23
Bella
Esto es mierda de caballo.
Tan pronto como estampo la puerta detrás de mí, los golpes no se hacen esperar.
Toca todo lo que quieras, idiota, no voy a abrirte la puerta.
Y sólo porque creo que él hará algo loco, corro a cerrar las cortinas de la sala y después me aseguro de que la puerta de la cocina que da al jardín esté bien cerrada.
Jodidamente in-cre-í-ble. Literalmente. Y no es "increíble" en plan fantástico, es "increíble" porque no lo puedo putamente creer. Nadie nunca me había hecho eso, ¿jugado conmigo de esa forma? No, absolutamente no.
Sus golpes no se detienen y luego rodean toda la casa. Estoy arrojando cereal furiosamente en un tazón -porque a pesar de estar enojada, sigo teniendo hambre- cuando me felicito a mí misma por estar en lo cierto: Edward intentó con la puerta de la cocina. Y ahora me está llamando.
¿Qué cosa tiene que explicar? ¿Que me mintió descaradamente? Mientras mastico trato de enfriar mi cabeza y pensar objetivamente, pero ¡al diablo! No puedo ser objetiva justo ahora. Justo ahora estoy furiosa y dolida y tan, tan… impotente. Me siento bastante estúpida.
Y sentirme estúpida sólo hace que mi rabia incremente. No termino mi cereal, lo arrojo al fregadero sin importarme el desastre y subo a mi habitación, apagando mi celular en el proceso. Tal vez ahí los gritos y golpes de Edward no sean como una banda sonora al Gran Desastre Sabatino. Me tiro en la cama y contemplo mi vida, apuñando mi almohada.
No hay razón para sentirme estúpida. Ni siquiera estaba tan interesada, ni siquiera me gustaba tanto, he visto mejores chicos. Chicos fieles. Y guapos. Es decir, ¡Vamos!, soy Bella Swan. Los chicos vienen a mí, es sólo un chico, ni siquiera es tan importante. Es su pérdida, no la mía. No, no.
Con una actitud renovada y jodidamente fantástica salgo de la cama y me dirijo al baño. Tengo una ducha que tomar y tengo un buen día por delante.
Bella Swan tiene una vida ocupada.
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Cuando estoy vestida, me aproximo a la puerta del balcón lentamente, deseando no encontrármelo ahí. Espío por una esquina y cuando estoy segura de que él no está en el jardín, cierro la puerta.
No quiero verlo.
Mi señal llega cuando escucho su puerta abriéndose y cerrándose, lo observo alejarse y luego alcanzo mi bolso y llaves.
Ni siquiera sé a dónde estoy yendo, pero enciendo mi camioneta y salgo de ahí.
Veo a Edward en la parada de autobuses junto a otras personas y él está concentrado en su teléfono, sus dedos moviéndose sobre el teclado, seguramente hablando con su ex.
—¡Vete a la mierda! —chillo dentro de la seguridad de mi camioneta y subo el volumen de la música.
Ahora sé a dónde ir.
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¿Quién diría que la furia sería necesaria para darme el valor de entrar a la habitación de papá y asaltar su clóset?
No pienso mucho en lo que estoy haciendo. No pienso en Edward ni en nuestras citas, tampoco pienso en papá viviendo aquí, vistiendo esta ropa que no volverá a usar. Dejo mi mente en blanco, esforzándome por ignorar y evadir la catástrofe que se está desarrollando dentro de mí.
Hasta que la nariz comienza a picarme y la mirada se me pone borrosa. Todo lo que se necesita es que la primera lágrima caiga para dejar de comportarme como una imbécil y abrir las compuertas del desastre.
Sollozo y miro mis manos, que aprietan una camisa de papá.
¿Qué estoy haciendo?, me pregunto y caigo al piso, haciéndome un ovillo. Abrazo a lo que fue de papá y mi mano se encuentra con ropa que tiré al suelo.
No era así como debía suceder. He entrado aquí y ahora no sé cómo salir.
Sorbo mi nariz y lloro por papá, lloro por su sonrisa -que no he visto en tres meses y que no volveré a ver nunca más-, lloro porque estoy rodeada de él y deseo tanto que me abrace, deseo tanto escuchar su voz y contarle sobre el idiota que acaba de ponerme los cuernos.
