El Ascenso de un Científico Loco

¡Descubriré cómo Funciona el Mundo!

SS de Rozemyne El Jardín que se Destruye.

"Luego de verificar toda la evidencia y considerar el caso, se le sentencia a muerte por destrucción de su medalla de bautizo." Anunció Zent a la delegación de Eisenreich de la que Rozemyne formaba parte.

"¡Dénmela! Yo lo haré." Exigió la víctima, la misma Rozemyne con un fuego en su interior que clamaba venganza por todo el sufrimiento al que había sido obligada a soportar desde pequeña.

Ferdinand, su amado Ferdinand cómo siempre, no dejaba de pensar en ella cuando levantó la voz sin dejar de mirarla "¿No será demasiado?"

"He fantaseado con esto mucho tiempo. ¡Ella no merece conocer a la pareja suprema!" fueron las secas y contundentes palabras que salieron de la boca de Rozemyne, provocando que Ferdinand levantara una ceja, Lady Verónica se tomará de las manos sin atreverse a levantar la mirada oculta debajo del velo y su padre, Aub Eisenreich tragara con algo de dificultad.

"Lady Rozemyne" habló el Zent con la voz cargada de cierto malestar que intentaba disimular sin mucho éxito "comprendo su deseo de retribución, sin embargo, es mi deber como Zent juzgar y llevar a cabo la sentencia."

Estaba furiosa y frustrada. Mantener su maná a raya fue bastante complicado.

"Sin embargo, y en aras de mantener la paz y la justicia en Yurgensmith, le permitiremos usar los medios que crea necesarios para conseguir la información sobre los proveedores de venenos y afrodisíacos que surtían a esta perversa Chaocipher."

Sus ojos se abrieron incrédulos ante sus palabras y una breve sonrisa bailoteo en sus comisuras ante la perspectiva. No mataría ella misma a la indigna asistente, pero podría clamar una parte de su venganza.

"Tiene cinco días. Úselos bajo la guía de Mestionora para volverse Anhaltung y asegurarnos de que Gebordnung sea respetada."

Cuando la Chaocipher que tanto dolor le causó fue condenada y su existencia borrada de modo que fuera incapaz de saludar a la Pareja Suprema en las alturas, con la piedra de nombre entre sus manos apagándose, mostrando el momento exacto de su final, Rozemyne pensó que las cosas solo podrían mejorar y de hecho así fue por un tiempo.

Creció mucho. Mejoró su relación con los nobles y con Ferdinand. Aprendió a respetarse a sí misma. Conoció otro Ducado. Comenzó a apreciarse como la mujer valiosa y proactiva en que se estaba convirtiendo… Consiguió una madre que jamás volvió a dudar en mostrarle aprecio, porque Lady Verónica era en verdad afectuosa y cálida cuando no estaba instruyéndola o llevando su rol como primera dama del Ducado. Incluso estaba divirtiéndose al competir de verdad contra Ferdinand y Sylvester por el asiento de Aub… ¿entonces porque su mundo estaba haciéndose pedazos?

¿Cómo el inicio de su nueva vida, se volvió el final?

Ese año al fin comenzaría los cursos especializados: candidatos a archiduque, erudición y caballería.

Estaba decidida a obtener el mejor en cada uno de ellos.

No era un secreto que todos asumían que ella lo lograría. Ella fue la dama de Ferdinand, el primero en lograrlo y ahora era su prometida, por supuesto, ella lo lograría.

Rozemyne no pudo evitar preguntarse cómo obtener las bendiciones de cada dios pilar, de cada dios subordinado, incluso de la diosa del caos, podía convertirse en una maldición. No tenia una respuesta, pero eso fue lo que paso.

Todo comenzó con la ceremonia de obtención de protección divina.

La profesora Hirschur estaba proyectando una oración familiar, una que sabia de memoria. Su supervisora de dormitorio se acercó a ella tan pronto la herramienta estuvo instalada.

"Lady Rozemyne, ¿está lista para pasar?", le preguntó. Una sonrisa se extendió por su rostro recordando que todos sus sacerdotes y doncellas pasaron de primeros, sin embargo, negó.

"No, pasaré cuando todos terminen."

La profesora asintió un poco confundida, pero no dijo más mientras ella se dirigía a una de las sillas que estaban preparadas para los alumnos.

Rozemyne últimamente tenía la necesidad de llevar un libro con ella por si debía esperar o si existía la posibilidad de tener algún tiempo para leer. De alguna manera, comenzó a sentirse incompleta cuando no lo hacía de ese modo, por eso se sentó y esperó a que todos pasaran. Ferdinand y sus azules estaban preocupados y curiosos con su ceremonia, quizás si era la última en pasar, ellos llegarían a tiempo.

La joven Mestionora podía escuchar los murmullos y las voces repitiendo las palabras de oración, sus compañeros que lograron completar el examen de teología se estaban esforzando por memorizarlo, aunque hubo algunos que entraron casi de inmediato, fue fácil identificarlos como los nuevos sacerdotes de Dunkelfelger, Drewanchel y Eisenreich.

No pudo evitar sonreír complacida mientras abría el libro, pero en el momento en que sus ojos cayeron en las letras, dejó de escuchar.

