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Edward

No debí haberle preguntado nada a Seth.

Debí conformarme con la información de Google y de los vídeos educativos de YouTube.

Él no ha parado de preguntarme desde el miércoles si ya lo hice.

Incluso envió un mensaje esa misma noche, cerca de la madrugada.

El hombre está loco.

El jueves por la tarde, antes de ir al bar, lo hablé con Bella. Parecía sorprendida y un tanto insegura, dijo que creía que mi fantasía se limitaba a los tríos imposibles. Ella me golpeó con la espátula caliente cuando le dije que sólo era imposible porque era una marica. Entonces le dije que no teníamos por qué hacerlo, era sólo una idea loca que había tenido.

Y para mi sorpresa, aceptó.

Aunque no fue muy clara sobre cuándo lo haríamos.

Pero ayer, sábado, fue el día perfecto para hacerlo.

Luego del desayuno, regresamos a la cama y ella de pronto, en medio de la película, comenzó a quitarme la ropa, así que la dejé.

Desde entonces, estuvimos tirados, demasiado perezosos como para continuar con la habitación del bebé.

La boca de Bella se tallaba contra la mía y su mano se movía lentamente a lo largo de mi dureza, apenas intentándolo.

Cuando le pregunté si quería hacerlo, ella aceptó inmediatamente.

Se colocó sobre mí, haciendo su ropa interior a un lado y enterrándome en ella. Me hizo terminar y entonces se colocó en cuatro puntos, mirándome sobre su hombro.

Puta mierda.

Comencé con mi dedo y ella dijo que estaba bien, pasamos un rato así, tanteando el terreno.

Por un momento, estuvimos a punto de rendirnos, pero ella me animó a seguir. El lubricante nos ayudó bastante, pero estuve nervioso todo el tiempo. Me arrepentí en el momento en que Bella lanzó un gimoteo cuando intenté entrar. Mi corazón latió deprisa.

—Está bien, Ed, lo estás haciendo bien—me tranquilizó.

Finalmente lo hicimos y ¡santa mierda! Entendí de lo que todos hablan.

Su tanga estaba en mi puño, obligando a sus caderas a moverse, sus gemidos ahogados y sus manos apresando las sábanas.

Santos cielos.

Sus palabras ininteligibles, tropezándose las unas con las otras.

Estaba cegado, borracho de placer, la vida se me estaba yendo y Bella seguía ahí, tan feliz y dispuesta.

Se veía asombrosa, plena, rebosante, deliciosa.

Santa Bella.

No tuvo suficiente. Tan pronto como terminé en ella, se giró, sacándome el condón y limpiando rápidamente el desastre. En un parpadeo, volvía a enterrarme en ella de la manera tradicional y mis ojos no podían dejar de vernos. De verla.

Su imagen está tan viva en mi mente, sigue grabada en mi retina.

—Dios…—siseo, echando la cabeza hacia atrás. El agua me golpea el pecho y se lleva el producto de mis fantasías. Quiero hacerlo otra vez. De cualquier manera. No puedo tener suficiente de Bella.

Quiero estar enterrado en ella, quiero que me lleve a ella, quiero su boca, sus manos, lo que sea…

Bombeo un par de veces más, disfrutando de la presión, antes de notar una silueta por el rabillo de mi ojo.

—¿Estuvo bien? —ella pregunta, con una sonrisa burlona en su cara.

—Joder, Bella, ¿desde hace cuánto tiempo estás ahí? —pregunto, sobre el ruido del agua.

Ella deja de cruzar sus brazos y sacude la cabeza.

—El tiempo suficiente—dice—. Date prisa, la pizza está aquí—finaliza, saliendo del baño y cerrando la puerta detrás de ella.

Me deshago del jabón y alcanzo mi toalla. Entonces salgo a la habitación.

Bella está ahí, sentada en la cama, apoyada en sus manos y con piernas cruzadas. Se ha sacado su short diminuto y puedo notar sus pezones erguidos debajo de su blusa de seda. Uno de sus tirantes se deslizó por su hombro.

Mi boca está hecha agua de pronto. Mi regazo cosquillea, como si la dureza pudiera crecer más.

Sus palabras de antes se registran en mi cabeza.

—¿La pizza está aquí?

