24
Edward
El domingo fue más de lo mismo. Luego de haber despertado hasta el mediodía, intenté llamar a la puerta de Bella sin éxito alguno. Intenté otra vez con la puerta de su cocina, con la de su balcón. ¿Su celular? Apagado.
Y esta mañana comencé a creer que ella en realidad no está en casa. La puerta de su cochera jamás se abrió y no hubo ruido alguno proveniente de su casa, en ningún jodido momento. Puse especial atención y nop, nada. Tuve que venir a la oficina porque si me quedaba ahí comenzaría a trepar las paredes.
—Tierra llamando a jefe—Eric me lanza una bola de papel desde su escritorio y alzo la vista, desistiendo de otro mensaje.
—Lo siento, ¿qué?
—Este parásito quiere sobrevivir de mi trabajo—masculla, señalando a Heidi—. Pregúntale sobre los gráficos para los Horóscopos.
Heidi rueda los ojos y continúa comiendo. Juro que si está comiendo quinoa me dará un ataque. La he visto comer quinoa todos los días por la última semana.
—¿Qué estás comiendo? —pregunto en su lugar y ella sonríe, creyendo que la dejaré libre.
—Arroz frito—responde—. Y sushi.
Le frunzo el ceño.
—Creí que eras vegana. ¿Y por qué estás comiendo arroz dos veces?
—Es sushi vegano, Edward—rueda los ojos—. Y porque no podía decidirme.
—Deja de comer y dame los gráficos—Eric le ordena, deslizándose en su silla y pateando la de Heidi—. Dile algo jefe.
—No, Heidi, me agrada—le respondo.
Eric jadea, ofendido.
—¿Lo ves? Hazle una mamada y el jefe estará encantado contigo—ella lo codea.
—¿Ella te hizo una mamada? —Victoria pregunta, de pronto interesada en la conversación. Sus ojos sobresalen por el borde de su pantalla.
—Quisiera—respondo—. ¿Alguien quiere comida china?
Eric y Victoria saltan y Heidi entrecierra los ojos, molesta.
—Y dame esos gráficos, Heidi—la señalo.
—"Dame esos gráficos, Heidi"—imita, fingiendo una horrible voz masculina.
La ignoro y pido comida china antes de buscar a una florista con buenas reseñas. Le enviaré las flores al trabajo, ese es el único lugar en donde estoy seguro que ella estará.
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Las flores no cambiaron absolutamente nada.
El lunes, luego de mi discusión tradicional a la hora de comida con las mentes brillantes de mi equipo y de que la florista hubiera confirmado la recepción de las flores, esperaba encontrar un mensaje de Bella, tal vez un "gracias, son muy lindas" o un "deberíamos hablar," pero no fue así.
Con ustedes, la nada absoluta.
Y ayer volví a dejarle otro mensaje. Ella ni siquiera lo vio, pero me queda la satisfacción de que cuando encendió su celular mis notificaciones llegaron.
Me rindo. Como había dicho antes, puedo captar una indirecta, muchas gracias. La ignoré por cuatro días, pero ya no más. Dejaré de atosigarla, si es que eso es lo que he estado haciendo.
De acuerdo, puede que la haya acosado de alguna manera el fin de semana, en especial el sábado, pero lunes y martes fueron muy diferentes. Apenas un mensaje. ¡Vamos, gente! Ella simplemente está siendo jodidamente infantil y grosera. No puedo creer que Lauren fuera lo suficientemente madura como para dejarme hablar y Bella no pueda serlo. Lauren no ha dado señales de vida, no que lo espere, claro que no, pero al menos no me ha bloqueado de su vida. Ni de su Instagram.
No estoy seguro si Bella dejó de seguirme, no he revisado. Mis manos pican por alcanzar mi celular, pero decido que no.
¡No me importa Bella Swan! ¡Ya no! Vete al diablo, Vecina Ya No Tan Bonita.
Pero tengo algo importante qué hacer en Instagram así que si alcanzo mi teléfono y entro a mi cuenta de fotografía, cambiando la descripción para hacerle saber al mundo que ahora ya volví al trabajo. Me tomé un descanso porque me estaba volviendo un poco loco con eso, y estaba concentrado en conseguir el ascenso en Le Monde. Ya tengo mi ascenso así que ya puedo volver al mundo de la fotografía.