El libro que leía ahora era uno nuevo. Sus estudiantes se esforzaron por conseguir folklor de otros ducados y después de la reunión de compañerismo, se le dio la antología. Seria su deber revisar el orden en que se acomodaron y aprobarlo antes de comenzar a separarlo para incluirlo en un libro.

Los derechos de venta se establecerían en la conferencia de archiduques.

Estaba llegando a una parte interesante, sobre la diosa del mar calmando el calor de aquellos que luchaban por su mano, cuando el libro desapareció de sus manos.

¡¿Quién se había atrevido a robar su libro?!

Sintió su maná burbujear y una fría ira conforme comenzaba a reclamar al ladrón. Los ojos dorado pálido de su prometido la miraban con diversión, interrumpiendo su reclamo.

"Oh, Ferdinand. Están aquí."

No pudo evitar sonrojarse cuando notó cuan absorta estuvo en su lectura. Solo podía corregirse y continuar con su ceremonia. Mientras se dirigía al altar, la supervisora de dormitorio le explicó que, después de su desaparición durante primero, su ceremonia no podía ser privada, ya que todos temían, volviera a suceder.

Rozemyne estuvo de acuerdo con eso. Dejaría que todos vieran. Se esforzó por agradar a todos los dioses, así que esperaba recibir la bendición de todos ellos. Con suerte, eso mejoraría la opinión del templo.

Cuando finalizó su oración, se sintió atraída hacia la parte superior del altar el cual se abrió para ella, no había visitado ese lugar, que sentía, era el centro del país. Desde que obtuvo su schtappe, la idea de volver la emocionó.

En ese lugar se sentía tan cerca de los dioses…

Como hizo durante su primer año, se arrodilló frente al árbol, frente a Airvermeen.

En la historia, el antiguo dios descendió al mundo de los mortales para purgar su culpa, Rozemyne creía firmemente que no era un mito y también creía que el antiguo dios se sentía solo. Por eso, aprovechando el momento, rezó.

Rezó agradeciendo al antiguo dios por el país, lo que no esperaba fue lo que paso después. El árbol se transformó en un hombre, ella sabía quién era, eso fue suficiente para borrar cualquier duda que hubiese tenido.

"Myne, ¿Cómo…?" El antiguo dios parecía confundido, ella también estaba confundida.

"¿Por qué me llamas Myne? Mi nombre es Rozemyne. Myne solo es un apodo cariñoso que mi madre me dio."

"Myne es tu nombre, después lo cambiaron." Explico con indiferencia. "Eso no responde cómo, no tienes las tablas, no estás aquí para obtener la sabiduría de Mestionora. ¿Cómo me llamaste?"

"¿Tablas? ¿sabiduría de Mestionora?" preguntó confundida. "No tenía intención de llamarte… no realmente, solo recé porque pensé que te sentías solo."

El antiguo dios guardó silencio después de la respuesta de la joven, no esperaba que alguien pensara que él se sentía solo, tampoco esperaba que una oración pudiera hacerlo volver a la vida.

"¿Por qué estás aquí?" preguntó después de un momento.

"Estoy aquí porque hice mi ceremonia de obtención de bendiciones. Obtuve la protección divina de todos los dioses, supongo que por eso puedo hablar contigo."

"Entonces, eres la próxima Zent. Date prisa y recorre el camino, ha pasado mucho tiempo desde que el jardín tuvo un Zent. El jardín colapsará."

Rozemyne necesitó dos momentos para entender lo que el antiguo dios pedía.

En el primero, recordó que el primer Zent fue también el sumo obispo. Ella ya lo sabía, la academia era un templo. Ella sabía que en la actualidad existía un Rey y un sumo obispo y que eran dos personas diferentes. Ella sabía, la familia real se olvidó de su origen.

En el segundo, se percató de que solo existía un candidato a Zent en la línea actual. Él cabeza hueca de su primo. El mismo idiota que despreciaba el templo y siempre lamentó que su padre, Aub Eisenreich, la hubiera obligado a vivir en el templo como una hija bastarda.

Decir que estaba furiosa era poco.

Se despidió del antiguo dios prometiendo que encontraría una persona que fuera un verdadero Zent, pero que ella no podía serlo, ya que era la próxima Aub en su ducado, por lo cual, no volvería a ese lugar.

"En un principio, cada Aub tenía su propia sabiduría."

Eso la descolocó un momento, pero confirmó su teoría. Aub era el sumo obispo y el archiduque. Su padre, así como todos los gobernantes actuales, eran tan solo archiduques.

'¿Hace cuanto se separó la iglesia de los nobles?'

El antiguo dios le abrió la puerta y ella salió de ahí.

Tenia un lugar al que llegar.

Lo descubrió por accidente. La ubicación de los cimientos en su Geduldh. En su tiempo en Drewanchel fungió como Sumo Obispa para guiar y educar a los azules y a los nuevos azules nobles. Con la llave de la biblia, se encargó de verificar encontrando la fundación en el mismo lugar que en su ducado: bajo la sala de oración del templo.

La academia era un gran templo, así que no le costó nada descubrir donde estaba la fundación.

Se dirigió a la biblioteca tan rápido como Steifebrise. Sabia que la seguían, aun así, no se detuvo a dar explicaciones.

