67
Edward
La vida es buena.
Estoy feliz.
¡Y tendré un hijo!
Es jodidamente genial.
No me malinterpreten, si fuera una niña, habría estado igual de feliz, pero es sólo que estaba aterrado respecto al bebé siendo una niña. Pensaba que el esfuerzo sería el doble, el empeño, el estrés… y ahora entiendo que estaba equivocado, porque el niño me está estresando igual… o el doble.
Toda mi vida había dejado que las cosas fluyeran, que todo siguiera su curso sin ninguna intervención por mi parte… hasta que todo parecía muy claro. Ahí era cuando yo lo arruinaba.
La escuela nunca fue un martirio para mí. Siempre tuve amigos y tuve también la suerte de pertenecer a un grupo. Nunca experimenté eso de sólo tener un amigo, lo que significaría que cuando este cayera enfermo o no asistiera a clases, yo tendría que pasármela solo.
Nunca hice el ridículo frente a todo el mundo.
Terminé la preparatoria con un montón de amigos y de novias.
¿Dudar sobre la universidad? Nunca me pasó. Siempre tuve claro lo que quería hacer… aunque no mentiré y diré que no tuve miedo de que mi papá se sintiera algo decepcionado de mí.
Siempre pensé que él querría que fuera a la escuela de medicina, pero él y mamá fueron cálidos cuando empecé a hablar sobre lo que me gustaba y sobre lo que quería hacer.
Además, esa presión se quitó un poco cuando Alice empezó a mostrar interés por farmacología. Ella sería la salvación de papá… si es que él necesitaba alguna.
Me gradué. Con amigos. Y con más novias.
¿Trabajo? No fue difícil conseguirlo. Primero como pasante en el periódico local, luego en otra revista y finalmente en Le Monde.
En lo que era todo un experto era en arruinar las cosas con las personas.
La novia que más me duró fue Lauren y, dentro de mí, sabía que era por mis complejos e ideas estúpidas que saqué de una caja de cereal, contrario a lo que solía decir de "tengo 17, no se supone que tengo que tener relaciones significativas."
El problema era yo.
Y con ella lo dejé libre, lo dejé ser.
Estoy seguro de que fue a la chica que más lastimé.
Y Lauren no se merecía eso.
Y saber que no se merecía eso me asustó. Me asustó no poder controlarlo, pero fui un jodido gallina y dejé que mis miedos tomaran el control a pesar de lo mucho que me aterraba no poder vencerlos.
Mis demonios me daban miedo, pero más miedo me daba no poder lidiar con ellos.
Y cuando todo comenzó a verse claro con Lo, la cagué en grande. Me aparté y me esforzaba en que las cosas no me afectaran, sabía que no tenía que estar muy adentro. Actuaba de esa forma, más no lo sentía, pero es cierto eso que dicen que primero tienes que creértelo tú.
Dejé de preguntarle cómo había ido su día, a pesar de que me moría por saber.
Dejé de estar ahí para ella cuando su madre la hacía llorar. A pesar de que quería darle palabras de consuelo.
Y luego dejé de tomarle la mano y comencé a quedarme callado cuando ella hablaba del futuro.
Entonces ya no pudo soportarlo.
Era demasiado el peso en mi consciencia y la culpabilidad que cuando Bella llegó, intenté hacerlo bien.
Me equivoqué, claro que me equivoqué, pero… al menos lo estaba intentando.
El bebé me asustó muchísimo, claro que lo hizo. No tenía sentido que yo, el evitativo y cobarde de toda la vida, recibiera con brazos abiertos una cosa así de grande.
Ni que estuviera tan cómodo y feliz al respecto.
Pero un hijo no es algo de lo que puedas huir (ya sé que muchos si lo hacen, pero no quería ser ese tipo de persona) y fue cuando dije "mierda, lo intentaste demasiado, Edward."
Sin pensarlo más, lo acepté en voz alta y estuve activamente dispuesto a seguir con esto.
