22


Bella

Edward agita mi hombro, puedo sentirlo muy cerca de mí.

—Hey, Nappy…—sigue sacudiendo—. Bella, despierta.

Si este idiota pretende obligarme a hacer la caminata de la vergüenza está muy equivocado. Le frunzo el ceño sin siquiera verlo.

—¿Qué? —mascullo, enterrando medio rostro en la almohada.

—Iré a comprar el desayuno, ¿de acuerdo?

Oh, eso es mucho mejor. Él incluso irá a recolectar comida al mundo exterior. Abro los ojos, entornándolos y el pelo me cae en el rostro.

—De acuerdo.

Él despeja parcialmente mi cara, dejando un beso en mi mejilla.

—De acuerdo—dice y luego lleva la colcha hasta arriba de mis hombros, dejando mi cabeza descubierta.

Estoy cálida y cómoda. Otra almohada se entierra en mi costado y es tan suave.

No vuelvo a dormir. En su lugar, aprovecho el momento para terminar de despertar y cuando escucho la puerta principal cerrarse me siento en la cama, mirando alrededor.

La habitación de Edward sigue siendo un desastre. Hay ropa tirada en el suelo y otro montón en la esquina, supongo que es la ropa sucia. Edward colocó mi atuendo justo a mi lado, así que visto la parte superior de mi cuerpo primero y salgo de la cama para colocarme los pantalones.

Estoy feliz. Tuve una cita divertida y relajante, sexo asombroso que me hacía buena falta y ahora tengo un novio. O algo así.

Al menos eso fue lo que entendí luego de nuestra plática en la madrugada. Después de que él me despertara con el ruido que hacía en el baño.

—Hola—dijo, volviendo a la cama. Ya usaba su ropa interior.

—¿Qué estás haciendo? —ni siquiera intenté cubrirme. Edward llevó un brazo a mi abdomen y me acercó a él.

—Fui a cepillar mis dientes—explicó y luego después de un rato agregó—: ¿Por qué quieres salir conmigo?

Pff, como si él en verdad no supiera la respuesta.

—¿Por qué? —pregunté.

—Porque no quisiera que esto fuera algo físico—dijo.

—Bueno…—suspiré—. Quiero salir contigo porque me gustas y porque… estoy comenzando a tener… sentimientos hacia ti.

No dijo nada por un rato, hasta que lo presioné.

—¿Y tú? ¿Por qué quieres salir conmigo?

—Por eso mismo—murmuró.

—¿Estás comenzando a sentir cosas hacia mí?

Se encogió de hombros y dijo—: Si, seguro.

No me gustó nada su tono, sonando justo como un "como sea." No, no, señores. A Bella Swan tienes que decirle las cosas, no te conviene comportarte como si todo te diera igual. Le fruncí el ceño.

—¿Puedes decir qué? Específicamente.

Él hizo un mohín, pensándolo.

—Porque me gustas y tu personalidad también. Me gusta tu forma de ser.

Concluí que eso era todo lo que iba a poder obtener en ese momento, así que lo dejé ser y volví a dormir.

No quiero ponerme pesada justo ahora, esto está fresco y delicado. Los sentimientos de ansiedad y miedo ya están llegando a mí, las alertas que te dicen: "¡detente! ¿en verdad deberías hacer esto?," justo cuando no quieres tirar todo por la borda, cuando no deseas que su auto se estampe en un muro y mueran en un accidente aparatoso.

Lo dejaré ser.

Probablemente Edward no es muy intenso, tal vez no es bueno con las palabras, tal vez le da un poco de miedo. Está bien. Todos tenemos equipaje. Dejaré que sus acciones lo demuestren por un rato, antes de volver a intentarlo. Los actos están bien, son suficientes, hasta que tu corazón quiere escucharlo también.

Me paso los dedos por el cabello, peinándolo, y decido ir a casa para ponerme un poco bonita.

