TRAICIÓN PLANIFICADA
CAPÍTULO 11: DETRICKVER (acto I)
La oportunidad de estar presente en una aventura cerca de los necios que formaban su nueva tripulación, y no por mucho tiempo, se acontecería en los siguientes minutos y Nami estaba decidida a encontrar deleite en ella.
Chaquetas fueron lo que a primera vista destacaba y coincidía en sus fachas. La razón de llevar más ropa de la habitual era debido a la baja temperatura que sintieron al acercarse a Detrickver.
—Formemos tres grupos de tres —propuso el cocinero —Compremos lo necesario y luego ya diremos qué hacer mediante los Den Den Mushi, puesto que tenemos tres.
—Yo iré con Nami. Quiero vigilarla por si se vuelve a desmayar —dijo Chopper.
—Te entiendo, —asintió Sanji serio —yo también quiero estar cerca de ella, pobre de mí si no estuviera ahí para socorrer a mi pelirroja maciza...
—Tú te jodes, esto se hace a sorteo —finalizó Zoro.
Los rayos solares no llegaban a alcanzar el suelo, pues la espesa y pestilente niebla lo impedía. Los edificios eran de estilo gótico y daban sensación de estar en un macabro sueño. Varios de ellos con pequeñas ventanas cuyos cristales opacos por la suciedad imposibilitaban ver el interior. Una escalofriante soledad se percibía, todo tan tétrico y mudo que inquietaba al ser más calmado.
—¡Qué aburrido! ¿Por qué no hay nadie aquí? —protestó Luffy.
—Puede ser que aún no nos hayamos adentrado lo suficiente, aunque es raro considerando que hay edificios casi tocando la orilla... —comentó el reno —A lo mejor están abandonados.
—No. Muchos de ellos no lo están. Siento que nos observan desde adentro, pero no los podemos ver —dijo Nami —Todo es muy extraño en esta isla... ¿Por qué habría tan pocos barcos y únicamente de pesca?
—No te preocupes por esas cosas, Nami. ¡Vamos por aquí, seguidme! —gritó el moreno mientras salía corriendo.
—¡Espera! ¿Por qué diantres me ha tenido que tocar con Luffy en el grupo? —se lamentó la pelirroja aunque por otra parte se alegraba.
Desde un principio, Nami y Chopper se oponían a atracar el Sunny allí, y al haberlo hecho se exponían al peligro. Muchos rumores se decían de esa isla llamada Detrickver y ninguno de ellos era agradable de escuchar.
Llegaron a parar a una plaza transitada por carruajes y coches de chapa que soltaban mucho humo y contaminaban la atmósfera. Mujeres y hombres bien acicalados paseaban por las avenidas tranquilamente mientras que en los callejones unas figuras se ocultaban en la oscuridad. La vestimenta de la muchedumbre era peculiar. Vestían prendas oscuras y anticuadas pero sin omitir la gracia y la finura.
—Esta isla parece como los rincones descritos en las novelas basadas en los siglos anteriores, el ambiente es siniestro y las personas son refinadas y demasiado serias.
—Pienso lo mismo, Chopper. Este lugar da escalofríos —convino la navegante.
Eran guiados por el capitán, el cual caminaba a unos cuantos metros más adelante. Miraban atrás, a los lados e incluso arriba para no perder detalle alguno, ya que en cualquier momento un desquiciado podría asaltarles.
Luffy hizo de las suyas de nuevo: desviándose del camino adrede, se coló por uno de los callejones que parecían llevarte al mismo infierno, tan oscuros y sin dejar ver el final. Y ellos por el miedo de perderlo de vista acabaron por imitarlo.
—¡Luffy, por favor no sigas y retrocedamos! —berreó el médico aferrándose a Nami.
—Venga, chicos... Si esto solo acaba de empezar —de repente se detuvo —¿Quién es ese? Ahí hay alguien pero no lo consigo ver con claridad.
No estaban solos. A medida que avanzaban por el lúgubre espacio entre paredes, podían escuchar la voz de una adolescente en esa silueta negra y delgada que los esperaba pacientemente.
—Ustedes no tienen pinta de ser clientes.
—¿Q-quién eres? —consiguió decir Nami.
—Llamadme Krisla.
Krisla era de tez blanca como la nieve. Su cabello largo y liso era de un rubio claro pudiendo confundirlo por el plata. Los ojos eran de color canela y miraban carentes de inocencia. Su vestimenta no era propia de una chica de su edad, pues esas prendas eran provocativas y algo obsoletas.
