El Ascenso de un Científico Loco
¡Descubriré cómo Funciona el Mundo!
El Despertar de Ewigeliebe
"Pensé que presentarías la investigación sobre los pilares de luz también." Le comenté a mi prometida mientras nos dirigíamos al dormitorio para comer.
"Aun no. Debo investigar más."
Rozemyne me dijo que quería averiguar exactamente que elevaba un pilar de luz, ya que la lanza no lo hacia solo con invocarla, le ofrecí mi ayuda con lo que necesitara, pero solo sonrío diciendo que esa era su investigación.
"A partir del próximo invierno serás un profesor, no puedes ayudarme." La sonrisa que me dedicó me indicó que se estaba desquitando, después de todo, ella no pudo participar en la investigación de las bendiciones y el maná durante su primer año.
Tras el almuerzo se llevó a cabo la ceremonia de premiación. Pude notar como algunos estaban fastidiados mientras Zent nombraba al Ducado de Eisenreich una y otra vez.
Mi prometida obtuvo el mejor en sus tres cursos. No estaba sorprendido, pero si orgulloso. Sus investigaciones también fueron premiadas, en cambio mis investigaciones obtuvieron una mención.
Pensé que mi orgullo estaría herido, sin embargo, no pasó. La sonrisa de Rozemyne, su expresión satisfecha y orgullosa me hicieron feliz.
Ella lo merecía.
Rozemyne me escoltó para la graduación usando el vestido con el que nos comprometimos, pero… aunque lo usó este año, pude ver como existían pequeños arreglos aquí y allá debido a que su cuerpo creció.
'Desearía no poder ser tan conscientes de estos cambios. No puedo agradecer suficiente a los dioses por los próximos tres años.'
Salimos del dormitorio y nos formamos. Dunkelfelger era el primer ducado por lo que Brunhilde estaba formada frente a mí. Era un poco bizarro ver a Werdekraf escoltando a sus dos prometidas al mismo tiempo, sin embargo, no era un secreto que ambas se llevaban muy bien y que, de hecho, se casarían el mismo año por capricho de ambas. Brunhilde en primavera y Sieglinde en verano para volverse hermanas de matrimonio lo antes posible.
Cuando la puerta se abrió y comenzamos a avanzar, mi hermana y Sieglinde, intercambiaron una mirada antes de soltarse del brazo de Werdekraf en un movimiento fluido y escoltarse mutuamente. El heredero de Dunkelfelger se quedó paralizado un momento debido a la impresión, soltando una risa divertida para luego caminar detrás de ellas al momento siguiente.
Muchas risas sofocadas inundaron el lugar antes de comenzar a silenciarse de forma antinatural. Podía imaginar que los estudiantes fueron obligados a sostener herramientas antiescuchas.
"Ferdinand, por ningún motivo, vayan a rezar tú y Brunhilde", el murmullo de Rozemyne mientras se soltaba de mi brazo para ir a su lugar me desconcertó, pero la mirada seria y su tono autoritario fue suficiente para que cualquier instinto de oración desapareciera.
Mientras me posicionaba en mi lugar, mi hermana de repente me miró y sus ojos se desviaron hacia el público, hacia Rozemyne. Ella también la había escuchado o Rozemyne se lo había dicho a través del blatand.
Cuando la danza finalizó, me percaté de la mirada de Rozemyne. Parecía aliviada.
'¿Qué no me estás diciendo?' pensé sin dejar de mirarla mientras me levantaba de mi lugar. Tendríamos que hablar de esto después.
Cuando los bailes terminaron me sorprendí un poco. Rozemyne no solo nos había advertido a nosotros dos de refrenarnos de orar, también les había advertido a todos los sacerdotes elevados que se graduaban este año, después de todo, ni uno se quedó fuera.
.
Tras volver de la academia y antes de la fiesta para vivir la primavera, tuve una pequeña celebración privada con mi familia. No solo celebraban mi mayoría de edad y la de Laurenz, también estábamos celebrando el matrimonio un tanto apresurado y fuera de tiempo de Gudrun con Leberech.
Según nos explicó mi prometida antes de que partiéramos a la Academia Real ese año, existía un movimiento interno dentro de la Soberanía por parte de los nobles de Klassenberg para mantener a Eglantine como princesa soberana. Adolf, el exmarido de mi hermana formaba parte de ellos.
Klassenberg podía ser ahora un ducado medio, pero su influencia dentro de la soberanía y la corte real no se vio demasiado debilitada, aun si se estaba perdiendo de a poco.
Debido a esto y ya que la madre biológica de mi hermana menor era de ese ducado y hermana biológica de la segunda reina, se esperaba que al mantenerse ella como princesa y apuntalar a Galtero como próximo zent, Klassenberg recuperaría el poder que les pertenecía.
"El plan era sencillo, Gudrun debía obtener la carga de Gedulh y en ese momento, Adolf conseguiría una segunda esposa, volviéndose él cabeza de una casa al servicio de la princesa."
"Me da miedo preguntar como obtuvo esa información, milady." Mi padre estaba atónito. La mañana previa a partir a la academia, Rozemyne se había presentado en casa de mis padres para advertirles.
Ella solo había sonreído antes de mirar a mi hermana mayor quien parecía muy aliviada ahora de haber solicitado un divorcio.
"Sugeriré que te cases en primavera. Como Sumo Obispa puedo encargarme de tu matrimonio. En todo caso prepararé los documentos pertinentes. Adolf tratará de mostrarte indigna para servir a una princesa y tratará de sustituirte con algún otro noble de Klassenberg.'
Mi prometida entonces nos ofreció un plan para cubrir cualquier problema. La boda fuera de temporada, si bien era lo principal, no era lo suficientemente solido por si mismo.
Durante el invierno mi padre y mi tío prepararon todo de modo que la acusación sobre 'el intento de legalizar un amante' como Rozemyne señaló lo llamarían, no pudiera sostenerse, de este modo, Adolf perdería credibilidad y dejaría de ser una amenaza importante.
Esa fue la primera vez que Rozemyne convivio de forma libre con mi familia. Lástima que terminase tan pronto. Mi prometida se disculpó antes de formar su montura y salir como un rayo de la casa de mis padres. El cochero que miró su estela preguntó qué estaba pasando, pero no supimos que sucedió.
Más tarde descubrí que Christine dio a luz. Rozemyne no podía estar presente durante el parto, pero no dejó de orar por ella hasta que su hijo nació un poco antes según mis cuentas.
Un niño a quien llamaron Wilfried, según me contó mi novia más tarde.
El niño era idéntico a su hermano mayor, pero con los colores de Christine.
.
La fiesta para vivir la primavera llegó, este fue también el momento del compromiso oficial entre Lavinia y Sylvester.
Si alguien había pensado que sería solo un matrimonio político, ese día quedó claro que era algo más. La mirada cargada de adoración de Lavinia casi podía considerarse desvergonzada, en tanto mi primo no paraba de sonreír de un modo cálido y afectuoso que nunca le habíamos visto.
"Pueden intercambiar sus piedras de compromiso ahora" indicó mi novia, quién oficiaba la ceremonia de compromiso en ese momento.
Lavinia miró a su asistente, la cual, luego de mostrar que la caja no tenía veneno se la entregó. Lavinia sostuvo la caja entre sus brazos sin dejar de sonreír, mirando al suelo con timidez un momento antes de levantar la mirada hasta encontrar los ojos de mi primo, dejando que un ligero rubor le pintara los pómulos.
