El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré como funciona el mundo!

El Príncipe Fastidioso

El inicio del segundo día me encontró de mucho mejor humor. La comida seguía pareciéndome poca cosa en comparación con la del templo, pero comerla junto a mis hermanos la hacía un poco más pasable.

"¡No puedo creer que pasaras todo a la primera, Ferdinand!" me dijo Lord Sylvester sentándose junto a nosotros y siendo perseguido por su asistente, quién no tardó en acomodarlo todo.

"Supongo que el trabajo en el Templo está dando sus frutos" respondí tratando de aferrarme a mí excusa del día anterior.

"¿En serio? Eso es preocupante entonces. Quiero ser un hermano confiable para Rozemyne, pero…" lo noté dudar un momento, con una sonrisa nerviosa en el rostro.

"Lady Rozemyne lo considerará un hermano confiable si nota el esfuerzo que usted pone en aprender, Lord Sylvester."

"¿Tú crees?"

Asentí, notando lo fácil que era hacer feliz al hermano mayor de mi señora. Empezaba a comprender porque la pobre terminaba un poco agobiada cuando interactuaba con él.

"¿Te importaría que de un pequeño repaso contigo en las materias del año anterior después de las clases? Quiero serle de mucha ayuda a mi hermanita cuando sea su turno de entrar."

"¡Por supuesto, Lord Sylvester!" dije con una enorme sonrisa sincera. Yo también había querido ser un hermano confiable para mi propia hermana… es una pena que ella no necesitará de mis conocimientos en matemáticas.

"¡Muy bien, chicos! Les recuerdo que las clases están a punto de dar inicio" anunció Hirschur con su voz amplificada para dejarse escuchar en ese panal lleno de niños y adolescentes "terminen su desayuno, verifiquen sus horarios y el aula donde serán requeridos y vayan saliendo con calma. El día de hoy estaré en mi laboratorio antes de la comida y en el aula de manipulación de maná enseñando a los de primero a hacer sus highbeast después de la comida."

Varios alumnos asentían, otros parecían estarse apurando a terminar de comer. Yo miré mi plato y la tercera parte del desayuno todavía en él.

'Supongo que esto es mejor que nada' y suspiré antes de terminar de tragar lo que me habían servido.

"¡No lo olvides, Ferdinand!" me recordó la voz de Lord Sylvester al tiempo que su asistente adulto recogía su plato "te espero aquí después de clases. Yo me ocupo de reservar una sala de té para ese repaso."

"¡Por supuesto, milord!"

.

"Lord Ferdinand de Eisenreich" me llamó un profesor apenas entré al auditorio "por favor vaya al frente del salón".

"¿Puedo preguntar el motivo?" indagué observando un lugar extra en la mesa de los profesores.

"No deseamos repetir las acusaciones a su persona, ni retrasar los exámenes. Pase al frente. Su lugar esta marcado con su nombre."

Justo ahora estaba muy, muy agradecido por haber escuchado a Lady Rozemyne y no haberme cortado el cabello el último año. Me llegaba a la nuca, pero era suficiente para ocultar mis orejas… si esto seguiría pasando los próximos años, lo dejaría crecer como ella sugirió.

El primer examen del día era historia. Me tomé todo mi tiempo después de escribir las preguntas para contestar el examen.

"Lord Ferdinand, por favor deje de hacer el tonto y responda el examen" me susurró uno de los maestros. Había visto a través de mí.

Suspiré y comencé a responderlo. Pensé en dejar algunas en blanco o responder mal a propósito, pero no sabía cómo eso terminaría afectando a mi señora y de alguna manera, los ojos del profesor sobre mí me dijeron que conocía mis intenciones.

Me resigné y contesté todo. Al instante que lo terminé, el profesor lo tomó y comenzó a revisarlo. Las palabras: Todo es correcto. Aprueba, Lord Ferdinand, salieron de su boca y llenaron el aula, debido a que todo estaba en silencio. Los murmullos inconformes no se hicieron esperar, pero ya que me estaban vigilando, nadie pudo protestar.

No me permitieron integrarme con mis compañeros y esta vez terminé el examen tan rápido como pude, contestando en el momento en que los profesores seguían dictando las preguntas. No quería seguir en el frente del salón más tiempo y de todos modos ya había llamado demasiado la atención.

