Nobunaga no pudo estar más feliz cuando vio como el campo de batalla se tiño de un rojo unilateral, como cada soldado enemigo se retiró y huyo fue cazado hasta el final.

No había comprado a un amigo o un igual, había comprado un monstro, solo ese pensamiento cruzó su cabeza cuando vio como Yasuke atravesó el campo de batalla con facilidad.

Se rió.

No pudo evitarlo, ¿cómo no hacerlo?, Nobunaga estaba más que feliz con el resultado de lo que había obtenido, ahora el precio que pagó le pareció casi como un gramo de arroz a comparación del valor de lo que compró.

―Oh, entonces es ese el esclavo que compró ―al lado de Nobunaga una voz sonó, expresaba emoción como diversión ante la vista.

―Oye, mono tonto, callanté, pensé que lo habías visto ―la respuesta casi sin ganas y ambigua de Nobunaga se dio de reojo.

―Es Hideyoshi ―no hubo ánimos para la corrección cuando llegó a oídos sordos de Nobunaga quien lo ignoró―. Vamos, al menos disimula que me escuchas.

Nobunaga miró a Hideyoshi unos segundos antes de tararear.

―No.

―Acabas de responderme.

―No sé de qué me hablas.

― Mi señor, ¿podría dejar de jugar? ―Nobunaga miró a Akechi unos segundos, como siempre, intentando descifrar lo que el hombre quería decir.

―No ―al igual que siempre, fue una respuesta vaga y ambigua, una que usualmente daba Nobunaga a todos.

El silencio llegó cuando no hubo más necesidad de seguir con las palabras vacías.

Emiya caminó sin ganas alrededor de la ciudad, su presencia ya se hizo algo común con el paso de los años, la mayoría lo reconocía y era bastante saber quien era y de lo que era capaz.

Al principio la mirada de recelo y negativa que se le dio fue algo que no pudo evitar, pero al paso de los años pudo dejar de pensar en ello cuando más pensaban en él como alguien local y no como un extranjero.

Había adaptado su japonés al antiguo del momento, ya no parecía un extranjero para los propios japoneses, quitando el hecho de su apariencia claro está.

Emiya vio la katana ornamental a su lado y no pudo evitar sonreír de lado ante la vista que tuvo de aquella espada. En toda su existencia no tuvo un arma que se pudo llamar como suya, pero con Nobunaga obtuvo algo.

Por más que fuese un regalo que no estaba destinado para él, no pudo evitar sonreír al pensar en ello, una espada hecha para él y destinada para él, casi sonaba un lujo o una broma que alguien le diría para consolarlo o molestarlo.

Las guerras civiles no hicieron más que aumentar con el pasar de los años, las campañas de conquista y la unificación del continente fueron algo que se hizo más que visible en cada momento en que pasaba en aquel lugar.

Luchas internas y traiciones, para ser hombres que se llamaban samuráis y "guerreros de honor" era bastante grande la cantidad de estos soldados que traicionaban a sus señores solo por palabras vacías.

No era su problema de igual manera.

― ¡Kuro-san! ―Emiya cerró los ojos y no pudo evitar girarse cuando vio a unos niños que lo llamaron de esa forma.

Tenía que culpar al hermano de Nobunaga por ese apodo, apodo que se extendió bastante al verlo dado su apariencia que no concordaba nada con la local.

Emiya se detuvo y miró a los niños quienes corrieron y lo vieron como si esperaran algo.

Emiya sacudió la cabeza y metió una mano en su bolsillo lanzando unas cuantas monedas de cobre. La felicidad de los niños cuando uno de ellos atrapó la pequeña bolsa no se hizo esperar cuando pasaron de largo a Emiya sin decir gracia.

Un suspiro se dio de parte del hombre ante ese comportamiento. Tendría que dejar de ser blando con los demás si es que no podían darle al menos un gracias.

― ¿Aun dando parte de tu paga a los pobres? ―Emiya se giró y vio a alguien que reconoció como uno de los pocos que hablaban de igual a igual con Nobunaga.

―Señor Hideyoshi ―Emiya hizo una leve reverencia antes de darse la vuelta y comenzar a alejarse.

―Oh vamos, quédate un momento, ¡comamos un poco yo invito! ―Emiya volteó la cabeza ara encontrar la enorme sonrisa de Hideyoshi quien parecía más al tanto de su respuesta de lo que le gustó.

―No.

La sonrisa de Hideyoshi cayó cuando vio como el hombre alto se giró y volvió a reanudar su caminata.

― ¡Vamos solo un momento! ―Hideyoshi caminó y comenzó a seguir a Emiya quien estaba con una mano dentro del yukata y la otra sobre el pomo de la espada―. Oh, parece que te has adaptado por completo a la espada Yasuke-san.

Emiya se giró y vio a Hideyoshi quien sonreía ampliamente al verlo.

― ¿Qué quieres? ―Emiya no pudo evitar preguntar viendo al hombre que alzó ambas manos para estirarse.

―Iba a pedir un pequeño calentamiento, pero creo que estás ocupado, ¿no?

―Nobunaga me pidió que le comprara sake para la noche.

La risa de Hideyoshi vino como una campana en la cabeza de Emiya haciendo que se moleste.

―Lo siento, es que llamas a todos con respeto menos a ella ―Hideyoshi sacudió la cabeza y vio al hombre a su lado que tenía una leve expresión de sorpresa en su rostro ante ese pequeño dato que realmente no se había dado cuenta hasta ahora.

―Yo…

―Son bastante cercanos, puedo decirlo.

―Solo porque paso casi todo el día con ella no significa que estoy feliz con ello.

La risa de Hideyoshi ante el comentario de Emiya hizo que el hombre de tez morena gruñera.

―Lo siento, lo siento ―Hideyoshi movió su mano como si intentara alejar los pensamientos de Emiya y sonrió para sí―. Es raro verla animada, no es la mejor conversadora, pero contigo ella tiene bastante libertad para expresarse.

―Solo se queja de todo.

―Ah, sí, usualmente es porque quiere abdicar y está esperando que Nobukatsu-kun tome el manto de líder de familia ―Hideyoshi comentó casualmente.

―Aún es joven para tomar el control de la familia Oda ―Emiya miró de reojo a Hideyoshi quien sonrió ampliamente.

―Eres mucho más leal de lo que te dan crédito.

―Cállate.

La risa de Hideyoshi no esperó en emerger ante la respuesta tajante de Emiya.

