El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré como funciona el mundo!

Torneo de Caza y Noche Santa

Después del último incidente con los tres trombes pudimos volver a la rutina normal. Angélica aun tenía problemas con la parte del curso de eruditos, pero se esforzó mucho por no estorbar. Se estaba enfocando en la salud en lugar del trabajo de oficina. Tuuri había sugerido que se le formara como asistente y caballero en lugar de Erudita y caballero, algo que mi señora aceptó después de verla batallar tanto.

Este año acompañaría a mi Lady a la competencia de caza. El año pasado no participé debido a que me estaba preparando para la academia real.

Llegamos al lugar antes de la segunda campanada. Milady dio los saludos adecuados y se paró junto a su padre, quien sonrió complacido de reunirse con ella.

El Aub comenzó su discurso inaugural saludando a los nobles, alentándolos a buscar la bendición de Durzetzen cuando el escudo de Schutzaria cayera. Normalmente seria él quien iría a buscar la primera presa, pero ya que su salud en esta época comenzaba a flaquear, fue Lord Bonifatius quien hizo la primera caza.

Margareth y yo acompañamos a milady a un asiento junto a Lady Verónica y otras mujeres de la casa archiducal. Angélica, quien ahora no era oficialmente una noble, se encontraba recorriendo la zona, vigilante de cualquiera que quisiera hacerle daño a nuestra Lady.

"¡Ferdinand! Veo que este año has podido asistir. ¡Menos mal que se te está dando la oportunidad de desenvolverte con el resto de los nobles!" me saludó Lady Verónica luego de que nuestra señora se instalara "Margareth también. Escuché de la profesora Hirshur que planeas tomar los tres cursos desde este año."

"Así es, Lady Verónica."

"Te deseo suerte, querida. Buscar las pruebas de Glückität suele ser complicado. Se requiere las bendiciones de Anhaltaung, Seheweit, Angriff y Dultzenzen para atravesar una prueba de semejante envergadura. Espero que lo logres."

"Agradezco sus palabras, Lady Verónica." Respondió mi compañera, luego de lo cual, nadie volvió a referirse a nosotros.

Durante un tiempo Lady Rozemyne mantuvo una conversación amena principalmente con Lady Eglantine.

"Rozemyne, querida ¿te gustan los postres de hoy?" le preguntó Lady Verónica con una sonrisa amable "sé que son de tus favoritos, por lo cual hice que mis chefs los prepararan especialmente para ti". Vi la sonrisa de milady profundizarse, girando su rostro de forma elegante para mirar a la primera esposa de Aub.

"Si, Lady Verónica. Estos son mis favoritos. Gracias por su consideración."

"¡Oh, cielos! ¡Dulces especiales para mi querida prima!" comentó Lady Eglantine "Debes ser de las favoritas de Lady Verónica, Rozemyne."

"Rozemyne suele estar en mis pensamientos de manera constante, Eglantine. Si recibo una felicitación por su desempeño de parte de sus profesores de números e historia, también le obsequiaré sus favoritos a usted." Comentó Lady Verónica antes de concentrar su mirada en mi señora, mostrando una sonrisa maternal en su rostro "No dudes en comer más, querida. Como pasas tanto tiempo en el templo, no sueles tener muchos momentos para comer tus favoritos."

"Muchas gracias por su amabilidad", respondió mi señora mientras comía un poco más y bebía de su taza de té. "Realmente esta delicioso", agregó luego de un segundo bocado, mientras su sonrisa se suavizaba.

Mirando a las demás mujeres de la casa archiducal mientras la fiesta continuaba, me di cuenta de la gran diferencia en el número de sus asistentes. Milady solo nos tenía a Margareth, Angélica y a mí con ella, mientras que las demás damas tenían al menos tres caballeros, dos asistentes y dos eruditos. Lady Eglantine tenía cinco caballeros, igual que Lady Verónica.

'Deberíamos solicitar permiso para que Damuel y los demás vengan a servirla el próximo año. No son nobles, pero harán bien el trabajo.'

Mientas mis pensamientos divagaban no me di cuenta de que algo había pasado. Milady había dejado de participar en las conversaciones desde hace algunos momentos. Cuando volví mi atención a ella, noté que algo andaba mal.

"¿Mi señora, se encuentra bien?" pregunté sin saber cómo reaccionar. Rozemyne miraba a la nada, sentada en la mesa con su sonrisa de dama y un sonrojo cada vez más grande sobre sus pómulos.

