No correspondido
Capítulo 6
.
.
.
.
.
.
Eres cruel, Bakugo. Lo sabes.
Me restregaste en la cara lo maravillosa que es tu relación con Midoriya y me hiciste ver que pelear por ti era una batalla perdida. Sin embargo, no estaba del todo convencido de que Midoriya te correspondiera del mismo modo que yo sabía que podía, por lo que estaba resuelto a no rendirme hasta ver lo contrario.
Lo valías, Bakugo. Vales todo.
Necesitas ver cuándo vales para mi.
Por eso, cuando nos tocó ser pareja en el examen práctico de Aizawa, supe que era una señal del destino que buscaba unirnos y que era mi única oportunidad para demostrarte cómo me sentía.
Te vi que estabas molesto por el sorteo que hizo Aizawa para el examen. Me viste como si hubiera hecho trampa, cuando sabemos que no es así. Aizawa nos dio las instrucciones del examen: duraría tres días, donde nos pondrían a sobrevivir en condiciones climáticas difíciles. Nos aclaró que nosotros buscaríamos nuestra propia comida y agua, dado que la escuela construyó estos escenarios donde como profesionales debemos poner en práctica todo lo que hemos aprendido en estos tres años. Y, que quienes terminaran el examen antes del tiempo estipulado, nos graduaríamos con honores, y tendríamos contrato de dos años con la agencia de nuestra elección.
Eso fue suficiente para que el salón se motivara.
Sabía que tratándose de ti, nos iría bien. Aunque, claro, no estabas contento. Miraba que le hacías ojos a Midoriya y él se comunicaba contigo en un código que no entendía.
Lo dejé pasar, puesto que intuía que en esos tres días te demostraría yo era el indicado para ti.
—Suerte en el examen —Me había dicho Iida.
—Tú también —Le dije.
Kirishima y Kaminari estaban contigo, deseándote lo mejor, aunque tu les asegurabas que no necesitabas la suerte. Sonreí. Luego Mina y Sero se juntaron con ustedes, hablaron un poco, en lo que Midoriya se ponía de acuerdo con Tokoyami, su pareja del examen.
Podía notar que nos rodeaba una burbuja de felicidad, ilusión, motivación, indescriptibles. Algo que no se ha perdido de la ingenuidad que teníamos en el primer año.
—Es tan enriquecedor que tendremos nuestro examen final todos juntos —Resoplaba Iida, con entusiasmo.
Asentí.
—Me hubiera encantado que me tocara contigo, Todoroki, pero aprecio a el resto de mis compañeros por igual, y sé que no hay favoritismos de por medio para la realización de este examen. Lo digo, en especial, por ti.
Me le quedé mirando, confundido.
—Te tocó con Bakugo —Obvió, sin borrar su sonrisa—, No hay dudas de que es el mejor de la clase, por debajo de Momo, y dependiendo de los resultados del examen, de ti.
—Sabes que nunca hay que subestimar a Bakugo.
—¡Por supuesto! Él ha demostrado que cambiar es posible, que puede confiar en sus compañeros, además de él mismo, y su confianza ha motivado a toda la clase a querer ser el mejor. Reconozco que no me gusta que grite constantemente, sea impulsivo, y maleducado, pero entiendo que es parte de su personalidad y espero poder trabajar con él en el futuro.
—Yo también quiero eso.
—¿Qué cosa, Todoroki?
Estar con él en el futuro, fue lo que pensé.
—Trabajar con él.
—Sí, me dirá que haga todo lo que él quiere sin escucharme, y aun así, terminaremos cumpliendo con el trabajo. ¡Oh! Midoriya, ¡Suerte en tu examen!
Midoriya apareció con nosotros, Tokoyami detrás suyo. Sonreía.
—Gracias chicos, ustedes también. Parece que nos pondrán a prueba para ver si seremos los próximos en ser los mejores. Estoy dispuesto a usar mis nuevos conocimientos en mis pasantías con Hawks, Tokoyami y yo tenemos una idea ¿O no, Tokoyami?
Tokoyamí asintió.
—Tenemos figurando una estrategia.
—¡Ah! —Exclamó Iida—, ¿Están elaborando una estrategia?
Midoriya sonrió y sentí que quería quemarlo todo. Me recordaba que era mi amigo, que es mi amigo, y seguirá siendo mi amigo siempre. Él me cambió.