El profesor a cargo de vigilarme comentó que era sorprendente que recordara todo con tanta precisión como para contestar sin dudar mientras copiaba las preguntas. Que lo dijera en voz alta para que todos escucharan solo lo hizo peor. Mis compañeros me veían con ansias asesinas.

.

"Todos los profesores están cansados de rezar a Duldsetzen para mantener a los estudiantes lejos de los conflictos y ya que tu estado como sacerdote quedo fuera del velo de Verbergen, lo están usando para controlarlos. Es una cuestión de orgullo", me explicó Lady Georgine durante el almuerzo. De nuevo no tenia hambre por haber sido el centro de atención.

'Debo rectificar. ¡Esto es peor que la secundaria!'

"Desearía que me lo hubieran dicho antes. ¡Estoy cansado de eso!" protesté metiéndome un trozo de carne a la boca y tragándolo casi sin masticar "…de todas maneras, ¿cómo se enteraron?" cuestioné "¡se supone que nadie fuera de Eisenreich lo sabría!"

"Aun lo estoy averiguando" confesó la mayor de los candidatos a archiduque "¿Karstedt?"

"En verdad, no he obtenido nada. Mis estudiantes no saben en qué momento los ordonannz quedaron libres."

Mis ojos fueron al hijo de lord Bonifatius. Cómo futuro comandante de caballeros y archinoble, casi no se involucraba en las discusiones, por lo cual era fácil olvidarme de él "Ya que no sabíamos sobre la existencia de Ferdinand hasta esta primavera, tuvo que ser al inicio de las clases, no hay forma de estar seguros."

Agaché mi cabeza lo suficiente para cubrir la mueca de fastidio en mi rostro. No quería que señalaran de nuevo mi falta de control.

"Entiendo." Fue todo lo que pude responder cuando logré disimular todo lo que sentía.

.

De nuevo tuvimos clase en el auditorio. Me sentí aturdido al notar que todas las mesas habían sido retiradas y solo quedaban las sillas, una junto a otra como una enorme banca alrededor del salón. Por alguna razón sentí como si nos tocará la clase de educación física… pero con ropa demasiado elegante y nada atlética. Si acaso me sorprendió observar que mis compañeras portaban pantalones en lugar de las faldas del uniforme negro con adornos en diversos colores.

'Solo espero que no nos pongan a jugar a los quemados. La única razón de que empezará a ejercitarme en mi vida anterior fue para evitar que me golpearan con las pelotas en educación física.'

Un par de profesores aparecieron cuando los niños de los otros Ducados comenzaban a entrar, observándonos a todos antes de acercarse a mí.

'¡Por todos los dioses! ¿Es que incluso aquí me van a usar?'

Tomé aire y sonreí tanto como pude. Si no puedo ocultar mis emociones de manera correcta, quizás sea mejor dar la impresión contraria.

"Lord Ferdinand de Eisenreich, por favor venga con nosotros al centro del auditorio." Me invitó la profesora con una voz tranquila y clara, demasiado potente para mí gusto.

Los demás guardaron silencio de inmediato. Cientos de ojos se posaban en mí una vez más. Tuve que sostener mi sonrisa falsa mientras tomaba aire y lo dejaba escapar despacio. Un suspiro de agobio disfrazado.

"¡¡¡Alumnos de primer año!!!" profirió el profesor con un vozarrón impresionante y tanta energía como un jefe de animadores o un líder de equipo deportivo "¡El día de hoy aprenderán a hacer sus propias highbeast! ¡Parece difícil, pero no teman! ¡Los guiaremos paso a paso y en poco tiempo estarán disfrutando de las maravillas del ditter!" exclamó el hombre con fervor y tantos ademanes que casi parecía un actor de teatro.

'¿Ditter?'

"Profesor Rauffen, nadie ha dicho nada de ditter aún" se quejó la maestra tan bajo, que estaba seguro de que solo el profesor y yo escuchamos sus palabras. Luego tomó aire y su voz salió de nuevo con tanta potencia que llenó el auditorio.

"Por favor, tomen en sus manos la Feystone que será usada para sus monturas."

Tomé mi piedra sonriendo con menos ansiedad que un segundo atrás. Los cálidos recuerdos de Lady Rozemyne enseñándome a crear a mi caballo y sus ojos cargados de emoción y orgullo ayudando a relajarme.

