DE CAMINO A LA HOJA
Las horas siguientes son un borrón en la memoria de Tayuya. Un puñado de imágenes le cruzan la mente. Se acuerda de las voces de confusión en aquella casa abandonada. "¿Qué demonios pasa?", "tan sólo vámonos de aquí." Sakura mirando a su sensei con genuina preocupación en los ojos. "Gaara, ¿te encargas del resto?", "no, voy con vosotros." Aquel tipo atado en un sótano y ellos dejándolo ahí. Luego, el paisaje difuminándose a su paso. Horas corriendo sin parar. El corazón yendo a mil por hora por el esfuerzo de seguirle el ritmo a Kakashi. El día muriendo, la noche cayendo; el presentimiento de que algo no va bien.
Tayuya se limpia el sudor de la cara con el dorso de la mano y acelera. Es medianoche, hace frío, y está harta de correr.
Es difícil saber cuánto tiempo llevan así pero ahora los genin empiezan a sentir la mella de la distancia en sus cuerpos. Incluso Gaara, ese chico tan inexpresivo, tiene la cara cubierta de sudor; ahora corre en paralelo con Tayuya y de cuando en cuando, la mira de reojo.
— Eh, calabacín, ¿qué pasa? — le espeta ella— ¿No hay mujeres guapas en tu aldea?
— Tenía curiosidad sobre cómo sería el reemplazo de Sasuke.
— ¿Y bien?
Él vuelve la vista al frente.
— No hay mucho que ver.
Con un gran salto, Gaara aterriza sobre la rama de un árbol, que cruje bajo sus pies. Y con un sonido muy similar, Naruto Uzumaki parte los palillos desechables de su ramen instantáneo, sentado en la ventana abierta de su habitación con las piernas colgando por fuera. Hay un cambio de escena y nosotros le vemos desde algún lugar de su apartamento a oscuras. Está de espaldas y el recipiente de cartón del ramen, vacío, está a su lado. Sobre él, una luna llena que se alinea perfectamente con el marco de su ventana le baña con su luz plateada. ¿Cuánto tiempo lleva ahí? Ni él mismo lo sabe. ¿En qué puede estar pensando? No quiere decírtelo. Vamos a ser respetuosos con el chico. Incluso él necesita espacio de vez en cuando. Espera un poco. No será mucho.
Naruto se levanta y tira el ramen instantáneo a la papelera sin mirar. Detrás de él, la luna sigue brillando con fuerza. Aunque una sombra la cruza de lado a lado, sólo por un momento. Como está de espaldas, él no se da cuenta. Sólo se queda ahí parado un rato con algo entre las manos. Está tan oscuro que no sabemos lo que es hasta que la luz de luna no pega directamente en la placa metálica, con el símbolo de Konoha tachado de lado a lado en ella. Es la bandana de Sasuke. "Si tuvieras tus recuerdos", le había dicho Hiruzen, "querrías conservarla, así que hazlo." Él la observa de cerca esperando sentir algo. Luego la tira a un lado.
"No sé qué estoy haciendo. Maldita sea."
Otra sombra cruza la luna. Brevemente. Naruto suspira, pasándose la mano por el cabello despeinado.
Luego abre la puerta de su baño a oscuras, entra, y la cierra tras de sí.
LO QUE SEA QUE SOY
Naruto pulsa el interruptor de la luz.
Pero no sucede nada. Así que vuelve a pulsarlo y ahora sí, las lámparas que hay en el techo se encienden una tras otra. El baño queda iluminado por una luz amarillenta y temblorosa. Así que al principio no le vemos la cara a la persona que le espera dentro. La sombra de ojos rojos que se mira en el espejo del baño pero que, sin embargo, no se refleja en él.
Las lámparas dejan de temblar y la luz se vuelve más intensa. Ahora la sombra tiene forma: es un chico adolescente, pálido, con el cabello como los girasoles y los ojos del color de la sangre. La ropa de hospital que lleva le hace parecer más delgado de lo que realmente es; unas vendas gruesas, blancas, le cubren parte de los brazos y de las piernas. Y cuando habla, lo hace con la misma voz que él.
— Si te sirve de consuelo, yo tampoco siento nada al mirarla — le dice—, supongo que he cambiado. De la misma manera que has cambiado tú.
— No sé quién eres, ni por qué te pareces a mí. Pero sal de mi baño. Necesito mear en paz.
