72
Edward
Heidi y yo observamos a las personas caminar por el comedor. Ella juega con su limonada y yo tamborileo los dedos sobre la mesa mientras esperamos a que Victoria y Eric regresen con nuestra comida. Ellos fueron a conseguir algo de sushi y decidimos venir a la cafetería en un intento por no apestar la oficina.
—No queremos quitarle el puesto a los Sirenitos de Marketing—dijo Heidi.
—¿Cómo está Bella? —pregunta de pronto, alejando su vista de los de Recursos Humanos.
—Ya está bien—respondo—. Se siente mejor. Incluso siguió con lo de la habitación del bebé.
Ella sonríe.
—Genial. ¿Es divertido hacer esas cosas?
—Bastante, si—me giro en mi asiento para enfrentarla completamente—, es emocionante.
—Mmm—ella murmura—, quiero un bebé.
Le sonrío, alzándole las cejas.
—Díselo a Demetri.
—Ugh—ella gruñe, pero una sonrisa está apareciendo en su boca—, es un idiota. Un guapo, divertido y cachondo idiota.
Me río y estiro mis piernas, poniéndome cómodo.
—No habías tenido algo que durara tanto desde hace un buen rato—comento.
—Ya sé—ella suspira, mirándose las manos.
—¿Ya es oficial? ¿Lo harás?
—¿El sexo? Seh—se ríe.
—Hablaba de hacerlo oficial.
—Ah—ella finge demencia—no sé. Tal vez. Quién sabe. ¿Lo vas a hacer tú? —me señala con su barbilla, dejando su bebida quieta.
—Creo que ya es muy oficial.
—Hablaba del sexo—dice, riéndose.
—Ah, vete al diablo.
—¿Tuvieron una celebración cachonda por tu ascenso? —pero ella no cede. Mal de mí por pensar que lo haría.
—Creo que fue suficiente—respondo, pensando en los movimientos de Bella, en su garganta tallando mi punta mientras…—seh, estuvo genial.
—No fue suficiente—ella intuye, riéndose.
—No, no lo fue.
Pasa un momento después de las risas antes de que ella vuelva a hablar.
—¿Puedo preguntarte algo? —se ajusta sus anteojos.
—Creo que vas a preguntarlo de igual forma.
—Mierda que si—bufa una risa—, ¿por qué ustedes están tan metidos en eso del sexo anal?
Suspiro, contemplando una respuesta.
—Ehh…—rasco mi ceja—, supongo que porque estamos interesados en la variedad.
—Háganlo con una cubana o con una asiática entonces.
Me río y me revuelvo el cabello.
—Las mujeres que lo hacen o están dispuestas a hacerlo son más sexys, esa es otra razón. Y la preparación es demasiado larga, es como un previo jodidamente bueno.
—Creí que era más como una mierda dominante.
—También eso—acepto—, y es menos íntimo. No está esa mierda de mirarse a los ojos y darse besos.
—¡Pero eso es lindo!
Me encojo de hombros.
—¿Acaso no te gusta? —pelea—. ¿No te gusta ver a Bella a la cara? Se lo diré—me señala acusadoramente.
—Nunca dije que no me gustaba—la detengo—, es diferente en una relación comprometida.
—¿Apoco hay gente que hace el anal con desconocidos?
—Apuesto a que si—le frunzo el ceño. Ella hace una cara de disgusto—, ¿por qué? ¿ya lo hiciste?
—No, pero a él le gusta. ¿Tú? ¿Lo has hecho?
—Nah.
—¿Y no te gusta eso?
—Es como si lo hubiera bloqueado—explico, alcanzando la tapa de su limonada sólo para tener algo que hacer con mis manos—, como mi fantasía del trío. Iba a ser muy raro encontrar a alguien dispuesta, así que sólo lo ignoré.
—¿Qué hay de Bella? Se gustan demasiado, ¿por qué no le dices?
—No sé si lo consideraría. Es atrevida, pero no sé si así de atrevida.
—No pierdes nada al decirle.
—¿Vas a hacerlo tú?