"Milady, ¡Bienvenida!"

"Milady, ¿leer?"

"Hoy no, Schwartz, Weiss, vi al abuelo." Explicó ella. "Que nadie suba." Ordenó cuando estuvo en las escaleras.

Vertió su maná en el libro de Mestionora tras confirmar el ojo de cerradura oculto tras su libro. No importó cuanto dio, no sentía que fuera suficiente a pesar de que, tras su ceremonia de bendición, sentía que su maná se volvía infinito. Tardó quizás un cuarto de campanada en sentir que su maná disminuía, en tanto seguía soltando su maná, cada vez más y más.

"Abuelo feliz."

Eso debió ser suficiente para el antiguo dios, al menos por ahora.

Esa noche no se atrevió a iniciar su rutina de compresión, su mente estaba dispersa y no podría concentrarse lo suficiente para comprimir de forma adecuada, lo cual podría llevar a un desastre como el de finales de otoño.

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Finalmente fue momento para su primera clase del curso de candidato a archiduque, Rozemyne estaba convencida de que tenía el maná y la habilidad para completar la clase en un solo día.

No tenía tiempo para sentirse ansiosa o preocupada por las bendiciones que no dejaban de salir de ella. Los libros resultaron ser, como siempre, el mejor bálsamo para su alma, casi tan bueno como el maná y las atenciones de Ferdinand, pero ya que ambos decidieron llevar un cortejo correcto, no podía solo escurrirse entre sus brazos durante la noche. Ferdinand no era su amante ni su flor, era su novio y prometido, algo que al fin comprendía de manera correcta.

Y ella le daría su lugar.

No era un secreto que todos la miraban. Ella era la señora de los azules ennoblecidos, todos excelentes por derecho propio. Como su antigua señora y ahora prometida de Ferdinand, el primer sacerdote ennoblecido, todos esperaban mucho de ella, lo que de hecho era una presión agradable.

Ella demostraría que como cabeza del templo era impecable, les recordaría a todos que el templo era el lugar de los nobles.

"SU primera tarea es teñir la herramienta mágica frente a ustedes, la cual es una representación de la magia fundacional."

Rozemyne sonrió, la maqueta era un poco más grande que la que usó en casa, pero no seria un problema. La profesora Heidi siguió explicando cosas que ella ya sabía por un tiempo, entonces, finalmente les permitió comenzar a teñir su fundación.

"Soy alguien que ofrece oración y gratitud a los dioses…"

Rozemyne mantuvo su voz suave para no interrumpir a los demás mientras comenzaba la oración dejando que su maná escapara por su schtappe y su anillo, observando complacida como su jardín comenzaba a teñirse de un hermoso verde azulado mientras la fundación comenzaba a teñirse poco a poco en su color, era como realizar el ritual de curación.

"Terminé." Murmuró poco después, levantando la vista al sentir los ojos de todos sobre ella. "¿Qué sucede?"

"Lady Rozemyne, ¿qué fue eso?", preguntó su profesora.

"¿Qué cosa?", respondió ella sin entender.

"Lo que hizo, ¡Nunca había visto a nadie teñir tan rápido su jardín!"

"Es la oración para reponer maná. La usó todo el tiempo. En Eisenreich la usamos al abastecer la base." Explicó con calma. "¿Puedo seguir?", preguntó a sabiendas que la clase acababa de empezar y podía finalizar el curso antes de que la campana sonara.

"Heidi."

Su profesora le permitió continuar hasta donde pudiera explicándole en parte los pasos siguientes, aunque ella ya lo sabía, y se retiró a hablar con la profesora Brigitta, quien la llamó desde la entrada.

Nunca tuvo problemas para explotar en oro las feystone, pero ahora estaba resultando ridículamente fácil. Al tomar su saco con piedras fey y tocarlas, sintió como se deshacían en polvo de oro. Metió su mano en el saco y paseo sus dedos hasta que ya no sintió ni una, entonces dejo todo ese material a un lado para continuar.

"Profesora, terminé, ¿puedo hacer el Entwickeln ahora?" preguntó levantando la cabeza. Ferdinand y Brunhilde estaban ahí por alguna razón que no entendió. Preguntaría después, ahora solo debía concentrarse en terminar.

Sin embargo, por alguna razón su profesora pensaba que ella necesitaba recibir el nombre del dios supremo, quizás pensaba que ella también era una hija adoptiva. Eso le hizo gracia.

"¡Oh, eso no pasara! ¿Puedo colocar una barrera de rango especifico?"

Su maestra parecía aturdida mientras le permitía instalarla. Realizó el proceso con fluidez, era casi como si los pasos estuvieran grabados en su ser junto a los nombres de la pareja suprema.

El edificio se formó con éxito. Sonrió complacida y no pudo evitar sentirse un poco engreída. Terminaría el curso de candidatos ese mismo día, estaba segura.

Pero la profesora ni se acercó ni le permitió continuar con la lección, eso la irrito y la confundió. ¿Cuál era el problema de su profesora?

No esperaba lo que descubrió.

"Creía… creía que solo aquellos adoptados en la familia archiducal necesitaban recibir el nombre… si no es así… ¿Por qué lo he sabido desde siempre?"