―Si todo sigue yendo de esta forma podremos unificar el país en un par de años más, estoy feliz que te hayan encontrado y trajeran aquí ―Hideyoshi palmeó un par de veces el hombro de Emiya quien estaba algo perdido viendo al hombre.

― ¿Es así? ―Emiya no respondió más. Fue raro ver esa sonrisa de parte del hombre quien a primera vista parecía amigable más conforme más detenidamente lo miraba.

Es que más se daba cuenta de lo equivocado que estaba sobre las verdaderas intenciones de Hideyoshi, no es que viera una intención general negativa hacia Nobunaga o alguien más, era más bien como ver a una persona que tenía una máscara.

Conocía muy bien a esa clase de personas después de todo para identificarla.

El aullar de cientos de personas no se hizo esperar cuando el campo estuvo repleto de humo, jinetes corriendo intentando flanquear a las tropas razas sin posibilidad de oponerse.

El humo de la pólvora que era suficiente para que los sentidos de alguien no acostumbrado se mareasen, el fuego ardiendo por pedido de Nobunaga hizo que el escenario pareciera sacado del mismo infierno.

En lo alto de la torre de vigía del campamento enemigo las botas de Nobunaga se posaron en el techo, las tejas sonaron como campanas en un coro con la risa de la mujer quien veía todo el campo del deleite absoluto.

El arma en su mano tomó posición antes de disparar hacia un arquero que se atrevió a tensar su arco hacia ella. No fue un disparo de una muerte directa, disparó y voló la mano del hombre quien cayó al suelo rondando ante el dolor al instante en que aquel impacto se generó.

los débiles de coraje no debían mirarla, alguien quien se cayera ante el mínimo daño no era alguien que tuviera el derecho de si quiera estar en el mismo campo de batalla que ella.

Miró desde su posición elevada, como sus tropas avanzaban, como la resistencia inicial del ataque se desplomó siendo nada más que un remanente de soldados quienes cargaban aún al frente con la esperanza de lograr repeler el ataque.

―Yasuke.

La voz de Nobunaga no fue alta, tampoco un susurro, solo un llamado simple entre el mar de gritos.

Pero incluso cuando ella no necesitó levantar la voz no fue necesario esperar mucho cuando un hombre saltó y cayó a su lado.

Yasuke estaba parado ahora con la espada bastarda con la que había llegado.

― ¿Sí? ―no fue una respuesta con optimismo o algún signo de respeto. Nobunaga sonrió ante eso.

― ¿Cómo ves el panorama de la guerra? ―Nobunaga se sentó en el techo y colgó sus pies como si estuviera en un banco más y no a decenas de metros arriba.

―No hay posibilidad de victoria para el enemigo, a este paso podremos abrirnos hasta el puerto de Tanabe antes del amanecer.

―Oh, pensé que dirías que sería optimo reagruparnos para seguir ―Nobunaga miró a Emiya quien cerró los ojos unos instantes antes de sacudir la cabeza.

―No, hubo informes que el señor de Toba planea un levantamiento, simplemente tenemos que aplastar las fuerzas antes que puedan reunirse, los soldados de Tanabe están agotados, pero pueden correr al puerto e ir por el agua hasta Toba, ahí solo aumentaran el tamaño del ejercito enemigo, no podemos dejar que huyan.

―Sin piedad y siguiendo hasta el último incluso al final ―Nobunaga palmeó el lugar a su lado un par de veces indicando que se siente a su lado al hombre―. Lo que mencionaste es algo que yo misma lo sé, quería saber tú opinión.

― ¿Era una prueba? ―Emiya se sentó al lado de la mujer quien asintió.

―Si me hubieras dicho que debíamos descansar entonces dudaría que mi querido Yasuke se está ablandando.

― ¿Es eso todo lo que quieres decir? ―Nobunaga alzó una ceja ante aquel comentario.

―Eh, y aquí pensé que estabas más interesado en cazar a los prófugos que ha detenerte a pensar en el próximo movimiento.

Emiya alzó una ceja ante aquel comentario.

―No creí que tuvieras esa perspectiva sobre mí persona.

―Bueno, ¿no es lo que normalmente haces? ―Emiya cerró los ojos y se concentró en recordar. En cierta forma las palabras de Nobunaga eran ciertas, puesto que hacía lo que hacía para evitar que los pobres que iban contra la mujer terminaran en una sala de tortura o en una muerte horrible.

Quizá podría llamarse piedad a su acción.

―Solo lo hago para entrenar ―Nobunaga abrió los ojos en sorpresa, de todas las respuestas no esperó escuchar aquella, pero en cierta medida podía decir que lo mencionado no era cierto, solo que no comprendió la razón real―. Bueno, parece que eres alguien muy diligente.

Alzando el arma Nobunaga la dejó reposar en su hombro antes de que un disparo se generara sin mirar. Emiya miró de reojo y sonrió de lado a la puntería de la mujer.

―Has mejorado.

―Oh, ¿puedes decirlo?, estuve molesta de esos idiotas que escaparon en barco la última vez.

―Creí que los detuvieron.

―Sí, estaban camino a China, de todos los lugares, ¿querían ir a un lugar así?, idiotas cobardes como ellos se merecían la peor de las muertes, los colgaron de los barcos en el agua hasta que llegaron a la costa, tendrías que haberlos visto en esa ocasión, estaban hinchados y de un tirón la piel se desprendía de ellos.

La risa de Nobunaga fue escandalosa ante aquel comentario. Emiya suspiró y negó para sí. Aún no comprendía del todo su llegada a este lugar o su propósito como siervo de Nobunaga, más siendo que ahora fue conocido como Yasuke.

Pero todos los recuerdos que acumuló le dijeron que todo acordaba a su acción de momento y como había estado pasando de mano a mano y de punto a punto para llegar a ser lo que era ahora.

El espadachín Yasuke, un futuro Samurái. Emiya miró la espada bastarda en su mano en silencio y luego se giró para ver el campo de batalla.

Su vista fue tapada de momento cuando una gorra se puso sobre su cabeza y le cubrió los ojos, miró abajo y solo pudo ver a Nobunaga quien estaba sonriendo con su confusión.

La espada y rifle de la mujer estaban a un costado, los pies de Nobunaga estaban cruzados y descansando en el techo, la cabeza de ella estaba en los muslos de Emiya quien no sabía cómo reaccionar.