"Si… estoy bien. Me gustaría un poco de agua si no es mucha molestia, Ferdinand."

"Pediré a mis asistentes que te traigan una copa de agua si estás tan sedienta" intervino Lady Verónica con una sonrisa, "Gloria, Cecile, traigan por favor agua a Rozemyne, mi pobre niña tiene tan pocos asistentes que no hay quien prepare agua para ella con anticipación."

Las observé por un momento. Mi señora sonreía a pesar de estar respirando de un modo extraño y apenas perceptible, con los ojos un tanto vidriosos y un sonrojo cada vez más pronunciado. Lady Verónica le acomodó el cabello de un modo maternal, sonriendo como si nada raro estuviera pasando. Justo acababa de voltear cuando noté un leve temblor recorriendo a Milady desde la cabeza hasta los pies.

'¿Un resfrío? Si es un resfrío y no la cuidamos como es debido, podría terminar complicándose y volverse neumonía.'

"No me gustaría abusar de su excesiva amabilidad, Lady Verónica", dijo lady Rozemyne, rechazando el ofrecimiento. Apenas mi señora me hizo un gesto con su mano, corrí tanto como pude hasta una mesa donde diversos asistentes estaban sirviendo agua, té o bocadillos que otros asistentes llevaban a sus señoras. Margareth me había seguido, por suerte. Ella se apresuró a darme un vaso que reconocí como el que Lady Rozemyne siempre usaba en el templo, y lo llené de agua, enviando a Margareth con un par de dulces en un plato para hacer tiempo.

Cuando llegué, Lady Verónica seguía insistiendo en que mi señora tomara agua de una copa que ya estaba lista. Mi señora, sin embargo, seguía declinando el ofrecimiento como podía.

"Milady, le hemos traído algunos bocadillos que pensamos pueden ser de su agrado y un poco de agua." Se apresuró a decir Margareth colocando el plato y luego el vaso que le habíamos llevado.

"Me aseguré de que el agua estuviera fresca, milady" empecé a explicar "por favor beba despacio. No dude en ordenarnos cualquier cosa que desee, después de todo, cómo sus asistentes estamos para servirla."

Tanto Margareth como yo, cruzamos nuestros brazos al frente en señal de respeto conforme yo elevaba la voz un poco en la última parte.

'No entiendo porque no desea aceptar el apoyo de Lady Verónica que es tan buena y atenta con todos, pero si su deseo es ese, entonces estamos para servirle.'

"Muchas gracias, Ferdinand, Margareth."

La observé masticar apenas un pequeño mordisco antes de tomar el agua y beber. Sus movimientos se veían un poco forzados ahora, como si estuviera tratando de frenarse de tomarse toda el agua de un sorbo.

Lady Verónica y las demás damas en la mesa parecían no notar nada fuera de lo normal, incluso Lady Eglantine parecía estar disfrutando de la fiesta de té en los jardines mientras esperaban a que los hombres y algunas mujeres caballero volvieran con sus respectivas presas.

Por suerte para nosotros, Aub Adelbert no tenía la constitución o salud necesarios para participar. Solo tenía que encontrarlo

"Margareth", le murmuré a mi compañera, la cual solo asintió.

Caminé tan rápido como pude, observando niños de diversas edades después del bautizo correteando mientras jugaban o sentados a la mesa con sus madres festejando pequeñas fiestas de té.

Estaba comenzando a cansarme cuando al fin encontré a Aub Eisenreich caminando en los límites del área de comida con algunos nobles ancianos de las diferentes facciones del Ducado.

Sin estar muy seguro de cuál sería la mejor manera de llamar su atención, me paré frente al grupo, algunos pasos alejado sin dejar de ver al padre de mi señora. Nuestras miradas se cruzaron apenas un segundo y eso fue suficiente. El hombre se disculpó con todos cuando uno de ellos terminó de hablar y se acercó a mí.

"¿Sucede algo, Ferdinand?"

"Aub, Lady Rozemyne parece estarse resfriando. ¿Sería posible que le permita volver al templo ahora? Necesitamos revisarla luego de que haya tomado un baño."

Aub Adelbert soltó un suspiro cansado, cubriendo sus ojos antes de mirarme de nuevo.

"Temo que no puedo dejar que se retire todavía. Podría pedirle a mi sanador que la revise, pero ha estado cuidando de Irumilde y Fabrizio... Ordenaré a alguno de mis asistentes que le preparen su habitación de inmediato, ¿crees que Margareth y tú puedan vigilarla mientras tanto?"