"Cuando nos conocimos, aquel lejano día del inicio de mi primavera, estaba confundida entre gestos y palabras que no comprendía del todo. Entonces llegaste tú, que no ocultabas tus intenciones tras el sudario de Verbergen ni danzaban con Grammalatur al hablar conmigo. Te mostraste gentil con una criatura recién bautizada, sembrando algo sin que lo notáramos siquiera.
"Con las vueltas de hilo de Dregarnuhr, volvimos a encontrarnos en los dominios de Mestionora, bajo el duro juicio de Ewigeliebe. La semilla sembrada con inocencia se fue nutriendo entonces con pequeños actos mientras eras mi escudo de Schutzaria, mi Erwachlehren, mi Glückität ocasional e incluso mi Willkürspab." Lavinia sonrió divertida ante eso, en tanto Sylvester hacia una mueca de disimulado agobio, sonriendo casi de inmediato, como si recordara cuánto se habían divertido compitiendo en los tableros de juegos.
"Juntos obtuvimos las bendiciones de Anwasch y Duldsetzen, sin embargo es ahora, cuando estoy en medio de mi otoño, que me doy cuenta de que Bluanfah danza cada vez que estoy a tu lado debido al raffel creciendo en mi interior. El mismo que nutrimos sin darnos cuenta. Es por esto por lo que me siento tan bendecida por Greifechan sabiendo que pronto serás mi Dios Oscuro.
"Cómo tu Diosa de la Luz, seré Anhaltung, Seheweit e incluso Gebotordnung para ti. Te ayudaré a atravesar las diversas pruebas de Glückität. Seré Chaohifle o Verdraos cuando sea necesario para guiarte. Prometo ante todos que una vez Liebeskhilfe y Sterrat anuden nuestros hilos, te envolveré en la más brillante, dulce y cálida de las luces."
Lavinia se arrodilló entonces, ofreciendo la caja que Sylvester no tardó en tomar, abriéndola y sonriendo asombrado, mirando de la caja a Lavinia con la misma fascinación con que había mirado cada obsequio valioso a lo largo de su vida. Mi primo estaba más que complacido, cerrando la caja a regañadientes y soltando un sonoro suspiro antes de pasarle la caja a su asistente principal.
Con delicadeza y movimientos que solo pude calificar como ensayados y caballerosos, ayudó a Lavinia a ponerse de pie… seguro le había pasado algo de maná porque la pobre chica lucía ahora más sonrojada que en un inicio, haciéndome sonreír y recordar el descaro con que Sylvester me había presumido de sus avances con su esposa y su prometida para zafarse de mis burlas. Pronto salí de mis recuerdos cuando otra caja diferente fue colocada en las manos de Sylvester, cuya nuca se veía algo más roja de lo usual ahí donde la piel era visible a pesar de la ropa y el cabello largo y artísticamente atado a una cola de caballo con un clip que parecía tener un león y una serpiente de gemas de colores que no recordaba haberle visto antes.
Sylvester tosió una vez en su puño cerrado, irguiéndose en toda su estatura y luego arrodillándose frente a Lavinia, haciendo una floritura bastante artística con la mano que no sostenía la caja con la piedra que pensaba ofrecer.
"Se cuenta que el Dios de la Oscuridad vagaba sólo con su séquito, sin conocer la calidez del amor o el brillo de la luz. Si bien podía conocer la amistad o el compañerismo de cazar en medio de una noche eterna, se sentía incompleto."
Sylvester puso una cara llena de melodrama en ese momento, cómo si él mismo fuera el Dios en su pequeño prólogo, observando con atención la caja en su mano por un par de segundos antes de continuar.
"Cuando mis ojos cayeron sobre ti por primera vez, sentí que debía ser Schutzaria y Leidenshaft para poder disfrutar de verte sonreír, pues tu luz ya era algo brillante, capaz de hacer que mi corazón aleteara aún si no podía comprenderlo.
"Hemos recibido la bendición de Anwasch, aprendiendo a disfrutar de competir entre nosotros, recibiendo los dones de Mestionora al saber más de nuestro país. Hemos aprendido a apreciar incluso los dones de Kuntzeal y de quienes nos rodean en este inmenso jardín. Yo he aprendido que solo bajo tu luz puede crecer mi raffel y que contigo puedo ser como Angriff, perseverar como Elpberg y buscar la gracia de Forsernte de la mejor calidad. He aprendido a apreciar la bendición de Duldsetzen al esperar que tu otoño concluya con cada puntada en el tejido y estoy seguro de que a tu lado podré guiar a un Ducado, a un batallón de caballeros o incluso a una familia."
Fue el turno de Lavinia de sonrojarse entonces, levantando despacio el abanico colgando de su muñeca al enfrentar la mirada cargada de afecto y sinceridad que mi primo le estaba mostrando de forma tan abierta ante todos. Esto no era una simple declaración de compromiso, estaba marcando a Lavinia como su compañera y futura esposa principal.
Todavía sin ponerse de pie, Sylvester volvió a bajar sus ojos a la caja, abriéndola despacio antes de levantarla sin dejar de mirar a la joven frente a él con añoranza y algo más que no me atreví a reconocer.
"Lavinia, guíame con tu luz. Ilumina mis días y permíteme protegerte bajo mi manto oscuro. Quédate a mi lado, hasta que Kunstzeal pinte sobre nosotros las marcas del paso de Dregarnuhr, hasta que perdamos la bendición de Daoareben."
Escuché susurros de asombro y el rostro de Lavinia se sonrojó aun más. Escuché a Christine murmurar sobre usar su voto para una canción.
Para bien o para mal, no mucho después del intercambio, en lo que buscaba un lugar apacible donde esperar a que Rozemyne terminará de cambiar sus hábitos por ropas nobles, terminé escuchando a Sylvester con las dos mujeres de su vida discutiendo en un pasillo cercano.
"Muy bueno, mi Dios Oscuro" premiaba la voz de Christine "Me diste las frases para una nueva composición, esto equivale a, veamos, o si, tengo algunas jóvenes para integrar en tu facción. Y presentaré mis decoraciones únicas por ti."
"Gracias…" respondía mi primo con bochorno y algo de incredulidad en la voz "Ojalá no decidieras que hacer en base a mis habilidades artísticas… no soy tan hábil como tu o mi hermana…"
"¡No te preocupes, mi futuro Dios oscuro!" intervino Lavinia casi de inmediato, dejándome adivinar por su tono que tenía la misma sonrisa que ponía cada vez que retaba a alguien a jugar al gweginen con una apuesta de por medio "Tienes la habilidad para convertirte en un instrumentista soberbio. ¡No puedo esperar para escuchar las melodías que prepararás para mí mientras creces tu facción e inspiras a mi futura hermana a trabajar!"
Me alejé de inmediato para no escuchar más. No quería ser un testigo auditivo sobre cuánta apertura de maniobra les daba Christine a esos dos para que Sylvester se esforzara más y por otro, me estaba poniendo nervioso darme cuenta de lo que estaba haciendo para ganarnos el asiento de Aub
Después de escuchar aquello se hizo evidente para mí que Sylvester estaba cumpliendo con sus promesas. Su facción estaba creciendo de forma constante. Si bien yo no veía a mi primo como una amenaza, Rozemyne no lo consideró así cuando tuvimos un momento a solas mientras la escoltaba durante el resto del evento.