Los profesores comenzaron a turnarse para dar indicaciones y supervisar a los demás. En todo momento uno de ellos permaneció junto a mi para verificar que les seguía el paso sin hacer trampa. Decidí sacudirme la molesta sensación incómoda y centrarme en repetir en mi mente el entusiasmo y las palabras de Milady con cada ejercicio como si de una película se tratara… al menos hasta que él se paró junto a mí.

"¿Entonces es cierto que eres un antiguo sacerdote?"

La voz pedante y arrogante parecía intentar esconder una suerte de burla bajo su tono educado. Miré entonces al estudiante que me hablaba.

Cabello rubio y apenas ondulado, ojos verdes y una sonrisa amable que se notaba más falsa que mi propia sonrisa debido a su mirada y su tono. El muchacho portaba una capa negra de… de…

'¿Qué Ducado utilizaba esa capa?'

"Príncipe Sigiswald" llamó la maestra que regresaba junto a mí, seguida de cerca del profesor "¿tiene alguna duda sobre el manejo de su piedra?"

"No" respondió el chico con una brillante sonrisa y un gesto amable casi perfecto, mostrando su piedra expandirse, encogerse y cambiar de forma un par de veces en el proceso a cuerpos geométricos básicos.

"¿No puedo estar yo también en el centro, profesora?"

"¡Oh! ¡Esa es la determinación de la juventud!" alabó el profesor Rauffen, descolocándome por su exceso de entusiasmo "¡Claro que puede quedarse en el centro, príncipe Sigiswald! Será más rápido que se una a un buen ditter de esta manera."

'¿Ditter de nuevo? ¿Qué es eso con exactitud? ¿Debería preguntar? No me importaría verme como un idiota por preguntar, pero, mi señora…'

"¡¡¡Los que estén listos para dar el siguiente paso, imaginen el tipo de animal que usarán como montura con tanto detalle como puedan!!!" instruyó el profesor.

"Una vez que tengan una imagen clara, tomen su piedra y comiencen a darle la forma que han imaginado."

No esperé a que dieran más indicaciones, tan solo sonreí y saqué mi piedra, formando de inmediato a mi highbeast.

Estaba orgulloso de mi obra, tal vez demasiado como para notar en tiempo el silencio absoluto en el auditorio.

"¿Llamas a eso una highbeast?" me preguntó el príncipe, haciéndome consciente de que todos guardaban silencio sin quitarme los ojos de encima con sus highbeast a medio hacer.

"No veo el problema" respondí luego de mirar a mi caballo "seguí las indicaciones de los profesores al pie de la letra."

"¡Pffft!" el sonido de una risa mal contenida escapó por entre los labios del dichoso príncipe, restándole puntos y haciéndolo ver menos noble o aristocrático que un momento atrás.

"Una highbeast sin alas no puede volar" me explicó Sigiswald en cuanto logró recomponerse "¡Es de sentido común! Supongo que un simple sacerdote carece de todo sentido común o de la estética. Si yo fuera tu maestro me sentiría avergonzado."

Su tono de menosprecio y falsa preocupación era molesto, pero no tanto como su insinuación sobre el descontento de Lady Rozemyne conmigo.

"Temo, su majestad, que mi señora y yo estuvimos experimentando con la formación de highbeast en un intento de ahorrar maná. Por supuesto, la búsqueda en el ahorro se debió a que, cómo ya ha señalado, soy un sacerdote del Templo."

"Pues no importa con quienes hayas experimentado, sacerdote. ¡Sin alas no vuelan!"

Parecía demasiado convencido, tan convencido que hacerlo tragar sus palabras era de lo más tentador. Sonreí lo mejor que pude, notando cómo el rostro de este príncipe mustio palidecía un poco.

"Si no se puede, entonces cambiaré su forma. ¿Le parece bien, majestad?"

Sin siquiera esperar por una respuesta, subí de un salto a mi caballo, asiendo me bien de las riendas e inclinando apenas mi cuerpo y apretándolo con los muslos como tantas otras veces en el pasado.

"¡Lord Ferdinand…!" intentó decirme la profesora, pero era tarde. Mi caballo había comenzado a galopar, elevándose con rapidez y dando una vuelta al edificio tan cerca del techo, que casi podía tocarlo.

Debajo de mí el sonido de murmullos y exclamaciones de asombro y desconcierto eran demasiado claras. Un poco más calmado comencé a descender en espiral, alcanzando pronto mi lugar de despegue y bajando de un salto practicado, quedando frente a frente con el príncipe y los profesores.