Estaba demasiado aturdida como para entender que no debía revelar eso, los nombres de la pareja suprema la acompañaron desde siempre, para ella era algo tan natural…

No entendía que estaba pasando.

"¿Quién… quién eres?"

Las palabras del antiguo dios diciendo que ella era la próxima zent resonaron en su cabeza, por un momento había pensado que la familia real recibía el nombre del dios supremo desde su nacimiento, eran la familia real por algo, pero ¿Qué tal si no era así?

Ella no quería ser zent, la posibilidad de que ese fuera su destino y que era por eso por lo que conocía el nombre de la pareja suprema la abrumo tanto que deseo desaparecer, sus dedos cosquillearon, pero no tenía un libro cerca, necesitaba un libro, necesitaba leer, o desaparecer de ahí.

Las palabras 'libro nuevo' llegaron a sus oídos de forma amortiguada, el olor de tinta y papel la embargo y de pronto, ya no recordaba que era lo que estaba pasando hace un momento, ¿Por qué estaba tan asustada?

No recordaba.

No importaba.

Sus manos alcanzaron el libro y se sumergió en el maravilloso mundo de la lectura, todo a su alrededor desapareció.

Las letras se vieron parcialmente cubiertas en un momento, cuando levanto la vista, su antigua doncella y actual prima, Brunhilde acababa de colocar un separador en su libro, quiso protestar, pero la joven de cabello rojo le recordó que era momento de ir a las clases de giros.

Sus días después de eso se volvieron borrosos, solo recordaba la hermosa paz que le traía la lectura; el único día que recordaba claramente, fue su cita con Ferdinand en la biblioteca.

Incluso después de lanzar otra bendición accidental y de proporciones épicas, su novio la consoló, e incluso expreso un deseo de lo más vergonzoso que la hizo tener un error de procesamiento, como su Ferdinand solía llamar a esos momentos.

"¿Quieres bendiciones cuando recibamos el invierno?"

"Lo quiero todo de ti. Bendiciones incluidas. Voy a casarme con la princesa Santa después de todo."

Eso la hizo muy feliz, esa también fue la primera noche que durmió sin necesidad de un libro.

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Un día, a mitad de la noche, Ferdinand la llevó a buscar algo, su prometido miraba constantemente hacia el cielo, lo cual era extraño, no pudo más y le pregunto que estaba viendo.

"Solo me estaba orientando." Respondió él con sencilles y anticipación. "Iremos a visitar a los tíos de tus shumils artificiales."

Si Aivermen era el abuelo, los tíos debían ser dioses, tanteo un poco, tratando de descubrir que tanto sabia Ferdinand, para su alivio, su novio no parecía saber de qué hablaba.

En poco tiempo llegaron a un templo, llevaba tanto sin poder comprimir debido a que hacerlo la alejaba más del poco control que aun tenia de su maná, que pensó nunca podría alcanzarlo, pero ahí estaba él, dándole la solución que tanto necesitaba.

No pudo evitarlo, se colgó de su cuello y lo besó con avidez por primera vez en mucho tiempo. Sus lenguas acariciándose, despertando de nuevo su necesidad de él por unos momentos, pero se contuvo y le agradeció.

Entró en el templo tras tocar la puerta, la Diosa Schutzaria sostenía una tabla de su color divino, la cual estaba completamente formada.

Ferdinand le advirtió que la diosa tomaría su maná, pero no pareció ser necesario.

Se tomó su tiempo, observando el gran detalle de esas estatuas, solo estaban once de las doce subordinadas de la diosa del viento.

Si tenía que adivinar, esas era una de las misteriosas tablas que el antiguo dios mencionó cuando conversó con él. No pudo evitar reír, su Ferdinand no solo le estaba dando una solución para controlar su maná, le estaba facilitando también la misión que tenía por delante.

Cuando tomó la tabla, esta se absorbió dentro de su schtappe y ella fue expulsada del templo.

Aparentemente el tiempo no paso afuera, fue divertido, Dregarnuhr seguramente estaba jugando con ella.

"Bien. ¿Crees que esto sea suficiente o debemos visitar otro templo?"

"No es suficiente. Creo."

Visito tres templos en total quería visitarlos todos, pero su prometido la hizo prometer esperar a que él los encontrara. Cruzo los dedos a su espalda y prometió que lo esperaría.

Debía encontrarlos y confirmar sus sospechas, también debía alejar a Ferdinand de su investigación; si tenía razón, eso pondría a Ferdinand en un lugar que podía ser peligroso. Debía manejarlo con cuidado.

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Debido a su desbordante maná. Rozemyne comenzó a usar una guadaña para el curso de caballeros, era peligroso tratar de usar cualquier otra cosa, sin embargo, ahora que podía controlarlo, quería probar otras.

Laurenz una vez dibujó para ella armas fantásticas que le gustaría probar, solo eran un juego, por lo que no esperaba que al pensar en el arma y decir el nombre que su antiguo asistente les dio, su schtappe se transformara.

No pudo evitarlo, siguió imaginando y nombrando esas armas.

Sus compañeros estaban tan emocionados con la idea que su profesor organizo un combate entre ella y su prometido, esa sería la primera vez que lo enfrentaría, y no podía estar más feliz.