—Sí—asiente, ocultando una sonrisa al morderse el labio.

Recorro su cuerpo con la mirada.

—Tú no… ¿abriste la puerta así?

Ella aumenta la presión en su labio. Sus ojos brillan con diversión.

—Tenía mi short puesto—responde, como si eso pudiera mejorar el asunto.

Mi pecho retumba con un gruñido. El estómago se me retuerce por el enfado.

—Ah, Bella…—comienzo, arrugando el rostro.

Ella deja salir una risita y agita su pie al aire.

—Claro que no—responde, señalando con su barbilla una de mis playeras olvidada en el suelo— ¿Soportas otra ronda? —pregunta, redirigiendo la conversación—. No puedes hacer eso y creer que te dejaré en paz.

Le sonrío. Maldición, es tan sensual.

—No es mi intención que me dejes en paz, Bell—respondo.

Ella vuelve a sonreír, antes de sacarse ese intento de blusa. Mierda, sus tetas son más preciosas cada día.

—Creí que la pizza estaba aquí—pico, arrojando mi toalla lejos.

—Que se joda la maldita pizza—dice, tirándose en la cama y apoyando los talones en el borde.

Dispuesta.

Anhelante.

Y toda mía.

xxx

Cuando llego a One Eyed Pete, gritos y risas desde la oficina me reciben, así que voy hacia allá.

Paul y Seth están riéndose de algo y me saludan con un gesto de cabeza cuando entro.

—¡Edward! —Seth me grita—. Oficialmente soy un hombre libre estudiado. Mira esto, mira mis calificaciones—agita su celular frente a mi rostro—, ¡soy tan inteligente! Es genial.

Atrapo su teléfono y le echo un vistazo a la página de su escuela. Él tiene muy buenas notas.

—Eso es genial, Seth. Felicidades—le digo con una risa.

—Soy un experto en negocios ahora—presume—. Puedes preguntarme cualquier cosa y podré responderla.

—¿Cómo es que los bienes tangibles se deprecian? —lanza Paul antes de echarse un chicle a la boca.

Seth rueda los ojos y gruñe.

—Tu pregunta qué.

Me río de él y Seth golpea mi hombro.

—Escuchen, tengo que hablarles de algo—dice Paul, llamando nuestra atención.

—No vas a hablarnos de cómo tus ronchitas volvieron, ¿verdad? —Seth le arruga la nariz, dejándose caer en el sofá.

—No—Paul le rueda los ojos—. Y eso es un secreto.

—¿Tienes ronchas? —le pregunto.

—Si, hombre—él se queja—, en la espalda…

—¡Dijiste que no hablarías de tus ronchas! —Seth lo señala acusadoramente.

—Quiero saber por qué tiene ronchas—lo aplaco.

—No lo sabe. Es alérgico a algo—Seth responde.

—¿Y tú por qué sabes eso? —Paul le entrecierra los ojos y se cruza de brazos.

Seth rueda los ojos, harto y le resta importancia con un gesto de mano.

—Escuché que le dijiste a Renata el otro día.

Paul se queda en silencio por un rato y luego le arroja una pluma.

—¿Me estabas espiando?

—No, casualmente me quedé afuera de tu puerta cuando ella dijo "¡oh, Paul, es demasiado grande!"

Me río y jalo la silla del escritorio, cruzo mis manos detrás de mi cabeza.

—Ella ni siquiera dijo nada de eso.

—¡Ni lo dirá! —Seth finaliza con una carcajada limpia.

Paul chasquea los dientes en molestia y toma asiento.

—Como sea…—continúa—he estado pensando en un par de cosas.

—¿Sobre qué? —Seth inquiere.

—La idea de contratar a otro barman no ha dejado mi mente—dice— y más ahora que esto está a nada de cumplir un año. Creo que es un buen momento.

—¿Y qué pasará con nosotros? —Seth ladea su cabeza, curioso, preguntando lo que también pasa por mi mente.

—Esa es la razón por la cual quiero a alguien más—explica Paul—, quiero que tomen nuestros lugares…

—¿Estamos hablando de múltiples personas? —pregunto.

—Así es. Seguiremos trabajando aquí, pero no como ahora. Quiero descansar—finaliza con un suspiro—. Podemos rotarnos los turnos o yo qué sé. ¿Qué piensan? —alza las cejas, expectante.

