Notas de las Autoras:
Querido lector, te recordamos que está semana ofrecimos un maratón del 2x1 cada día.
Bienvenido al primer capítulo del último día del 2x1. ¡Disfruta tu lectura!
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El Ascenso de un Científico Loco
¡Descubriré Como Funciona el Mundo!
Secretos Pululando Hacia la Luz
Subí al círculo de teletransporte incluso antes que Aub, mi padre adoptivo me alcanzo y Lord Adalbert se apresuró para subir también, vi al hombre correr escaleras arriba, quería mandar a la mierda todo el maldito protocolo, solo quería saber que estaba pasando.
El hecho de que el archiduque bajara apenas algunos instantes después de subir, no me gustó nada, sentí como me sujetaban del brazo, Justus y Eckhart me miraron con seriedad, no podía subir al tercer piso, eso estaba prohibido.
"¡Explica esto, Margareth!" exigió el Aub.
Sylvester, Karstedt y Brunhilde se acercaron de inmediato, me miraron preocupados y confundidos, buscando respuestas, pero no podía decir ni hacer nada. Yo me sentía mareado, necesitaba las mismas respuestas que Aub estaba exigiendo. La mirada de Margareth no cambio, en cambio pidió que todos la acompañáramos a una sala de reuniones, tomo una pequeña caja de madera que parecía fuera de lugar para llevarla con ella. Tan pronto como los miembros de la casa archiducal estuvimos ahí, ella coloco una barrera antiescuchas antes de tomar de su cabeza un palillo que mantenía todo su cabello en su lugar, su cabello cayo suelto, pero nadie presto atención a ese detalle, el palillo que tenía ahora entre sus manos debía significar algo.
"No sé qué está pasando, no sé qué es esa barrera que no me deja pasar, pero es similar a la barrera de la biblioteca del templo", comenzó a explicar tratando de mantener la calma. Uso su bastón y lo inserto en un lateral de esa caja, "yo no puedo leer esto", dijo antes de colocar unas hojas frente a nosotros.
No eran palabras, eran pictogramas, cada dibujo representaba a un dios. La forma en la que estaban acomodados me recordaba un poco a los círculos mágicos, pero esto era mucho más elaborado que nada que hubiera visto antes, si tenía razón estos eran diagramas y esquemas de diversas herramientas mágicas.
Comencé a revisar cada hoja, círculos mágicos de protección, herramientas de ocultación, reducción de ruido… encontré de todo, pero no había ni una sola indicación completa, todas parecían carentes de sentido
"¿Sabes que son esos, Ferdinand?", me preguntó Lord Adalbert
"No estoy seguro, pero parecen diagramas y esquemas, son círculos mágicos e instrucciones, pero esto…" podía sentir mana en las hojas, al usar mi propio mana para estudiarlo encontré círculos mágicos ocultos en el papel, "es papel mágico, pero está procesado, hay círculos mágicos en esto. No sé cómo, pero Rozemyne oculto algo en estas hojas". Miré ahora a la mujer frente a mí, "¿Por qué nos muestras esto?"
"Lady Rozemyne me ordenó proteger esto con mi propia vida. Dijo que eran necesarios, pero no me dijo por qué. Me explicó que, de ser necesario, esto me daría una forma de ayudarla… esta hoja en específico reaccionó a la barrera que me mantiene fuera de su habitación", continúo dándome la hoja en cuestión.
"¡No tiene sentido! Aquí especifica que es una barrera, pero esto está incompleto. ¡Falta información! Hay muchos huecos. Rozemyne se esforzó mucho para mantener esto en secreto". Margareth asintió dándome entonces el bastón, "¿Incluso esto?"
"¿Incluso eso que, Ferdinand?", inquirió Aub, le dí el bastón y lo soltó casi de inmediato, "¡¿Qué carajo es eso?! ¡No puedo mover los dedos!", miré a Margareth y ella me miró a mí. Volví a tomar el bastón que Aub soltó antes de devolverlo a la mujer frente a mí.
"Es una herramienta mágica. Se usa para abrir la caja que Margareth trajo y, a juzgar por el número de piedras incrustadas, otras tres. ¿Dónde están las otras, Margareth? ¿las tienes tú?"
"No, solo tengo una caja. No sabía que había más"
"¿No es demasiada precaución para una joven que acaba de ingresar a la academia?", preguntó ahora mi padre adoptivo "¿Dónde consiguió todo esto?"