Pronto fue momento del combate y… ella gano.

No lo esperaba. ¡Ganó!

Esa era su victoria, sus compañeros se alegraron demasiado, pero su euforia apenas podía ser contenida. Ferdinand era realmente hábil. Pero ella le ganó.

La segunda vez que lo enfrentó, su prometido también presentó armas nuevas. Rozemyne quería volver a enfrentarlo con todo. Sabia que el joven estaba ocultando su mejor carta para tomarla por sorpresa, quizás por eso, cuando lo escuchó murmurar Gun, convocó un segundo schtappe y cantó Getilgt.

Lo que fuera esa arma nueva era muy potente, Rozemyne pudo decir de un vistazo que era un arma para acabar con el enemigo de un solo tiro. La palabra peligro haciendo eco en su cabeza, por lo que ella se aseguró de reforzar su escudo, aunque sintió no sería suficiente.

El hechizo de Schutzaria era más poderoso que el escudo de schtappe por sí mismo por lo que, sin soltar su escudo, comenzó a recitar la oración. Tan pronto como el escudo se formará, podría reformar su arma y volver a luchar.

Sin embargo, un pilar de luz amarilla se elevó y el combate se vio interrumpido.

Días más tarde un segundo pilar de luz se formó, uno azul al usar la lanza de Leidenshaft para el ritual previo al ditter.

También conoció un nuevo fenómeno cuando terminó el partido: el sonido del océano se escuchó cuando realizó el ritual de Verfuremeer.

"No sabía que eso pasaría, tampoco esperaba que se escuchara el sonido del oceano, pero tiene sentido, Verfuremeer es la diosa del mar…" respondió cuando le cuestionaron el cambio en el ritual.

"¿Cuándo escuchaste el sonido del océano?" le pregunto su novio, confundido.

'No lo sé, no se que pasa… por favor no me pregunten, no tengo respuestas', "Nunca lo he escuchado, pero pensé que eso era lo que se escuchaba."

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Antes de darse cuenta, el invierno terminó.

Tuvo que advertirles a sus azules que no fueran a rezar, el circulo en el escenario siempre le había intrigado, desde su primer año, pero con lo que sabia ahora, no quería que ninguno se expusiera a ser señalado.

Fue un poco solitario la partida de Brunhilde y de Ferdinand a la soberanía. Sin embargo, no podía evitar sentirse feliz por ambos.

Su joven doncella se despidió entre lágrimas que no pudo contener, pero Rozemyne no quería que ella llorara, quería que brillara.

Le dio una bendición única que estaba oculta en la última página de la biblia del Sumo Obispo.

El último día de la conferencia, sin embargo, fue el final de su felicidad.

Estaba en la Soberanía por petición del Zent en persona. No solo ella fue convocada, la familia de Ferdinand estaba ahí salvo por Gudrun. Incluso el tío Bonifatius estaba ahí. Y Sylvester también.

'¿Le habría pasado algo a Ferdinand durante la conferencia? Pero eso no tenía sentido, Ferdinand era demasiado listo como para haberse herido por accidente durante sus estudios o con alguno de sus proyectos. ¿Lo habrían descubierto recorriendo el camino del Zent?'

No tenía sentido y eso la tenía demasiado ansiosa mientras caminaba con sus padres, su hermano mayor y la familia de su prometido a la villa de Zent. Lo que fuera, no parecía que sería expuesto a los otros Ducados… aún.

"La familia archiducal de Eisenreich y la familia de Lord Ferdinand Sohn Kleinalbrecht Adotie Eisenreich Linkberg están aquí"

Luego del anuncio, los dejaron pasar a una amplia sala de té donde les indicaron sus lugares.

Zent Trauerquel estaba ahí junto a sus esposas y el príncipe Galtero.

Su padre, al ser la persona de mayor rango, dio los no les saludos, con todos ellos cruzando sus brazos y bajando la cabeza en deferencia tal y como exigía el protocolo. Una vez terminar, té y algunos dulces bellísimos y no muy sabrosos fueron colocados en la mesa, con el Zent haciendo la demostración de que nada tenía veneno, entonces, para su sorpresa y saliéndose del guion usual, Zent se fue casi directo al grano.

"Agradezco a todos ustedes que vinieran. Es una lástima que el joven y excepcional Lord Ferdinand no esté aquí ahora mismo ya que este es un asunto que también le atañe, sin embargo, espero que será informado a la brevedad."

Zent miró a Laurenz y a Justus, los cuales asintieron y cruzaron sus brazos en tanto Rozemyne comenzaba a respirar más tranquila. Nada malo o grave había sucedido con Ferdinand... 'De hecho, ¿dónde está? ¿Ya entró a su jureve? ¿Cuándo?'

La mirada de Rozemyne se dirigió a Justus, levantando la ceja al hermano mayor de su prometido y recibiendo una sonrisa avergonzada por toda respuesta.

'¿Olvidó notificarme? No, Justus es demasiado competente para cometer un error como ese. ¿Ferdinand le habrá pedido que guardaran silencio? O tal vez tiene poco que entró…'

Sus pensamientos se cortaron en ese momento, luego de sentir un pronunciado escalofrío de asco para descubrir a Galtero con una sonrisa demasiado arrogante, mirándola como si hubiera conseguido su mayor anhelo en la vida, provocándole un terrible mal presentimiento.

