64


Bella

En algunas ocasiones estar embarazada no es muy conveniente.

La mayoría de las ocasiones, a decir verdad.

Como en esta.

—Ya que Bella arruinó la maravillosa despedida de soltera que pudimos haber tenido, tengo un plan—anuncia Jessica.

—Si, gracias por embarazarte, Bella—coincide Ángela—. ¿Por qué estamos teniendo esta videollamada? Dense prisa. Tengo que regresar antes de que mis niños incendien el salón.

—Váyanse a la mierda—refunfuño.

—¿Los niños saben usar fósforos? —pregunta Rose, alejando el delineador de su ojo y echándonos una mirada.

Jessica ríe.

—Ángela, ¿estás en un cubículo del baño?

—Si, idiota, date prisa. Algunas personas tenemos que trabajar, eh.

Jessica rueda los ojos y se inclina en la encimera de su cocina. Apuesto que esa idiota acaba de despertar.

—Bueno, gracias a Bellano podremos emborracharnos hasta morir cuando la boda se acerque—recalca Jessica. Le entrecierro los ojos—, así que… ¡vayamos a Seattle!

El silencio que le sigue es largo. Ángela es quien lo rompe.

—No entiendo tu lógica. ¿Bella dejará de estar embarazada cruzando el letrero de "bienvenido a Seattle"?

Me río ante eso.

—¡No! Hablo de un viaje de fin de semana. Este fin de semana—continúa Jessica—estoy libre, viernes incluido, así que vayamos ahora. Antes de que… ya saben…

—No, no sabemos—comenta Rose, que ahora se coloca labial.

—Antes de que Bella esté demasiado grande como para que ir a un bar represente un peligro inminente.

—Ir a un bar mientras estás embarazada, en cualquier etapa, es un peligro inminente—Ángela la corrige.

—¡Saben de lo que hablo! ¿Qué dicen? Ella sigue entrando en vestidos aún—ofrece Jessica.

—Por si no lo habían notado, estoy aquí—murmuro.

—Lo sabemos—ellas corean.

—Opino que sí. Estoy dentro. Todo lo que me tenga como protagonista es una buena idea—dice Rose, finalmente alejando su vista del espejo—. Iremos en mi camioneta. Lleven atuendos lindos porque vamos a salir de fiesta.

—Ehh…—comienzo.

—Detente—Ángela alza la mano—. Sólo detente.

—Sólo me da un poco de miedo, ¿sí? —me defiendo, escudándome con mis manos.

—No hay nada qué temer, Bella. Te cuidaremos—Ángela promete.

Y sé que eso es pura mierda. Tendré que cuidarme sola.

—Vamos, Bella, no puedes arruinar también mi temprana despedida de soltera—pica Rose.

—No intentes manipularme.

Ellas ríen.

—Y de esa forma no habrá problema con que la segunda despedida de soltera sea patética—continúa.

—Pueden ir a emborracharse sin mí—les entrecierro los ojos.

—Ah, seguramente haremos eso—Jess sacude su mano—, sólo estamos siendo amables.

—Váyanse al diablo. Voy a colgar.

—¡No! —ellas dicen, pero sus voces se apagan abruptamente.

No pasa mucho tiempo para que el grupo de chat esté a punto de reventar con mensajes manipuladores que sólo intentan hacerme sentir culpable. Cuando no respondo, comienzan a atacarme.

Ángela: ¡Vamos, Bella! No seas una señora amargada.

Y esa perra acaba de llamarme señora.

Jessica: Sé por qué hace esto.

Rose: ¿Por qué?

Ángela: Puedo darme una idea.

Jessica: Papá Edward no la dejará.

¡AH! Jodidamente increíble.

Bella: No necesito el jodido permiso de nadie. Iré.

Pasa un segundo antes de darme cuenta de que caí en sus tretas.

xxx

—Sigo pensando que no es muy buena idea—Edward dice cuando me dejo caer a su lado en el sofá.

Le ruedo los ojos.

—Nada malo pasará. Sólo estamos yendo a Seattle.

—Y por supuesto vas a hacer lo que tú quieras.

—Claro.

Él suspira y tamborilea los dedos en el reposabrazos del sofá.