Y entonces lloro por lo que Edward hizo, porque soy tan estúpida y no gano nada engañándome a mí misma. Por supuesto que me gustaba. Demasiado. Y duele. Duele como el infierno. Me tiemblan las manos y las piernas a pesar de que están contra el piso, mi pecho se siente tan vacío.
Y luego está Jake. Siguiendo con su vida y actuando como si no hubiera perdido nada, como si yo sólo hubiera sido una ex con la que tiene la mala fortuna de trabajar. No actúa como si hubiéramos sido los mejores amigos toda la vida, no actúa como si en algún momento le dieran ganas de enviarme un mensaje preguntándome cómo estoy o si me incluyo al plan de dar paseos nocturnos en la camioneta junto a Emmett.
Y lloro porque el rechazo duele.
Porque Jake fue el primer chico en terminar conmigo, porque sólo fui un plan B para Edward, porque jugó conmigo. Y duele más porque a pesar de que no conocí a mi madre, los recuerdos de mi siendo una niña deseando tener una mamá vuelven de pronto. Porque estos rechazos hieren mi ego y porque Edward y Jake se han encargado de recordarme mis sentimientos suprimidos de toda la vida respecto a eso.
¿Por qué carajos todos pueden seguir con su vida como si nada?
Los chicos vienen a mí, ¿cierto? Antes de Jake, venían. Creí que nada había cambiado luego de él cuando me encontré con un guapo español. Un guapo español que sólo quería sexo. Y yo estaba bien con eso. Y luego yo fui a Edward, porque estoy segura de que él no vino a mí. Y él hizo esto. ¿Soy suficiente? Lo soy, ¿cierto? O al menos lo creía.
Ahora no sé nada.
Desenredo mi cuerpo del desastre de ropa y tropiezo hasta la cama. Está fría y ya no huele a nada. No huele a papá ni a su loción. Porque ya no hay un papá aquí.
Me limpio la cara con las manos antes de comenzar a temblar, no sé si por frío o sólo es mi dolor, pero alcanzo una camisa de franela de Charlie y me la pongo, terminando de limpiar mis mejillas con las mangas.
No sirve de nada porque vuelven a estar mojadas al instante.
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Despierto un poco desorientada. No esperaba quedarme dormida. Miro alrededor, tanteando, pero recuerdo que dejé mi teléfono en mi bolso, en la sala, así que me estiro y salgo de la cama.
Se está poniendo oscuro. El reloj de la pared marca las 8:30 y sé que soy libre de ir a casa. Vaya, dormí todo el día. Me rasco los ojos al sentirlos arenosos.
Tomo mi bolso mientras una epifanía llega a mi mente adormilada. Logré entrar a la habitación de papá y revolver su ropa, no salió como lo planeado, pero al menos es algo. ¿Sería tan malo huir y venir aquí un par de días?
Alejarme de la calle Camelia suena de maravilla justo ahora.
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No pienso mucho las cosas cuando llego a casa. Simplemente tomo una maleta y empaco. Tomo una caja y empaco. Tomo una mochila y empaco. Arrojo mierda a mi camioneta y huyo de ahí, al estilo Bella Swan.
Consigo la cena y algo de alcohol.
Estoy en la sala de Charlie cuando, finalmente, enciendo mi celular. Hay mensajes y llamadas.
Edward: Oye
Edward: Las cosas no son así.
Edward: Sé que todo se ve muy cagado, pero no es así.
Edward: Déjame explicártelo.
Edward: La cagué, es un gran malentendido.
Edward: Eres importante para mí.
Edward: Bella, por favor.
Edward: Estaré algo ocupado, pero hazme saber si quieres hablar.
¿Cómo mierda son las cosas entonces? Arrojo el teléfono lejos y bebo directo de la botella de vodka.
Edward
—¡Mis ojos no pueden creer lo que ven! —Seth es el primero en gritar cuando llego a One Eyed.
—¡Auu, Edward, hombre, ven aquí! —Paul aplaude, lanzándome un trapo blanco al pecho.
—¡Oww, mi pequeño ha llegado finalmente a casa! —Seth pasa su brazo por mis hombros y saca la cadera, dándome un empujón—. Cuéntanos, ¿qué se siente?
Le frunzo el ceño, con una sonrisa en mi boca. Sólo este par de idiotas puede hacerme sonreír en medio de la mierda.
—¿Qué se siente qué? —pregunto.
