TRAICIÓN PLANIFICADA

CAPÍTULO 16: CUENTO DE HADAS

"Los humanos sabemos alejarnos a pesar de estar enamorados."


—Gracias por la comida. Dile a Sanji que estaba deliciosa. Y yo que pensaba que me moriría de hambre.

—Luffy, será mejor que vuelvas a dormirte. De tan extenuado que estás he tenido que darte de comer yo.

—¿Y Kizaru? ¿Habéis decidido escapar, verdad? —preguntó frustrado ignorando la petición de Nami.

—Sí. Hace horas que escapamos gracias al Coup de Burst.

—Ya veo, no me había dado cuenta —suspiró el pirata.

—En fin, yo me largo a comer —se despidió ella poniéndose de pie —Es un milagro que estés despierto, pero no te confíes. Tu cuerpo no está en condiciones para moverse durante una semana o más.

—¿¡Una semana!? No pienso estar aquí encerrado por tanto tiempo.

Luffy hizo el desorbitado esfuerzo de salir del catre e incorporarse. Se sorprendió al verse caer lentamente sin que sus músculos pudieran acatar sus órdenes.

—¿Por qué siempre eres así? —rechistó ella devolviéndolo al colchón.

—Qué lata. El cuerpo no me responde.

—Va, quédate aquí quieto que ahora llegará Chopper.

—¡Noo, no te vayas! Me voy a aburrir aquí solo.

—Hace demasiadas horas que no como algo. Yo sí que me muero de hambre.

—¡Maldita sea, no soy tan fuerte como creía! No he podido vencerle, ni siquiera acercarme a su nivel —refunfuñó Luffy enrabiado fijando su mirada en el techo.

Nami decidió pasar olímpicamente esta vez, no quería inmiscuirse en las frustraciones de un pirata que tuviesen que ver con quién era más fuerte o quién dejaba de serlo. Ahí sí que no. Lo había aprendido con el tiempo. Lo mejor era siempre alejarse y dejar a quien fuera calmarse él solito.

A lo largo del recorrido para ir a la cocina, vio a Usopp zombie y aún estirado en el césped y a Chopper que venía en dirección contraria ya que regresaba a la enfermería. Después se fijó en Brook, quien también estaba descansando recostado en la baranda del barco. Y supuso que los otros estarían en sus respectivos sitios.

—¿Cómo tienes el brazo? ¿Te duele mucho? Perdóname por haber dejado que esos bastardos te lastimaran... Lo siento mucho, de veras —se disculpó Sanji triste —Aquí tienes: un delicioso omelette, que lo disfrutes.

—No tiene sentido que te disculpes por un despiste mío. Me hace sentir culpable y todo —bromeó la navegante —Por cierto, ¡esto está exquisito, Sanji-kun!

—La verdad es que desde que llegaste aquí me prometí que no dejaría que te lastimase nadie ni nada. Y ya lo ves, no he podido cumplir con mi promesa.

—A mí solo me rozó una pobre bala a diferencia de vosotros que estáis muy graves, pero mírate, tú sigues manteniéndote en pie y cocinando para todos. Es admirable.

—¡OOOOH, AHORA MISMO ESTOY QUE RABIO DE AMOR POR TI, NAMI-SWAN! —gritó él —Pero mientras en este barco existan estómagos que alimentar y un agujero negro insaciable perteneciente a cierto capitán, mi salud quedará en segundo plano —sonrió Sanji con pureza y alegría.


—¡Heeey! ¿A dónde vas, Nami? —exclamó Usopp rendido y estirado en la cubierta con el propósito de contemplar el cielo.

—Iba a la enfermería.

—¿Sabes si ya se encuentra mejor Luffy? Yo debía haber estado también a su lado apoyándolo para derrotar a ese maldito almirante.

—¿Y no piensas que igualmente habría tenido el mismo final? —preguntó la vivaracha pelirroja sentándose a su lado.

—¿Lo dices porque crees que soy un blandengue? Bueno, me da igual. Yo me veo capaz de enfrentar a cualquiera ya sea por Luffy.

—Esas son palabras mayores.

—¡¡Usopp, el bravo guerrero de estos mares no le teme a nada!! ¡Ese soy yo!


—¡Nami-san! ¿Serías tan amable de enseñarme tus pantis?