No puedo simplemente odiarlo, pero tampoco dejarle el camino fácil.
—Depende del lugar en el que nos ubiquen. Aizawa-sensei dijo que había desierto, terremoto, inundación, huracán, sequía. Podemos tener una idea de qué podríamos hacer, para que no nos tomen por sorpresa.
Tokoyami acordaba con lo que decía Midoriya, mientras yo los miraba receloso. Me costaba estar de lado de Midoriya, pese a que era claro que estamos todos del mismo lado. Juntos. Integrados. Tampoco creo que Midoriya esté encima mío tratando de sacarme del círculo.
—Aunque, viniendo de Kacchan, dirá que es bueno el factor sorpresa —Dijo Midoriya, contento. Me tensé ante la mención de tu apodo.—Y crear la estrategia en base a donde nos pongan. Ir armando el plan conforme vamos avanzando.
—No es tan malo pensar así —Concordó Iida, afirmando.—Nos pueden tomar desapercibidos los detalles, y es bueno tener otras alternativas. ¡Le diré a decir a Uraraka suerte y al resto que me falta!
—Está demasiado entusiasmado —Comentó Tokoyami, seriamente.—Es mejor dejar el entusiasmo en la oscuridad.
—No seas tan pesimista —Irrumpió Kirishima.—No hay nada más hermoso que el día.
Midoriya sonrió.
—¡Hay que demostrar lo varoniles que somos!
—¿Qué estrategia tienes con Sato?
—A quién le importan las estrategias. Lo que importa es pasarla bien, convivir con nuestros compañeros, disfrutar de la juventud y pasar el examen.
—Tienes razón. Hay que disfrutar que es el final.
Entonces, Midoriya dirigió una discreta mirada a ti, que estabas conversando con Kaminari y Mina. Sero se había ido con Koda.
Tokoyami se puso cerca de Iida, mientras Midoriya no dejaba de verte con ojos ávidos; interpreté que tenían algo entre ustedes, más porque le devolviste la mirada con mayor discreción que él. Ví que te pusiste serio, tu ceño fruncido se marcó nítidamente debajo de la máscara; tus manos se cerraron caídos a los costados.
Entonces, fuiste hacia los vestidores cuando Midoriya corrió allí antes con pasos apresurados. Tuve un sabor agrio en el paladar; ustedes siempre hacían estas cosas. Se ocultan. Más por tu parte que por Midoriya. Tu no quieres que nadie sepa de su relación, pero vas detrás de él. ¿Cuál es exactamente tu propósito, Bakugo? ¿Es que acaso Midoriya no te gusta tanto como aparentas?
Nadie los vio, ¿No? Me giré a los lados, Tsuyu siguió a Midoriya con la mirada, luego la regresó hacia Mina y Yaoyorozu. Alcé una ceja. Volteé al otro lado, Iida nos estaba reuniendo de a poco con la intención de que estuviéramos listos para la llamada de Aizawa.
Dirigí mi mirada a los vestidores. No salías. Midoriya tampoco.
Me dio un mal presentimiento.
Forcé una mueca apática. No necesitaba exponer mi disconformidad ante tu ausencia.
—¿Dónde está Bakugo? —Iida te buscaba, arreglando sus lentes, el antebrazo dando movimiento de arriba abajo. —Eres de los primeros que saldrá, Todoroki.
Le asentí con mutismo.
Iida hizo gesto de molestia.
—Iré por él —Farfulló, pasándome de largo.
Una sensación de temor me arrasó. No puede verte con Midoriya. No conozco de líos amorosos, pero a lo que he escuchado, sé que no te gustaría que te vieran así. Haciendo esa clase de cosas a hurtadillas.
Me bulle la sangre de sólo imaginarme que alguien más te viera de esa forma. Tengo suficiente para soportar que Midoriya es quien te ha visto, tal vez el único, para que Iida te vea.
Me tomó unos momentos, reparar en que lo había agarrado del brazo, y remarqué un—: Yo iré.
—Bien —Me respondió, sin notar mi enfado.—Pero no te tardes.
Asentí.
Suspiré. Entré por el pasillo, tras abrir la puerta. Los casilleros parecían demasiado silenciosos, para que estés ahí. Tuve la impresión de que estabas hasta el fondo, justo en la puerta que da con las aulas; tal vez, te habías ido afuera.