—¡Sacar la cabeza de tu culo! —Seth golpea la parte trasera de mi cabeza y me toma por la nuca, inclinándome, entonces Paul ataca y enrosca su brazo en mi cuello, tallando coscorrones.
—¡Pedazo de mierda! —Paul canturrea en mi oído—. Seth, hay que darle la bienvenida.
—¡Uhh! —Seth canturrea—. Tú trae los hielos y yo le bajo el pantalón—dice, antes de comenzar a hurgar en mi cinturón.
Lo alejo de un manotazo y me zafo del agarre de Paul.
—Aléjate, idiota.
Seth gruñe, dándome una mala mirada que no dura nada antes de que enrosque su brazo con el mío.
—¿Quieres que te dé un tour por el lugar?
—No, ningún tour. Necesitas ir detrás de la barra—Paul señala con su dedo, yendo por una caja de plástico llena de botellas que sacó de la bodega.
—Y así es como la diversión se termina—Seth masculla—. Bienvenido a Oceanía.
Le doy una mirada sobre mi hombro mientras camino hacia la barra.
—¿Ya leíste 1984?
—Estoy en eso—Seth responde, orgulloso.
Resoplo una risa.
Paul está limpiando la barra y no sé qué hacer con mis manos, así que me cruzo de brazos y me apoyo.
—Eh, comimos pizza y te dejamos unas sobras—dice, señalando con su cabeza el final de la barra, en donde una caja descansa.
—Genial—voy hacia allá, no queriendo estar hambriento en ningún momento de la noche porque eso sólo hará que me enoje y de por sí, ya tengo un humor de mierda.
La avena y los panecillos que le compré a Bella como desayuno no fueron suficientes, así que termino las cuatro rebanadas de pizza, sintiéndome demasiado lleno de pronto.
Hay ruido en la puerta y miro hacia allá. Seth está ayudando a Demetri con su equipo.
—¿Noche romántica? —pregunta, sonriente. Me saluda con un gesto de mano—. Tengo unas buenas baladas.
—No, seguirá siendo una noche variada. El amor está sobrevalorado—responde Paul. Asiento con él, el bastardo tiene razón.
—¿Quién les hizo tanto daño? —Seth, como siempre, se queja.
Seth ayuda a Demetri a montar su estación de DJ y ayudo a Paul a ordenar un poco la barra.
Finalmente, One Eyed Pete abre en su primera noche conmigo y las personas comienzan a llegar.
—Buena suerte, idiota—Paul vuelve a golpear mi cabeza y alcanzo a retorcer su pezón antes de que se aleje, pegando brincos.
—¿Y bien? —Seth se sienta en un taburete, jugando con su clipboard. ¿Qué mierda tiene ahí de todas formas? Las hojas están en blanco.
—¿Bien qué? —pregunto.
Él rueda los ojos.
—¡Las camisetas! —chasquea los dedos, mirándonos—. ¡Fuera camisetas! —incluso se inclina sobre la mesada y trata de alcanzar el dobladillo de la mía.
—Vete al diablo—Paul dice.
—Ustedes no son nada divertidos—Seth da un manotazo y toma su tabilla, largándose. Lo sigo con la mirada y él ataca a la primera mesa en donde las personas apenas están tomando asiento.
—¡Oh, cielo, ese es un vestido precioso! —chilla, frotándole la espalda a una pelirroja. Ese idiota tiene que conocer el término "espacio personal."
Paul toma a los primeros clientes que se acercan a la barra y suspiro, sacando mi celular de mi bolsillo.
Sin respuestas.
Intento una última vez. Probablemente Bella conteste y no quiero que se tome mi silencio de una mala manera. Puede que haya olvidado el asunto sobre mi trabajo en el bar, no lo sé…
Edward: Estaré algo ocupado, pero hazme saber si quieres hablar.
—Hola, ¿puedes darme una margarita? —una mujer pregunta.
Sip, era literal. Que rueden las putas margaritas.
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Las primeras rondas son sencillas. La gente se limita a pedir shots, margaritas y cervezas. Apenas he hecho un Mojito.
Pero de pronto, todo se descontrola y cuando menos lo espero, estoy secándome el sudor de la frente con mi trapo, justo como Paul. Y le estoy eternamente agradecido a la persona que inventó los Crocs-Slip On.