"No lo consiguió, lo hizo"
Mordí mi labio antes de mirarla a los ojos, esos ojos que estudiaban todo, pero que ahora parecían angustiados. "Margareth, lo preguntare una vez, y quiero la verdad. ¿Los intentos de asesinato cesaron después de que la guerra termino, si o no?"
"¿Intentos de asesinato? ¡¿De que estas hablando?!"
"No… aun intentan asesinarla"
"¡Margareth!" grité golpeando la mesa "¡Te lo pregunté! ¡Te pregunté si su vida corría riesgo!" la mujer pareció temblar, pero no se movió, "¡Me dijiste que ella estaba a salvó!"
Margareth tosió y vi como la sangre brotaba de entre sus labios. La estaba aplastando. Respiré hondo un par de veces apartando mi vista de ella.
"Lady Rozemyne estaba a salvo. Desarrolló inmunidad a prácticamente cualquier veneno y droga. Ella me ordenó no decir nada. Lady Rozemyne sostiene mi nombre. Me ordeno no decir nada… si no era necesario."
Me dejé caer en una silla, esperando que continuara "Le ofrecí mi nombre cuando comencé a servirla, pero se negó a aceptarlo, pero este año, dijo que sabía demasiado y me lo exigió, dijo que, si quería seguir junto a ella, sí quería seguir siendo su pilar y confidente, debía darle mi nombre o no podría seguir a su lado, ella me dijo 'conoces mis debilidades, todas ellas, no puedo permitir que me traiciones'."
"¿Por qué nos dices eso?", cuestionó un muy descolocado Sylvester, "¿Realmente mi hermanita dijo eso?", yo tampoco podía creerlo.
"¿Por qué cree?", inquirió con una sonrisa ladina, "¿cree que los dioses la dejarían morir? Ella sostiene mi vida, mi hilo puede ser recortado por su bien."
"¿De dónde sacaste esa idea ridícula?", pregunté.
"Ella me lo dijo, cuando me pidió mi nombre, 'si estas dispuesta a acortar tu hilo por salvar mi vida, recibiré tu nombre, de lo contrario, firmaras un contrato de mordaza y te iras' ¿Por qué diría eso si no era cierto?"
"Para alejarte, para que te negaras a dar tu nombre."
Margareth parpadeo dos veces, como si no me creyera. Me froté el rostro antes de volver mi vista a los papeles ante mí. Los símbolos de los dioses se habían cambiado por pictogramas. Encontré 35 tipos diferentes de lo que parecían ser runas, y otros 10 que podrían ser números.
"Rozemyne se esforzó por mantenerlo todo en secreto" anuncié dejando las hojas de lado, "¡Me tomará días comenzar a entender todo esto! Lo poco que está escrito con los símbolos de Yurgenschmidt, está escrito en lenguaje antiguo"
"Pero tú entiendes el lenguaje antiguo", señaló Karstedt ahora.
"Si, el lenguaje antiguo. Eso puedo leerlo sin problemas, pero no esta versión… si lo traduzco literalmente dice: al dios supremo saltó a un dulce néctar. También está codificado"
"Ustedes dos", Lord Adalbert parecía haberse recuperado de toda la información recibida de golpe "¿sabían que Rozemyne estaba siendo envenenada y ¡Lo ocultaron todo este tiempo!?"
"No", negué de inmediato, "la última vez que la vi en tal estado, la última vez que supe del veneno, fue en el torneo de caza, el año que la ayudamos a recolectar materiales para su jureve. En ese momento pensaba que alguien intentaba eliminarla por ser hija de una princesa o algo de los rumores que había a su alrededor. Después de que la guerra terminó, no volví a tratarla por veneno".
"Margareth ¿Por qué guardaste silencio?", exigió el Aub.
"¡Porque no hay pruebas reales de que alguien quiera envenenarla! Lo están haciendo. Lo sé porque he encontrado el veneno, pero por más que he investigado no encuentro al culpable. ¡Toda la evidencia es circunstancial! Si se sabía que alguien la estaba envenenando, la culpable podría desviar las pruebas…"
"¿La culpable?", la interrumpió Aub, "Si dices la significa que tienes una sospechosa ¿Quién es?"
"… Lady Verónica".
"¿Por qué Verónica querría matarla?", preguntó Lord Adalbert, "Ella nunca haría algo como eso"
"Porque desde el inicio la amenazo, dijo que mandaría a sus grises con la pareja suprema si decía algo y…"
"Lady Verónica es bastante estricta con sus enseñanzas", la interrumpió Brunhilde, "Cuando comenzó a educarme me amenazo también, pero después de tres semanas entendí que eran amenazas vacías, los castigos físicos también fueron horribles, pero como candidata a archiduquesa, puedo encontrarme con peores torturas, ahora puedo resistir la tortura sin quebrarme."