Ya lidiaría con la crisis y el arrepentimiento después.
Bueno, ya estoy lidiando con la crisis, pero Bella… ella parece estar tan serena y segura y la quiero demasiado, creo que esto es lo único que me ha detenido de arrepentirme.
Pero la crisis sigue y sigue… Como ahora. Con Alice al teléfono.
—¡Ah! —gime en disgusto—. Desearía poder estar ahí… o al menos desearía que hubieran esperado para embarazarse cuando estuviera en casa ¡gracias por eso! —grita.
Le ruedo los ojos y me revuelvo el cabello en un gesto ansioso.
—Cierra la boca, Alice.
—Como sea, ¿cómo está ella? ¿ya se le nota?
—Si, ya está creciendo. Bella está bien—miro por la ventanilla, hacia el supermercado, esperando por ella.
Dejé que Bella fuera sola en busca de un postre porque necesitaba tener esta conversación con Alice y no quería que me viera en este estado. Ella parece tener toda su mierda junta respecto al embarazo y eso también me aterra. ¿Cómo lo hace? ¿Lo estoy haciendo yo bien? Si le digo que tengo miedo, ¿creerá que esto no saldrá bien?
—Deberías tomarle una foto a su panza, quiero verla—dice Alice.
—Tengo algunas. Puedo enviártelas.
—Si, genial.
—¿Cómo está tu nueva casa?
—Mmm—suspira—. Bien, mi única queja es que ella llena el refrigerador con demasiado yogur—ríe.
Sonrío y suspiro. Alice permanece en silencio del otro lado de la línea por un rato.
—¿Qué? —inquiere—, ¿qué te pasa?
—Nada.
—Edward.
Resoplo una risa.
—Ya conocemos el sexo del bebé.
—¡Oohh! —Alice chilla—, ¿enserio? ¿y por qué no suenas muy contento?
—Estoy contento. Estoy feliz.
—¿Bien? ¿Y? ¿Niño? ¿Niña?
—Adivina.
—¡Ugh! —Alice gruñe y regreso mi vista a la puerta del supermercado. Bella sigue sin aparecer—. ¡Niña! Es una niña, quiero una sobrina.
—Es un niño.
—¡Carajo! —grita—. ¡Un niño también está bien! —dice entre risas—. Espera, ¿mamá y papá lo saben?
—Estamos en camino a decirles. Quería que lo supieras al mismo tiempo que ellos.
—Aww—Alice gime—. Bueno, gracias. ¡Un niño, Edward! Será muy guapo.
Pff, claro.
—Por supuesto que será guapo, Alice.
Ella ríe entre dientes.
—¿Entonces? ¿Por qué estás preocupado?
—Sólo tengo algo de miedo, ¿sabes? Todo parece moverse muy rápido y al mismo tiempo todo se mueve lento. Quiero conocerlo, pero entonces me da miedo cagarla.
Alice vuelve a reír.
—Todo el mundo hace eso, Edward.
—Pero…
—Papá y mamá la cagaron miles de veces, pero hicieron lo que pudieron… y aquí estamos, con traumas, pero respirando.
Me río de ella.
—¿Crees que papá hubiera permitido que dejaras de respirar?
—Entonces creo que sólo estamos aquí porque él es doctor.
—Seguro si, pero… no quiero hacer lo que pueda, Alice—me froto los ojos—. Quiero hacerlo bien.
—Pues entonces hazlo bien, Edward. Bella estará ahí y apuesto a que ella se siente igual. Pregúntale.
—Parece tener toda su mierda junta.
—Pregúntale—insiste—. Eh, lamento esto, pero mi examen está a punto de comenzar.
—Si, claro. Buena suerte con eso.
—Felicidades, Edward. Dile a Bella que estoy feliz por ustedes.
—Lo haré.
—Llámame después, para continuar con esta conversación.
—Si, si—la aplaco.
Alice cuelga y paso el rato deslizando el dedo por la pantalla de mi celular, viendo las fotografías que le he tomado a Bella en todo este tiempo.
