Aventuras mágicas Parte 3
Después de girar hacia la Dama Búho y la chica Noceda, Amity, Willow y Gus hicieron un esfuerzo por captar la atención de esta última.
—¡Ey, Amiguiii!
—¡Luz!
—¡Aquí!
—¡Hola, chicos! —exclamó Luz con alegría mientras agitaba su mano derecha en un gesto de saludo.
—¡Querubín!
Con un empujón que hizo que Luz Noceda cayera, Eda se apresuró hacia su sobrino, con pasos que resonaban con urgencia sobre la nieve crujiente del bosque.
Con un gesto mágico, Satan hizo desaparecer la pipa de su mano y le dedicó una gentil sonrisa.
—Siempre es un deleite cruzar caminos contigo, respetada tía Eda.
Eda se llevó una mano a la boca al notar las cicatrices que surcaban la piel alrededor de la boca de su sobrino, incapaz de contener su asombro.
—¡Por el titán! ¿¡Qué...!?
Apretó los puños con fuerza, luchando por mantener la compostura, mientras Luz se acercaba corriendo a su lado.
—Oh, no, no me digas nada. Fue tu madre.
Satan, con un gesto de calma, intentó responder:
—Sí, es verdad, aunque...
—Esto es inaceptable.
Las lágrimas inundaron los ojos de la bruja, su voz temblorosa apenas alcanzaba a murmurar las palabras. Su rostro se convulsionaba en una amalgama de tristeza y furia, mientras plumas blancas con pinceladas grises se adherían a sus antebrazos, cuello y cabello.
Luz jadeó.
—¡Está estresada!
Satan intentó tranquilizarla.
—Tía Eda, por favor. Intenta calmarte.
Eda frunció el ceño con furia.
—¿Por qué debería calmarme? Tengo derecho a estar...
De repente, sus ojos se ennegrecieron y sus enormes colmillos se mostraron al abrir la boca.
—¡MOLESTA!
Entonces, Luis, envuelto nuevamente en una oscura aura y con las pupilas encendidas en rojo, se aproximó velozmente hacia la bruja. La tomó por el cuello en un férreo agarre con su brazo izquierdo, mientras en su mano derecha sostenía un kris. Registró el espeso cabello de la bruja con su otra mano, extrajo una pequeña botella de un elixir amarillo, y la destapó con los dientes.
—¡BÉBETELA!
La obligó a ingerir toda la poción. Con cada trago, los rasgos de la bestia comenzaron a desvanecerse del cuerpo de la dama búho, quien se dejó caer de rodillas al suelo una vez que fue liberada por el joven.
—Será mejor que vayas a montar el campamento ahora mismo, así luego podrás encargarte del entrenamiento de la nutria, ¿te parece? —susurró Luis en tono calmado, dándole unas palmadas en la cabeza.
Eda, secando sus lágrimas con el antebrazo izquierdo, se levantó con el apoyo de su bastón y se encaminó hacia el lugar que había elegido para establecerse con sus aprendices.
—Eda... —murmuró Luz con preocupación, haciendo un ademán de ir tras ella, pero su hermano la detuvo sujetándola del hombro derecho.
—No te preocupes. Estará bien.
Amity, con una sonrisa resplandeciente, levantó los brazos hacia el cielo.
— ¡Yaayyy!
—¡Es maravilloso! —exclamó Gus, su voz resonando con un tono de sincera admiración.
Y así continuaron, vitoreando y haciendo gestos de apoyo.
—¡Eso és!
—¡Así se hace!
—Sipirirín, otra increíble demostración.
—Debo reconocerlo, Avatar del mal —dijo Satan, con una amistosa sonrisa dirigida hacia Luis—. Eres un guerrero prodigioso.
Con orgullo y entusiasmo, Luz rodeó los hombros de su hermano con ternura, envolviéndolo con su brazo izquierdo.
—El man es un tiguerón, en el pleito no se le ve el sudor ni por asomo.
Ignorando los supuestos elogios, Luis discretamente guardó su kris en el interior de su abrigo y dirigió una mirada seria hacia los recién llegados.
—¿Qué asuntos los traen hasta aquí, ustedes cuatro?
—Yo nada más vine buscando liberar mi mente del estrés y la preocupación, pero ahora que estoy completamente relajado, me encuentro aburrido —respondió Satan con una simplicidad casi despreocupada.
—Y nosotros... bueno...
Willow parecía visiblemente avergonzada por lo que estaba a punto de revelar, así que Amity y Gus decidieron animarla.
—No seas tímida, Baby-lónica.
—Diles.
Willow inhaló profundamente antes de finalmente soltar las palabras.
—Buscamos a una princesa real —dijo, resignada.
—Y la hallaremos —afirmó Amity con una sonrisa confiada—. A la niña con ojos de sol.