Lo considero y no puedo obviar el hecho de que suena grandioso. He estado ignorando el asunto sobre venir a trabajar al bar cuando mi bebé esté aquí. No hay manera de que pueda hacerlo. Quiero pasar tiempo con él y con Bella y no puedo simplemente dejarle toda la responsabilidad a ella por las tardes y noches.

Sin agregar el hecho de que, al parecer, tener un bebé es demasiado trabajo y nada de sueño… o eso es lo que la gente ha dicho toda la vida.

—Yo acepto—respondo—. Esto me conviene demasiado.

—Y es por eso que también me parece buena idea—Paul me apoya—. Supuse que querrías tomarte un descanso una vez que tu bebé nazca.

—Si. Es demasiado trabajo para mí y no puedo dejarle eso a Bella. Tal vez sólo podría venir los fines de semana, como antes.

—Y eso a duras penas—murmura Seth—. Yo también creo que es una buena idea. Ya sabes, es hora de hacer que las personas trabajen para nosotros. El bar va muy bien.

—¿Entonces están bien con esto? —Paul insiste.

—Si, hagámoslo—Seth aplaude.

—Hagámoslo—finalizo.

xxx

Cuatro días después, Paul y Seth ya tienen a algunos candidatos. Tuvieron un par de entrevistas por la mañana y por la tarde, pero ahora, estoy a cargo de la barra mientras ellos están en la oficina con un chico llamado Laurent.

No es una noche tan tranquila como las de los miércoles, pero encuentro el momento para sentarme y estirar las piernas.

Finalmente, cuando estoy cargando el lavavajillas, la puerta de la oficina se abre. Paul lidera el camino mientras Seth habla animadamente con Laurent. Él lo lleva hasta la salida y Paul suspira a mi lado, dejando su tablilla sobre la barra.

—¿Qué tal?

—Es bueno—él dice—. Y el bastardo dijo que One Eyed era algo grande, que todos querían trabajar aquí—bufa una risa.

—Vaya, que comentario tan más conveniente.

Él asiente y abre el refrigerador para tomar su botella de agua.

—Tiene experiencia como barman. Estuvo en Cravings—dice Paul—, por un buen rato.

—Eso es bueno, ¿no?

—Lo es—él bebe y frunce el ceño a la distancia—. Tenemos también un correo de una chica... Kate—dice, leyendo sus notas—. Al parecer también tiene experiencia. Ella estuvo en Dandie's y en Reyno. ¿Te acuerdas de Reyno?

—Cómo olvidarlo, hombre—le sonrío—. Había buenas chicas.

—¿Recuerdas a la rubia tetona que atendía los sábados?

—Había muchas tetonas. Y siempre se teñían el cabello.

—La de las cadenas en los pantalones—me codea.

—Ah, seh—sonrío, recordando aquellos momentos alocados luego de regresar a Forks de la universidad—, tenía un tatuaje de una mariposa, ¿verdad?

—Justo arriba de su precioso…

—Él me agrada—Seth interrumpe, señalando la salida con su pulgar—. Dijo las palabras mágicas.

—"¿Por favor?"—pregunto.

—No—él rueda los ojos—. Dijo que One Eyed es algo grande… y tiene razón. Somos el mejor bar de Forks.

—Cravings y Dandie's son buenos—comento.

—Cállate, Edward. Puedes largarte a Dandie's si quieres—él ladra, lanzándome una servilleta amasada que sacó de su bolsillo.

—Somos geniales—coincide Paul—. El lugar es bueno, hay buena música, buenos precios y personal atractivo.

—Exacto—Seth lo señala, coincidiendo—. Y tenemos festividades. Hablando de festividades, ¡la fiesta de aniversario se acerca!

Paul lo señala y golpea su tablilla con la pluma.

—Manos a la obra.

El resto de la noche la pasamos planeando la fiesta de aniversario de One Eyed. Seth está desesperado por comenzar con la publicidad. Acordamos contratar a los de catering para dar algo de comida y cuando Seth ofrece striptease "para todas las orientaciones sexuales porque el mes de junio acaba de comenzar," Paul y yo sabemos que es hora de detenerlo.