"Por supuesto, milord. Margareth y Angélica se encuentran aquí. Si puede proporcionarnos una habitación, nos aseguraremos de que descanse y pueda volver a tiempo para despedir a todos los nobles. Si él sanador no puede abandonar a su esposa y su hijo menor, nos encargaremos nosotros."

El Aub lo pensó un poco. Su mirada fija en Lord Galtero, cuyo cabello azul era tan parecido al de mi señora. Él entraría este año a la Academia Real. Yo también lo observé, siguiendo sus ojos hasta encontrarme con mi señora.

'¿Habré desayunado de más? Mi estómago se siente molesto de pronto.'

"Adelante, Ferdinand. Sean discretos." Dijo el Aub antes de hacer una señal.

Dos de los asistentes de Lord Adalbert se aproximaron de inmediato. Uno de ellos me acompañó en lo que el otro, imagino, se dirigió a los aposentos de mi señora.

Cuando el asistente y yo llegamos, alcance a notar que mi señora estaba aguantando algunos temblores como podía. La fiebre debía estar muy alta, bajando y aumentando para que tuviera que aguantar escalofríos.

"Lady Rozemyne, Aub Adelbert solicita su presencia y la de su séquito."

"Por supuesto." Respondió mi señora bajando de su silla con ayuda de esa Kunoichi fantasmal de Margareth para luego mirar a la mesa y hacer una leve reverencia "Lamento mucho tener que retirarme ahora, sin embargo, estaré de regreso a tiempo para cumplir con mis obligaciones."

Lady Verónica le dedicó una mirada… extraña a mi señora y Lady Rozemyne se puso rígida de inmediato, enderezando la espalda y profundizando su sonrisa.

"¿Puedo saber por qué motivo el Aub solicita la presencia de su hija?"

"Lo lamento, Lady Verónica." Respondí con cordialidad "El Aub solo me dio la orden de ser su ordonnanz y escoltar a la princesa santa." No solía usar el título de Lady Rozemyne, ya que a ella no le gustaba, pero se había vuelto una forma un tanto sutil de indicar que se le buscaba por asuntos relacionado con el templo o los dioses, aunque casi siempre era curación o bendición.

"Entiendo. Ve, querida. No es de buena educación hacer esperar al archiduque."

Mi señora se despidió una vez más y comenzó a seguir al asistente conmigo y las otras niñas del séquito detrás de ella.

Miré un momento a mi alrededor y luego a mi señora. Parecía estar cansada, pero solo eso.

Cuando llegamos donde el archiduque, observé al padre de mi señora agacharse apenas un poco para mirarla en tanto mi señora seguía sonriendo, saludando con una pequeña reverencia cargada de elegancia demasiado artificial.

Sin embargo, el Aub no pareció percatarse.

"Rozemyne, Ferdinand me dice que pareces estar al borde de un resfriado. ¿Te gustaría subir a tu habitación a descansar por una campanada? Si es así, enviaré a alguien para que te avise cuando tu presencia sea requerida."

"¿Está seguro de esto… padre?"

El Aub me miró y yo solo asentí. Él también había notado esa diminuta pausa fuera de lugar.

"Ve a descansar, Rozemyne. Está bien. Me sentiré muy preocupado si te obligo a quedarte aquí todo el tiempo y terminas varios días en cama."

Mi señora pareció descansar solo con eso y seguimos al asistente hasta la recámara que ya estaba lista.

Apenas llegar a su habitación, procedí a checarla. Desde que nuestras lecciones en el templo iniciaron, Aub nos dejaba encargarnos de la salud de Milady casi en su totalidad, ella parecía más cómoda y tranquila con eso… supongo que el incidente de las flores le dejo una mala idea del médico de la casa archiducal.

Estaba muy sonrojada, pero su temperatura casi no había cambiado. Su pulso, por otro lado, era errático y su respiración superficial. Cuando coloqué mi mano en su nuca para revisar su maná, el sonrojo en sus mejillas se intensificó y un diminuto gemido salió de entre sus labios.

"Me disculpo si estoy muy frío, milady."

Ella solo asintió sin decir nada, de modo que pude percibir de inmediato la manera tan extraña en que su maná estaba fluctuando, con sus pequeños topes usuales aquí y allá.

"Por favor, descanse. Le traeré más agua."