Suspiro y decido vencer a la tentación, así que como un campeón me echo el celular en el bolsillo. Tal vez luego pueda revisar si todavía me sigue, cuando tenga otro episodio de valentía.
Miro por la ventana y me sorprendo al ver que ya pasé mi parada de autobús. La siguiente está cerca, pero tendré que caminar más hacia la casa de mis padres. Lo que me lleva al asunto del auto. Debería ir por él. Necesito organizar mi mierda en el garaje.
Bajo del bus, metiendo mis audífonos a mis orejas y comienzo la larga caminata a casa de mis padres.
Cuando llego, estoy un poco sudoroso y Alice es quien abre la puerta.
—Al fin llegas, ¿qué te tomó tanto tiempo?
—Me distraje y me bajé en otra parada. Hola a ti también.
Rueda los ojos.
—Andando entonces. ¡Jasper!
—¿Puedo, al menos, tomar agua? —la hago a un lado con un empujón y me dirijo a la cocina.
Mamá está ahí, leyendo un libro de cocina.
—Hola, mamá. ¿Cómo estás? —saludo.
—¡Edward, bebé! ¿Cómo estás? —pega un brinco para bajar del taburete y me rodea con sus brazos—. ¿Por qué estás todo sudoroso?
—Tuve que caminar—le recuerdo y tomo un vaso para servirme agua del refrigerador.
—¿Y el auto?
—Oh, cierto, tu auto—interviene Alice—. ¿Por qué no lo trajiste?
Jasper está entrando a la cocina.
—Hola—saluda y su sonrisa es toda incómoda. Amo que me tema.
Le alzo una ceja.
—Hola—respondo. Alice nota mi intención y bufa.
—¡El auto! —llama mi atención.
—Oh, si, aún no he ido por él. Tengo que ordenar el garaje.
—Bueno, no tardes mucho. ¡Ya lo tienes! —mamá chilla contenta.
Por insistencia de Alice, salimos de casa incluso antes de que pueda terminar mi vaso de agua y tomo el auto de mamá. Le prometí a mi hermana llevarla a cenar antes de que tuviera que irse a la escuela y estoy cumpliendo mi promesa. Jasper se pone cómodo en el asiento trasero y, por suerte, se coloca sus audífonos. Qué bueno, así no tengo que entablar una conversación incómoda.
—¿Entonces? —Alice comienza, alzando las cejas y alisando su falda—. ¿Me llevarás al aeropuerto mañana?
—Si, pedí el día libre.
—¡Oh, eres el mejor! —aprieta mi brazo y se concentra en el estéreo.
—¿Ya terminaste de empacar?
—Sipi. De todas formas, no es mucho. Todas mis cosas están en California.
—¿Ustedes… durmieron juntos aquí? —le echo un vistazo a Jasper, pero él mueve rápidamente sus pulgares sobre su celular, no sé si me escucha y está decidiendo ignorarme. Si yo estuviera en su lugar haría exactamente lo mismo.
—No—Alice gruñe—. A Jasper le da miedo que nos descubran.
—Mamá y papá ya saben que ustedes viven juntos… ¿verdad?
—Es mejor que no se enteren—resuelve con una sonrisa.
Le ruedo los ojos mientras sacudo la cabeza en desaprobación. Algún día toda su mentira le explotará en la cara y yo estaré ahí para burlarme.
Recuerdo cuando papá y mamá hacían un escándalo cuando estaba en la preparatoria y llevaba chicas a la casa. Y también hicieron eso cuando volví de la universidad.
Alice es la consentida así que estaba listo para reclamarle a mamá por dejarla dormir con Jasper en la misma habitación si resultaba cierto.
No tardamos mucho en llegar al restaurante y elegimos una mesa junto a la ventana. Alice y Jasper se sientan frente a mí.
Mientras vemos el menú, le pregunto a Alice sobre los cupones que Lauren le dio.
—¿Ya usaste esos?
—Claro—responde sonriente—. Incluso mamá me acompañó, pero no vi a Lauren por ningún lado. ¿Cómo está? —pregunta, aunque sé que ni siquiera le importa.
Y bueno, seguramente está enojada todavía.