"Majestad, agradecemos mucho que se tome la molestia de saltarse la etiqueta usual" comentó su padre. Rozemyne podía detectar nerviosismo en su tono, oculto debajo de una seguridad falsa que su padre sentía muy rara vez dentro de Eisenreich.

"En este momento, es necesario, Aub Eisenreich porque estoy seguro de que tendrán demasiadas preguntas y cómo saben, mi tiempo es limitado en aras de mantener a Yurgensmith."

Todos asintieron en lo que el Zent daba un pequeño sorbo a su té, casi como si se mojara los labios y refrescara su garganta.

"Sabrán, Lady Rozemyne ha demostrado no solo ser única y excepcional, sus múltiples bendiciones el pasado invierno, su adquisición de bendiciones por parte de todos los Dioses y sus conocimientos sobre el Templo y la religión la han señalado, dentro del Templo Soberano, como una pieza clave para la recuperación del Gutrisheit…"

Un sudor frío le recorrió la espalda. Su corazón se aceleró, como si intentara salir huyendo de ese lugar. Dejó de respirar incluso. Era como si Dregarnuhr intentara congelarla ahí mismo. Sabía que su boca se había abierto un poco de forma poco refinada y podía sentir sus ojos calentarse y picar a causa de las lágrimas que clamaban por salir.

'¡No, por favor! ¡Al fin estaba siendo por completo feliz! ¡Al fin podía estar por completo agradecida con mi vida, sin remordimientos ni angustias!'

No se dio cuenta de que su mano se deslizó por la mesa sino hasta sentir una mano cálida apretando la suya con fuerza. Una mirada a un lado y notó que Lady Verónica estaba en la misma postura que ella, sosteniendo su mano como si con eso pudiera retenerla. Rozemyne comenzó a negar incrédula en tanto la mano libre de Lady Verónica se escurría bajo la mesa en busca, sin duda alguna, de su saco personal de piedras Fey.

"… lamento mucho esto, pero es la voluntad de los Dioses", prosiguió Zent, escudándose como pudo tras un designio divino que hizo voltear a Rozemyne, notando al instante la sonrisa de triunfo en la cara de Galtero, "la adopción de Rozemyne por parte de Lady Verónica será deshecha para permitir que una de mis esposas y yo la adoptemos. Sé que no es lo que Lady Rozemyne desea, y que se ha negado por años, sin embargo, la guía de los dioses es demasiado clara para seguir negando lo obvio."

¡Quería llorar y desaparecer!

Su mano se aferró a la de Lady Verónica como si con eso pudiera impedir que las separaran, recordando las palabras de Aivermeen y pensando de manera inocente que no podía suceder nada peor ahora.

"Majestad", intervino ahora Lord Bonifatius. Su rostro severo y sus cejas casi juntas haciéndole saber que el hombre debía tener un presentimiento de que algo todavía peor estaba por suceder, "comprendo que citaran a la familia de mi sobrina para dar el aviso de esto, pero… ¿sería tan amable de explicar que hacemos nosotros aquí? No pretenderá romper aquello que Liebeskhilfe y Bluanfa han tejido con la ayuda de Duldsetzen y con sumo cuidado en el telar de Ventuchte, supervisadas por Dregarnuhr, ¿o si?"

Las dos manos de Rozemyne eran sostenidas ahora por las manos de Lady Verónica conforme sus ojos se abrían tan grandes eran, y su voluntad para evitar las lágrimas se volvía cada vez más endeble. Al menos podía sentir a Lady Verónica acercándola más a ella, cubriendo sus manos con dedos llenos de brillante polvo dorado, temblando sin dejar de mirar al frente.

Su madre era una mujer bendecida profundamente por Bluanfa y en menor medida por Ewigeliebe. Lo que Zent respondiera, seguro que su madre lo comprendería mejor que nadie.

Zent suspiró. Un suspiro cansado que no auguraba nada bueno. Su mirada de lamento, como implorando por una disculpa de manera silenciosa cayó sobre Bonifatius y ella, que terminó de perder el control sobre sus ojos, cerrándolos para no aplastar a Galtero solo porque el idiota de su primo estaba sonriendo con más anticipación que antes, incapaz de contener sus emociones y mantener una expresión noble.

"Cómo nueva adhesión a la familia Real y para asegurar que el Grutrisheit no caerá en manos equivocadas, el compromiso entre Lady Rozemyne y Lord Ferdinand de Eisenreich queda deshecho."

Fue como si perforaran su órgano de mana con la espada de Ewigeliebe. Lady Verónica la abrazó de inmediato, temblando detrás de ella. Si por empatía, furia o incredulidad, no podía estar segura, pero Rozemyne no tardó nada en voltear para ocultar su rostro en la mujer que seguía siendo su madre de manera oficial.

"Lady Rozemyne deberá mudarse a la Soberanía para ser preparada como princesa soberana y consorte del próximo Zent. Su compromiso con mi hijo adoptivo, Galtero, heredero por derecho de sangre, será anunciado en el invierno, durante la bienvenida al estudiantado."