De nuevo, ella solo asintió y yo me alejé junto a Margareth, luego de poner a Angélica a vigilar.

"No es un resfriado." Anuncié a mí compañera.

"Eso me temía." Respondió Margareth sin dejar de mirar a nuestra señora "¿Está bien si la ayudo a darse un baño mientras la reviso?"

"¿Alguna idea de qué le pasa?" Pregunté de inmediato.

"Tengo una sospecha, pero no puedo corroborarlo aún. Si vas a las cocinas, busca sus platos y traerlos para ver si puedo detectar que le dieron."

"¿Crees que se atrevieron a envenenarla aquí?"

Estaba molesto de solo pensarlo. ¿Querían matar a mi señora ahí mismo o solo verla tan frágil que no fuera capaz de cumplir sus obligaciones? Miré a la puerta, Angélica había estado vigilando precisamente para evitar que eso sucediera.

"Si y no. Creo que pusieron algo diferente en su plato, ¿podrías ir, por favor?"

Acepté y me fui de inmediato, dando un vistazo antes de irme para constatar que Margareth se llevaba a Lady Rozemyne al baño.

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"¡Ferdinand!"

Me apresuré con el vaso de agua y un único plato que aún no lavaban en las cocinas. Lady Rozemyne estiró su brazo hasta tomar mi mano y llevarla a su cara, mirándome como si estuviera a punto de llorar.

"¿Puedes quedarte aquí… mientras duermo?"

"Por supuesto. Usted descanse, milady. Por favor, beba un poco."

Mi señora aceptó el vaso con agua, bebiendo todo con rapidez y angustia, dejando escapar un poco de líquido que Margareth se apresuró a secar. Cuando mi señora terminó se acomodó en la cama y se durmió sin soltarme. Fue una campanada muy larga en la que esa ninja escurridiza salió rumbo al templo con el plato para poder examinarlo.

Tal y como el archiduque prometió, apenas Rozemyne participó en la premiación y cierre del torneo, Aub Adelbert nos permitió volver al templo.

Margareth comenzó a dar indicaciones apenas llegamos.

La hicieron beber un par de tazas de un té usado para limpiar el cuerpo y luego de un rato, le dieron un segundo baño de agua templada.

Yo no podía concentrarme en nada, así que esperé afuera de su habitación caminando de un lado al otro hasta que milady estuvo instalada en su cama con sus ropas de dormir.

"Ferdinand, antes de que te acerques", me detuvo Margareth, "no estás obligado a hacer todo lo que milady te pida. Si gustas, podemos turnarnos para vigilarla el resto de la noche."

"¿Sabes qué le dieron?"

Margareth miró a otro lado por un segundo o dos antes de soltar un suspiro, evitando mirarme. La niña respiró hondo y luego se tomó la barbilla en actitud pensativa.

"Parece que le dieron varias cosas. Encontré lo que había en su plato de postre y le administré algo para contrarrestar los efectos, pero fue mínimo lo que mejoró. No estoy segura de que más le administraron, pero no parece que sea, es como si quisieran ridiculizarla… si acaso, debemos vigilarla hasta que su cuerpo se termine de desintoxicar solo."

La idea no me gustó, pero tampoco protesté. Solo asentí antes de acercarme a la cama.

"¡Ferdinand! ¡Ferdinand, ¿me darías un gyu?! ¿Por favor?"

Parecía febril y a punto de tener algún tipo de ataque. Sudaba mucho y sus pupilas estaba dilatadas.

Miré a Margareth pensando que su diagnóstico estaba equivocada, pero ella negó.

"Yo tomaré el turno de la mañana, si no te molesta."

"De acuerdo." Acepté. No era la primera vez que pasaba la noche en vela vigilando a Lady Rozemyne.

Me quité los zapatos y subí a la cama. Delia se apresuró a amarrar la cortina para que pudieran vernos y mi señora se acostó casi por completo sobre mí, haciéndome pensar en un enorme gato buscando el calor y la atención de su dueño.

"Milady, ¿no está muy incómoda?"

Ella solo negó, abrazándose a mí de manos y piernas. Su respiración rápida sonando demasiado fuerte cerca de mi oído. Ella había ocultado su cara en mi cuello y yo la abracé de inmediato, peinándola y soltando un poco de maná para consolarla… solo que esta vez la escuché soltar un pequeño quejido en mi oído.

Margareth se paró a nuestro lado de inmediato y yo la miré asustado.