Una vez en mi baño, me ocupo de mis asuntos. Cepillo mi pelo, mis dientes y lavo mi cara. No me molesto en cambiar mi pijama. Tomaré una ducha después.

Espero pacientemente a Edward en su sala de estar, tirada en el sofá, no queriendo recoger el desastre pizzero de la noche anterior y deslizando mi dedo por la pantalla de mi celular. Descubro que Edward subió una historia de Instagram y la abro. Es de hace diecisiete horas.

Es una foto de los que parecen ser sus compañeros de trabajo. Él está detrás de ellos, de pie junto a un escritorio, con la cabeza baja y parece estar concentrado en algo. Los otros tres luchan por aparecer en la selfie. Un chico asiático tomó la foto mientras dos chicas, una rubia y una pelirroja, sacan sus lenguas.

"El mejor equipo del mundo" escribieron.

Sonrío. Quiero conocerlos, parecen divertidos.

Un toque en la puerta me hace mirar al pasillo. ¿Acaso él olvidó sus llaves? ¿Qué si no es Edward? ¿Debería abrir? Se siente intrusivo.

Otro golpe.

Decido indagar y voy hacia allá, arrojando mi celular al sofá.

Oh, qué grata sorpresa.

¿Qué mierda es esto?

—Hola—la chica saluda, sorprendida, sus ojos incluso se abren.

Es su ex. La rubia escurridiza. La chica del bar. La ex con la que, según Edward, terminó sus asuntos hace un mes.

—Hola—carraspeo, ¿qué se supone que tengo qué decirle? ¿qué hace aquí?

La realización me cae como un cubetazo de agua fría.

Ese cabrón. Hijo de puta.

Me pregunto si me recuerda del bar, aunque lo dudo. Esa noche estaba muy borracha.

¿Sabe que soy la vecina de Edward? Debería saberlo, si es que mis suposiciones de que ella ha estado entrando y saliendo de esta casa son ciertas. Tal vez me ha visto cuando viene.

Mierda.

¿Me revolqué en las mismas sábanas en las que ella se acaba de revolcar? Olían a detergente, pero todo puede pasar.

—¿Puedo ayudarte? —pregunto, antes de dejar salir más información y hacerle saber que se exactamente quién es.

—¿Está Edward en casa? —se balancea sobre sus pies, incómoda.

Creo que ya entendimos lo que está pasado aquí.

—No, pero… no tarda en llegar—explico—. ¿Quién eres? —pregunto, fingiendo ignorancia y con mi mejor voz de niña buena.

—Soy sólo… una amiga—se mira las manos, como si de repente sus uñas con manicura perfecta color lila fueran muy interesantes.

—Oh—lo tengo, amiguita, pretendamos—. Pasa—me hago a un lado—. Puedes esperarlo justo aquí.

Ella duda y mira hacia la derecha, probablemente decidiendo si esto está bien o probablemente deseando que Edward aparezca.

Luce perdida y triste.

Si, yo también lo estoy, Lauren.

Nadie. Putamente nadie juega con Bella Swan.

Arde en el infierno, Cullen.

Y esta vez es enserio.

Lauren entra y se detiene en el umbral de la sala, observando el desastre, como si necesitara siquiera reafirmar lo que en verdad sucedió aquí.

Sus cejas caen y todo se torna más incómodo y tenso de lo que ya es. ¿Por qué la dejé pasar?

Estoy tan furiosa que quiero golpear paredes y gritar. Se me hace un nudo en la garganta de pura rabia. Me cruzo de brazos, cerrando los puños con fuerza.

—Sólo vine para darle algo—dice luego de un rato, como si fuera de vital importancia explicar su presencia.

No lo es. Ya no. Ya todo está dicho.

—De acuerdo. No tarda en llegar—repito patosamente.

Es putamente obvio que sabemos lo que está pasando.

Si ella fuera sólo una amiga, ya le habría ofrecido un vaso de agua y un asiento entre las mantas del sofá.