Decido no angustiarme demasiado justo ahora, no puedo tener una crisis cuando ella puede subir al auto en cualquier momento y menos cuando estamos rumbo a casa de mis padres.
La observo caminar hasta el auto, deteniéndose en la acera cuando los autos pasean por el estacionamiento. Su coleta vuela con el viento y decido que debo preguntárselo. Alice tiene razón. No puedo ocultarle esto que estoy sintiendo, podría explotar en cualquier momento y no puedo hacerle eso a ella.
No ahora. Nunca.
Estamos juntos en esto.
—Hey—me sonríe al entrar—. Espero que les guste el de chocolate porque quiero chocolate.
—Les gustan todos—digo y me inclino a buscar su boca.
—¿Estás nervioso? —pregunta luego del beso.
—Mmm—lo considero—. No mucho en realidad. Lo tomarán bien. Estarán felices.
—Espero—murmura Bella antes de colocarse el cinturón de seguridad.
Bella
Fui capaz de escaparme de Swan Crops para reunirme con los agentes de bienes raíces que me ayudarán con la venta de la casa de papá. Aunque no fueron muy alentadores.
En pocas palabras, la enorme casa de Charlie es demasiado para la gente de Forks, así que es muy probable que permanezca en el mercado por mucho tiempo.
Será una eterna nube sobre mi cabeza.
Una pesada nube de la que quiero deshacerme y al mismo tiempo no.
La gente de Forks no suele comprar mansiones o enormes casas.
La mansión de Eleazar y Carmen le pertenecía a un ex alcalde de la ciudad y ellos sólo se encargaron de algunas renovaciones. Charlie le compró su casa al dueño de un par de restaurantes de la ciudad, antes de que cerraran y él se mudara.
Ahora necesito a una persona igual de rica para que compre la casa de Charlie.
Chasqueo la lengua en descontento y golpeo el volante con mi pulgar, al ritmo de la música.
Ojalá todo fuera tan sencillo.
Ojalá tuviera el valor suficiente para mudarme ahí.
Ojalá Edward no tuviera una casa propia, así podría llevarlo conmigo como un equipaje más.
Ojalá pudiéramos mudarnos al norte y criar a nuestro hijo ahí.
Ojalá pudiéramos tomar las piezas como si de un rompecabezas se tratara para comenzar a armar esto.
El nudo en mi garganta se hace más grande cada vez y finalmente me rindo ante las lágrimas. Un suspiro cortado se me escapa y mi garganta parece aliviarse. Todo es tan complicado y sólo faltan veinte días para el aniversario luctuoso de papá.
¿Enserio mi mente me hará contar los días? Vaya cagada.
Cuando llego a casa, hay ruido en la cocina y termino de limpiarme las comisuras de los ojos. Edward ya está viniendo por el pasillo a mis espaldas.
—¡Hey! —saluda y puedo escuchar su sonrisa—. ¿Cómo estuvo?
Trago y finjo que hay un problema con el seguro de la puerta al garaje.
—Bien—murmuro—. O algo así. ¿Qué estás haciendo?
—Ah, espero que no te moleste, pero comencé a mudarme—anuncia, todavía a mis espaldas.
Esbozo una sonrisa y ruedo los ojos.
—Y traje mis tres cucharas—continúa orgulloso.
Carraspeo y me giro, pero mantengo mis ojos pegados al suelo.
—Eso es un gran paso.
—Lo es—acepta.
Él zambute sus manos en sus bolsillos y se balancea en su lugar. Paso de largo y voy hacia la cocina, dispuesta a ver el desastre que él pudiera tener ahí.
—Aww—él gime en voz alta detrás de mí—¿no tengo mi beso de "es bueno verte"?
Me detengo en la entrada a la cocina y él toma mi rostro entre sus manos, alzándolo.
—No es que no quiera un beso, pero en realidad sólo era una excusa para verte a la cara—murmura, con un gesto de preocupación en su frente—. Enserio, ¿cómo estuvo?