"¿Qué le hiciste?" Me preguntó la Kunoichi de cabello azul mirándome alarmada luego de obligarme a tomar un aparato antiescuchas.

"Yo… no entiendo porque, pero mi maná suele consolarla cuando se siente enferma. Le di una pequeña dosis. Nada fuera de lo ordinario."

Parecía que Margareth fuera a matarme de un momento a otro cuando Lady Rozemyne comenzó a frotar su rostro en mi hombro, temblando antes de aferrarme con más fuerza.

"Más gyu, por favor."

Margareth y yo nos miramos un segundo, ella asintió cuando el cuerpo de mi señora comenzó a temblar de manera extraña y yo volví a peinarla, dejando escapar apenas un poco de mi maná.

El chillido cómo de un ratón se escuchó de nuevo, pero mi señora dejó de temblar o de moverse.

'¿Tanto le dolía lo que le habían dado?'

"Bien, oblígala a sujetar un aparato antiescuchas. Que tome los dos extremos y sigue confortándola. Avisaré al Aub que no es nada grave. Vendré a revisarla en la mañana."

Asentí antes de hacer que mi señora tomara mi extremo del aparato y Margareth se encargó de que sujetará su propio extremo con la otra mano.

A su señal, volví a peinarla y está vez no escuchamos nada.

"Hazlo solo si la sientes muy tensa, y que sea una dosis muy, muy pequeña, Ferdinand. ¿De acuerdo?"

Asentí y Margareth salió de la habitación.

Me forcé a mantenerme despierto toda la noche, lo cual no fue muy difícil debido a lo incómodo que me encontraba, peinándola todo el tiempo y dejando escapar maná cada vez que la sentía tensa.

Para cuando Margareth regresó, había pasado cerca de media campanada sin que Lady Rozemyne se hubiera tensado… o me hubiera soltado siquiera un poco.

Margareth nos revisó a ambos y luego ordenó que nos trajeran el desayuno a la cuarta campanada.

Para ese momento, mi señora al fin me había soltado y había logrado descansar la campanada completa, de modo que Margareth se quedó a cuidarla el resto del día, lo único que me pidió fue que le dejara una feystone con maná, por si acaso.

Cuando volví durante la noche, mi señora parecía estar mejor. Ya no sudaba, su respiración era más acompasada y su sonrojo casi había desaparecido. De todas maneras, tuve que dormir sentado en una silla sujetando su mano, volviendo a mi propia habitación a mediados de la segunda campanada. Para ese momento, mi señora al fin volvió a la normalidad.

"Margareth, ¿Por qué todos actuaban como si nada malo le estuviera pasando a Milady durante el torneo de caza?" le pregunté mientras la observaba dormir.

"Porque en realidad, no notaron que algo estuviera mal." Respondió sin mirarme, "nosotros somos capaces de ver en ella las pequeñas señales que la delatan. Para todos los demás, solo es una pequeña niña llena de elegancia y gracia que no está acostumbrada a estar afuera", me explicó.

Margareth y yo decidimos que era mejor que Lady Rozemyne permaneciera en reposo al menos un día más. Nos estábamos preparando para la noche santa de Schutzaria, donde Lady Rozemyne recogería un material de otoño. Gudrun y Justus nos acompañarían de nuevo.

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Salimos el día del brote de la última semana de otoño y nos dirigimos a Lancelle. El lugar era similar al baño de la diosa, pero en lugar de lago, había un montón de arbustos con diversos tipos de frutos y en el centro un gran árbol que parecía estar hecho de metal. Después de un día tranquilo fue el momento de empezar

Esta vez no nos hizo dormir, pero la formación era extraña. Los asistentes se colocaron alrededor del árbol ruelle sobre sus monturas. Los que teníamos formación de caballeros, estábamos en el suelo. Justus dijo que en las noches de luna llena crecen estas flores y después de absorber suficiente luz de la luna, las flores pierden sus pétalos y la fruta ruelle comienza a crecer.

Debíamos estar atentos a cualquier peligro hasta que Lady Rozemyne pudiera cultivar algunas frutas.

Un agradable olor comenzó a llenar el ambiente en el momento en que milady ordeno a Tuuri y los demás rezar al viento. Mi propia hermana se había asegurado de aprender la oración para no estorbar durante la recolección. Las siete voces se elevaron en armonía y los escudos de viento se formaron de inmediato.