Si ella supiera que sólo soy su vecina y que, por algún acuerdo súper extraño, abro la puerta de la casa de su ex y actual amante cuando él no está, Lauren no estaría escondiendo su mirada, sus párpados no estarían temblando. Ni su barbilla.

—De hecho… ¿puedo ir arriba? —pregunta en voz baja.

Mierda. No, no, por favor no.

No respondo, sólo le señalo las escaleras y la sigo.

Quiero darle a esta chica lo único que quiere, entonces… espera un maldito minuto.

¿Qué si ella estaba al tanto? ¿Qué si ella accedió a colaborar en mi puesta de cuernos? Lauren, ¿acaso tendré que desear que ardas en el infierno tú también?

Camina directamente a la habitación y me sobo la frente tras ella. Su mirada cae en la cama deshecha y luego va hacia la pila de ropa en la esquina.

Es bastante cagado que ella la esté revolviendo justo ahora.

Alcanza una chaqueta color verde olivo.

—Sólo… es sólo… mi chaqueta. La dejé aquí… el otro… el otro día—añade en un susurro.

Si supiera que ella es sólo una amiga eso no sería importante. Pero ambas somos unas víctimas de un ser despiadado. Lauren acaba de confirmar mis sospechas. Con un comentario, me lo ha dicho todo.

Regresamos a la sala en silencio. Los minutos pasan y ella abre la boca para decir algo, pero la cierra cuando escuchamos la puerta principal.

Son las nueve de la mañana, por favor. Hoy no, Satanás.

Sonidos de llaves cayendo sobre la mesa del recibidor, de una bolsa de plástico y luego un suspiro antes de que Edward Maldito Engañador Cullen aparezca frente a nosotras.

Su mano está revolviendo su cabello y alza la vista para vernos. Lo hace dos veces, cerciorándose de que está viendo lo que en realidad está viendo.

No dice nada. Su mandíbula se endurece y sus ojos se sorprenden.

Es suficiente.

Sabe que lo sé. Sabe que Lauren lo sabe. Sabe que todos sabemos todo.

Quiero abofetearlo tan fuerte como nunca antes he abofeteado a alguien.

Lauren es la primera en hablar al mismo tiempo que rebusca en su bolso de algodón.

—Hola, Edward—dice y por un momento pienso que ella va a fingir que nada pasó aquí.

Pero me equivoco, porque ella avanza hacia él y arroja fuertemente un fajo de billetes a su pecho. El dinero cae al piso con un sonido sordo.

Está encabronadísima.

Se va, azotando la puerta.

¿Qué mierda estoy haciendo aquí?

—Bella…—él comienza a hablar, en un murmullo.

Me giro en mis talones y alcanzo mi celular de donde lo dejé en el sofá.

—Hey, Bella—insiste cuando no respondo.

Su mano intenta alcanzar mi brazo, pero me muevo antes de que él lo toque. No lo intenta otra vez, sólo deja caer su mano.

—Me iré a casa.

Y salgo de ahí.

Edward

La vida puede arruinarse en cuestión de minutos.

Me froto el rostro, sabiendo bien que yo fui quién arruinó todo.

Si tan sólo hubiera llamado a Lauren el jueves… incluso el viernes.

Mierda.

Sé lo mal que esto parece.

Y nada es así.

Las cosas no son así.

Esto era justo lo que no quería que pasara: Bella enojándose conmigo y Lauren y yo terminando otra vez mal.

No quería terminar mal con ella. No otra vez. Al diablo esa mierda sobre odiar a tu ex. No quiero, no puedo, odiarla. Y así como yo no puedo hacerlo, no quiero que ella me odie. Pero todo parece apuntar a que ya lo hace.

Dejo la bolsa con la puta comida en el piso y alcanzo a Bella, pero es tarde porque ella ya cerró su puerta.

Le doy un par de golpes.

—Bella—la llamo y ella incluso cierra las cortinas de su sala—. ¡Bella! Déjame explicarte.

Golpeo su puerta por un buen rato, hasta que los nudillos me duelen. Desearía que tuviera un timbre.