La joven bruja de cabello rosa, con gracia y delicadeza, comenzó a realizar gestos y movimientos de ballet mientras declamaba con una voz suave y melodiosa:
—Que sueña y baila como un caracol. Que llora dulzura y es siempre segura.
Cada movimiento de sus brazos y piernas parecía fluir con la poesía de las palabras, pero los presentes (a excepción de Luz y Gus, quienes la observaban con diversión) la miraban con pena y vergüenza ajena.
—La princesa Star no debe andar muy lejos.
Sin dejar de bailar, comenzó a alejarse.
—Ahora, si me lo permiten, seguiré el ejemplo de la dama búho, excepto por el de participar en algún entrenamiento.
Satan sacudió la cabeza con un gesto de desaprobación.
—Pobre Manoplas —suspiró—. Según lo que me enseñó mi madre, las brujas y los demonios nunca estuvieron unidos bajo una sola regla hasta Belos. Dado que el emperador carece de descendencia, no hay herederos reales en las islas hirvientes.
Luis, con una sonrisa burlona, se dirigió a su hermana melliza, Willow y a Gus.
—Osea, ¿en serio le creen a esa loca? —señaló en dirección a Amity con el pulgar zurdo, quien estaba armando su propio campamento—. Su discapacidad mental sería encantadora si no fuera tan triste.
—Basta, ustedes dos —los reprendió Luz con firmeza—. Esto es muy importante para ella —dirigió su mirada hacia Willow y Gus—. ¿Cierto?
Willow asintió.
—Más de lo que Gus y yo creíamos.
—Lo menos que podemos hacer es consentirla —añadió Gus.
Luis arqueó una ceja con escepticismo.
—¿Consentir su tonta fantasía?
Willow miró a ambos jóvenes con una expresión suplicante, con los ojos brillantes y las manos entrelazadas.
—Por favor, ¿podrían hacerlo? ¿Por su bien?
Luis se ruborizó y, finalmente, suspiró resignado, mientras que Satan simplemente se encogió de hombros.
—Pa'lante, sin lío.
—Tengo un código moral como brujo, aunque puedo flexibilizarlo en ocasiones como esta.
Luz los observó con una mezcla de ternura y burla.
—Aw, si tienen corazón después de...
Se interrumpió repentinamente, notando algo, y dirigió su mirada a Willow y Gus.
—Esperen, esperen. Hay algo que me intriga. ¿No habría sido suficiente si simplemente actuaban como si le creyeran?"
—Entiendo tu punto, Nutria —asintió Luis—. Supongamos que luego la rosada los invitó a venir aquí, y ellos decidieron aceptar.
Satan sonrió de lado, echando un vistazo a sus compañeros de hexide.
—¿Serían tan amables de decirnos la razón?"
Willow se frotó el brazo izquierdo, mientras Gus se rascaba la nuca, posiblemente avergonzado.
—No teníamos otra cosa que hacer —respondió el joven brujo de color.
Sin darse cuenta, un humano y una bruja regordeta se vieron atrapados en un intenso intercambio de miradas. Cuando Luis se sorprendió observándola y ella giró hacia él, ambos se ruborizaron. Mientras sus ojos se encontraban, se sumergieron en un océano de sinceridad y complicidad.
—Hmm, Mimosa —comentó Luis—. Veo que cambiaste algo en tu cabello.
Willow esbozó una tímida sonrisa.
—Sí, decidí darle un nuevo giro a mi estilo.
—Debo decir que fue una excelente elección —continuó Luis—. Esas coletas resaltan tu belleza natural.
La calidez de sus elogios envolvía a Willow, haciéndola sentirse especial en ese momento mágico que compartían. Sus ojos brillaban con cariño y gratitud.
—Gracias —respondió ella, antes de fijarse en los cuernos en la gorra del abrigo de Luis—. Y esos cuernos le dan un toque único a tu presencia. Son realmente imponentes.
Mientras tanto, Satan, Luz y Gus los observaban con atención. Luz y Gus tenían los ojos brillantes y se les dibujaba una sonrisa traviesa entre los labios, mientras que Satan simplemente dejó entrever una media sonrisa burlona en sus labios.
—Que romántico, es en serio. Pero me causa nauseas, y en verdad no pueden estár tan desesperados.
Antes de que alguien pudiera siquiera objetar, una voz juvenil femenina irrumpió en la conversación.
—¡Hey, Baby-lónica y Gus-anito!
Todos voltearon para encontrarse con Amity, quien señalaba hacia una mesa con tres banquetas frente a una gran tienda de campaña de color verdoso. Sobre la mesa, había tres tazas y una tetera de abominables humeante, acompañadas de una variedad de dulces dispuestos en bandejas.
—¿Quieren merendar algo?
—Ok, fue bueno verlos, chicos. —dijo Gus, dando media vuelta y echándose a correr hacia el campamento de la joven bruja de cabello rosa.