—Está… no lo sé, terminamos nuestros asuntos—respondo.
Alice me mira rápidamente y sonríe.
—¡Oh, Edward! —palmea mi mano, contenta—. Es decir… ¡oh, Edward! —se lamenta pobremente.
—Cállate—alejo mi mano y ella ríe.
—Lo siento—se encoge de hombros y sigue observando su menú—. Aunque no puedo evitar estar contenta.
—Creí que ella era tu ex—Jasper finalmente abre la boca. Me frunce el ceño.
—Seh, y ahora es mi ex otra vez.
—Oohh—asiente.
—Te lo dije, Wardo. Nunca te escabullas con tu ex—Alice finaliza, satisfecha.
—Yo hice eso una vez—dice Jasper y Alice la da una mirada que… bueno, no me gustaría estar en su lugar ahora mismo. Quién diría que Jasper Aburrido Whitlock es todo un coqueto.
—¿Ah sí? —lo animo a seguir y ahora la mirada es para mí.
—Si, su nombre es María—Jasper sigue, apoyando sus codos en la mesa—. Estábamos en la preparatoria y luego cuando fui a la universidad…
Alice carraspea, interrumpiendo.
Ugh, duendecilla molesta.
—Como sea, ¿ya saben qué van a pedir? —Jasper pregunta, olvidando de pronto la conversación que estábamos teniendo.
Hago una nota mental de decirle, otra vez, a Alice que le baje a su intensidad. Es como una pequeña garrapata.
—Pediré la Rigatoni—le responde Alice.
Cenamos entre charlas y Alice se esfuerza en dirigir la conversación hacia mí y hacia Jasper, así que cumplo su deseo y comienzo a preguntarle cosas a su aburrido novio. Al finalizar la noche, concluyo que Jasper es más inteligente que aburrido.
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Una vez que estoy en la cama, tratando de dormir, el silencio se vuelve pesado. Tanto que quiero que la puerta de la casa de al lado se abra y se cierre. Y luego me siento tonto por estar ansiando saber de Bella luego de haber jurado esta tarde que había terminado con ella.
Las flores no funcionaron, la cual, presumo, es la primera vez en la historia del mundo que las flores no arreglan nada. ¿Qué se necesitará para que Bella Swan quiera escuchar explicaciones? Tal vez un viaje pagado a Ibiza; aunque, viendo la situación, es más probable que ella me lo pague a mí que yo a ella.
Sin pensarlo mucho, alcanzo mi teléfono esperando no arrepentirme de lo que voy a hacer.
Llevo mi celular a mi oreja y espero.
—Hola.
—Esperaba que ya estuvieras dormida—le digo a Alice. Ella refunfuña.
—No puedo dormir. Estoy nerviosa por mañana—dice en voz baja.
—¿Por qué?
—Siempre me pongo nerviosa al regresar a California. ¿Por qué llamaste? Nunca llamas.
—Tengo algo qué contarte. Sólo prométeme que no te burlaras.
Ella ya está soltando risitas.
—¿Qué cosa sucia hiciste, Edward? —susurra.
—¿Estás sola? —entrecierro los ojos ante la sospecha, aunque no pueda verme.
—Seh—regresa a su voz normal—. Jasper se encierra a las 10 de la noche. Es todo un cobarde.
—Si, bueno, lo tienes domado.
—Como debe ser—se defiende—. Como sea, ¿qué vas a contarme?
Necesito una opinión femenina y una opinión de alguien que sepa todo el panorama, incluyendo los acontecimientos de esta semana; así que, le cuento todo a mi hermana menor. Y eso me hace sentir más tarado.
—Oww, Edward, ¿por qué no dijiste nada hace rato?
—Porque no quería lucir tan patético frente a Jasper, no puedo perder mi genialidad frente a un tipo como él.
Ella bufa y sonrío, delineando patrones invisibles en mi sábana.
—¿Quieres mi opinión honesta o mi opinión amable?
Ruedo los ojos.
—La honesta, Mary Alice.
—De acuerdo. Yo diría que está enfadada, porque seguramente heriste su ego. No está enamorada, Edward. Nadie se enamora en una semana, pero le gustas. Aunque probablemente ella ya terminó todo contigo—suspira largo y tendido—. Aunque terminarlo sin escuchar tus explicaciones es algo muy mierda… e infantil. Así que, si ella no quiere escucharte, ¡ella se lo pierde!