Y luego la llamo.

Tres veces hasta antes de que me mande directamente a buzón y sé que apagó su puto celular.

Estoy tan ansioso y avergonzado. Puta madre. No hay algo que odie más que no poder explicarme. Y Bella no me lo está poniendo nada fácil. Bueno, la verdad no es como si ella tuviera que hacerlo. Está en todo su derecho de odiarme.

Camino hasta mi jardín y miro hacia arriba, sonriendo cuando la puerta de su balcón está abierta. Cruzo el jardín e intento abrir la puerta que da a su cocina.

Cerrada.

—¡Bella, abre la puerta! —grito, incluso colocando mis manos alrededor de mi boca. ¿Cómo podré trepar para cruzar su balcón?

Estoy seriamente considerándolo, observando la pared lisa. Tal vez el alféizar de su ventana del pasillo me ayude. Podría traer mi escalera.

Estoy en medio de mi plan cuando mi celular timbra. Apresurado, lo alcanzo sólo para encontrarme con una llamada de Paul.

—Eh, hombre, hola—saluda—. Oye, ¿el asunto del carro sigue en pie?

Presto atención a esto sin dejar de estar alerta de mis alrededores. Tal vez ella abra la puerta de la cocina o salga al balcón.

Si, claro, sigue diciéndote eso.

—Claro, hombre—respondo. Si, olvidé que tengo que dejar un depósito hoy. Mierda.

—Genial, mira, estaré ocupado más tarde, cosas del bar… vas a ir, ¿cierto?

También olvidé la parte en la que se suponía que hoy empiezo en One Eyed. Lo recordaba todo… hasta hace rato.

—Si, hombre, claro.

—Perfecto. Deberías llegar como a las seis.

—Ok.

—Y sobre lo del carro, ¿puedes verme en lo de mi tío en una hora?

Hago una mueca. No quiero ocuparme. No quiero ir a dejar un depósito para un carro que necesito desesperadamente. No quiero ir a trabajar para obtener un dinero extra. Quiero quedarme aquí a esperar a que Bella esté lista para hablar.

Echo un vistazo a su balcón.

—Si, de acuerdo, te veré ahí—respondo en su lugar.

Intento más con Bella. Vuelvo a llamarla y ella no da señales de vida. Su celular sigue apagado y con un suspiro vuelvo a casa, sintiéndome incómodo al poner cosas sobre este asunto importante.

El almuerzo que compré no sabe a nada a como hubiera sabido si cierta guapa estuviera aquí, pero tengo hambre y mi día sólo empeorara si no como algo.

Mastico al mismo tiempo que cuento el dinero para el auto. Mi vista se va hacia el pasillo y recojo el fajo de billetes que Lauren lanzó a mi pecho.

Había dicho que haría una transferencia bancaria por lo de las fotos, me pregunto por qué me lo dio en efectivo. Sacudo el pensamiento de mi mente y lo cuento, decidiendo que eso también lo usaré para el auto.

Me cepillo los dientes y coloco una liga alrededor del dinero, enterrándolo en el bolsillo de mi pantalón.

Echo un último vistazo a la casa silenciosa de Bella y camino hacia la parada de autobuses con un suspiro.

Le dejo un par de mensajes, rindiéndome con las llamadas.

Edward: Oye

Edward: Las cosas no son así.

Edward: Sé que todo se ve muy cagado, pero no es así.

Edward: Déjame explicártelo.

Los mensajes no llegan a su destino y me quedo contemplando la pantalla por un buen rato.

El negocio del tío de Paul está muy lejos de casa y este autobús rodea demasiado la ciudad antes de llegar ahí, así que tengo tiempo suficiente para ahogarme en mi miseria.

En verdad tengo mala suerte.

El miércoles Bella terminó conmigo, luego de haberme ignorado y evitado por largos días. A este punto, estoy soltero, ¿cierto? Así que el sábado el mensaje de Lauren sonó bien, ¡porque estoy putamente soltero! Si, me gustaba Bella, pero ¿qué le iba a hacer? Me envió directo a la friend zone y no quería algo sólo físico con ella.

