El Ascenso de un Científico Loco.
¡Descubriré como funciona el mundo!
El Resto del Invierno
La hora de la comida tardó una eternidad en llegar. Mi señora sonreía de manera afable desde su lugar en la mesa cuando llegué a su cuarto y tomé asiento.
"Lamento haberla hecho esperar" me disculpé de inmediato.
"No has llegado tarde, Ferdinand. Gracias por acudir a comer conmigo. Escuché que los alumnos han recibido bien los platillos que Hugo ha estado preparando para ellos."
"Así es, milady. No han parado de comentar lo bendecida que debe estar usted por Cuococalura si puede superar de ese modo la cocina de la Soberanía. Hugo estaba bastante orgulloso mientras esperaba a que se le permitiera volver a su casa hoy en la mañana para tomarse un descanso."
"Ya veo" me respondió con una sonrisa adorable "¿te importaría entregar a Hugo unas notas mañana, Ferdinand? Elah hizo algunas mejoras a varios platillos que quisiera que Hugo revise, pruebe y trate de mejorar con los ingredientes que se encuentren en la cocina de la Soberanía. Ya he conseguido la aprobación de mi padre para ello."
"¡Se hará como pide, milady!"
La comida siguió en calma. Di un informe a Lady Rozemyne sobre mi desempeño en la academia y luego hablamos un poco acerca de Hartmut. Al parecer, le había ofrecido su nombre a mi señora apenas llegar a la audiencia que tuvieron en la mañana. El chico estaba desesperado por trabajar para ella sí, como mi señora me explicó al ver mi confusión, estaba dispuesto a entregarle su vida.
"Le dije la verdad. No puedo aceptar su nombre y no deseo tomar asistentes nobles aún."
"Pero, mi Lady…" no me dejó formular mi pregunta. Mis emociones debían ser tan notorias como clamaba Lady Georgine porque mi señora no necesitó escuchar más.
"Tú eres diferente, Ferdinand. Eres un sacerdote que ha sido elevado a noble… no tengo problemas con que mis sacerdotes sigan apoyándome como nobles. ¿Lo entiendes?"
"Si, mi señora."
Ella me sonrió complacida y… ¿aliviada? En ocasiones como esta soy incapaz de comprenderla. Supongo que no tenía mucha importancia si ella estaba feliz. Después la conversación se desvió una vez más. Mi señora había adoptado más huérfanos para tomarlos como asistentes para ella y para mí. Me los presentó apenas terminamos de comer.
Haciendo un recuento, nuestros grupos de asistentes se habían agrandado bastante. Por un lado, teníamos a los devoradores Damuel y Tuuri de diez años que eran hijos de soldados y a Dirk, también de diez. Huérfano.
Por el otro estaban los niños nobles que mi señora aceptó para salvarlos de una situación problemática en casa. Los hermanos: Philine de nueve años y Conrad, de siete. Luego estaban Grettia de nueve y Matthias de diez.
Además de ellos, mi señora encontró niños de origen noble que fueron abandonados en el templo por sus familias tiempo atrás. Muriella, Brunhilde y Laurenz de diez años, así como Roderick de nueve.
Estos eran los niños que mi señora había decidido tomar bajo su protección.
"¿No tendremos problemas después, milady?"
No es que estuviera receloso de aceptar a tantos nuevos de inmediato, solo me preocupaba que algo de esto pudiera afectar de algún modo a mi señora.
"Para nada. Mi padre ya ha dado su aprobación. Gracias a las empresas que me ayudaste a crear tengo algo de dinero para asegurarles protección. Todos ellos son inteligentes y tienen la posibilidad de elevar su nivel de maná. Creo que merecen una oportunidad de tener una vida mejor. ¿No estás de acuerdo?"
Lo estaba, así que sonreí sin hacer más preguntas.
Milady me solicitó que permaneciera a su lado esa noche. Me senté en su cama después de la cena y me dediqué a peinarle sus cabellos.
'¿Cómo negarme si Delia me reportó que Lady Rozemyne estuvo teniendo un poco de fiebre y levantándose aterrada la mayor parte de la semana?'
Esa noche dormí sentado junto a ella hasta la primera campanada, luego de lo cual volví a mi propia habitación guiado por Jenny.
El regreso a la Academia Real se volvió caótico después de eso.
De pronto, por alguna extraña razón comenzaron a llegarme invitaciones de Drewanchel, Klassenberg, Dunkelferger, Hauchletzte, Frenbeltag, Ahrensbach e Immerdink para asistir a fiestas de té, partidos de gweginen y desafíos de ditter.
"Vaya que ha llamado la atención de muchos alumnos, Lord Ferdinand." Comentó la profesora Hirschur después de la cena, observando con una sonrisa divertida la cantidad de tablillas y pergaminos que Joseph acababa de entregarme.
"¡No fue mi intención!" respondí sintiéndome superado.
'Esto es peor que cuando mi mamá me arregló todas esas citas a ciegas siendo Tetsuo. ¡Al menos tenía un margen de una semana entre una cita y la siguiente!'
"No temas, hermanito," Intervino Justus con su sonrisa usual, despeinado un poco mi cabello antes de sentarse conmigo "tus hermanos mayores hemos venido a rescatarte."
"Son demasiadas tablillas para ti solo, Ferdinand." Comentó Gudrun pasando detrás de él para sentarse en la otra silla a su lado.
"¡Esas son demasiadas tablillas!" exclamó Lord Sylvester acercándose a mí, seguido de cerca de sus hermanas.
Miré a mis hermanos, a la profesora y a las invitaciones antes de mirar a los candidatos a archiduque sentarse en los lugares que quedaban, observando con curiosidad.
Lady Constance tomó una y la leyó, entregándosela a Alderon de inmediato con una sonrisa divertida.
"Puedes enviar una negativa a esta de aquí. Es el mismo día que me ayudas con lenguaje antiguo, Ferdie."
"Lady Constance, agradezco que desee ayudarme, pero le recuerdo que mi nombre es Ferdinand."
