C. 5 Mil ideas por la mente

Draco está en shock. La ceremonia comienza cuando aparece el cura. Pero no está escuchando. No está prestando atención.

Podría salir corriendo. Podría fingir un infarto. Podría explicarle que ha habido un error y que me equivoqué de altar… Eso ya es demasiado ridículo.

Aún así, todo esto… ¿Mi padre no lo sabía?

La idea le da esperanza. Él podría protestar porque esto no fuese parte del contrato. Le mira, esperanzado. Pero su padre está tan tranquilo como culpable, evitando su mirada a propósito.

Él lo sabía… Por eso estaba tan amable el viejo.

Cierra los ojos y se sostiene las manos. No tiene quince años. No va a salir corriendo. Va a hacer lo que tiene que hacer. Se va a casar con ese tipo, va a conseguir el dinero, curarán a su madre y después se divorciará.

Fácil.

Sencillo.

"Draco, aceptas a Harry como esposo, en la salud y en la enfermedad…"

Marido de Harry Potter.

Se permite mirarle por unos segundos a los ojos. Él le tiene sujeto por las manos, con un agarre suave. Tiene una sonrisa cálida, su mirada es audaz y la mandíbula perfectamente perfilada. El cabrón es atractivo.

"Si, quiero." Dice controlando su tono de voz.

La alianza se desliza por su dedo. Y el beso de rigor le deja los ojos cerrados una fracción de segundo más que nunca admitirá.

¿Por qué besa tan bien? Maldita sea.

El banquete es formal y sencillo. Una comida protocolaria en un restaurante sin demasiadas pretensiones. Solo son siete personas. Una mesa no muy grande es suficiente. Una zona privada, lejos de las miradas ajenas. Detalle que agradece.

Se pasa la comida metido en su mundo. Ya se encarga Harry de sonreírles a todos. Si pudiera apostar diría que nadie en esa mesa se alegra de que sea él quien está sentado junto al héroe.

Ni siquiera su padre.