76
Edward
Se siente bien no tener ningún lugar al cual ir. Había olvidado el sabor de la libertad.
Kate y Laurent finalmente se harán cargo de la barra y yo tendré mis noches para mí, a menos que algo ocurra, aunque lo dudo, ¿qué podría pasar? Y si algo pasara, Paul tendría que lidiar con eso primero.
¿Otra ventaja de mi vida sin bar? No más Lauren. Lo que significa que no más peleas con Bella. En lo que a ella respecta.
De acuerdo, no mentiré y diré que no me afectaba para nada que Lauren anduviera por ahí. Si me afectaba. Me daba ansiedad. Bella se enteraría y me iría mal, como si yo hubiera invitado a Lauren en primer lugar, pero bien dicen que no hagas cosas buenas que parezcan malas. Además de que tengo mala suerte.
Tuve que ponerme mis pantalones de niño grande y hablarlo con Seth. Sin importar lo mal que me estaba sintiendo por prohibirle llevar al bar a su única amiga. Pero fui listo y se lo dije por mensaje. Eso ayudó a que no me sintiera tan mal, así no vería su cara de cachorro pateado.
Pero, sorprendentemente, él aceptó sin mucha negociación por en medio.
Debí haberlo hecho antes.
Durante mi jornada en Le Monde, le envié el mensaje que desataría la catástrofe.
Edward: Hey, gordo, ¿estás ocupado?
Su respuesta llegó alrededor de diez minutos después.
Seth: Hola, gordo. Le estaba sosteniendo la escalera a Paul, pero él puede hacer eso solo.
Edward: Eres un idiota.
Seth: Bromeo, Wardo, ya terminamos. La bombilla de su habitación explotó.
Seth: ¿Qué quieres? ¿Un consejo? ¿Un abrazo?
Edward: En realidad quiero pedirte algo. Enserio.
Seth: Oh
Seth: ¿Qué cosa?
Edward: Verás… la otra noche discutí con Bella.
Seth: ¿Te corrió de la casa? ¿Quieres que le dé flores de tu parte?
Edward: ¡No!
Edward: Te dije que era enserio.
Seth: De acuerdo. Me callo.
No estaba muy seguro de cómo decírselo, así que intenté lo fácil, esperando que él captara la indirecta.
Edward: Lauren estaba en la fiesta de aniversario. Y Bella no estuvo muy contenta con eso.
Seth vio el mensaje en ese mismo momento, pero su respuesta tardó en llegar.
Seth: ¿No quiere a Lauren en el bar?
Edward: Sé cómo suena. Suena a que soy un mandilón, pero en verdad no quiero problemas con Bella.
Seth: Si, si eres un mandilón.
Seth: Pero está bien. En parte fue mi culpa. La obligué a ir. Quería que estuviera ahí, era un gran evento, ¿sabes? Y es mi amiga, sin importar que sea tu ex. Le di 50 dólares.
Edward: ¿Le diste 50 dólares para que fuera?
Seth: Si. No quería ir. Te odia.
Eso me hizo jadear. Creí que no lo hacía. Creí que ya no lo hacía.
Edward: ¿Me odia? ¿Desde cuándo? Pensé que no lo hacía.
Seth: Bueno, lo hace. No te odiaba, pero luego volvió a odiarte.
Me quedé pensativo un rato y fingí no saber la respuesta a mi siguiente pregunta.
Edward: ¿Le dijiste del bebé?
Seth: ¡Lo lamento! Se me salió. Sólo estaba triste, Edward. O enojada. O algo así. Y ya no quiere ir al bar.
Luego de que me enterara de que Seth le contó sobre el bebé, Lauren regresó al bar. El catastrófico fin de semana de Seattle. Creí confirmar que su espectáculo de lenguas con ese chico era un intento de quedar a mano. Sólo quería demostrarme que ya había superado lo nuestro.
Le daré crédito. Fue una buena jugada. Aunque hubiera sido una mejor si a mí todavía me importara Lauren.
Me froté la frente y tecleé una respuesta para Seth.
