Sin tiempo, sin necesidades, sin gustos o placeres.

No tuvo nada en el tiempo que pudo recordar y aquellos destellos de memoria que cubrieron su mente evitando que se perdiera no fueron nada más que atisbos de un mundo olvidado junto con una época jamás conocida.

Ahora, ¿estaba realmente parado ante la verdadera persona detrás del mito de Oda Nobunaga?

No fue difícil decir que la respuesta era un sí ante la crueldad mostrada y el amor por la pólvora de la mujer quien parecía más centrada en ver cuanta pólvora podría soportar el cañón del arma que había comprado.

―Entonces… ―Emiya volvió sus ojos a la mujer quien dejó de cargar el rifle para empujar la bola de acero que era la bala.

―…

― ¿No sabes hablar?, los idiotas me contaron que podías hablar y entender todo ―la bala tocó fondo en el cañón, quitó la varilla que estaba empujando la bala salió y fue guardada bajo el cañón.

Nobunaga levantó el seguro del arma y la apuntó directamente a la cara de Emiya.

― ¿Curioso de este pequeño?, los del otro lado le dicen arcabuz, hay uno que otro modificado de la localidad, pero nada como la tecnología extranjera ―Nobunaga vio como no hubo movimientos de parte del hombre ante ella―, ¿sin reacción?, esperaba que supieras que pueden hacer esto, ya sabes, explotan y-

―Disparaban una bala hacia el objetivo ―la interrupción hizo que la sonrisa de Nobunaga creciera. La voz profunda y ronca por el tiempo no haber hablado sonó interrumpiéndola.

―Bien, puedes hablar y con fluidez, eso es bueno, esperaba poco de alguien como tú, dime, ¿eres alguna especie de gigante? O un hombre pintado de gran tamaño ―Nobunaga caminó alrededor de Emiya bajando el rifle y apoyándolo en el hombre examinando cada musculo del hombre―, ¿cuánto tiempo piensas seguir con el casco puesto?

―No puedo quitármelo, el seguro en la nuca no me permite-

El disparo del rifle sonó en todo el lugar cuando Nobunaga interrumpió a Emiya y le disparó directamente a la frente del casco. El leve sonido de fractura comenzó cuando desde la frente la línea de la baja comenzó a cubrir antes de que el casco se abriera al partirse en dos y caer a los lados.

Emiya vio como el cabello que había estado recogido dentro del casco cayó sin más hacia abajo cubriendo su rostro y espalda, fue mucho más largo de lo que esperó, normalmente los esclavos eran rapados cuando servían a ciertos maestros para evitar las pulgas.

Con el casco que tuvo fue obvio que no se dio el mismo caso de poder elegir entre cortarse el cabello.

Emiya estaba viendo el mundo fuera de las rendijas de aquella armadura después de mucho tiempo y lo primero que vio fue a una mujer, algo baja, pero normal para la época en la que estaban, Nobunaga estaba con las manos en la espalda frente a Emiya viendo directamente al rostro del hombre.

―Ah, no es tan distinto de lo que imaginaba ―las manos de Nobunaga subieron y tocaron el rostro de Emiya, probando la elasticidad de las mejillas del hombre y delineando las facciones con los dedos.

―Soy un humano después de todo.

― ¿Estás seguro que no eres uno de esos tontos del otro lado, pero pintado? ―Nobunaga frotó la mejilla de Emiya buscando que salga algo, pero no hubo nada. Solo se limitó a ver la suciedad que había salido del rostro―, sabes, necesitas un baño y una buena muda de ropa.

―Los esclavos no tiene permitido tomar baños o vestir-

―Bla, ¿puedes callarte y escucharme?, me importa muy poco lo que sea en los demás lugares, ahora eres mí sirviente, más vale que seas divertido.

Fue curiosa la caminata hasta el castillo perteneciente a Oda Nobunaga, colosal. Había visto de primera mano en su tiempo como guardián y como esclavo el tamaño de los castillos de los señores de Japón actual, pero el mero hecho de que ahora estaba presente al de uno que era de una magnitud tal… hizo que Emiya mirara a la mujer quien caminaba sin preocupación alguna, totalmente ajena en cara a lo que realmente representaba aquella mujer.

Totalmente alejada del verdadero caos que era realmente ella.

Las puertas del castillo se abrieron al paso que daban, la mirada de recelo comenzó a darse al momento en que apareció al lado de Nobunaga, no podía culpar a nadie, Emiya sabía la razón, el mero hecho de caminar al lado del señor de la zona era considerarse una situación de iguales.

El que estuviera al lado de Nobunaga era casi un insulto para todos dentro del palacio. Alguien que no ha ganado nada para estar al lado del señor o que ha mostrado la valía para siquiera estar parado cerca era algo que podría llegar a ser una ofensa para cualquiera.

― Oye, ¿qué demonios miras tanto?, pensé que los esclavos estaban acostumbrados a lugares lujosos.

―Fui un esclavo dedicado a la guerra y al trabajo de fuerza ―Emiya miró hacia un lado y vio a Nobunaga quien parecía interesada en la respuesta.

―Ja, supongo que es lo correcto para alguien como tú, dime, ¿son los demás de tú clase así? ―Nobunaga miró al hombre de reojo quien ladeó la cabeza.

― ¿Los de mi clase?

―Ya sabes, altos y musculosos, pensé que eras una especie de gigante.

―Bueno, para la época era de preverse eso…

― ¿Ah?

―Nada importante… ―hubo un silencio mientras que miró con los ojos entrecerrados a la mujer quien parecía esperar que Emiya terminara la oración―. ¿Cómo debería referirme a tú persona?

―Oh, no espero nada, sé que la cultura del exterior es más arbitraria, llámame maestro, con eso ya es suficiente.

―Eso es…

― ¿Más flexible de lo que tenías en mente?, por la forma de hablar que tienes puedo decir que te enseñaron el japonés sobre la marcha, tú acento es asqueroso ―la risa de Nobunaga vino con un ceño fruncido de Emiya.

