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Bella

—Sujeta aquí. No, Edward, aquí—él no está escuchándome, así que lo golpeo en la frente con mis dedos índice y pulgar—. ¡Hey!

—¡Oye! ¿Por qué hiciste eso?

—Estás ignorándome. Sujeta aquí—le señalo el doblez del papel de regalo y él obedece.

—Lo siento, esto está bueno—murmura, señalando el televisor con la barbilla—. ¿Quién crees que lo hizo?

—Pff, fue el tipo que dijo que el otro era un acosador—argumento, bastante segura.

Edward regresa su vista a mí y frunce el ceño.

—¿El que estaba en la fiesta?

—Seh, el que habló con Emily. Es tan fácil—le ruedo los ojos, ahuyentando sus manos del regalo para poder continuando haciendo dobleces.

Estamos en casa, sentados en medio de un desastre de regalos, papel de envoltura y cinta mientras pasan un especial de La Ley y El Orden: UVE y Edward no puede mantener sus ojos lejos de la pantalla.

—Si hubiera sabido que te gusta tanto te habría regalado todas las temporadas en DVD.

Él me mira rápidamente, alzando las cejas.

—¿Enserio?

—Seh—me encojo de hombros y luego rasco su mejilla.

—Bueno, aún no es muy tarde para comprar regalos de Navidad—ofrece, haciendo un puchero. Estoy a punto de inclinarme y borrar esa tierna mueca de su rostro con un beso cuando mi celular timbra. Lo encuentro debajo de la pila de papel y veo que Rose es quien llama.

—¡Hola! —saludo.

—Hey, Bella—su voz se escucha apagada y nasal—. ¿Estás ocupada?

Observo el desastre en mi sala y le echo una ojeada a Edward, que está muy atento a la televisión con su mano en el tazón de las palomitas.

—¿Qué pasa?

—Eh…—Rose suspira—. Escucha, ¿podrías venir aquí? Tengo algo de qué hablar con ustedes. Jess y Ang vienen en camino.

Frunzo el ceño.

—¿Está todo bien?

Edward entonces me mira, curioso. Atrapo su mano libre y beso la punta de sus dedos.

—Si, ehh… —Rose exhala fuertemente—. En realidad, no. Sólo ven—está llorando ahora.

—Estoy en camino.

Edward me interroga tan pronto como termino la llamada.

—¿Puedes terminar ese regalo? Tengo que ir a hacer algo.

—¿Hacer algo? ¿Qué pasa? ¿Está todo bien?

Me sigue hasta la habitación, haciendo preguntas y comienzo a recuperar la ropa desechada de cuando regresé a casa.

—Si, todo bien. Sólo… Rose me necesita para algo. Una cosa de dama de honor—murmuro mientras me coloco los jeans.

—Parece que algo está mal—comenta, apoyándose en el marco de la puerta.

—No, todo bien—lo miro brevemente y le lanzo una sonrisa antes de mirar alrededor y tratar de encontrar mi chamarra. La recuerdo colgada en el perchero de la entrada y voy hacia allá, alcanzando una sudadera también.

—Pero estamos envolviendo regalos y viendo UVE—gime, entrando a la sala y echando miraditas a la televisión.

Bufo, rodándole los ojos y alcanzo su mano, acercándolo a mí para besar su boca.

—Vuelvo más tarde—prometo. Él saca mi cabello del cuello de la sudadera.

—¿Quieres que continúe con esto? —señala descuidadamente a los regalos.

—Si quieres—me encojo—. Podemos continuar mañana.

Él acepta y finalmente salgo de casa con una angustia en el pecho.

xxx

Preocupada y ansiosa, llamo al ascensor desesperadamente, viendo a ambos lados del pasillo. Ángela está entrando al edificio, tecleando en su celular con una sola mano.

—Hey—la llamo. Ella me mira y corre a mi lado, entrando al elevador—. ¿Qué diablos pasa?

—Reunión de emergencia, Bells—suspira, recargándose en la pared y mira hacia arriba—. No sé qué está pasando, me llamó llorando. ¿Crees que sea Emmett?