"Cuando tenía siete, cuando dije que yo quería ser el próximo Aub, madre cambió conmigo. Los castigos físicos fueron más difíciles de soportar, pero siempre me recompensaba con dulces o algo que deseaba si lo hacía bien. Mis hermanas también sufrieron castigos físicos, pero como ninguna estaba interesada en ser Aub, fue más llevadero."
"A mí no me hizo nada de eso", comenté confundido.
"Eres su favorito, Ferdinand", sonrió Karstedt de medio lado "y decidió que el entrenamiento de mi padre era suficiente para la parte de castigo físico. No necesitabas más que eso."
Negué despacio, apretando el puente de mi nariz antes de suspirar.
"¡No hay tiempo para eso ahora! Margareth, dile toda la información que tengas a mi padre. Averiguar esas cosas es su trabajo", le recordé.
La vi entonces temblar, retorciéndose de dolor "…no puedes. Rozemyne te ordenó por tu nombre no decirlo. ¿Al menos puedes dar la información que tienes?" un nuevo temblor y ella cayó al suelo, "¿Justus podría encontrar la información entre el equipaje si Margareth se descuida y él observa dónde está?" esta vez no reaccionó. Eso si podía hacerlo.
Miré mi hermano y asintió saliendo con Margareth de inmediato, "Aub, me gustaría subir y verificar esto. Margareth dijo que esta hoja reaccionó a la barrera. Tal vez obtenga una pista"
Subí junto al Aub y junto a mi padre adoptivo. Brunhilde también subió con nosotros, señalándome cual era la habitación de Rozemyne. Abrí la puerta y coloqué la hoja sobre la pequeña pared que apareció frente a mí, parecía cristal tintado de negro. Era imposible ver dentro de la habitación.
Cuando coloqué la hoja, ésta brilló un momento dejándome leer palabras escritas en japonés.
'Rozemyne nunca intentó aprender a leerlo, ¿cómo puede escribirlo?'
Mientras seguía los caracteres nostálgicos me percaté de muchos errores en la escritura. ¡Ella no sabía japonés! Las frases parecían sacadas de mis propias traducciones, algunos caracteres estaban mal escritos, pero era suficiente para que entendiera el funcionamiento básico de la herramienta.
"Una barrera de mana", murmuré, atrayendo la atención de Aub, "Es una barrera de mana que mantiene fuera a cualquiera que tenga considerablemente menos maná que ella. La barrera tiene la protección divina del dios de la oscuridad. Una vez que la atravieses te absorberá una gran cantidad de mana. Necesitas tener suficiente como para empujar tu mana contra la barrera y pasar, pero estas cantidades… si logro entrar no podré salir hasta recuperar mi mana. Intentar entrar con mis pociones será imposible, ninguna poción podría seguir funcionando si atraviesa la barrera."
"Debe ser para evitar que la envenenen mientras duerme", aventuró Margareth llegando a nosotros, "si es como creo, solo ella puede entrar y salir con total libertad."
"Ferdinand, lo que estoy por pedirte es impensable, pero entra en la habitación de mi hija y sácala de ahí. Trátala si está en peligro y que desactive la barrera para poder entrar. Es mi orden."
Me arrodillé antes de soltar mi cinturón y dárselo a Brunhilde, quien me miraba preocupada.
"¡Ten cuidado Ferdinand! Podría haber veneno en su habitación, pero no puedes usar waschen. Necesitamos la evidencia", me señaló.
Asentí tomando el pañuelo que Rozemyne me obsequió hace tanto antes de atarlo sobre mi nariz y boca como pude. Empujé mi mana sobre la barrera, sintiendo entonces como mi broche, capa y brazalete reaccionaban, abriendo un espacio en la barrera para mí. Me giré conmocionado, viendo el mismo asombro que yo estaba sintiendo en los ojos de todos los demás.
Entré entonces, no podía perder más tiempo. Pero lo que vi, me dejó helado.
En medio de la habitación había lo que parecía ser una bañera. su ropa estaba en el suelo. Varias costuras estaban desgarradas.
Me acerqué sin querer hacerlo. La imagen de ella en el baño de la diosa volvió a mi mente y mi corazón se oprimió mientras la veía flotar en ese liquido azul cobalto… un momento… ese no es el color del jureve.