"Si su facción crece demasiado, podría ganarnos. Su enfoque es tan bueno como el nuestro, pero diferente."
Darme cuenta de que tenía, no uno, si no dos rivales potenciales, hizo que mi sangre burbujeara.
Tendría que reevaluar mi tablero de juego y eso, eso no podía hacerme más feliz.
.
Con la fiesta para recibir a la primavera terminada, regresé a la Academia Real. Ahora que era un adulto de manera oficial debía prepararme para fungir como profesor el siguiente año. Justus se fue conmigo como mi asistente y erudito. Laurenz también me siguió, dando como excusa que temía caer en viejos hábitos con Alerah si se quedaba sin nada que hacer más que las asignaciones del Templo.
Gracias a todos los partidos en los que me involucré y gracias a todas esas veces que recorrí el ducado tenía ingredientes estacionales de alta calidad. Mi profesor de sanación me ayudó a elegir los mejores y preparé el jureve en el que me sumergiría.
Ya que no era un hijo real, seguiría utilizando mi antigua habitación de estudiante ahora que me convertiría en profesor, esto porque no existía un edificio especializado para los candidatos a archiduque. Los profesores siempre fueron príncipes y princesas que vivían en sus castillos incluso durante el invierno, o bien nobles soberanos cuyos dormitorios se encontraban en alguna de las zonas especializadas de la Academia. Mientras que Gundolf tendría sus habitaciones en el edificio de erudición, cerca de los laboratorios, no existía un área de dormitorios para los profesores del curso de Archiduques.
Se habló de preparar un pequeño edificio para eso, dado que con Eglantine y Anastasio volviéndose maestros luego de su degradación, sería necesario.
Al inicio de la conferencia de archiduques fui presentado como maestro temporal, lo que me permitió de hecho, presenciar la ceremonia de enlace de mi hermana. Me aseguré de recordarle a Werdekraf que podía acabar con él si la lastimaba de modo alguno.
Brunhilde sonrió agradeciendo mis palabras y se despidió diciendo lo mucho que nos extrañaría a todos.
Ese día también fue el debut de la segunda princesa, Gertrude. La hija de Zent tenía el cabello verde platinado y ojos grises, se parecía mucho a su madre, la tercera reina.
Se rumoreaba que era la única hija de sangre del rey, por lo que, en otro tejido, uno en el que el difunto Sigiswald no hubiese sido declarado heredero, ella habría subido la imponente escalera hace cuatro años.
Con todos los preparativos finalizados, y mi presencia dejando de ser necesaria en la Academia después de ese primer día de la conferencia, entré en mi habitación oculta y me cambié la ropa.
Mientras sentía como mi conciencia iba cayendo en la oscuridad, el pensamiento, la certeza de que una vez que despertara, una vez que los grumos de maná en mi interior se desintegraran, mi color y el de Rozemyne serían el mismo para siempre me llenó de paz.
.
"Bienvenido de nuevo al mundo de los vivos, hermanito."
La voz de Justus fue lo primero que mi cerebro procesó mientras sentía los ligeros golpes en mi espalda para ayudarme a volver a respirar.
"No esperaba que durmieras todo lo que quedaba de la primavera y un par de semanas del verano, bueno. Al menos despiertas antes de la ceremonia de compromiso de la princesa Eglantine con el príncipe Anastasio."
' Eso seria a medio verano… ¡¿Dormí tres meses?!'
"Eso fue lo más que he visto a alguien dormir." Continuó Justus, "fue un poco menos de tres meses, aun así, no pensé que tus grumos de maná fueran tan grandes. En serio, ¿cómo sobreviviste hasta conocer a Lady Rozemyne?"
Mientras me duchaba le conté a mi hermano cómo comencé a comprimir como un medio de supervivencia y cómo, tal y como me enseñó mi difunto padre, empujaba el calor desbordante a las feystone de los shumil o zantze que encontraba.
También le conté sobre el momento en que Ferd y Tetsuo se fusionaron.
"Entonces de ahí salió hacer que la señorita pusiera un pie en la altísima escalera para hacer surgir a Lady Urano." Murmuró en voz alta mientras me ponía mi pijama.
Lo cuestioné en silencio, pero solo me sonrió antes de comenzar a retirarse.
"Sé que acabas de despertar, pero la séptima campanada sonó hace un cuarto de campanada. Debes dormir, mañana comienza tu preparación y como dormiste tanto, necesitas ajustar todo para no faltar al compromiso de La princesa Eglantine en un mes."
Asentí antes de acostarme, escuchando los pasos de mi hermano saliendo de mi habitación y la puerta cerrarse. No podía creer lo mucho que dormí. Debería ponerme en contacto con Rozemyne, debía estar preocupada…
"Rozemyne" suspiré. Dioses, saber que estuve tanto tiempo dormido me hizo extrañarla de repente, aún si para mí la había visto tan solo tres días atrás.
"Es una suerte para mí que aun prefieras mantener tu habitación vacía durante las noches, Ferdinand."
"¿Lady Rozemyne?" Las palabras de la profesora Brigitta recordándome que debía llamarla Lady Rozemyne durante las clases a partir de este año volvieron a mí por alguna razón. Quizás por la confusión.
Estaba seguro de que estaba solo. '¿Cómo llegó aquí? ¿Por qué está en la Soberanía?'
No, estaba seguro de que esto debía ser un sueño.
La extrañaba mucho, sí, pero nunca pensé que comenzaría a soñarla despierto, ¿o me habría dormido tan rápido? Después de todo, Schlatraum nos juega todo tipo de trucos extraños en lo que a Dregarnuhr concierne cuando nos encontramos en su reino.
"¡Que malo eres, Ferdinand! Pensé que habíamos superado que me llamaras Lady Rozemyne. ¡Solo Rozemyne, por favor!"
Su voz me llegó como un susurro, muy cerca de mí, pero no podía verla, confundiéndome aún más. La persona que me llamaba sonaba como Rozemyne, pero su voz carecía de todo rastro de juventud, cualquier nota infantil en su tono desapareció.
Un movimiento del dosel me llamó la atención y mi cama se hundió bajo el peso de algo o alguien invisible, convenciéndome todavía más de que estaba soñando. La figura de Rozemyne apareció de pronto sentada a los pies de mi cama. Su cabello estaba suelto a su espalda. Parecía un poco más alta y usaba la capa amarilla del ducado.
Cuando giró para mirarme, casi dejé de respirar.
Estaba desnuda bajo su capa.
Tragué grueso mientras la veía soltando el broche que mantenía la capa en su lugar, lo único que la cubría. La tela resbaló, dejando su cuerpo expuesto a mi vista, sus curvas parecían más acentuadas, ella parecía mayor. Su rostro estaba sonrojado. Su lengua rozó sus labios, humedeciéndolos.
'¿En serio, Schlatraum? ¿Apenas despierto del jureve decides bendecirme con un sueño húmedo?'
"Ferdinand, por favor", comenzó antes de gatear sobre la cama y sobre mí, "tíñeme con tus colores" pidió susurrando las palabras en mi oído.
La miré con pánico debido a lo real que se sentía todo.
'¿Ella quiere…?'