—No sé—lo contemplo, revisando mi celular sin nuevos mensajes. Deslizo mi pulgar de arriba hacia abajo, deseando actualizar y que un mensaje nuevo aparezca de la nada—. Tal vez algo relacionado con la boda—ofrezco.

Ella asiente y sé que ninguna de las dos quiere decir en voz alta los posibles y horribles escenarios que están llenando nuestra mente.

Ángela también usa una sudadera y su cabello está sujeto en una coleta revuelta. Es un hecho que Rosalie interrumpió su noche de relajación.

Golpeamos la puerta de Rose y Jessica es la que abre. Luce alterada.

—¡Rose, las chicas están aquí! —grita y luego nos susurra—: Está como loca, tuve que quitarle la botella de tequila de las manos.

—¿Qué pasa? —cuchichea Ángela mientras hacemos nuestro camino a la sala.

Jess sólo nos da un encogimiento como respuesta y luego Rosalie sale del baño, con un trozo de papel higiénico en su mano derecha mientras que con la izquierda se hace aire. Sus ojos están hinchados y su pelo revuelto.

—Hola—saluda con voz pequeña—. Gracias por no tardar. Tengo qué hablarles de algo.

—¿Es sobre la boda? —pregunto.

—¿Emmett? —ofrece Ángela.

—¿SPM? —Jessica alza las cejas.

—No—Rosalie se sorbe la nariz y se mira las manos—. Nada de eso… o algo así.

Hay un breve silencio en el que aprovechamos para sentarnos.

Compartimos una mirada y luego ella se pone de pie de pronto, cruzando los brazos sobre su torso y pasea por la habitación.

—¿Re… recuerdas que te dije que mamá se estaba metiendo en la boda? Tratando de convencerme de no buscar lugares tan pronto ni de enviar las invitaciones—me señala.

Observo a las chicas y asiento lentamente, no entendiendo a dónde va esto.

—Si, dijiste que estaba siendo "un dolor en el culo" y que parecía que quería sabotearlo o impedirlo—murmuro.

—Ajá, exacto—Rose se limpia la nariz con el pañuelo—. Eso es justamente lo que parecía. Y luego cuando le pregunté por qué se estaba comportando de esa manera sólo dijo que no era necesario hacer todo con demasiada antelación, que las personas, en este caso los invitados, no planean sus vidas con medio año de anticipación, que enviar los Aparta La Fecha era egocéntrico y totalmente innecesario, que una invitación bastaba…

—Hay miles de personas que envían Aparta La Fecha—argumenta Jessica, frunciendo el ceño.

—¡Lo sé! ¡Fue justo lo que le dije! —Rose se golpea el muslo—. Y luego dijo que esperara para imprimir las invitaciones y que esperara un poco más para enviarlas. Le dije que si hacía eso tendría que esperar también para buscar el lugar para la recepción y dijo que eso estaba bien, que podría hacerlo funcionar en un par de meses—Rose sacude la cabeza y se deja caer en su pequeño sillón—. Y luego empezó a hablar de estos estudios médicos que tenía que hacerme, tampoco quiso decir mucho al respecto—me lanza una mirada, recordándome que ya había hablado de eso conmigo—. Hasta que la enfrenté, le dije que qué mierda pasaba y ella… oh Dios—Rose se lanza a llorar, enterrando su rostro en sus manos.

—Tranquila, Rose, está bien—Ángela camina a ella, sentándose en el piso a su lado y aprieta sus rodillas. Rose palmea sus manos y les da un apretón.

—Dijo…ella dijo que…—hipa y exhala, mirando hacia arriba en un pobre intento de contener las lágrimas que resbalan por su rostro—. Dijo que estaba esperando a que las fiestas pasaran, que me lo iba a decir en enero, pero que yo me estaba desesperando y que ella no quería que hiciera algo loco ahora.

—¿Algo loco? ¿Como hacer las invitaciones? —intercede Jessica—. Lo siento, Rose, pero no estoy entendiendo nada.

—A eso voy—Rose murmura—. Y si, algo "loco" como eso—rueda los ojos—. Le exigí una explicación y ella dijo que… ella dijo que nunca estuvo embarazada de mí.