La gente no para de llegar, son como hormigas, luce como si alguien estuviera arrojándolos a la barra. ¿Qué mierda? ¿Desde cuándo hay tanta gente viviendo en Forks?
Paul me da miradas y se ríe. Ese imbécil. Al menos no he roto ningún vaso y sólo me equivoqué en un trago. Trago que estoy guardando para más tarde debajo de la barra.
Y las preguntas sobre mí no se han hecho esperar.
—¿Quién es él?
—¿Es tu amigo, Paul?
—Eh, Paul, deja que tu amigo me atienda.
—¿Está soltero?
Y si, todas son chicas que no son nada sutiles.
Seth corre hacia la barra, apenas deteniendo el impacto con sus manos.
—¡Les dije que lo de las camisetas funcionaría! ¡Vamos, quítenselas!
Paul le arroja agua a la cara y logra alejarlo.
—No me iré porque fuiste jodidamente grosero. Me iré porque tengo que monitorear la puerta. Los guardias de seguridad están tomando mucho tiempo en venir aquí. No sé cómo no hemos sido clausurados por no tener uno.
—¿De qué hablas? Para efectos legales, ese eres tú—Paul lo amenaza con más agua y Seth se va.
La atención de Paul recae en mí y me alza las cejas.
—Lo estás haciendo bien, Ed. ¿Cuántos tragos arruinaste?
Le ruedo los ojos.
—Sólo uno, que estoy guardando para más tarde—él sonríe—. ¿Por qué todo el mundo está obsesionado con las Margaritas?
—Porque le tienen miedo a los shots. Las Margaritas son algo seguro.
—Bueno, amo que pidan Margaritas. Soy un maestro en eso—dejo de hablar cuando mi celular vibra en mi bolsillo y lo saco rápidamente, pero sólo es un mensaje de Seth, insistiendo con las camisetas.
Aunque Bella ya vio mis mensajes. ¿Por qué no responde? Las ansias me están comiendo vivo. Mis dedos se apresuran a teclear algo.
Edward: Enserio, házmelo saber. En cualquier momento.
Paul me está observando, su mirada va de mi rostro a mi teléfono y creo que sabe lo que está sucediendo, abre la boca para decir algo cuando una conmoción al final de la barra llama nuestra atención.
—¡Hey, Paul! —una chica lo llama. Sus pechos apenas están contenidos en ese vestido, si tan sólo se inclinara un poco más… Concéntrate, Edward.
—¿Dónde está el baño? —una rubia pregunta.
Paul y yo fruncimos el ceño, intercambiando miradas.
—¿De qué están hablando? Los baños están por allá—Paul señala y ellas menean la cabeza. Olvidaba que ser un barman también era lidiar con personas borrachas.
—¡No! Hay un tipo muy gay allá diciéndonos que no podemos usar los baños. Dijo que ya no están disponibles—la rubia aclara a gritos.
Ugh, Seth. Ese idiota.
—Enserio, Paul, voy a orinar en tu puta botella de tequila—la de los pechos amenaza.
—Oh, sólo patéalo en las bolas y ve ahí. Sólo está bromeando—Paul ordena y el tumulto de chicas en atuendos diminutos se aleja.
—Ese idiota—Paul comienza—. Deberíamos…
—Oye, dame una cerveza, por favor—un tipo enorme lo interrumpe y de pronto hay más personas en la barra, haciéndonos imposible terminar la conversación.
Y, como lo esperaba, Seth aparece.
—¿Les dijiste que patearan mis bolas? ¡Bastardo!
—Hombre, ¿qué mierda? No puedes cerrar los baños—Paul se defiende, negando con la cabeza y agitando mezclas.
—¡Oh, no te preocupes, no lo haré! —grita Seth—. Pero no los volveré a limpiar. ¡Renuncio! —finaliza y camina furioso hacia la oficina.
Ay, Seth. Es tan volátil, como un pequeño cerillo en tus manos.
—¿Está hablando enserio? —le pregunto a gritos a Paul. Las chicas frente a nosotros están atentas a la conversación, sus ojos moviéndose alrededor esperando una respuesta.
—Nah, esa perra sólo es floja como el infierno. Bienvenido a One Eyed. Aquí tienen, señoritas.
Ellas esperan a su amiga y ella me mira, apurándome con su bebida. Le deslizo su Tequila Sunrise y me sonríe. Es guapa, pero no debería estar pensando en otras. Y Paul me lo recuerda.