Salí de la habitación una vez más. Debía verme terrible porque todos palidecieron en cuanto me vieron.
"¡Piedras vacías! ¡Necesito piedras vacías! ¡Rozemyne está sumergida en jureve!"
Me dieron sus bolsas de piedras y regresé junto a ella, colocándolas en el líquido en el acto. Todas se llenaron con su mana solo algunos momentos después. Cambié las piedras hasta que la poción volvió al color adecuado.
Cuando me relajé lo suficiente, un olor desagradable me llegó. Su mesa y silla estaban en el suelo y cerca de ahí una caja de comida que comenzaba a descomponerse. Recogí tanto como pude y acomodé la mesa. Busqué entre las cosas. Tomé su ropa. Todo teniendo cuidado de no envenenarme por accidente. Rozemyne podría tener inmunidad a los venenos, pero yo no.
Seguí el protocolo que Justus me enseñó. Reuní tanto como pude de todo lo que me pareció sospechoso. Casi una campanada después pude salir de la habitación. Llevaba conmigo una pequeña caja con todo lo que pude reunir. Todos parecían ansiosos.
"Todo, absolutamente TODO en su cuarto tiene veneno. Su ropa. Su cama. Sus muebles. Incluso la alfombra. Casi parece que lo esparcieron por todos lados sin preocuparse por esconderlo incluso lo mezclaron con la comida que preparó Hugo. Por la forma en que el veneno está colocado, lo agregaron después de que se sirviera."
"Me llevaré esto, Ferdinand ¿Pudiste encontrar la herramienta mágica?" preguntó mi padre, pero negué.
"No sé cómo luce. Necesito descifrar sus escritos para eso… Aub, esto puede ser demasiado indecoroso, pero le pido me permita entrar en la habitación de Rozemyne tres veces al día para verificar su estado y notificar cualquier cambió."
"Lo permito."
Lord Adalbert se fue algunos momentos después y yo volví para purificar su habitación. Cuando los alumnos de primero llegaron a la academia terminé de purificar su alcoba y ella aun no despertaba. Metí a su dormitorio sus baúles y rebusqué hasta encontrar algo con que cubrirla cuando despertara. Me tuve que abstener de decir que estaba en ropa interior… la del tipo corto que yo había introducido.
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La ceremonia de avance llegó sin que hubiera ningún cambio en Rozemyne. Me estaba costando trabajo concentrarme. A todos, pero logramos acreditar los exámenes. Lo menos que queríamos era que Rozemyne se sintiera culpable por interferir con nuestros estudios.
Los profesores fueron avisados del estado de Rozemyne, incluso zent sabía. Margareth también advirtió a la profesora Hirschur que, cuando despertara, estaría demasiado ansiosa por haber perdido clases y posiblemente intentaría tomarlas todas al mismo tiempo.
El día de la hoja por fin dio las primeras señales de despertar. Ya que no podría salir sola del Jureve me aseguré de terminar mis clases rápidamente y volver a su lado. Fue cuando el día cambió de fecha al día de la fruta que despertó.
La saqué del agua dando palmadas en su espalda para ayudarla a respirar. Sus brazos se apretaron a mi alrededor, mientras la escuchaba agradecer a los dioses. La fuerza de su abrazo nos tiro al suelo.
"Rozemyne, ¿qué sucedió?" le pregunté sin soltarla, acariciando su espalda antes de tomar mi capa y cubrirla con ella "¿Quién te hizo esto?" pero ella no respondió. Me tomó un momento percatarme de que estaba llorando.
La acuné en silencio esperando que se calmara.
"¿Cuánto tiempo… dormí?" preguntó sin levantar el rostro. Todavía podía escuchar pequeños sollozos provenientes de ella.
"No estoy seguro, pero más de una semana. Tal vez dos…"
"¿Qué día es hoy?" preguntó y pude escuchar el pánico en su voz "¿Cuántas clases me perdí?" continúo moviéndose hasta quedar hincada en el suelo, sujetando con tanta fuerza mi ropa que temí se lastimara.
"No muchas, solo la primera semana" entonces palideció, temblando como si estuviera en medio de un ataque de pánico "¡Rozemyne, cálmate! Los maestros saben que estabas en jureve. Te aplicarán los exámenes cuando estés recuperada, ahora necesito que respires y desactives la barrera para que Margareth pueda entrar y ayudar a limpiarte."