Mis pensamientos se cortaron cuando unió sus labios a los míos, dejándome disfrutar de su maná. Era tan dulce. Tan embriagante, que me estaba costando trabajo concentrarme.
Por alguna razón, no pude evitar recordar cuando la conocí. Ella siempre haría lo mismo, gatearía hasta mí y me pediría un abrazo…
Excepto que ahora no era de forma alguna una pequeña niña y lo que me estaba pidiendo no era algo tan inocente.
Rozemyne aprovechó mi desconcierto para desabotonar mi ropa de dormir, colando sus finas manos bajo la tela, acariciando y dejando escapar su maná, pintando mi pecho de tal forma que no pude contenerme más tiempo, entregándome al sueño por completo.
La abracé acariciando su cuerpo, dejando que me desvistiera y disfrutando de las curvas más generosas ahora, demasiado cercanas a la amante ficticia que había creado en mi mente hace tanto para verificar que mi espada funcionaba como era debido.
Acallé la voz de mi cabeza que me repetía que esto no estaba bien y me concentré en ella, solo en ella, después de todo, esto solo era un sueño y yo estaba demasiado excitado por el sabor de su maná en mi boca y la sensación de éste enredándose con el mío a través de su toque suave y delicado.
Hacía demasiado tiempo que nos manteníamos alejados, conteniéndonos al comprender que lo correcto era esperar, pero esto era solo un sueño del que nadie sabría nada después de todo, nuestras magras interacciones de todo un año me habían llevado a fantasear con esto más veces de las que estaba dispuesto a admitir.
Mis manos no tardaron en enredarse entre sus cabellos. Mi boca, necesitada de más, comenzó a alejarse de sus labios para recorrer la piel tierna y sedosa de su cuello y su hombro.
Sus pequeños gemidos de placer no hacían más que incitarme a seguir. Mis manos se alejaron de su cabello para alcanzar su cintura pequeña, sus caderas casi listas para sostener una vida, sus senos más llenos que la última vez que la vi, firmes y sensibles, erectándose bajo mi tacto de un modo tan interesante, que no tardé nada en probarlos de otro modo.
Nuestras posiciones se invirtieron en algún momento. Tal vez por estarla inspeccionando fue que terminamos girando hasta que yo quedé arriba y ella abajo. Sus lloriqueos y su cuerpo me tentaban muchísimo más que la hermana gris con que debería haber tenido mi primera vez en la Soberanía.
Terminé de desnudarme, guiado por el deseo y el instinto. Las manos de Rozemyne no dejaban de pintar mi pecho, mis hombros y mi nuca con su dulzura. De pronto sentí que ya no era suficiente. Necesitaba más. Necesitaba penetrarla para alcanzar mi desahogo.
Quizás porque la mayor parte de mi vida como Ferdinand la pasé velando por su seguridad la parte pensante de mí despertó de su letargo, buscando una confirmación de que podía continuar.
Una confirmación de que no era el único que lo deseaba.
Incluso si esto era tan solo un sueño, necesitaba su confirmación.
"¿Estás lista?" le pregunté.
"Lo estoy" murmuró, rodeando mi espalda en un abrazo. Sin embargo, ella no estaba lista.
Su cuerpo temblaba. Sus ojos estaban húmedos. Sus dientes no paraban de mordisquear sus labios de manera ansiosa pese a la sonrisa que no dejaba de poner, y al poner mi mano entre sus piernas no encontré humedad alguna.
Rozemyne tenía miedo. Ella no quería esto y saberlo me llevó a preguntarme si de verdad estaba soñando o no, mirándola de nuevo sin comprender de dónde podría haber salido este desarrollo precoz.
Pegué mi frente a la suya, abrazándome a ella tratando de no dejarle caer todo mi peso encima.
"Rozemyne, no puedo. No ahora. No es correcto y tú no estás lista. Tú no quieres esto."
La duda me frenaba. ¿Y si no era un sueño? ¿Y si de algún modo ella había encontrado el modo de venir, cayendo en sus viejos hábitos por alguna razón? ¿Y si terminaba robando su virtud pensando estúpidamente que todo era solo un sueño?
"Por favor, por favor, tómame", sollozó de pronto, rodeando mi cadera con sus piernas. La observé sin moverme. Había estado a punto de entrar en ella.
"¿Por qué? Dime, Rozemyne, ¿Por qué ahora?"
Era obvio que tenía miedo. Era obvio que no estaba lista. Necesitaba entender su motivación.
"Yo nací para ser tuya, sólo tuya, así que esto está bien. Solo tómame" repitió, apretando sus brazos y piernas a mi alrededor.
"Rozemyne, no."
"¡Yo fui la primera hija de una flor!", casi me congelé a su afirmación. No podía estar hablando en serio. No podía estar regresando a lo mismo una vez más. No podía estarse refiriendo a ese prostíbulo… el lugar del que Lavinia nos habló… donde su hermano Sergei había sido concebido.
"Rozemyne, tú no…"
"¡Lo soy! Lo sé porque la vi… ella está aquí, en el Templo de la Soberanía haciendo ofrendas por voluntad propia. ¡Lo sé! Yo me convertiría en una flor ¡Ese era mi destino!" afirmó con vehemencia, mientras sus ojos se humedecían por las lágrimas contenidas, "…pero mi padre me reclamó. No sé porque lo hizo, pero me llevó con él a Eisenreich. Incluso Lady Verónica al fin pudo perdonar mi concepción y me adoptó. Soy feliz porque pude conocerte, Ferdinand. Porque pude comprometerme contigo, pero Zent rompió nuestro compromiso el último día de la conferencia, mientras tú dormías y me comprometió como primera esposa del próximo Zent. No quiero estar con nadie que no seas tú, Ferdinand. No quiero pertenecerle al maldito idiota de Galtero. Te amo", confesó, logrando que mi corazón se acelerara como cada vez que me lo decía, pero en esta ocasión no sentí la misma dicha de siempre.
Ella me miraba ahora, como esperando a que toda la información terminara de ser procesada.
Nuestro compromiso roto… por eso ella no tenía puesto su collar.
La habían comprometido con Galtero, de entre todos los hombres, la habían comprometido con él. Esto no era un sueño, era una maldita pesadilla.
Una de sus manos tomó mi rostro con suavidad. Su maná cálido y dulce haciéndome notar que estaba rechinando los dientes.
"Quiero que seas tú quien me tome. Quiero que seas tu quien me tiña. ¡Por favor, acepta mi ofrenda! Nací para ser una flor, así que esto está bien …por favor", suplicó una vez más.
"Rozemyne, yo…" la miré, rodando con ella para abrazarla, alejando mi cadera de esa posición peligrosa y obligándola a que se acostara sobre mi pecho en tanto acariciaba su espalda. "Por mucho que te desee o te ame, no puedo. Daría mi vida por ti. Haré lo que sea para protegerte… así que… no voy a teñirte. No me pidas que te lastime de ese modo."
Sus ojos subieron, mirándome conflictuada. Su rostro estaba sonrojado. Sus labios rojos e hinchados. Su piel estaba roja ahí donde yo la había besado.
Donde yo la había marcado.
Ella aún era muy joven. Tuve que recordármelo una y otra vez mientras su cuerpo estaba sobre mí, dejándome sentir su suavidad y calidez, notando una vez más que algo no estaba bien, su cuerpo que debería estar en pleno proceso de desarrollo se sentía como el de una joven llegando a la edad adulta.