Suspiro en derrota, dejando caer mis hombros.
—Mal.
—¿Por qué? —Edward peina mi cabello mientras la otra mano permanece en mi mejilla.
—Básicamente necesito a una persona igual de rica que Charlie para que compre su casa… y no hay muchas de esas en Forks.
Edward bufa una risa.
—¿Y qué más?
—Nada. Sólo eso.
—¿Y por qué es malo? —frunce el ceño en confusión. Aleja sus manos de mí y se cruza de brazos.
—Porque quiero terminar con el asunto de la casa lo más pronto posible. A este paso estará en el mercado por años.
Edward no responde a eso. Sólo se adentra a la cocina y ocupa sus manos con las cosas en la encimera. Observo mis alrededores.
Él no tiene un gran desorden, pero noto sus tazas y trajo también su cafetera.
—¿Por qué es tan malo que la casa esté en el mercado por mucho tiempo? —pregunta luego de un rato.
Me siento en un taburete y alcanzo la bolsa de Lays que él ha abierto. Tomo una papita y la mastico.
—Porque no me la podré quitar de encima. Estará en mi cabeza todo este tiempo.
Edward continúa ocupando sus manos con los sobres de endulzante y también noto que trajo mucho de lo que había en su alacena. Parece estar pensando algo.
—¿Qué? —pregunto, tomando otra papita.
—¿Por qué no…—se detiene—¿por qué nunca intentaste quedarte con ella? ¿por qué no te mudaste?
Inhalo, deseando no tener esta conversación.
—Ya te lo había dicho antes—comienzo—, esta casa tiene un significado especial para mí.
—¿Más que la casa de tu papá?
Rasco mi frente en un gesto incómodo. Edward se gira y alcanza unas latas que después lleva a la alacena. Observo su espalda.
—Si—asiento—. Él sólo compró esa casa por necesidad, él simplemente pudo quedarse aquí.
—Sigue siendo su casa—Edward murmura entre dientes, como no queriendo que lo escuche.
—Lo sé.
—Bien—asiente.
Le entrecierro los ojos. No puedo evitar sentir que está juzgándome de alguna manera. ¿Está otra vez con esas mierdas de "si yo tuviera dos casas…", "si yo estuviera en tu lugar…"?
—Y luego está la parte en la que soy demasiado cobarde como para ir ahí.
Él me mira sobre su hombro y detiene sus movimientos.
—¿Acaso no fuiste ahí cuando huiste de mí? ¿Qué es diferente ahora?
Cuando regresa a la encimera, le respondo.
—¿Estás juzgándome? ¿Por qué estás tan interesado en esto?
Se encoge de hombros.
—No te estoy juzgando, sólo quiero entenderte. ¿No tienes nada de qué huir ahora?
—No—carraspeo, incómoda—. Creo que no. Sólo no quiero quedarme con esa casa.
—Bien—acepta, tomando una taza.
Lo observo atentamente. No puedo evitar pensar que hay algo más, ¿no se atreve a preguntar algo?
—¿Qué? —murmura confundido.
—Estás actuando muy raro.
—¿Raro? No, qué va—resuelve.
—¿Enserio?
Edward me da una sonrisa torcida y toma otra taza en su mano.
—Enserio.
xxx
—No lo hagas—Edward repite, mirándome desde la cama.
Dejo salir una risa entre dientes mientras termino de abrochar los botones de mi blusa.
—Deberías de estar feliz.
Me frunce el ceño y alcanza su celular para ver la hora.
—¿Por qué? —pregunta al tiempo que se incorpora con un quejido.
—Porque estamos creando un lazo.
Él bufa y se revuelve el cabello con ambas manos, como si quisiera peinarlo.
—¿No se supone que las nueras y las suegras tienen que forjar relaciones?
—No necesariamente—masculla, yendo hasta el clóset—. La mamá de Paul sólo ve a su suegra en diciembre… y en su cumpleaños y sus padres siguen felizmente casados… ¿no crees que esa es la razón por la cual siguen juntos? —me alza las cejas.