Edward: Bueno, supongo que tiene sentido.
Seth: Está bien, Edward. Ella ya no quiere ir y tú ya no irás. Asunto arreglado.
Y si, el asunto se arregló.
Así de fácil.
Edward: Bien. Gracias, Seth.
Edward: ¡Hey! No vayas a decirle nada de esto a Lauren.
Seth: ¡Ah! ¿Por quién me tomas?
Edward: Por Seth.
Él envió un emoji rodándome los ojos.
Seth: No le diré, Edward. Un poco de confianza, por favor.
Así que si, un problema menos en mi lista de problemas.
Me estiro en mi lugar, tronando mi espalda en el proceso y miro alrededor, de pronto echando de menos a Bella. Hace un buen rato que no hay ningún ruido y vagamente me pregunto si desistió de su tarea de jardinería y fue a dormir o si en realidad está afuera.
Dejo las fotos de Rosalie y Emmett para después y voy hacia el jardín.
Bella está ahí, sentada, mientras palmea la tierra alrededor de las nuevas flores que ha plantado. ¿Cómo va a levantarse? No lo sé, pero luce increíblemente hermosa. Radiante, es más.
Lleva el cabello sujeto con una pinza y parece que se tomó muy enserio el papel de jardinera, porque incluso está usando su overol desgastado y manchado, que se frunce en sus caderas y sostiene su barriga. Lleva los audífonos puestos, así que no me escucha acercarme a echarle un buen vistazo.
Su ceño parece estar fruncido en concentración y sus labios se mueven mientras tararea.
No desperdicio la oportunidad y le tomo unas fotografías mientras está despistada.
El viento le arroja los mechones sueltos de su cabello al rostro y ella los sopla, deseando alejarlos.
Me apoyo en la pared y la observo por un buen rato, notando sus movimientos lentos y certeros, casi parsimoniosos, como si todo estuviera destinado a ser. Comienzo a imaginar las cosas que podría estar pensando en esa cabeza hermosa suya. ¿Está pensando en lo bien que lucen sus flores? ¿O en si debería cortar más hojas secas? ¿Está pensando en Charlie? ¿O en la cena? ¿O en nada?
Es tan hermosa. Sus palabras siempre son las indicadas, siempre son hilarantes y me sacan de quicio, tanto que a veces sólo quiero sujetar su cabeza y besarla para que se calle. Quiero tomarla en mis manos y apretarla y tocarla siempre.
Quiero saber qué piensa en cada momento del día, qué está haciendo, por qué lo hace, quiero que me hable de su trabajo, hasta de las noticias tontas que suele leer. Quiero contarle todo, absolutamente todo y saber qué opina al respecto. Quiero decirle que comí una dona en Le Monde, que prefiero las de azúcar a las glaseadas.
Y luego quiero tenerla desnuda frente a mí. Dios, quisiera sacarle ese overol desgastado y enlodado y respirar en su cuello. Inhalar su aroma a Bella, que se mezclaría con perfume caro y jovial y con el sudor que comienza a perlarle la frente.
La dureza en mis pantalones me hace despertar de mis fantasías y ahora ella parece estar terminando, echando su pala y sus tijeras a la cubeta a su lado.
Mira alrededor, sin notarme y luego suspira largo y tendido. Sonrío inmediatamente cuando entiendo que busca una manera de levantarse. Se limpia la frente con su antebrazo y patosa e insegura, se apoya en su rodilla para impulsarse. Lanza un quejido y se tambalea, sosteniéndose del suelo.
Parece un panda. Torpe e irreal.
Finalmente se pone de pie y gira su cintura, deseando tronarla, para después frotar sus manos en su barriga y darle una palmada.
Mi pecho se calienta.
Bella toma su cubeta y avanza hasta el solario.
Con un suspiro, entro a casa.
Pasa un buen rato antes de que ella regrese. Ahora estoy trabajando en la sala y ella se tira en el sofá con un quejido. Está agitada, sudorosa y sonrojada. Sus piernas están estiradas y su barriga sobresale como una montaña.
Me río de ella. Tiene algo de lodo embarrado en el cuello.