Caminé con cuidado.
El pecho me daba golpes, producto de la incertidumbre. Inquieto. Inquieto. Me siento inquieto.
Omití todas las ideas que te relacionaban en brazos de Midoriya. No soporté imaginar el tipo de expresiones que haces cuando nadie te ve. Esas micro facciones que nadie conoce de ti, más que tú.
—¡Oi! —Me detuve con gran estrépito; cerré la boca, y me agaché por reflejo—, ¡Quédate quieto!
Vi a los lados y no estabas.
—Kacchan —Es la voz de Midoriya; está alarmado—, No grites.
—¿Me estás ordenando? Tienes mucho descaro para hacer eso, Deku.
—¿Eh? Pero. ¿Te-te molesté?
Bufas.
Me acerco más.
Tengo una imagen de qué clase de cara estás haciendo; estás ladeando la cabezas, formando una mueca enfadada.
—Eres lento —Señalas en un tono impregnado de arrogancia.—Tientas contra mi paciencia —Resoplas tras decir esa frase.—Paciencia que no tengo.
—Lo siento.
Te ríes con indiferencia.
—Si te digo que hagas algo, es porque lo tienes que hacer, nerd de mierda.
—Es que… es que. Bueno. No imaginé que me fueras a pedir eso. Me sorprendió. Es eso.
—Hah —Articulas, con un breve gruñido.—¿Crees que me quedaré esperando a que lo hagas?
—Lo siento.
Se escucha un golpe directo a los casilleros. Un puñetazo. Deduzco es tuyo.
Me coloco a una distancia que, asumo es razonable. Las manos me temblaron frente a la anticipación de lo que estaba ocurriendo entre ustedes. Estoy justo detrás, me siento en el suelo, reposando mi frente en las bancas.
El frío viniendo de ella, absorbe mis ansias.
—¿Y? ¿Te quedarás con esa cara de pendejo? —Presionas.
—¿Qué? ¿Quieres que lo haga? —Midoriya se detiene; quizás lo está meditando.—¿Ahora?
—Imbécil —Suspiras exasperado.
Frunzo el ceño, por no entender tu intención. Le hablas a Midoriya de un modo que no puedo entender.
—Pierdo el maldito tiempo con tus pendejadas.
Escucho pasos. Te has de ver enojado con él.
—¡Espera, Kacchan!
—Ah. Ahora, lo quieres hacer. ¡Muérete, Deku!
Se mueven de nuevo. Puede que Midoriya te haya echo regresar, u obligado. No sé por qué me fastidiaría más si fuera la segunda. No darte lo que quieres es una tortura y quisiera ser yo el que lo haga.
—Lo haré —Te avisa, Midoriya. Casi como una advertencia.
Empuño las manos.
Otro sonido provino de los casilleros, parecido a un empujón de cuerpo completo. Sueltas un «¡Gah!».
Midoriya indica que le tengas paciencia, y a tu gruñido, añadió que cumpliría con lo que le ordenaste.
—Estúpido Deku —Mascullas; sé que sonríes. Le sonríes con arrogancia a Midoriya. —Así no se hace. Se quita por aquí —Señalas y se oye el sonido de algo metálico, moverse.
Midoriya suspira un «Oh» al momento en que le dices «Apúrate».
Muevo la cabeza al lado derecho, los casilleros entre amarillo y verde, me miran con indiferencia, como si correspondieran a mi estado ánimo. Mierda. Mis hermanos estarían decepcionados de mi si supieran que te sigo.
Percibo movimiento. Unas sacudidas, empujones, o caídas. No sé. Es raro. No logro imaginar qué está pasando. Es algo que no había escuchado nunca.
Me llega la curiosidad por asomarme.
Se mueven unos pasos, un sonido de golpe hacia los casilleros con estrépito.
De pronto, sueltas un «¡Gah!» Contenido, luego un «Oh» y el escepticismo forma parte de mi semblante. Y no es hasta que dices su nombre, entiendo que algo, algo ocurre. En Midoriya o en ti. O en ambos.
No obstante, me duele el pecho; me arde. Es difícil hilar los pensamientos; se escurren. Se escapan; son como agua. Un aguacero.
Él te tiene.
Oigo respiraciones, que se intensifican. Identifico la tuya inmediatamente; estás agitado. Sube y desciende su volumen, el ritmo de tu respiración es duro, impreciso.