Rozemyne no sabía qué estaba pasando. Si no desaparecía con ayuda de los dioses era porque Verónica la tenía sujeta en un abrazo maternal que intentaba protegerla de todo lo que estaba pasando, incluso de las estupideces que debían estar saliendo de la boca de Galtero que le sonaban más al cacaraquear de algún animal de corral en ese momento.

Su llanto silencioso y el dolor de perder a las dos personas por las que más había estado luchando, aislándola lo suficiente para apenas alcanzar a escuchar sillas siendo arrastradas, algo quebrándose por un golpe, sonidos de sorpresa y miedo e incluso los pasos apresurados de varias personas en armadura, seguidas por preguntas cuyo sentido no pudo comprender.

Era un verdadero caos.

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"Hermana mayor, por favor, ayúdame a estudiar. Ahora tú serás una princesa… ¡no puedo ser menos excelente que tú o pondré en mal la reputación del ducado! Orare a los dioses, me volveré Sumo Sacerdote para ayudar al hermano mayor, ¡pero ayúdame!"

No tenía ni tres días de que había regresado de la trágica convocatoria y al parecer, su próximo exilio ya era del conocimiento de sus hermanos menores. Rozemyne trató de sonreírle a su pequeño hermano, Fabrizio. Quién entraría ese invierno a su primer año en la Academia Real, devolviéndole el abrazo apenas un segundo antes de despegarlo de ella con cuidado. No era adecuado que mostraban tal despliegue de afecto físico principalmente porque eran medios hermanos.

El niño que cumpliría diez la próxima temporada ya no lucia como un hermano pequeño al que pudiera mimar, en cambio era casi tan alto como ella. Con su próximo ingreso a la academia, ese comportamiento no era adecuado, lo sabían, pero para Rozemyne esa fue la máxima muestra del sentir del niño.

Algo más atrás, Bernadette los miraba a ambos con una mueca de fastidio y disculpa que era imposible ignorar.

"¡Fabrizio! ¿Debo decirle a madre que de nuevo no te estás comportando? ¿O prefieres que te acuse con padre y Lady Verónica de cómo estás importunando a nuestra hermana?"

"¡Se la van a llevar en invierno, Bernadette!" se quejó el niño volviendo a aferrarse a Rozemyne, pasando sus brazos alrededor de su cuello, arrancándole una sonrisa sincera al pensar en la cantidad de veces que ella se aferró de ese modo a Ferdinand "¡Tengo que convencerla ahora que no va a volver tener tiempo para estar con nosotros!"

Eso le dolió. Quería vomitar de pronto. Con su apretada agenda solía pasar una o dos campanadas por semana con sus hermanos menores por parte de la segunda esposa de su padre. Ya fuera para leerles cuentos, practicar un poco de harspiel con ellos o bien explicarles algún juego nuevo o algún tema que les estuviera costando trabajo, pero ahora que debía prepararse para irse…

"Ahm… Bernadette, creo que podemos pasar su desliz por esta vez" murmuró Rozemyne tragándose las ganas de llorar y recordándose que le quedaban al menos dos temporadas para estar con sus pequeños hermanos "¿Por qué no me acompañan a tomar el té mientras nuestros asistentes acuerdan cuando puedo estar con ustedes? Creo que podemos hacer un esfuerzo por tener algo más de tiempo del usual, ¿no, Margareth?"

Margareth, siempre fiel a mantenerla segura y en tanto control como pudiera, asintió, aproximándose a los asistentes principales de sus hermanos mientras los tres caminaban hacia la sala de té donde había pretendido organizar algunas cosas respecto a sus industrias con ayuda de sus eruditos. Desplazaría todas esas reuniones para la sexta o séptima campanada si con eso ganaba tiempo extra con sus hermanos, después de todo, a partir del primer día de invierno ya no podría referirse a ellos como sus hermanos.

Poco sabía que ni con todo ese mueve y reacomodar de agendas, podría tener suficiente tiempo con los dos.

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Rozemyne ya sabía que Galtero era un idiota, pero nunca pensó que fuera un idiota insensible. Cortejándola tan descaradamente y alegando que era lo mejor, los obsequios y cartas no dejaron de llegar desde que regresara de esa reunión, sus asistentes ya ni siquiera se lo notificaban, Rozemyne no tenía tiempo para revisar las cajas con todo lo que tenía que hacer.

Regresó a su ducado para despedirse de todos y preparar su ausencia, pero la obligaron a volver demasiado pronto.

Ya no tenía tiempo para educar a un sucesor, aun así, dejo a sus azules para que educaran sucesores, menos mal que todo el alumnado se ordenó.

"Aub Eisenreich, Lady Verónica…" Dijo antes de subir al teletransporte.

Pensó que lloraría, pero no lo hizo. Se sentía demasiado rota, demasiado vacía como para derramar lágrimas; era como volver a los días en los que se sentía sola.

"Sugeriré inviten a lady Lavinia a mudarse antes, ella tiene educación como Sumo Obispa y también como Suma Sacerdotisa. Será útil para evitar que el Templo colapse por mi partida y la de mis hijos. Hablaré con… mi padre para que permita su mudanza temprana y sugeriré que la adopten. Lord Sylvester, le sugiero asuma como sumo obispo. Por favor, lea esto en su habitación oculta y decida como proceder." Finalizó, entregándole una carta en la cual le confiaba la ubicación de la fundación.