"Pues parece que SI vuela, su majestad. ¿debo añadirle alas de todos modos?" dije en una voz que solo alcanzaran a escuchar el príncipe y los profesores.

El muchacho parecía un procesador viejo teniendo un error al intentar correr un programa buggeado. Miré entonces a los profesores, buscando una respuesta a mi pregunta.

"¡Esa ha sido una excelente demostración, Lord Ferdinand!" me felicitó el profesor Rauffen.

"Ha sido bastante innovador, en verdad" lo apoyó la profesora. "¡Lord Ferdinand de Eisenreich, tiene la aprobación de este curso!"

Yo solo asentí y deshice mi highbeast, guardando la piedra en la pequeña jaula que debía llevar a la cadera, sostenida por mi cinturón de pociones.

"¡Los que estén listos pueden probar sus highbeast ahora!"

No sé si fue un error de procesamiento conjunto, confusión por encontrarse con que su sentido común era incorrecto o solo falta de habilidad, pero ni uno solo de mis compañeros de primer año pudo crear su bestia alta. Yo miré a mi alrededor asombrado.

En tanto los de rango más bajo seguían practicando a estirar y encoger sus piedras y los mednobles a darle la forma de un cubo, una esfera o un prisma triangular, mis compañeros archinobles y los candidatos a Archiduques no lograban darle una forma concreta a sus monturas.

Conejos, o shumils de una sola ala deforme, leones con las patas torcidas e incluso pegasos con alas desproporcionadas empezaron a apoderarse del auditorio.

No puede ser tan difícil que se enfoquen! ¡Milady logró cambiar su adorable montura de shumil alado en muy poco tiempo y era más parecido a un auto!'

Ante la aparente conmoción, los profesores dieron la clase por terminada y nos invitaron a ir a relajarnos a nuestros dormitorios el tiempo que quedaba antes de nuestra siguiente clase. A diferencia del día anterior, hoy tendríamos dos clases prácticas.

Yo solo regresé con mis compañeros tratando de mantener un perfil bajo. Pronto alcancé a escuchar los cuchicheos de todos conforme avanzábamos por el pasillo.

"¿Viste como movía sus patas? ¡Parecía un caballo real!"

"¿Entonces las alas no son necesarias?"

"Yo habría muerto de miedo solo por desafiar al príncipe. El asistente de Lady Rozemyne es algo más."

"¿Cómo debería modelar ahora mi highbeast? Temo que mis padre se molesten si retiró las alas del zantze que usa mi padre."

"¿Qué tan cierto será eso de que se ahorra maná al quitarle las alas? Con lo poco que tenemos los laynobles, quizás debería considerarlo."

No pude evitar sonreír. Si mi pequeña demostración ayudaba al resto y elevaba la opinión popular sobre Lady Rozemyne, entonces todo el incidente había valido la pena… o eso quería pensar.

.

La clase de música había ido muy bien, quizás demasiado. Había pasado el examen en un momento debido a que la partitura que nos presentaron era una que ya había practicado junto a milady el año anterior. En cuanto a la interpretación libre, había terminado tocando una de las favoritas de Lady Rozemyne, la que más me pedía cuando se sentía mal luego de un par de días con fiebre.

Tal vez porque todos estaban ocupados practicando y repasando nadie me prestó tanta atención como en las clases anteriores, lo cierto es que me sentí más cómodo luego de aprobar y recibir una invitación a una fiesta de té por parte de la profesora. En lugar de volver de inmediato al dormitorio, busqué un lugar entre mis compañeros de Ducado y decidí observar. Al menos dos archinobles de Klassenberg y un candidato a archiduque de Drewanchel pasaron poco después a interpretar la partitura asignada. Fue ahí que descubrí que mis propios hermanos me habían engañado.

'Esos dos me dijeron que el nivel de un candidato a archiduque en su bautizo era similar al de un archinoble a los diez. ¡Esos bastardos me mintieron! Pero… ¿Con qué fin?'

Era imposible no notar que incluso el candidato estaba por debajo de mí nivel interpretativo, por no hablar de la invitación. ¿Invitarían a algún otro estudiante o sería solo yo con los profesores?