"Tan estricto como siempre" canturreó cómo si se burlara "supongo que esa es la actitud que debe tomar un buen tutor, ¿no es así, profesora Hirschur?"
Nuestra supervisora cubrió su boca por mera educación. Su sonrisa divertida era algo demasiado obvio.
"Lo es, Lady Constance. Y ya que parece que acaba de conseguir toda la ayuda que necesita aquí, Lord Ferdinand, estaré checando a sus compañeros de otros grados."
"¡Gracias, profesora!" respondió Lord Sylvester, observando ansioso a la profesora antes de mirarme con un brillo de lo más curioso en sus ojos "¿me puedes ayudar con matemáticas, Ferdinand?"
"¿Dis… disculpe, milord?", '¿Qué demonios?'
"No estás obligado a apoyar a mis hermanos, Ferdinand" me explicó Lady Georgine ganándose miradas cargadas de desaprobación de parte de sus hermanos "puedes negarte a seguir ayudando a Constance e incluso a apoyar a Sylvester, sin embargo, tu ayuda sería reconocida por mi padre. Tus méritos pasarían a ser los méritos de Rozemyne, eres su primer asistente después de todo."
Miré a mis hermanos. Esto apestaba a trampa por dónde lo viera.
"Como bien ha dicho Lady Georgine, tú decides hermano" mencionó Gudrun "claro que dar asesorías se consideraría también una buena excusa para negarse a alguna de estas invitaciones o incluso reagendarlas.
"Entiendo" suspiré tratando de que no se notará mucho mi desencanto "le daré asesoría también a Lord Sylvester, solo le ruego que me dejen libre el día de la tierra."
Como por arte de magia, las engorrosas invitaciones disminuyeron de inmediato. Todas las que estaban relacionadas con el ditter se enviaron con una disculpa y una declinación debido a mis deberes con mis candidatos a Archiduques, así como algunas invitaciones para fiestas de té. Las invitaciones para jugar gewinnen, sin embargo, no había como declinarlas.
"Tres enfrentamientos por semana a partir de este día del viento no serán un problema" decidió Justus "te enseñaré los movimientos básicos y un par de estrategias para que no pierdas de manera estrepitosa. Eso evitará que te inviten de nuevo muy pronto, pero a la vez mantendrá los chismes a raya, después de todo, estás en primer año."
Le creí de manera ingenua y estúpida. El gewinnen era similar al ajedrez y al shoji, de modo que no solo aprendí los movimientos y estrategias básicas demasiado rápido, sino que mi espíritu competitivo despertó con los primeros enfrentamientos y no tardé nada en comenzar a crear nuevas estrategias basadas en los dos juegos de tablero que tan bien conocía.
El siguiente día de la tierra no vi a mi señora. No se encontraba en el templo, al parecer, los dioses la habían llamado. El subsecuente día de la tierra estuve demasiado atareado en el templo y con el señor Benno. La semana después de esa una pila de pergaminos para ser traducidos del japonés al idioma local me estaba esperando. Eso no me gustó. Significaba que mi señora había padecido de fiebre y nadie me lo había reportado… tampoco me lo confirmaron por más que insistí… y de nuevo, no pude ver a mi señora.
Esa semana le di su última regularización de lenguaje antiguo a Lady Constance y la última de matemáticas a Lord Sylvester. Ambos parecían satisfechos, comentando lo bien que les iría en sus respectivos exámenes cuando llegó.
"¿Porqué insisten tanto en retarme a un ditter?" pregunté exhausto de solo pensar en todos los desafíos que estuve rechazando de Dunkelferger.
"Bueno, están fanatizados con el ditter en ese Ducado." Me respondió Lady Constance.
"A mí me retaron el año pasado, pero este año no me ha llegado ni una sola invitación." Masculló Lord Sylvester con cara de confusión "¡Si quieres tomo tu lugar!"
"¡Sylvester! ¿Qué te dijo madre de tomar cosas que no son tuyas?"
"¡Por eso le estoy preguntando!"
"¡Lo están invitando a él, no a ti!"
"¡Pero yo también quiero jugar!"
"Oigan" intervine cuando su discusión comenzó a escalar y ambos hermanos se pusieron en pie, dejando su maná descontrolarse "milord, milady… ¿Debo declinar está igual que las demás?"
"¡NO!" gritaron los dos hermanos mirándome incrédulos.
"Acabas de terminar de darnos tutorías" explicó Lady Constance.
"¡Y has ganado tantos juegos de gewinnen que no van a dejarte en paz hasta que pierdas en un ditter contra ellos!" dijo Lord Sylvester como si fuera demasiado obvio.
"Pero… me voy en dos días, ¡Dos días! No puedo dejar a Lady Rozemyne lidiando por su cuenta con el ritual de Dedicación, podría enfermarse o algo así mientras dedica su maná."
Alguien puso sus manos en mis hombros, obligándome a sentarme de nuevo. No me di cuenta de que me había levantado de un salto. Todo esto me tenía de verdad muy nervioso. El mundo de los nobles es… complicado.
"Ferdinand, hermanito, contrólate. Dudo que tu señora aprecie que te comportes de manera deshonrosa." Me llamó la atención Justus, obligándome a relajar los hombros y respirar, sentándome de nuevo.
"Pero… Esta invitación no puedo aceptarla. Estaré en Eisenreich ayudando a mi señora en el Templo por un mes entero. ¿Qué debería hacer entonces?"
"Yo la responderé por ti" ofreció Justus "vamos a aceptar este reto, pero agendaremos en una fecha posterior debido a tus obligaciones en casa. Incluso veré quienes pueden ayudarte para que armes una estrategia cuando vuelvas."
"¡Yo! ¡Justus! ¡Anótame a mi!" gritó Lord Sylvester moviéndose de un modo curioso sin dejar de señalarse.
Tanto Justus cómo Lady Constance le dedicaron miradas reprobatorias a Lord Sylvester, siendo la hermana mayor de Sylvester quién le respondiera.