El hombre lo sabía, que la tonalidad de la época antigua y la actualidad no eran la misma, pero tampoco escuchó una diferencia significativa para decir que su acento apestaba en esta época.

¿O quizá él no se dio cuenta de ello?

―No importa lo que tengas en tú cabeza ahora, ahora quiero que la conserves ―la sonrisa de Nobunaga creció cuando llamó con una mano a uno de los sirvientes―. Prepara el campo de práctica, quiero a quienes creen que pueden derrotar a mí nuevo juguete, por cierto, diles que quien gane recibirá el título de noble junto con treinta piezas de oro.

―Creí que iría a cambiarme antes para tú deleite.

―Oh, ¿supones algo de tú maestro?, un vasallo obediente debería dejar de pensar en cosas sin sentido y solo escuchar la voz de su maestro.

―… ―no hubo una respuesta nuevamente por parte de Emiya haciendo que Nobunaga alzara una ceja ante aquel gesto, un esclavo ordinario, de los que conoció de los demás conquistadores, solían ser bastante complacientes.

― ¿No vas a responder?

― ¿Debería? ―la sonrisa comenzó a emerger en el rostro de Emiya haciendo que Nobunaga abriera los ojos ante la forma tan descarada en la que un esclavo se comportó.

―Es agradable escuchar hablar a alguien ―no hubo mayor comentario a ese aparte de la leve risa de Nobunaga viendo a Emiya examinándolo.

O era un idiota completo o era alguien que tenía más que confianza en su propia fuerza.

Arrogante.

Le gustó aquello en cierta forma.

―Bien, veamos si puedes mantener tú boca después de enfrentarte contra los samuráis del palacio.

No hubo una preparación significativa o algo esplendoroso para el momento en que se comenzó a llamar a los samuráis y guerreros que desafiarían al nuevo "juguete" del señor feudal.

La servidumbre junto con las personas del palacio llegó al campo de entrenamiento, diez personas paradas en el campo, cuatro de ellas vestían bien y el resto era obvio que eran soldados de primera mano.

La mayoría del personal, también se había movido para ver el espectáculo que estaba por darse, quienes habían visto al hombre que estaba ahora siguiendo a Nobunaga no pudieron evitar tener curiosidad y algunos directamente rechazaron la posibilidad de enfrentarse al ver a la figura que se alzaba detrás de la mujer.

Emiya llegó a la arena de práctica, las botas blindadas hicieron un ruido sordo cuando fueron puestas en la arena, la cota de malla que estaba bajo el faldón de tela rota fue el único sonido que se dio.

Varias personas empujando un expositor de armas llegaron poco después de que Emiya entrara en la arena, el llamado de Nobunaga fue el indicativo que se volteara.

― ¡Decide como te defenderás! ―la tanda de armas que estaban siendo exhibidas fueron empujadas hasta uno de los costados de la arena. Emiya miró la multitud de armas y la variedad de estas, algunas no eran propias de Japón o de la zona misma de Asia.

― ¿Puedo elegir cualquier arma? ―la pregunta de Emiya fue dada con una sonrisa, ya no tenía por qué fingir estar del lado de cualquier señor, con lo poco o nada que vio de la personalidad de Nobunaga fue que pudo discernir algo.

Una personalidad fuerte era lo que llamaba la atención a la mujer en todo lo que hacía, los débiles no eran de su agrado, eso fue algo que pudo quitar casi de vista por la forma en la que había visto a los sacerdotes que habían llegado.

― ¡Por supuesto!, de ahora en más no dudes de mí palabra, todo lo que salga de mis labios es nada más que la verdad absoluta para ti.

Un leve silencio fue dado después de ese pequeño comentario, no hubo mayor interacción aparte de un leve suspiro de Emiya, esa acción hizo que Nobunaga abriera la boca ante la reacción casi de cansancio de Emiya.

―Oye, oye, ¿qué pasa con esa actitud? ―Nobunaga se cruzó de brazos y entrecerró los ojos cuando vio como en vez de ir al mostrador de armas, fue directo hacia el campo de práctica.

―Ya tengo lo que necesito ―levantó los puños y puso una posición de guardia haciendo que Nobunaga sonriera ante la escena del hombre.

La risa descontrolada de la mujer fue audible para todos cuando vio como el hombre alto de tez morena tronó los nudillos y se adelantó. Para Emiya más que ser una falta de respeto, por más que los demás espadachines se lo tomaran de esta forma, no le importó.

Podría un poco ahora el refuerzo que tenía y ver que tanto se había adaptado en el corto lapso que tuvo para ello.

Un hombre con la cabeza rapada fue el primer en dar un paso hacia adelante, tenía una complexión bastante buena a los ojos de Emiya, podía ver cómo como había dedicado toda su vida a entrenar.

―Oye.

Nobunaga llamó a Emiya quien se giró y vio a la mujer quien sonrió ahora con una locura que no había mostrado con anterioridad.

―Mátalos, todo aquel que pierda será ejecutado de todas formas ―Emiya alzó una ceja ante la orden, no le importó por la mirada que le dedicó el samurái de todas formas, parecía que estaba más dispuesto a matarlo que a derrotarlo.

Ambos hombres se pusieron frente al otro en la arena, Emiya miró al samurái quien dio un paso adelante antes de envainar la espada que sacó al principio. El susurro masivo comenzó cuando el hombre adoptó una postura de combate a dos manos.

Emiya se giró a Nobunaga esperando una explicación.

―Nada ha cambiado, una derrota significa la muerte ―Emiya se giró una vez más al ver a su adversario, parecía ofendido por la segunda confirmación.

No esperó el samurái a cargar hacia el frente incluso sin tener la menor idea de las capacidades de su enemigo había ido al frente sin pensarlo dos veces.

Fue un golpe que se dio al aire cuando el samurái extendió la palma, el suelo bajo los pies del hombres se fragmentó cuando tomó posición de golpe.

Fue un golpe de alguien entrenado y que no había dejado de entrenarse hasta el cansancio.