—Ugh, estoy enorme. Nunca había sido una persona gorda.
—¿Estás criticando a los gorditos? —le alzo la ceja.
—No, ellos me agradan. Sólo me estoy criticando a mí. ¿Sabías que tuve un novio gordito en la secundaria?
—Un comentario totalmente irrelevante.
Ella bufa y entrelaza sus dedos sobre su barriga.
—Como sea. Esto es demasiado. ¿Por qué tuviste que embarazarme?
—Aww, no digas eso. Charlie escucha todo.
Su rostro se suaviza y sonríe ligeramente.
—No, no está escuchando. Está dormido.
—¿Cómo sabes que está durmiendo? —le frunzo el ceño, de pronto curioso de saber si habla enserio.
—Dios, porque yo quisiera estarlo—resuelve y palmea mi rodilla, de la cual se apoya para levantarse—. Voy a bañarme.
—Bien—llevo mi atención a la pantalla de mi laptop otra vez.
—¿Quieres venir? —Bella pregunta sobre su hombro, acercándose al pasillo.
Interesante.
Mi dedo pulsa rápidamente el botón de guardar.
—Dame un minuto.
—Bien—responde—. Estaré esperando… por ti… desnuda… en la regadera—añade antes de perderse por el pasillo.
—Bueno, esto puede hacerse después—cierro mi laptop y me apresuro a seguir sus pasos.
Más tarde y con nuestra cena en nuestras manos y la televisión frente a nosotros, Bella habla sobre su día en Swan Crops y me cuenta cómo quién sabe quién encontró al novio de alguien enredándose con alguien más. Ni siquiera le estoy prestando atención a los nombres y sólo asiento distraídamente.
Ella usa su barriga para sostener su plato de espagueti.
Cuando el corte comercial inicia, mi celular vibra con un mensaje al tiempo que Bella se inclina para tomar una servilleta.
—Te llegó un mensaje—ella dice, alcanzando el teléfono y, siendo la metiche que es, desbloqueándolo en el proceso.
—¿De quién? —pregunto mientras enredo pasta en mi tenedor, demasiado concentrado intentando que el trozo de carne no caiga.
Cuando Bella no responde, la miro. Ella está congelada, con su vista pegada a la pantalla de mi teléfono.
—¿Qué mierda es "féminas calientes" con un montón de emojis sexualizados? —pregunta con voz dura, taladrándome con la mirada.
Ugh. Emmett.
Lanzo una risa.
—Nada—me inclino a tomar el celular, pero ella es más rápida que yo y lo aleja de mí.
—¿Qué mierda es eso? —chilla.
—Nada, Bella, ¿me das mi teléfono?
—¡No! ¡No te daré nada! —se levanta, dándome una mirada muuuy fea—. ¿Qué es eso? —repite, pero no está gritando.
No sé qué me da más miedo: la Bella gritona o esta. Resuelvo que las dos.
Lentamente, dejo mi plato en la mesa de centro.
—Nada, es sólo un chat que…
—¿Qué qué? ¿Qué es esto? —Y nada raro a su comportamiento, ella ya está teniendo un aneurisma. Su ceño está fruncido y su cuello comienza a ponerse rojo.
—¿No crees que si ocultara algo habría cambiado mi contraseña?
Ella alza el índice, mandándome a callar mientras desliza su pulgar por la pantalla. Le ruedo los ojos.
—Fue Emmett. Hizo un chat para hablar de su despedida de soltero—respondo.
Su ceño se frunce más y hasta después de un rato, me mira. Supongo que ha dejado de inspeccionar.
—¿Despedida de soltero? ¿Acaso él…? No vas a ir—finaliza.
De acuerdo, ella es jodidamente hilarante. Me río y enredo más espagueti en mi tenedor.
—JA. Claro que voy a ir.
Bella regresa rápidamente a mi lado y pellizca mi brazo, haciendo que casi me atragante.
—Oww.
—Nada bueno puede salir de algo que lleva "féminas calientes" como nombre.
Muevo mis ojos, fingiendo considerarlo.