"Si participas estarías tomando este reto para ti. Por estatus, Ferdinand no puede darte órdenes. ¿Eres tonto o se te olvidó ese detalle?"
Los colores se le subieron al rostro a Lord Sylvester, quién se dejó caer en su asiento con los brazos cruzados y un puchero demasiado vistoso antes de tomar aire para reajustar su rostro, no así su postura.
"¿Y al menos me van a dejar participar en el ditter de búsqueda de tesoros del torneo Interducados?"
Nadie le respondió. Lord Sylvester debió desesperarse porque se puso en pie antes de mirar a Lady Constance de mala manera sin dejar de sonreír de un modo demasiado refinado para verse natural.
"Entiendo, le preguntaré a Georgine y a la profesora Hirschur" declaró Lord Sylvester con calma "¡Justus, tú vienes conmigo!"
"¿Qué? ¿Yo? ¡Pero, milord, no soy parte de su…!"
"¡Vienes conmigo y punto, Justus! Quiero ver si te sigues riendo cuando me den permiso de participar este año."
Mi hermano, Lord Sylvester y sus respectivos asistentes salieron de la sala. Yo solo observé la tablilla que seguía en mi mano.
'¿Qué debería hacer, milady? ¿Prepararme para ganar por usted o mentalizarme para perder y pasar desapercibido? ¿Cuál decisión le es más conveniente?'
"Ferdinand." Llamaron dos voces a cada lado de mi, sacándome de mis pensamientos y obligándome a encarar la terrible situación en qué me encontraba… Joseph no estaba por ninguna parte, solo Constance con sus dos asistentes favoritas y el estúpido de Alderon montando guardia en la puerta.
'¿En qué trampa perversa acabo de caer?'
"Ferdinand, quiero agradecerte por ayudarme a mejorar mis notas." Explicó Lady Constance con su sonrisa noble, acercándose a mí de un modo tan elegante y regio que parecía flotar "Espero que puedas ayudarme el próximo año también, quizás pudieras ir a visitarme al castillo de vez en cuando para profundizar en mis estudios."
"Lady Constance, yo no puedo…"
No me dejaron terminar. Ese par de niñas desvergonzadas flanqueándome se abrazaron a mí de inmediato, moviéndose de tal forma que sus pechos se deslizaran una y otra vez contra mis brazos, haciendo que mis orejas y mi cuello se sintieran hirviendo.
"¡Por favor, Lord Ferdinand!" lloriquearon ambas demasiado cerca de mis oídos.
Constance terminó de acercarse lo suficiente como para que su rostro quedará a pocos centímetros del mío cuando se agachó para mirarme a los ojos con una sonrisa zalamera.
"Sé que eres leal a mi hermanita, y que harías todo lo que ella te ordene, ¡pero no es justo que la hagas quedar bien solo a ella, Ferdinand!"
"Si está tan consciente, entonces solicite a Lady Rozemyne que me ordene ir a apoyarla con sus estudios." Dije con toda la calma que pude juntar.
"¡Pero eso no es divertido, Ferdinand!" me respondió ella con una sonrisa, paseando uno de sus dedos por un lado de mi cara, haciéndome sentir demasiado incómodo, cómo si su dedo tuviera algo desagradable que no me dejaba en paz.
"Lady Constance… no quiero ser… maleducado de modo alguno, pero vivo para su hermana, no para usted. Mientras mi señora no ingrese a la Academia Real, puedo darle apoyo aquí durante el invierno. Una vez en Eisenreich, mis acciones solo serán para beneficio de mi señora. Le ruego que lo comprenda y desista de esto."
Constance miró a Alderon. Yo también lo miré por el rabillo del ojo. El chico se asomó a la puerta antes de negar con una sonrisa divertida en su rostro.
"¿Qué quieres a cambio, Ferdinand?" preguntó Constance acomodando algunos cabellos detrás de mi oreja "Alerah y Teresia te encuentran tan atractivo que están dispuestas a ser parte del trato."
Las miré a ambas aterrado, ¿De qué demonios estaban hablando?
"No me importaría cederle mi primer beso, Lord Ferdinand" contestó de inmediato Alerah, la pequeña asistente a mi derecha.
"No puedo ofrecerle el primero de mis besos, Lord Ferdinand, pero podría dejarle ver algo interesante" continúo Teresia "¿Preferiría ver mis piernas o una parte de mi busto?"
Las miré a las tres con incredulidad. Constance se acercó a mí un poco más, lo suficiente para que sus labios me hicieran cosquillas en las orejas.
"¿O tal vez te gustaría tocar las curvas que Geduldh me ha obsequiado, Ferdinand? Sería una buena práctica para cuando mi hermanita crezca y te dé otro tipo de órdenes."
Lady Constance se alejó sin dejar de sonreírme, yo miré a todos lados buscando una salida y entonces Alderon estalló en carcajadas. Las chicas me soltaron también. Todos reían de mí.
Teresia se apresuró a sacar un elegante pañuelo para limpiar las lágrimas en el rostro de Constance y luego sacó otro para limpiar las suyas. No podía sentirme más perdido.
"Ferdinand… jajajajajaja… busca a alguien que te ayude… jajajajaja… a relajar tu rostro" me aconsejó Lady Constance sin dejar de reír, sosteniendo su estómago en una mano y el pañuelo de Teresia en el otro, limpiando sus ojos ya que sus asistentes estaban incapacitadas para hacerlo.
"¡¿Qué, por todo lo sagrado, acaba de pasar?!" pregunté con fastidio y vergüenza por ser el objeto de las burlas de esos cuatro idiotas.
"Lord Ferdinand, milady solo… quería ayudarte." Trató de aclarar Alderon, conteniendo la risa a duras penas "¡Debiste ver tu rostro la primera vez que las chicas te encarcelaron! ¡Aunque la de ahora… no hay palabras para describirla!"