Un golpe lleno de experiencia y de la mayor voluntad.

Fue una pena que aquel golpe del sueño del hombre chocara con la muralla que fue la realidad de la palma de Emiya quien detuvo el impacto sin más.

La sonrisa que le dio el hombre alto fue una que no mostró nada más que diversión. No fue un golpe fuerte el que había sido devuelto por Emiya, fue un empujón en cierto punto.

Uno bastante fuerte.

El impacto de la palma de Emiya hizo que el hombre girara y patinara en la arena, deslizándose con su cabeza en el suelo hasta llegar hasta el borde de la arena sin dejar que saliera y perdiera el encuentro.

―Oh, fallé.

― ¡Bastardo mentiroso! ―la risa de Nobunaga salió por lo alto al escuchar la excusa, la fuerza dada por el hombre al "empujar" con la palma a uno de sus samuráis no fue algo que se pudiera catalogar como "fallo", más cuando vio como el hombre que había sido empujado estaba con las manos en el suelo recostado y luchando para levantarse.

La sangre de la boca del hombre salió en una bocanada grande, lo más probable fuese que las costillas habían perforado los pulmones. Para la medicina actual el golpe que había recibido el hombre fue nada más que letal.

El hombre se derrumbó poco después en la tierra con la sangre saliendo de su nariz y boca, el gorgoteo de la boca con sangre que intentaba hacer paso al aire para sobrevivir se mantuvo así por unos segundos más.

¿Quizá el corazón había sido lastimado?

Emiya miró todo aquello sin cambio de expresión, una expresión simple y llana hasta que el samurái dejó de moverse y no hubo más señales de que estuviera con vida.

El primero de los luchadores se había retirado a la tumba.

―Ah… preparen una fosa común ―los gritos parecían llegar a oídos sordos.

Emiya escuchó desde lo lejos como no podían hacer eso a la nobleza, más no hubo otra expresión en Nobunaga fue más como… ¿desconcierto?

― ¡Solo prepárenla! ―el grito de la dueña del feudo llegó haciendo que la discusión momentánea se viera cortada en seco ante la forma ya destinada.

Ya no hubo una decisión después del último reclamo, solo levantaron el cuerpo del samurái que estaba sin vida y lo llevaron hacia el exterior.

Una muerte deshonrosa en toda regla.

La sangre cayó sin más cuando el hombre fue levantado y luego arrastrado.

― ¿Estás bien con algo así? ―a diferencia de las otras veces Nobunaga se giró y vio a los ojos a Emiya, no hubo el mismo atisbe de aburrimiento al igual que las otras veces, fue más como un destello que parecía gustarle por breve que sea.

― ¡Lo es! ―el grito de la mujer vino con ella alzando una mano en lo alto―. Si apuestan algo que lo apuestan todo, ¡no crean que la conquista se logra con simples palabras o declaraciones vacías!

El grito ferviente de la mujer hizo que la mayoría de los presentes se mirara, eso junto con la mirada al hombre que estaba en la arena esperando su próximo contrincante fue algo que hizo que la mayoría se quedara inmóvil a la confirmación del próximo contrincante.

Pasos fueron dados, no fue un samurái esta vez, uno de los guerreros que habían estado esperando su turno se asomaron y se pusieron en alto para comenzar con el enfrentamiento.

Ambos contrincantes se pusieron en un lado de la arena de práctica, a diferencia de la primera batalla no hubo algo parecido a ego o una muestra de arrogancia en querer "luchar en igual condiciones" con el nuevo juguete del señor feudal.

La lanza del contrincante se hizo notar a pesar de los susurros de los que miraban la pelea, Nobunaga sonrió de fondo al momento de ver aquel desenlace. Una pelea contra aquel que consideró digno de su atención.

Porque fue uno de los pocos quienes pudo escuchar con claridad las palabras que daba. Normalmente se dedicaba a suponer o a ignorar en su totalidad las palabras que se le daban, pero cuando escuchó a aquel hombre hablar con claridad.

Supo que debía tenerlo.

Esta era una prueba que le entregó para demostrar que, a pesar de poder escucharlo, no podía simplemente darle todo lo que podía sin más. Nobunaga había tenido suficiente de personas que parecían suficiente para sus expectativas, pero a la mínima de desafío real solo eran un lastre sin más.

Tenía expectativas en el hombre que había comprado de los misioneros, si realmente habían llegado hasta este punto siendo escoltados por nada más que este hombre en medio de toda la guerra y ladrones, entonces no pudo no tener más que buenas expectativas.

Ambos combatientes se pusieron frente a otro y cuando el aviso se dio que el combate debía empezar.

Fue un simple salto por parte del primero que intentó ir contra el nuevo esclavo, cuando cortó el aire ante un paso lateral que había dado el hombre de tez oscura, un simple esquive que hizo que algunos exclamaron cuando el retador levantó la espada del suelo y dio un tajo horizontal hacia donde estaba el hombre quien se limitó a dar otro paso hacia atrás, el rango de corte terminó en el momento en que se dio el segundo paso, dando lugar a una brecha momentánea.

Emiya miró levemente la espada antes de sonreír y cargar hacia el frente.

Intentaría golpear simplemente la espada para inmovilizar esta vez.

El paso hacia un lado fue rápido, el retador se limitó a poner la parte plana de su espada al ver como no había forma de llevarla de manera rápida, por más que fuese un leve giro para dejar el filo ante el golpe entrante.

No hubo forma de hacerlo sin perder las milésimas de segundos y no detener el golpe.

El estallido llegó cuando el metal quebrado voló por todos lados, el golpe del puño de Emiya había ido y destruyó por completo la espada sin más.

Fue en aquel instante en que el retador miró la hoja quebrada remanente en el mango de la espada y corrió, corrió saliendo de la arena.

Un disparo de arma se dio cuando Nobunaga disparó sin más al hombre que intentó huir de la pelea, la mirada de aburrimiento llegó remplazando la exaltación que había estado presente hasta hace unos instante, era obvio que la forma en que la se efectuó el disparo fue sin gracia.