Mis ojos se abren y un jadeo colectivo rompe el silencio siguiente a su confesión.

—Oh, Rose—murmuro, cubriendo mi boca con mi mano.

—Mierda—Jessica sisea, tocándose la frente.

—Papá estaba ahí también y ellos me explicaron. Mi mamá no puede tener hijos, usaron un vientre subrogado—Rose hipa—. Mi mamá y su hermana también fueron concebidas así porque mi abuela no podía cumplir todo el proceso de gestación. Mi tía no tiene hijos, nunca pregunté por qué, creí que era porque es soltera y ¡mierda! —lanza las manos al cielo—. ¡Quizá esa es la razón por la cual está soltera!

Rose no dice nada más. Se abraza a ella misma y Ángela se sienta en el reposabrazos del sofá, rodeándola por los hombros.

—Rosalie, lo siento tanto—murmuro, tragando la bola en mi garganta. Tengo la boca seca y mi lengua es demasiado grande. Miro a Jessica y la atrapo mientras se limpia una lágrima de la mejilla. Dirige su vista a la ventana.

—¿Los estudios? ¿Eran para descubrir si también eres infértil? —Angela pregunta, en voz baja.

—Si—Rose se ahoga con sus propias lágrimas.

—Supongo que ya conoces la respuesta—froto mis manos temblorosas y apoyo mis codos en mis rodillas, inclinándome a ella.

—El doctor…—Rose sorbe su nariz y se limpia la mejilla con sus dedos—. El doctor dijo que el conteo de mis óvulos es muy bajo, no me dio esperanzas, dijo que era altamente probable que no pudiera tener un hijo nunca.

Mi mente va hacia Emmett y entiendo la relación con la boda y con las invitaciones inexistentes y las súplicas de la mamá de Rosalie. Intento excavar recuerdos, pláticas que indiquen que, de alguna manera, ellos ya lo sabían, que Emmett lo sabe. También intento descifrar si Emmett quiere ser un padre o no. No lo recuerdo hablando de hijos nunca, pero supongo que es demasiado posible que quiera tenerlos.

—Así que, básicamente, mi mamá estaba salvándome de la vergüenza de tener que decirles a mis invitados que no habrá boda—se pone de pie, como dando por finalizada la conversación.

Mi cabeza se alza rápidamente. Rose no puede estar hablando enserio.

—¿Qué? ¿Espera qué? ¿Cancelarás la boda? —Ángela interviene, colocándose frente a ella. Ángela y Rose son muy altas, sus rostros quedan a la misma altura y parece que Ángela la morderá en cualquier momento.

—Muy probablemente—ella acepta—. ¡Vamos! Emmett querrá hijos, hijos que no puedo darle. Es mejor terminar esto de una sola vez.

—¡No, Rose, no! —ahora soy yo la que está de pie—. ¿Hablaste con él? ¿Sabe él de esto?

Ella no responde, sólo se mira las manos mientras su barbilla tiembla.

—¿Por qué estamos sabiendo nosotras antes que él? —demando saber.

—Porque necesitaba un consejo, quería que me ayudaran a idear una forma de darle las noticias.

—No tendrás que cancelar la boda—Ángela toma sus manos—. Él estará bien con esto. Él te ama, Rose.

—Podrán arreglarlo de alguna manera. Hay formas—ofrezco, absteniéndome de señalar que ella es un ejemplo en carne y hueso de dichas formas.

—Quería que mis hijos tuvieran algo de mí, Bella—rezonga—. ¡No tendrán nada de mí porque mis óvulos no sirven! ¡Mírame, estoy defectuosa! ¡Soy un jodido…

Rosalie es interrumpida por Ángela, que le da un golpe en la frente. Jadeo sorprendida.

—¡Whoa! —Jessica se pone de pie, alzando las manos.

—¡Hey! —Rose le gruñe, tocándose la frente.

—¡No vuelvas a decir eso, tú idiota! —Ángela la señala con el dedo.

—De acuerdo, de acuerdo—intervengo, sentando a Rosalie de vuelta en el sillón—. Esto se está saliendo de control.

