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Edward
Estoy tirado en el sofá, disfrutando de la quietud y la televisión cuando mi celular suena con una videollamada.
Curioso, lo alcanzo y descubro que Seth es quien llama. Le frunzo el ceño a la pantalla y respondo.
—¡Heeeyy! —él grita, con una enorme sonrisa en su rostro—¡No vas a creer esto!
—¿Qué? ¿Qué pasa? —su entusiasmo es contagioso y me encuentro sonriendo en cuestión de segundos.
—¡Oye, vuelve aquí! —grita y luego un portazo—¡más vale que no pongas el seguro!
Escucho un "lárgate" por parte de Paul antes de que Seth comience a focejear con la puerta y sólo pueda ver su pecho.
—¡Abre la maldita puerta, tú loco! —le ordena a Paul.
—¡Eres un dolor en el puto culo! —Paul le grita de vuelta y luego Seth logra entrar a su habitación, agitado y su sonrisa vuelve.
—¡Edward! ¿Me escuchas?
—Si, si te escucho. ¿Qué mierda quieres? —está comenzando a confundirme.
—¡No vas a creer esto! —agita su teléfono, su cara alejándose y acercándose rápidamente. Paul despotrica algo a su lado—¡Paul tiene una cita! ¡Acabo de descubrirlo!
Mis ojos se abren en sorpresa, al igual que mi boca.
—¿Qué? ¿Qué mierda? ¡Eh! ¿Por qué no habías dicho nada? —le grito a Paul. Seth gira el teléfono y puedo ver a Paul frente al espejo del baño, cepillándose los dientes.
Le da un manotazo a Seth, alejando la cámara de él.
—¡Por fin! —Seth alza el puño—¡Cupido ha llegado a él! ¡Paul está enamorado!
—No estoy putamente enamorado—él ladra, con espuma en su boca—eso es de maricas.
Le ruedo los ojos. Seth agita su mano, desdeñoso.
—¿Puedes creerlo, Edward? —Seth se cubre la boca—¡Paul está enamorado! ¡Tiene sentimientos!
—Eh…—murmuro—déjame verlo. ¿Ya está todo vestido? —me burlo.
Seth se carcajea y enfoca la cámara a Paul, pero él sólo está usando pantalones y Seth camina hasta la cama.
—Mira esto…—hay una camisa ahí—¡tiene su atuendo listo! ¿qué tan putamente tierno es eso? ¡aah, podría comerte a besos, Paul!
—Aléjate de mí—Paul está empujándolo, abriéndose camino para llegar a su ropa.
—Hey, Paul, ¿cómo se llama? —pregunto.
—Es tu mamá, idiota—me muestra el dedo.
Ese imbécil. Me carcajeo, al igual que Seth.
—Tienes que decirnos su nombre—insiste Seth.
Paul continúa gruñendo, lanzando groserías y manotazos, pero no confiesa el nombre. Tampoco nos dice a dónde va a ir, ni dónde la conoció, ni desde cuándo. Ese idiota es un dolor en el culo.
Y, muy al estilo Paul, sale del apartamento dando un portazo y echando humo por las orejas.
Es bueno que él tenga una cita. Hasta donde yo sé, no ha tenido nada de acción desde noviembre, luego de acostarse con Jessica -cosa que seguiré ocultándole a Bella por lo que a mí respecta-.
Además, necesita una novia. Necesita bajarle a su humor de mierda y necesita una sonrisa en su boca. Y una boca un poco más abajo.
Le vendría bien.
Y hablando de eso… Bella no ha regresado. Y yo tengo necesidades. La extraño. Estoy comenzando a desarrollar un apego enfermo. Mi yo del pasado estaría riéndose justo ahora.
Además, no hemos estado juntos en una semana y eso tiene que cambiar.
Estoy quedándome dormido cuando el garaje se abre y pego un salto, apagando la televisión y la luz de la sala, listo para recibirla.
Ella me da una sonrisa cuando abro la puerta y baja lentamente de su camioneta.