Fue ese detalle lo que me hizo pensar que esto era un sueño. Aleje mi mente de la duda y me concentre en lo que estaba pasando, respirando hondo para continuar.
"Tardé mucho en darme cuenta de mis sentimientos y en aceptar que, si mi origen no te importa, tampoco debería importarme a mí. Por eso te pido disculpas. Sin embargo, hay algo de lo que siempre he estado consciente. Cuando Lord Adelbert sugirió que nos comprometiéramos, pude ver en ti la sonrisa más sincera y brillante que jamás había visto. En ese momento decidí que no importaba que, protegería esa sonrisa. Y es por eso por lo que por mucho que te ame… no voy a teñirte."
"¿Cómo puedes decir que no lo harás cuando siento que tu espada está golpeando contra mi vientre?", me preguntó con su rostro sonrojado por completo, sonriendo como si mi rechazo no hubiera sucedido. "No me lastimarás, nací para ser una flor yo…"
La besé para callar su discurso. Había tomado mucho tiempo rehabilitarla, no quería que volviera a lo mismo.
No estaba seguro sobre lo que pasó para que ella afirmara con tanta vehemencia que era una flor, pero debía ser algo grande si no estaba llamando madre a la tía Verónica. Escuché el dolor en su voz al hacerlo, así que esto era algo más que un capricho o un modo de convencerme. Necesitaba que entendiera que esta no era la forma de enfrentar la cancelación de nuestro compromiso, y contuve el deseo de hacer desaparecer a ese príncipe usándolo como muñeco de pruebas para mí escopeta de tirador de maná.
Cuando me separé de ella, le sonreí.
"Rozemyne, tú no naciste para ser una flor. Naciste para ser una candidata a archiduquesa en Eisenreich. Tú me salvaste. Me diste tanto… Una familia, educación, una vida donde podía investigar y ser útil. Me escuchaste cuando hablé sobre algo tan ridículo como una vida pasada. Lo aceptaste. ¡Me aceptaste! ¡A mí! ¡Un simple plebeyo con el devorador…!"
"¡Ferdinand!", me interrumpió sentándose en la cama, golpeando el colchón, "¡Tú no eres un simple plebeyo con el devorador!"
"Si vas a decir que eres una flor por tu origen, entonces yo solo soy un simple plebeyo con devorador." Le respondí sentándome yo también.
La vi luchando consigo misma para encontrar algo que decir. La tomé de la barbilla y la obligué a verme, sonriéndole con afecto antes de continuar.
"En algún momento te volviste lo más importante para mí, así que, en lugar de teñirte, te prometo una cosa. Encontraré la forma de volver a tu lado, siempre. Solo, dame tiempo. Encontraré la manera de salvarte de ese compromiso que no deseas, y si no encuentro como, te haré mía, tal y como quieres. Pero solo cuando seas una adulta, así que, confía en mí. Te salvaré, como tú me salvaste a mí."
Rozemyne me abrazó con fuerza, tirándome de nuevo a la cama. Sus lágrimas cayendo silenciosas sobre mi piel. Ella levantó su rostro para limpiarse antes de mirarme con esa hermosa sonrisa que tanto había echado en falta y un brillo en sus ojos que los hacían ver tan vivos como cuando la conocí. Cómo si hubiese necesitado afecto y un poco de esperanza.
"¿Puedo dormir aquí hoy, Ferdinand? ¿Por favor?"
Estaba a punto de negarme. Estaba tentado a ofrecerle mi ropa para que no estuviera expuesta en su camino de regreso cuando me besó de nuevo con avidez. Sus labios jugueteando con los míos, jalándolos un par de veces de modo juguetón antes de mirarme de nuevo a los ojos.
"¿Por favor?"
Cubrí mis ojos con una mano, la que no estaba ocupada abrazándola y peinando su cabello.
"Tendrás que irte a la primera campanada o mi hermano te encontrará aquí y armará un alboroto."
"¿Eso es un sí?"
Suspiré, tomando una de las sábanas que tiramos al suelo para poder cubrirnos.
"¿Tengo otra elección?"
Ella ya no contestó, depositando un último beso en mis labios antes de volver a acostarse en mi pecho.
"Aun si ya no eres mi prometido… por favor sigue siendo mi novio." Murmuro en medio de un bostezo cayendo dormida poco tiempo después, mientras sus lágrimas volvían a mojar mi piel.
.
"¡¿Pero qué carajos está pasando aquí, Ferdinand?!"
Mis ojos se abrieron ante el grito molesto y cargado de irá de Justus. Llevé mi mano a mi cara para quitarme un poco el sueño, notando en ese momento algo que no debería estar ahí, despertándome del todo.
Rozemyne seguía desnuda entre mis brazos, durmiendo tranquila sobre mi pecho, o casi. La sentí desperezarse y tallar sus ojos antes de mirar a Justus y temblar, jalando las sábanas hasta cubrir su cabeza y abrazándose a mí con fuerza.
"¡Justus, puedo explicarlo!"
"¡¿Al menos tomaste el té especial?! ¡Dime qué por lo menos evitaron la Carga de Geduldh porque si no, va a ser un verdadero escándalo cuando se enteren que la princesa se embarazó estando en la Academia!"
"¡Justus, no pasó nada!"
"Nada, dice el cretino de mi hermanito, aunque lo encontré desnudo en la cama CON LADY ROZEMYNE IGUALMENTE DESNUDA."
Era demasiado temprano para un dolor de cabeza. Aun así, salí de las cobijas, rescatando mi boxer para cubrirme un poco, deteniéndome al sentir la mano de Rozemyne sosteniendo mi brazo. Parecía a punto de llorar debajo de las sábanas. Le sonreí lo mejor que pude antes de acariciar su cabeza y terminar de ponerme esa única prenda de ropa, volteando con mi rostro ya recompuesto para encarar a mi hermano mayor.
"No hubo ningún invierno anoche. Mi espada no funcionó." Mentí antes de mirar a mi hermano. "En cuanto a Rozemyne, ella… estuvo teniendo pesadillas anoche y por eso vino a buscarme. Estaba helada, por eso la desnudé. Era el modo más rápido de ayudarla a elevar su temperatura. ¡Tú lo sabes!"
Rozemyne se sentó entonces, todavía cubierta hasta la cabeza por mis cobijas, asintiendo sin decir nada.
"¿Y dónde está la ropa de milady?" preguntó Justus con una cara seria que pocas veces le había visto. Estaba furioso.
"¡Ferdinand es mi novio!" dijo ella de pronto, "es mi derecho como novia exigir una educación de esposa."
"¡Rozemyne!" grité en pánico tomando la cobija que soltó para que mi hermano no la viera desnuda, "¡¿Te das cuenta de lo que estas insinuando?!"
"Pero Ferdinand se negó a tomarme." Suspiró de forma lamentable, mientras los ojos de mi hermano se posaban en las pequeñas marcas que nos habíamos hecho y olvidamos curar, y posiblemente, en la falta de un collar sobre el cuello de Rozemyne. Ella no debía saberlo, pero Justus era observador en exceso.
"Perdone si me cuesta creer en sus palabras, princesa", respondió Justus cubriendo sus ojos un momento antes de que escucháramos un grito ahogado desde otro lugar de mi habitación.
"¡Lord Ferdinand, ¿cómo pudo?!"