Mientras escuchaba a mis compañeros practicar con sus instrumentos note que ninguno era mejor que Milady, quien me superaba con creces …el pensamiento de ella pasando por todo lo que estoy pasando cuando ingresara a la academia me lleno de una especie de satisfacción morbosa, si estaba destacando tanto a mis diez debido a su régimen de estudió no podía imaginar como seria ella al entrar, pero ¿…no se esperaría que mantenga el mismo nivel los próximos años? ¿Cuándo ella ingrese?

'¡Cómo sea! Solo espero que esto no me genere más problemas.'

.

Apenas regresé al dormitorio, fui conducido a una sala de té donde mis hermanos me esperaban.

"¡¿Qué fue lo que paso, Ferdinand?!" preguntaron ambos al mismo tiempo.

Gudrun parecía furiosa, pero también preocupada mientras que Justus se veía principalmente curioso, con la diversión bailando en sus ojos. Esta era la primera vez que notaba de primera mano la deferencia en sus personalidades. Los mire sin saber que decir, ni de que estaban hablando.

"Yo también quiero saber, Ferdinand ¡¿En qué pensabas al enfrentarte a un príncipe soberano?!"

"No me enfrente a él, solo hice el ejercicio como se me indico" rebatí …ignorando por completo que me había dejado llevar por mi frustración "incluso le dije que modificaría la forma si no servía."

"¡Pero tú sabias que volaría!" Lord Karstedt ahora estaba exasperado, "mi padre pasa mucho tiempo con Rozemyne, él ya conocía la forma de tu highbeast, ¿no te dijeron que usaras una normal para que no destacaras?" me pregunto, pero solo negué, si me lo hubieran dicho, hubiera usado otra "¡Justus!"

"Lo lamento, Lord Karstedt, pero lady Rozemyne me lo prohibió, ella dijo 'usaré un nuevo tipo de montura cuando entre a la escuela. Que Ferdinand demuestre que puede volar sin alas'. Esas fueron sus palabras."

"¿Qué hay de la clase de música?" cuestionó "¿no le dijeron que su nivel era muy alto?"

"Otra vez… Lady Rozemyne dijo que esperaba que Lord Ferdinand hiciera gala de las habilidades que ha cultivado con esfuerzo…"

"¿Y todavía dices que mi hermanita no tiene un rafel por ti…?" se mofó Lord Sylvester con una muñeca que no debería ser portada por un niño inocente.

"Señoritas, señores, pueden continuar el interrogatorio más tarde" interrumpió la profesora Hirschur, "es hora de la cena, y llegó la correspondencia también" nos informó.

Me moví junto a mis hermanos al comedor. Los platos ya habían comenzado a servirse, pero en mi lugar descansaba un cuenco de madera con una pequeña tapa. Joseph me entregó una carta escrita en papel vegetal. Los bordes estaban dañados, por lo cual solo podía ser de una persona.

"Lady Rozemyne" murmuré mientras recibía el trozo de papel doblado.

"¿Qué pasa con mi hermana?" cuestionó Lord Sylvester tomando la carta y desdoblándola antes de comenzar a leerla "Escuché de mi padre que has tenido problemas estos días por mi causa. No puedo hacer mucho por ahora, pero espero que un poco de comida casera te haga sentir mejor y más cómodo, aunque no sepa muy bien… Pedí a mis chefs que prepararan tus favoritos para la cena. Mañana te enviare más. Posdata. Sylvester, si le robas la comida a Ferdinand me enojaré mucho contigo. ¡Devuelve la carta y no te atrevas a intentar robar su cena!"

La sonrisa de burla que había en el rostro de mi hermano y en el de Lord Sylvester me hicieron querer huir del lugar y cenar en mi habitación. Estaba seguro de que no solo mis orejas estaban rojas, también sentía toda mi cara caliente.

Los hermanos mayores de Rozemyne se acercaron cuando Joseph destapó mi plato y el olor del consomé inundó el lugar. Apenas tomé una cucharada el sabor del caldo me llenó, haciendo que el sufrimiento de estos días desapareciera en un instante.

"Eso huele realmente bien. Lady Rozemyne lo llamó 'comida casera' ¿correcto?" cuestionó Hirschur alejando a Sylvester, quien parecía querer robar mi cena "¿significa que sueles comer cosas así en casa?"

"Si… Como sabe, Lady Rozemyne es conocida como la princesa santa. Ella tiene la protección divina de todos los dioses al parecer. Le gusta experimentar y es creativa… mi highbeast es resultado de que ella quisiera usar un carruaje como montura. Experimentamos para ver si en realidad las alas eran necesarias" contesté desviando un poco la atención "ella ha estado experimentando con la comida también. A menudo comemos estas cosas en el templo."

