TRAICIÓN PLANIFICADA

CAPÍTULO 6: A DOS BANDAS

¿Qué tenía de especial un río? Un río significaba muchas cosas: en él podría refrescarse, también podría pescar y si era potable podría rellenar su cantimplora. En resumen, para Luffy un río equivalía a la más sencilla pero pura aventura.

Mientras corría examinaba esas palmeras que fuera de lo común se caracterizaban por gigantes hojas palmadas y una altura inaudita de unos treinta metros y dos metros de anchura, el color que predominaba en ellas era el verde lima por las hojas y los troncos vestidos de musgo.

El sentido de la orientación de Luffy no estaba muy agudizado pero tampoco era tan penoso como el del espadachín. Si estaba muy cerca de su objetivo no era más que por un audaz oído.

Cuando se dio cuenta de que ya no se encontraba entre palmeras disminuyó la velocidad. Paró en seco al ver el arroyo a lo lejos. Se desilusionó al contemplar un riachuelo tan insignificante, no era la gran cosa pero lo suficiente para entretenerse un poco. El torrente partía por la mitad una inmensa pradera con un tono verde tropical que alumbraba los brillantes ojos del capitán.

Él todo risueño con la idea en mente de refrescarse en el agua, corrió otra vez. Se quitó las chanclas y sin pensárselo dos veces saltó a la rivera. Había dejado a sus compañeros atrás pero apostaba por que cuando lo encontraran, le agradecerían por ese hallazgo.

—Como no es agua de mar, no me debilitaré, shishishi. ¿Eh?, ¿qué es eso...?

A unos largos metros advirtió algo tirado en el agua. No pudo distinguir muy bien qué era pero adivinaba que podía ser una persona. Se acercó cuidadosamente para no patinar en alguna de las escurridizas piedras dispersas por el río.

Era una mujer alta de unos veinte años con larga cabellera anaranjada y ondulada, con muy buen físico, lástima que no pudiese verle bien la cara ya que estaba de perfil y el pelo le tapaba el rostro.

Se alarmó al ver el agua teñida de rojo alrededor suyo. Asustado, cargó a la chica posicionando un brazo por la espalda y el otro por debajo de las piernas. Pero se calmó un poco al notar que respiraba.

El pelo empapado se deslizó por su rostro cayendo como una cascada, dejando al descubierto su faz. El tiempo se congeló: no existían pájaros cantando, ni el agua fluyendo corriente abajo, ni el leve viento azotando las hojas de las palmeras de fondo, ni los sonidos de los insectos cercanos; solo estaban ellos dos ahí y nada ni nadie más.

Ella era bella. Sus rasgos congeniaban a la perfección: su cara fina, sus labios carnosos y rosados, su nariz grácil y sus ojos que ahora se mantenían cerrados y que ansiaba por verlos abiertos.

Y entonces, Luffy se percató de la herida en la frente.

—¿¡Estás bien!?, ¿qué te ha ocurrido? ¡Oe, despierta! —preguntó exaltado mientras la zarandeaba.


—Estoy seguro de que Luffy ha ido por esta dirección. ¡¡Chicos, seguid al gran Usopp!! ¡No, esperad! Tal vez era por allí...

—No me fío de ti ni un pelo, además ha dejado rastro, no hay de qué preocuparse... —afirmó Sanji señalando las huellas del suelo —Si es que siempre hace lo que quiere sin pensar en los demás...

—Me huele a mí que esto es el comienzo de una gran aventura, yohoho.


—¡¡¡Chicooooos, estoy aquí, venid enseguida!!! ¡Maldición, no aguantará!

No había tiempo. Debía salvar la vida de esa pelirroja. Su vida dependía de él, no podía dejarla morir. Esperaba que sus amigos lo entendieran. Pero no tuvo tiempo de emprender, ya que lo detuvo la voz del cocinero.

—ALTO AHÍ. ¡Mierdoso de goma, te prometo que si sales corriendo otra vez te quedas sin comer por un mes!

—Ya te vale Luffy, siempre igual... —recriminó Usopp.

—Chicos... ¡¡Tengo que salvarla!! —se giró y quedó enfrente de ellos.

—¿¡Ayudar a una bella dama!? ¡¡Eso es trabajo para un caballero como yo!! Bruto, aparta tus sucios brazos de ella y deja que me encargue yo del asunto —corrió hacia la chica para quitársela de sus brazos.

Al acercarse, Sanji se quedó patidifuso al admirar esa divinidad, el corazón le paró de funcionar y su cuerpo se paralizó. Segundos más tarde le dieron espasmos muy fuertes y luego le vino una hemorragia nasal.

—¡No! ¡La he encontrado yo así que la llevaré yo! Tú no te metas —dijo Luffy con un cariz fulminante.

—Luffy, primero tranquilízate y explícanos quién es y cómo la has encontrado —pidió Usopp.