―Terminamos aquí ―Nobunaga se giró y alzó el arcabuz en su hombro, aún había humo saliendo del cañón, pero la poca gracia en la expresión de la mujer notaba su molestia genuina―. Atiendan al chico grande, y al cobarde denlo de comer a los cerdos, pasé de buen humor a esto, malditos idiotas.

Emiya solo se limitó a ver lo que pasaba a su alrededor en silencio, no había mucho que pudiera decir de igual forma, no parecía que nadie estuviera de humor para darle una o dos palabras, aunque no podía culparlos de todas formas, había dejado fuera de combate a dos personas que eran "la élite" sin más con las manos desnudas.

El refuerzo funcionó correctamente, y su cuerpo estaba adaptando, pronto podría proyectar una vez más sin daños reales. No era estúpido, su cuerpo había pasado por tanto tiempo sin acostumbrarse a su magia que invocar algún arma, por más penosa que sea, podría ser mortal.

Sus circuitos al menos no estaban fritos como al principio, pero eso fue más una desventaja en este punto por depender de ellos y no de su cuerpo completo para recibir el golpe de la proyección.

Incluso si sabía lo que estaba haciendo no podía caer en la estupidez de ir con lo que ya podría lograr cuando actualmente no podría ni siquiera gatear.

Era imposible que planee volar directamente.

El sonido de la cubeta de agua cayendo hizo que girara su cabeza, Emiya miró a un lado y vio a una sirvienta que estaba recogiendo lo que tiró. El agua en la que estaba era casi marrón después de haber estado siendo limpiado por tanto tiempo, ¿ya iba una o dos horas?, Emiya no le prestó la atención completa a eso a pesar que no lo dejaron moverse.

― ¿Entonces? ―los ojos de Emiya viajaron a la nueva voz, era Nobunaga quien entró y caminó hasta ponerse frente a ella, ella examinó al hombre que estaba en el agua con la cintura para bajo cubierta por el agua con espuma y suciedad.

―Mi señor, lo limpiamos tanto como pudimos, pero no salió nada ―Nobunaga ignoró por completo al sirviente que habló, Emiya miró a la mujer a los ojos y vio como caminó en círculos una vez más a su alrededor.

― ¿Planeas seguir viéndome o quieres que me levante? ―Emiya preguntó sin más. Nobunaga tarareó antes de sonreírle al hombre.

―Ponte de pie ―una orden que acató sin problema Emiya quien se puso de pie al instante completamente desnudo―. Eh… incluso ahí es mucho más grande que el promedio.

― ¿Has visto lo que querías ver?

― ¡Ja!, no me compares con una de esas putas que compran esclavos para que le den hasta el cansancio, te mandé aquí porque creí que eras un hombre pintado.

―Por más que talles mi color lo saldrá, si realmente quieres que tenga otro color solo deberías quitarme la piel, aunque por cómo han estado limpiando hasta ahora pensé que era tú plan ―Emiya se cruzó de brazos y vio la sonrisa de la mujer quien se detuvo a unos metros de.

―Bien, lo admito, es raro, no lo negaré, pero quiero decir, por más que lo veo no lo creo, ¿hay más como tú?

―Todo un lugar.

―Oh, bueno, no importa, ahora eres mí propiedad, ¿entiendes?, si desobedeces podría quitarte la piel como mencionaste ―Nobunaga dio unos pasos y sonrió enormemente a Emiya.

Esperó alguna reacción, pero no obtuvo nada. Un rechistar de lengua salió cuando un pequeño golpe se dio en el estómago del hombre quien alzó una ceja ante la repentina acción de la mujer.

―Eres duro.

―No golpeaste con fuerza.

―No quiero matar a mi nuevo juguete tan rápido ―alzando las manos y posándolas detrás de su cabeza Nobunaga se giró―. Prepárenlo y envíenlo a mi oficina.

Una confirmación unánime se escuchó ante aquel comentario de Nobunaga quien comenzó a alejarse en silencio del lugar, la puerta corrediza sonó antes de que la mujer se fuera por completo.

Emiya no dejó de ver el simple andar despreocupado de la mujer, tampoco ignoró el hecho de que parecía que daba caso omiso a las personas a su alrededor, solo daba las órdenes y de ahí a que respondiesen era algo sin más.

Curioso.

Emiya no pudo evitar pensar en ello cuando vio como la mujer se alejó sin más y confiando plenamente en los sirvientes.

La mano de una de las doncellas a su lado indicando que se mueva hizo que Emiya se girara y volteara, un bufido de diversión salió cuando la joven a su lado no dejó de mirarlo abajo.

Telas mucho más finas de las que esperó.

Emiya se miró a sí mismo, un conjunto completo de noble con el yukata de color negro puesto, no le dieron un arma, pero le indicaron que caminara sin más.

Ahora estaba siendo guiado hacia la oficina de Nobunaga quien había pedido horas antes su llegado.

Las puertas del interior del palacio eran mucho más bajas de lo que esperó, en algunos tuvo que agacharse y mirar a su alrededor para no tropezar con nada, si bien Emiya conocía del pasado y la altura del japón de este tiempo, o, mejor dicho, de la altura misma de las personas de hace siglos, cada vez que veía algo así no podía evitar quedarse viéndolo.

Más ahora que estaba caminando como un vivo más del montón.

Una última puerta se abrió corriendo hacia un lado dejando una oficina llega de pergaminos y tinta, había una mujer que estaba de mal humor viendo hacia uno de los pergaminos delante y una mueca de disgusto.

Disgusto que se movió cuando miró hacia el frente y vio al recién llegado.

― ¡Excelente! ―Nobunaga se puso de pie y con un ademán de mano indicó a los demás que se fueran. La duda estuvo presente, pero acataron al final.

Todos abandonaron la sala hasta que solo Nobunaga y el nuevo esclavo estuvieron dentro. El silencio estuvo unos segundos cuando Nobunaga se quedó viendo la vestimenta del hombre.

