TRAICIÓN PLANIFICADA

CAPÍTULO 8: ÚNETE

Desde la cama, Nami estudiaba el rostro del chico mientras la habitación se quedaba en un total silencio. Los segundos pasaban y la expresión de felicidad de Luffy no cambiaba. Estaba realmente confundida, ¿cómo era que ese hombre, el cual ella debía buscar, estaba plantado al lado suyo con una enorme sonrisa?

—¿Y tú cómo te llamas? —preguntó acercando su cara a la de ella. En ese instante él pudo testificar el color de esos ojos que lo miraban con sorpresa: eran de un marrón oscuro y claro a la vez, eran como una mezcla de caramelo y café.

Y al mismo tiempo, los grandes y oscuros ojos del moreno, que mostraban tanto interés en ella, la estuvieron incomodando hasta el punto de verse obligada a apartar la mirada. Era inevitable para cualquiera ponerse nervioso bajo la atenta mirada de uno de los grandes piratas, aun así no le mostraría sumisión si era lo que buscaba.

—Oe, pero al menos contéstame... —protestó él haciendo un puchero.

Esa actitud tan simple e infantil no era propia de un guerrero de mar, pensó Nami, y a la vez no supo contener una pequeña carcajada que consiguió divertir a Luffy.

Tal vez sí podía permitirse relajarse un poco.

—Soy Nami. ¿Cómo he llegado hasta aquí?

—Estás en uno de los hospitales de la isla. Te encontré en un río desmayada. ¿Qué te pasó?

Entonces su mente quiso hacerle recordar el intento de cruzar el río que acabó en fracaso, además de proyectarle imágenes que le saturaron la cabeza: se veía en los brazos de una silueta quien corría con más gente alrededor, después solo pudo acordarse fugazmente del fuerte olor a medicina y antibióticos. Todas esas proyecciones simultáneas le provocaron un mareo insoportable.

—Nami, ¿¡estás bien!? —al ver como la muchacha se sujetaba fuertemente la cabeza le fue a sacudirle el brazo para infundirle ánimo.

—¡¡No me toques!! No me toques —tembló.

—Er... perdón —se excusó él sin saber muy bien cómo proceder.

—No... Perdóname a mí, ha sido un reflejo...

—Tranquila, a mí no me afectan esas cosas, shishishi. Por cierto ¿ya te encuentras mejor?

—Sí, aunque aún me sigue doliendo la cabeza un poco.

Era extraño. No veía indicios de que Luffy quisiera aprovecharse de la situación, mientras que ella estaba desprotegida y debilitada él tenía la oportunidad perfecta para abalanzarse y agredirla como acababan haciendo todos. ¿Por qué tardaba tanto? ¿O es que acaso tenía la consideración de amenazarla una vez ya fuera del hospital? ¿Y de qué manera conseguiría unirse a la banda sin que sospecharan de ella? Qué cruz de misión.


—¡¡Auxilio, socorro, los Mugiwara están aquí!!

—Cálmese, señor. Primero dígame con quién hablo e informe acerca de su localización.

—Únicamente les diré que trabajo como recepcionista en un pequeño hospital situado en la plaza principal de la isla Worsk Nian, los Mugiwaras están siendo atendidos ahora mismo. ¡¡Vengan cuánto antes!!

—Ignoro el porqué accedieron a ayudarlos, en todo caso ahora mismo no puedo enviarles a nadie. Evacuen todo el edificio si es posible, e informen al cuerpo de seguridad local.

El comandante dejó caer su pesado cuerpo en el sillón de cuero del despacho después de haber colgado la repentina llamada del recepcionista. Todo el mundo estaba al corriente de que esos infelices piratas se encontraban en esa isla gracias a los periódicos, era imposible que ese tonto recepcionista ignorase el hecho de que esos desenfrenados andaban por su zona.

El aprendiz sentado enfrente de él, escuchó la conversación y no pudo suprimir las ganas de preguntarle a su maestro el porqué no podía mandar a nadie para allí, a lo que el otro contestó:

—Los de arriba han mandado órdenes de que ninguna sede marina envíe sus flotas a esa isla, de momento. El motivo viene a ser el siguiente: quieren ganar tiempo para reunir a un almirante y a un gran número de hombres y de los mejores.

—¿Me está diciendo que nos quedaremos con los brazos cruzados, eso es comandante?

—Sí, pero no te escandalices. Y Worsk Nian ya se espabilará con sus fuerzas terrestres. Pero tal vez no sea lo suficiente para mantener a los Mugiwaras a raya... En todo caso, ellos no han llegado a ser famosos por arremeter contra el pueblo.


Luffy acercó una silla y se sentó en ella, justamente como contrariamente se sientan las personas normales.

Sonriente y sin pausas algunas empezó a formularle una retahíla de preguntas a Nami.