—¡Tsk! Brook, no tengo tiempo para tus bromas. Voy a ver a Luffy ya que me turno con Chopper.

—Oooh, fíjate... Justo en este momento el sol se está despidiendo de nosotros... ¿No crees que es el mejor momento para escuchar una bella canción?

—Eso sería estupendo.

—"El Sake de Binks". ¿Sabe cuál es, señorita? Siempre que toco esta melodía pongo todo mi corazón en ello... ah, espera, que no tengo corazón ¡yohohoho!

—Nunca había escuchado hablar de ella.

—No te preocupes —entonces Brook extrajo su inmaculado violín de la funda —Ojalá mi música alcance el bondadoso corazón de Luffy-san para así conseguir animarlo.


Cuando la pelirroja llegó por fin a la enfermería, el moreno dormía plácidamente. Robin tampoco había salido del soponcio y el reno roncaba apoyando su adorable cabezón sobre el escritorio.

—Chopper, despierta. Ve a cenar, anda —lo llamaba procurando no hacer ruido.

—¿Hummmm...?

—Si estás muy cansado ya me quedo yo vigilándolos toda la noche.

—Eres muy amable, te lo agradezco mucho. Ah, si pasa algo, avísame lo más rápido posible.

En el momento que el animal se ausentó, Nami posó sus ojos en Luffy. No se movía, dormido de esa forma parecía el hombre más inofensivo que pudiese existir, todo un angelito. La navegante se percató de que el sombrero de paja que tanto él resguardaba, estaba sucio y pringado de sangre formando pequeñas manchas en el ala de la mencionada prenda.

Recordó que en Detrickver se lo confió. Le causó lástima que se fiara tanto de ella. Inevitable era preguntarse el origen de su inocencia, ¿es que Luffy era incapaz de ver la clase de persona que estaba hecha?

No le quedaba mucho tiempo para abandonar el Sunny. Faltaba muy poco para que llegara ese momento en el cual ellos la querrían hasta muerta.

Exacto, ella había actuado lo mejor que sabía.

—Bueno, de alguna forma a una le acaba doliendo el aparentar por tantas semanas...

Pero sin lugar a dudas, tenía que dejar atrás esos sentimientos porque de ese modo no conseguiría nada. Era increíble cómo esos tarados habían conseguido tocarle la fibra sensible.

Cada uno de ellos era especial. Cada uno de ellos tenía un sueño que cumplir en ese barco. Cada miembro tenía un cariño único y diferente hacia Luffy. Estaba claro que no era una tripulación barata de piratas cualquiera. La experiencia de vivir con ellos era extraordinaria.

A media noche salió al exterior llorando. Hágase constancia que esas lágrimas no eran por pena ni por dolor por la traición que llevaría a cabo pronto. Digamos que si Nami sentía el corazón estremecerse, solo era en consecuencia de mirar por ella misma: hacía mucho tiempo que no se sentía tan protegida y querida y en ese barco estaba todo lo que a ella le faltaba.

—Me queda poco tiempo aquí... Parece mentira pero la vida aquí es como un cuento de hadas —comentó apoyada en la baranda del barco. El cielo, el mar y la deliciosa brisa la consolaron.

Abstraída por ese cielo tan salpicado de lunares blancos, de repente, una idea cruzó por su mente.

¿Cómo no se había dado cuenta antes de que ese era el momento idóneo? Es decir, la tripulación tenía al capitán inmovilizado, a Robin una fuerte combatiente postrada en la cama y a los demás destrozados y fatigados.

Aún no habían pasado dos meses pero, ¿acaso se le presentaría mejor oportunidad para arrebatarles el mapa que guía a Raftel y huir de allí?

Una sonrisa se le dibujó en la cara.

¿Sería capaz? Por supuesto que sí, se dijo a sí misma toda firme.

Cumpliría con su cometido esa misma noche.

Antes de nada, necesitaba buscar el mapa por todo el barco e informar a Kid que necesitaba anticipar los hechos.

Revisó su Log Pose, perfecto: estaban tan cerca de la próxima isla...

Para que el juego diese su comienzo solo hacía falta robarle una cosa más a la tripulación aparte de la dignidad y el valioso plano, y resultaba ser el Shark Submerge III.