―Eh… no está del todo mal, bien, siéntate, es bueno tener a alguien con hablar ―Emiya volvió sus ojos hacia Nobunaga antes de acatar la orden y dar unos pasos hacia la mujer.

Una espada se asomó bajo la mesa cortando la madera y abriéndose paso hacia la garganta de Emiya quien miró aquello en silencio. Dio un paso atrás y vio como Nobunaga cargó una segunda vez hacia él.

La sangre había caído con el primer tajo y un ligero corte en su cuello, Emiya no tuvo más opción que esquivar el segundo, a diferencia de la fuerza y velocidad de los samuráis que habían estado abajo, la fuerza que mostró ahora la mujer era totalmente otra cosa.

Cuando el tercer corte bajó fue que la mujer se detuvo para reír enormemente.

― ¡No confías en mí! ―no fue una recriminación o mostró algo de molestia.

Fue una voz llena de alegría por parte de Nobunaga ante aquel acto del hombre.

―…

―Me gustas, estás en guardia incluso ahora, no esperaba menos de un esclavo de guerra, ¿en cuantos frentes has estado hasta ahora? ―la pregunta no esperó una respuesta―. No importa, ¿tienes un nombre?

―Yo-

―Detente ―Nobunaga levantó la mano e hizo que Emiya frunza el ceño ante su respuesta a medio camino―. No creo que tengas un nombre que se pueda pronunciar aquí, aunque soy de mente abierta, venga dilo.

―Bien, soy-

―Un momento… pero no creo que sea apropiado que tengas el nombre de un esclavo.

―…

―Bien, ¿cómo debería llamarte? ―Nobunaga bajó la mano y esperó a que Emiya responda, hubo un leve silencio en el que no hubo nadie quien diera una palabra, más cuando Emiya estaba por abrir la boca volvió a interrumpir por última vez―. Olvida todo el pasado, ahora estás aquí y estás conmigo.

Emiya inclinó la cabeza por la negativa constante a dar una respuesta, era como si la mujer estuviera escuchando una cosa completamente diferente o simplemente no quisiera escuchar una respuesta por su parte.

―Yasuke… ―Emiya abrió los ojos ante el nombre que soltó de manera casual Nobunaga―. Sí, eso sería lo correcto.

Emiya se quedó quieto unos segundos ante aquel nombre que fue dado con tanta tranquilidad por la mujer. Miró a la mesa y el garabato que hizo hace unos momentos reveló el significado.

― ¿Gran ayudante? ―Emiya miró las hojas bajo los codos de la mujer quien abrió los ojos y sonrió.

― ¡Eres bueno en el japonés! ―la risa de Nobunaga siguió cuando se puso de pie―. ¡De ahora en más serás mi ayudante!

―Solo no deseas trabajar… ―Emiya inclinó la cabeza hacia un lado y soltó un suspiro.

―Eres bastante elocuente para ser un esclavo… ¿es porque eres un esclavo de guerra? ―Nobunaga llevó una mano bajo su mentón y pensó en ello unos segundos antes de sacudir la idea―. No importa, al menos parece que puedes hacer mucho más que golpear personas, sabes, es raro incluso encontrar alguien que pueda leer.

―Bien por ti ―Nobunaga vio como el hombre caminó y se sentó en uno de los asientos en el suelo antes de reclinar la cabeza hacia atrás y llevar las manos en la nuca.

―Oye…

― ¿Qué?

―No deberías estar como… ¿super agradecido conmigo por haberte comprado y liberado? ―la pregunta de Nobunaga fue recibida con un ojo entre abierto que perdió el interés rápidamente.

―Fue tú decisión, podría haberme liberado de los misioneros en el momento que quisiese.

― ¿Ni siquiera un gracias?

―Pasar de un maestro a otro es algo común en este punto ―Emiya cerró los ojos y se dispuso a descansar.

― ¡Quien demonios te dio derecho a descansar! ―Nobunaga se levantó y comenzó a patear a Emiya quien rechistó la lengua al momento de ver como la mujer no paró de darle patadas bastante fuertes.

―No he dormido en mucho tiempo-

― ¡No me importa tus excusas ayúdame a limpiar este lugar!

Emiya sintió que una vena de su frente saltaba.

― ¡Tú destruiste el lugar! ―el arrebato fue repentino. Parecía que Nobunaga entró en comprensión porque casi al instante vio la espada desenvainada en su mano libre y los cortes en el lugar.

―Oh, es cierto ―Nobunaga enfundó la espada y miró a su alrededor―, lleva mis cosas a la habitación de al lado, ahí será ahora mi oficina.

―…

― ¿Qué estás esperando?, te compré, eres mi propiedad, más vale que no lo olvides.

Tiempo.

Algo que dejó de medir hace mucho, dejó de importarle o dejó de prestarle la atención debida, ¿de qué servía pensar en un intervalo corto cuando todo lo que podía hacer era solo quedarse al margen?

― ¡Te dije que estuvieras para la puesta de sol en punto! ―Emiya cerró los ojos y dejó salir un suspiro que no sabía que estaba conteniendo, se dio la vuelta y vio a la mujer que lo había "comprado", allí estaba Nobunaga con los brazos cruzados.

―Es usted quien llegó tarde.

― ¡¿Piensas discutir a tú maestro?! ―la exaltación de Nobunaga vino seguido de ella saltando a la espalda de Emiya golpeando ligeramente la cabeza del hombre quien solo pudo inhalar profundamente y pensar en su situación actual.

―No lo hago, por favor, compórtese.

― ¡Yasuke!, ahí estás señor Nobunaga ―un hombre con cabello blanco vino corriendo hacia los dos presentes. El abrigo largo color purpura voló con el viento cuando terminó su carrera y se paró donde estaba Nobunaga antes de poner una rodilla en el suelo.

―Oh, Akechi, ¿sucede algo? ―el arcabuz de Nobunaga reposó en el hombro de la mujer cuando vio quien era el que llegó hasta ellos―, pareces alterado.