Ella se levantó y comenzó a caminar de un lado a otro, un sonido de chapoteo llego a mis oídos mientras Rozemyne seguía caminando, fue cuando note que la bañera desapareció, el líquido del jureve quedo esparcido por toda la habitación. Su caminar ansioso provocó que mi capa resbalara por su cuerpo, dejándola expuesta.
"No, no, no, no, no. ¡No puedo permitir que eso pase! no puedo ser un estorbo. No debo causar problemas. No debo…"
La atraje en un abrazo, besándola sin saber que más hacer. Después de dos semanas su cuerpo se había debilitado. Si seguía tan ansiosa solo se haría daño.
Mi plan funcionó y ella pareció volver a la realidad, buscando una pequeña caja antes de dármela.
"Lo desactivas girando esta parte", señaló mientras yo volvía a cubrirla.
"Cierra los ojos y aguanta la respiración, hare waschen."
Hizo como le pedí y nos limpié. Aproveche también para limpiar el líquido que se derramo, lo que menos quería era que se provocara otro accidente. Ya investigaría después lo que sucedió con la bañera, ahora necesitaba asegurarme de que ella estaba bien.
Mientras la revisaba me percaté de que estaba enterrando sus propias uñas en su brazo y mordía su labio de forma ansiosa. Su cuerpo temblaba y sus ojos estaban húmedos.
La atraje a mi dándole una bendición para que descansara, envolviéndola en un yukata y recostándola en su cama antes de desactivar la herramienta que me recordaba a un giroscopio, permitiendo que todos pasaran. Quería ayudarla… pero no sabía que más hacer.
Cuando me pidieron respuestas no pude darles ninguna.
"Ella… ella está más preocupada porque perdió la primera semana de clases, que por el intento de asesinado que casi la mata."
Fui a mi propia habitación. Ahora que ella estaba despierta ya no tenía por qué seguir en el tercer piso. Joseph me cambió de ropa y me acosté a dormir. Lo intenté al menos. Quería respuestas que aparentemente nadie tenía.
"Solo esta noche" la voz de Margareth me sobresaltó uno o dos segundos antes de sentir el calor familiar a mi lado "Sigue haciéndose daño incluso dormida".
"¿Estás segura?" inquirí sin moverme.
"No, pero no me he olvidado de que tu mana parece calmarla. Vendré por ella a la primera campanada" me indicó antes de desaparecer.
Suspiré entre resignado y aliviado, atrayendo a Rozemyne hasta envolverla en mis brazos y besando su frente para luego sentirla relajarse y escucharla dormir. Fue con el suave sonido de su respiración pausada y tranquila que mis ojos se cerraron y mi consciencia se fue al reino de Schlaftraum.
Lo siguiente que pude percibir fue como alguien intentaba mover mi brazo.
El recuerdo de Rozemyne a mi lado era lo único presente en mi mente.
Me aferré a ella, sintiendo como sus brazos y piernas se enredaban en mí. Luego escuché un bufido cansado y una descarga desagradable de mana que me hizo despertar del todo, recordando aquella vez en que uno de los aparatos de la universidad me dio un toque cargado de electricidad antes de que el idiota de Shuu comenzara a reírse como loco.
"¡Lord Ferdinand, le dije que solo hasta la primera campanada!" escuché la voz de Margareth molesta a pesar de hablar en susurros "Milady debe volver a su propia habitación antes de que los asistentes del resto del dormitorio comiencen a levantarse."
"Lo lamento" me disculpé, ahora por completo despierto.
Intenté despegar a Rozemyne de mí, pero ella no hacía más que aferrarse con más fuerza.
Margareth también intentó quitármela de encima, pero solo logró que Rozemyne usara sus mejoras físicas en medio de su inconciencia, lastimándome y haciéndome quejarme un poco.
"¡No te rías, Margareth!" la amonesté cuando noté que se estaba riendo "Adelántate. La llevaré yo mismo."
"¿Tiene idea del escándalo que se haría si alguien lo ve…?"
"Y es por eso por lo que te pido que te adelantes… asegúrate de que la escalera y los pasillos estén despejados."
La escuché suspirar justo antes de sentir como su mirada parecía perforar mi piel como si fuera un shuriken o algo así.
'Ninja hasta la médula. Ni siquiera tiene que saber que significa para ser una.' Pensé de mala gana antes de comenzar a peinar a la chica entre mis brazos con un poco de mana, sintiendo como volvía a relajarse antes de comenzar a moverme para poder levantarme con ella en brazos.