― ¿Cansada? ―la pregunta de Emiya vino con una bostezo de Nobunaga.

―Aburrida, ¿no ves abajo?, están tan asustados para pelear que unirme no valdrá la pena, solo debería dejar que los demás se encarguen de todo.

―Le recuerdo que tiene que terminar de mirar documentos cuando regrese.

―Uh… ―Nobunaga arrugó el rostro y cerró los ojos―. No lo haré, puedes hacerlo y-

―Nadie está de acuerdo que me uses para ver documentos, todos odian que un extranjero haga el trabajo de alguien tan importante o más, que esté contigo como ahora.

― ¡Ja! ―Nobunaga negó con la cabeza aquello―. Son solo idiotas, Akechi y Hideyoshi no les importa.

― ¿Estás segura que no le importa esto al general Akechi Mitsuhide? ―la pregunta vino de la nada e hizo que Nobunaga abriera un ojo y mirara a Emiya como si esperar fuese suficiente―, no puedes escucharlo también, ¿verdad?

―Que importa, no estaré a cargo del territorio por mucho tiempo, abdicaré al momento en que el tonto alcance la mayoría de edad, no queda mucho para ello, además, ¿por qué traes esa cosa en el campo de batalla?, pensé que te había dado una katana.

―Simplemente no puedo dejar que la sangre sucia manche un regalo de tan buena fe ―Emiya respondió haciendo que Nobunaga le mirase a los ojos como si esperase la respuesta verdadera.

―Tú no te refieres a los demás como "sucios", eso es lo que delata la mentira ―Nobunaga se quedó viendo a los ojos a Emiya en busca de algo―. ¿Qué quieres Yasuke?

La pregunta de Nobunaga hizo que Emiya se quedara en silencio unos segundos.

―No te importa suficiente la vida de los demás para pensar en ellos como algo "sucio" o "bueno" así que no puede ser algo que sea tú voluntad.

―Quien sabe, ¿no lo has mencionado?, puede que me haya ablandado con los años ―un comentario simple salió de Emiya, la sonrisa y la cara tranquila parecían no haber funcionado por el ceño fruncido de Nobunaga.

―Miras con el mismo menosprecio desde el primer día que te traje a todos, no hay luz ahí, me fascinó y puedo decir que lo sigue haciendo, pero no me gusta que tú me ocultes cosas.

―Oh, es raro que actúes tan posesiva.

― ¡¿Posesiva?! ―Nobunaga se levantó y se sentó al lado de Emiya con una rostro enojado―. ¡En primer lugar sí me perteneces!

―Lo sé.

―Y en segunda lugar… ―Nobunaga se aclaró la garganta y miró a Emiya una vez más―. Si te otorgué esa espada fue para que todos callaran sus estúpidas bocas, esta conquista no puede llevarse acabo con los débil de mente o los que cuestionan todo.

―Pero lo hace.

―La carne de cañón es importante para las primeras filas ―Nobunaga se encogió de hombros―. Solo mira a los idiotas que intentaron ir contra las balas solo con una espada o lanza, a la primera que se acercaron cayeron y gracias a eso avanzaron a la primera fila de tiradores nuestros.

―Toda guerra tiene fatalidades.

―Ahí vas otra vez, esa mirada de darle importancia negativa incluso a la muerte misma, no me agrada, quiero al Yasuke que batalla, no al que se lamenta en silencio.

―No me lamento.

―Oh vamos, que pasa con todas esas frases que quieres hacer sonar como profundas, pero solo eres complaciente contigo mismo ―Emiya frunció el ceño ante los arrebatos de Nobunaga.

―Tampoco eres alguien para hablar sobre arrebatos.

― ¡Ves ahora quieres darme el tema par que me moleste y olvide lo que estaba diciendo!

―No puedes escuchar a nadie.

Nobunaga señaló con el dedo a Emiya.

―Puedo escucharlos, a Hideyoshi y a ti, es suficiente con eso.

― ¿Pero no ha causado eso la caída del territorio en los últimos años? ―aquella pregunta sacó directamente un suspiro de Nobunaga.

― ¿Por qué crees que estoy esperando par abdicar?, idiotas que no puedo oírlos, incluso contigo al lado nadie lo toma en serio, todos parecen más furiosos.

―Fui un esclavo, ¿cómo te sentirías si un esclavo de repente te habla como si fuera tú jefe? ―Emiya vio la reacción de Nobunaga.

― ¿No sería porque tiene confianza en sus habilidades y es super fuerte?

―No estás entendiendo.

―Solo sé que hay idiotas que no comprenden su lugar, si te sientas en la misma mesa que yo es porque lo he decidido así y porque quiero que sea de forma.

―Las personas no lo ven de esa forma.

― ¿Desde cuándo me importa lo que un montón de bastardos piensen? ―Nobunaga comentó aquello con una sonrisa de suficiencia. Normalmente en este punto Yasuke estaba dándole la razón por lo dicho, pero en este momento no, hubo una mirada que mostraba resignación.

Emiya puso una mano en la cabeza de Nobunaga y tomó un puñado de los cabellos de la mujer, lo pasó entre sus dedos y vio los leves tonos rojos que estaban comenzando a emerger con más presencia en el cabello de Nobunaga.

El tono rojo que había comenzado a comer el castaño fue algo que lo desconcertó, Emiya no supo que decir cuando comenzó a ver ese cambio. Era algo que se acentuó mientras más crecía Nobunaga.

Fue algo evidente como la joven en ese momento, enérgica, agresiva y menos calculadora y más sangre caliente se había enfriado con los años.

No le prestó importancia al tiempo que había pasado y tampoco a lo que había llegado, solo veía a Nobunaga cambiar y supuso que la conquista que se generó en sus primeros años fue por una razón, pero para mantener su territorio debió de necesitar mucho más que simple sangre caliente y lograr la unificación de Japón.

Emiya conocía como terminaba la historia, pero aun así, no comprendía del como había llegado a ese desenlace, había estado observando a Akechi casi en todo momento y no presentó el más leve signo de querer mostrar una traición hacia Nobunaga como la que se había narrado en toda la historia.

¿Quizá era por su intervención?

― ¿Yasuke? ―Nobunaga no entendía porque la mano de Yasuke estaba tocando su cabello o porque el hombre la miraba con tanto detenimiento.

Unos segundos más pasaron antes de que Emiya soltara el cabello de Nobunaga y se sentara apropiadamente una vez más.