Muy bien, lo entendía, se estaban aprovechando de mi pobre manejo de mis emociones y mis músculos faciales, ¿Pero había necesidad de llegar tan lejos?
Esperé a que se recompusieran un poco. Esto no lo iba a dejar pasar. ¿Qué tal que alguno de ellos decía algo que no debía o alguien miraba todo esto y lo malinterpretaba?
"Lady Constance, ¿qué tal si hubiera decidido besar a Alerah, jalar la ropa de Teresia y luego tocarla a usted de un modo inapropiado?"
La sonrisa de Lady Constance pareció fallar un momento. La escuché tratar de contener otra carcajada, sin mucho éxito. Tanto ella como sus estudiantes tenían serios problemas para no reír.
"Ferdinand, no te ofendas, pero en esta situación es más peligroso un shumil que tú." Dijo Constance sin una pizca de vergüenza "Por lo que he visto, los chicos que sostienen una rifa como la tuya no caen en estas provocaciones. Alderon me preocuparía más."
Miré al erudito un momento, quién no dejaba de observar a Teresia con una sonrisa torcida. Cuando miré a la chica en cuestión tenía una mirada de aburrimiento que me hizo levantar una ceja.
"Le ofrecí un beso a cambio de que limpiara algunos materiales para mi clase de formulación el año pasado." Explicó la asistente con mala cara.
"Lady Constance…"
"Si, si, entendí. Vives por y para mí hermanita. ¡Que envidia! Yo también quiero un enamorado así de hábil."
"¡Yo no estoy…!"
"Lord Ferdinand, es malo mentirse a uno mismo." Se mofó Alerah con una sonrisa alegre, sonriéndome antes de dar un paso atrás "Si un día quiere constatar que lo que digo es cierto, mi ofrecimiento de un beso sigue en pie. Creo que podría casarme incluso con un anciano si alguien con un rostro tan hermoso me da mi primer beso."
"Gracias, pero no" respondí sintiendo mis orejas colorearse de nuevo "ahora, si fueran tan amables de dejarme ir… quiero verificar las transcripciones que compré para llevar a Lady Rozemyne dentro de dos días."
"Por supuesto, Ferdinand. Asegúrate de hacer muy feliz a mi hermana." Dijo Lady Constance todavía en tono de broma antes de recomponerse por completo, cómo si no me hubieran hecho todo tipo de propuestas obscenas para luego burlarse de mí "¡Alderon, déjalo pasar! Le pagaremos de otro modo por las tutorías."
"¡A la orden, milady!"
Alderon se movió y yo hui tan rápido como permitía el decoro.
'Un buen pago serían un par de monedas y que deje de usarme cómo diversión. ¡En serio! ¿Qué pasa con esos cuatro?'
.
"Lady Rozemyne… ha estado bien, Lord Ferdinand." Dijo Fran, titubeando un poco.
No me gustaba que Fran titubeara según me iba entregando tablillas y dándome informes del Templo. Me gustaba aún menos que no había visto a Rozemyne todavía a lo largo de los primeros dos días luego de mi llegada.
"¿Por qué no he podido verla aún? Sé que está haciendo su trabajo porque su escritorio parece más despejado que el mío, pero…"
"Lady Rozemyne cambió sus horarios de oficina debido a sus clases en el Castillo, Lord Ferdinand. Debería estar terminando pronto con eso para prepararse de manera adecuada para el ritual."
Suspiré exasperado.
No había esperado que me tacleara… o que estuviera esperando por mi en la puerta del Templo. ¡Vaya, ni siquiera estaba esperando que me invitara a compartir la comida con ella…! Pero que me dejara solo con todos los documentos para encargarse de su parte cuando yo me ocupo de otras cosas en el templo… no sabía cómo tomarlo y a decir verdad, por mucho que me esforzaba, sabía que los demás se daban cuenta de que no me lo estaba tomando muy bien.
Suspiré con cansancio, golpeé mis mejillas con fuerza y me enderecé antes de continuar.
'Si así va a ser esto, ¡Adelante! No soy un niño pequeño y dependiente. Dejaré este escritorio tan limpio, que Lady Rozemyne querrá volver a trabajar conmigo en las mañanas solo para saber cómo despejé de forma tan rápida y eficiente mi escritorio.'
Leí cada tablilla, pergamino y papel vegetal con rapidez antes de firmar, sellar o escribir su correspondiente respuesta tan concentrado en disminuir las pilas de trabajo, que Fran tuvo que tocarme en el hombro para que hiciera un alto para tomar el té y uno más para comer. Estaba de verdad muy atrasado.
"Lord Ferdinand… ahm… hay algunas otras cosas que requieren su atención. Ha avanzado lo suficiente por el momento en el despacho."
Hasta ese momento levanté la mirada, juzgando con ojo crítico.
En efecto, había avanzado bastante más que en un día normal. Sonreí.
'Tal vez debería preparar un listón de huelga para atarlo a mí frente mañana y darlo todo de nuevo… aunque, sospecho que aquí nadie entendería las palabras en mi frente o mi actitud desafiante por medio del trabajo. Y si les explicara que era mi forma de protestar, tendría que explicar porque estoy protestando… y no estoy seguro de porque protesto. No quiero que me vean como a un niño mimado, desesperado por atención… aún si en parte me siento así.'
Supervisé el orfanato, ayudé a preparar los cálices para el ritual de Dedicación y me aseguré de verificar que el resto de mis compañeros azules y los pocos grises con devorador supieran en qué momento de los siguientes días les tocaría venir a dar maná para el ritual.
Tuuri, Philine, Conrad, Damuel y Dirk habían sido elevados, no entendí el motivo, ser un sacerdote azul era costoso y de todas maneras, no era como que nos faltaran sacerdotes.
Tuvieron que pasar tres días más para que viera a Lady Rozemyne de nuevo.
"Debiste esforzarte mucho los días anteriores con el trabajo de oficina para que no quedaran más que los documentos que iban llegando ayer, Ferdinand." Fueron las palabras que mi señora me dedicó al entrar a la oficina.