Cuando llegué al pasillo, Margareth estaba asomada a la escalera.
Apenas volteó para asegurase de que la estaba siguiendo, su mirada se incrustó en mí como si fueran un par de dagas, pero no había nada que pudiera hacer. Rozemyne se había aferrado de nuevo como si fuera un koala a mí, quedando en una posición que, sabía, no tenía mucho de decente.
Yo solo me limité a sostenerla de los muslos para no tocarle los glúteos, pensando que eso me evitaría problemas… al parecer pensé mal, Margareth estaba furiosa y no había nada que ninguno de los dos pudiéramos hacer para corregir esta situación.
Desplazándonos de manera sigilosa en medio de la oscuridad, Margareth me condujo hasta el cuarto de Rozemyne donde traté de que ella me soltara, sin mucho éxito. La cara de la ninja no podía ser más aterradora ahora.
"¿No piensa soltarla, maldito pervertido?" escupió.
"¿Quieres que la golpee o algo? No me suelta."
Margareth bufó y a mí se me ocurrió una idea. Me acosté con Rozemyne para desmayo de Margareth y luego volteé a ver a la kunoichi.
"¿Tienes el zantze de peluche que le obsequié?"
"Creo que lo guardé en uno de los baúles, pero…"
"Tiene mi mana, así como el shumil de peluche que me obsequió tiene el suyo. Búscalo y tráelo, yo trataré de que me suelte mientras tanto."
Margareth se alejó entonces. La escuché abriendo uno de los baúles y removiendo. Era ahora o nunca.
"Rozemyne, todo está bien ahora, necesito que me sueltes." Le susurré al oído, sembrando algunos besos por aquí y por allá, alcanzando su boca con prontitud y sintiéndola responder. Sus brazos y piernas comenzaron a soltarme y el ruido de los baúles se detuvo. Le di un último beso y me alejé, bajando de inmediato de la cama.
"¿Es este?" me preguntó Margareth cuando llegó con el peluche.
"Si, este es" respondí de inmediato, tomando el peluche y canalizando mana en él antes de pegarlo al cuerpo de Rozemyne.
Con ternura y luego agobio porque Margareth también la observaba, vi como Rozemyne se aferraba al peluche, ocultando su rostro en él, seguro de que estaba besándolo en ese momento.
'Por favor, por favor, que Margareth no se dé cuenta o me volverá un eunuco.'
No supe si ella no lo notó o decidió ignorarlo, lo cierto es que salí de la habitación de inmediato, viviendo lo suficiente para llegar al comedor a tomar mi desayuno sin más eventualidades, al menos hasta el final.
Rozemyne bajó al comedor ataviada con un bonito y elegante vestido negro. Llevaba su capa y el broche puestos, Margareth la seguía de cerca.
Me tomó un momento percatarme de que estaban discutiendo. La sonrisa de Rozemyne se había profundizado mientras hablaba con su asistente usando una herramienta de evita de escuchas. Solo podía suponer que Margareth trataba de convencerla de que se quedara a descansar y esa puberta sin instinto de autoconservación que tenía por novia, se negaba. Entonces le devolvió la herramienta mágica antes de saludarme.
"¡Buen día, Ferdinand! Pensé que tenías partido hoy."
"No, la primera semana los estudiantes van por su voluntad divina."
"Entiendo. Estoy ansiosa por verlos jugar o jugar con ustedes, pero por ahora… me perdí el hilar de Dregarnuhr."
"Espera, te acompaño", con lo terca que ella era no la convencería de quedarse, pero al menos podía asegurarme de que estaba bien.
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"Lady Rozemyne, no esperaba verla aquí", dijo Hirschur, quien acababa de terminar de dar las indicaciones a los alumnos.
"Lamento retrasarme, pero por favor permítanme ir con mis compañeros", los ojos de todos los profesores se posaron en mí, todos con la misma pregunta. Solo negué.
"Colóquese aquí, Lady Rozemyne", indicó Hirschur señalando su lugar junto a otros alumnos de primero mientras que Primevere abría la puerta.
"Tercero, ustedes primero."
Vi al príncipe Galtero quedarse hasta el final, caminando tan lento que sus intenciones descaradas quedaron en evidencia.
"Alumnos de primero, es su turno".
Rozemyne entró junto a los otros candidatos. Tardaría bastante en salir considerando donde se encontraría su voluntad divina, pero estaba decidido a esperarla.