"¡¿Comen esto en el templo?!" gritó alguien.

"La sopa no tiene vegetales ni carne, pero huele delicioso."

"No me sorprende que te desagrade tanto la comida de aquí" comentó la supervisora de dormitorio "¿Por qué no ha compartido estas recetas? Todo huele muy bien" indagó.

"Porque dice que aún no están bien. Solo son experimentos. Dice que necesita perfeccionarlas antes de poder compartirlas."

Los comensales en mi mesa y las que estaban a ambos lados guardaron silencio sin dejar de verme con incredulidad… o más bien, mirando mi comida con incredulidad y envidia.

"¡Que lástima! Sospecho que tus compañeros estaban tan ansiosos cómo yo de proponerse cómo sujetos de prueba para está comida tan aromática."

"Georgine, Conztance, ¿Creen que padre me dejaría unirme al templo?" preguntó Lord Sylvester con una sonrisa enorme y una actitud juguetona. Sus hermanas lo miraban asombradas antes de tratar de controlar las risitas que intentaban escapar de ellas.

"Si te dejan a ti, yo también pediré permiso." Respondió Lady Conztance.

"Esto es injusto" se quejó Lady Georgine "¡Aún si pidiera unirme, es demasiado tarde para que se me permita probar la comida de nuestra hermana! ¡Ferdinand, asegúrate de decirle a nuestra hermana que una sola comida no es suficiente para sacarte!"

"¡E-esperen... ¿Qué?!"

No podían culparme por perder la compostura. De entre los tres hermanos de Lady Rozemyne, Lady Georgine era la más confiable y tranquila. Que me diera una orden en un tono formal, con ese brillo idéntico al de Lord Sylvester en los ojos y el guiño al final no había hecho más que confundirme del todo.

"¿No te parece injusto que mis apreciados hermanos podrán probar esa deliciosa comida cuando vuelvan a Eisenreich y yo no, Ferdinand?" se quejó Lady Georgine con las manos cruzadas y haciendo un puchero de lo más infantil.

'¿Quién está perdiendo el control ahora? ¡Y por un plato de consomé!'

Sonreí conflictuado. ¿De verdad debía ceder a sus exigencias o…? El sonido poco agraciado de una risa repentina, seguido de una más refinada por parte de la misma Georgine y algunas risas refinadas de sus hermanos me trajo a la realidad.

La asistente de Lady Georgine le pasó un pañuelo y ella limpió de manera delicada las esquinas de sus ojos, cómo si con eso previniera derramar lágrimas de risa.

Cómo si esto fuera tan gracioso!'

"Lo lamento, Ferdinand. No pude resistir la tentación. Te vez adorable cuando estás sonrojado, o confundido, ohohoho." Intentó disculparse Lady Georgine.

Yo solo retomé mi posición y volví a meter mi cuchara en el consomé y luego en la ensalada con piezas de caza sazonadas con mantequilla, ajo y hierbas. Apenas terminé, limpié mi boca y me puse en pie.

"¡Me encantaría quedarme a conversar un poco más, pero debo estudiar! Ya he llamado demasiado la atención y acabo de enterarme que milady desea hacer de mi un precedente. Si me disculpan…" y me fui tan rápido como permitía el decoro, dando apenas un vistazo atrás antes de salir del comedor, notando que por primera vez en la semana era el primero en terminar de comer, dejando los platos tan limpios, que el friegaplatos solo tendría que sumergir mis platos en agua jabonosa y luego enjuagar.

.

Los días siguientes fueron algo más sencillos para este punto. Los maestros de la mañana seguían teniéndome junto a sus escritorios para presentar los exámenes escritos… en serio, el más difícil había sido el de la Biblia e incluso ese lo terminé demasiado pronto, con todo y que me esmeré en anotar respuestas detalladas a fin de no terminar tan rápido.

El único inconveniente había sido en la clase práctica de manejo del maná. La profesora Hirschur nos daba dicha clase. Primero hizo que un representante de cada Ducado tomara un cuenco con feystones para repartir entre sus compañeros y luego comenzó a dar las indicaciones. Yo estaba sentado junto a ella, cómo en todas las clases. Esta vez, sin embargo, me atoré con el ejercicio a mano.