―No es nada.

― ¿Es así? ―Nobunaga se recostó en el tejado con tranquilidad.

La paz era alta, incluso con los estallidos y las nubes de humo alzándose no alteraba a ninguno de los dos que parecían ajenos del campo de batalla.

―Yasuke.

― ¿Qué?

― ¿De verdad eres humano? ―la pregunta vino de la nada. Emiya miró a Nobunaga a los ojos esperando el porqué de la pregunta―. No pareces ser uno a veces.

―No veo porque te moleste.

―No lo hace, tengo curiosidad, ¿todos los de tú clase son así?, he visto a los que han llegado, pensé que serían parecidos a ti, pero no, es como si fueras incluso un bicho raro entre los raros.

―Gracias ―la respuesta de Emiya sacó una leve risa de Nobunaga.

―Sabes de que hablo, desde el primer instante dudé que fueses humano, pero a cada que te veo como en estos instantes la duda no se extingue, aumenta, han pasado años y aún logras poner un rostro nueva en cada vez.

― ¿No es algo bueno para ti?, pensé que en tus palabras que no te interesa lo que pueda decir un humano ―Nobunaga asintió levemente ante ese comentario.

Ella se puso de pie antes de estirarse.

―Lo hago, no me interesa escuchar las palabras de nadie que carezca de vida misma o de sí mismo, no veo porque escuchar a tontos que no saben siquiera que hacen.

―Más yo no busco nada, pero puedes oírme.

―Allí es de donde pensé que no eras humano, algunos pueblos creen que eres una especie de gigante de todas formas, pero no, solo… no lo entiendo, pero tampoco es que me preocupe lo suficiente para preguntar.

Emiya vio como Nobunaga parecía buscar en el campo de batalla.

― ¿Qué tal le va a Nobukatsu? ―Emiya miró a Nobunaga antes de bajar los hombros.

―Mejor que la última vez, no es que pueda decir que hay un cambio enorme cuando han pasado solo un par de meses desde su última pelea, recuerdo cuando lo salvaste en el intento de invasión.

―Él era demasiado joven en aquel tiempo, a duras penas logró sostener una espada, no esperes que pudiera ir contra un ejército el solo.

―Apuesto que a su edad podías.

―No tenía opción, fui un esclavo de guerra, todo lo que debía saber era como matar al enemigo ―Emiya se puso de pie y miró en la dirección donde miraba Nobunaga.

―Ya, esa historia, los de tu clase les da bien la guerra, pero no tienen de estos y perdieron, ¿no? ―Nobunaga golpeó su arcabuz con su hombro al momento de decir aquello.

―La guerra no fue algo que fuera ajena, pero sí la guerra que mostraron los europeos.

―Es por eso que usar sus tácticas es bastante efectivo, solo necesito adaptarlas aquí y listo.

―A donde quieres llegar con todo esto, no creo que simplemente quieras darme la charla de que estás feliz con una pequeña toma sin sentido de una rebelión estúpida.

―Por supuesto, quiero que cargues al frente en la próxima contienda, el norte está cada vez más complicado, y aún hay escepticismo sobre tu fuerza, la mayoría cree que eres mi juguete.

― ¿No lo soy? ―Emiya sonrió de lado.

―Para complacerme.

―Ja, una mujer loca como tú con suerte pensaría en otra cosa que no fuese el cañón de un rifle.

La risa de Nobunaga salió, no fue una de esas escandalosas, fue una más suave que las usuales.

―Si fuese otro el que hubiera dicho eso le hubiera condenado a que le disparen por atrás ―la risa de Nobunaga no cayó―. De verdad, ¿no crees o sientes miedo que pueda ejecutarte?

―Lo haría si me lo pidieras ―la diversión de Nobunaga se cortó al instante en que Emiya mencionó aquello.

Para sorpresa del hombre Nobunaga lo tomó del cuello de su ropa y lo bajó hasta su altura.

―Escúchame bien, tú no tienes permitido morir a menos que te lo ordene y dudo que lo haga ―Nobunaga miró a los ojos de Emiya de manera furiosa―. Así que deja de bromear sobre matarte porque cuando abdique tú serás la mano derecha de Nobukatsu.

―Hay personas más confiables.

―Todos tienen ambiciones o temores, todos menos tú, es por eso que no eres humano querido Yasuke, careces de todo menos de lealtad hacia mí.

Emiya no supo que decir cuando le mencionaron sobre la lealtad. Nunca fue llamado algo como eso, la lealtad que brindó siempre fue incondicional, nunca fue una que fuera recibida de ambos lados.

Solo se limitó a darla y no recibirla.

―Tienes una visión bastante positiva sobre mi persona… ―Emiya miró a Nobunaga unos segundos antes de tomar la mano de la mujer e intentar quitarla del agarre, pero solo recibió una bofetada en la mano y que Nobunaga se enojara más.

― ¿Visión positiva? ―Nobunaga lo miró casi como si esperara que las palabras fueran reales―. Entre el mar de incompetentes y los que buscan un simple reconocimiento, tú solo estás a mí lado conquistándolo todo, cuando todo termine y seas la mano derecha de mi hermano más vale que te acostumbres a ser un amigo antes que un sirviente.

Emiya abrió los ojos cuando fue empujado hacia atrás y por las palabras de Nobunaga. No había sido algo que esperase de todas las cosas posibles, no cuando todo lo que había pasado hasta ahora eran meras ideas suyas.

No creyó que de verdad pasara algo a positivo de su persona.

― ¿Me entiendes Yasuke?, y más vale que tires esa espada tosca que tenías, ya no eres esclavo, ya no eres un simple objeto de los demás, ahora eres mío.

Emiya sonrió ampliamente ante lo último y dejando caer la espada desde la altura en la que estaba. Nobunaga exhaló con suficiencia cuando vio aquello y no pudo esperar antes de brincar y ponerse en los hombros de Yasuke.

― ¡De eso hablo! ―Nobunaga cargó su arma y apuntó hacia el frente―. ¡Ahora vamos al frente Yasuke terminemos con los idiotas!

―No puedo terminar contigo.

Un golpe con el talón fue dado por Nobunaga quien estaba en los hombros de Emiya, el golpe fue al costado del hombre quien se sorprendió por eso.

―No soy un caballo.

― ¡Ahora eres el corcel Yasuke! ―Emiya sonrió antes de saltar desde lo alto hacia el suelo. La katana que tenía enfundada ahora pasó a estar en su mano antes de escuchar el disparo del rifle de Nobunaga junto con su risa estruendosa.