Tuve que voltear sintiendo una jaqueca cada vez más intensa de un lado de mi cabeza al ver a Margareth apareciendo de la nada en mi habitación y corriendo hacia mi cama para tratar de atrapar a mi novia, quién solo la esquivó, ocultándose detrás de mí.
"¡Milady!"
"¡No me hizo nada, Margareth!" se quejó Rozemyne con los ojos acuosos y su nariz arrugada "¡No me hizo nada, maldita sea!"
"Margareth", intervino mi hermano mayor todavía iracundo, conteniéndose muy apenas, "llévate a la señorita de inmediato y revísala a profundidad. Yo me encargo de este idiota."
Los ojos de Margareth mostraban cierto conflicto en su interior, como si no esperara sentirse de la exacta misma manera que Justus.
"¿Estás seguro, Justus?"
"Estoy más que seguro de que anoche se pasaron de la raya. ¿Crees que se va a ir como si nada solo porque es mi hermano menor o mi señor? Un caballero no tocaría a una dama con quien no a atado sus estrellas… y en definitiva no la dejaría marcada para que todo el mundo pueda señalarla."
Justus estaba más allá de la furia y por alguna razón, eso empezaba a preocuparme.
En cuanto a Margareth, la ninja asintió una vez con su rostro neutral antes de moverse tan rápido, que técnicamente apareció detrás de Rozemyne antes de pedirle una disculpa, noquearla de un golpe y salir con ella sin hacer ruido.
Estaba preocupado buscando por dónde habían salido cuando sentí un golpe brutal en mi pómulo y un par de dientes volando fuera de su lugar, dentro de mi boca.
"Ferdinand, no tienes idea de lo decepcionado que estaría nuestro padre si supiera lo que hiciste anoche." Me dijo Justus con calma antes de golpearme de nuevo en la boca del estómago, haciéndome escupir los dientes perdidos.
"¡No le hice nada!" traté de defenderme, mirando incrédulo como mi hermano buscaba hasta encontrar las tres piezas dentales y levantarlas con cuidado, metiéndolas en una copa de la bandeja que había dejado cerca de la entrada.
"Claro, como no. Y yo nací ayer. ¿Crees que no reconozco las flores de Beismachart cuando las veo, Ferdinand?"
Su puño impactó en mi otro pómulo y otras dos piezas dentales salieron volando. Lo observé limpiar sus puños y luego agitarlos como si se hubieran entumecido antes de recoger las muelas ensangrentadas de mi ropa de cama, colocándolas en la misma copa.
"No dije nada cuando eran más pequeños y descubrí que dormían juntos porque pensé solo estaban durmiendo, 'si su mana no se está rechazando, entonces déjalos que descansen, él la sigue viendo como una niña' y luego dejaron de hacerlo como esperaba, pero al parecer fui un completo estúpido."
"¡¿Qué?!"
Justus tomó la copa con mis dientes, la posó en la mesita al lado de mi cama y luego me derribó con facilidad, fracturando algunos huesos de mi pecho en el proceso. Hasta ese momento me di cuenta de que estaba usando mejoras físicas.
"Abre la boca. No puedes salir de aquí sin dientes."
Hice lo que me solicitó, gruñendo cada vez que acomodaba un diente en su lugar y lo presionaba más de lo necesario.
"No me importa lo que digas o pienses, has tenido un raffel por Lady Rozemyne desde que te conozco. La has protegido y vigilado, incluso conseguiste comprometerte con ella, pero eso no te da derecho a manchar su buen nombre, menos por un berrinche estúpido. ¿Ella te dijo que se canceló el compromiso? ¿Fue por eso por lo que intentaste acabarla? ¿Para qué te la devuelvan? Estúpido. Pensé que lo entendías."
Estaba seguro de que me había quebrado algunas costillas mientras me regañaba. Me costaba respirar incluso. Fue entonces que Justus comenzó a recitar la oración completa de curación. Sentí como las raíces de mis muelas volvían a unirse a mi mandíbula, como las encías cerraban alrededor de ellas de nuevo, mis huesos quebrados uniéndose otra vez y el aire entrando a mis pulmones como si nada.
"Siempre fuiste muy considerado y cuidadoso de no dañar su reputación o su honor, así que no entiendo de donde salió todo esto. No entiendo como pudiste dejarte llevar."
Justus me vistió en silencio y cuando terminó, sacó algo de su cinturón y me obligó a aceptarlo. Cuando abrí mi mano tenía dos oros grandes en ella.
"¿Justus, que…?"
"Si tienes tantas ganas de invocar el invierno, haz una cita en el Templo central como te enseñé cuando Laurenz despertó su detección de mana y pide que te manden una hermana con cabello azul oscuro y ojos dorados o en un tono cercano. Si vuelvo a encontrarlos en la misma cama haré algo más que tirarte algunos dientes y estrellarte algunos huesos. ¿Lo entiendes? Ella ya ni siquiera es tu prometida."
Me puse en pie, devolviéndole sus monedas antes de erguirme en toda mi estatura para poder mirarlo a los ojos desde arriba.
"Lo entiendo bien y no necesito esto. Gracias."
"¡Ferdinand!"
"No volverás a encontrarla en esas condiciones. ¡Lo juro!"
Y planeaba cumplir con mi promesa.
Ya no la necesitaba en mi cama para poder dormir, tenía más de un año que no lo habíamos vuelto a hacer, por lo que necesitaba averiguar qué demonios estaba pasando con exactitud para no volver a quedar con ella al borde del invierno.
Yo estaba teñido en sus colores para siempre después de todo. Teñirla no iba a salvarla de un matrimonio que no deseaba y manchar su reputación ahora solo nos dañaría a ambos.
Que mi hermano mayor me recordara lo único que quería olvidar me hizo enfurecer. Si era consciente de eso, debió decírmelo apenas desperté.
Justus me escoltó en silencio hasta el comedor, donde un plato estaba servido junto a otro. Ni siquiera sabía que Rozemyne estaba aquí hasta que se coló en mi habitación, pero eso no importaba. Nadie había querido escucharme.
Ella apareció desnuda y con una apariencia tan diferente que ingenuamente creí que estaba soñando y, aun así, me detuve.
Estaba frustrado, enojado, dolido, y confundido. Busqué a Laurenz con la mirada, seguro de que él me escucharía y ayudaría a comprender, pero no había rastro de él.
"Nuestro querido hermano menor decidió regresar a Eisenreich cuando quedó claro que su prometida estaría aquí. Al menos uno de ustedes sabe cuándo controlarse." Me gruñó Justus en voz baja.
Comencé a comer en silencio aun si no tenía hambre. Rozemyne bajó algunos segundos antes de que terminara mi desayuno. Tenía el rostro rojo y, por su velocidad, estaba usando mejoras físicas para caminar rápido.
"¡Milady!"
"¡NO!", grito volviéndose hacia Margareth, "¡Esto fue demasiado! ¡No tienes permitido salir de aquí, Margareth! ¡Es una orden!" rugió, "Ahora, si me disculpan, debo presentarme al entrenamiento de concubina", soltó con amargura antes de encaminarse a la salida sin tocar su desayuno.
Me levanté tan rápido como pude, dándole una mirada de advertencia a Justus antes de que intentara seguirme. Ya le había prohibido acompañarme.