—Llámame si cualquier cosa pasa. Si te sientes mal o algo así.

—Seguro, Edward—me concentro en revolver mi bolso, cerciorándome de que no me olvido de nada.

—Y no bebas nada. Sólo agua embotellada. Cerciórate de que esté cerrada, ¿de acuerdo?

—Deja de ser un papá—gruño, empujándolo por el hombro.

Él ríe entre dientes.

—Sólo digo…—lleva su mano a mi hombro y lo masajea—estás llevando lo más importante en mi vida contigo.

—Aww, gracias por decir eso—palmeo su muslo—, pero ya lo sabía.

Él me entrecierra los ojos.

—Hablo de mi hijo—aclara.

—¿Qué? —me hago la ofendida—, creí que yo era la cosa más importante en tu vida.

Él sonríe ladinamente, con ojos derretidos y gentiles.

—Eres la segunda.

Me inclino a besarlo y él sujeta mi cara en sus manos, frota mis mejillas con sus pulgares mientras nuestros labios se acarician.

Edward apoya su frente en la mía por algunos segundos después del beso y cuando se aleja, abro los ojos. Me está viendo de una forma peculiar, los engranes en su cabeza se están moviendo.

—¿Qué? —inquiero, ladeando mi cabeza.

—Deberíamos hacer algo juntos—sus ojos son suaves. Le frunzo el ceño—. Pasar el rato, salir de aquí—señala el lugar con su barbilla—. Algo para nosotros, sin… sin televisión, sin planes familiares, sin la habitación de Charlie, sin…

Wow. ¿Quién es y qué hizo con Edward? Le alzo las cejas y no puedo ocultar mi sonrisa.

—¿Quién eres y qué hiciste con Edward? —le entrecierro los ojos. Él resopla una risa y juego con sus dedos—. ¿Enserio?—Si, Bella, enserio—rueda los ojos, fastidiado.

—Genial. Si, hagámoslo. ¿Qué quieres hacer?

Él se encoge de hombros.

—No lo sé todavía—. El ruido de los neumáticos sobre el asfalto llama nuestra atención. Rosalie ha llegado y está estacionándose—. Déjame pensarlo. Yo me encargo de eso.

—Wow, ¿enserio vas a planearlo?

—Tu falta de confianza es algo hiriente—dice, levantándose, así que lo imito.

—Sólo estoy sorprendida, es todo.

Él le resta importancia con un gesto de mano. Me acompaña hasta la puerta, cargando mi bolso.

—Hazme saber cuando…

—Si, Edward—suspiro, colocándome mis Vans—, ya sé que tengo que informarte de cada movimiento.

—Qué bueno—se queda satisfecho.

Me besa otra vez y, dulcemente, se pone en cuclillas frente a mí para espolvorear besos en mi barriga.

Cuando abro la puerta, Rose toca el claxon.

—¡Sube, fracasada, iremos a Seattle! —grita.

Le hago una mueca y ellas saludan a Edward con un gesto de mano. Él deja mi bolso en el maletero y tan insaciable como es, deja otro beso en mi boca.

—Diviértete.

Cuando Rose arranca, sé que extrañare su lindo rostro.

Será un largo fin de semana.

Edward

El bar fue divertido, pero extenuante. La cantidad de sonrisas de Paul superaron a su ceño fruncido, Seth continúa en la quinta nube con Diego y alguien hizo su aparición, aunque esto último fue desastroso.

Una parte de mí cree que ella hizo lo que hizo por despecho, también creo que lo hizo porque quería embarrármelo en la cara, pero no quiero ser un idiota narcisista que cree que el mundo gira a su alrededor y que Lauren sigue pensando en mí.

No la había notado hasta que Paul me codeó y la señaló con su barbilla.

Ella estaba cerca de la pista, pero no bailaba, y hablaba con sus amigas -que no conozco- y usaba una mini falda y una blusa que dejaba ver su espalda completa.

—¿Te gusta lo que ves? —Paul rió a mi lado.

—Cierra la boca, hombre—sacudí la cabeza—. Y si se acerca, tú la atiendes.

—Claro—murmuró, burlón.