"Buen trabajo" celebró milady, quien montaba en el techo de su Highbeast. Mi corazón se saltó varios latidos al verla en esa posición tan precaria, pero ella ni siquiera se tambaleó. Llevó sus manos al techo sobre el cual estaba parada antes de comenzar a recitar.

"Oh Diosa del Viento Schutzaria, protectora de todos. Oh doce diosas que sirven a su lado. Por favor, escucha mi oración y préstame tu fuerza divina. Concédeme el escudo del viento, para que pueda volar a aquellos que quieren causar el mal. Préstame tu divino poder para proteger a quienes amo."

Un gran escudo de viento se formó, uniendo los siete escudos individuales en uno solo. Tuvimos que gritarle a Hartmut que no podía perder la concentración por nada del mundo. El muchacho parecía extasiado, pero no titubeó.

Milady se aseguró de recoger los pétalos que iban cayendo, guardándolos en una bolsa especial. También tomó flores completas y las guardó del mismo modo.

Un sonido llamó mi atención y mis ojos se abrieron debido al gran número de bestias feéricas. Una luz blanca entonces cayó sobre ellas. Las feybeasts se durmieron en el momento, pero el peligro no había acabado. Otro grupo igual de grande parecía estar por llegar.

"Apuñalen a las feybeast en el órgano de maná y recojan las feystone, o las que vienen pulularan con estas" nos gritó Margareth.

Hicimos como nos dijo. Ella era la única que tenía un schtappe por lo cual podía cambiar la forma del mismo según le conviniera. Nosotros estábamos atorados con las manáblade y, en mi caso, una hoz. Bridget a mi derecha blandía un Bisento, mientras que Matthias a mi izquierda estaba usando una lanza.

Algunas feybeasts nos pasaron y golpearon el escudo, tratando de llegar hasta Lady Rozemyne. Pero ella no parecía preocupada.

Mientras la escuchaba tararear una melodía, no pude evitar preguntarme si su tranquilidad se debía a su confianza en nosotros o a su completa fé en los dioses, o incluso ambas.

En algún momento el tarareo de Rozemyne se transformó en una canción, sorprendiéndonos a todos por un segundo o dos cuando su maná se desbordó desde su anillo y brazalete sobre el árbol ruelle

El suave remusgo,

Allende del escudo.

El feten melifluo,

Correveidile que no deja de cantar

Melodías sin un final.

Jacarandoso jolgorio

Que Jugendrise interpretará.

"¡Lo tengo todo!" Gritó entonces Milady, complacida, "Suban, es hora de irnos."

Formamos nuestras monturas y subimos de un salto, alejándonos de las feybeasts. Cuando estuvimos lo suficientemente lejos y después de beber una poción de recuperación, Rozemyne volvió a ofrecer una oración al dios de los sueños. Las luces blancas de bendición cayeron entonces como una nevada desde el lugar en donde estábamos hasta donde mi vista alcanzaba y un poco más lejos.

"Laurenz ¿Qué carajos es eso?", escuche que preguntaba Tuuri

"Mi Highbeast, pensé en cambiar la forma. No lo he decidido, pero me gusta esta", se río y me acerque para ver.

El peliverde había cambiado el toro por una especie de serpiente. No podía dejar de pensar que conocía esa feybeasts, aunque no recordaba donde la había visto.

'Lo más probable es que sea una bestia feérica autóctona de su provincia de origen y no la reconozco por el color azul de su montura', pensé.

Lady Rozemyne entonces nos permitió recolectar materiales. Mi hermano no dudó. Los demás volvimos a recolectar algunas plantas y frutos después de beber cada uno una poción. Guardamos todo en cajas especiales para que no se contaminaran los materiales y regresamos al claro donde habíamos estado acampando.

"Sé que fue una noche difícil, pero les agradezco su ayuda a todos ustedes. No lo hubiera logrado sola", repitió mi señora una vez que estuvimos seguros bajo la herramienta mágica. "las niñas pueden limpiarse primero, agrandaré a Lumi para que puedan cambiarse sin problemas. Margareth las limpiara con Waschen. Justus ¿podría pedirte que ayudes a los varones a cambiarse?" le preguntó a mi hermano.

"Por supuesto."

Una vez que todo estuvo listo, milady reformó su shumilbus para que pudiéramos dormir tranquilos. Antes de poder dirigirme a mi sitio para dormir vi a mis hermanos mirándome. No sabía que pasaba, así que me acerqué a ellos.