—Izu —Carraspeas; ingieres aire con brusquedad.
—Kacchan.
Midoriya te dice con dulzura.
—No puedo creer que estoy haciendo esto contigo. Que me hayas permitido. Que te puedo tocar así.
—¡Cállate!
Es doloroso.
Trato de focalizar en otro punto que no sean mis manos, agitadas y frías.
—Kacchan. Me quitaré los guantes.
Es imposible.
—¡No hables! —Espetas.—Oh, mierda —Te cortas con un sonido bajo, veloz; que no logro clasificar.
Me tapo la boca, para evitar gritar.
Dices el nombre de Midoriya en voz alta, con una nota de necesidad, escondiendo una rara urgencia.
—Detente. Si sigues así, voy a —Te cortas, seguido de un gruñido fuerte e irregular. —El examen, estúpido. ¡Saldré echo un desastre!
—¿Eh? —Midoriya trastabilla.
—¡Déjame, Deku! —Un golpe detiene el ruido que ocurría.
Desconozco qué fue lo que hicieron, pero por un segundo, quise golpear a Midoriya. Buscó provocarte que te fastidiaras así, al punto de haberlo golpeado y gritarle. Es común que grites más de lo que se considera prudente, mas que alejaras a alguien, con tus avances y crecimiento interno actual, es una extrañeza.
Si alejaste a Midoriya es porque hizo algo que no te agradó.
Eso no está bien para mí.
Oí que algo se cayó. Alzo la cabeza, omitiendo destapar mi boca.
—¡Lo siento! —Midoriya exclama, avergonzado. —¡Lo siento, Kacchan!
—¿De quién crees que es la culpa de que estoy así? —Te quejas.
—Te ayudo a levantarte.
¿Te caíste?
—¡No me toques!
Paso a otro plano la idea de que debo mantener oculto. Si se trata de ti en una situación que te compromete, me es innegable no hacer nada por ti. Me contradijera. Mis actos tienen que hablar más, ¿Cierto?
Debe ser mi oportunidad.
Me levanto tan rápido que en menos de un parpadeo, los veo; estás tirado, con las rodillas flexionadas, carente de tu protector del cuello, el traje remangado por debajo de tu pecho.
Entonces, reparo que estás rojo. Tu cuello, tus orejas, tu rostro. Tu piel expuesta parece un calor abrasador, su color blanco alumbra mi vista.
Respiras con dificultad, con la cabeza agachada.
—¡Bakugo! —Me acerco a ti. —¿Estás bien?
Me empujas con una sacudida de tu mano derecha. Evitas alzar la mirada.
—¿Qué pasó? —Como puedo, pregunto; mi tono suena más crudo de lo que ocurría en mi mente; lo insonoro que fue mi cerebro cuando te vi ahí tirado.
—Todo está bien, Todoroki-kun.
Levanto la cabeza; ni siquiera noté a Midoriya, estando a menos de dos metros de ti. Sin los guantes puestos.
Hago una mueca.
—Kacchan. Eh. Kacchan, él —Intenta explicar. —Él bueno…
—¿A qué viniste? —Interrumpes con un tinte de molestia.
En eso te levantas, tomas tu protector del cuello de adentro de tu casillero, te lo colocas, inhalando profundamente, similar a que si quisieras tranquilizarte.
Veo las mejillas sonrosadas de Midoriya y me siento enfermar.
—Iida dice que ya va a empezar el examen —Anuncio con la mejor disposición que puedo articular.
—¡Sí! Iremos. Ah. Me olvidé de ponerme los guantes. ¡Espérame! Estamos ahí.
Chasqueas la lengua, en lo que vislumbro cómo te acomodas el traje. El lento movimiento de tus manos, tu aspecto serio, impertérrito.
Sin dudarlo, me acerco a ti.
—¿Te lastimaste?
—Hah —Bufas.—¿Me ves débil, bastardo?
—Entonces, ¿Por qué?
«¿Por qué estabas así?» Me detengo en decirte. No entiendo por qué sentí tanto temor de preguntártelo, cuando te vi de lado, poniéndote la máscara, el ceño fruncido y tus ojos ardiendo.
Igual, tampoco entiendo por qué estabas así; con parte del torso descubierto, a ojos de Midoriya. Expuesto. Expuesto totalmente a él, para contemplarte.