Me río. Él está poniéndose la playera del bar.
—No imaginé que los padres de Paul siguieran juntos. Tiene pinta de hijo de padres divorciados.
Edward lanza una carcajada limpia.
—O tal vez por eso es como es—murmura entre dientes.
—Al igual que tú, ¿cierto?
Edward me arroja la primera prenda que alcanza a la cara.
—Cállate.
—¿Y Seth?
—¿Qué?
—Sus padres.
—Siguen juntos.
—Eso no puede ser posible—entro al baño y él me sigue, alcanzando su cepillo de dientes.
—¿Por qué no? —me frunce el ceño a través del espejo.
—No es posible que todos tus amigos tengan a sus dos padres—digo, jalando mis mejillas, esperando quitar el rastro de sueño de mi rostro.
Al llegar a casa, me saqué la ropa del trabajo y me metí a la cama. Cuando medio desperté, Edward me estaba rodeando con su brazo, durmiendo también cómodamente.
—¿Qué clase de amigos tienes? —se ríe con boca espumosa.
—Siempre está el divorcio, el papá de los cigarrillos, el matrimonio estable y el matrimonio que estaría mejor separado en un grupo de amigos, Edward. Así es como las personas se relacionan.
Él escupe.
—¿Se huelen entre ellas?
—Exacto.
—Ahora que lo pienso, tu madre fue una madre de cigarrillos—dice señalándome con el cepillo.
—No hay necesidad de ser tan cruel—murmuro, colocándome labial.
Él me observa atentamente.
—¿No has intentado hablar con ella nunca?
—No tengo manera de contactarla.
Edward va a decir algo más, pero el timbre suena.
—Ah—sonrío—. Esa es tu mamá.
Gime en disgusto y bajo las escaleras para saludar a Esme. Ella está usando un lindo vestido floreado y su cabello le cae a los costados en suaves ondas cobrizas.
—Bella—me sonríe—, ¿cómo estás?
—Muy bien. ¿Tú? Pasa.
—Feliz—acepta con un asentimiento—. Tienes una casa muy linda.
—Luce más bonita sin el desorden—mascullo, yendo a la sala con ella y arrojando una playera de Edward lejos—. Edward sigue aquí. Está a punto de ir al bar. ¿Necesitas usar el baño? ¿Quieres agua?
—Estoy bien—ella agita su mano—. Sólo quiero saludarlo.
Edward no tarda mucho en bajar las escaleras y viene directo a la sala.
—Hola, mamá—saluda, pero no se escucha muy contento. Continúa revolviéndose el cabello.
—Ah, no finjas tanto entusiasmo—Esme le dice, acercándose para besarle la mejilla—¿cómo estás?
—Bien—él aleja las manos de Esme, que intentan acomodar el cuello de su playera—. Puedo hacer eso solo—masculla y luce como un adolescente demasiado avergonzado porque su madre lo está haciendo quedar mal frente a sus totalmente geniales amigos.
Me río y alcanzo mi bolso. Ahora Esme está tratando de domar el cabello revoltoso de Edward. Él suspira, frustrado y da un paso hacia atrás.
—Ya me voy—anuncia—. Se hace tarde.
—Bien. Nosotras también—le sonrío y voy hacia el recibidor.
Esme me sigue, ajustando su bolso en su hombro.
—Bien—él dice, pasando su mirada entre ambas—. Diviértanse—y por su tono, no nos desea en verdad eso.
Es tan ridículo.
—Tú también—le sonrío—. Trabaja duro… pero no tan duro—alzo el puño.
—Y no fumes—Esme comenta.
Edward le frunce el ceño.
—No fumo.
—Bien. No lo hagas—sentencia—. Eres vulnerable, es un peligro latente en esa clase de lugares—gruñe.
—¿Qué lugares? —Edward alza los ojos al cielo.
—Esos…—ella agita su mano desdeñosamente, con una mueca en su boca—de perdición.