Intenté ignorarla, en verdad me esforcé. No había razón por la cual tuviera que hablar con ella, pero Seth la llevó a la barra y pasaron un rato ahí.

Nos reconocimos con un gesto de barbilla a la distancia y la noche continuó… hasta que comenzó a besarse con un tipo, a plena vista. Ni siquiera fue a "la esquina de los arrumacos," como la bautizó Seth.

—¿Te duele algo? —Paul presionó—. Mira eso, hermano… ¿siquiera están respirando?

—Oh oh—Seth intercedió—, eso debe de ser incómodo.

—No me duele nada, hazte a un lado—empujé a Paul lejos para hacer mi camino al refrigerador— Y ni una palabra de esto cuando Bella esté presente—sentencié al volver a su lado—. No necesito problemas con ella.

—Si, no vayamos a darle un disgusto—Seth dijo entre dientes sin dejar de ver el espectáculo de lenguas.

Entonces Lauren se pasó el resto de la noche con ese chico… y se fueron juntos. Y eso tuvo que ser intencionado porque incluso fue hasta la barra a despedirse de Seth, sujetando la mano de él y paseándose como en un desfile.

Tal vez llevar un letrero en el pecho hubiera sido más sutil.

Y ahora estoy en casa y Bella no está y estoy extrañándola como un loco. Sopeso la idea de colarme a su casa y dormir en su cama.

Con un suspiro rendido, comienzo a desvestirme y entro a mi cama. Mato algo de tiempo en Instagram, esperando el mensaje de Bella en donde me diga que está de regreso en el hotel.

Estoy quedándome dormido cuando mi celular vibra con una llamada. Es ella.

—Hey—respondo rápidamente.

Hay ruido de conversaciones y risas en el fondo. Reconozco la voz de Jessica diciendo un par de tonterías.

—Hey, hola, estoy de vuelta—dice Bella—, me iré a dormir ahora.

Y luego un grito.

—Si es que puedo—añade.

—¿Cómo estás? ¿Te sientes bien?

—Bien. Todo bien. Fue divertido, aunque estoy cansada.

—¿Comiste algo?

—Fuimos a cenar antes del bar. Y sólo bebí agua, ¿sí?

—Bien—me encojo de hombros, como si pudiera verme.

—Bien.

La línea se queda en silencio por un rato y luego una puerta se cierra. El ruido de fondo queda atrás.

—¿Cómo estuvo el bar?

—Divertido. ¿Te dije que Paul tuvo una cita? Bueno, parece que resultó bien porque no estuvo tan amargado como siempre.

—Mmm.

—Acabo de regresar—añado.

—¿Justo ahora?

—Si… bueno, hace como cuarenta y cinco minutos, estaba esperando noticias tuyas.

—Ah.

—Si…—le frunzo el ceño a la oscuridad. Bella no suele ser una mujer de pocas palabras y me parece que sus respuestas son demasiado escuetas—, ¿qué pasa? ¿te sientes bien?

—Si, Edward—resopla, como fastidiada de responder la misma pregunta.

—De acuerdo, entonces si todo está bien creo que me iré a dormir.

—¿En dónde estás?

—En mi casa.

Espero, pero ella no responde.

—Bien, buenas noches, Bell.

—Lauren estaba en el bar—dice con voz dura, deteniéndome.

¿Qué mierda? ¿Cómo lo sabe? Por eso sus respuestas a medias. Y ahora está enojada. Mierda.

—¿Estabas pasando el rato con ella? —rompe el silencio.

—No—respondo—. No pasé el rato con ella. Estaba trabajando. Estaba ocupado.

—¿Sí?

—Si—insisto—, ¿quién te habló sobre eso? ¿fue Seth?

Ese imbécil. Voy a golpearlo en las pelotas.

—No. Las redes sociales son unas chismosas, por si no lo sabías. Seth subió algunas historias al Instagram de One Eyed.

Me sobo la frente.

—Si, eso hace él—comento—. Bueno, eso es todo.

—¿Estuvo bien entonces?

Ruedo los ojos.

—Si, preparé muchas margaritas—respondo condescendiente.

—Sabes de lo que hablo—presiona.

—Y ya respondí a eso—me deslizo en la cama, colocando mi cabeza en la almohada.