Y luego Lauren vuelve a aparecer el martes.

Y una vez más, Bella me cambia la vida el miércoles diciéndome que sería buena idea intentar algo, retractándose de sus palabras. A este punto, ya no estoy tan soltero que digamos.

El jueves y el viernes son otro asunto. Ya estoy con Bella y se lo dije, ¡mierda! Le dije en la madrugada que no quiero algo superficial, ella llenó los espacios con los sentimientos y así quedó.

Hasta que Lauren apareció y todo se convirtió en un gran malentendido.

Y ahora seguramente Lauren piensa que todo ese tiempo estuve tonteando con mi vecina mientras me acostaba con ella. Incluso le pregunté si se estaba follando a alguien más.

Me llevo una mano al cabello por pura frustración al entender cómo suena eso.

Así que ante los ojos de ambas soy un jodido infiel.

Pero es que no quería decírselo a Lauren por teléfono. Odio las conversaciones trascendentales por teléfono. Pero no tuve oportunidad de verla. Planeaba hacerlo hoy. Le sacaría la excusa del bar a Bella en caso de que ella quisiera pasar la tarde conmigo y luego antes de ir a One Eyed iría a la fiesta del spa.

A "terminarlo" con Lauren.

No era así como tenía que pasar.

La vida me odia.

Ahora tengo un gran problema frente a mí.

Me pongo un poco más optimista al saber que, al menos y por el momento, todavía tengo la oportunidad de arreglar las cosas con la rubia. Planeo ir a la fiesta y hablar con ella, disculparme y terminarlo. Como debe de ser.

Al menos, de las dos, es con la que tengo más oportunidad de arreglarlo. Le tecleo otro mensaje a Bella.

Edward: La cagué, es un gran malentendido.

Edward: Eres importante para mí.

xxx

Con el dinero de las fotos del spa logro dejar como depósito 2/4 del pago total del auto. El tío de Paul me sonríe y contamos el dinero uno frente al otro mientras Paul se pierde en el baño.

El hombre no entrega mercancía hasta haber recibido el pago total, pero me conoce desde que yo tenía trece y además soy el mejor amigo de Paul; así que concluye que puede dármelo por haber pagado la mitad.

El garaje de mi casa es un desastre justo ahora y, honestamente, no me apetece pasar el día ordenándolo para hacerle un espacio al auto. Acuerdo pasar por el un día de la próxima semana y el tío de Paul acepta.

Paul juega con su teléfono mientras su tío y yo nos encargamos de documentos y firmas y para cuando salgo de ahí, ya son las dos de la tarde.

Y mi teléfono no ha recibido ninguna llamada ni ningún mensaje. Al menos no de los importantes.

—Andando, Ed—Paul dice, sacando las llaves de su Impala '67 y entro.

Conducimos en silencio por un rato, con Paul picando botones en su estéreo.

—Deja de hacer eso—mascullo, harto de no lograr escuchar algo coherente.

Y harto de mi situación también. Ay, me siento tan mal.

—Cállate—dice, pero deja de hacerlo y lo deja en Radio Disney. Le doy una mirada y sonríe—. Está buena, ¿no?

Resoplo una risa y miro por la ventanilla.

—Oye, hombre, ¿Lauren y tú ya son algo? —pregunta, bajando el volumen de la música.

Y eso, definitivamente no es algo de lo que quiera hablar.

—¿Qué? —lo miro.

—Si, ya sabes, ¿le están dando otra oportunidad?

Sospechoso.

Le entrecierro los ojos.

—No, ¿por qué?

—¿En serio?

—Si, ¿por qué? —presiono. ¿Qué se trae entre manos? ¿Qué escuchó? ¿Qué le dijo Lauren?

—Bueno…—se encoge de hombros, pero sus ojos se mueven ansiosos sobre el camino. Puedo ver que no ha terminado—. ¿No… no te dijo?