"Desplacen su maná con cuidado dentro de la piedra como hicieron con su piedra de Highbeast hasta teñirla por completo."

Yo lo intenté, sin embargo, mi piedra se había convertido en polvo dorado con rapidez, de modo que la maestra me dio otra piedra.

Estaba por darme una explicación extra cuando la fastidiosa voz del príncipe mustio llenó el aula.

"¿El sacerdote tiene problemas justo ahora? ¿No que estuvo experimentando con piedras en el Templo?"

Apreté la mandíbula y me escondí detrás de la cortina formada por mi cabello antes de pegarme una sonrisa… esa que tanto miedo le daba a Shuu, no tenía modo de ponerme otra… y luego ignoré a la profesora, tomando la siguiente piedra en alto y dejando escapar mi maná en ella.

"Temo que mi señora solía obligarme a utilizar piedras más grandes" expliqué abriendo un poco los dedos para que el polvo de oro comenzará a escurrirse entre ellos "asi que me es difícil calcular la cantidad exacta que requiere una piedra tan insignificante, Majestad. Imagino que usted no tiene un problema como este, ¿cierto?"

'¿O acaso tienes un maná que rivalice con el de milady o el mío? ¿Eh?' pensé, guardando ese último comentario para mí. Siempre podía decir que me estaba refiriendo a su control de maná cuando me llamarán la atención por esto.

"¡Príncipe Sigiswald! ¡Lord Ferdinand! ¡Les agradeceré que se concentren en sus propias piedras o tendré que reprobarlos a ambos!" amenazó la profesora Hirschur.

"¿Qué? ¿Solo por señalar que ese… sacerdote" escupió el príncipe idiota "ha echado a perder un valioso material de estudio?"

"Lord Ferdinand no ha echado a perder nada, majestad. Y en todo caso, es responsabilidad del profesor en turno preocuparse por ello. ¿O pretende tomar mi puesto para usted, majestad?"

A pesar de que el tono de la profesora era divertido y hasta cierto punto amable, su mirada era la de alguien que se sentía fastidiado. Me hizo preguntarme si estaba tratando de protegerme o de proteger la precaria paz dentro de su salón de clases.

"Lo lamento, profesora. No volverá a pasar." Se disculpó el príncipe luego de que algunos niños portando capas negras le murmuraran algo al oído.

"¡En cuanto a ti!" volteó la profesora en mi dirección sin ocultar su molestia por más tiempo "si acostumbras a usar piedras más grandes, debiste decírmelo, Lord Ferdinand… pero está bien, aceptaré humildemente este polvo de oro como pago."

La profesora usó un pedazo de pergamino para jalar el polvo de oro dentro de una bolsa de cuero. Luego me dio una piedra del triple que las del resto y pudimos continuar con la clase sin percance alguno.

Ese mismo día, Joseph me entregó otra carta de parte de mi señora, al igual que más comida del templo. Dos platos está vez, de modo que Lady Georgine y sus hermanos no estuvieran sobre de mí. Decidí guardar la carta entre mis ropas y esperar… aunque no necesité esperar tanto. La comida de Lady Rozemyne es tan deliciosa que de nuevo terminé de cenar antes de los demás.

Cuando al fin estuve a solas en la intimidad de mi pieza, abrí la carta y comencé a leerla.

"He seguido entrando a la oficina de papá cuando llegan los reportes escolares.

Siento que mi corazón se rompe cada vez que escucho las trágicas consecuencias de mi propia imposición. Mi intención nunca fue causarte problemas o abrirme un camino, por el contrario, deseaba que los otros alumnos vieran la maravillosa persona que veo en el Templo.

La persona amable que cuida de mí. La persona inteligente que aprende con rapidez y que no duda en compartir lo que sabe… pero parece que no funcionó y por eso me siento profundamente avergonzada.

¿Podrás disculparme por esto, Ferdinand?"

Detuve mi lectura para pellizcar el puente de mi nariz e ignorar la sonrisa cargada de nostalgia que no podía remover de mi rostro. Casi podía escuchar su suave voz de campana y ver su rostro avergonzado, amenazando con derramar lágrimas de arrepentimiento y congoja.

"Mi lady es alguien tan sorprendente, que olvidé que todavía es una niña pequeña." Dije para mí mismo antes de retomar mi lectura.