Vi a Conrad entrar y recordé la ceremonia de obtención de protección divina en el templo al final del otoño. El niño había pasado de tener uno a tener cinco atributos, lo cual era bueno ya que ahora tenía un número de atributos adecuado para un archinoble.
Cuando todos los estudiantes entraron, los profesores se acercaron a mí, todos con la misma pregunta: ¿Qué hacia Rozemyne ahí?
Se autorizó que descansara unos días antes de ir a buscar su voluntad divina.
Les dije lo que sabia, que Rozemyne sufrió un ataque de pánico cuando descubrió que había perdido la primera semana de clases y se negó a descansar más tiempo. Me preguntaron entonces por la investigación, pero no podía darles más de lo que se había informado para notificar su estado.
Pronto los estudiantes comenzaron a salir y, casi media hora después, Galtero finalmente salió. Estaba sosteniendo lo que parecía ser su voluntad divina, mirando a todos lados con detenimiento y algo de angustia.
Cuando vio a los profesores se acercó con prontitud, cuidando de no tocar a ninguno.
"¡Rozemyne desapareció!"
"¡¿Cómo que desapareció?!" grité queriendo tomar al niño de la camisa sin llegar hacerlo.
"Como estuvo enferma, quería acompañar a mi prima hasta que recuperara su voluntad divina antes de tomar la mía. La perdí de vista un instante y comencé a buscarla, pero llegué al final del salón más lejano y no la encontré". Explicó apretando su piedra contra él, "deshice mi camino y volví tan pronto como pude."
"¿Llegaste al final?" pregunté con cautela. El príncipe parecía lo suficiente conmocionado como para responderme sin soltar veneno "¿Cómo sabes que era el final?"
"¡Subí las escaleras y encontré el final de la cueva! El lugar era pequeño y la pared rocosa seguía como una curva sin dejar avanzar más lejos. ¡Traté de encontrar un camino secundario o algo similar pero no encontré nada!"
'¿Pared… rocosa?' Ese no era el final de la cueva, definitivamente. '¿Es posible…?', "Profesores, déjenme rezar en el altar. Tal vez los dioses me digan donde esta Rozemyne", pedí en cuanto la idea cruzó mi mente.
Todos me miraron como si me hubiera vuelto loco, menos la profesora Hirschur, que atestiguó como los dioses me invitaron a las alturas.
"Deberemos solicitar permiso a Zent", sus ojos volvieron al peliazul que no parecía tener intención de irse, "Príncipe Galtero, vaya por favor a su finca de una vez, no sea que su voluntad divina se contamine", indicó tomando una feystone amarilla.
"¿Por qué en el altar?" preguntó el profesor Rauffen, confundido.
"Cuando recibí la protección divina el año pasado, los dioses me invitaron a las alturas."
"Ya envié un ordonannz a Zent", dijo Hirschur, "los dioses rey y reina se movieron para dejarlo pasar, pero yo no pude subir. Es un sacerdote, quizás los dioses si hablen con él", dijo mi profesora encogiéndose de hombros.
Mientras esperábamos la respuesta de Zent, un grupo de profesores entraron en el lugar para buscar a Rozemyne, volviendo poco después al no encontrarla.
"¿Entendí correctamente? Rozemyne desapareció en el salón más lejano", preguntó un ordonannz con la voz de Zent, tres veces antes de volver a ser una piedra amarilla.
"Si, Zent. Lord Ferdinand de Eisenreich sugirió rezar en el altar. Creo que puede funcionar."
"Muy bien, veamos eso."
Zent Traokvar llegó poco después. Lo seguimos y pronto abrió el altar. Esperaba que todos salieran, pero no pasó. Comencé a cantar la oración familiar al tiempo que recitaba los nombres de cada dios, ganando de pronto cinco bendiciones más, para sorpresa de todos.
"Treinta y siete bendiciones, incluida la de Brennwarme. Nunca había visto algo así, menos en los sacerdotes", murmuó Rauffen dedicándome una mirada de sorpresa.
Asentí, ignorando la bendición específica que el profesor había nombrado y volví mi vista a la cima del altar, agradeciendo mentalmente que la profesora Hirschur no dijera que ahora tenía cinco más... o que antes no tenía la protección divina de Brennwarme y Beischmacht.
Los dioses rey y reina se movieron como si realizaran un giro de dedicación.
Antes de poder decir nada, la figura de Rozemyne emanó de entre los dioses. Parecía confundida cuando sus ojos cayeron en mí, sonriéndome antes de comenzar a bajar. La imagen era como si Mestionora estuviera descendiendo entre los mortales, y lo fue más cuando desde su anillo y brazalete una bendición salió disparada sin que ella hablara o realizara la pose de oración.