—No me digas—Jessica masculla, regresando a su asiento.

Eventualmente, todas estamos medianamente tranquilas, sentadas y en silencio.

—En verdad creo que se cancelará—Rose insiste, observando su anillo de compromiso. Juega con él, girándolo en su dedo.

—Emmett no es el tipo de hombre que te dejaría por eso, Rosalie—noto.

—Bueno, no lo ataré de esa forma. Tal vez él acepte ahora y todo siga su curso porque estará sensible y sentirá lástima, pero eventualmente todo se arruinará.

—No sabes eso—dice Ángela.

—No, es cierto—interviene Jessica, mirándonos—. Rose tiene razón.

—Jessica—me froto la frente—. No es momento de ser una perra.

—No estoy siendo una perra—rueda los ojos—. Sólo trato de ser realista. No querer o no poder tener hijos es un gran problema en una relación. Tú necesitas hablar con Emmett—señala a Rose, alzándole las cejas.

—¿Qué le diré? ¿Que no sirvo?

—Estoy a punto de patearte—Ángela le advierte.

—Tal vez puedan llegar a un acuerdo. Vamos, Rose. Hay dinero, en ambos lados. Existen maneras, tratamientos…—digo.

—Hay cosas que el dinero no puede comprar—sentencia dramáticamente—. Él estaría mejor con una chica del gueto.

Jessica se ríe entre dientes y lo hacemos luego de un momento también.

—De acuerdo, suficiente con los chistes de gueto. Yo soy del gueto, ¿sí? —Ángela se señala—. No soy dueña de todas las tiendas de ropa de la ciudad ni mi familia tiene una compañía internacional ni me pagan por organizar bodas de personas que están dispuestas a gastar demasiado puto dinero en una fiesta. Soy sólo una maestra, ¿sí? Un poco de respeto, por favor.

—Cierra la boca, Weber—. Jessica le lanza el cojín—. Ahora, ¿Emmett? Si, habla con él—se inclina a la mesita de centro y alcanza la botella de tequila—. Te serviré un poco para darte valor.

—No hablaré con él esta noche. Lo haré mañana—Rose acepta.

Esperamos a que Jessica sirva los shots de tequila y luego los vaciamos rápidamente luego de un brindis silencioso.

—No puedo creer que me golpearas—Rose murmura después de un rato, mirando a Ángela entre sus pestañas.

—Seh, yo tampoco—ella asiente, antes de que nos lancemos a reír.

xxx

Tengo una gran tarea en mis manos y estoy extrañamente cansada. Posiblemente los acontecimientos de la noche del lunes tuvieron su efecto en mí.

Estoy en busca de un regalo de Navidad para Edward. El set de DVDs que indirectamente le prometí ya está muy bien escondido en casa, pero ahora estoy buscándole una linda mochila que pueda usar para su trabajo porque la que tiene actualmente parece la de un vagabundo. Incluso está roída.

Mi celular vibra con un mensaje.

Edward: ¿Dónde estás? Estoy en casa.

Tecleo una mentira rápidamente.

Bella: Sigo en el trabajo. Llegaré más tarde.

Edward: ¿Qué tan tarde?

Bella: ¿Por qué? ¿Tienes algo planeado?

Edward: Nada, en realidad. ¿Estarás aquí para la cena? Compré cosas para hacer hot-dogs.

Oh, delicioso.

Bella: Si, estaré ahí.

Edward: No tardes.

Necesito una manera de introducir su regalo a casa sin que lo vea, así que le pregunto exactamente en dónde está.

Edward: En casa, ya te dije.

Bella: ¿En qué casa? ¿En la mía o en la tuya?

Edward: Oh, ¿entonces tu casa es mi casa?

Acompaña su mensaje con un emoticón coqueto.

Bella: No, sólo dime dónde estás.

Recibo una cara triste como respuesta.

Edward: ¿Por qué? ¿Planeas introducir a tu amante a escondidas?

Bella: Justamente eso planeaba.

Ahora un corazón roto.

Edward: En mi casa, tomaré una ducha.

Bella: Bien.

