Serie: Naruto
Autor: Leah
Advertencias: Sexo explícito.
Memoria de Él
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Con el tiempo viajando juntos, había notado algo muy simple: Sakura se había liberado mucho.
Incluso desde antes en que, bueno, se volvieran prácticamente una pareja, la chica parecía pulular con demasiada confianza en torno suyo, ¿O quizá fue una tetra para hacerlo caer en sus encantos femeninos? De acuerdo, quizá hubo un poco de maña en esas veces en que la mujer se había bañado en el río demasiado confianzuda en que él no miraría, o cuando sus pequeños pezones se notaban por sobre la ropa ocasionalmente, demostrando que no traía abajo tanta protección como debía.
No había mirado… no siempre al menos, demonios, había buscado por demasiado tiempo respetarla como compañera de equipo, como una mujer poderosa que sabía que igual tenía su historial de partir huesos a aquel que la mirara demás.
Y aunque estaba seguro de que él tenía dentro suyo una salvaguarda mayor que incluso Naruto respecto a poder mirar, había hecho lo posible por respetar: no era un animal sin cerebro que andaría por ahí viendo a la chica sin su permiso, al menos, no cuando no eran más que amigos.
Bueno, había sido no tan fácil repetirse eso miles de veces en ese tiempo, aún si incluso él mismo con su propia apatía social era consciente de que las connotaciones del viaje no eran simple amistad, no eran más que un paso que irremediablemente los llevaría a lo que tenían ahora.
Como fuera, ya fuera por su intención de demostrarle que tanto creció, o porque directamente se sentía demasiado relajada en que no haría nada malo hacia ella, Sakura empezó a demostrar libertad y confianza en su propia feminidad, y una vez se volvieron genuinamente una pareja, empezó a notar que, de hecho, todo eso pareció aumentar demasiado en si misma: se sentía más bonita, más honesta en que su figura era atractiva, en que usar una cosa u otra la hacía ver bien.
No tenía quejas, en realidad, aún si no lo repitiera cada cinco minutos se sentía satisfecho de ver que la chica efectivamente ya no se fijaba tanto en su frente, en el tamaño de sus pechos o cosas por el estilo.
Desde adolescentes, incluso cuando apenas iban entrando a la pubertad, de todas formas, estuvo de acuerdo con Naruto en que la chica de cabello rosa era la más bonita.
Y los años no hicieron más que hacerla más hermosa, en especial cuando la veía como la encontró ahora mismo en la posada donde habían llegado: tirada sobre la cama, con nada más que unas braguitas oscuras y una blusa demasiado clara como para trasparentar su bonita figura, incluso destacando más los botones rozados que eran sus pezones erguidos por lo que, supuso, era el frio que entraba.
De pie como estaba en la puerta, la notó demasiado absorta en su mundo, mirando el techo, si podía apostar ahora mismo, diría que seguramente todavía le daba vueltas a la utilidad de unas hierbas medicinales que habían encontrado en el camino: su Sakura era demasiado buena para quedarse dándole vueltas a todo lo relacionado a su profesión.
Sonrió y dio un paso en lo que cerraba la puerta, sintiendo bien el tirón de su entre pierna a medida que la sangre fluía hacia esa parte de su anatomía.
Era molesto a veces, totalmente, pero no podía negar el hecho de que la mujer rosada lo excitaba igual que el primer día, lo peor es que a veces ni si quiera necesitaba tenerla al frente, le bastaba con recordarla unos momentos en alguna instancia normal y estaba condenado. (su Sharingan tenía prácticamente una galería de "Sakura" registrada en su memoria, como un popurrí de fotografías, desde dulces y tiernas, hasta calientes como el infierno)
Así pues, con calma se sentó a su costado, notando como la chica pestañeaba y la luz de sus ojos se iba hacia él, le sonrió, como el primer día en que despertó al lado suyo cuando empezaron a viajar, con esa boca rosada y rellena, y entonces recordó la misma epifanía que tuvo aquella mañana. -
Estaba jodido, irremediable, total y estúpidamente enamorado de Sakura.
No dijo nada, para otra persona presumiblemente no estaría pensando nada, como una estatua de piedra, aún si por dentro ardía, y por suerte, sabía bien que ella si lograba entender cómo funcionaba su cerebro sin muchas palabras: la mano femenina se ganó en su muslo para cuando ella se acomodaba, la misma mano se movió y empezó a masajear su pene de forma suave y lenta, constante, mientras una risita salía de la boca de la mujer.
Se acomodó mejor y se dejó hacer por ella, en especial cuando sintió bien como abría la bragueta de su pantalón, empezando a pasar su lengua por sobre la tela del boxer, un movimiento totalmente lento y sugestivo, pero que disfrutaba, tanto como para llevar la única mano a su mejilla y acariciarla.