―Mi señor, no planea darle una espada a un hombre que recién llegó, ¿no es así? ―Akechi miró al hombre y el lugar en donde estaban.

Era obvia la respuesta a su pregunta cuando Nobunaga miró a otro lado cuando se dio aquella pregunta, era obvio que la mujer había traído a la zona de forjado al nuevo "empleado" para darle una espada.

― ¿Qué?, solo es para que pueda ir a la guerra.

―Entienda, si le dará un arma, que sea la espada que portó hasta aquí o una lanza de guerra, pero una katana es algo que ofenderá a todos en el palacio o en el territorio.

― ¿Por qué? ―Nobunaga se llevó una mano a su oído y se lo limpió, estaba adivinando como siempre que hablaba con el hombre lo que realmente quería decir.

―No es algo que cualquiera, pueda obtener así sin más, por favor entienda que la mayoría se preocupe porque alguien que nadie conoce porte un arma en presencia de usted.

― ¿Sugiere que vaya sin más?

Emiya miró todo aquello sin silencio, no hubo una congruencia real en las palabras de Nobunaga, eso sumado a que Akechi hacia bastantes gestos con las manos para cada cosa que explicaba lo dejó pensando.

―Los guanteletes de metal que portó antes de llegar aquí son armas más que suficientes, usted misma presenció el poder de un puño del hombre.

Emiya rodó los ojos ante ese comentario. La única razón por la cual parecía más fuerte que el promedio era por eso mismo, humanos promedios que no habían desarrollado la constitución superior, contra algún servant en vida no tenía nada que hacer si iba con aquellos guanteletes de metal barato.

―Bueno, si van a callarse las quejas no veo el problema, además que Yasuke es super fuerte ―Nobunaga golpeó el pecho de Emiya un par de veces.

Un suspiro de alivio se liberó de Akechi ante eso. Emiya miró al hombre en silencio recordando la traición que daría a Oda Nobunaga en cierto punto de la historia.

No tenía porque interferir en lo que se desarrollaba, solo necesitaba ver lo que pasaba y quedarse al margen, por más que ahora sea "Yasuke" su papel en la historia era casi nulo.

―Si eso es todo puedes acompañarnos a comer ―Nobunaga comentó haciendo que Akechi parpadee.

― ¿Perdón?

―Oh, ya sabes, aquí Yasuke dijo que podía cocinar, ¿no sientes curiosidad?

Akechi llevó una mano a su cara y se pellizcó la parte superior del puente de la nariz.

―Mi señor, le he dicho que tenga cuidado en confiar en su nuevo sirviente, pero va a comer algo que será preparado por él ―hubo una leve pausa antes que Nobunaga sonriera para contestar.

― ¡Ja!, si tiene la confianza para ofrecerse a cocinar es porque tiene la confianza en sus habilidades, se supone que antes de ser un esclavo de guerra fue un esclavo simple.

―Es difícil verlo como un "simple esclavo" ―Akechi miró al hombre en silencio ―Nobunaga vio los labios de Akechi moverse y luego como miró a Emiya.

―Puede unirse si lo desea ―Emiya no esperó una confirmación, miró a Akechi en silencio como si intentara ver algo más allá de la fachada de vasallo de Nobunaga.

No encontró nada. La lealtad era genuina, lo que le llamó la atención de como es que alguien que veía con un brillo a la mujer sonriente podrí haber traicionado a ella al final.

No importaba.

Akechi miró en silencio como el esclavo comenzó a cocinar, la cocina no era cotidiana y podía escuchar a su señor, Oda Nobunaga, alguien que normalmente se mostraba ajena a los demás, hablando sin parar con el hombre que compró.

El yukata negro colgaba de un lado dejando solo la túnica blanca mientras cocinaba. Era obvio el interés y la destreza mostradas por el hombre conforme cocinaba, la mirada de interés que mostró a la hora de cocinar le sorprendió de forma grata.

Era mucha más emoción de la que había visto hasta hace ahora por parte del hombre.

Fue extraño, había visto a más de un esclavo a lo largo de su vida y el comportamiento de estos normalmente era torpe, tenían miedo a todo o simplemente no hablaban y se limitaban a escucharlo todo.

Ver a un "esclavo" con tal abanico de emociones y una actitud molesta era algo que no estaba acostumbrado. El olor de la cocina de Yasuke fue algo que llamó a Nobunaga quien parecía estar más que feliz viendo como el hombre cocinaba con cuidado todo.

Más de un empleado en este punto se había acercado para ver de lo que era capaz el hombre que se llamó a sí mismo "mejor que los cocineros locales", un insulto que fue visto de manera bastante fuerte.

Más nadie dijo nada ante la demostración de fuerza de la prueba que se dio por parte de Nobunaga.

Un esclavo que no mostraba signo de ser uno más allá de obedecer a Nobunaga y esa obediencia misma estaba limitada a ciertas acciones, lo más curioso fue el comportamiento de la mujer, que en vez de molestarse alentaba tal comportamiento.

Akechi sabía en cierta forma la razón, el mero hecho de que Nobunaga se plantase a hablar con alguien significaba que podía escuchar la voz de esa persona, no fue un evento simple para la mayoría, solo había ciertas personas que podían alzar la voz y ser escuchadas por Nobunaga quien parecía tener oídos sordos para la mayoría.

Solo quedaba saber la razón por la cual el hombre podía hacerse escuchar, si era porque tenía una ambición desmedida.

O simplemente porque no era humano.

Semanas más. Emiya estaba descansando en la oficina de Nobunaga, podía escuchar a la mujer quejarse cada instante en que traían papeles a su lugar o que alguien venía para hablarle sobre algún asunto relacionado al territorio.

― ¿Qué dijo? ―no hubo descaro de Nobunaga para preguntar al hombre que estaba acostado en el suelo con una mano reposando su cabeza y el codo contra el suelo para elevarla.

―Que hubo espías en la zona este del territorio, posiblemente una posible invasión o un reconocimiento.