—Creo que muchas personas estarían en desacuerdo contigo.
Está siendo difícil controlar mi risa. Ella es graciosa en su elemento enfermizo y celoso. Claro, cuando su molestia no está dirigida hacia mí de una forma desastrosa. Ahí no es divertido.
—Es algo bueno que no seas celosa, bonita—murmuro, atrapando mi teléfono de sus manos y arrojándolo a mi lado del sofá.
—Cierra la boca. Dame tu celular. Les diré que no irás.
Me muerdo los labios para no reír.
—Silencio, mujer. Come tu espagueti—le señalo el plato con la barbilla.
Ella lanza un gruñido, uno fuerte y se deja caer en su lugar sin gracia alguna.
—¿Van a haber "féminas calientes"?
—No lo sé…—resuelvo, casual y con un encogimiento de hombros—tal vez.
Entonces de la nada, Bella comienza a gruñir y a gemir, haciendo un gran berrinche, incluso agita los puños.
Ahí es cuando lo pierdo. Me carcajeo hasta que las lágrimas amenazan con salir de mis ojos, lo que hace que su rabieta sea peor.
—Eres una loca, Bella—le digo, entre respiraciones agitadas—. Incluso hurgaste en mis mensajes, ¿acaso no confías en mí?
Ella grita y alcanza un cojín.
—¡Cualquiera lo habría hecho!
—Dios, mírate—me río, cubriendo mi boca con mi palma.
—¡No estoy loca! ¡Hacer eso es horrible!
Continúo observándola, maravillado por su locura. Atino a alcanzar mi celular y tomarle una foto. Esto necesita ser documentado.
—¿En qué me metí? —comento.
Ella muerde el cojín mientras gruñe. Me río, lanzando mi cabeza hacia atrás, cuando veo la fotografía. Es perfecta, en el momento indicado. Luce como una caricatura teniendo un colapso.
—¡Edward! —gime.
—Bella, respira—palmeo su espalda y ella aleja mi mano de un golpe.
—¡Aaahh!
Para cuando es hora de ir a dormir, continúo lanzando risas por aquí y por allá, recordando su episodio. Debería darle vergüenza, no debería hacer esos desfiguros. Buena suerte que estábamos solos.
Ella regresa a la habitación con el rostro perturbado mientras se frota la barriga.
—¿Qué? ¿Se te olvidó un paso importante en tu berrinche? —dejo mi teléfono en el buró y saco mi playera.
El mensaje no era de Emmett. Era de Seth, que envió una imagen ilustrativa de "cómo hacer una despedida de soltero sin ver a otras mujeres." No hace falta decir que fue aplastado hasta el cansancio.
Aunque aún no logro descifrar si ellos hablan enserio respecto a lo de ir a un club de striptease. Es todo de lo que han estado hablando. Sigo esperando que alguien (y por alguien me refiero a Emmett) envíe un mensaje diciendo "de acuerdo, ya enserio, haremos otra cosa." Y ahora comienzo a pensar que estoy esperando mucho de él.
—No—Bella gruñe, yendo hasta su lado de la cama—. Charlie está súper loco. Yendo y viniendo.
—Pues sí, ¿qué esperabas? De tal palo, tal astilla.
Ella gruñe de vuelta y golpea mi cabeza ligeramente con la almohada.
—Es enserio.
—Bella, enserio—le alzo las cejas.
Rueda los ojos.
—No voy a poder dormir—dice.
—Mal momento para elegir volverse loca. Tal vez debiste hacerlo más temprano.
—Edward.
Le sonrío y apago mi lámpara, dejando la habitación solamente iluminada con la suya.
—Enserio, Bella, ¿qué esperabas? Te pusiste, literalmente, como loca—murmuro, deslizándome en mi lugar. Ella trepa a la cama.
—Tú me pones loca.
—Te pusiste loca sola.
Bufa y, una vez que está tirada, apaga también su lámpara. Es una noche lluviosa, pero mantenemos la ventana abierta para disfrutar de la brisa fresca. Gotas dispersas entran a la habitación.
