TRAICIÓN PLANIFICADA
CAPÍTULO 14: DETRICKVER (acto IV)
Lufy no estaba realmente preocupado, no temía por las vidas de los supervivientes que había rescatado.
¿Por qué no? Todos ellos contaban con su protección. Nadie los heriría estando él ahí presente. Pero Nami aún no entendía eso, demasiado subestimaba la fuerza del futuro Rey de los Piratas.
—Noto su presencia. Esa persona está esperando a que subamos.
—¿Y Robin? ¿Puedes notar su presencia también? —sugirió Nami algo agotada de tanto subir escaleras.
—No puedo. Robin no posee una «aura poderosa» para que el Haki pueda percibirla.
—Ya entiendo —dijo ella desilusionada.
—Oi, os veo a todos agotados. ¿Acaso os quedan fuerzas para luchar?
—¡Claro que sí, Mugiwara! —gritaron todos al unísono.
Resistieron como campeones. Habían llegado por fin a la última planta:
El escenario no era más que vigas mugrientas por doquier. Ni el techo se mantenía en las mismas condiciones que las de un edificio corriente. Había una remota posibilidad de que en un soplido todo el estropeado hospital se viniera abajo.
—Has tardado en aparecer, Monkey D. Luffy... Aunque ya sabía que vendrías a entrometerte en el proyecto de toda mi vida —soltó con pura desidia una mujer que estaba sentada entre escombros y quien escondía su identidad en la oscuridad.
—Así que eres tú... Muéstrate —ordenó Luffy.
—Monkey D. Luffy, ¿has venido en busca de tu amiga, no? Aquí la tienes. Mi secuaz y yo nos hemos encargado de cuidártela.
—¿Robin? ¿¡Qué carajos le habéis hecho a Robin!? Desgraciados..., ¡esto lo vais a pagar muy caro!
Luffy andaba pausadamente con la furia adueñándose de él.
Bien decidido se encaminó hacia las tres siluetas, dos sentadas y una estirada en el arruinado suelo.
—109, no dejes que se acerque —estableció la mujer.
—¡Nami, necesito que recojas a Robin y abandonéis este lugar cuanto antes! —ordenó Luffy sin parar de caminar —Esto no va a durar en pie por mucho tiempo.
—¿Eres consciente de lo que me estás pidiendo? —respondió la navegante con fastidio —¡Si me voy, da por hecho que esos dos acabarán contigo sin cavilaciones!
—No te preocupes, que contra mí no tienen posibilidad —corrigió Luffy —Corre, Nami.
La joven sin querer rechistar más a la petición ejecutó lo que se le enmendaba con éxito. Pudo defenderse con el Clima-Tact sin complicaciones de las garras del secuaz motejado "109". Los demás también cooperaron cubriéndola mientras ella se echaba la arqueóloga a las espaldas.
La ropa, su piel, el cabello... Todo en Nico Robin dejaba a la luz el trato tan descuidado y la crueldad con la que había sido humillada. No parecía la misma, necesitaba los auxilios de Chopper urgentemente.
—Ya la tengo. ¡Nosotros nos vamos ya! —avisó Nami.
—¡De acuerdo, vigilad!
Así pues, abandonaron a un Luffy solo, desamparado y secretamente desilusionado dado que la muchacha demostró no confiar plenamente en él.
—109... —bufó la individua con pereza —No vuelvas a fallar. No dejes ni a uno solo con vida. Mientras, yo saldaré mis cuentas pendientes con este indecente.
—Entendido.
El intrépido 109 escapó de la negrura que lo opocaba y con recochineo rodeó a Luffy para ir tras Nami y los demás.
—¿¡¡Y TÚ CREES QUE ESTANDO YO AQUÍ TE LO VOY A PERMITIR!!? —rugió Luffy a la vez que incrustaba su cara contra el pilar de hormigón de su costado —¡Prepárate que tú serás la siguiente!
—No entiendes lo que estás haciendo. Está isla no necesita que delincuentes os inmiscuyáis en sus asuntos. El alma de estos habitantes está corrompida por la prostitución, por drogas... Qué más decirte, carecen de color y de sabor.
—¡GEAR SECOND!