"¡Rozemyne!", la llamé antes de que saliera por la puerta, "Rozemyne", repetí cuando logré alcanzarla, "¿Qué sucede?"
"No solo cancelaron nuestro compromiso, Ferdinand. Hace unas semanas comenzaron a 'educarme' como princesa. ¡¿Tienes idea de lo frustrante que es esto?!" me preguntó y la vi conteniendo sus lágrimas, "¡Cancelaron nuestro compromiso! ¡Cancelaron la adopción de Lady Verónica sin dejarnos opinar nada! ¿Y todo para qué? ¡¿Para convertirme en una estúpida princesa?! ¡Nunca quise ser una! ¡¿Por qué no lo aceptan?!", gritó en lo que lograba colar una herramienta antiescuchas en sus manos para que nadie pudiera escucharla, "Sé que me pediste tiempo… pero no puedo dártelo. No con Galtero asechando. No con ese idiota perdiendo la paciencia. ¡Debo volver mi maná de tus colores ahora!"
"¡Eso no se puede, Rozemyne! ¡Tú y yo tenemos exactamente el mismo color de maná desde hace años!"
Ella me miró incrédula por un momento, comprendiendo todo luego de un respiro. Ella sabía de la diferencia de maná entre devoradores y nobles. Sabía cómo se estabiliza a el color en un devorador. Sabía de mis cúmulos también y sabía que mi mana no se veía como el de los otros devoradores desde antes de que hiciera la ceremonia de obtención de bendiciones.
"Entonces necesito dejar de ser pura para que no sea candidata para casarme con él. ¿Sabes que es lo peor de todo? Que la idea ni siquiera fue mía."
Me quedé paralizado ante sus palabras y lo que estaba insinuando. Rozemyne tenía herramientas mágicas que podrían mantenernos aislados… evitar el invierno sería más difícil de lo que pensé, en especial si había entendido bien y otra persona estaba intentando robar su pureza para reclamarla sin dejarle otra salida viable.
.
Más tarde cuando regresé de mi capacitación Justus se disculpó conmigo. Margareth había revisado a Rozemyne encontrando que nuestras palabras eran ciertas. Ahora entendía porque estuvo tan abochornada en la mañana
"Si hubiera sido al revés, ¿me hubieras creído?"
"¡Si!, ¡al menos te hubiera dado el beneficio de la duda!" le espeté, "No te quiero en mi habitación Justus. No durante la noche y no en la mañana. ¡Y es una orden!"
Rozemyne intentaría que la tiñera… no lo haría, no podía hacerlo aún, pero no quería a mi hermano pensando lo peor cada mañana y, en definitiva, no quería averiguar cuantas veces mis costillas o dientes podían repararse o cuánto dolor podía recibir antes de enloquecer o dejar de sentir.
"¿Ferdinand?"
"¡Es una orden, Justus! Te juro que no voy a reclamarla. De hecho, te voy a pedir que hables con Margareth. Síguelas si es necesario. Necesito averiguar si hay alguien más tratando de reclamarla."
Los ojos de mi hermano se abrieron mucho con eso, negando despacio antes de llevarse las manos a la boca un momento antes de comenzar a pensar, murmurando cosas demasiado rápido dentro de su mano y mirándome de pronto.
"¿Debo advertir a Margareth de que la señorita podría… tratar de adelantarse?"
"No, solo adviértele de no dejarla sola fuera del dormitorio. Llama a Laurenz de regreso. Debemos perfeccionar los dispositivos de grabación para volverlos más discretos. Sospecho que necesitaremos pruebas de lo que está pasando. ¿Quién más está acompañando a Rozemyne?"
"Tulsneda, Grettia, Angélica y Philine llegarán dentro de tres días según tengo entendido."
"¿No deberían haber llegado junto con Rozemyne? ¡Son parte de su séquito! ¿Qué hay de las demás?"
Justus suspiró con pesadez, haciéndome un gesto para seguirlo y dándome una herramienta antiescuchas antes de sentarse en una de las mesas de la sala de té pequeña del dormitorio.
"¿Justus?"
"Acababas de despertar del jureve, no podía decirte aun lo que sucedió poco después. Ya que estabas… indispuesto, Zent nos hizo presentarnos a Laurenz y a mí en tu lugar como testigos."
Mi hermano mayor guardó silencio un par de segundos y yo asentí. Todo rastro de reproche relegado ahora, conforme el rostro usualmente risueño y curioso de mi hermano se convertía en uno de seriedad.
"Nuestros padres, Lord Bonifatius y el Aub fueron convocados el último día de la Conferencia Archiducal. Tú también fuiste convocado, pero todavía no estabas ni remotamente cerca de despertar. Zent nos pidió disculpas, dijo que los sacerdotes fundamentalistas de la Soberanía comenzaron a exigir que Lady Rozemyne fuera educada como la siguiente Zent y comprometida con Galtero para garantizar un Zent con Grutisheit."
"¡¿Qué?!", '¿Fundamentalistas? ¿Un Zent con Grutisheit?'
Justus procedió a ponerme en contexto entonces. Luego de que Rozemyne levantara dos columnas de maná durante el invierno, el Sumo Obispo y el Sumo Sacerdote de la Soberanía parecían convencidos de que ella era la candidata más probable a Zent. La cacería de información sobre el verdadero origen de mi novia resurgió. De alguna manera, Zent Traokvar se convenció de que Rozemyne era hija de una princesa de nombre Seradina y uno de sus hermanos, esto debido a que la famosa Seradina era la flor predilecta del segundo y el tercer príncipe antes de que estallara la guerra que mermó al país.
Eso la convertía, en efecto, en una princesa oculta con sangre real mucho más espesa que la de Galtero, Anastasius y Eglantine… claro que no podían anunciar que ella era producto de ese Palacio de la perdición y la lujuria o que ni siquiera podían afirmar cuál de los dos hermanos era su padre, así que Zent disolvió la adopción de Lady Verónica a Rozemyne para adoptarla él mismo con alguna de sus esposas. La ceremonia de compromiso entre ella y Galtero se realizaría en el invierno, el día de la bienvenida para que todos los estudiantes comprendieran porque Rozemyne dejaría de portar la capa ocre de Eisenreich para cubrirse con la capa negra de la Soberanía.
"¡Fue todo un escándalo, Ferdinand! Lady Verónica estaba en shock, conteniéndose lo mejor que pudo bajo su velo mientras Lady Rozemyne se abrazaba a ella gritando que no deseaba ser separada de su madre o de ti. Lord Bonifatius rompió una columna de la sala de té y poco faltó para que lo detuvieran, de no ser porque Zent detuvo a los caballeros diciendo que Eglantine se deprimiría mucho si su padre bautismal subía la imponente escalera o era encerrado en la torre blanca de algún Ducado por no poder contener sus emociones. Nuestros padres y el Aub estaban igualmente molestos, pero pudieron controlarse mejor."
"¿Qué hay de Galtero? Imagino que ese pelmazo estaba ahí también."
"Si. El principito no dejaba de sonreír. Cuando los ánimos se calmaron un poco, dijo algo sobre sentirse honrado de ser quien llevará a Rozemyne a su legítimo lugar en las alturas y que se encargaría de convencerla de aceptar los designios de los dioses."
"¡Ese maldito canalla!" Murmuré en japonés para que ni Justus ni yo no pudiéramos ser acusados de traición.
