indicó sus vestimentas con el dedo índice derecho.
—¿Pero esa ropa y esos pequeños zapatos?
Amplió su sonrisa con un gesto más pronunciado.
—Mi tía Val D. Nora lucía más amenazante con un disfraz de pichón friki.
La última frase desencadenó risas espontáneas tanto en su madre como en su tía.
—¡Esa estuvo de primera, Querubín!
—Enfrentarás... mil azotes... si mi vestido se moja... Mocoso...
Avergonzado, el demonio felino roedor se cubrió los pies con su toga.
—Tal vez nunca las habían llevado a una trampa mortal. Pero la respuesta debería ser: ¡Oh no, perdónanos!
Los Clawthorne intercambiaron sonrisas entre ellos.
—Corbato —pronunció Lilith con un gesto elocuente.
—Querubín —agregó Eda de manera igualmente elocuente.
Después, ambas dijeron al unísono:
—Haznos los honores.
Satan asintió con una sonrisa maquinadora.
—Con gusto, honorables madre y tía.
Avanzando hacia el demonio felino roedor, el joven Clawthorne empezó a oscurecerse, envuelto en la repulsiva baba que cubría su cuerpo por completo, metamorfoseándolo en una criatura monstruosa.
—Ah, claro, perdónanos.
Transformó sus manos en una esfera con púas y un martillo de guerra.
—Ay de nosotros cuyos destinos están sellados.
—A-Así es... ustedes... —gimió el demonio felino roedor atemorizado, mientras Satan se cernía sobre él— ¡Ríndanse! ¡Ríndanse...!
Luego, tragó saliva, percatándose de que le aguardaba una paliza.