Claro que su copia no parece tener intenciones de largarse y, ¿sabes qué? Naruto decide que no tiene ganas de todo esto. No quiere romperse la cabeza pensando por qué hay un tío con su cara en el baño. Ya tiene demasiados problemas. Así que pasa de largo, sube la tapa del váter, y se pone a lo suyo en lo que el otro chico le observa desde atrás.
— Antes de que digas nada, no me interesa. Tengo cosas en las que pensar. — Naruto se sube los pantalones y tira de la cadena. Luego se da la vuelta— Mira, es tarde y estoy hasta las narices. Si quieres aparecerte en mi baño elige otro día que esté de mejor humor.
El otro se ríe por lo bajo.
— No pareces muy sorprendido de verme.
— Eres el Nueve Colas — le suelta Naruto, apartándole de lavabo, y mojándose las manos en el agua fría—, Jiraiya me habló de ti. Imagino que vienes a ver si me matas del susto o algo. ¿Hacías esto antes, aparecerte en mi baño? ¿Es que me quieres ver sin calzoncillos? Déjame en paz. Ya tengo bastante con tener algo como tú dentro, cosa que, como te imaginarás, no me hace ninguna gracia.
Naruto se marcha con paso decidido pero el manillar de la puerta no se abre. Es como si una fuerza invisible lo mantuviera en su lugar. Esto ya es el colmo. ¿Ahora va a quedarse atrapado en un baño? Con un bufido, se da la vuelta, sólo para encontrarse a su copia mirándole muy de cerca. Sus ojos son tan rojos como los suyos, sólo que brillan con más fuerza.
— Dime, ¿qué es lo que te tiene tan preocupado? — Le dice, sonriente. Tiene los caninos afilados, como un zorro— Sentado en la ventana, mirando la luna... qué imagen más melancólica. ¿No estás contento con tu nueva vida?
— Si has bloqueado la puerta ya estás arreglándola. Yo me voy a dormir.
Su copia ensancha la sonrisa, estrecha los ojos. Pero no parpadea. No lo ha hecho en todo este rato.
— Desde luego que no estás satisfecho — dice—. Quién iba a decir que seguirías todo lo que dicen esos viejos. Haz esto, haz aquello. Únete al Equipo Siete. Salta, agáchate. Da la pata, como un perro. Te lo vuelvo a preguntar, ¿esto es lo que quierer? ¿Es lo que quieres hacer con tu nueva vida?
— Escucha, no me hace mucha ilusión pegarme a mí mismo en la cara. Pero me estás dando ganas de hacerlo. ¿Que si estoy satisfecho? Métete en tus asuntos y sigue viviendo de mí como un parásito, nuevecolas.
De algún modo, lo que dice le hace reír.
— Es un desperdicio — dice el otro Naruto—, te estás echando a perder. Pero no te preocupes. Yo te enderezaré.
Y cuando Naruto abre la boca para amenazarle, su copia se abalanza contra él y lo estrella contra la puerta, tapándole los labios con la mano. La fuerza que tiene es monstruosa. Luego está la manera con la que le mira. Tan de cerca, tan fijamente, sin dejar de sonreír. Pero sus ojos están vidriosos y la sonrisa está vacía, no le llega a la cara. Su copia no parece un ser humano, sino algo, otra cosa distinta, tratando de hacerse pasar por uno.
— Tranquilo— y su voz suena grave y ansiosa—, yo te puedo arreglar, estate quieto, ¡quieto! Eso es. Yo sé lo que es bueno para ti. No dejaré que te pudras en esta aldea, que seas una mascota de esa gente que sólo... ¡te usa! — Naruto trata de liberarse, pero el otro le vuelve a estrellar contra la puerta— Es inútil que te resistas. Ya no puedes huir de mí.
La copia le mira a los ojos. Él mira dentro de los ojos de la copia. Y lo que ve es un inmenso vacío. Una interminable hambre.
— Dentro de poco te harán una visita. Y entonces me vas a necesitar. Hasta entonces, hazte fuerte. Acepta la propuesta del Hokage y aprende de él, aunque... — Aquí, un brillo extraño le cruza la mirada— no confíes en exceso en ese anciano. Las cosas rara vez son lo que parecen ser.
» No olvides que soy el único que vela por tu bien.
Entonces, se vuelve a oír el clic del interruptor de la luz. Y Naruto desliza su espalda puerta abajo, apoyado en ella, hasta quedar sentado en el suelo. De donde no se moverá en toda la noche. No: él se quedará aquí. Solo, encerrado, e incapaz de dormir.