Me detuve de lo que estaba haciendo para poder mirarla.
Estaba a punto de sentarse en su escritorio. Su rostro parecía un poco más afilado y sus ojos un poco cansados, pero no estaba del todo seguro de ello. ¿Estaría creciendo?
"Quería que todo estuviera listo para serle de ayuda, milady." Respondí tragándome la necesidad de bajar de mi asiento y correr a revisarla. No entendía porque me parecía tan distante.
"Gracias, Ferdinand. Por favor no te exijas demasiado."
"¿Puedo hacerle la misma sugerencia, milady?"
"¿Eh?"
Terminé de revisar el último documento pendiente y bajé, acercándome a su escritorio hasta pararme a un lado de su lugar. Su aroma era un poco distinto al que recordaba y su mirada hablaba de cuánto se estaba esforzando.
"Fran me informó que ha estado tomando lecciones durante la mañana en el castillo. Por favor, no se exija demasiado. Asegúrese de comer y descansar de manera adecuada."
Sus grandes ojos de luna parecieron perder un poco de su cansancio, brillando como el primer día de la fruta que pude regresar, iluminando la bella y enorme sonrisa en su rostro.
"Por supuesto, Ferdinand. No te preocupes."
Mi mano encontró su coronilla, palmeándola con afecto antes de que pudiera recordarme que esta no es mi hermana menor, sino mi señora. Lady Rozemyne sonrió aún más y yo retiré mi mano.
"Recuerde que mañana empezaremos con el Ritual de Dedicación. Debe descansar de manera adecuada."
"Lo haré. Lo que queda del mes solo subiré al castillo el día de la fruta, así que no te preocupes por mi, por favor, Ferdinand. Disfruta de tu tiempo en el Templo."
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A pesar de todo, solo pude ver a mi señora durante el tiempo que ambos entrábamos a la gran sala para dar nuestro maná a los cálices. Eisenreich es un Ducado muy grande. El maná que se requiere para llenar todos los cálices es inmenso, así que era necesario que oramos por casi un mes. Mi Lady era la única que descansaba un día por sus clases especiales en el castillo.
Cuando volví a la Academia Real todo parecía estar de cabeza.
Los chicos del curso de eruditos no dejaban de formular como locos. Los caballeros iban y venían de los terrenos de recolección con materiales nuevos y los asistentes hacían hasta lo imposible por distribuir materiales y apoyar a los estudiantes.
"¿De qué me perdí?"
"Hermano, bienvenido a la locura del ditter." Me recibió Gudrun, dejando en una mesa cercana la charola con recursos recién procesados.
"¿Todo esto es por…?"
"El Torneo Interducados, no vayas a pensar que es por tu juego amistoso" me respondió Justus con una sonrisa enorme. "Tu propio ditter está agendado para la semana entrante. Lord Werdekraft dijo que no había problema en darte una semana para prepararte."
En ese momento lo recordé. La última carta de un duelo de ditter amistoso me llegó justo dos días antes de irme al Ritual en Eisenreich y nadie me permitió declinar esa invitación en específico. Justus se encargó de acordar los ajustes en mi lugar, así que lo seguí cuando retomó su camino con un par de bolsos de cuero.
"Y además de tener una semana, ¿qué otras cosas tengo que saber al respecto?"
"No mucho. Puedes escoger a cinco compañeros de cualquier grado o curso, siempre que sean de Eisenreich. El juego de ditter se llevará a cabo el próximo día de la tierra y se trata de un ditter de robo de tesoros. Tienes permitida cualquier estrategia que desees."
"Entiendo… en parte…¡Ouch! ¿estás bien?"
Estaba en el suelo, acababa de chocar con alguien a quien ni siquiera había notado por ir persiguiendo a Justus.
Comencé a levantar los pergaminos que se regaron por el suelo antes de mirar a la persona con que había chocado. Una chica de la edad de Justus tal vez, con uniforme de asistente y cabello azul cobalto atado en trenzas de boxeadora. Le entregué los documentos en cuanto se puso en pie y me disculpé antes de mirar hasta dar con los cabellos grises de Justus. Mi hermano ya se encontraba al otro lado de la habitación, así que tuve que apresurarme para alcanzarlo.
"¡Justus, espera! ¿Qué se supone que haga en ese ditter? ¡Aún no lo entiendo!"
Justus llegó a una sala donde bastantes eruditos estaban formulando. Miré a todos lados antes de hacer cuentas.
"¿No falta un mes para el Torneo?"
"Si. Pero se acordó que todo el dormitorio se concentraría en crear trampas y aparatos mágicos una vez por semana para poder ir a socializar y conseguir información el resto de la semana. Los que tengan tiempo libre deben seguir preparando materiales o artefactos."
'Esto del ditter parece aún peor que el fútbol americano. Me pregunto si también hacen un espectáculo de medio tiempo. Creo que preferiría participar en eso que en un juego donde puedes colocar trampas.'
"¿Y entonces, puedes ayudarme a comprender…"
"Lo siento, pero hoy no. Ve a la biblioteca y pide a los shumils libros con información sobre ditter. Seguro encuentras algo que te guíe. Si no es suficiente información, busca al profesor Rauffen. Es un verdadero fanático. Si alguien puede ser tu Anhaltung, es él."
Observé un poco más sin comprender porque era tan importante un juego para dedicar un día entero de cada semana a las preparaciones, luego miré a Joseph, que acababa de alcanzarme y anuncié que iríamos a la biblioteca.
"¿Hugo está bien?" pregunté apenas salir del dormitorio, preocupado porque la fiebre del ditter también afectará en las cocinas.
"Si, milord. Por suerte los cocineros no participan y no se ha sabido de ningún de Ducado que tome sus propios insumos para el ditter."
"Vaya, es un alivio. No podría disculparme suficiente con mi señora si algo le pasara a su chef."
Esa mañana la invertí completa en investigar todo sobre los ditter de robo de tesoros.