—¡¡No hay tiempo para charlar, —se recompuso el rubio limpiándose la sangre de la nariz con un pañuelo —hay que buscar a Chopper y ayudar a esta señorita!!

—Habrá que llevarla al centro. Creo que si nos entretenemos en buscar a Chopper y a los demás se nos acabará el tiempo —sugirió Brook.

—¡Entendido! ¡Adiós!

—¡Luffy, que te esperes! Como se te caiga este bellezón o tropieces, no me dolerá prendas acabar contigo.


La otra mitad de los Mugiwara se hallaban en un pequeño contratiempo contra unos cazarrecompensas que los habían vigilado de muy cerca. En cuanto leyeron el periódico no dudaron en ir a por sus cabezas. Aprovechando que solo eran cuatro miembros de la banda adentrándose en unas cuevas que eran la entrada del pueblo subterráneo y abandonado de la isla, aprovecharon para hacerles una emboscada: de ahí no saldrían vivos.

Del mismo modo se confiaron pensando que lo tendrían más fácil por la razón de que no se encontraba el capitán de la tripulación en aquel grupo.

—Fuera de mi camino. ¡Estorbas! ¡¡RENGOKU ONI GIRI!!

En ese momento el peliverde juró haberle dado un corte crítico pero su adversaria parecía ser muy veloz. Esa cazarrecompensas se protegió con su espada color azul celeste en cuestión de segundos.

—Tsk, deberías de ser más considerado al tratar con mujeres, ¿no crees?

—A la hora de luchar no importa el género. Puesto que has sido tú la primera en desenvainar la espada ya sabes lo que toca.

—Vaya, he aquí un honorable hombre, de los pocos que quedan en este podrido mundo.

Entonces ambos empezaron a atacarse con fuertes estocadas. Dado que el segundo al mando tenía mayor fuerza mandó a la mujer contra una pared dejándola inconsciente al acto.

Robin y Franky unieron fuerzas para acabar con el resto que no les llegaban ni a la suela de los zapatos, al mismo tiempo Chopper intentó auxiliar a la mujer que Zoro estampó contra una de las paredes de esa gigantesca cueva que contenía un pequeña villa mugrienta y deshabitada.

—Es la enemiga, Chopper. No empecemos con lo mismo otra vez.

—¡Sigo siendo un doctor y no tengo nada en contra de ella!

—¡Idiota, ella quería matarme!

—Chicos, nosotros ya hemos terminado con esa escoria, hemos perdido un SÚPER tiempo muy valioso, el resto debe de estar buscándonos SÚPER furiosos —intervino Franky poniendo fin a la estúpida discusión de esos dos haciendo la súper pose.

—Hubiéramos llegado a la hora acordada si cierta persona no hubiera querido husmear por aquí para ver unas estúpidas ruinas, cuando lo que teníamos que haber hecho era ir al Sunny... —refunfuñó Zoro casi susurrando para que la arqueóloga no lo oyese.

—¿Decías, Zoro?

—No, nada.


~FLASHBACK~

—Esta debe de ser la cueva que nos citó la señora del bazar. Aquí debe de encontrarse gran parte de la historia que esconde esta isla... —expuso la inteligente y única mujer de la tripulación mientras miraba con asombro la gran madriguera que se mostraba frente ella.

—A mí me da miedo entrar ahí... —clamó el Chopper escondiéndose tras las esbeltas piernas de la mujer.

—Mujer ¿acaso piensas entrar ahí? Deberíamos ir yendo al barco.

—Lo sé, pero dudo que en el futuro tenga otra oportunidad de inspeccionar una aldea subterránea con más de 900 años de historia, sin embargo, comprendo que será mejor que nos reunamos con los demás lo antes posible —suspiró Robin resignada.

—Tsk, si tantas ganas tienes de explorar unos ridículos escombros haberlo dicho antes, entremos va.

—Gracias. Muy amable —le dedicó una cálida sonrisa.

El peliverde notó que se sonrojó pero intentó disimular fingiendo que tenía prisa para adentrarse en la cueva.

~FIN DEL FLASHBACK~


—¡Zoro, por ahí no es! ¿Tan difícil te resulta ir en línea recta?

—¡Cierra la boca, Chopper!

Estaban a punto de salir del túnel cuando de repente vieron pasar a los cuatro individuos restantes como desesperados, es decir, como si les fuera la vida. Pasaron de largo y no se dieron cuenta de que parte de sus compañeros estaban observándolos.

—¡¡Son ellos!! —exclamó el reno muy emocionado señalando con la pata —¿Os habéis fijado en que Luffy cargaba a una chica en brazos?

—Van en dirección al centro, tenían cara de estar muy apurados, fufufu.

—Esos imbéciles seguro que ya se han metido en algún lío —negó Zoro con media sonrisa.

—Tenemos que alcanzarlos o los perderemos, vamos a meterles gas a estos SÚPER cuerpos.

A toda velocidad salieron disparados e intrigados se preguntaban en qué una les había metido ya el agitado capitán.