La guerra recién comenzaba y terminaba al mismo instante en que Nobunaga decidió tocar el campo de batalla.

Solo quedaba una masacre unilateral.

La conquista que tomó años por los levantamientos internos comenzó a cansar a Nobunaga.

Cada vez eran mejor planeados los levantamientos en los asentamientos, pueblos y ciudades conquistados, ya no había esa misma seguridad en un principio.

Emiya estaba al margen de todo, se limitó a escuchar lo que decía Nobunaga y acatar las ordenes que recibía. Había visto a la mujer pasar de ser la joven con ansias de conquista a la despiadada gobernante que se alzaba entre los cielos.

Los mismos patrones por más que mejorara su forma de gobierno se repitieron en el mandato de Nobunaga. Emiya miró en su mayor parte los sucesos por sobre hombro y sin ganas de pensar en demasiado en los levantamientos.

Eran sucesos que pasarían o que en algún punto se originarían, no importaba lo despiadada que fuese la forma de mostrar autoridad, no existía una forma de frenar lo que se convertía el deseo humano de "revelarse" incluso si iba en contra de su propia seguridad.

La vida de miles podía segarse en un instante y nadie podría evitarlo, ya sea un gobernante o un civil.

No había cambio.

― ¡Yasuke! ―ante el grito a su espalda sintió una mano que lo rodeó por los hombros y vio la sonrisa de Nobunaga. La mujer había cambiado mucho con los años, bastante a comparación de la primera vez que la había visto. Ya no quedaba esa mujer eufórica por todo, ahora era alguien más templada y calmada.

Pero igual de molesta.

―Oh… ¿viéndome detenidamente una vez más? ―la sonrisa de Nobunaga creció cuando vio como Emiya cerró los ojos, su comentario había dado lo que el hombre tenía en mente―. A veces olvido que nuestro querido Yasuke es un hombre de verdad.

― ¿Ahora a qué viene ese comentario? ―el ceño de Emiya se frunció ante la risa de Nobunaga. La mujer ahora de un cabello rojo en su totalidad se dejó estar y se separó del hombre.

―Incluso el más bajo de los esclavos intenta iniciar una nueva vida o estar con una mujer, no te he visto mirar a otra persona o intentar hablar con alguien más ―Nobunaga llevó un dedo a su mentó y pensó en las acciones del hombre a su lado―. Es como si no tuvieras interés en… un momento, ¿no eres uno de esos que prefiere a los hombres?

―Solo detente ―Emiya soltó un suspiro ligero―. No es eso, simplemente no tengo interés más allá de servirte.

Emiya no lo dijo de verdad, aquel comentario salió para acallar a la mujer antes que siguiera las burlas. Una vez más como en cada momento en que decía algo similar.

Vio las manos de Nobunaga que iban a la espalada y la enorme sonrisa de la mujer pasaba a una más suave.

―Sí, Yasuke siempre es Yasuke, incluso cuando te he dado la libertad de irte prefieres quedarte aquí.

―No tengo motivación para empezar de cero, incluso si quiero ir a un lugar donde no haya nadie, conozco mi suerte, terminaré en la batalla incluso si no lo deseo ―Emiya miró de reojo a Nobunaga quien parecía tranquila ante ese comentario.

―Eso es bueno, parece que no te has ablandado en estos años, incluso si las campañas no son como antes, es bueno saber.

― ¿Qué hay más para conquistar?, en su mayor parte el país ha cedido el mando de sus ciudades al señorío, solo los opositores y los ladrones buscan oponerse al ejército que tienes.

―Oh, ¿es eso un elogio lo que escucho?, dudaba que la posibilidad de dar palabras de tú lado ―la capa roja de la mujer a juego con su pelo ondeó con fuerza cuando la puerta del pasillo ante ellos se abrió.

Ambos salieron al patio del palacio donde los sirvientes estaban moviéndose y ocupándose de todo.

―Ahora hay mucho más personal que antes ―Emiya miró la escena ante él.

― ¿Celoso de que tenga otros sirvientes? ―fue más una leve broma, algo que era usual para Nobunaga para decirle a su acompañante.

―Si hubiera alguien lo suficiente competente entonces no tendría que ayudarte o escucharte todo el día ―Emiya se cruzó de brazos, se giró y encaró a Nobunaga quien se rio suavemente.

―Deberías controlar tu temperamento ante los demás, no puedo perdonarte si me faltas el respeto ante visitas políticas.

― ¿Desde cuando te importó complacer a los demás? ―Emiya inclinó la cabeza hacia un lado.

―Bueno Yasuke, no quiero borrar ciudades que necesito, y hacerles creer a los idiotas nobles que tienen algún poder es mejor que matarlos ―Emiya abrió los ojos y miró a Nobunaga fijamente―. ¿Qué?

― ¿Qué pasó con la mujer que quería crear un rifle lo suficientemente potente para destruir palacios? ―Emiya cerró los ojos y señaló con un dedo la espada en la cadera de la mujer quien frunció el ceño.

―Aún prefiero usar la pólvora, sabes de lo que soy capaz ahora, pero tuve que admitirlo… aquella aprendí que no siempre un bala puede golpear más rápido que una espada.

―Usualmente puedes disparar a alguien con la posibilidad de que este caiga al suelo antes que pueda saber que pasó ―Emiya abrió un ojo y vio a Nobunaga suspirar.

―Lo sé, pero no evita que haya perfeccionado ya la espada en este punto, por no decir de perfeccionar… ¿Quién diría que un samurái extranjero sería tan diestro con dos espadas? ―Nobunaga vio las dos espadas en la cintura de Emiya.

―Es más fácil de manejar de esta forma ―Emiya comentó sin más para seguir su camino. Sabía que debía ir a la oficina de Nobunaga para que esta se dedicara a trabajar de igual forma.

―Es totalmente lo puesto, pero viniendo de ti es de esperar, Yasuke siempre fue diestro con la espada.

―No hables como si fueras alguna especie de madre orgullosa.

―Solo hay un puñado de samuráis en la historia quienes han logrado portar dos espadas y no morir de manera patética y si hablas de perfeccionar solo quedarían dos, y tú eres uno de esos.

Emiya miró de reojo a Nobunaga antes de negar para sí.