—¿Seguro que ya estás mejor? Chopper dijo que podías haberte dañado el cerebro... Has tenido suerte según él. ¿Te duele el cerebro? ¿De verdad que no te duele mucho la cabeza? —volver a escuchar la misma pregunta de hace unos segundos solo le hacía pensar a Nami que ese chico era un niño en el cuerpo de un hombre al cual tuvieras que explicarle las cosas repetidas veces.

—Estoy mejor.

—Oe ¿y vives aquí?

—No —contestó tajante. ¿Por qué le preguntaba tanto?

—¿Te puedo preguntar otra cosa? ¿Cómo te hiciste las heridas de los brazos?

—Oh... Pues creo que al tropezarme en el río... —sus brazos presentaban grandes morados y pequeñas heridas abiertas, las cuales ya habían sido tratadas por los médicos. Era innegable que habían sido provocadas gracias a la agresión de Kid que la hizo despegar contra las paredes y suelos.

—No mientas, sé que alguien te golpeó, tienes heridas por todas partes y también sé que no son hechas por accidente, hace falta fuerza para llegar a causarlas.

—¿Me puedes decir cómo es que sabes que tengo heridas por todas partes? —¿era posible que ese crío la hubiese inspeccionado mientras estaba medio en coma?

—Me lo ha dicho Chopper.

Imaginó que se refería al animal parlanchín Chopper el médico de la tripulación, quien seguramente fue el que la trató.

—De verdad, esto es por caídas, nadie me golpeó. Por cierto ¿sabes dónde está mi bolsa? —oteó la habitación entera desde la camilla pero no la vio.

—Cuando te encontré no había ninguna bolsa, creo.

—¿Seguro? ¿Qué hago? No puede estar pasándome esto... —sus ojos se humedecieron lentamente. Pocas cosas contenía la mochila, unos pocos víveres, algunos mapas y pocos instrumentos de cartografía, algunas pequeñas armas, etcétera. Pero lo único que le daba el valor a esa bolsa era una fotografía en un reducido cuadro de fotos de madera, donde aparecían de muchos años atrás su estimada hermana, su difunta madre adoptiva y ella.

—Si esa bolsa es tan importante para ti yo iré a buscarla.

—¿Tú lo harías...?

Inesperadamente abrieron la puerta y Chopper dio su aparición. Algo iba mal y el moreno lo notó al instante al ver el semblante de su nakama.

—¡Luffy, hemos visto por las ventanas que la gente está siendo evacuada y todo el hospital está rodeado por guardias de las fuerzas de aquí y probablemente vendrán más! El doctor Kerl también se ha ido al enterarse de que éramos piratas...

—Lo mejor será que dejemos esta isla tan aburrida. Shishishi... Nami te llevaremos con nosotros hasta que encontremos la mochila —dijo levantándose de la silla. Ya tocaba otra vez escapar como piratas que eran y eso era la parte más emocionante para él.

El reno en su transformación humana cargó a la muchacha en la espalda y acto seguido salieron de la habitación. Los demás se alegraron al ver a la chica despierta y sobre todo Sanji, quien se enamoró por enésima vez de su belleza, y Brook quien no dudó en preguntar por sus bragas. Esta gente no podía ser los infames piratas de quienes todo el mundo hablaba, le resultaban demasiado idiotas para que lo fueran.

Decidieron que lo más lógico era irse por la parte trasera donde había menos civiles. Sanji con una de sus patadas echó a bajo una de las paredes y salieron corriendo a través del boquete. Algunos soldados se les echaron encima y ellos como respuesta los apartaban de mala manera, puesto que ninguno consentiría que dañaran a la nueva amiga.

Por el camino recogieron a Zoro y Franky de la taberna. Y una vez ya todos reunidos y alejados de la población continuaron a paso firme para llegar al río.

—Debemos de apresurarnos o la niebla espesa que se formará pronto nos dificultará orientarnos por el palmar —vaticinó Nami examinando el cielo desde la espalda del reno.

—Pero si hace mejor tiempo que antes ¿cómo se va a formar niebla ahora? Imposible —se burló Usopp.

—Un momento, ¿no me digas que tienes una habilidad innata para sentir los cambios en el clima? Porque es casi imposible intuirlos en el Nuevo Mundo —alegó Robin.

—Algo parecido. Desde pequeña siempre he podido pronosticar el tiempo, mi cuerpo siente los cambios y eso me ha ayudado a sobrevivir en el mar.

—Me tienes enamorado. Además de ser una hermosura también eres súper inteligente... —canturreó el cocinero.

—¡Pues ya está decidido! Únete a nosotros, necesitamos a alguien como tú —le sonrió Luffy.

—Hecho.

No se explicaba cómo había logrado entrar en esa tripulación pero de lo que estaba segura es que esa misión resultaría más fácil de lo que había creído. Porque engatusar y traicionar a ese grupo de dementes sería pan comido.