Edward ríe sin ganas.
—Adiós entonces—y luego nos señala—. No hablen mucho entre ustedes.
Esme pone un cierre a su boca y arroja la llave. Edward le entrecierra los ojos y después me mira, dándome una pequeña sonrisa.
—Te veo más tarde.
Asiento, deseando ir hasta él y besarlo, pero eso sería raro con su mamá aquí. Él parece pensar lo mismo porque me sostiene la mirada por un rato, incómodo y deseoso.
Es como intentar besar a tu novia adolescente frente a tu madre… como si él no hubiera puesto un bebé dentro de mí.
Usamos el auto de Esme por petición de ella y ella maneja hasta el centro comercial.
—Ustedes son muy lindos—dice, mirándome brevemente mientras tamborilea su pulgar en el volante—. Estoy feliz de que hayan terminado juntos.
De acuerdo, seguramente eso les dijo a todas sus novias. O lo ensayó.
Le sigo la corriente.
—¿Enserio?
—Claro. Antes no era muy cool que hablara con las otras chicas—rueda los ojos—. Por eso me sorprendió que él no estuviera enviándome mensajes tratando de disuadirme de esto—se detiene abruptamente—. Lo siento. No debería estar hablando de las otras chicas.
Le sonrío.
—No importa. Sé que hubo muchas.
—Por favor no le digas que dije eso. Va a matarme.
—No lo haré—alzo las manos—. Palabra de niña exploradora.
Esme ríe y enciende la direccional. Sus ojos están pegados al retrovisor, pero continúa hablándome.
—Es bueno que hagamos esto—dice—. Ninguna de las dos sabe mucho de la otra.
—Si—acepto y juego con mis manos en mi regazo—. Apuesto a que esto no es lo que pensabas que pasaría con Edward. Pareces el tipo de madre que planea todo a la perfección. Tal vez pensabas que Edward tendría hijos después de casarse, después de que tú y Carlisle conocieran a su esposa por años.
—Bueno, no exactamente, pero en verdad nunca pensé que las cosas serían así—acepta y me da una sonrisa de disculpa.
—Está bien, creo que nadie lo espera—me encojo de hombros—. Yo tampoco planeé esto para mí. Y dudo mucho que él siquiera lo haya pensado.
Esme abre la boca para decir algo, pero la cierra abruptamente. En su lugar, cambia la estación de radio.
—¿Qué? —presiono.
—Nada, sólo…—agita su mano.
—Ay, vamos, puedes preguntar lo que sea. Creo que nos saltamos la etapa de las formalidades.
Ella ríe entre dientes y se echa el cabello hacia atrás.
—Bueno…—aprieta los labios—es algo que me ha estado dando vueltas en la cabeza.
—¿Sí?
Ella me mira brevemente y regresa su vista al frente.
—¿Ustedes no…? —carraspea—¿ustedes no se cuidaron? —su voz se hace más bajita.
Bufo una risa y miro por mi ventanilla, avergonzada. Bueno, después de todo, yo fui la que mencionó lo de las formalidades.
—Tenía el DIU—respondo—. Pero al parecer no funcionó.
—Ugh—arruga la nariz—. Yo intenté con el DIU… y fue horrible. La pasé fatal.
—¿Enserio?
Asiente.
—Enserio. Carlisle decidió hacerse la vasectomía.
—Ah.
—Ninguno de los dos podía decidirse entre uno o dos niños—se ríe, recordando—, así que apostamos. Si era un niño, uno sería suficiente. Si era una niña, intentaríamos darle un hermano… parece que Alice estaba destinada a ser.
Me río. No me imaginé a los padres de Edward así. Más bien los imaginé tachando y circulando días en calendarios, contando meses y años.
—Pero Alice no debe de saberlo.
Ahora soy yo la que se cierra la boca y arroja la llave.