Nobunaga no pensó en lo insultante que era para los presentes que un esclavo diera las palabras que ella escuchaba, para la mayoría era como si no valieran su tiempo y solo le gustara escuchar al esclavo.

―Oh, capturen a todo quien sea sospechoso y preparen la vigilancia alrededor del resto de las zonas.

El noble asintió antes de abandonar la habitación dejando a una Nobunaga que alzó la cabeza y suspiró con cansancio.

― ¿Puedes pasarme mi pipa? ―Emiya vio la pipa que estaba frente a él y luego a Nobunaga quien estaba pendiente con la mano extendida.

―No.

La mujer bajó la cabeza y vio al hombre quien se giró y le dio la espalda.

La furia de la mujer no se esperó.

― ¡Yasuke! ―Nobunaga gritó al hombre quien hizo caso omiso―, ¡maldito bastardo perezoso deberías agradecerme por ser tú maestro y sacarte de la pocilga en la que estabas!

― ¿Lo eres? ―Nobunaga gritó antes de ponerse de pie y caminar hasta la pipa que estaba en una mesa cercana a ella, una que estaba al lado de Yasuke.

Ella se sentó y vio al hombre quien giró un poco la cabeza con un ojo entre abierto para verla.

― ¿Qué?, si vas a golpearle solo hazlo.

― ¿No tienes miedo que te ejecute o te torture? ―Nobunaga tomó uno de los frascos de tabaco y vertió un poco en la pipa―. Eres un maldito malagradecido.

―Gracias.

― ¿Me estás escuchando?

―No.

―No sé porque te mantengo como mi asistente…

―Lo has dicho, me compraste.

― ¿Ahora quieres sacarme esa carta? ―Nobunaga se sentó al lado de Emiya quien ignoró a la mujer que prendió fuego y comenzó a fumar―. Es raro que te hayas acostumbrado tan rápido a todo.

―Desde que tengo memoria soy propiedad de alguien más ―Emiya pensó en Alaya, no, en la humanidad misma―, cambiar de dueño no es nada más que algo temporal.

― ¿Crees que te venderé? ―Nobunaga vio como el hombre se quedó en silencio unos momentos antes de asentir―. No, estás loco si crees que te irás sin más.

―He escuchado eso bastante.

Nobunaga alzó una ceja ante ello.

― ¿Qué otra función has cumplido como esclavo?

― ¿Deshonrar a las jóvenes nobles que quieren una aventura cuenta? ―aquel comentario se valió una risa escandalosa de Nobunaga.

―Bastardo, ¿Cómo te sales con la tuya? ―la risa no mermó a pesar de los segundos.

―Solo me envían al frente, es más sencillo mandar a un esclavo a la muerte que matarlo, ¿sabes?, usar esclavos de primer línea como carne de cañón es más barato que matarlos.

―Oh, he escuchado de eso, lo de escudos humanos y esas cosas.

― ¿Interesada?

―Quien sabe.

―No me sorprende viniendo de alguien que saca una pistola en un duelo por honor.

― ¡Ja!, ese idiota mencionó que podría usar el arma que quisiera ―el orgullo en la voz de Nobunaga fue alto ante ese comentario―. ¿puedes creer que realmente pensó que podría ganar?

―Estas demasiado habladora como de costumbre.

Un bufido salió de Nobunaga antes de darle una calda a la pipa. El humo salió y llenó la sala al instante.

―No puedo escuchar la voz de los demás ―Emiya alzó una ceja ante ese dato―. No estoy al corriente de porque, pero simplemente no puedo, han dicho que quizá no los tomo como iguales, pero hay ciertos casos que no se completan de esa forma.

― ¿Es así?

―Tú, por ejemplo, no puedo verte como un igual, pero ahí estás, puedo escucharte con claridad.

―No veo que tengas problemas con los demás generales ―Emiya respondió con tranquilidad.

―Eso es porque compartimos visiones y una ambición, puedo ponerlos a mi lugar, pero tú… ¿Quién eres?, un esclavo o un monstruo.

―Solo soy quien quiera que sea, si deseas tener un esclavo solo dilo, si quieres un monstruo pídelo.

―Oh, ¿y qué tal un compañero? ―Nobunaga sonrió al ve como por primera vez hubo un cambio en la expresión de Yasuke a sus ojos.

― ¿Un compañero?

―No te puedo ver como un igual, pero puedo pensar en ti como uno, alguien que se para a mí lado, todo el mundo está empeñado a tratarme con respeto o con algún signo de amabilidad de más, como si quisieran algo más de mí parte.

―Es porque quieren algo de ti, es obvio siendo quién eres.

Aquel comentario hizo que Nobunaga asintiera.

― ¿Sabes lo molesto que es eso? ―ella preguntó con una voz algo exaltada―. Todo el mundo quiere actuar cordial o con algún signo de respeto para no fallarme, odio a los débiles que simplemente bajan la cabeza en vez de luchar o mostrar algo más.

― ¿Pero no sería lo mismo con un débil que habla más de lo que puede mostrar? ―la pregunta de Emiya hizo que Nobunaga lo pensara unos segundos más.

―No lo creo, si eres débil, pero lo suficiente idiota para mostrar que puedes ir contra alguien fuerte, entonces eres más que bienvenido.

― ¿Y dónde caería en tu escala? ―Emiya se giró y volvió a su pose con el codo apoyado y la cabeza en la palma.

―En los idiotas fuertes que actúan como débiles ―la sonrisa de Nobunaga vino con una sonrisa y una ceja levantada de parte de Emiya.

― ¿Por qué?

―Puedes esquivar mis golpes y derrotar a un samurái sin problemas, pero aquí estás tendido en el suelo y ni siquiera puedes pasarme el tabaco.

―Estaba lejos…

―Bastardo perezoso, pensé que alguien como tú estaría agradecido de por vida por como te saqué de toda esa mierda para vestirte y tratarte como un noble incluso mejor diría yo.

―Si quieres algo solo envíame al frente.