Ella capturó su pulgar entre sus labios, chupando suavemente mientras su mano masajeaba con más fuerza su pene erecto.
Bufó por lo bajo, su sharingan se activó para cuando ella bajaba el boxer para liberarlo del todo, acariciándolo con sus manos en lo que lo miraba y se mordisqueaba con deseo los labios.
Una sonrisa se le escapó, era divertido: más de la mitad del mundo tenía miedo a su Sharingan, fácilmente solo Naruto no temía de su ojo, y aun así, lo más impactante era Sakura.- Ella no le temía al ojo rojo, a ella le excitaba verlo activar su doujutsu, y le constaba, porque entre gemidos hace mucho tiempo atrás ella misma se lo había admitido.
Algo en como la miraba, le había dicho.
De todas formas, a él igual le excitaba ver sus expresiones, escucharla, incluso la forma en que su boquita se lo engullía como empezó a hacer ahora mismo: Sakura era tan receptiva a complacer que se las había ingeniado para aprender bien como le gustaba, ella no necesitó ninguna habilidad ocular para memorizar en qué punto disfrutaba más o menos algo.
Cerró los ojos y tiró la cabeza hacia atrás en la almohada, disfrutando de la atención recibida, y se habría entretenido un rato en eso, si no fuera por el sonido de "puff" que le llegó, si no fuera por su propio sharingan alterándolo de la fluctuación de chakra cerca suyo.
Abrió un ojo nada más para ver a una copia exacta de su mujer a su costado, mirándolo, antes de ir y agarrarle la cara y besarlo con ganas y necesidad.
No le molestó el cambio, no porque no le bastara su mujer, si no por lo contrario: sabía bien que todo lo que igual le hiciera al clon, ella lo iba a recibir (como más de una vez él había hecho); y claro, si Sakura quería jugar, ¿Por qué demonios iba a negarle algo que claramente iba a disfrutar demasiado él mismo? Además, cada que ella hacía cosas como esta, en lo único que pensaba era en lo agradable que era estar rodeado de rosado.
Y su aroma, Sakura tenía un aroma a flores tan particular.
Mordisqueó los labios del clon para cuando le atraía un poco más hacia si, metiendo su única mano en su cadera, bajando por su figura, hasta ir y meterla bajo sus braguitas, acariciando la entrada húmeda del clon que gimoteo contra su boca a medida que las chupadas en su verga aumentaban.
Eran en momentos así que extrañaba tener dos manos.
-Sakura, súbete.-
Ordenó, soltando la boca del clon que empezó a repartirle pequeños besos por la mejilla, el cuello y el oído.
La vio levantarse, llevando las manos a sus braguitas para bajarlas de forma lenta y sugestiva, otra escena más que iría al recuerdo de su memoria, en especial cuando notó el hilo de su propia excitación embarrando sus muslos al tiempo en que se movía para sentarse sobre él.
Gruñó cuando se auto penetró de golpe al tiempo en que el clon hacía un chupetón sobre su cuello, tan cálido y apretado que su mano dejó de masturbar a la copia para sujetarla de la cadera y hacerla moverse más fuerte sobre sí mismo, gimiendo bajo al unísono de los ruidos más sonoros que ella tiraba entre más brincaba.
Ella misma agarró sus pechos por debajo de la camisa, y si no la acompañó tocándola fue simplemente porque le bastó una mirada sobre el clon, como una orden implícita, para que este se moviera en algo que igual implicaría usar su brazo.
El clon era igual de inteligente que la original, sabía que quería, y fue más directa: en un segundo ya estaba por completo desnuda; para el otro instante, el clon se acomodó sobre su cabeza al tiempo en que tiraba la almohada a otro lado, usó el brazo para acomodarse mejor y sujetarla, evitando asfixiarse.
El aroma femenino le llegó mientras sacaba la lengua para repartir primero lamidas lentas y suaves, rítmicas, que rápidamente empezó a aumentar en intensidad a medida que sentía bien como su Sakura brincaba más fuerte sobre su cadera, haciéndolo ronronear mientras seguía practicándole sexo oral al clon que parecía derretirse de deseo en su propio lugar.
Su lengua simuló la forma en que su pene entraba y salía de su pareja, y el hecho de escucharla gritar (aún si no podía verlo), le dijo que Sakura se había puesto más morbosa y había hecho que su propio clon juraba con sus pechos a medida que seguía brincándole.
Afianzó la cadera del clon de mejor forma con su único brazo para dejarla quieta, y se la comió hasta que sintió la humedad aumentar en su barbilla, asegurándose de hacerla correr hasta que la misma se salió para no ahogarlo, dándole la oportunidad de ver en primer plano a la real, que juguetona, era un espectáculo en sí mismo: brincaba sobre su pene como si la vida se le fuera en ello, sus manos apoyadas en sus muslos, mientras las dos manos del clon la hacían sentir bien, con una sobre su clítoris, masturbándola, y la otra jugando con sus pechos por sobre la ropa.