—Hmpf.

Hay un silencio largo, escucho el grifo de la llave y un cajón cerrándose.

—Podría recordarte que ves a Jake todos los días—murmuro.

—Trabajo en el mismo lugar que él.

—¿Lo ves? Tú trabajas y yo estaba trabajando.

—Es completamente diferente—eleva su voz, la imagino con una mano en la cadera y la otra en el pecho.

—Claro que no. Lo tuyo con Jake es peor. Trabajan en el mismo lugar y fueron amigos toda la vida. Vamos, Bella, nunca te he dado mierda por eso.

—Saliste con ella luego de…

—No es un crimen.

—Y yo no puedo controlar lo de Jake.

—Yo tampoco.

—De acuerdo. Me iré a dormir—soluciona.

—¡No! No te irás a dormir ahora.

—Estoy cansada—dice entre dientes.

—Yo también estoy cansado. Estaba quedándome dormido y respondí tu llamada y tú sólo comenzaste a… tirar mierda.

—No creo que merezca que me hables de esa forma.

Ahogo un gemido frustrado.

—Lo siento, pero es la verdad.

—Vaya disculpa.

—Dios, Bella, no lo compliques.

Un ruido lejano interrumpe la llamada y luego se abre una puerta, más risas y luego reconozco la voz de Ángela preguntando qué está mal.

—¿Me das un minuto? —Bella pregunta.

—Estoy orinándome, Bella—dice Ángela—, ¿puedo…? Haré como que no escucho.

Más ruido y luego Bella me habla.

—Esto no está llevándonos a ningún lado—dice—. Me iré a dormir ahora.

—No, antes quiero saber qué estás pensando.

—Sólo quería saber si habías pasado el rato con ella. Ya está bien—soluciona con un suspiro—. Haré como que los últimos minutos no sucedieron.

Ángela, supongo, tira de la cadena del inodoro.

—Pero…

—¿Vas a bañarte? —le pregunta a Bella, así que me callo.

—No.

—¿Entonces por qué estás en la bañera?

—Ángela, estoy teniendo una conversación aquí.

—Claro. Sólo recuerda quitarte la ropa si vas a bañarte. En caso de que estés demasiado borracha como para recordarlo—y entonces la puerta se cierra.

—¿Qué fue eso? ¿Estás borracha?

—¿Qué? ¡No!

—¿Entonces por qué ella dijo eso?

—No lo sé. Ella es la borracha.

Estoy empezando a enojarme. Me froto el rostro.

—Bella, no bebiste, ¿cierto?

—No, Edward.

—Promételo.

—¿Qué mierda? ¡No haría eso!

No, Bella no lo haría… ¿verdad?

—Creo que será mejor hablar luego—murmuro, deteniendo esto antes de que escale. Al diablo, podemos resolverlo después.

—Bien—acepta.

—Bien—respondo y ella cuelga.

xxx

Bella no llamó ni mensajeó el domingo y lo dejé ser. Hasta que comenzó a hacerse tarde y fui yo quien rompió el silencio, preguntando si estaba en camino.

Bella: En una hora, respondió.

Y luego un poco más tarde pregunté si todo iba bien y ella sólo dijo "claro."

Para cuando regresé del bar, ella ya estaba dormida y ni siquiera intenté despertarla.

Entonces llegó el lunes. Busqué su mirada en el baño y ella sólo sonrió levemente y me dio un asentimiento con la barbilla. Me regresó el abrazo y dejó que la besara, aunque rompió el beso al segundo siguiente.

Estuve caminando sobre hielo los primeros días luego de eso, pero ella no agregó ningún comentario. Me parece extraño que lo haya dejado ser, es decir, viniendo de Bella es lo menos que me esperaría.

Aunque no hemos tenido sexo… tal vez es su forma de vengarse.

Eso si lo esperaría de Bella.

Pero toda esa incomodidad se está yendo al diablo justo ahora porque estamos a punto de conocer el sexo del bebé.

Zafrina dijo que la barriga de Bella tenía el tamaño perfecto, lo que es bueno porque ambos creíamos que era demasiado pequeña. El bebé está bien y ahora sólo estoy observando el sobre que siento que puede darme todas las respuestas del universo.