Nos reímos y creo que pasar tiempo con la madre de Edward no puede ser tan malo después de todo.
xxx
El resto del camino al centro comercial está lleno de charla trivial. Esme pregunta por Swan Crops y por mi familia y, tácitamente, me hace saber que es necesario que se conozcan (lo cual ya había pensado antes, pero lo eché al fondo de mi mente), pregunta por mi papá e intento responder todas sus preguntas a pesar del nudo en mi garganta.
Ella dice que, si lo deseo, puedo llamarla si mi familia quiere hacer algún tipo de celebración luctuosa por su primer aniversario. Ella asegura que estará ahí para "darme apoyo moral," lo cual es lindo.
Le digo que todavía no lo tenemos muy claro, en lugar de decirle que es obvio que nadie está diciendo nada porque todos lo estamos ignorando. Está en nuestra vista periférica, pero simplemente no queremos verlo.
—Tal vez puedas conocer a Carmen antes… ya sabes, un aniversario luctuoso no es muy apropiado para intercambiar números—le digo y ella acepta, satisfecha.
Me cuenta sobre su vida con Carlisle y no puedo creer lo increíblemente tiernos que me parecen. ¿Por qué, siquiera, Edward tiene problemas expresando sus sentimientos si tiene a dos padres geniales como ellos?
Concluyo que Edward es simplemente raro.
Hablamos un poco más del bebé y ella me pregunta sobre nombres. Le cuento los planes de Edward de darle un nombre de elfo y ella jura que mantendrá una seria conversación con él.
Ya en el centro comercial, entramos a las diferentes tiendas de bebés y compramos algo de ropa. Ella le compra también un oso de peluche pequeño y cuando entramos a la tercera tienda -antes de ir a cenar-, encontramos una enorme jirafa de peluche.
Tal vez él pueda jugar con ella hasta cuando sea mucho mayor, pero es tan linda.
La aparto con un anticipo, sabiendo que Edward no estará nada contento conmigo comprándola. Le tomo una fotografía y tecleo un mensaje para él. Ya lo verá en cualquier rato libre que tenga.
Bella: Espero que te guste lo suficiente porque para cuando veas este mensaje, ya la habré apartado.
Caminamos hasta el área de restaurantes y nos decidimos por comida thai.
Durante la cena, Esme me habla de Alice y yo sólo pienso en lo feliz y orgullosa que suena cuando habla de sus hijos, sin importar qué hagan ellos.
Estoy segura que si Alice levantara una cuchara del piso o Edward hiciera su primer nudo de corbata solo, Esme lo presumiría como una bandera en desfile.
Es bueno ver algo así.
Quiero ser todo lo que nunca tuve.
Espero poder hacerlo.
Ojalá yo pueda ser como ella.
Edward
—Y Diego dijo "no puedes hacer eso, vas a lastimarte," pero lo hice y no pasó nada, ¿entiendes? —Seth parlotea y me golpea en el hombro.
—No—respondo.
—Bueno, así fue como las cosas sucedieron—finaliza con un suspiro y tamborilea sus dedos en la barra—. Ah, en verdad él es genial.
—¿Sí?
—Si—asiente—. Quiero que lo conozcas. Te caerá bien.
—Me caerá bien cuando pase tiempo y vea que no es un cretino—le digo y alcanzo dos copas olvidadas en la barra.
Seth gruñe.
—No es un cretino. Él es dulce. Además…—pica mi pecho—yo siempre le he dado oportunidad a tus novias.
—Es diferente—resuelvo.
—¿Por qué es diferente? —Seth se cruza de brazos y apoya su cadera en la barra.
—Porque son sólo chicas, que van y vienen.
—Excepto Bella, esa se quedó pegada a ti—él se ríe y se cubre la boca con la mano cuando le doy una mirada aburrida—. Bueno, ellos también son chicos que van y vienen.
—No es cierto—insisto—. Eres Seth. Te enamoras muy fácilmente y luego ellos hacen algo y soy yo quien tiene que limpiar tus mocos.
—Perdón por necesitar apoyo.
—Cierra la boca. Sabes lo que quiero decir.