"¿Estuvo dormida en jureve hasta hoy, cierto?", preguntó un muy aturdido Zent, consiguiendo que todos asintiéramos, aunque no nos estaba viendo "Parece que los dioses quieren reclamarla", murmuró antes de volver su vista hacia atrás "Profesora Hirschur, usted, Lady Christine y mi segunda reina la ayudaran a nivelarse. Lamento tomar su día libre para eso, pero dudo que podamos esperar."
"Rozemyne" la llamé dando un paso al frente, extendiendo mi mano antes de retirarla "¿Dónde está tu voluntad divina?" le pregunté.
"Ya la he absorbido", aseguro con una sonrisa.
"¿Está segura?", preguntó Zent, "Los candidatos a archiduque suelen tardar más de un día."
"No tiento a Grammalatur con mis palabras, Zent Traokvar", respondió antes de elevar sus manos, convocando un schtappe para ella. Era bastante ornamentado e incluso tenía pequeñas feystone incrustadas en él. Era más parecido a los instrumentos divinos que a un schtappe "Extraño. ¿Por qué termino con esta forma?"
La vi elevarlo antes de hacerlo girar ente sus dedos, haciéndome notar que era idéntico al bastón que Margareth usaba en su cabello.
Lo borró antes de volver a formarlo, frustrada por la forma que no podía modificar.
"Rozemyne" la llamé de nuevo "No parece que puedas modificar la imagen de tu mente, ríndete."
"¡Pero esta no era la forma que elegí!" Se lamentó por un segundo o dos antes de aceptar el brazo que le ofrecía a modo de escolta.
"Volvamos ahora. Necesitas descansar, solo has dormido alrededor del tiempo de una campanada."
"Dormí dos semanas".
Suspiré y comencé a caminar con ella después de disculparme con Zent y los profesores.
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Esa noche la interrogué sobre su desaparición. Me contó que Galtero había estado tratando de coquetear con ella todo el camino. Cuando el príncipe encontró su voluntad divina se relajó pensando que podría continuar sola, pero ya que su primo había insinuado que la acompañaría hasta el final, uso el momento en que se distrajo para correr escaleras arriba, formando su highbeast para alejarse tanto como fuera posible del príncipe.
"Llegué a un cuarto blanco donde encontré mi voluntad divina. Sentí como comenzaba a absorber mi maná, así que traté de saturarla."
"¿Por qué hiciste eso?"
"¿Intuición?" dijo encogiéndose de hombros "Al teñir una planta o algo vivo, esto trata de rechazar nuestro maná, así que pensé que debía saturarla y se encogió en un momento."
"¿Por qué no regresaste después de eso?"
"No estoy segura. Me sentía cómoda en ese lugar. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando volví, la puerta estaba cerrada, así que regresé al lugar con el árbol mientras pensaba en alguna forma para salir de ahí cuando una puerta se abrió para mí. Cuando salí estaba en el altar y tú me estabas esperando, así que agradecí a los dioses por darme un novio como tú", finalizó con una sonrisa antes de dejar un beso en mis labios, bostezando debido al cansancio acumulado.
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A la mañana siguiente la acompañe al salón pequeño, donde estaría tomando los exámenes. Primero los escritos, luego los prácticos, respondiendo uno tras otro en rápida sucesión sin dudar.
Después de la comida, volvimos al salón donde las clases prácticas siguieron. La primera fue Música donde termino dando una bendición mientras cantaba una de sus oraciones en lenguaje antiguo. Creación de Highbeast. Compresión de mana, donde vi el momento en que el medidor comenzó a deshacerse en polvo de oro… Cuando fue el momento de la clase de control de mana, su control fue muy bueno, no tuvo problemas con las piedras, ni las volvió polvo de oro como me sucedió.
Para el momento en que tocó evaluar la etiqueta de la corte me percaté de la multitud que observaba a Rozemyne desde la entrada. Primevere llegó entonces y observó a Rozemyne dándole apenas algunas indicaciones.
Para cuando la fiesta terminó la profesora estaba bastante asombrada al igual que todos. Rozemyne misma había cubierto algunos de los problemas con tanta naturalidad que casi no los noté. La profesora de etiqueta incluso se detuvo varias veces, confundida, por perder los puntos que debía evaluar.
Rozemyne terminó las clases de una semana en un día.