"He hablado con padre y te ha concedido un permiso especial para volver a casa el día de la fruta y el día de la tierra.

Padre dice que mientras no de inicio la temporada de socialización puedes volver conmigo al Templo esos dos días cada semana.

Por favor, recuerda matricularte antes en la biblioteca escolar y asistir a la fiesta de té con los profesores de música. Estaré encantada de escuchar sobre ambos eventos, si no es demasiado egoísta de mi parte.

¡Resiste, Ferdinand! Si puedes, haz algunos amigos de tu edad para que tu estancia no sea tan miserable."

Bajé la carta una vez más, soltando un sonoro suspiro.

"Y ahora suena como mi madre" 'Como la que tuve en mi vida pasada y la que subió aquí la imponente escalera.' "Supongo que tendré que esforzarme para que no se sienta culpable."

Terminé la carta y sonreí. Mi señora debería dejar de halagarme y notar que ella es mucho más generosa, amable e inteligente que yo. Yo solo estoy haciendo trampa al echar mano de mis recuerdos como Tetsuo, en cambio, ella sigue siendo una niña que no deja de aprender y mejorar a una velocidad vertiginosa. Si no fuera por mis recuerdos sobre una vida anterior, dudo que pudiera seguirle el ritmo.

Solté un suspiro y releí la carta entera una vez más, asegurándome de guardarla después en un pequeño sobre de cuero bajo mi almohada.

Volvería a Eisenreich el fin de semana. Podría comer con mi señora, descansar en mi cama y trabajar sin tener cientos de molestas miradas encima.

"Alabados sean los dioses" recé para agradecer desde el fondo de mi corazón, saltando cuando alguien grito detrás de mi, encontrando a Justus de pie en la puerta con la boca tan abierta, que incluso en el Japón moderno se consideraría de mala educación.

"¿Fe-Ferdinand? ¿Por qué acabas de dar una pequeña bendición?"

Miré al techo sintiéndome confundido, notando las últimas luces pequeñitas escapando por ahí. Suspiré sin más. Parece que los malos hábitos de mi santa patrona se me están pegando lejos de ella.

"Lo lamento mucho, hermano. Recibí una buena noticia y no pude evitar elevar una plegaria de agradecimiento."

Justus logró recobrarse antes de alcanzarme y preguntarme que había sucedido con exactitud. Cuando le dije, el muy descarado no paraba de reír contento y sentándose en mi cama.

"Lady Rozemyne te consciente demasiado, hermanito. No estoy seguro de si te ve como a un cachorrito indefenso o solo tiene una rifa temprana creciendo por ti." Explicó cuando logró dejar de reír.

Sentí mis mejillas y mis orejas teñirse de rojo, de manera que me crucé de brazos y voltee a la pared.

"¡No es verdad! Lady Rozemyne no me está consintiendo, solo está preocupada por haberme causado algunos problemas… ¡No lo entenderías!"

Mas risas llenaron mi habitación así que no tardé mucho en lanzar toda mi educación noble por una ventana metafórica y arrastrar a mi estúpido hermano mayor hasta sacarlo de mi habitación. Estaba por cerrarle la puerta en la cara cuando puso su mano en ella, se limpió un par de lágrimas de los ojos y me miró con burla.

"Di lo que quieras, Ferdinand, pero Lady Rozemyne te tiene demasiado consentido, jajajaja. Suerte terminando la semana. Prometo no contarle a nadie… Además de nuestra hermana, por supuesto. Seguro le interesará saber lo bien que tratan a su hermano más pequeño."

"¡Espera! ¡Justus…!" pero fue imposible rectificar o limpiar mi nombre. Mi hermano mayor ya había corrido escaleras arriba.

Bueno, al menos Gudrun no le contaría a nadie más.

.

Notas de una de las Autoras:

Las clases han comenzado y nuestro pequeño e impresionante Ferdinand no podría estar más incómodo, buajajajajajaja, porque ¿quién querría ser el niño modelo disfrazado del niño sospechoso?

Por otro lado, ¿que les parece la relación de hermanos que tiene con Justus? nosotras la amamos, creo que por muy descarado que sea Justus, nunca lo habíamos visto ser tan abierto y mostrando todo ese cariño fraternal con Ferdinand, jejeje, es un poco como Sylvester pero diferente, ¿no creen?

Y bueno, gracias por leernos. Nos estaremos leyendo la otra semana.

SARABA