—Hola, bebé—sonríe, alcanzando su bolso—. Te extrañé.
—Si, podría decir lo mismo—espero a que llegue a mí y tomo su mano. Cierro la puerta tras nosotros—. ¿Te divertiste?
—De hecho, sí. No creí que ser dama de honor fuera así de divertido.
—Mmm—aprieto su trasero mientras deja su bolso sobre la pequeña mesa en el pasillo y ella pega un brinco.
—¡Hey!
—Vamos, estuve esperándote todo este tiempo—me inclino para besarle el cuello y ella gruñe, aunque me da espacio al ladear la cabeza.
Hurgo en su blusa y froto su barriga, que cada día crece más y más. Llevo la prenda hasta sus pechos, en un intento por sacarla.
—Edward, espera…—dice, pero no suena muy convencida.
—¿A qué? ¿Tienes algo importante qué hacer?
Su silencio es suficiente respuesta. Ella alza los brazos y tiro su ropa al piso. Dejo un beso en su escote antes de tomar sus preciosas tetas en mis manos. Bella deja salir un quejido.
—Lo siento—murmuro contra su hombro. Ha estado quejándose de lo mucho que duelen y pican y yo sólo puedo pensar en que cada día están más perfectas que el anterior.
Me coloco de rodillas frente a ella.
—Iba a…—balbucea, jalando mi cabello cuando estoy besándole el abdomen.
Atraigo sus caderas hacia mi cara, oliendo su piel y beso sobre la mezclilla de sus jeans. Quiero devorarla completa, besarla de la cabeza a los pies. La giro y presiono mi boca en su trasero.
—Dios, nena, amo tu culo—mascullo mientras entierro mi cara en él.
—Vamos arriba—ordena y me toma de la playera, poniéndome de pie.
En las escaleras, desabrocho sus jeans y saco mi playera. Ya en la habitación se deja caer en la cama y se saca el sujetador. Me deja quitarle los pantalones al tiempo que beso sus muslos y su ropa interior.
La inhalo y deslizo sus bragas lentamente por sus piernas.
Bella gimotea.
—Edward.
Me arrodillo junto a la cama y la jalo hacía mí, dejando su centro frente a mi cara. Está mojada y paso mi lengua a lo largo mientras coloco las plantas de sus pies en el borde del colchón.
Bella es deliciosa, su olor, su sabor… está volviéndome loco. Mi regazo palpita y se retuerce. Uso mis dedos para hacerme espacio en ella y Bella arquea su espalda.
Me entretengo en ella, lamiendo y chupando y bebiendo todo lo que ella tenga para darme. No termino mi trabajo, en su lugar, termino de desvestirme y la observo desde arriba.
—Eres muy sexy—dice, su voz es ronca y adormilada. Está borracha de placer y le sonrío. Ella se sienta, tomando mi dureza en sus manos—. Mereces un premio por eso.
Pasa su lengua por toda la longitud y su boca suave y húmeda me toma.
—Ah, Bell…—sostengo su cabeza y la observo. Sus ojos cerrados y su preciosa boca haciéndome temblar—Hey, mírame.
Ella obedece. Sus ojos no se despegan de los míos y acompaña los movimientos de su boca con los de su mano. Puta mierda. Es tan jodidamente sexy y hermosa y me está poniendo incluso más caliente.
Mi pecho se expande y se contrae, mi estómago está retorciéndose y sólo quiero sostenerla fuertemente, hasta hacerla desaparecer en mis manos, quiero mirarla por siempre. Cada puto día de mi vida.
Sostengo su barbilla con mi mano izquierda y su boca hace un plop al alejarse.
—Joder, te amo—confieso, sintiéndome demasiado lleno de eso. Sus ojos se hacen más grandes, paso un dedo por su labio inferior—. Con una mierda, te amo.
No sé cómo decírselo, no sé cómo expresarlo. Necesito que lo sepa, aunque no pueda entender qué tanto.