―No, mi técnica es solo una vana imitación si lo quieres llamar así ―la sonrisa de Nobunaga creció ante aquel comentario de Emiya.

―Tienes ideas tontas como siempre Yasuke, nadie piensa en lo que haces o lo que no puedes, si eres un imitar o un prodigio, ¿qué importa cuando todos van a caer por igual? ―Emiya abrió levemente más los ojos, pero sonrió de lado ante lo dicho por la mujer.

Quizá era por los años bajo el mando de Nobunaga, pero palabras como esas cercanas al "consuelo" o a un "halago" como lo fueron eran unas palabras bastante grandes por parte del llamado rey demonio en la tierra.

―No es una habilidad útil más allá de cortar personas.

―Oh, ¿piensas en qué hacer luego de que unificamos el país? ―Nobunaga preguntó antes de abrir una puerta y entrar seguida de Emiya.

―No, sé que terminaré como tú cocinero en el mejor de los casos.

―Ja, ¿y en el peor?

―Quien tenga que hacer todo tú papeleo.

La risa de Nobunaga no era escandalosa como hace años. Emiya quizá extrañaba un poco eso de parte de Nobunaga, que antes era un poco más libre de expresarse antes de que incluso la comenzaran a llamar "rey" en son de respeto máximo.

―No he saltado el trabajo en un tiempo para que me acuses de eso.

―Solo porque has hecho lo que debías los últimos dos días no significa nada así que-

―Bien, lo entiendo, es solo que con el culmine de la guerra a la vuelta se siente raro… un país unificado es algo que antes parecía solo una idea ahora es una realidad ―la última puerta se abrió para Nobunaga antes que pasara dentro.

―Así son los sueños y las metas, una vez que las tienes en la cabeza parecen lejanas pero una vez recorres el camino hasta ellas te das cuenta que están a cada paso más cerca.

―A veces olvido que eres un sujeto inteligente ―Emiya miró con los ojos entrecerrados a Nobunaga quien soltó una leve risa por la reacción del hombre.

―No lo tomes a mal, pero eras un esclavo, lo bajo de lo bajo, viniste a mí con trapos y oxido, más ahora vistes de seda y oro ―Nobunaga se sentó y apoyó un codo en la mesa para ver a Emiya quien estaba con los brazos cruzados.

El yukata negro con bordados de oro era un regalo que le había dado Nobunaga, el estatus de "noble" también fue algo que se había ganado gracias al merito en el campo de batalla, gracias a eso fue que nadie pudo dar una queja real sobre el Emiya.

Dar la contraria y rechazar a Emiya era lo mismo que ir contra Nobunaga quien había emitido los documentos.

―Tú quieras que vista con seda y oro.

―Si te dejo solo probablemente solo vistas lo necesario, ya sea la tela más horrible o el arma más inútil.

―No es como si te importara antes ―Emiya caminó hasta los papeles amontonados en una de las mesas cercanas y los dejó caer en orden frente a Nobunaga quien arrugó el rostro ante la vista.

―No hagas esa expresión ahora que creo que has madurado.

― ¿Quién eres tú para señalar?

―Alguien que probablemente se preocupa más por tu gobierno de lo que le das crédito, maldición, debí haber aceptado haberme ido cuando pude ―Emiya se sentó frente a Nobunaga quien sonrió por lo dicho.

―Yasuke.

― ¿Qué? ―Emiya le era aún extraño ser llamado de tal manera, pero no podía hacer nada, fue así como era conocido y en cierta medida le gustó, le gustó el ser reconocido y tratado como un individuo más.

Un nombre propio no un título o algo otorgado por otro para cumplir un objetivo.

―Otra vez esa cara de lamento ―un suspiro salió de la boca de Nobunaga al ver el semblante de Emiya―, nunca lograré entender que es lo que pasa por esa cabeza tuya, aunque te pregunte tampoco lo dirás, sé que no es falta de confianza.

― ¿Cómo puedes estar segura de eso?

Un bufido salió de Nobunaga al tomar su pipa y negar para sí.

―Mira tu expresión, oh… no hay espejos aquí, olvídalo ―Nobunaga movió la mano en un gesto de restarle importancia―. Sabes, en este punto duda cada vez más si encontraré algún atisbo de humanidad en ti.

― ¿Una vez más con eso?

― ¿No puedo comentarlo? ―Nobunaga alzó una ceja viendo como Emiya miró a otro lado―, es broma.

― ¿Prefieres que cambie entonces?

―Yasuke siempre será Yasuke, puedes tener el nombre que quieras o la apariencia que gustes, no me importa ―Nobunaga se cruzó de brazos y cerró los ojos con una expresión molesta―. ¿Qué es esa cara de sorpresa?, es obvio que para mí Yasuke es y será siempre el mismo.

La sonrisa de Emiya llegó a su rostro al escuchar como Nobunaga mencionaba aquello.

―Bueno, ¿cómo podría seguir desanimado cuando nuestro querido señor está tan animado por este asunto tan trivial? ―la sonrisa de Nobunaga llegó ante las palabras de Emiya.

El temple de la mujer fue alzándose cuanto más tiempo transcurría. Pasó de ser la temperamental y la decidida a la conquista a la dirigente de casi todo el país en el transcurso de los años.

―Aún recuerdo cuando te compré de aquellos misioneros, el rostro cubierto con un casco cual animal ―Nobunaga comenzó a examinar las papeles en su mesa―. Fue difícil decir que eras un humano en ese tiempo, no, decirlo ahora también sería tonto.

―Me siento despreciado.

―No lo hagas, después de todo, al menos de esa forma puedo escucharte ―Nobunaga palmeó una par de veces el asiento a su lado. Emiya suspiró a sabiendas de lo que quería la mujer.

Caminó y se sentó al lado de Nobunaga. Emiya vio como la cabeza de la mujer fue a reposar a su hombro.

―Yasuke.

― ¿Sí?

― ¿Realmente te gusta el nombre de Yasuke? ―Emiya cerró los ojos y pensó en la pregunta dada por Nobunaga.

―No es algo tuyo esa clase de preguntas por-

―No, responde, no desvíes el tema como de costumbre ―Nobunaga interrumpió las divagaciones de Emiya a medio camino.

Emiya solo se limitó a dar un leve suspiro ante aquello.

― ¿Es tan fácil?

―Para mí lo es, conozco a Yasuke bastante ―la risa de Nobunaga siguió un poco después de comenzar a firmar documentos.

―Preferiría que no lo hicieras.