—Alice…
—No estoy poniéndome de tu lado porque eres mi hermano, Wardo. ¡Vamos! Cualquier persona agradece unas putas flores. Eso fue grosero y también es grosero ghostearte. Probablemente sea su manera de lidiar con las cosas, pero no eres una cosa, hermano.
—¿Qué hago entonces?
—¡A la mierda, Edward! Y ya sé lo que vas a decir. Ese si es tu problema: no soportas que las personas estén enojadas contigo. No quieres que Lauren te odie, ¿cierto?
—No.
—¿Lo ves? Algunas veces, hermano, no podrás simplemente terminar bien con las personas. Son cosas de la vida—refunfuña Alice.
—Entonces… ¿lo dejo pasar y ya?
—Yo diría que sí. Creo que unas flores, llamadas y miles de mensajes dan la impresión correcta. Algún día volverá a casa, tiene que volver, sin importar lo millonaria que sea. Y recuerda: sólo porque alguien use bikini, no la hace una buena persona.
—Estás llena de mierda.
—Silencio, Cullen. Hablo enserio. No me agrada Bella Swan.
—¿Cuándo será el día en que una de mis chicas te agrade?
—Cuando no den vibras de Lindsay de Drama Total o aprecien las flores que envías.
—Drama Total era un buen programa.
—Totalmente.
—De acuerdo. Gracias, Ali. En verdad.
—Para eso estoy.
Bella
Luego de un domingo de cruda y mal de amores, el lunes recibo unas flores preciosas. Con una tarjeta. Y, honestamente, tengo que sonreír.
Un chico, que creo que es un pasante de Contabilidad, toca mi puerta y me las entrega.
Lamento este desastre, déjame explicártelo. Y también lamento si las flores llaman mucho la atención. Lo siento, lo siento–Edward.
Estoy tomando mi teléfono para hacerle saber que me encantan las flores y que podemos hablar esta noche cuando la gran cabeza de Emmett se asoma por mi puerta. Y luego ya todo es gritos y exigencias.
—¿Quién te envió esto? —señala con su dedo y atrapo la tarjeta antes de que logre poner sus manos en ella—. ¿Estás saliendo con alguien? ¿Cómo se llama? Enviando flores, eh—agita su dedo—. Qué listo.
Si, ojalá eso fuera cierto.
—¿Qué diablos quieres? —mascullo, mirándolo feo.
—Saber esto—lleva sus manos a su cadera y luce tan gracioso, como Johnny Bravo. Me río.
—¿No tienes algo mejor qué hacer? Como, por ejemplo, ¡enviar duraznos al resto del mundo!
—Los duraznos pueden esperar—le resta importancia con un gesto de mano—. Justo ahora tenemos un misterio que resolver. Oye, qué suaves—comenta, acariciando las peonías.
—Largo de aquí—lo pateo por debajo de la mesa y hace una mueca, sobándose el golpe.
—Sólo me iré porque papá quiere hablar conmigo, pero no lo olvidaré.
Tomo algunas fotos de ellas y las contemplo, recordando todo lo que conllevan y una punzada dolorosa se instala en mi pecho. Llevo mi mano hacia ahí y sobo.
Quiero llamarlo. Lo extraño, pero en verdad me dolió lo que hizo. No esperaba eso de él. Al parecer es cierto que nunca terminas de conocer a las personas, eh.
Él simplemente pudo decirme que no si tenía asuntos con su ex. ¡O decir que todavía tenía asuntos con su ex! No tenía por qué salir conmigo, ni ser todo lindo en el boliche, ni rodear mis hombros con su brazo cuando tenía frío, tampoco tuvo que sostener mi mano para llevarme con él hacia el autobús, no había razón por la cual él tuviera que pedirme otra cita, no tenía por qué frotarse contra mí, ni desvestirme, ni decirme que soy jodidamente perfecta, ni besar mi cuerpo…
¿Por qué todo duele más luego de haberte acostado con alguien? Me siento sucia.
Los ojos se me llenan de lágrimas y contemplo mi celular, que, de pronto se ilumina con un mensaje. Es Rosalie. Supongo que tiene más tareas para mí.