—¿Son forasteros?
—Somos piratas —contestó Luffy orgulloso.
—Nada nuevo. Como no son de aquí no deben saber la función de estas callejuelas.
—No hace falta serlo, me explico, estás aquí porque te prostituyes —le respondió Nami de forma fría y directa —Se suele venir a estos sitios apartados para hacer este tipo de comercio aprovechando que a la luz le es difícil llegar y en donde la gente "normal" no se atreve a fisgonear. Detrickver no es exclusividad, chica, esto es así en cualquier lugar del planeta.
—Muy sagaz, señorita, o tal vez sea porque usted también... Ya me entiende a lo que me refiero —dejó caer Krisla con retinencia.
—Tsk...
Al mismo tiempo, el equipo formado por Franky, Sanji y liderado por Nico Robin acabaron investigando por otra zona más poblada.
—Uf... Qué mujeres andan por aquí. Claro... que nunca estarán a tu altura, Robin-chan.
—¿No es de extrañar el escaso número de embarcaciones con el que nos topamos en el puerto? —meditó la morena ignorando completamente a Sanji —Es como si de alguna manera erradicaran cualquier forma de fuga por parte de los habitantes.
—Ahora que lo mencionas, sí que es cierto. Además, ¿no se dice que hay SÚPER homicidas degollando incluso en las calles más concurridas? Yo veo a la gente tranquila —expuso el cyborg.
—Probablemente los rumores sean falsos. ¡Ah! Un bar, vayamos a tomar algo —propuso el rubio.
Se trataba de un bar clásico con tenue luz y muebles rústicos. La clientela no destacaba por armar escándalo o por ser seres vulgares, sino porque elegantemente se mantenía en un silencio y sumida en sus pensamientos.
—Jefe, un café, una cola y un whisky —exigió Sanji.
—Como usted desee.
En la barra, los tres mugiwaras bebieron y conversaron. En una de las mesas, una señora comenzó a llorar. Los dos hombres que compartían mesa con ella hicieron el intento de consolarla. Sanji se acercó y también le prestó su ayuda cortésmente.
—Disculpe, ¿qué le sucede?
—¡Qué lamentable! Que los dioses me traigan de vuelta a mi queridísima hija, que quién sabe en dónde está.
—No le haga caso. No va fina, ha bebido agua hasta de los floreros —dijo uno de sus acompañantes restándole importancia.
—Yo nunca dudaré de las lágrimas de una mujer y menos si es por su hija —aclaró el rubio enfadado —Por favor, señora, mis compañeros y yo le ayudaremos si nos lo explica.
—Le diré de otra forma, iluso forastero: no meta sus narices en asuntos ajenos que crea solucionar con solo escuchar —replicó el mismo hombre de antes —Kortencia, mejor nos largamos ya.
—¡Tsk! —se molestó Sanji que al ver que no pudo hacer nada, volvió a la barra a sentarse.
—Menuda gente más antipática. No te preocupes Sanji, tu hombría es todo un ejemplo a seguir —lloriqueó Franky.
—¿Quién diría que existe alguien que niegue la ayuda de otros, ya sean visitantes para buscar a una hija desaparecida? Puede que este tema tenga un trasfondo lleno de amargura y haya alguna razón que los presione a no explicar nada —dijo la arqueóloga con la mirada perdida en su café.
Krisla congenió enseguida con ellos tres pero sobre todo con Luffy. Se ofreció para acompañarlos y situarlos un poco en la isla. Vagaron por las avenidas, entraron en los establecimientos de comida que se le antojaban al capitán, se pasaban por las tiendas de ropa por capricho de Nami y finalmente por las librerías por decisión de Chopper.
—¿Cómo es la vida cuando se tiene el privilegio de gozarla con libertad? —preguntó Krisla sentada en la acera.
—Pues... ¡muy divertida! Siendo pirata puedes cantar, bailar y comer todo lo que quieras.
—Estoy segura de que lo es mucho más que mi forma de vida...
Luffy y Krisla se habían sentado a descansar mientras esperaban a que los intelectuales salieran de la librería.
—¿Tan insoportable es prostituirse? —preguntó Luffy con pura inocencia.
—Sí lo es. ¿Sabe qué es sentir que serás profanada y marcada de por vida? —en su mirada se contaba la historia por sí sola.
—No tenía ni idea. Pues vaya lata. ¿Y por qué no dejas ese trabajo? —dijo hurgándose la nariz.