Esto se está volviendo confuso. ¿Qué me tuvo que decir Lauren? ¿Algo le ocurrió?

Me rasco la oreja de pura frustración y me acomodo en mi asiento, viendo a Paul directamente. Este chico tiene que apurarse en decir lo que tiene por decir.

—No te estoy entendiendo.

Paul arruga la mitad de su cara, deliberando, parece que está tratando de encontrar la forma de comunicar terribles noticias.

—Sobre… sobre mí—masculla.

¿Sobre él? Creo que estoy entendiendo esto. Y no me gusta para nada.

—¿De qué mierda estás hablando? —mi voz sale más dura de lo que pretendía.

Todo se está arremolinando en mi mente: Bella estando enojada conmigo, Lauren odiándome, un gran malentendido y ahora… ¿Paul y Lauren? Definitivamente, este día no puede empeorar.

La situación con Bella me causa suficiente sufrimiento e incertidumbre para un día, muchas gracias.

—Bueno, supongo que no te lo dijo—responde Paul, encendiendo sus intermitentes y dando un giro—. Mira…—se rasca la barbilla— no quiero cagar las cosas entre ustedes, pero…

—No somos algo—lo interrumpo.

—Bien, porque la besé.

Mi estómago se retuerce a pesar de que sabía bien la dirección que esta conversación estaba tomando. Aprieto los puños en un intento por calmarme. Comienzo a sentirme ansioso y tan… enojado.

Antes de descifrar si son celos o no, exploto.

—¿Qué? ¿por qué? ¿cuándo? ¡carajo!

Paul me mira, luce asustado. Y luego entrecierra los ojos en un gesto burlón.

—¿Por qué te enojas, hombre?

—Es mi ex, idiota.

—Exactamente—me señala—. Es tu ex. Es tierra de nadie.

Le entorno los ojos. No estoy de humor para bromas.

—Como sea—dice—. Fue a finales de julio, principios de agosto, no sé, pero fue después de que fuera al bar esa noche. Cuando Seth tenía que hacer la encuesta…—asiento con la cabeza, haciéndole saber que lo recuerdo y él se calla.

Me rasco el cuello y miro por mi ventanilla.

—Entonces, ¿vas a intentar algo con ella? —no me gusta para nada esta situación.

Es Lauren, es mi ex y Paul es mi amigo. No necesito que él… apago mis pensamientos antes de que se desvíen a los celos.

Y esa maldita está crucificándome justo ahora como si ella no se hubiera besado con Paul. Antes de decidir si ambas situaciones son similares y representan el mismo grado de traición, Paul responde.

—Nah, fue sólo un beso… y algunos agarrones, pero ya.

Ugh.

—Bien. De todas formas…

Paul me mira, luego de no haber completado mi frase.

—¿Qué?

—Creo que, creo que tengo algo con otra chica de todas formas—respondo, aunque no sé si eso sea cierto.

—Oh—él luce sorprendido—. ¿Quién es?

—No la conoces—lo corto—. No lo sé, amigo, está algo enojada conmigo justo ahora. Ni siquiera sé si tenemos algo todavía.

—Esa es una mierda muy grande.

—Seh…

Paul no dice otra cosa en el resto del camino y cuando estaciona afuera de mi casa, rebusco las llaves en mi bolsillo.

—Gracias, hombre. Te veo más tarde.

Él me da una palmada en la espalda.

—De acuerdo. Eh, y lo siento.

Le resto importancia con la mano.

—No importa. Estamos bien.

Él asiente.

—Llama a esa chica—ordena.

Y es justo lo que hago. Llevo mi teléfono a mi oreja mientras cierro la puerta de mi casa a mis espaldas.

Buzón de voz.

—¡Mierda! —grito. Estoy tan furioso.

Edward: Bella, por favor.

Vuelvo a intentar con la puerta principal, con la de la cocina, con la ventana de su pasillo y luego noto que la puerta de su balcón ya está cerrada.