—Te dejé ponerle la bandera al logo y Demetri tiene luces de arcoíris, creo que eso es suficiente—Paul finaliza, arrebatándole la pluma.

Bella

Nuestra cita con Zafrina fue exitosa. Ella dijo que el bebé está perfectamente, sus latidos son más fuertes y claros y ella sólo me dio algunas recomendaciones para evitar enfermedades en este "estado tan vulnerable." No lo sé, pero yo me siento asombrosamente bien.

Y más en este momento, mirándome al espejo y apreciando el reflejo.

Hoy es un día importante. Es la fiesta de aniversario de One Eyed Pete y a pesar de que la idea de ir a un bar estando embarazada me pone nerviosa, resuelvo que ir en señal de apoyo es más importante.

Además de que no quiero ser la perdedora encerrada en casa cuando todos están enfiestándose.

Uso un vestido corto de seda negra, fruncido a los costados, con un corte en la pierna, tirantes delgados y sin espalda. Y el detalle a los lados acentúa mi barriga muy bien.

Mi cabello está recogido en un moño flojo y Edward está viéndome el trasero descaradamente mientras me calzo mis tacones.

—Siempre podemos no ir al bar hoy—dice, terminando de cepillar sus dientes.

Sonrío, aunque no pueda verme.

—Podemos quedarnos aquí—añade.

—¿Y eso por qué? —finjo que mis zapatos necesitan ser ajustados y me inclino sólo porque su mirada hambrienta me pone algo demasiado caliente.

—Porque nada me gustaría más que follarte en ese vestido.

Lo miro sobre mi hombro y finalmente me envaro. Voy hacia él y acomodo el cuello de su camisa.

—Y a mí nada me gustaría más que tú follándome en este vestido, pero hoy es un día importante.

Él gruñe y se inclina a besarme. Cuela su mano en mi falda y aprieta mi trasero, gimiendo cuando nota que estoy usando una tanga.

—Bella, enserio, deberíamos quedarnos.

—No, no deberíamos—murmuro contra su boca antes de sujetar su cabeza entre mis manos y jalar su labio inferior con mis dientes.

Finalmente, y después del jugueteo, podemos salir de casa.

—Bienvenidos a la fiesta de aniversario de One Eyed Pete—saluda Seth cuando entramos al lugar—. Donde habrá bebidas, comida y chicas ardientes que pasearán por el lugar repartiendo tragos mientras usan mini faldas.

Le doy una mala mirada.

—Tranquila, Bella—él palmea mi hombro—. Tu novio usará un vestido.

Lo alejo con un empujón y él ríe, divertido.

Más tarde, cuando la gente está abarrotando el lugar, Seth viene hacia nuestro lugar designado y hay un chico caminando tras él con finta de rock star.

—Hey, chicos—saluda, llamando nuestra atención. Emmett deja de reírse y termina su bebida de un trago—. Él es Diego, mi novio. Diego, ellos son todos—Seth nos señala, intentando abarcarnos—. Ellos te dirán sus nombres.

—Hola, Diego—lo saludamos a coro y alcanzo mi piña colada sin alcohol, preparada por un increíblemente apuesto barman, y me hago a un lado, haciéndole un espacio en el sofá.

—Tengo que ir a trabajar, pero pasaré a verte a ratos—Seth le susurra—. Son buenos chicos, diviértete—y luego más alto—. No le cuenten muchas cosas.

Ellos ríen y Emmett asiente ruidosamente, dándole una mordida a su mini hamburguesa.

Diego nos sonríe y mientras se sienta a mi lado, le guiño a Seth. Él se sonroja y se aleja rápidamente.

La conversación continúa y Ángela y yo hablamos con Diego. Él nos cuenta que trabaja para el Daily Forks y que tiene un estudio de tatuajes en el centro. Intrigada, Ángela se inclina para hacerle preguntas sobre eso y pronto nos encontramos viendo su perfil de Instagram en busca de diseños y estilos.

Eventualmente, Eric y Heidi también hablan con él y Heidi, en su estado ebrio, intenta mostrarle el tatuaje que tiene en las costillas. Victoria detiene sus manos antes de que pueda alzar su vestido.

—No seas tan zorra—Victoria se burla de ella.

La mano de Ángela palmeando mi brazo interrumpe mi risa y me inclino para escuchar lo que sea que tenga por decirme. Ella alcanza su piña colada (con alcohol) y juega con la pajilla entre los labios.