Una sonrisa comienza a nacer lentamente en su cara al tiempo que sus ojos dejan su mirada oscura atrás y brillan.
—Enserio te amo.
La sonrisa de Bella es enorme y lanza una risita entre dientes. Toma mi mano y me tira sobre ella, su cuerpo amoldándose perfectamente al mío. Me sostengo con una mano, temeroso de aplastar su barriga.
—Edward, fóllame ahora—ordena con voz oscura y expresión peligrosa.
Gimo al tiempo que ella enreda sus piernas en mis caderas.
—No era la respuesta que buscaba, pero es suficiente por ahora.
Ella se muerde la boca para ocultar una sonrisa y decido besarla.
—Pero no quiero aplastarte.
—No lo harás—jala mi cuello, reanudando el beso.
—No, me pone de los nervios—finalizo y la llevo conmigo.
Entre gruñidos y risas, la coloco sobre mí y sujeto sus caderas.
Bella se desliza, haciéndome sisear y ella cierra los ojos al tiempo que gime.
—Mmm, te sientes tan bien—dice, apoyando sus manos en mi pecho, con ojos cerrados—. Cada vez. Siempre creo que sé lo que me espera, pero no lo hago.
—Es bueno saberlo—llevo mi mano a su centro, frotándolo y Bella acelera sus movimientos. Sube y baja sus caderas, las menea y me está llevando al borde. Sus ojos se mantienen cerrados y el pelo le cae en la cara.
Se muerde la boca y luego se apoya en mis muslos. Sus preciosas tetas se alzan y sujeto sus caderas sin poder despegar mis ojos del lugar en donde estamos unidos.
—Ah, Ed… ¡dios!
Un gemido se me escapa cuando mi momento llega y me vacío en ella. Bella gime y resopla, se retuerce sobre mí y coloca su mano sobre la mía, ordenándome en silencio a no detener mis movimientos.
Su gemido se mezcla con el mío y se muerde el labio inferior.
No pasa mucho tiempo para que se deje caer sobre mí mientras su cuerpo entero vibra. Gime en mi oído y la rodeo fuertemente.
—Dios, Edward… nunca dejes de gemir—dice.
Me río y ella me acompaña. Alejo mi rostro, queriendo mirarla. Ella abre un ojo.
—¿Entonces no me amas?
Se envara, contenta, mirándome desde arriba.
—Estaba esperando que dijeras eso—sus dedos comienzan a trazar patrones en mi pecho.
—Bien… ¿puedes decírmelo?
Ella sonríe.
—Te amo.
Le sonrío de vuelta. Es liberador, es el siguiente nivel, es más que una epifanía.
—Te amo—respondo.
Ella frunce el ceño, juguetona.
—¡No! ¡Yo te amo!
—Yo te amo—le alzo las cejas.
—¡Yo te amo! —me sacude por los hombros.
—¡Te amo!
—¡Yo te amo! —su risa de bebé acompaña su grito.
Acallo su felicidad con un beso.
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Cuando despierto por la mañana, Bella ya no está en la cama. Lo que no es extraño, pero si es extraño que no esté en el baño. Normalmente ella está viéndose al espejo cuando despierto, pero no hoy.
La luz del baño está apagada, aunque noto que ella ya estuvo ahí por el desastre en la mesada del lavabo.
—¿Nappy? —la llamo desde el pasillo.
No estoy esforzándome tan temprano en la mañana por nada.
—¿Bell? —ahora la llamo desde las escaleras.
La luz de la cocina está encendida y ella sale de ahí, sonriente.
—Hey, buenos días.
Le frunzo el ceño.
—¿Qué estás haciendo? ¿Por qué estás toda vestida tan temprano?
Ella se mira y se encoge de hombros.
—Estoy haciendo el desayuno.
Le entrecierro los ojos.
—Bien.
—Bien—asiente.
Bella está cargando el lavavajillas cuando me uno a ella en la cocina.
—¿Por qué estabas haciendo el almuerzo? ¿Tienes hambre? —pregunto, olfateando alrededor.