Se aguantó las ganas de correrse hasta que la sintió a ella tener su propio orgasmo, y fue, recién después de eso, que se dejó llevar lo suficiente como para venirse dentro de ella.
Cerró los ojos unos momentos por la fuerza de la eyaculación, sintiendo bien como ella lo sacaba de su interior para acomodarse unos momentos al costado con la intención de recuperar el aire, pero todo eso se fue a la mierda totalmente cuando la sintió gemir.
Giro el rostro, abrió los ojos, y se puso duro de nuevo al instante.
Ella recostada, con sus bonitas piernas abiertas, y el clon completamente entretenido practicándole sexo oral para sacar, limpiar y beber los rastros de semen que habían quedado ahí.
No estaba seguro si lo calentaba más escucharla gimotear desesperada, si lo calentaba la perspectiva de verla en una actitud teóricamente lésbica, si lo estaba matando verla sentirse tan libre y cómoda para jugar así con él al lado, o simple y sencillamente lo estaba volviendo loco verla prácticamente juguetear con su semilla de esa manera.
Daba igual en este punto de todas formas, duro como estaba se levantó para ganarse unos momentos al costado de la original, viendo como la chica giraba el rostro y se lo engullía de nuevo, ahogando sus gemidos con su pene en la boca.
Se aseguró de memorizar totalmente la imagen que tenía frente suyo, en especial cuando al clon no le bastó con lamer la entrada femenina, si no que introdujo dos, tres dedos juguetones en el interior de la original, provocando que las chupadas de la chica fueran más erráticas.
Así que con más calma por fuera que la que tenía por dentro, Salió de su boca para caminar y ahora ganarse detrás del clon, acomodándola en cuatro para ingresar de una sola vez mientras la veía seguir jugando con la original.
La agarró con fuerza de la cadera y se dejó llevar, aumentando sus embestidas entre más escuchaba gemir a quien era su pareja, viendo el show que tenían prácticamente ambas frente suyo, apretando los labios, sintiendo bien la humedad de la copia, y disfrutando de la visión que era su Sakura aún recostada disfrutando de lo que le hacían, con sus manos sobre sus pechos, jalando sus pezones, moviendo su cabeza de un lado al otro, meneando la cadera con necesidad contra la boca que la hacía sentir bien.
Cuando ambas gimieron, mucho más fuerte, incluso canturreando su nombre en un suspiro, supo que había valido la pena.
La única razón por la cual no se corrió sobre el clon fue simplemente porque ambas se movieron una vez llegaron a tener sus propios orgasmos, obligándolo a quedarse de pie a un costado de la cama, y se hincaron frente suyo, una al lado de la otra, en una imagen que cualquiera se hubiera muerto en el preciso momento en que abrieron sus bocas, sacando sus lenguas y prácticamente acabaron comiéndoselo entre ambas, alternándose en sus intenciones de manera juguetona.
Su única mano se entretuvo acariciando sus cabellos ocasionalmente, agarrando con algo más de fuerza a una u otra para poder embestir un poco más, hasta que simplemente fue imposible no correrse dentro de la boca del clon que recibió todo antes de que pudiera dárselo a la original.
De todas formas, no fue necesario, la original agarró la cara de su otro yo, forzándola a abrir la boca, inclinarse y dejar salir todo antes de que pudiera tragárselo, robándoselo con morbo descarado antes de que el clon simplemente despareciera en un puff, provocando un siseo bajo y excitante de la mujer al recibir las memorias del clon.
-Mierda Sakura-
Gruñó, ido, agarrándola y tirándola de nuevo en esa cama, aun estúpidamente duro por culpa suya.
…
..
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-Sasuke-kun, exageraste anoche, estoy muerta-
Lloriqueó, por lo bajo, con el cuerpo embarrado en las sábanas que habían cambiado para cuando se habían detenido, las marcas en su cuerpo eran una prueba obvia de lo vivido, y peor, el hecho de que la chica ni si quiera tuviera muchas ganas de levantarse, porque según, le temblaban las piernas.
Arqueo una ceja con la bandeja de comida que había ido a conseguir a la taberna de la posada, viéndola ahí todavía completamente tirada, no se molestó, igual no tenían apuro, y en realidad, podía quizá haberse dejado llevar hasta que la luz del sol salió por la ventana.
-¿Si? Yo que te iba a pedir usar dos clones la próxima vez-
Soltó, como quien no quiere la cosa, antes de genuinamente reírse al ver como su rostro se ponía totalmente rojo, como si hace unas horas no hubieran estado jugando como habían jugado.