—No seas tan obvia, pero la chica del vestido lila... ¿esa es la ex de Edward? La que conocimos en la fiesta de Halloween.

No, por favor.

—¿Qué? ¿En dónde?

—A nuestra derecha, ha estado echándote ojeadas a ratos.

Casualmente, alcanzo mi bebida y paseo mi vista por la habitación. Si es Lauren. Ella está hablando con otras chicas y por suerte no cruzamos miradas.

—Si, es ella—acepto.

—Mierda—Ángela masculla—, ¿qué hace aquí?

—Es amiga de Seth. Supongo que debió invitarla. Esto es un gran evento, ¿sabes?

Ángela asiente y está a punto de decir algo más, pero la interrumpo cuando veo que Lauren avanza con paso seguro hacia la barra.

—Andando, ven conmigo—me pongo de pie rápidamente, jalándola.

Diego se hace a un lado abruptamente, algo confundido y le doy una breve sonrisa.

—Lo siento. Necesitamos el baño—resuelvo.

—¿A dónde mierda vamos? —Ángela masculla detrás de mí cuando la arrastro entre el grupo de personas.

—Ella va hacia la barra y nosotros también.

—Háblame de celos, loca enfermiza—pellizca mi espalda desnuda.

—Oww, idiota.

Antes de poder llegar a nuestro destino, notamos que Lauren camina de la mano con un chico. Él se inclina para decirle algo al oído y ella sonríe, entonces apoya su mano en la mejilla de él y lo besa.

Ante esto, busco a Edward con la mirada. Él está preparando bebidas, frunciendo el ceño y luciendo concentrado. Luego de servirlas, suspira y mira despreocupadamente el lugar. Veo el momento exacto en que sus ojos aterrizan en el espectáculo de lenguas frente a la barra. Ángela lanza un "uuhh" bajo su aliento.

Edward camina hasta donde está Paul y se recarga en la barra, dándole la espalda a Lauren. Se inclina a decirle algo al oído, él mira rápidamente hacia allá y se burla, antes de asentir.

Edward sacude la cabeza ligeramente y se aleja, yendo a la otra esquina de la barra en donde un grupo de personas esperan para ser atendidos.

Lauren finalmente llega a la barra, con Príncipe Azul a su lado y Paul es quien la atiende.

—Ese fue un movimiento muy inteligente por parte de Edward—Ángela murmura a mi lado y pasa su brazo por mis hombros—. Ahora vayámonos de aquí antes de que todo el mundo se dé cuenta de que estás loca.

Dejo que me arrastre a su lado, pero no vamos muy lejos. Me apoyo en la columna y Ángela acomoda el tirante de mi vestido.

—No me gusta que ella esté aquí—lloriqueo, intentando echar ojeadas hacia la barra, pero no logro ver nada.

—Bella…—Ángela acaricia mis brazos y me toma de las manos—. No importa, enserio que no.

—¡Claro que sí! —refuto, sin importar si sueno irracional—. Ella viene aquí y él está aquí. Intenté ser cool al respecto, ¿sabes? Y lo fui aún más porque él fue el que me lo dijo, no tuve que descubrirlo por mi cuenta, pero…—sacudo la cabeza.

—¿Viene seguido?

—Según Edward, no. La última vez que estuvo aquí fue el fin de semana de Seattle. Y Seth sigue invitándola. Edward dijo que él no tenía muchos amigos, así que no quiere prohibírselo.

—Rayos.

—Y tiene algo de sentido que la invite, ¿no? Es decir, la fiesta de Halloween, esto…—señalo a mi alrededor.

—Pues si—Ángela masculla, apoyándose a mi lado—, son fechas importantes.

—He intentado ignorarlo, pero a veces no puedo evitar pensar que ella está aquí, pasando el rato y Edward está ahí y… ¡agh! —lanzo los brazos al cielo, gruñendo.

—Él la está evitando.

—¿Y qué si la está evitando porque yo estoy aquí?

—Al parecer le dijo a Paul que se hiciera cargo de ella.

—¿Y eso qué? Los hombres se cubren toda su mierda.

—Cierto—ella acepta, resignada.

—No estás ayudando—le mascullo, mirándola de soslayo.

