Disclaimer: los personajes de Twilight son de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CaraNo. Yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: This story is not mine, it belongs to CaraNo. I'm just translating with her permission. Thank you so much again, Cara!
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Capítulo 7
—Y bien, cuéntame sobre ti, Bella —masculla Edward, y de repente siento sus dedos comenzar a dibujar círculos sobre mi piel—. Por lo que me dijo Jasper, sé que eres su hermanita insolente, y que siempre estás pegada a tu cámara.
Me río suavemente y bebo un sorbo de mi cerveza.
—Bueno, eso obviamente no es verdad ya que no la tengo ahora mismo. ¿O no? —No siento la necesidad de mencionar que mi Nikon se encuentra segura en mi cartera—. Dejando los chistes a un costado, me encanta la fotografía.
Él tararea.
—¿Algo en particular que te guste fotografiar?
¿A ti? ¿Preferiblemente desnudo?
Carraspeo.
—En verdad, no. Si algo llama mi atención, tomo la foto. —Me encojo de hombros un poco—. Durante la secundaria, hice una exhibición dónde el tema era soccer.
Él sonríe.
—¿Sabes? Aquí en Europa simplemente lo llamamos fútbol. Lo que ustedes los yanquis llaman fútbol... —Sacude la cabeza, riéndose a través de su nariz—. Quiero decir, ¡usan sus manos la mayoría del tiempo!
—¡Oye! Yo no nombré al juego —digo a la defensiva y golpeo su pecho juguetonamente—. Pero suficiente de eso. —Porque quiero conocer cosas de él también—. Es tu turno, cuéntame de ti. —Sonrío—. Todo lo que sé es que eres un fisioterapeuta.
Él asiente.
—Tengo una maestría en fisiología del deporte. También soy masajista, y he trabajado para Chelsea alrededor de ocho años ya.
Oh, cielos. ¿Un masajista? Apuesto que esas manos pueden curar el cáncer.
—¿Y te gusta caminar por la playa y mirar las estrellas? —Guiño un ojo y giro mi cuerpo un poco más en su dirección.
Él se ríe.
—¿Quieres mi signo también?
—No, pero tu teléfono no estaría mal —digo con una sonrisa descarada.
Esto le hace reír e inclinarse más hacia mí, así que espero que mis intentos por coquetear no hayan sido un completo fracaso.
Con sus labios casi rozando contra mi piel, me susurra al oído.
—¿No deberías poner tu atención a alguien más de tu edad, amor?