Rose: ¿Quién te envió flores?
In-cre-í-ble.
Bella: ¿Cómo sabes eso?
Rose: Emmett quería información.
Rose: ¿Entonces?
Ruedo los ojos y saco una mentira que me dejará libre.
Bella: Una viejecita. Salvé a su perro.
Rose: ¡Oh, eso es muy lindo!
Bella: Lo es.
Si, claro.
Rose: Bueno, tengo unas cosas que quiero que revises.
Seh, suficiente charla sobre Bella. Hablemos de mi boda.
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—Bella, hola.
Definitivamente no es algo con lo que quería lidiar hoy.
—Hola, Jake—le sonrío sin dejar de agitar mi jugo. Él apoya una mano en la máquina expendedora y alza una ceja.
—Te enviaron flores.
—Las noticias vuelan rápido, eh.
—Definitivamente—murmura, mirando los productos que la máquina tiene por ofrecer. Se coloca frente a ella y contempla. ¿Puedo irme ahora o esta es una conversación que apenas está iniciando?
—¿Quién te las envió? —pregunta. Sip, apenas está iniciando—. ¿Algún pretendiente?
¿Sabe Jake de la viejecita ficticia? Decido parecer interesante y asiento.
—De hecho, si—respondo—. Él las envió.
Jake me mira rápidamente, curioso. Y luego compone su cara.
—Oh, ¿cuál es su nombre?
—Edward—digo—. Es… si, un chico… al que le gusto… y él… me gusta también.
Jake se decide por unas gomitas y presiona botones. Sus manos tiemblan. Se supone que primero tiene que depositar las monedas.
—¿Han salido? —pregunta, rebuscando en su bolsillo algo de cambio.
—Si, la semana pasada. Toda la semana pasada—miento.
Quiero que Jake se dé cuenta de que puedo seguir adelante con mi vida, de que tengo a chicos, así como él tiene a la insufrible Vanessa.
Por supuesto que no le voy a decir que en realidad las flores son un "lamento haberte tratado de la mierda."
—Interesante. Eso es… eso es bueno—dice antes de inclinarse para tomar sus dulces.
—Lo es. Estoy muy feliz—comento.
—Entonces, ¿comenzarás a salir con él?
—Definitivamente—finalizo—. Tengo que irme, estoy algo ocupada.
—Si, p-por supuesto—se aclara la garganta y me alejo de ahí.
Me siento un poco empoderada, antes, por supuesto, de llegar a mi oficina y aceptar la realidad de las cosas.
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Después de mi encuentro con Jake, pasé el resto del día de mal humor. Odiando a todo el mundo, odiándome a mí y odiando a mi vecino. Así que no lo llamé ni lo mensajeé.
El martes el silencio se acabó con un "espero que te hayan gustado las flores" y sé que ese fue un recordatorio de que él sigue ahí, esperando, queriendo arreglar esto o sólo darme una explicación.
Y estoy volviendo a considerar el hecho de responderle, de decirle que sí, que son hermosas, que gracias y que quiero saber qué ocurrió.
Y lo considero de verdad, porque estar en casa de papá me está volviendo loca. Venir aquí fue un error. Estoy lidiando con su ausencia eterna y con el asunto de Edward. Fue muy pronto para entrar a la habitación de papá y empacar sus cosas. Ahora una montaña de ropa que quiero conservar me mira desde el otro lado del sillón.
Y quiero saber qué pasó. No sé si su explicación me tranquilizará o me enfurecerá más, pero quiero escucharla.
Basta de ser una idiota. Suficiente idiotismo por cuatro días.
Además, él no me ha hablado hoy.
¿Se ha rendido? Probablemente.
Tal vez yo también lo hubiera hecho.
Y el pensamiento me aterra.
Me gusta tener lo que quiero cuando lo quiero y ahora me siento infantil y estúpida… e inmadura.
Volveré a casa. Mañana. Tan pronto como salga de la oficina, empacaré mis cosas y volveré a casa.
Y trataré de llegar a Edward.
¡Ya, por favor! Arreglen esto.
Muchas gracias por su apoyo, ya casi alcanzamos los 600 rr ¡wow!
Nos seguimos leyendo.