—¿Quieres que esté de acuerdo contigo o que te lleve la contraria?—me mira con ojos entrecerrados, intentando encontrar la respuesta correcta.

—No lo sé, Ang—gimo—. Sólo… sácame de aquí.

—¿Qué? —ella luce confundida—, ¿quieres irte?

—No, sólo… ugh, quiero estar sola.

—No voy a dejarte aquí sola. Hay hombres calientes que pueden manosearte y borrachos que pueden empujarte y ¡ay no! No voy a dejarte sola. Vamos a la mesa…

—No quiero volver a la mesa—la interrumpo.

Ella suspira y sus hombros caen.

—¿Enserio vas a hacer berrinche?

—Quiero hacer berrinche, muchas gracias.

Ángela bebe de su piña colada y mira alrededor, sin saber qué hacer.

—¡Oh! ¿Podemos ir a su oficina?

—No quiero ver a Edward. Me siento traicionada—ella me mira como si otro ojo hubiera aparecido en mi cara—… de alguna manera—añado para aplacarla.

—Pues no lo veas. Puedes cerrar los ojos. Yo lideraré el camino.

Me río entre dientes y ella hace lo mismo.

—Eres una idiota.

—Andando. Necesitas aire y silencio… ya sabes, para que tu locura se baje—dice bajo su aliento.

Ella toma mi mano y me arrastra. No me opongo cuando nos acercamos a la barra.

—¡Eh, Paul! —Ángela le grita.

Edward está del otro lado, agitando su mezclador. Paul asiente con la barbilla en reconocimiento y termina de darle su trago a unos chicos antes de acercarse.

—¿Qué onda? ¿Quieren otra piña colada? —mira nuestros vasos medio vacíos.

—No… oye, Bella está algo mareada, ¿podemos ir a tu oficina?

—Claro, por supuesto—responde rápidamente y tantea sus bolsillos—. ¿Estás bien, Bella? —me mira mientras le tiende las llaves a Ángela.

—Si, bien—le respondo.

—Gracias, Paul—Ángela le sonríe y nos colamos detrás de la barra para entrar la oficina.

—¿Por qué le dijiste eso? Van a traer una ambulancia—le gruño cuando dejamos el ruido atrás y el ambiente fresco y silencioso nos recibe.

Ella ríe entre dientes y se sienta en el sofá. La sigo.

—Qué bueno, así pueden vincularte al psiquiátrico.

—Graciosa—pico su costado y apoyo mi cabeza en el respaldo del sofá—. ¿Debería enfrentarlo?

—No tienes nada por qué enfrentarlo—ella rueda los ojos—, pero tal vez puedas sacarle información sobre qué tan seguido viene. Aunque, al fin y al cabo, no importa.

—Si importa. Deja de decir que no lo hace. Si la ex de tu novio estuviera cerca de él en un lugar de perdición también estarías trepando las paredes.

—Aww… Ben—suspira—. El otro día intenté buscarlo en Facebook pero no tuve el valor. ¡No quiero descubrir que tiene una novia ahora!

—Él ya ni siquiera es tu novio.

—¡Gracias por recordármelo! —golpea mi hombro y termina su piña colada. Le doy un gran trago a la mía.

—¡Concéntrate, Ángela!

—¡No importa! —me aplaca alzando las palmas—. Tú eres la que tiene al chico… y al bebé.

—Mmm—gruño, mientras encuentro una cosa de la cual quejarme cuando un golpe en la puerta interrumpe.

—No debiste decir que me sentía mal—susurro.

Ella se encoje y lanza un "adelante" con su pajilla entre sus dientes.

No me sorprende que sea Edward el que entra. Él viene rápidamente a mí.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? —le lanza una mirada a Ángela, esperando una explicación, como si yo estuviera tan incapacitada como para no poder hablar.

—Estoy bien, sólo… mucha gente—hago una mueca, siguiendo el teatro—y ruido, no sé…

Él frunce el ceño y se acerca, colocando su palma en mi frente.

—¡Está bien! —la alejo de un manotazo y luego él comienza a toquetearme la cabeza, hurgando en mi cabello—. ¡Edward! —chillo, algo divertida.

Lo odio. ¿Por qué tiene que hacerme reír cuando se supone que estoy molesta?