—Bueno, pero Diego es diferente—finaliza.
No añado más porque no es una conversación que ganaré, así que me concentro en terminar de limpiar los pequeños charcos en la barra. Seth se entretiene con su celular y suelta risitas de vez en cuando.
—¿Dónde mierda está Paul? —pregunto, de pronto echándolo de menos.
Seth me frunce el ceño y mira alrededor.
—Mmm, es cierto, ¿tal vez está en el baño? Ah…—Seth chasquea los dedos, recordando—tal vez está en la calle, en algún punto de la noche dijo que iría a buscar algo al Impala.
—Pues no lo sé, pero me hizo limpiar todo esto solo—señalo alrededor—. Ah, adivina qué, Bella fue con mi mamá al centro comercial.
Seth alza las cejas, sorprendido.
—Ya sabes, "crear vínculos"—hago las comillas y saco mi celular de mi bolsillo—, y me envió esta foto, voy a comprarle esta jirafa a mi bebé.
Él toma el teléfono de mis manos y sonríe, haciendo un "aww."
—¡Es tan tierna! ¡Y tú eres tierno diciendo "mi bebé"! —pica mi pecho—. Ya quiero conocerlo. Le haré una pintura. Haré que alguien me pinte a mí sentado en una gran silla y él puede estar en una más pequeña a mi lado—ofrece y luego abre los ojos, con una gran idea en mente—Dios, ¿puede llevar mi nombre?
Me río de él.
—Sólo acepto la parte de la pintura porque eso sería jodidamente gracioso.
—Podemos conseguirle un traje. Y un sombrero de copa, ¿crees que vendan monóculos de bolsillo para bebés?
Me río junto a él.
—Deberíamos buscar algo así—acepto.
—Ah, Edward, nacerá en septiembre—aplaude—, pensemos en su primer disfraz de Halloween.
—Fácil—me encojo—. Chucky.
—¡Aahh! —Seth se carcajea—. Más le vale tener tu pelo. O siempre podemos teñírselo, ¿crees que Bella lo permita?
—Puede que nazca sin pelo.
—¡Pelucas para bebés! —él ofrece.
Me río con él y le palmeo la espalda.
—Iré al baño. Busca algo de eso—señalo mi celular con mi barbilla y entro a la oficina.
Voy hasta el baño y cuando enciendo la luz me quedo de piedra.
¿Qué mierda?
Paul está ahí.
Con una chica.
Una castaña que está sentada en la mesada del lavabo.
Una castaña que he visto por ahí.
Ambos están jadeantes y con cabellos revueltos.
Y no estoy seguro de en dónde está la mano de Paul.
Y no quiero saber.
—¿Qué…
—¡Encontré una peluca! —Seth me interrumpe, gritando desde la puerta de la oficina.
Paul mira hacia allá, nervioso, mientras la chica continúa mirándome con enormes ojos sorprendidos… y algo asustados.
—¡Paul! —grita Seth, que ya está a mi lado.
¡Hola! Otro capítulo que me gustó bastante, acabo de recordar.
Me gustó mucho escribir a Bella y a Esme, me dan ternura.
Y también, finalmente, conocemos más de lo que pasa por esa cabeza loca y desordenada de Edward. Me gustó mucho usar al bebé como un "¡Edward, despierta!" Me encanta cuando los personajes parecen inseguros y hasta inmaduros y de pronto tienen que cambiar su chip ante situaciones. El bebé sólo llegó para mejorar la vida de ambos: Bella ya no está tan sola, ya tiene algo para ella. Y Edward ya podrá afrontar sus miedos y empezar a disfrutar sus relaciones interpersonales. Se le llama desarrollo de personaje, Karen.
¡Y Paul! ¿Tendremos desarrollo de personaje para él también? Quién sabe.
Muchas gracias por leer. Amo sus rr de "es hoy" para recordarme de la actualización. No paren de hacerlo. Son como mi alarma jaja.
Las amo, nos seguimos leyendo.