Ella mira sobre mi hombro antes de responder. Escucho las voces de Eric y Victoria atrás de mí.
—Tal vez—dice con una sonrisa traviesa.
Bella
Las tareas de la boda se acumulan de pronto frente a nosotras. Y todo parece demasiado urgente.
Pincho otro boneless con mi tenedor y me inclino para continuar con el acomodo de asientos junto a Rosalie.
Jessica sube el volumen de la música mientras Ángela sólo pasa el rato deslizando su dedo por la pantalla de su celular.
—¿Te estás poniendo nerviosa? —cuestiona Jessica a Rosalie, inclinándose para sumergir su alita en el ranch.
—Bastante, si—acepta ella—. Tengo estos nervios locos y el presentimiento de que algo puede salir muy mal.
—Nada va a salir mal—la tranquiliza Ángela—. Mira, encontré un artículo de las cosas que tienes que hacer cuando la boda se acerca.
—¿Qué dice? —le pregunta—. Ugh, el hombre calvo va junto al raro de bigotes, Bella—me arrebata su lápiz digital y corrige mi error en su iPad.
—"Cosas para hacer antes de tu gran día…—comienza Ángela—primero, relájate…"
—Es más fácil decirlo que hacerlo—masculla Rose.
—"Confía en que todo saldrá perfectamente. Pasaste mucho tiempo planeando cada detalle y con la ayuda de tus damas de honor o planeadora de bodas, todo estará bajo control…"
—Nosotras somos todo eso—Jessica se palmea en la espalda.
—"¿Qué hacer una noche antes? Bebe agua"—Ángela se ríe.
—¿Qué? Imposible que diga eso—Rose le frunce el ceño.
—Wow, cómo se le podría ocurrir a alguien hacer eso—se burla Jessica, tomando otra alita.
—Hemos estado haciéndolo mal—me estiro, apoyando mi espalda en el sofá y estiro mis piernas para que queden debajo de la mesa de centro—. Las mujeres deberían beber agua hasta la noche antes de su boda.
—Es el rito de iniciación para la femineidad—dice Ángela.
—Más que la menstruación—la señala Jessica, en acuerdo.
—Metas—Rose muestra las palmas y pone cara llorosa.
—Ese artículo está lleno de mierda—golpeo la pantorrilla de Ángela.
—Yo no lo escribí, ¿sí? —me mira. Le ruedo los ojos desde mi lugar en el piso.
—Oh, echen un vistazo a mis elecciones de maquillaje—Rose les dice, señalando su carpeta de novia—. Sigamos con esto—me mira.
—¿Tus padres se sentarán con Eleazar y Carmen?
—Si, es lo más conveniente—ella agita su mano—. Ah, y hay una mesa especialmente grande para todos ustedes. Ya sabes, la juventud y lo senil no deben mezclarse. Por cierto…—mira a Jessica—¿llevarás a alguien a la boda? ¿sigues saliendo o lo que sea que estés haciendo con Mike?
—Ah, terminé con Mike—Jessica agita su mano, despegando sus ojos del portafolio de maquillaje.
—¿Qué? ¿Por qué? ¿Desde cuándo? —Ángela cuestiona, mordisqueando una tira de zanahoria.
—Hace como dos semanas—hace una mueca—. Demasiado pegajoso y necesitado—saca la lengua, en disgusto.
—Jessica, espero algún día verte caminar hacia el altar—Rose la sujeta de la pierna, mirándola desde abajo— y que dure. Será gracioso verte perder tu miedo al compromiso.
—Nunca voy a arruinar mi vida casándome—Jessica sacude su pierna, deshaciéndose del agarre de Rose—. O teniendo un hijo—me señala.
—Claro—Ángela murmura.
—¿Qué es esto? —Rose cuestiona con disgusto—¿bodas? ¿bebés? ¿en qué momento nos hicimos viejas?
—¡Ustedes nos hicieron viejas! —Ángela nos acusa—. Jessica y yo seguiremos divirtiéndonos cuando tú estés teniendo tu crisis matrimonial y Bella esté lidiando con un niño que no aprende a usar el inodoro.