—Imposible —suspiró melancólica —Su amiga también debió de vivir un calvario, ¿no?
—¿Te refieres a Nami? Pues no lo sé. ¿Por qué dices eso?
—Oh, venga ya. Por lo que veo no estuvo prestando atención antes, cuando ella no refutó mi proposición de que ejercía dicha labor. ¿Es su compañera y usted no sabe nada acerca de su pasado?
—¿Debería de importarme? Nunca me interesó el pasado de mis nakamas. Para mí ellos son lo que son en el presente y no lo que fueron en el pasado. Quiero decir que me es indiferente si Nami fue prostituta o no. ¡Shishishi!
La pelirroja y el reno acabaron sus compras y al salir las palabras que oyeron decir al morocho no le hicieron ni pizca de gracia a Nami. Precisamente que fuera Luffy el primero que conociera aquella etapa, le dolió.
Dado que ella hizo ver que no escuchó nada, Chopper consideró no hacer comentarios al respecto.
La noche estaba al caer y tenían que apresurarse en buscar un hostal en el cual poder dormir, es por eso que la rubia también se ofreció en mostrarles uno que ella conocía. Al día siguiente intentarían reunirse con los que faltaban, pues ya habían comprado lo necesario.
—¿No tienes miedo de poder ser descuartizada? Se divulga que a menudo estos incidentes suelen pasar —preguntó Chopper mientras se dirigían al hostal.
La adolescente miró a su alrededor y cuando vio que no había personas cerca habló.
—Conversemos de esto cuando no haya gente que pueda escucharnos. Verán, hace un año se decretó una ley que prohíbe hablar de esto por la calle o con forasteros. Pueden caerte años de cárcel si la violas pero a mí personalmente no me incumbe porque mi simple existencia ya es pecado.
—Ninguno de nosotros piensa eso de ti. Dime, ¿cuál es el motivo de esta ley? —preguntó Nami.
—Por culpa de la presencia de asesinos en serie en estas tierras, pocos turistas se acercan y en consecuencia la isla se empobrece. Por eso el rey prometió poner remedio a la delincuencia si el pueblo cooperaba siguiendo unas pautas.
—Ya entiendo. Quieren acabar con la mala fama aplacando los rumores. ¿Y qué me dices de los pocos barcos en el puerto? —inquirió nuevamente Nami.
—Es de lógica que los habitantes no quieran quedarse a vivir aquí cuando sus vidas están en constante riesgo. Así pues, solo arriban buques de mercancía o turistas: no hay forma de huir de Detrickver; este pacto tampoco les disgusta a los que tienen altos salarios, dado que son a los únicos que se les otorga voz y voto.
—¡Qué patético! ¡Les están prohibiendo la posibilidad de ser piratas y disfrutar de la libertad y no protestan! —se indignó Luffy.
—Puede que usted no lo entienda pero yo tampoco me quejaría si me chantajearan por tal suma de dinero...
Llegaron a las puertas del establecimiento. Era un pequeño hostal apartado de la zona mercantil. Su diseño era occidental y muy viejo. En algunas partes la pintura de las paredes se había descarrilado.
Antes de despedirse de Krisla, el moreno la invitó a quedarse a dormir allí con ellos, pero ella tenía que trabajar por la noche por no haber trabajado de día. Para agradecerle el haberlos acompañado quedaron en que mañana por la mañana volviera y conociera a la tripulación entera. Le advirtió que Sanji su cocinero le cocinaría la comida más deliciosa que pudiera probar en estos mares.
Les asignaron dos habitaciones una al lado de la otra, con baño incluido y dos camas individuales en cada una.
—Estoy tan cansado de haber caminado tantooo... —sollozó Chopper tirándose a la cama —¿A dónde vas, Luffy?
—A la habitación de Nami, voy a verla.
—Vale. Cuando regreses seguramente yo ya estaré dormido, así que no hagas ruido al acostarte.
Cuando él tocó dos veces a la puerta para acto seguido entrar, no vio a nadie en la habitación. Al oír el sonido del agua, supo que ella se estaba tomando una ducha. Así que se sentó a esperar en una de las camas.
Nami no tardó mucho en salir del baño y sorprenderse al ver a Luffy allí. Evidentemente prefería que no se hubiera presentado en esos momentos que ella estaba en esas condiciones: mojada y con una simple toalla puesta.
—¿Qué haces aquí, Luffy?
—No tengo sueño y como Chopper se va a dormir ya, pues he venido a verte para matar el tiempo —dijo sin cortarse un pelo en mirarla de arriba abajo.