Las reglas eran sencillas. Cada participante se hacía de una criatura Fey que fungiría como su tesoro, la pondría a salvo en un lugar determinado y la protegería. Al mismo tiempo, era necesario atacar los tesoros del o los contrincantes. Se considera derrota si se pierde el tesoro por robo o muerte del animal. Gana aquel que logre conservar su tesoro intacto.
El juego inicia en el momento en que el juez lo dictamina de ese modo y termina cuando hay un claro ganador… un ditter puede durar días entonces… si hay reglas adicionales, estas son acordadas por los jugadores antes de iniciar el partido. No importa cuánto busque o investigue, no hay nada más. Un viejo libro con un par de estrategias usadas hará unos ciento sesenta y ocho años. También encontré algunos libros que hablan sobre diversas feybeasts. Cuáles son sus habilidades e inclinaciones, debilidades, usos y…
'¡No es cierto! ¡Esas cosas pueden evolucionar con maná! ¿Renací en el mundo de Pokémon varios siglos antes de que empiece la serie?'
Sacudí mi cabeza y volví a poner atención. O al menos lo intenté.
'Que suerte que no estoy aquí con Shuu o ese idiota no pararía de gritar que necesitamos Pokebolas para ir a atraparlos todos… y entrenarlos… después se preguntaría si puede fundar un gimnasio Pokémon y crear una liga… ¡Shuu, saca tu estúpido espíritu Otaku de mi cerebro!'
No había caso. Decidí avisar que tomaría uno de los bestiarios en préstamo y me fui. Sería una buena idea ver qué tanto habían preparado para darme una idea de lo que me espera… también necesito reunir un equipo, pero la realidad es que no conozco a nadie lo suficiente… ¡Vaya problema!
Volví al dormitorio. Joseph se llevó el libro a mi habitación en lo que yo me paseaba por los diferentes grupos trabajando.
"¿Qué cantas? Nunca había escuchado esa melodía, pero suena interesante."
'¡Ay, carajo!'
Lord Sylvester me veía mientras yo tomaba conciencia de que había estado tarareando el tema de apertura de Pokémon, deteniéndome de inmediato.
"Milord, temo que no me di cuenta de que estaba tarareando…"
"Era una melodía muy pegajosa. Deberías escribirla y arreglarla. Mi hermana Rozemyne disfruta de escuchar piezas nuevas de música. A veces la oímos componiendo cuando se queda a dormir en casa."
Lo consideré un segundo, pero luego pensé que estallaría en carcajadas si lo intentaba.
"Lo tendré en mente, milord" respondí para zafarme.
"¿Y ya has seleccionado a tu equipo?" Sus ojos me miraban con un brillo cargado de esperanza.
"Bueno" comencé algo nervioso "Justus, Gudrun y tres caballeros. Pensaba pedir a mis hermanos que me ayudaren a reclutar. Lamento si no puedo pedirle su apoyo, Lord Sylvester, pero Lady Georgine dejó muy claro que no puedo tener candidatos a archiduque en mi equipo."
"Está bien, no te preocupes. Incluso mis padres me escribieron para explicarme que no puedo participar a menos que me reten de manera directa."
Me pareció curioso. ¿Qué quería entonces?
"¿Puedo recomendarte a alguien de mi curso? Todavía no es aprendiz de caballero, pero es muy fuerte y no tiene problemas siguiendo órdenes."
"¿En verdad?"
Estaba a punto de pedir el nombre cuando Hirschur se paró junto a nosotros.
"Lord Sylvester, ¿no intentará hundir más a Angélica, o si? Es la única que no ha pasado sus clases escritas y un par de clases prácticas."
Miré al hermano de mi señora, parecía tan confundido como yo.
"¿Todavía no logra pasar las clases?"
La profesora negó antes de mirarme con determinación "Lord Ferdinand, sería prudente que no tome compañeros que no hayan entrado a su especialización y tampoco a los que siguen tomando clases. No podrán asistirlo en reuniones de estrategia y puede que la preocupación por pasar las asignaturas a tiempo les impida concentrarse."
No fue necesario pedir ayuda a mis hermanos. La maestra Hirschur arregló todo para que pudiera reunirme con varios aprendices de caballero sin pendientes ni problemas.
Luego de hablar con ellos y evaluarlos en una serie de juegos de gewinnen, en mi equipo quedaron Alexis, mednoble de trece años, Helenia, archinoble de catorce y Adolphus, archinoble de doce.
Esa semana fui por primera vez al sitio de recolección y mis hermanos me ayudaron a formular algunas trampas. También pude experimentar un poco con algunas feyplants que se convirtieron en pequeñas feystones luego de manipularlas con mi maná. Descubrí que si las tomaba como caramelos cuando estaba exhausto podía tener un subidón de maná peligroso. Además de eso, aprendí a hacer un par de pociones básicas de rejuvenecimiento de maná, aunque no parecen servirme demasiado. Cuando toda esta locura termine, experimentaré hasta conseguir algo que me sea más efectivo.
.
El día del ditter llegó.
El profesor Rauffen nos repitió las reglas, eran las mismas que en el libro que estuve estudiando salvo por la regla extra de que el ditter solo duraría una campanada. El ganador se decidiría por el tesoro en caso de que ningun equipo hubiera conseguido robar o aniquilar la feybeast del otro.
"¿Todos recuerdan los planes?" pregunté antes de que el profesor recitara las reglas usuales.
"¡Ja!" Respondieron los aprendices de caballero en tanto mis hermanos solo asentían.
"Bien. Estaré contando con ustedes."
"¡Empiecen!" Gritó el profesor y todos salimos corriendo.
Mis hermanos y yo aprovechamos para distribuir trampas en el área que nos pertenecía, un pequeño bosque con algunos claros, en lo que los caballeros buscaban un tesoro y sembraban algunas otras trampas.
Gudrun y yo fuimos los primero en volver a la zona de reunión usando nuestras highbeast para observar el panorama.