― ¿Entonces te arrepientes de conocerme? ―fue una pregunta simple y sincera, algo raro en la mujer.

Emiya se quedó en silencio unos segundos pensando en la respuesta a dar.

―No, diría que a pesar de la guerra no es del todo malo trabajar para ti.

―Oh, eso no lo hace sonar mejor.

― ¿Entonces como quieres que lo diga? ―Emiya negó la cabeza para sí―. ¿Qué estás feliz?, aunque supongo que es mucho pedir eso de parte de un monstruo.

―…

― ¿No te pondrás sentimental por que te llame así no? ―Nobunaga sonrió ampliamente y alzó la cabeza viendo a Emiya―, como te lo he dicho, Yasuke es Yasuke, no tengo intención de que te vayas.

―Estoy considerando que es la mejor opción para mí salud mental.

― ¡Ja!, es tarde, una vez que abdique prepárate para estar en la cocina, tendremos mucho tiempo para organizar el país después de que mi hermano asuma el cargo.

―Enérgica como siempre.

―De todas formas, no creas que lo he olvidado, aún no das dado una respuesta.

― ¿En necesario? ―Emiya frunció el ceño y miró a otro lado. Un tiró de la camisa bajo su Yukata hizo que viera a Nobunaga a los ojos, ojos que se habían calmado con el paso de los años.

Pero no era la paz que pensó que alguien podría llegar, era más una bestia que había dejado de buscar sangre para centrarse únicamente en las presas que debía.

―Vamos, esperé años para esta pregunta.

―Podrías haberla hecho en cualquier momento.

―Entonces solo la hubieras aceptado.

― ¿Ahora hay alguna diferencia?

―Qué estás a mí lado.

―…

―Oh… nuestro querido samurái, la máquina reconocida por destajar los cuerpos de los enemigos, ¿está nervioso el gigante del rey demonio?

―No comiences con tú dramatismo ―Emiya movió la cabeza y miró a otro lado.

La risa suave de Nobunaga hizo que Emiya bufara de igual manera con diversión.

―No lo odio.

― ¿Eso es todo lo dirás?

― ¿Hay algo más que quieras escuchar?

―La razón del porque te debería de gustar.

―No lo odio solo significa que lo no pienso dejar.

―Porque es algo con lo cual te puede identificar.

Ambos se miraron una vez más, no ibo un momento en el que se dejaron de mirar. El silencio llegó y el mundo siguió, la brocha con tita en el escritorio corrió lentamente hasta un costado donde cayó.

―No deberías actuar así con un esclavo.

―Hace mucho tiempo dejaste de ser uno ―Nobunaga se sentó adecuadamente separando su cabeza del hombro de Emiya.

―Yasuke es quien decida llamarse, pero por mí lado, solo serás Yasuke y nadie más.

―No es como que me estuvieras dando opciones al final.

― ¿Entonces como quieres que te dé a llamar?

―Haz lo que quieras ―Emiya cerró los ojos para no ver la sonrisa de victoria de la mujer.

―Cuando abdique-

― ¿Otra vez con eso?

― ¿Qué?, es lo que más deseo ahora, a cada momento en que gobierno el país se fragmenta.

―Antes no parecías prestarle importancia a eso ―Emiya señaló aquello para luego separar la mirada y tomar la pluma que había caído a un lado cercano.

―Mí hermano se hace cada día más un nombre, la población lo acepta y tú mejor que nadie sabe porque será un mejor gobernante.

― ¿Es lo único que piensas?

―También pienso en comer y prepararme para viajar por el mundo.

Esta vez Emiya se sorprendió por lo último dicho.

― ¿Algo tan trivial?, no parece propio del rey demonio de Japón.

La risa de Nobunaga fue suave.

― ¿Verdad?, al verte aquella vez pensé en el mundo, lo grande que es y lo poco o nada que conozco.

―Nadie puede saber que hay exactamente ahí afuera.

―Pero tienes una mejor idea de la que poseo ―Nobunaga le refutó a Emiya.

―No, no hay mucha diferencia, hay humanos y guerra, es la constante que siempre verás.

―Más será la constante que tú ves.

―No vivo por la guerra.

―Ah, ahí vamos de nuevo Yasuke, piénsalo, solo has vivido desde que recuerdas matando, ¿no?

― ¿Y?, no es que me des una opción diferente si es que te preocupara eso de mí lado.

―Pero tampoco es algo que quieras evitar y decidiste quedarte a mí lado ―la sonrisa de Nobunaga era una de triunfo.

―Lo hice por interés y porque me compraste.

―Por favor, te interesa tanto las formalidades o el ser esclavo como a un agricultor una cosecha perdida.

Emiya no entendió lo que Nobunaga quiso decir.

―No lo entiendes y no me sorprende, decidiste vivir como esclavo porque era lo único que conocías, te estoy dando la libertad de elegir.

― ¿No tenemos esta conversación una vez cada tanto? ―Emiya le restó importancia al comentario de Nobunaga.

―Sabes, si hay una cosa que desprecio de tú persona Yasuke, es tú falta de ambición ―Nobunaga fue seria ante aquel reclamo.

―Es algo que has mencionado bastante pero nunca le das muchas vueltas al final.

―Es porque nunca me escuchas.

―Entonces tienes una probada de tú propia medicina ―Nobunaga iba a decir algo más terminó sonriendo de lado para liberar una risa suave al final.

―Bueno, quizá, pero… el que siga escuchándote dice una sola cosa.

―No soy humano o todo lo que quieras.

― ¿Puedes dejarme hablar?

No fue el típico tono de broma o de juega esta vez. Emiya cerró los labios y entendió que las bromas quedaron a un lado cuando el semblante de la mujer pasó a uno más rígido.

―Adelante.

― ¿Siendo educado?, supongo que es algo ya de hace tiempo.

―…

―Ya lo has dicho, y no tengo dudas que me seguirás incluso después de que abdique, incluso si te doy la orden de cuidar de mi hermano probablemente me sigas.

― ¿No fuiste tú la que pagó por mi "libertad"? ―Emiya hizo un signo de comillas con los dedos y acentuó aquella palabra.

―Y a veces creo que fue el mayor error de mí vida, incluso ahora no puedes callarte, estoy intentando ser seria aquí Yasuke.

―Estás pensando de más en lo que puede o no suceder.

―El día que abdique y me retire mi hermano se parará solo ante todo el país.