Me tiro en la cama, con el celular en mi mano esperando una señal de vida. No llega ninguna. Y estoy tratando de ignorar el hecho de que Lauren también tiene algo qué explicar. Y ni siquiera sé si tiene qué hacerlo, dijimos que era sólo sexo. Sexo exclusivo. No estoy seguro si la parte de exclusivo se extendió a todo lo demás.

Comienzo a querer trepar las paredes, así que decido ordenar el desastre que es mi casa.

Subo todo el volumen de mi celular y lo conecto al cargador mientras echo el gran montón de ropa sucia a la lavadora, junto con las sábanas.

Adiós, Bella.

Conecto y desconecto el celular alrededor de todo el lugar mientras voy de arriba hacia abajo, temeroso de perderme una notificación o llamada.

Saco la basura y pierdo el tiempo en Instagram, descubriendo que Eric subió una historia sin mi permiso cuando se apoderó de mi celular.

Ese idiota.

Un mensaje, pero no es Bella. Es Alice, pidiéndome que la lleve a cenar.

La corto, prometiéndole que saldré con ella antes de que tenga que regresar a California y acepta. Le digo que se entretenga con Jasper por el momento.

Alice: Estoy haciendo más que eso.

Ugh.

Edward: No hagas eso. Y no me lo digas, por favor.

Alice: ¿Por qué no? Tú lo haces todo el tiempo.

Edward: Pero no te lo digo.

Alice: Vete al diablo.

Edward: Eres mi hermana. No me interesa saber cómo Jasper te mancilla.

Alice: Es el siglo XXI, Eddie. Supéralo.

Vete al diablo, Alice, tú también.

Como el desayuno de Bella y me preparo para el montón de mierda que me espera esta noche.

Tomo una ducha y me visto con jeans negros y la playera de One Eyed, echo mis Crocs recién comprados a mi mochila y salgo de casa.

Primera parada: el salón Denali.

Ya hay un montón de gente ahí y ni siquiera voy a tratar de buscar a Lauren. En su lugar, le digo al guardia de la entrada que la llame y ella aparece luego de un rato. Viene en compañía de otra chica, riendo y hablando. Está usando un vestido rosa y cuando ve quién la mandó a llamar, se congela.

Me lanza una mirada de odio puro.

—Oh, dame un minuto. Mejor ve por las bebidas—le dice a su acompañante.

La chica mira entre nosotros y se va, curiosa.

Lauren camina hasta un rincón y la sigo.

—¿Qué haces aquí? —se cruza de brazos.

—Me invitaste—alzo las cejas, tanteando su estado de humor fúrico.

Resopla.

—¿Dinero arrojado y un portazo no califican como una des-invitación?

—Vamos, Lo, déjame explicarte.

—Creo que todo está muy claro.

Ella es tan cabezona. Quiero darle un zape.

—¡No! Nada está claro. Las cosas no fueron así.

—¿Así cómo? —me entrecierra los ojos y se los entrecierro de vuelta.

—Eres tan molesta—masculllo.

—Tú eres el molesto. Eres un bastardo orgulloso…

—Guárdatelo, ya me lo has dicho muchas veces.

—Y lo seguiré haciendo—rezonga.

Suspiro, apoyando mi mano en el muro detrás de ella. Lauren se hace chiquita, tratando de alejarse de mí, pero no tengo intención de dejarla ir.

—No estuve teniendo algo con ella mientras estaba contigo.

Se mira las manos.

—Dijimos que sólo era sexo—comenta.

¡Aahh! ¡Es tan exasperante!

—¿Entonces por qué chingados estás enojada?

Sus ojos llamean.

—¡No me hables así, odio que hagas eso!

Miro al techo, suspirando.

—¿Por qué estás enojada si dijimos que sólo era sexo?

Ella no responde. Sé la razón de su enojo, pero quiero que me lo diga.

Se encoge de hombros.

—Dímelo—presiono.

—¿Qué se siente que quieras escuchar algo y que no te lo digan? —responde en tono petulante.