—No todos los días te restriegan en la cara planes tan malévolos.
Sonrío en la oscuridad y me giro sobre mi costado.
—Ya está. Ven aquí—ella se desliza y rodeo su cuerpo con un brazo, sintiendo su barriga tallarse en mi abdomen—. Pero hablando enserio, no deberías exaltarte de esa forma.
—¿Qué mierda esperabas? —gime y entierra su rostro en mi pecho—. No vayas—implora.
—Es sólo una borrachera, Bella. Ya, duerme.
—No puedo. Él está loco.
—Bueno, enserio, no deberías exaltarte. Él también lo hace.
—Lo sé, lo siento—resuelve.
No dormimos pronto, sólo estamos ahí tirados, quietos y paso el rato frotando su barriga, pidiéndole a Charlie que se calme porque "tengo que despertar putamente temprano para ir a trabajar."
Creo que ambos nos quedamos dormidos, antes de que él lo haga, porque nuestros arrullos fueron contraproducentes.
Bella
Odio este día. Lo odié desde el primer momento en el que supe que el estúpido y vulgar evento de Féminas Calientes se llevaría a cabo este sábado.
Justo ahora, estoy muy molesta, pero Edward tiene razón. No puedo continuar exaltándome de esa forma, no debería obedecer a mis más bajos instintos… como el otro día. No tuve una muy buena noche de sueño. Charlie estaba loco. Es la primera vez que lo siento moverse tanto. Edward se quedó dormido con sus propios arrullos y lo dejé dormir mientras yo continué frotando mi panza.
Apenas y logré dormir como tres horas.
Así que sólo muerdo mi labio y mantengo mi vista pegada a la televisión, aunque lo único que quiero hacer es arrojarle algo… a Edward y a la tele.
Él sale del baño, en ropa interior y con pelo húmedo y comienza a rebuscar en el clóset.
¿El asunto sobre él ocupando mi espacio y cómo sería mejor que su ropa se quedara en su casa? Seh, no funcionó. Estuvo en contra y no cedió.
Le echo ojeadas mientras él no me mira y observo como pasa ganchos, eligiendo la camisa perfecta. Aahh. Lo odio tanto en estos momentos.
—¿Qué debería usar? —pregunta, girándose para verme.
Mantengo mis ojos puestos en la película.
—Una bolsa de basura combinaría con tus zapatos feos—mascullo— y con tu libertinaje.
Él se carcajea y vuelve a rebuscar ropa. Al final elije sus pantalones pinzados, sus Converse y una chaqueta. Sabe que me gusta esa chaqueta y me da una sonrisa cuando me descubre mirándolo.
Le ruedo los ojos y alcanzo mi teléfono cuando vibra con un mensaje. Es la respuesta de Rose, la he estado esperando por un buen rato.
Rose: Mujer, sal de la cama. No puede verte derrotada. Ángela dijo que sí. Jessica está ocupada.
Bella: Demasiado cómoda, lo siento. Genial. Aquí estaré.
Decidimos compartir nuestro dolor en una noche de chicas. Rosalie está trepando por las paredes y no me sorprendería que esté calva cuando llegue a mi casa. Ángela sólo viene por bebidas gratis y apoyo moral.
Lo apreciamos.
Estoy picando algo de piña para nuestras bebidas cuando el timbre suena. Con un suspiro molesto y pasos arrastrados, voy a abrirla.
Ahí están Seth y Paul, con grandes sonrisas en sus rostros.
No les regreso el gesto, simplemente me hago a un lado y ellos entran. Los dejo ahí en el pasillo y regreso a la cocina. Se lo merecen. Son personas que llevan a la perdición.
—¿Algo enojada, Bella? —picotea Paul entrando a la cocina luego de un rato. Seth viene tras él.
—No—espeto y lanzo trozos de piña al tazón.
Seth roba un cubo.
—¿Entonces por qué picas piña con tanta furia? —continúa Paul.
—Porque disfruto hacerlo.
Él ríe entre dientes, junto a Seth y roban más fruta. Luego de un rato, escuchamos los pasos de Edward en las escaleras y finalmente entra a la cocina.