—De acuerdo—Bella entra a la sala, alzando sus manos—. Hagámoslo.

—¿No quieres esperar un poco más?

Ella detiene sus pasos, me mira curiosa y se sienta a mi lado lentamente.

—¿Tú quieres esperar?

—No—me apresuro a responder—, ¿tú?

—No—incluso sacude su cabeza y se apresura a alcanzar el sobre de la mesa de centro.

—Bien.

Me giro en mi lugar, llevando un brazo al respaldo del sofá y apoyo la otra mano en mi rodilla, ansioso. Mi interior está deshaciéndose, tengo la bilis en la garganta y el estómago hecho nudos. Mis piernas están débiles y tiemblan, a pesar de que están firmemente apoyadas.

—Bien…—Bella se detiene de abrirlo y lo lleva a su pecho—¿niño?

—Si—le sonrío—, es un niño. ¿Piensas que es una niña?

—No, no pienso nada—bufa una risa.

Tamborileo mis dedos sobre el sofá y le asiento con la barbilla, animándola.

Ella inhala profundamente y noto que sus manos también están temblando incontrolablemente. Detiene sus movimientos otra vez.

—¿Quieres que lo veamos juntos? ¿O quieres que lo vea primero yo?

Lo pienso un momento y me froto la frente.

—Tú. Haz el anuncio.

—Ugh—gruñe—, está bien.

Sus movimientos ahora son certeros y de un segundo a otro, el sobre está abierto. Bella está deslizando el ultrasonido y mi mundo está temblando. Mis manos… no puedo controlarlas, sudan y tiemblan y quieren apretar cosas.

—¡Espera! —la detengo. Ella me mira con enormes ojos—. No estoy listo—salgo del sofá de un brinco y me paseo alrededor, llevándome las manos a la nuca.

—Edward—Bella gime—, vamos, no hay que pensarlo demasiado.

—¿Pero qué si…

—La ventaja es que no se trata de buenas o malas noticias—me anima.

—Es que…—me froto las manos en los muslos y me inclino, apoyándolas en mis rodillas.

—¿Qué?

—Ah, es que son cosas que… mierda—. Creo que voy a vomitar.

—¿Qué, Edward? ¿En verdad sería tan horrible una niña?

—¡No! No es eso—la miro y me revuelvo el pelo con ambas manos—. Carajo, no puedo hacer esto.

Su boca se abre, luce ofendida. Eso no salió como quería que saliera.

—¿Disculpa?

—¡No! No quise decir eso, sólo estoy nervioso. Demasiado.

—¡Ugh! —gruñe fuertemente—. Entre más tiempo pase, más nervioso estarás.

Asiento, nada convencido.

—Bien. Ahora, ven a sentarte—palmea el lugar junto a ella—, no creo poder contigo si te desmayas.

Puedo hacer esto. No es el fin del mundo. Si, claro, mi vida está a punto de cambiar… otra vez, pero ¿qué importa? No es para tanto. Sólo conoceré el sexo de mi bebé y se crearán un montón de posibilidades y oportunidades.

Podré comenzar a comprar pantaloncillos y ropa que sigue siendo fabricada bajo estándares sexistas, nada de qué preocuparse. Comenzaremos a lidiar con los comentarios de "será justo como su padre."

Ugh, esperemos que no. No quisiera que su vida estuviera arruinada antes de salir del vientre.

Ojalá se parezca a Bella. Bella tiene toda su mierda junta.

—Edward—Bella aprieta mi rodilla, haciéndome mirarla—respira—me recuerda.

—Estoy respirando—respondo, dándome cuenta de que no lo estaba haciendo—. Gracias.

—Bien—me da una mirada de advertencia—. Abriré esto.

Me concentro en su rostro, en sus ojos, en cualquier reacción que me revele la respuesta. Bella inhala y sostiene la respiración. El ultrasonido ya está en sus manos y su labio inferior está escondido detrás de sus dientes.

Entonces me mira con ojos brillantes y una gran sonrisa.


¡Hola! Les traigo un capítulo nuevo. Espero no tener ningún problema con este jaja.

Gracias por leer y por sus comentarios.

xoxo