"Parece que ya tienen un tesoro" comentó Gudrun.
"Y las reglas no dicen nada sobre atacar antes de que lleguen al lugar seguro, ¿Cierto?" Confirmé con mi hermana, ella asintió antes de formar varios ordonannz para mí.
"Justus, Seheweit. Adolphus y Helenia, Schlageziel. Alexis, Verbergen."
Y así comenzó.
Mientras Justus ingresaba en territorio enemigo para sembrar algunas minas y recolectar información, Alexis y Helenia intentaban, por todos los medios acabar con la criatura que llevaban los Dunkelfergianos, en tanto Adolphus utilizaba un par de detonadores que estuve preparando para crear un pasadizo bajo tierra que lo situaran a él y a nuestro tesoro en el círculo que marcaba nuestra base.
Una mirada a Gudrun y ambos bajamos con la piel preparada de un zantze relleno de hojas en una jaula tan pequeña, que pareciera que la criatura no tenía espacio para moverse.
Dado que yo no tenía un schtappe todavía, mi armamento se encontraba en medio de nuestra base. Un escudo de metal, una espada y una honda. Justus intentó convencerme de llevar arco y flechas, pero no tengo la fuerza necesaria o el entrenamiento para eso. Una honda me era más cómoda, ya que podía hacer algunos cálculos antes de estirar la tela que fungía de liga y lanzar. De todos modos, el día anterior había estado probando la elasticidad y potencia de esa cosa hasta memorizar la relación fuerza/distancia.
Gritos de guerra. Explosiones. Cortinas de humo.
Mis caballeros volvieron ante una bengala de color azul lanzada por mi en tanto Gudrun salía dispuesta a apoyar a Justus. Como eruditos y asistentes, su trabajo era más similar al de un espía. Recolectar información. Robar objetos. Sembrar el caos. Incluso envenenar o paralizar al enemigo. Ambos tenían la indicación de regresar en caso necesario, no planeaba sacrificar a mis propios hermanos.
Adolphus y Helenia volvieron seguidos de al menos tres caballeros al mismo tiempo que un ordonannz de mi hermano.
"Solo caballeros" repitió el ave tres veces antes de que la atrapara.
"¡Adolphus, martillo! ¡Helenia, flechas!"
Comencé a disparar con mi pequeña honda al tiempo que Adolphus cambiaba la forma de su schtappe y daba un golpe en el suelo. Helenia comenzó su ataque de flechas y los dunkelfergianos no dejaban de reír.
"¡El novato quiere batirse con piedras!" se burló alguien.
Yo seguí lanzando y pronto la tierra se estremeció. No estaba apuntándoles a ellos, sino a una serie de minas que derrumbaron el suelo y a nuestros atacantes.
Adolphus y Helenia formaron sus monturas de inmediato.
Alexis apareció por otro lado, dándome una mirada de asentimiento y dándome indicaciones con sus dedos antes de salir volando al campamento enemigo.
Tres pasos atrás, dos a la derecha.
Me posicioné y verifiqué los espejos que mi hermana y yo colgamos en los árboles como parte de la preparación de nuestra base. Cada vez que detectaba movimiento lanzaba piedras con mi honda hasta activar algunas minas o trampas que los dunkelfergianos hubieran evitado.
Un estallido seguido de humo amarillento en la lejanía y sonreí. Solo teníamos que aguantar un poco más.
"¡Schlaftraum!" grité con todas mis fuerzas y mis dos caballeros se acercaron a mí antes de que yo comenzara a orar con rapidez. Los caballeros que intentaban llegar a nosotros, cuatro ahora, cayeron al suelo roncando en cuanto terminé de cantar con luces blancas de bendición alcanzándolos.
Mis caballeros no tardaron nada en correr a tomar a los enemigos por los tobillos y atarlos en los troncos de los árboles situados a nuestra espalda.
Un montón de chispas rojas comenzaron a salir desde el otro lado del campo. Eran malas noticias.
"Jugereise" fue todo lo que dije apenas ver a Helenia y Adolphus para que ellos salieran en sus bestias altas a apoyar a nuestros compañeros en combate. Yo me quedé a esperar.
No pasó mucho para que un quinto Dunkelfergiano apareciera, así que invoqué un escudo de viento.
"¡Entonces es cierto que eres un antiguo sacerdote!" gritó el otro antes de lanzarse a atacar mi escudo, sin mucho éxito. Debía tener menos maná que yo.
"¿No hablas? ¡No es divertido si no respondes, sacerdote!"
Solo sonreí, pensando que habría sido más dramático presentarme a esto con mis hábitos azules por encima de la armadura que mis hermanos me enseñaran a formar.
"¡¿Y qué carajos es esto?! ¿Porqué no logro atravesarla?"
Contaba con que no pudieran atravesar mi escudo de Schutzaria, el problema era que mi escudo no me protegía por la retaguardia, lo cual me tenía preocupado. Tenía que estar siguiendo los movimientos de este tipo cada tanto y mirar los espejos en los árboles con disimulo.
"¡Deja de ignorarme, adora dioses! ¿Qué tanto miras al cielo?"
Fue entonces que lo vi. Una chica con armadura estaba oculta entre el follaje, necesitaba aguantar un poco más. Mi equipo ya solo se enfrentaba a un caballero, si trabajaban bien, deberían poder superarlo con sus números.
Un estallido demasiado cerca terminó por derribarme. Me puse en pie de inmediato, tomando la espada y el escudo de hierro. Eran pesados e incómodos, pero no tenía opción, la idiota compañera de este chico había intentado liberar a sus compañeros y activado una de varias minas. No tenía tiempo de orar por otro escudo.
El golpe no tardó mucho en llegar, yo solo me acuclillé junto a la jaula para defendernos a ambos, tratando de encontrar una abertura por la que pudiera atacar.