Con ansias, percibo que te muestras diferente. Tiemblas. Es un detalle poco notable, tus piernas levemente dobladas, tus dedos estrechándose para expandir tu traje, se sacuden.
Aún con el acuoso tinte rojo de tu rostro bajo la máscara, el enfado me consume. Es innegable que detesto lo que Midoriya ha causado en ti.
Lo imperdonable es verlo tan sonriente cuando estás de esa forma.
Cierras la puerta del casillero con un empujón brusco, me pasas a lado, con la cabeza agachada, las manos en los bolsillos, pese a tener puestas tus granadas.
Midoriya se termina de poner los guantes con una velocidad sobre cogedora. Avanza corriendo, me mira y me dice que vayamos con una sonrisa. Me veo en un aprieto, porque es contradictorio ver a mi amigo como alguien que ha hecho un acto en tu contra.
Cuesta meditarlo en una situación, todavía sin gestarse en su extensión, puesto que no tengo cómo hilvanar lo que pasó.
El ruido contenido y necesitado de tu voz es algo que nunca había oído; me frustra no saber lo que significa, aunque si te pregunto, no tendré nada y si recurro a Midoriya, tal vez aborde el tema por la tangente.
Lo que me hace preguntarme ¿Qué tanto querrá ocultar de ti?
¿Me dirá qué te hizo y por qué?
¿Expondrá lo que vio?
Es cierto que es honesto, noble, responsable. Pero ir contracorriente en lo que te concierne, es lo que no quiero hacer.
No obstante, sin reprimirme, me acerqué a Midoriya, justo cuando acabábamos de salir.
Lo noté confundido, por mi repentino impulso, pese a que tú estabas, para ese momento, con tus amigos y Asui conversando con Uraraka, próximas a ellos.
—¿Le pusiste pomada?
—¿Qué? —Midoriya arrugó las cejas.
—¿Se lastimó?
—Eh… —Se vio indeciso.
Tengo que insistirle.
—Estaba con el traje así.
En un arrebato, se ruborizó. Movió los brazos a su rostro.
—Sabes que estamos juntos. Pero no es lo que crees.
—Si está herido, será mejor avisarle a Aizawa.
—No, no está herido. Él está perfecto.
Levanté una ceja.
—No te preocupes por eso. Kacchan está bien. Es tu pareja para el examen, lo hará excelente. Verás que se esforzó tanto para verse tan asombroso como es ahora.
—Entonces, ¿Qué hiciste con él?
Titubeó.
Lo pude ver con claridad.
—Cosas. Nada extraño, ¿Por qué? —Lo dijo tan alto que los otros nos miraron de lado.
—Si no tiene nada, quiero saber qué ocurre con él.
Midoriya me observó con un semblante que no pude descifrar. Nervioso y serio, a la vez.
—No tiene nada —Manifestó lento.—Así que no te preocupes. No te puedo decir lo que hicimos, sólo te aseguro que no es algo malo o indebido.
Me le quedé mirando.
—Todoroki-kun, no es algo que debas saber. Tampoco importunes a Kacchan con eso. Hagan bien el examen, pongan su mejor esfuerzo, y respétalo.
Hice una mueca, sintiéndome altamente irritado.
Por alguna razón, me costó creerle.
No obstante, me detuve de continuar mis interrogatorios, y concentrarme en lo que acontecería.
Sería una imprudencia insistir y más si Aizawa recién llegado a reunirnos. Previo a que nos llamara, te miré.
Estabas con Iida, diciéndote que no hicieras una tontería y me arrastraras con tus repentinos planes sin notificarme de ellos, a lo que le contestaste que llegarías primero, solo o acompañado, o con cualquiera que te pusieran de pareja.
Aizawa se puso a nombrarnos por parejas, mientras iba diciendo a qué tipo de clima nos mandarían. No estaba prestando atención hasta que mencionó tu nombre, seguido del mío, diciendo «les tocó selva».
Bufaste.
Me mostré renuente a tu comportamiento.
Eres cruel, Bakugo. Lo sabes.
Pero aguarda, este examen te hará ver que aquí estoy y aquí estaré.
.
.
.
.
.
.
NOTA: Tardé en escribir, pero aquí está.
Izuku y Kacchan haciendo sus cosas.
Espero que les haya gustado.