―Eres una buena hermana para preocuparte por él.

―… ―Nobunaga bajó las manos y las juntó sobre la mesa, un signo de nerviosismo que era de todo menos normal en la mujer.

Esa era la señal que realmente la mujer estaba preocupada. Emiya regaló su postura y contuvo los comentarios a dar al momento de ver como Nobunaga ahora se había quedado viendo los documentos ante ella en silencio.

―Tu hermano tiene mucho más apoyo del que crees, deberías preocuparte más de un golpe de estado antes de que abdiques incluso de que si tendrá apoyo o no.

Una sonrisa de lado asomó en la cara de Nobunaga.

―Podría ser, ¿es algo que has estado pensando también?

―Por supuesto, tu seguridad es lo más importante.

La risa amena de Nobunaga volvió poco a poco.

―Sí, es algo que dirías Yasuke, el honor de un guerrero, los idiotas creen en eso y se centran demasiado en las tradiciones, mi hermano cae en la línea en donde ellos estarán más que felices de seguir a alguien así.

Emiya cerró los ojos y alzó la cabeza, abrió una vez más los ojos y miró detenidamente el techo.

―Un guerrero… ―Emiya susurró aquello casi sin fuerzas―. Sé que el orgullo no es algo que te interese, pero al mismo tiempo, detestas a alguien que no sigue un fin.

― ¿Y?

― ¿No odias como peleo?

― ¿Cargando al frente con dos espadas?, hay muy pocos locos que harían algo así, muchos te tomaron cómo un imitador y otros-

Un bufido de diversión genuina hizo que Nobunaga se cortara.

― ¿Te has reído Yasuke? ―Nobunaga intentó ver el rostro de Emiya quien lo tenía mirando el techo escapando de la vista de la mujer.

―Por supuesto que no.

La voz del hombre sonó tranquila y un poco jovial, el borde de sonrisa del labio que vio Nobunaga fue lo suficiente para hacer que la mujer sonriera como antaño.

― ¡Lo has hecho Yasuke! ―Nobunaga se intentó levantar, pero Emiya la detuvo con una mano al instante en que movió el rostro a otro lado.

―No, no lo he hecho.

Nobunaga tomó el bordo del Yukata de Emiya para derribarlo. La sonrisa en el rostro del hombre no se había ido.

El vivir como lo había hecho incluso si no pudiera seguir su deseo desde un principio.

Cada año y cada momento en el pasado que pensó que se arrepentiría, que solo había cambiado de dueño de Alaya a Nobunaga, todo eso se había quedado fuera conforme interactuó con la mujer.

Rey demonio.

No era un título incorrecto dada la actitud de Nobunaga y la forma en la que trataba a los demás, pero también había algo de rey en el título que se le otorgó o auto impuso.

Fueron un par de giros más de Emiya intento quitar a Nobunaga quien estaba encima, la mujer estaba luchando para quitar los brazos que cubrían el rostro de Emiya y la mangas tapando cualquier expresión que el hombre estuviera dando.

La oficina hace un tiempo había quedado un desastre. No era la primera vez que ambos en la oficina jugaban de aquella forma, pero con el paso de los años y la forma en la que se había enfriado Nobunaga dio espacio entre aquellas acciones y sus actividades normales.

Emiya se dejó ser cuando quedo boca arriba con Nobunaga con una sonrisa triunfante sobre él.

Había sido un tiempo, ¿o quizá era el haber vivido como humano?

No puedo decirlo a ciencia cierta, más allá de la expresión y la sonrisa de Nobunaga no veía nada más.

―Gané.

La sonrisa de Nobunaga fue suave. Los rasgos de la mujer se habían marcado con el tiempo y dieron paso a ese rostro maduro, el cabello rojo que había consumido el castaño oscuro ahora caía libremente sobre Emiya.

Ambos rostros cara a cara.

―Lo has hecho.

―Yasuke es Yasuke, no importa que hayas sido, ahora… ―Nobunaga acercó más su rostro al de Emiya―. Espero que nunca cambies, la vista y la espalda ancha con ambas espadas en el campo de batalla…

Emiya vio sintió el ligero rose de una mano en su mejilla.

―Ahora y siempre, quiero que Yasuke sea el Yasuke que he conocido.

La distancia se terminó cuando un beso se dio. Emiya sintió el calor y el cuerpo de Nobunaga relajarse sobre él.

No dudó en corresponder el gesto.

Unos segundos pasaron, nada más allá que el la tela moverse fue lo que se escuchó en oídos de ambos presentes en la sala.

Al separarse Emiya vio como había algo que jamás esperó ver. Un sonrojo de Nobunaga.

―Eres un mal sirviente, ¿cómo puedes poner tus manos en tu maestro? ―la sonrisa de Emiya creció antes de alzar una mano y ponerla sobre la cabeza de Nobunaga.

El ligero rose de los dedos del hombre sobre el cabello carmesí hicieron que Nobunaga alzara la cabeza y viera al hombre quien ahora estaba con una expresión que nunca esperó ver.

Paz.

Ambos habían visto una expresión que no conocían del otro.

―Si tengo un maestro tan malo, ¿cómo puedo quedarme al margen?

―Bueno… no espero que te acostumbres ―Nobunaga miró a los ojos de Emiya―. Pero gracias, gracias por estar aquí y aceptar…

Una ligera pausa se extendió después de aquellas palabras de Nobunaga. Ahora para ambos quedaba ver como resolverían su situación que no comprendían y solo siguieron como pudieron.

―Gracias por estar a mí lado Yasuke.

Historia comisión.

Sí, falta un capítulo así que no se desesperen.

Esta historia fue comisionada por Pokazo, que espero que esté en lo que sus expectativas y que sea de su agrado.

Bien, he desaparecido un buen tiempo, ¿no?, tenía que organizar muchas cosas, pero muchas.

Como sea, ahora veré como ir, porque aún queda un capítulo de esta y la comisión de Koyasnkaya y Carmilla.

Más intentaré actualizar también mis historias.

Agradezco su apoyo y si desean donarme, perdón, pero el tiempo no me da, por lo que deshabilité las comisiones, pueden ir a mi perfil y ver los enlaces a mis páginas.

Deseo que la lectura sea del agrado de todos, y les recuerdo que aún queda un capítulo así que… solo deseo que puedan disfrutar de mí trabajo, que me tomó mucho, mucho más tiempo del que esperé para terminar.

Rey de picas fuera.