—Mierda, olvidé que tendré que enseñarle a usar el inodoro—murmuro, mordiendo mi uña.
Jessica se ríe y golpea mi cabeza.
—Perdedora.
—Ah, Bella, ya quiero que tu bebé nazca—Ángela me sacude por los hombros—. Ya quiero conocerlo.
—Será muy lindo—Jessica comenta, antes de darle un sorbo a su lata de Coca-Cola—y eso es mucho viniendo de mí.
—Lo es—Rose coincide, sin despegar la vista de su iPad.
—Mmm, gracias, supongo—murmuro, tomando otro boneless y llenándolo de buffalo—. Empezamos con su habitación el otro día, bueno, el fin de semana antes de enfermarme.
—¿Enserio? ¿Cómo es? ¿Tienes fotos? —Ángela pregunta.
—Tengo un tablero en Pinterest—alcanzo mi celular para mostrarle—, es verde. Y Edward quería llamarlo Grogdu.
Sus rostros lo dicen todo. Incluso Rose desvió su atención del acomodo de asientos para mirarme con desagrado sin igual.
—¿Qué? No lo permitirás, ¿cierto? —Jessica me apunta con su dedo, amenazante.
—Por supuesto que no—las aplaco—. Y luego el lunes, mientras estábamos en el cementerio dijo que…—suspiro—que tal vez deberíamos de llamarlo Charlie.
El silencio que le sigue es pesado. Finjo indiferencia mientras navego por Pinterest, en busca de las fotografías.
—Eso es muy considerado—Jessica es quien rompe el silencio con voz suave—. Es grandioso. ¿Qué le dijiste?
Me encojo y le tiendo mi teléfono a Ángela.
—Le dije que sí.
—Eso es hermoso—susurra Rose, sus labios están curveados hacia abajo en un gesto de tristeza—él dice cosas muy lindas, ¿verdad?
—Cuando dice algo, siempre es lindo—acepto.
—Estoy segura de que si hubiera conocido a tu padre de igual forma habría elegido Charlie como nombre—murmura Jess, sentándose finalmente en el pequeño sillón estampado de Rosalie.
—Tu padre era genial, Bella—coincide Ángela—. ¿Le has hablado de él?
—Si, un poco—respondo, apretando mi trozo de pollo entre mi índice y pulgar—. Tuvimos una conversación… interesante—decido, recordando la vulnerabilidad y sensación de desnudez del lunes por la noche.
—Eso es bueno—me anima Rose y sé que está recordando aquella charla que tuvimos en mi casa—. Lo que le digas de tu papá será lo más cercano que Edward tendrá de tu familia directa.
—Es una buena idea para crear lazos—acepta Jessica desde el otro lado de la mesa de centro—, haz que Edward lo considere importante, mantén su recuerdo vivo, no como algo que está mejor debajo de la alfombra.
—Y luego tendrás que hablarle a Charlie sobre su abuelo—presiona Ángela—, ve practicándolo.
Escuchar a alguien más llamar al bebé Charlie hace que el pecho se me apriete. Sólo yo lo he estado llamando así en mi mente, intentando asimilarlo. Ni siquiera Edward lo ha mencionado.
Fue una buena decisión. Su nombre será Charlie, tendrá una habitación verde y unos tenis noventeros.
Charlie ya lo es todo.
—Lo intentaré—prometo de verdad.
Ángela aprieta mi hombro al mismo tiempo que Rose lo hace con mi brazo.
—Y estas ideas son buenas—dice Ángela, sacudiendo mi celular—, me gusta el verde.
—Déjame verlo—Jessica le ordena.
Ellas preguntan sobre las cortinas, diciendo que si no conseguimos las de color verde olivo deberíamos intentar con unas blancas vaporosas. Hasta que Rosalie entra en crisis porque dice que debió hacerle su primer atuendo de color verde lima.
—Como sea, terminen con eso—Ángela señala con su barbilla la plantilla del acomodo de asientos, aplacando a Rose—. Ya quiero hacerme las uñas.