—Hey—los saluda y atina a darle una palmada a Paul en la espalda, ya que es el que está más cerca. Se dirige al refrigerador.
—¿Seguro que tienes permiso de ir? —se ríe Seth—. Se siente medio tenso aquí.
Lo miro mal, pero él ignora mi mirada. A Paul no le pasa desapercibida y se ríe.
Edward termina su vaso de agua y se limpia la boca con la manga de su chaqueta.
—No necesito un permiso. Soy un adulto ahora—responde.
Aahh. Estoy hirviendo. Podría gritar y comenzar a gemir y a lanzar cuchillos, pero esto último podría salir mal.
Cierro la puerta de la alacena con más fuerza de la necesaria. Necesito romper cosas.
—De acuerdo—dice Seth luego de un tenso silencio—. Andando.
Pega un salto, bajando del taburete y se lleva dos trozos de piña con él. Paul palmea la encimera, finalizando el asunto y lo sigue.
—Nos vemos, Bella—dice Seth.
—Adiós—musita Paul.
—Hasta luego—respondo, sin girarme a verlos.
Un momento después, unos brazos familiares me rodean y descansan sus manos en mi barriga. Edward deja un beso en mi mejilla. Huele deliciosamente a loción.
—Te veo en un rato—dice—. Tal vez llegue un poco tarde.
Ojalá siguieran metidos en el bar. Los odio. Odio a todo el mundo.
—No me digas.
Él ríe contra la piel de mi cuello antes de dejar un beso.
—Llámame si algo pasa.
—¿No estarás demasiado ocupado?
Su nariz se frota contra mi piel.
—No para ti—resuelve.
Desdichado. ¿Por qué es tan cruel? Él simplemente no puede decir ese tipo de cosas cuando se está yendo a la perdición… a ver chicas.
Quisiera llamarle a cada una de sus madres.
—Mmm.
Sonríe y deja un beso en mi sien.
—Te amo.
Inhalo y asiento, ignorando mi furia.
—Yo también te amo.
—¿Me das un beso?
Así que me giro y él aprieta mi espalda cuando nuestras bocas se tocan. Se despide de Charlie con una palmada y me da una última sonrisa.
xxx
Rosalie no es de ayuda. Ella entra como un tornado, arrojando su bolso al sofá y luego se deja caer ahí, con el pelo cubriéndole la cara.
—Mátame ahora—gime.
—No voy a matarte—resuelvo, sentándome en el sillón—. Primero tienes que matarme tú.
—¡Lo odio, Bella! —lanza los brazos al aire y mira el techo—¿por qué lo hacen?
—¿Sabes a dónde van a ir?
—No—gime—. Sólo sé que tienen un chat grupal, algo sobre Hembras Calientes. Eso cuenta como infidelidad, ¿verdad? Debí llevar a Emmett a la iglesia.
Me río entre dientes.
—Debí haber encerrado a Edward. Creo que cabe en el clóset.
Rose ríe también y se levanta con un quejido.
—¿Enserio no te dijo nada a ti?
—Nop—sacudo la cabeza e intento ponerme de pie cuando el timbre suena.
—Yo me encargo—Rose me detiene y un momento después—: ¡Tendrás que matarnos!
La suave risa de Ángela llega a la sala y se acerca para abrazarme.
—¿Por eso me invitaron?
—Pues claro. Una no podrá revivir para asesinar a la otra—le digo.
Ella rueda los ojos y tamborilea sus dedos sobre sus piernas cuando toma asiento.
—Olvídenlos. Esta es una noche de chicas.
—No puedo olvidarlo—resuelve Rose.
—Pues olvídenlo por un rato mientras elegimos el sabor de la pizza porque muero de hambre—Ang ordena—. No he comido nada desde que desperté.
Mientras esperamos nuestra cena, preparamos piñas coladas y Angela comienza a hablarnos sobre sus niños. Hasta que se da cuenta de que no le prestamos atención. Con un suspiro y la mano en su cadera, nos mira.