—Vaya, pues yo tenía planeado irme a dormir ya.
—Jooo, no sabía que fueras tan aburrida —refunfuñó haciendo pucheros.
—Y yo que fueras tan irritante a veces. Voy al baño a vestirme y ahora vuelvo. Me dices lo que tengas que decirme y luego te largas a tu habitación.
Mientras la navegante se cambiaba, el moreno se aburría como una ostra y se le ocurrió la travesura de husmear en el equipaje de la chica, y así hizo. Encontró una foto donde salía ella de niña, su madre y su hermana. También descubrió un sospechoso Den Den Mushi que no era ninguno de los tres pertenecientes a la banda, ya que el que le tocaba a su grupo lo llevaba Chopper. Hizo caso omiso al Den Den Mushi y se centró en la foto.
—La verdad es que no te creía capaz de esto.
—¡Ah!, me has pillado. Lo siento, no tenía nada que hacer. Por cierto, ¿esta eres tú?
—Sí, las otras son mi madre y mi hermana Nojiko —respondió ya vestida con un pijama rojo de manga larga. Se sentó al borde de la cama, a su lado, y miró con ternura la fotografía que le tendía.
—Si tenías una familia y una vida normal no entiendo qué te llevó a prostituirte. Explícamelo, quiero saber más de ti.
Esas palabras la pillaron desprevenida y la paralizaron. Le entraron arcadas al recordar cómo la manosearon y la menospreciaron cada uno de los hombres que atendió. Ella quería que Luffy la siguiera mirando con esos ojos con los que siempre se dirigía a ella como si le agradeciera cada día el tenerla a su lado, pero supuso que ahora que estaba enterado todo cambiaría. Deseó que Luffy nunca hubiese descubierto la parte más dolorosa y humillante de su historia.
—Como hace ocho años mi madre murió y mi sueño siempre fue navegar para dibujar mapas de las islas que viera, nadie tuvo la autoridad suficiente en mí para detenerme. Después de descubrir mundo por mucho tiempo, en una isla unos hombres me llevaron a un prostíbulo donde me vendieron al jefe del local teniendo ya dieciocho. A veces me tocaba trabajar dentro y otras en los mismos callejones. Por un año o más mi vida se basó en follar —exhaló mirando a la nada y al mismo tiempo a Luffy. Ella le mostró una de esas sonrisas tan melancólicas que destrozan almas —Hubo días en los que realmente creí que había nacido para el sexo, hasta el punto de olvidarme de que tenía sueños como persona que soy...
—Duele pensar que pasaste por tanto tú sola, sin nadie. ¿Qué pasó después?
—Regresé a mi hogar y no conté nada a nadie, ni a mi hermana. Juré que nunca más navegaría, pero me vi obligada a romper el juramento hace casi un año cuando Nojiko fue raptada junto a otros de la villa. Pensé que tal vez con dinero robado podría rescatarlos —se desahogó dejándose llevar por la conmoción.
—¿¡Y Pudiste salvarlos!?
—Sí... —maldijo su poco autocontrol. Revelar lo de su hermana podría traerle consecuencias. Ella nunca antes se hubiera dejado llevar tan fácilmente. Se percató que fue el tiempo que pasó con Kid y con ellos lo que la ablandó.
—Algún día... ¡¡Algún día llévame a esa isla donde pasaste ese infierno, que les patearé el trasero a cada uno de los que tú me digas!!
—Luffy...
Ni ella misma comprendió el sentimiento que empezó a nacer de su interior. Admiraba a Luffy con todas sus fuerzas, era un idiota integral pero tenía ese toque de ingenuidad que ningún otro hombre con los que se topó poseía. Ese toque que lo hacía infantil y a la vez tan hombre.
Él la abrazó cuando vio lágrimas deslizarse por sus blancas mejillas. Ella, que siempre fue tan tenaz y que detestaba mostrarse frágil sobre todo ante hombres, se sintió aliviada y le importó un comino si él la desenmascaró por un momento.
—¡Luffy! Zoro pregunta por ti. ¿Os estáis abrazando? —dijo el reno que acababa de entrar sosteniendo el Den Den Mushi.
—Sí, espéranos en nuestra habitación —respondió él sin soltarse del agarre.
La puerta se cerró y sin pensarlo dos veces Nami posó delicadamente sus labios en los del moreno. Un beso duradero y delicado pero muy apasionante como el amor que sentían.