—¿Algún progreso con esa chica?
—No en realidad.
—¿Qué mierda hiciste, idiota?
Y aquí vamos.
Le cuento a Paul lo sucedido entre descansos y él me escucha, limpiándose el sudor de la frente con su trapo y luego en una extraña tranquilidad en la barra lavamos nuestros utensilios a la par. Él asiente con su cabeza y lanza risas a mi costa.
—Dale flores, hombre. A las mujeres les gustan esas mierdas. Escríbele una tarjeta—aconseja.
Por el resto de la noche mi mente confabula algunas oraciones para ponerle en una tarjeta. Tarjeta que escribirá la florista porque no hay ninguna forma de que ella me abra la puerta. Espero que no sea una florista metiche que me sermonee mientras le dicto palabras. Odio eso. Una vez sucedió, con Lauren. No volveré a pedir flores en "Flores con Motivo," esa mierdecilla metiche. Tal vez me vengue y le deje una mala reseña en Yelp.
Finalmente, One Eyed Pete termina su noche. Y estoy hasta la mierda de cansado. Me duelen los putos brazos y sólo quiero tirarme. Tengo sed y mis oídos están incómodos, ¿cómo pueden ellos acostumbrarse a tanto ruido?
Mientras Paul cierra, observo el desastre del lugar y me deslizo al piso detrás de la barra, evitando tocar pequeños charcos. Incluso el piso es un alivio.
—¿Dónde está Edward? —pregunta Seth. Ni siquiera me di cuenta cuando dejó su berrinche y salió de la oficina.
—Justo aquí—gimo desde mi lugar y escucho sus pasos antes de que se cierna sobre mí.
—Oh, cariño, ¿qué estás haciendo ahí? —pregunta con voz preocupada.
—Estoy putamente cansado, hombre.
Se carcajea.
—Y tiene el corazón roto—añade Paul, mostrando su cabeza sobre la barra. Está sentado en un taburete.
Lo miro desde mi lugar en el piso y le muestro el dedo.
—¿Quién mierda rompió tu corazón, cielo? ¡La voy a matar! ¡Necesito nombre y dirección! —Seth grita, haciendo un gran escándalo, incluso batiendo sus puños.
Me hace reír.
—Cállate, idiota.
—Sólo estoy tratando de protegerte. Nadie se mete con mi niñito—Seth estira sus brazos y tomo sus manos.
Me levanta y juro que me truena la espalda.
—Tienes que contármelo, cielo—frota mi hombro y le doy una mirada. Me entrecierra los ojos—. Sabes que no te daré tregua, así que ni lo intentes.
Paul arroja su botella de agua a la basura y nos lanza trapos.
Mientras limpiamos las mesas y Seth barre el piso, le cuento la historia. Demetri lanza comentarios al aire y Seth gruñe.
—Oh, Eddie, eres, de hecho, un idiota—concluye Seth.
—Creí que era tu niñito.
—Mi niñito idiota—acepta—. Dale flores, trata de acercarte.
—A menos que levante una orden de restricción—comenta Demetri—. A mi tío le hicieron eso.
Los tres lo miramos sin tener idea de qué decir. Él se encoge de hombros.
—Mi tío robó su gato. La mujer sólo estaba loca, ¿sí?
—Oh, no sabía que podías acudir a la policía si roban tu gato—Seth murmura y luego mira a Paul—. ¿Qué dices si conseguimos un gato?
—No, soy alérgico—soluciona Paul.
Eso es mentira. Él tenía un gato cuando era adolescente. El Sr. Bonkers. Su papá lo arrolló mientras salía del garaje. Fue un mal día.
Decido no desmentirlo y en su lugar me concentro en mí.
—Eso es justo lo que haré.
—¿Conseguir un gato? —cuestiona Seth.
—No, darle flores.
Luce confundido por unos segundos y luego sonríe.
—¡Oh! Seguimos hablando de la chica—evito golpearme la frente—. Bueno, si eso no funciona sólo recuerda que mis brazos tienen mucho amor para dar—me guiña antes de azotar mi trasero.
Fuertemente.
¡Hola! Las aguas están turbulentas, al parecer. Bella está enojadísima, ¿cómo reaccionarían ustedes? ¿escucharían explicaciones o lo bloquearían al estilo Swan?
Muchas gracias por sus comentarios. Nos seguimos leyendo.