—Voy a darles un buen golpe—amenaza.
—Angela, no lo entiendes…—comienza Rose.
—Sólo sé que son un par de locas celosas. Nada malo pasará. Ellos no irían a ver a otras féminas—dice, luego de que la ponemos al tanto de la situación—. Seguramente sólo van a ir a un bar.
Rose le rueda los ojos y yo me mantengo callada porque no puedo exaltarme.
La noche avanza sin muchos inconvenientes, incluso podemos comer pizza y fingir tranquilidad mientras elegimos una película para ver. La mano de Ángela está enterrada en el tazón de palomitas cuando Rose gime sonoramente desde su lugar a mi lado, asustándonos.
—¡Nadie está publicando nada! —alza los brazos al cielo—. ¡Es injusto!
—¿En verdad estás esperando que alguien suba una historia para comenzar a tener una crisis? —Ángela la mira con una ceja alzada.
Despistadamente, bloqueo mi celular y lo entierro en el cojín, fingiendo que yo no estaba haciendo exactamente lo mismo.
—Demándame—Rose le ladra y arroja su móvil a un lado antes de golpear sus muslos con sus manos abiertas—. ¡Al diablo! Rastraré su teléfono—se pone de pie y me mira—. ¿Dónde está tu laptop? La necesito.
Ángela y yo compartimos una mirada. Ella no puede estar hablando enserio, ¿verdad? Y creía que yo era la loca.
—¿Qué? ¿Es enserio? —le pregunto.
—Pues claro. ¿Está en tu oficina? —Rose se dirige al pasillo y la detengo.
—Ya no es una oficina. Está en el desayunador.
Ella sonríe y va en busca de la computadora.
—¿Por qué le dijiste dónde estaba?
—No quería que fuera a la habitación de Charlie—le respondo a Ángela en cuchicheos.
Ella sonríe.
—¡Oh! ¿Puedo verla?
—No, aún no está lista. Dejaré que la vean cuando esté lista.
Ella hace una pedorreta y se echa el puño de palomitas a la boca.
Rose regresa muy rápido, dejándose caer sin gracia en el sofá y me obliga a teclear mi contraseña. Ángela se pasea alrededor, meneando ligeramente las caderas al ritmo de una música inexistente. Ella hace eso a menudo. Le gusta bailar.
—Necesitas los datos de su cuenta para poder rastrear su teléfono—comenta, mordiendo una orilla de pizza—. Espera…—su baile se detiene. Rose le da una sonrisa malévola—¿enserio?
—Oohh, enserio—canturrea la rubia loca.
—¿Él sabe que lo sabes? ¿Haces eso a menudo? —le entrecierra los ojos.
Rose los rueda.
—Ángela, enserio, ¿en qué concepto me tienes? Por supuesto que él no lo sabe—resuelve, lanzando una risilla.
—¿Y qué hay de mi segunda pregunta?
—Nah—Rose se encoje de hombros—. Sólo lo hice una vez, porque él creyó que había perdido su teléfono.
—Y sólo, de casualidad, sigues recordando su contraseña—la codeo.
Ella sonríe y comienza a teclear.
—Si, casualmente la anoté por ahí, sin darme cuenta.
—Ustedes están locas—Ángela nos señala.
Esperamos, casualmente y Ángela finalmente se sienta junto a nosotras. Inclinándose para ver la pantalla.
—Espero que estén en el parque o algo así—dice Rosalie mientras esperamos a que el GPS nos dé las coordenadas.
—Mmm—Ángela ríe—. No son niños de secundaria, Rosalie.
—Oh, ¿recuerdan cuando íbamos al parque a ver a los de…
—¡Ya está! —Rose me interrumpe—¿Qué? —chilla—¡Están en Port Angeles! ¿Qué mierda hacen en Port Angeles?
—¿Port Angeles? Eso es demasiado lejos de aquí—comento.
—¡Hay muchos clubs nudistas en Port Angeles! —Rose agita la computadora peligrosamente.