—Oh, traje mi lámpara—Jessica aplaude, corriendo hacia su gran bolso.
—Por cierto…—Rose me toca el brazo—necesito que entregues invitaciones. A Heidi, a Eric y a Victoria. A Emmett le cayeron bien y a mí también.
—Genial.
—¿Recuerdas cuando creíamos que no seguirías con Edward para mi boda?
Le entrecierro los ojos, mirándola desdeñosamente.
—Qué gran giro, eh—dice, antes de frotar mi barriga.
Edward
—Estoy feliz, Edward, muy feliz—Seth irrumpe en el baño, abriendo el grifo.
—¡Hey! Largo de aquí—chillo, dándole la espalda, alejando su vista de mí.
—Ah, supéralo, cielo. He visto peores.
Y no me pasa desapercibido su insulto.
—¿No vas a preguntar por qué estoy feliz?
—No, no me interesa—le gruño.
—Bueno, igual voy a contártelo—él arranca sanitas y me mira por el espejo—. Mis cursos están a punto de terminar, lo que significa que volveré a ser un hombre libre. Un hombre libre estudiado.
—Ya eras un hombre libre estudiado.
—Mmm, cierto.
—Seth, vete, estás rompiendo mi concentración.
—¿Concentración? ¿Vas a hacer del 2? —él se acerca, echando ojeadas.
—¡Vete! —gruño—. O te rociaré.
—Sólo alguien tiene derecho a rociarme. Y no precisamente de orina.
—¡Asqueroso! —le grito al tiempo que él se carcajea y cierra la puerta.
Oh.
Esperen un momento.
Seth puede saber cosas…
—Hey, necesito hablar contigo—golpeo su espalda cuando salgo a la barra. Él está enjuagando algunas copas.
—¿De qué? Espera, antes de eso, ¿acaso no notas a Paul más feliz? ¡El otro día me sonrío! ¡A primera hora de la mañana!
—Oh, eso es nuevo—acepto, siguiendo su mirada.
Paul salió a campo. Él recoge copas de las mesas y luce animado. Nada que ver con el Paul al que estamos acostumbrados.
—¿Lo ves? Ese idiota está enamorado.
—Es extraño, ¿no? —aventuro—. Es raro pensar en él teniendo sentimientos.
—Regina hizo algo. Y hay que averiguarlo.
—No hay manera de averiguarlo—lo aplaco.
—Tendremos que emborracharlo para sacarle la verdad.
Paul se acerca, silbando y coloca las copas junto a Seth.
—Hey, ¿cómo van las cosas con Renata? —le pregunta.
El silbido de Paul se detiene abruptamente.
—Bien. Todo va bien—resuelve, fingiendo indiferencia y luego se aleja.
—Mmm—Seth murmura, pensativo—. Es un idiota.
—Dale un respiro.
—¿De qué querías hablar?
Echo una ojeada a mí alrededor. Nadie puede escucharnos, pero aun así me llevo a Seth al rincón. Él está totalmente interesado, incluso se inclina, sabiendo que esto es ultra secreto.
—Necesito tu consejo.
—¿Para qué? —cuchichea.
—Tú debes de saber de esto—pico su pecho—. Y vas a ayudarme.
—¿Con qué? —medio grita, medio susurra.
Ansioso, cuido los alrededores antes de decirle.
—Con… eh…—él me anima con un gesto de mano. Se inclina, para que se lo diga al oído—el anal.
Sus ojos se abren enormemente y luego se carcajea. Horriblemente alto. Incluso se palmea los muslos.
Le entorno los ojos en molestia.
—Olvídalo, eres un estúpido.
—¡No, no! —me detiene por el pecho y luego una sonrisa pícara se pone en su cara—. Eddie, eres un atrevido.
—Hazte a un lado—intento esquivarlo, pero él vuelve a detenerme.
—¿Es enserio? —pregunta, divertido.
—Si, es enserio—me apoyo en la pared, algo derrotado y avergonzado.
—De acuerdo—él canturrea—, puedo ayudarte con eso.
—¿Sí?