"Zent tuvo la amabilidad de dejar que la señorita volviera a Eisenreich a prepararlo todo para la transición. Se suponía que se mudaría a la Soberanía cuando tuvieran lista una villa para ella en el invierno, con personal y todo pero… es posible que el príncipe Galtero presionara para traerla antes y comenzar con su educación de princesa soberana. Lady Rozemyne, Margareth y Alerah han estado aquí desde el inicio del verano, yo… no pensé que se estaría colando en tu habitación. Estuvo preguntando por ti todos los días que estuvo en la academia… ahora que lo pienso, alguien me comentó un par de días después que era inusual que no te estuvieras presentando todavía a las clases de preparación de profesor… traté de cubrir tu estancia en jureve, pero…"
"Entiendo. Debieron notar que no estaba y solo se aseguraron para tomar ventaja de mi ausencia. Justus, necesito algo más. Cambia lugar con alguno de mis asistentes adultos por unos días y ve al Baño de la Diosa en Eisenreich."
"¿El baño de la…? ¿Qué estás tramando, Ferdinand?"
"No voy a manchar la reputación de Rozemyne o a permitir que lo haga alguien más. Debe haber algo en el baño de la diosa que pueda distinguir el género de quién se acerca. Rozemyne me dijo una vez que la diosa les prohíbe la entrada a los hombres. Te daré algunas indicaciones, que Margareth te ayude con mapas y recomendaciones, Alerah también. Necesito que estudies el lugar y lo analices. Le voy a preparar a Rozemyne un amuleto antihombres y quiero ver qué Galtero o cualquier otro estúpido intenté tocarla luego de eso."
Mi hermano asintió, cruzándose de brazos en sumisión y luego algo pareció aclararse en su mente, llevándolo a mirarme con desconfianza.
"¿Estás seguro de que podrás evitar teñirla?" dijo preocupado "Si nuestras conclusiones son ciertas y… alguien está tratando de obligarla…"
"Tengo que resistir. La amo demasiado para dañarla y que los dioses me perdonen, pero ella va a ser mía, así que puedo esperar hasta que sea una adulta y podamos atar nuestras estrellas, no me importa si tengo que dar un golpe de estado o huir con ella por la puerta de la oscuridad. Sólo Schutzaria, Flutrane y Leidenshaft tienen derecho a alejar a Geduldh de Ewigeliebe y no es ninguno de ellos el que intenta arrebatármela."
No sé qué cara estaba poniendo, pero nunca había visto a Justus temblando con una mezcla de miedo y admiración en sus ojos al verme.
Una sonrisa diabólica apareció en los labios de mi hermano y se levantó, sosteniendo todavía la herramienta antiescuchas en sus manos.
"Muy bien, Ferwigeliebe. Evita reclamar a tu Geduldh por el momento y yo te traeré lo que necesitas. Golpe de estado, guerra o huida, me aseguraré de cumplir tus deseos y los de milady sin falta."
Yo asentí y mi hermano me retiró el aparato con suavidad antes de salir.
Galtero no tenía idea, pero acababa de presentarme un tablero de juegos más que tentador. Si para la graduación de Rozemyne no había logrado arreglar todo este maldito embrollo de manera pacífica, le volaría la cabeza con mi schtappe.
Estaba considerando lo que iba a necesitar para salirme con la mía cuando me di cuenta de algo importante y trascendental… debía terminar de recorrer los Templos, buscar la sabiduría y renunciar a gobernar Eisenreich… si lo que querían era un Zent con sabiduría, me encargaría de dárselos.
.
Los siguientes días fueron complicados. Matthias, Diederick y Damuel llegaron a la Soberanía para apoyarnos a proteger a Rozemyne y ayudarme a investigar qué estaba pasando y cómo protegerla de Galtero. El maldito príncipe de verdad estaba buscando formas de quedarse a solas con ella, tocándola de manera descarada en el cabello incluso frente a sus guardias o acorralandola en algunos pasillos o a la salida de la villa real donde ella estuviera tomando sus clases para hablar con ella, siendo la villa de la actual segunda reina la más frecuente. Por supuesto, Rozemyne no había parado de correr a mi habitación cada noche, después de que alguien lograra sacarla, casi a rastras, del libro entre cuyas páginas estuviera buscando un refugio.
Algunas noches, Margareth la escoltaba por los pasillos de servicio a mi habitación en cuanto terminaba de vestirla para dormir, dedicándome una mirada de advertencia en tanto Rozemyne se colgaba de mi cuello sin dejar de llorar. Otras veces era Alerah quien la traía a mí con una pequeña sonrisa avergonzada. Las dos se encargaban de encender una herramienta antiescuchas de rango específico. Me tomó poco tiempo darme cuenta de que esos eran los días en que Galtero hablaba con ella y tocaba su cabello de forma desvergonzada y que Rozemyne siempre venía con ropa interior más corta y reveladora de lo que debería, aún si no se trataba de los conjuntos más escandalosos de Alerah.
Los días más difíciles de mantener mi palabra, sin embargo, eran los días en que Rozemyne llegaba desnuda a mi cama poco después de que el día cambiaba de fecha, invisible hasta que se retiraba la capa y se colaba entre mis sábanas para tratar de sacar mi espada. Lo quisiéramos o no, los conocimientos que Laurenz y Alerah cultivaron bajo la guía de Rozemyne, los mismos que le transmitieron antes de que Laurenz se enterara de que ella había sido Urano, eran un verdadero dolor de cabeza y de espada.
Mi novia sabía cómo usar su maná para excitarme en poco tiempo. Cómo tocarme para nublar mi razón… como obligarme a tocarla a su vez.
Tuve que abstenerme de preguntar por su apariencia; no entendía como durante las noches su cuerpo parecía el de una joven que estaba llegando a la edad adulta mientras que durante el día se veía tal y como recordaba de antes de que entrara en mi jureve.
Rozemyne no necesitaba que cuestionara su físico, no después de saber gracias a Alerah que ella estuvo rezando por mucho tiempo para resultarme atractiva y verse como se veía ahora… tuve que enterrar mis preguntas y concentrarme en confortarla.
Dos días antes de la ceremonia de compromiso de Anastasius y Eglantine, Rozemyne ya me había tentado demasiado en dos ocasiones, mismas en qué a duras penas había logrado mantener mi ropa interior en su lugar.
En ese tiempo terminé también de encontrar todos los Templos. El círculo mágico en el cielo era algo tan impactante, que me costaba demasiado trabajo no quedármele viendo como un idiota cada vez que veía el cielo por los pasillos, el balcón o las ventanas. También había repetido la ceremonia de adquisición de bendiciones alegando que solo quería verificar si un adulto podía obtener más… por fortuna la había realizado antes de conseguir todas las tablillas porque mi número de bendiciones se incrementó a casi setenta en ese momento.
Estaba listo para buscar la sabiduría. Después de obtenerla y observar un poco más, afinaría mis planes A, tomaría una decisión. Buscar el Grutisheit para mí o convencer a alguien más de conseguirlo y ser el siguiente Zent.
.
Notas de las Autoras:
Willkürspab es la deidad de los juegos en Dioses del Amor, donde (willkürlich=azar) y (Spaß=diversión).
Notas de la Editora:
Exijo humillación eterna, pública y quizás luego una muerte dolorosa o un encierro en la torre blanca a Galtero.