Willow le dedicó una mirada fría a Satan y le señaló con el dedo índice.
—Excepto a ti.
Y se alejó en dirección a su amigo.
Luz clavó su mirada en Satan y contorsionó su rostro en una mueca de dolor, mientras Luis, con una sonrisa de satisfacción, observaba la escena.
—Outch.
Satan minimizó la situación con una pregunta casual:
—Entonces, este es el lugar al que debían llegar. ¿Cuáles son sus planes de entrenamiento?
—Para abreviar, Lucho intentará mejorar sus habilidades en combate y desarrollar nuevas técnicas anti-mágicas, mientras que yo trabajaré en un segundo hechizo para evitar la clase de bebés —respondió Luz con una sonrisa—. Tu tía es una maestra increíble.
—Luz.
De repente, Eda apareció con una cesta llena de bolas de nieve en su brazo izquierdo.
—Ahora debería enseñarte como identificar los distintos tipos de nieve por su sabor.
Tomó una bola de nieve con su mano derecha y la acercó a la chica Noceda, presionándola contra su mejilla izquierda.
—Adelante, prueba la nieve.
—¿Esto es alguna clase de magia especial? —inquirió Satan, discretamente divertido.
—No creo que la dama buho quiera mostrarnos algunos de sus poderosos hechizos —respondió Luis, con indiferencia.
Eda se metió todas las bolas de nieve en la boca, mientras Luz ponía una mueca de fastidio, frotándose la sien con los dedos índice y corazón. Una vez que Eda hubo engullido las bolas de nieve, se aferró a los costados de su cabeza con ambas manos y exclamó:
—¡Cerebro congelado!
Satan soltó una estruendosa carcajada.
—Es por esa razón que tanto tú como la tía Val D' Nora son mis parientes favoritos. Ustedes siempre encuentran el modo de hacerme reír.
—Satan —susurró Luis.
El joven Clawthorne giró la cabeza hacia Noceda, sus ojos centelleaban con curiosidad.
—¿Qué pasa, muñeco?
Luis parecía titubear, como si dudara de las palabras que estaban a punto de salir de su boca, pero finalmente se armó de valor y continuó.
—No puedo creer que vaya a decir esto, pero... ¿podrías echarme una mano con mi entrenamiento?
Satan le dirigió una sonrisa sugerente.
—Seguro. Y si quieres te echo más de una.
—Pa'luego no vemo, ñaña —dijo Luis con un acento dominicano mientras daba media vuelta y se alejaba junto al joven Clawthorne.
Luz observaba la escena con una sonrisa pícara y burlona, mientras Eda seguía sosteniendo su cabeza entre las manos.
—¡Espadazos! —exclamó, provocativa.
Luis respondió lanzándole una gran bola de nieve, la cual esquivó con destreza, pero en su evasión, acabó impactando a...
—¡Eda!
—¡Lo siento, bruja! —se disculpó Luis, mientras Luz brindaba su ayuda a la dama búho para que pudiera ponerse de pie.
—¿Estás bien?
—Me han arrojado cosas peores.
Luz tomó una profunda bocanada de aire, y dirigió una mirada ligeramente molesta hacia la bruja.
—Bien, y en cuanto a lo de mi entrenamiento... ¿podrías tomarlo en serio, por favor?
—Tú necesitas tomarme en serio —afirmó Eda con firmeza, su tono cargado de convicción—. Ve a probar nieve sin mi guía y fíjate lo que consigues.
Luz dejó caer la mirada, sintiéndose desilusionada, pero la bruja gentilmente posó su mano izquierda sobre su cabeza, ofreciendo consuelo.
—Oh, no te preocupes, niña. Si me escuchas, pronto estarás haciendo cosas como esa.
Apuntando con su índice izquierdo, la dama búho señaló hacia Luis y Satan, inmersos en su sesión de entrenamiento. Satan trazó un círculo mágico en el aire con su pipa, desencadenando una bola de fuego dirigida hacia Luis. Este, envuelto en un halo oscuro y con los ojos pupilares teñidos de rojo, rechazó el ataque con un veloz movimiento de su kris, provocando aplausos entusiastas de Amity, Willow y Gus, quienes disfrutaban de su refrigerio mientras presenciaban la escena.
—Y no será con una pipa o un kris, sino con tu propio objeto místico. Pero necesitas confíar en mi, ¿está bien?
—Ok
Luz esbozó una sonrisa, alzando el puño derecho.
—Confío en tí.
—Hemos aprendido sobre la nieve. — dijo Eda, extrayendo algo verde de su bolsillo derecho—. Ahora exploraremos el olor del musgo — Dividió el musgo en dos y lo colocó en cada fosa nasal—. El truco está en introducirlo dentro de la nariz. —añadió.
Luz volvió a adoptar una expresión decepcionada.