Me envaro, alejándome de ella. Le frunzo el ceño.

—¿Qué significa eso?

Rueda los ojos, mira a la distancia y se rinde.

—Desde el inicio… desde antes supe que yo estaba más adentro en esto que tú—murmura, viendo mi pecho, sé a qué se refiere con el "antes"— y me prometí a mí misma hacerme la dura y acepté acostarme contigo porque creí que finalmente estaríamos al mismo nivel, pero me equivoqué. Otra vez. No creí que fueras un idiota infiel. No me lo esperaba de ti.

Error ahí. ¿Qué hay de Paul?

—No fue así… ¿qué hay de Paul?

Ella me mira rápidamente y luego entorna los ojos, molesta.

—Ese idiota—dice bajo su aliento—. Estaba borracha… y triste—se defiende.

Ya ni siquiera importa.

—No estaba teniendo algo con Bella, Lauren. Si acaso… de acuerdo, una noche salí con ella y nos besamos y ya está…

—¿Saliste con ella en una cita?

—No, éramos amigos. Y yo le gustaba y ella me gustaba, pasó, ¿de acuerdo? Y luego ella me evitó y dijo que no quería nada. Apenas el miércoles acaba de decirme que intentáramos algo. Salí con ella jueves y viernes y no te lo dije porque…

—Porque querías tener un plan B.

—¡No! Planeaba decírtelo hoy, en persona, sabes que odio hacerlo por teléfono.

Lauren vuelve a mirarse las manos por un buen rato.

—Di algo—le pido. Me siento vulnerable.

Se encoge.

—¿Qué quieres que te diga, Edward? Saliste con ella porque te gustaba, te atraía alguien más mientras nos estábamos acostando. Eso es cagado y al parecer estamos empatados. Y ya… creo que esto es todo—dice con un suspiro.

Inhalo y me paso una mano por el cabello. Ella ni siquiera me está mirando.

—No quiero que me odies. No quiero terminar mal contigo—le digo con voz suave.

—Soy tu ex. Eso es lo que se supone que tiene que pasar—dice.

—¡Tonterías! No puedo odiarte. Y no quiero que tú lo hagas tampoco.

Mira a la distancia, como si me estuviera ignorando.

Le aprieto el hombro.

—No jugué contigo, ¿sabes? No te engañé. Nunca—espero que entienda que eso también aplica para el antes.

Juega con su cabello, enrollándolo en su dedo.

—¿Tienes una novia ahora? —pregunta con voz pequeña y sólo quiero abrazarla.

Me encojo de hombros y meto las manos a mis bolsillos.

—No lo sé. Está enojada…

—¿Entonces por qué estás hablando conmigo? Ve a hablar con ella.

—Lo haría si ella no estuviera evitándome.

—Mmm.

—Lo siento, Lo. ¿Estás bien?

Otros hombros moviéndose, mira el suelo.

—Estoy bien contigo, ¿de acuerdo?

Ella asiente débilmente con su cabeza y luego me mira.

—Suerte esta noche—le da un toquecito al logo de One Eyed en mi playera y atrapo su mano, apretándola.

—¿De acuerdo? —presiono.

No responde, les da un apretón débil a mis dedos y luego se aleja.

La observo perderse en la multitud, memorizando su imagen rosa. Probablemente la vuelve a ver por ahí, pero esto, esta ocasión, es la que importa.

Reviso mi celular sin notificaciones trascendentes y me dirijo a One Eyed Pete.

Que rueden las putas margaritas.

Yei.


Bueno, sólo Edward creyó que esto funcionaría. Es un loco iluso, ¿pueden culparlo? Veremos cómo se resuelve esto y veremos si Vecina Bonita no está muy enojada, aunque es Bella, entonces...

¡Muchas gracias por sus comentarios! Se viene un poquito de drama, pero no se desanimen, esta historia es laaarga y está llena de momentos locos y tristes y ridículamente felices.

Nos seguimos leyendo.