Ángela y él ríen y luego ella se desliza lejos, dejándole algo de espacio entre las dos. Edward se sienta y pasa un brazo por mis hombros.

—¿Segura que te sientes bien? Puedo llevarte a casa si quieres.

—¿Qué? No, se supone que estás trabajando.

—Pero si te sientes mal…

—Está bien. Sólo… demasiado calor y gentío y ugh… ya se me está pasando.

—Bueno—asiente, no muy convencido y luego comienza a dejar una ráfaga de besos en mi mejilla.

—Ugh, soy como el mal tercio aquí. Me voy—Ángela gruñe.

—No, no te vayas—la detengo—. Tienes que llevarme al otro lado del bar.

—Uuhh, ¿cómo Moisés y el Mar Rojo? —pregunta.

—Exacto—le sonrío.

—Y además ya nos estamos poniendo cómodos—Edward se remueve en su asiento, relajándose—y ya somos tres—me agita los hombros.

—¡Ugh! ¡Basta con eso! —chillo, picándole las costillas.

Él pega un brinco y comienza a sobarse al tiempo que Ángela se ríe.

Finalmente, él se va, cuando le aseguro por enésima ocasión que está bien y cierra la puerta mientras masculla sobre oportunidades desaprovechadas.

—Andando, Swan. Basta de drama, es hora de bailar—Ángela toma mi mano y me saca del sofá.

Cuando regresamos a nuestro asiento, los chicos están preparándose para ir a la pista, luego de arrasar con las mini hamburguesas y los panquecitos de pizza.

—¡A bailar, nena! —Ángela me sacude en la pista—. ¡Hasta abajo! —añade con voz jocosa.

xxx

El camino a casa es silencioso. Edward no enciende el estéreo y conducimos con las ventillas abajo, disfrutando del aire fresco y húmedo de Forks.

—¿Recuerdas que te dije que Alice ya no estaba con Jasper? —murmura, deteniéndose en un rojo.

—Si.

—Bueno, esta noche me dijo que volvió a meterse con él… como… múltiples veces—dice, acelerando.

—¿Meterse? ¿En plan de acostarse? —ha de ser algo de familia, pienso.

—Si—hace una mueca—. No es lindo saber esas cosas de mi hermana menor. Y dejó de responder mis mensajes cuando le dije que no debió de haberlo hecho.

—Su molestia tiene sentido, tú también lo hiciste.

Él me da una mirada aburrida y gira en la esquina.

—Eso es diferente.

—¿Qué tan diferente puede ser? Los dos se metieron con su ex, ¿está en sus genes?

Él suspira, irritado.

—Es diferente porque es Alice. Se supone que tiene que tomar mejores decisiones que yo.

Le ruedo los ojos a su lógica y sopeso la idea de decirle que vi a Lauren esta noche. Pasa un buen rato mientras lo hago y en el siguiente semáforo, lo miro.

Edward está bostezando cuando se lo digo.

—Vi a Lauren hoy.

—¿Eh? —dice, deteniendo su bostezo—, ¿enserio? Yo no la vi.

Me muerdo los labios para no soltar un jadeo indignado.

—Tal vez se quedó en la pista, no lo sé—finaliza antes de lanzar otro bostezo.

Lo observo por un buen rato, hasta que me mira de vuelta y me alza las cejas, como reconociendo mi escrutinio y totalmente inafectado. Es un buen actor.

¿Enserio está mintiéndome justo ahora? ¿Es una mentira piadosa? ¿Me ha dicho muchas de esas?

—Estoy molido—es lo primero que dice, entre bostezos, cuando entramos a casa—, ¿tú no? —me mira sobre su hombro y extiende su mano, así que la tomo.

—Si, yo también—respondo, decidiendo que puedo hacer indagaciones después.

Hoy seré lo suficientemente buena y lo dejaré descansar.


¡Perdón! Pensé que si había subido capítulo nuevo jaja. Me quedé a medias en la mañana.

Espero que les haya gustado y si, este problema rubio no se va a solucionar hasta que Edward sea claro. Ya lo verán. Cuando ellos quieren superar algo, nosotras queremos superarlo diez veces más.

Capítulo hot, eh. Nice.

Díganme qué les pareció. Nos seguimos leyendo.