Me dirijo a la conversación con Rosalie y le pregunto cómo está. Espero su respuesta mientras paso mis dedos por las diferentes mochilas en la tienda departamental.

Rose: Volviéndome loca.

Bella: ¿No se lo has dicho?

Rose: Lo haré mañana.

Bella: Eso dijiste el lunes y ayer.

Rose: ¡Estoy nerviosa, Bella! Es como prepararse para una ruptura.

Bella: No digas eso. Él no terminará contigo.

Rose: ¿En verdad lo crees?

Bella: Absolutamente.

Bella: ¿Crees que la fiesta de navidad sigue en pie?

Ella responde hasta que llego a casa y antes de bajar las compras de mi camioneta, grito el nombre de Edward, procurando que no haya decidido ir a mi casa en último momento.

No hay respuesta, así que me apresuro a esconder su regalo bajo la cama y reviso el mensaje de Rose.

Rose: Claro, por supuesto. Si, afirmativo. Positivo. Necesito buena vibra en estos tiempos turbulentos.

Bella: Todo va a estar bien. Y genial.

Edward viene a casa mientras estoy bajo la regadera y él no pierde tiempo en fisgonear. Le arrojo agua al rostro y hace una pedorreta.

—Comenzaré a hacer los hot-dogs. Tengo algo qué decirte.

—Apreciaría que no me dieras malas noticias mientras estoy vulnerablemente desnuda bajo la regadera.

—No es nada malo—asegura y se aleja cuando lo amenazo con la regadera de mano.

Edward regresa a la habitación, luciendo nervioso. Dejo de cepillar mi cabello y lo miro, obligándolo a hablar.

—¿Qué era lo que ibas a decirme?

—Puedes decir que no—se apresura a aclarar, señalándome y luego se pasa una mano por el cabello—. Estaba pensando que podría ser algo bueno… que tal vez te gustaría… como dije, puedes decir que no si te parece demasiado, pero… ya sabes, estaba pensando que… mmm…

—Al grano, Edward.

Me entrecierra los ojos y me lanza mi ropa interior sucia al rostro.

—Bueno, estaba pensando que… bueno, ¿te gustaría ir a casa de mis padres en Navidad?

Sus ojos están ansiosos y entierra sus manos en el bolsillo delantero de su sudadera.

Oh dios.

Conoceré a sus padres. A su hermana.

Se me cierra la garganta y el estómago se me revuelve de los nervios. Trago.

—No estás obligada—insiste—. Podemos posponerlo si te parece demasiado.

—¿Es enserio?

—Si—se encoge—. Aunque, no hacemos mucho. Sólo damos regalos y comemos pay—resopla una risa.

—Iré—le sonrío—. Gracias por invitarme.

Él me regresa la sonrisa, con su postura relajándose y se acerca a mí para colocar sus manos en mis hombros.

—¿Qué cosas les gustan? Les compraré algo.

—No, no—él menea la cabeza y me sacude con él—. No tienes que darles nada. Podemos comprar un pay en el supermercado si quieres llevar algo.

—¿Puedo, al menos, hornearlo?

Me entrecierra los ojos y le alzo las cejas, expectante.

—Creo que es la única manera de detenerte de comprar algo, así que sí.

—¡Genial! —le pico el pecho—. Me dirás si empiezo a ser muy molesta, ¿verdad? O condescendiente, suelo ser condescendiente cuando estoy nerviosa y no conozco a las personas. Aunque, debo decir, que siempre dejo una buena impresión. Sin embargo, creo que tú fuiste la excepción. ¡Oh Dios! Ellos no saben que te grité, ¿verdad? ¿Lo saben? Dios, tengo que disculp…

—¡Bella! —me sacude—. Está bien. Les parecerás perfecta.

—¿Enserio? —arrugo la frente en preocupación.

—Claro. Eres Bella Swan—resuelve con una sonrisa torcida.


¡Muchas gracias por sus comentarios!

Veamos cómo Rosalie lidia con todo esto ):

Y ya casi es Navidad, esperemos que Bella en lo de los Cullen resulte bien. Que Edward quiera llevarla, dice mucho...

Nos seguimos leyendo.