―Ja, cómo si te gustara matar ―aquel comentario hizo que los ojos de Emiya se abrieran y miraran fijamente en la enorme sonrisa de Nobunaga―. ¿Crees que no me di cuenta en el momento en que luchaste contra esos idiotas?, no peleaste a matar, por eso no querías un arma, por eso intentaste incluso no hacer algo a pesar que te lo ordené, primero pensé que eran un sujeto débil o de esos que "han sufrido por matar mucho" pero al momento en que aquel primer idiota cayó me di cuenta de algo.

― ¿De qué?

―Simplemente no te importa ―Nobunaga sonrió incluso más ampliamente en ese instante―, a pesar de la expresión de suplica y el llanto del primero no te inmutaste, y el segundo que cayó huyendo no fue nada, no parpadeaste, no te inmutaste y no te importó, solo fue un hecho que pasó.

―Te daré crédito, eres más inteligente de lo que esperé.

―Por supuesto yo- ―Nobunaga se cayó ante aquel cumplido y luego frunció el ceño―. Oye, ese no fue un cumplido para nada, ¿a quién demonios estas subestimando?

―Me retracto de mi anterior comentario.

―Ah… ―el ceño de Nobunaga se cayó y rechistó los dientes―. Esclavo arrogante.

―Y ahí pensé que éramos amigos ―Emiya volvió a cerrar los ojos poco después de ese comentario.

―No sé si compré a un gorrón o un esclavo…

― ¿Qué deseas cenar hoy?

― ¡Ahora sí estamos hablando!

Un intento de invasión.

Eso fue lo que Emiya pudo decir cuando fue convocado y llamado para ir a pelear. Un niño que había intentado ser secuestrado, cuando Nobunaga lo envió a salvarlo no esperó que fuese el hermano menor del señor feudal.

El intento de ataque no había sido para derrotar al feudo o mucho menos, hacer un daño significativo al ejército, había sido para poner entrar y matar al chico que ahora estaba parado ante él.

Levantó la lanza pesada en su hombro y caminó hasta el chico que había estado rodeado de varios samuráis. La diferencia de habilidad era obvia entre los potenciales a servant y los humanos normales. El mero hecho de pelear con ellos fue como enfrentarse a humanos con ramas.

Por más formación que tuvieran no podían ser un verdadero desafío sin los números, números bastante altos, a decir verdad.

Emiya no pensó mucho antes de tomar el chico por el cuello de su abrigo y alzarlo sobre su hombro y comenzar a correr hacia el palacio. No necesitaba seguir matando ahora que la situación se solucionó con tomar al chico de vuelta. Había cumplido la orden que se le había dado.

―… ―Emiya conforme caminó no comprendió del todo porque estaba haciendo caso a las solicitudes de Nobunaga, no es que no tuviera forma de simplemente escapar y largarse, vivir tranquilo y evitar la masacre hasta la muerte y volver junto a Alaya.

No comprendió porque estaba escuchando a la mujer molesta a pesar de ir contra lo que creía. No fue algo como no querer alterar el orden, su actitud difería completamente a la narrada por el Yasuke de las leyendas, no tenía porque estar al pendiente de nada en este momento como para querer preservar la anda.

Por mencionar que incluso si hacía algo que podría interferir con la humanidad entonces ya hubiera recibido alguna señal de Alaya.

No había forma en la que estuviera a libertad cuando podría ocasionar algún caso complicara los hechos o la preservación de la humanidad.

― ¡Ahí! ―Emiya miró hacia un lado cuando un grupo de soldado, montados y a pie corrieron a su posición. La lanza larga en su mano se dobló cuando la lanzó al hombre en montura más próximo.

La espada bastarda en su cintura fue tomada cuando la sacó de la vaina y cortó a quien se adelantó ante él. Un corte limpio, el refuerzo ahora estaba presente en su espada para asegurar las cosas, el metal de las armas locales era de calidad incluso inferior a la espada bastarda que tenía en manos, por lo que no hubo resistencia cuando cortó sin más la armadura del hombre ante él junto con la hoja de la lanza que usó para bloquear.

La sorpresa fue una mala elección para los presentes cuando Emiya pisó con fuerza y apareció ante los hombres, un tajo horizontal amplio, el corte del idiota, pero un corte que funcionaba cuando el enemigo era incluso más idiota que la persona que lo realizaba.

La sangre cayó de la garganta de guerreros cuando el corte dio presencia. Emiya sacudió la espada bastarda y siguió corriendo, la caballería y los arqueros ahora a su posición. Rechistó la lengua cuando vio como una mano estaba ocupado por culpa del chico que estaba llevando.

Las flechas volaron, pero fueron cortadas en sucesión por el hombre de tez oscura. Los arqueros viendo cómo en vez de seguir corriendo el hombre cargó hacia ellos sin más.

La guarnición a pie se puso en frente para bloquear el paso del hombre hacia los arqueros, pero no fue una lucha fuerte, puesto que incluso antes de que la segunda tanda de flechas se diera el hombre de tez oscura y cabello blanco ya estaba frente a ellos.

Rojo.

El chico en el hombro de Emiya solo pudo ver como el mundo se pinto de rojo cuando aquella persona que su hermana había comprado cortó sin más a cada soldado, ya sea a pie o caballo, todo fue cortado antes de que se pudiera hacer algo.

Antes de darse cuenta estaba en el suelo frente a los demás soldado del feudo, los generales lo cubrieron para que retrocediera. Más los ojos del joven solo se posaron en el hombre que con una espada bastarda y sin armadura cargó hacia el frente causando el miedo en el enemigo.

Un corte tras otro sin descanso, una matanza unilateral.

Los soldados del feudo se quedaron al margen en cierto punto al ver como los enemigos se juntaron para matar a aquel extranjero sin mucho éxito.

Una fuerza superior se alzó ante los cuerpos de los invasores y el miedo cortó toda moral que había estado antes.

Ante la luz del amanecer, ningún invasor logró huir.

El apodado "demonio negro" Yasuke dio su gala de inauguración con una carta bastante completa aquella noche.