—Claro, Edward—rueda los ojos—, ¿qué quieres saber al respecto? —él jala el taburete de Paul y se sienta.
Más seguro, voy a su lado y apoyo mis brazos en la barra. Seth se tantea los bolsillos de su mandil, sacando su pluma y su pequeña libreta.
—¿Vas a escribirlo?
—Voy a hacer una lista. En caso de que olvides algo—se ríe entre dientes.
—Olvídalo, Seth, puedo encontrar algo en Google o me puedo olvidar de esto—finalizo, envarándome.
Puedo esperar. No es algo que haya considerado mucho antes. Puedo esperar a que Heidi lo haga y luego ella puede contarme al respecto. Sería de gran ayuda, dado que ella es una chica.
—¡No, no! —Seth jala mi playera—, no voy a escribirlo. Ven, hablemos de esto.
Con un suspiro y con mi seguridad de hace unos momentos esfumada, me quedo a su lado, apoyando mi cadera en la barra.
—Bien, ¿por qué quieres hacerlo?
—No lo sé—me encojo, decidiendo no dar muchas explicaciones—, sólo creo que puede ser bueno.
—Ah, es bueno—él asiente—, muy bueno.
—Me quedó claro, gracias.
Seth rueda los ojos y mira alrededor. Paul está del otro lado de la habitación, hablando despreocupadamente con un hombre que parece ser un policía.
—Bien. Primero, tienes que hablar con Bella, ¿ya hablaste con ella?
—No.
—Bueno, hazlo. Y no hagan nada de lo que no estén seguros. Especialmente ahora, que está embarazada.
Le frunzo el ceño.
—Pero no es peligroso, ¿cierto?
—No, no lo es, pero ella está sensible. Toda ella está loca justo ahora.
Bufo una risa.
—Bien.
—Manténganse limpios. Usa un condón. Y mucho lubricante. A base de agua. No de aceite. Detente si te lo dice.
—¿No tiene que… ya sabes… limpiarse?
Seth lanza una risa burbujeante. Sus ojos se arrugan.
—En realidad no es muy necesario, pero si quieren sentirse mejor háganlo.
—Bien.
No parece tan complicado como parece.
—No suena complicado.
—No lo es—él asegura—, lo complicado es el previo, pero puedes tocarla mientras lo haces. O ella puede hacerlo, como sea. Ah, y algo muy importante: ¡no cambies de orificio!
Me río.
—Orificio.
—Si, orificio—él pica mi pecho—. Concéntrate en la puerta trasera, deshazte del condón y luego podrás entrar por la principal.
—Asqueroso.
Él rueda los ojos.
—Como si no te gustara—masculla—, pero eso es importante. No queremos que agarre alguna infección.
—No, no queremos eso.
—Porque es malo—continúa—y arriesgado y está embarazada.
—Si, ya entendí.
—Bien—asiente, satisfecho—. Diviértanse y si no sale la primera vez, no se preocupen. Algún día lograrán hacerlo.
—De acuerdo. Gracias, Seth.
—Hazlo lento. Ella marcará el ritmo. No es porno.
—Ya sé que no es porno. No tengo doce. Soy un hombre con principios y educación sexual.
—No tanto—me señala—, te dieron una multa y embarazaste a tu novia de tres meses.
—Cierra la boca, idiota.
Él ríe y señala a mis espaldas.
—Cliente nuevo.
Más tarde, cuando es hora de irme y estoy bebiendo de mi botella de agua, Seth se acerca y me tiende un trozo de papel doblado a la mitad.
—Nos vemos mañana—se despide.
Es una lista. Ese idiota lo escribió.
1) Hablarlo.
2) Limpiarse
3) Desnudarse.
4) Besos.
5) Más besos.
6) Toqueteos.
7) Condón.
8) Lubricante
9) Puerta trasera.
10) Lento.
11) Detenerse
12) Lento.
13) Tal vez rápido?
14) Ella te lo dirá.
15) Gloria.
16) Tirar condón.
17) Limpiarse.
18) Puerta principal.
19) Besos.
20) "Te amo."
Y al final"eres un desviado."