—Whoa—Ángela se la quita de las manos—. Bien dicen que, si buscas algo, lo encontrarás…
—¡Cállate Ángela! —Rose ladra, cubriéndose el rostro con las manos.
—No, no—la aplaco—. Él no está ahí. Edward no haría eso—comienzo a exaltarme y no debería exaltarme. Demasiado tarde, mi corazón se está acelerando y comienzo a ver rojo.
No te exaltes, no te exaltes, me repito.
—¿No lo haría? —Rose cuestiona, esperanzada, mirándome entre el espacio de sus dedos.
—No lo sé—me desinflo en mi lugar.
Ella gime y se jala el cabello.
Las piñas coladas son consumidas por Ángela por el resto de la noche, porque Rose está demasiado ocupada teniendo una crisis que comienza a contagiarme.
—¿Qué si en verdad no están ahí? Ángela, sólo déjame ver si…
—¡No! —ella la silencia, alzando su dedo—. No rastrearás a nadie más.
—Tal vez su teléfono se está moviendo…
—Bien, entonces le habrán salido piernas—Ángela le rezonga.
Rose lanza los brazos al cielo y gruñe.
—¿Qué si están en ese estúpido club de striptease? ¡Oh por dios! ¿Lo puedes imaginar? Con toda esa ropa interior alrededor.
Puedo imaginarlo. Rosalie está pintando una imagen muy clara y detallada en mi mente. Imagino a estúpidas féminas caminando alrededor vulgarmente mientras pasan sus manos con uñas largas por los hombros de Edward y se inclinan a decir "¿puedo ofrecerte algo más?" con sus tontos pechos en todo lo alto.
Uughh.
¡Y a otras más bailando! ¡Intentando llamar la atención!
Ugh. Y ahora Charlie está dando vueltas.
Lo siento, pequeño bebé, pero tu padre es el culpable.
Ojalá él llamara.
Ojalá él enviara un mensaje.
Así podría saber que él está pensando en mí
Y no en las féminas calientes frente a él.
—Rose, detente—Ángela golpea su frente—. Bella está teniendo una crisis.
Si, la estoy teniendo. Me froto la frente y comienzo a ver borroso. Y ahora entiendo que estoy a punto de llorar.
—Ah, lo siento, Bella—Rose dice, con voz suave y se desliza hasta estar de vuelta cerca de mí—. Aww, lo siento—frota mi hombro.
—Ella no hablaba enserio, Bella—Ángela se sienta del otro lado y pasa su brazo por mis hombros.
—Bien—respondo, sin estar segura sobre qué decir.
Ángela me alcanza una servilleta llena de mantequilla de palomitas y se la arrojo al pecho cuando me doy cuenta de que está usada. Ella suelta una risita y la atrapa.
—Probablemente también tenía mis mocos—dice.
Le ruedo los ojos y golpeo su hombro con el mío.
Rosalie finalmente se queda callada y quieta, pero continúa pegada a su teléfono y en un momento puedo ver que está en su conversación con Emmett y desliza su pulgar, actualizándola, deseando que un nuevo mensaje aparezca.
Me siento estúpida, porque hasta hace un momento yo estaba haciendo lo mismo.
Ellas se despiden alrededor de las 2 AM, pero no puedo dormir. Ha sido una noche muy loca y emocional. Y Charlie puede sentirlo, porque está dando piruetas, como la otra noche.
Entro a la cama y froto mi barriga, deseando relajarme. Incluso intento con ejercicios de respiración y mi playlist relajante de sonidos de lluvia.
En un punto, Charlie se rinde y luego le sigo yo. Y podría jurar, por mi dramático trasero, que ambos nos quedamos dormidos con el corazón roto.
¡Hola! ¿Cómo están? No pude actualizar más temprano, estoy enfermita jeje.
Espero que les haya gustado. Me gusta la Bella loca pero ¡por favor! Tenía razones. ¿Creen que en realidad se hayan ido a ver a féminas?
Y ya, por fin vimos cómo Edward le pidió a Seth lo que debió de haberle pedido hace miles de años.
Muchas gracias por leer. Ya quiero ver sus comentarios.