"¿Dónde están tus dioses ahora, eh? ¿No tienes a Angriff de tu lado, sacerdote? ¿Qué hay de Leidenschaft? ¡No importa cuánto ores o cuanto pases en el templo, al final, Siegstamm elige a sus favoritos y no estás entre ellos!" en medio de su vehemente discurso un montón de chispas verdes saltaron desde el otro lado del bosque. El caballero frente a mi pareció distraerse al notar el resplandor entre los árboles, provocado por los reflejos que colgaban de ellos. Aproveché entonces para derribarlo con todo mi peso y luego colocar la punta de mi espada en su cuello, justo después de quitarle el casco de un espadazo certero.
"Parece que el dios me ha escogido después de todo" respondí al mismo tiempo que un sonido como de silbato sonaba en la lejanía y la voz del profesor Rauffen retumbaba por todo el lugar.
"Dunkelferger ha perdido su tesoro."
Vítores ensordecedores llamaron mi atención y la del muchacho a mis pies, el cual solo alejó mi espada de su garganta para mirar también con escepticismo.
Lo miré entonces. No debía ser mayor que yo. De hecho, el chico no tardó en sonreírme y levantar un poco las manos en señal de rendición.
"Ya que es la primera vez que juega un ditter, compañero sacerdote, ¿le importaría traer su feybeast para asegurarnos de que sigue con vida.
Asentí, dejando mis armas en el suelo y comenzando a caminar lejos del círculo. El chico parecía confundido, pero me siguió de igual manera. Juntos bajamos al pequeño pasadizo y el chico comenzó a reír como loco al verme tomar la jaula donde un zantze real, del tamaño de un cachorro de gato de un par de meses rugía y trataba de alcanzarme con sus pequeñas zarpas.
Para cuando llegamos de nuevo a la superficie, el profesor Rauffen y mis compañeros de equipo estaban esperando con el zantze falso en medio de ellos.
"El tesoro no podía ser escondido lejos de su base, Lord Ferdinand." intentó a amonestarme el maestro.
"Profesor Rauffen, no va a creerlo, pero lo tenían oculto DENTRO de la base, solo que bajo tierra. Ha sido una estrategia brillante. ¡Sublime! De hecho, me gustaría retar al sacerd… Lord Ferdinand a otro ditter."
Mi rostro debió descomponerse con horror porque apenas voltee para negarme, los demás comenzaron a reír con disimulo. Un chico de tal vez cuarto o quinto grado en armadura apareció entonces. Tenía ojos rojos y cabellos blancos, de no ser por su piel bronceada, habría pensado que era un vampiro.
"¡Heisschitze, idiota! ¡No podemos retarlos a más ditters! ¡deben estarse preparando para el Torneo!"
"Pero, Lord Werdekraft…"
"Guarda toda esa emoción para el próximo año y estudia para que puedas zafarte de las clases lo antes posible, si Lord Ferdinand sigue siendo el primero en terminar sus exámenes como dijiste, no podrás retarlo lo suficiente el próximo año."
Me sentía mareado. Tenía un par de idiotas, cabezas de músculo mirándome con sonrisas depredadoras y terroríficos brillos en los ojos… por no hablar del profesor que más parecía un maestro de educación física hiperactivo.
Mis compañeros de equipo, por otro lado, me felicitaron y se ofrecieron a apoyarme el año siguiente sin falta, lo mismo mis hermanos. Mi equipo entero se veía en muchas mejores condiciones que los oponentes, de modo que la estrategia de quebrar sus viales con pociones rejuvenecedoras había sido un éxito… igual Gudrun se ofreció a curarlos a todos.
Después de eso, la Academia fue un poco menos lúgubre para mi. No pude volver al templo, ya que varios compañeros se estuvieron acercando a mí para que los apoyara con sus números y a memorizar los nombres de los dioses, sin olvidar que mis hermanos siguieron enseñándome a formular para que pudiera contribuir con el ditter del Torneo interducados y seguí asistiendo a algunas fiestas de té para jugar al gewinnen y tocar el harspiel. Necesitaba que mi señora fuera apreciada cuando estuviera aquí. Me tocaba sembrar el terreno.
Para cuando llegó el Torneo Interducados me sorprendió la afluencia de adultos y adolescentes viendo las diferentes zonas de exposición y hospitalidad. También se me pidió formar parte del equipo que protegiera nuestro tesoro luego de discutir por casi una semana las diferentes estrategias que deberíamos utilizar contra los otros dormitorios. Ganamos el tercer lugar, lo que no me pareció tan mal para ser mi primer año. Y además… la princesa Brigitta, una mujer mayor miembro de la familia real colateral quien parecía mantenerse neutral en la guerra en ese momento, me felicitó en persona luego de llamarme al centro por ser el mejor promedio de los primeros años. No podía estar más lleno de orgullo. Lo único que opacaba todo el evento era que mi señora no estaba aquí.
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Notas de una de las Autoras:
Siegstamm = Dios de la victoria (Sieg [victoria] stam [trofeo])
Con toda confianza, si cualquier compañero escritor desea tomar a la Diosa de la Victoria para sus propias historias, adelante, solo no olviden anotar de dónde han tomado el nombre.
Pues si, chicos, hemos terminado el primer año de la Academia Real con Ferdinand. Ha sido divertido para nosotras pensar que diferencias habría aquí entre un archinoble y un candidato a archiduque, además de tomar en cuenta que todavía se practican los ditters de robo de tesoros en esta época y no el de velocidad para el Interducados.
También nos pareció gracioso que Ferdinand se molestara con Rozemyne, si, es un poco infantil su actitud, pero este Ferdinand todavía es un niño y ¿a qué niño no le gusta recibir atención de las personas que quiere y con las que pasa más tiempo?
Muchas gracias a todos los que han llegado hasta aquí, espero que lo disfrutaran mucho, les aviso que este viernes tendremos un capítulo "doble"... lo pongo entrecomillado porque es un capítulo largo y luego uno corto que, sospecho, encontrarán de lo más interesante.
Feliz inicio de semana. Nos estamos leyendo.
SARABA