—Nadie se preocupa por las personas que has salvado. Te lo dice una mujer que ha pasado toda su vida trabajando como puta en esta podrida isla. ¡Por eso, hacerles pagar a esta gente todo por lo que me hicieron vivir sigue siendo insuficiente!
—GOMU GOMU NOO...
—En ese entonces era lo único que me mantenía firme: reunir y aliarme con todos los violadores que viven en islas de los alrededores e instalar aquí nuestra guarida. Me resulta satisfactorio ver cómo los habitantes pierden a sus seres queridos.
—¡¡...JET PISTOL!!
Su brazo humeante se disparó a propulsión contra ella que aún se veía sumida en las tinieblas. No llegó a rozarle pues de alguna forma se las apañó para esquivarlo.
—Ahora ya sé de dónde provenía esa tremenda voluntad —admitió Luffy —Solo eres la personificación del resentimiento, nada más.
—Estás negando que he podido esquivar tu ataque.
—Pues a ver si puedes con este: GOMU GOMU NOO... ¡JET...!
De repente, unas redes de kairoseki se le arrojaron pillándolo desprevenido.
—¿Cómo crees que mis seguidores atraparon a tu amiga? Poseo un depósito de armas y material de guerra que se pueden fabricar con este poderoso material.
—Cállate ya. ¡¡¡Me importa un comino tus armas, tus motivos y tu pasado!!! En el momento que vosotros acabasteis con la vida de Krisla y os llevasteis a Robin, me declaraste la guerra —aulló forzándose a ignorar los efectos del kairoseki —¡¡¡GOMU GOMU NOOOO... ONO!!!
De la misma manera que se sacude un látigo para avivar a la bestia, Luffy liberó una de sus piernas y la pierna ascendió y ascendió... para después convertirse en el detonante de la demolición del edificio.
Esa tipa que vivía en el anonimato y que era inasequible una justa descripción cavó su propia tumba bajo las ruinas.
Los asesinatos no cesaron pero sí disminuyeron en gran cuantía. Si todo el pueblo se unía y lo afrontaba de verdad, podían abolir por completo el número de homicidios.
El siguiente día que soplaba fuertemente de tramontana, la tripulación quiso celebrar el funeral de Krisla lo más cerca posible de la playa. Ella le preguntó a Luffy cómo era la vida siendo pirata. Por esa razón pensaron que era lo menos que merecía la pequeña, descansar en paz mientras el enajenamiento causado por el mar la acompañaba.
—¿No crees que ya va siendo hora de regresar al Sunny? Ya han vuelto todos, solo faltamos nosotros.
—Ah... ¿Aún sigues aquí, Zoro? No me había dado cuenta —dijo Luffy pensativo sin apartar la vista de la tumba.
—No te comas tanto la cabeza. Su muerte era imposible de prever.
—Supongo. Quién sabe.
—Por fin vienen esos dos —mencionó Usopp —¿Qué hacemos ahora, Nami?
—Este viento y su dirección nos vienen que ni pintado. ¡Izad las velas! Aprovecharemos la inclemencia que nos ofrece este vendaval ahora o nunca —puntualizó la navegante.
Ya en medio del mar...
—¡Chicos! Esto es urgente —berreó Chopper manifestándose por la puerta de la enfermería del barco —Hay que hacer algo de inmediato con las esposas de kairoseki que lleva puestas Robin. He comprobado que le está absorbiendo la energía aun estando ya exhausta.
—¿Qué pasa, Chopper? —preguntó el capitán aproximándose —¿Qué dices que le ocurre a Robin?
—¡Está agonizando! Tenemos que deshacernos de esas esposas enseguida.
—Yo las cortaré. No hay material que se resista al acero de mis katanas —dijo Zoro.
—Sí, adelante.
—Ya has oído al capitán. Échate a un lado, Chopper.
—¡N-no! ¡Es demasiado arriesgado! ¡El kairoseki es un material que precisa de una fuerza para ser cortado! Si te sobrepasas...
—¡Tsk...! ¿Acaso no la quieres salvar? Apártate.
De improviso, una bala de cañón cayó a unos diez metros del barco. La Marina hacía su aparición avisándoles de su llegada.
Pero no era una flota cualquiera. La capitaneaba un temible almirante: el "Mono Amarillo".
(Hágase referencia al capítulo 8 donde esperaban a reunir un gran número de soldados y a un almirante para acometer a los Mugiwara).