"¿Hay algún problema?" les pregunté.

"No realmente, es solo… Ferdinand ¿Cómo sabia Lady Rozemyne qué pasaría esto?" preguntó Gudrun, "Tiene ocho años y estoy muy segura que nadie había venido a recoger un ruelle en la noche de Schutzaria."

"No lo sé", respondí con un suspiro derrotado. "Según Margareth, Lady Rozemyne sabe estas cosas porqué reza a los dioses. Todos los días, pide su guía y los dioses le responden" respondí repitiendo las palabras de esa Kunoichi fantasmal, "ni ella ni yo lo creemos, pero hasta que descubramos como lo hace, solo podemos seguirla".

Mis hermanos asistieron a mis palabras, mirándome como si aun hubiera algo que quisieran preguntar, Gudrun soltó un pequeño suspiro antes de decidirse a hablar.

"Ferdinand, antes, cuando Lady Rozemyne rezo al viento, sentí algo… extraño, como una presencia alrededor y descendiendo sobre nosotros."

"Esa fue la diosa del viento, Schutzaria" respondió Lady Rozemyne apareciendo de la nada.

Estaba bastante acostumbrado a esos sobresaltos a estas alturas, aun así, mi pobre corazón no lo soportaría tantas veces seguidas "lo lamento, no pretendía asustarlos." Se disculpó mi señora. "solo venía a decirles que es mejor descansar ahora, fue una larga noche."

"Iremos en un momento", respondió Justus aun con su mano sobre el pecho, "¿A qué se refiere con que fue Schutzaria?" preguntó a cambio. Una sonrisa suave se formó entonces en los labios de milady.

"Recé a la diosa Schutzaria pidiendo su protección. Los dioses siempre me contestan, pero durante las noches santas, incluso puedo sentirlos. Fue la diosa misma la que me sugirió entonar una oración para que el ruelle floreciera más rápido, como lo hice en el baño de la diosa."

"¿Por eso estaba cantando?" pregunto Gudrun, incrédula. Rozemyne solo asintió "¿Qué clase de canción era esa? Nunca la había escuchado"

"¡Porque yo la hice!" exclamó milady con una sonrisa feliz y más real que la que usaba normalmente "a las diosas del viento les gustó. No sabía si les gustaría, pero les gustó."

"¿Por qué cantar en lenguaje antiguo? ¿entiende lo que dice?" cuestionó ahora mi hermano.

"Claro que entiendo. Mi biblia esta en ese lenguaje, y sobre porque, es fácil. Es una oración para los dioses, lo adecuado es cantarles en el idioma que ellos mismos nos dieron"

Mis hermanos y yo nos quedamos sin palabras ante su afirmación y mi señora aprovechó para apurarnos a dormir. La mirada divertida que me dedicó Justus mientras me dirigía a mi asiento provoco que mis orejas se calentaran, pero fingí ignorancia mientras me acomodaba en mi lugar para dormir antes de que milady se colara entre mis brazos, pidiendo gyu.

Cuando regresamos al templo, nos dio varios días libres. Yo debía prepararme para la academia real en tanto Angélica debía aprender el ritual de dedicación.

Hartmut había dicho que retomaría sus clases cuando milady se matriculara o ella considerara que era oportuno que volviera a la escuela. Sin embargo, a pocas semanas de iniciar un nuevo curso, eso no había pasado.

Fue mientras revisaba que mis uniformes me quedaran correctamente que una noticia llegó a Eisenreich, Dunkelfelger se había unido a la facción del quinto príncipe y la guerra civil llego a su fin.

'Antes de que Ventuchte de dos giros a su tela, Angriff se retirará. Es necesario que aquellos que han dejado la protección de Wiegenmichte reciban la protección de la pareja suprema y la guía de Mestionora para que superen el juicio de Glücklietate'

Las palabras de Rozemyne me golpearon con fuerza, haciéndome dudar por un momento si los dioses eran reales o no.

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Notas de una de las Autoras:

Antes de que cunda el pánico, la Santa no ingirió nada que pusiera en riesgo su salud esta vez... aunque si otra cosa, en fin, Rozemyne tiene más autocontrol a esta edad que muchos adultos de ese mundo.

En cuanto a la canción... La traducción de lenguaje antiguo a modeerno se los dejo de tarea, jejejejejejeje.

Esperamos que hayan disfrutado mucho con este nuevo capítulo. Nos vemos el martes.

SARABA