—No—sacude la cabeza—Bueno, un poco, pero he notado que tienes los hábitos alimenticios de un perro callejero, así que hice algo para ti—señala con su barbilla hacia la encimera.
—Aww—voy hacia allá, explorando—¿despertaste temprano para hacer esto? Vaya, gracias, Bell.
—Aunque he estado más hambrienta últimamente y ya no puedo ir a las máquinas expendedoras.
—¿Y eso por qué?
Ella resopla una risa y sacude la cabeza.
—No es sano—resuelve.
Otra ventaja de Bella despertando temprano es que podemos prever desastres.
Ella abre la puerta que conduce al garaje cuando ya debió de haberse ido.
—¿Olvidaste algo? —pregunto desde la cocina, en donde preparo mi café.
—Algo pasa con mi camioneta. No enciende— anuncia, entrando a la cocina. Tiene el ceño fruncido y un puchero en su boca.
—¿No enciende?
—Debe ser la batería, ¿no? —ofrece.
Vamos hacia el garaje y parece ser que ella está en lo correcto. Su puchero se hace más pronunciado.
—Sólo dame un minuto para terminar de prepararme. Te llevaré.
—Aww, eso es muy considerado de tu parte—dice detrás de mí cuando regresamos a la casa—. Muchas gracias.
Para cuando llegamos a Swan Crops, Bella sigue parloteando y es increíble cómo parece no importarle el estado de su camioneta. Ni una sola vez preguntó sobre lo que podría pasar, sobre lo que debería hacer.
Se despide con un beso y la observo entrar al edificio, dándole sonrisas al guardia de seguridad.
Me pregunto si en realidad sabe lo que significa una batería muerta. ¿Acaso cree que se reparará por sí sola?
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Más tarde esa mañana, recibo un mensaje de Alice y no puedo evitar sentirme aliviado.
Ella finalmente consiguió un apartamento.
Alice: Es la chica de la que te hablé, escribe, la que encontró un trabajo y planeaba mudarse.
Edward: Bien. ¿Cuándo te mudarás?
Alice: Tal vez mañana. Tengo una clase temprano y el resto del día libre.
Edward: Bien, Alice. Me alegro. ¿Estás bien?
Alice: Seguro. Y estoy aliviada de irme porque alguien entró a mi habitación y robó dinero.
Le frunzo el ceño a mi pantalla. Qué descaro.
Edward: ¿Qué? ¿Cuánto robaron?
Alice: 50 dólares. Tuvo que ser uno de los infinitos invitados de mi rommie.
Edward: ¿Cómo sabes que no fue ella?
Alice: Estuvo fuera de la ciudad cuando sucedió.
Edward: ¿Estaba fuera de la ciudad y la gente continuaba yendo a su casa?
Alice: Así es. Vida universitaria… ya sabes.
Edward: Mierda. Lo lamento.
Alice: Y ya no tienes que preocuparte por pagar mi renta. Papá accedió a darme más dinero.
Edward: ¿Le hablaste de eso?
Alice: Si… algo así, le dije que mi rommie había dejado la escuela. Y ya sabe de Jasper, ¿le dijiste?
Edward: Fue mamá.
Alice: Por supuesto.
Y un poco más tarde, le mensajeo a Paul sólo para molestarlo y él no tarda en responder.
Edward: ¿Cómo estuvo la cita?
Paul: Hombre, sabe mover las caderas.
Me río, ganándome una mirada curiosa de Heidi y Eric.
Creo que Paul está a nada de enamorarse.
Bueno, ya se dijeron "te amo." Vaya, quién hubiera esperado que Edward sería el primero en decirlo.
Volví a subir el capítulo porque noté que me equivoqué, al parecer una parte se copió y pegó por error. Ahora quedó más corto. La otra parte era del futuro xd. Si notaron el error, finjan demencia, por favor :(
Espero que les haya gustado. Gracias por sus comentarios y nos seguimos leyendo.
xoxo