Eso fue todo lo que pudo hacer.

Sin una villa para ella, al menos tuvo el consuelo de poder quedarse en su dormitorio.

Sus clases como princesa no fueron lo que esperaba. La amalgama resultante de las lecciones de lady Verónica y los intentos de asesinato, así como la lucha constante contra los efectos de las drogas resultaron en una educación aún más rigurosa que la que recibía ahora.

Recordó entonces que nadie en esa familia fue educado para convertirse en familia real. Serian vasallos solamente. Meros ministros.

Las temidas fiestas de té con las esposas de su nuevo padre llegaron demasiado pronto. Ella en verdad no estaba preparada para conocerlas.

La primera reina era una mujer de Dunkelfelger, era amable y trataba de ayudarla y consolarla, la mujer entendía perfectamente lo que era ser privada de futuro elegido para convertirse en realeza.

La segunda reina era arrogante, no dejo de decir cómo debía sentirse alagada por su nuevo estatus, y por el hecho de que ella considerara adoptarla, fue evidente que esa mujer solo buscaba mejorar su propia posición como madre de la pareja zent.

La tercera reina, por otro lado, era pasiva, no busco convencerla, pero prometió que sería una madre amable si la aceptaba… pero ella no quería otra madre que Lady Verónica, sabía que estaba siendo injusta con la reina Magdalena, quien parecía en verdad preocupada por ella y por su corazón, pero tenía miedo y estaba enojada.

Su nuevo padre en verdad parecía apenado.

Se suponía que era zent, sin embargo, solo fue educado como un ministro, no sabía como refrenar a su corte real y al templo.

"Espero que esto la ayude y le dé consuelo."

Su primo —hermano— idiota y próximo prometido se mostró reacio a que ella asumiera como Sumo Obispa Soberano, pero el rey, que sabía lo importante que era el Templo para ella, le dio el puesto.

Lo primero que hizo fue prohibir las ofrendas forzosas en su templo. Solo las doncellas dispuestas a ofrecer flores las harían, nadie podría forzar a las jóvenes que no deseaban ser flores.

Desde ahí, su vida se dividió entre revisar el templo, asistir a su educación como princesa y soportar las fiestas de té con Galtero.

Que tentador fue la idea de robar la fundación, si ella se volviera zent como el antiguo dios solicito, podría ordenar que su adopción se disolviera y ella volvería a su Gedulh mientras educaba a la ahora tercera princesa como una verdadera zent… sin embargo, lo que había bajo la sala de oración era la fundación de un ducado.

Los días que permanecía en la soberanía se colaba en la habitación de Ferdinand, deseaba tanto su abrazo… pero lo encontró dormido en jureve cada vez. Quizás porque se sentía demasiado sola o tal vez por la ansiedad de todos los chicos indeseables y verlo ahí en el agua, dormido de manera apacible, cada noche Rozemyne le decía en susurros lo que había pasado, lo que la preocupaba… cuánto extrañaba la relación que habían reorganizado en el otoño.

Fue más o menos cerca del final de la primera semana de verano, mientras recorría los pasillos del Templo cuando alguien la llamó.

"¿Myne?" una voz nostálgica que solo recordaba en sueños la llamo, "¿Myne eres tú?"

La mujer que la llamaba se parecía a ella, pero tenia el cabello platinado y los ojos de un tono pálido. Usaba una túnica azul de doncella, pero esta estaba deliciosamente bordada.

Durante años soñó con recuperar a su madre, se resignó con el tiempo, pero en ese momento, las preguntas que nunca tuvieron respuesta volvieron a ella.

No sabia como sentirse, estaba tan abrumada que simplemente deseo desaparecer.

La sensación de vacío a sus pies la hizo percatarse de que estaba cayendo. Formó su montura y en ese momento, con su vida a salvo, se dio cuenta de que estaba sobre el altar. Sobre Airvermeen.

En ese momento lo entendió.

Los santuarios que Ferdinand encontró formaban un círculo alrededor del antiguo dios.

Desde ahí fue fácil ubicar todos los santuarios. No lo pensó demasiado, no tendría ocasión de encontrar otro momento para recorrerlos y conseguir lo que necesitaba.

El Templo asumiría qué estaba en el palacio y el palacio asumiría qué estaba en el Templo. Tendría algunos días antes de que notaran su desaparición. Eso le daría el tiempo suficiente para entender y encontrar el modo de volver al jardín del comienzo.

Cada tabla estaba completa al entrar en un santuario. Con cada tablilla sintió su schtappe crecer.

Se elevó en el cielo durante la noche. Las líneas estaban grabadas en el cielo. A diferencia de Ferdinand ella conocía de memoria ese círculo mágico.

Estaba en su biblia. Estaba en el escenario de la danza de dedicación. Estaba grabado con fuego en su mente desde que tenía memoria, por lo que pudo reconocerlo incluso cuando se encontraba incompleto.

Pidió una disculpa en su corazón y lanzó una feystone llena de maná.

Era posible que existiera un modo correcto de llenar el círculo mágico del cielo, pero no tenía tiempo para buscarlo. Cargaría el círculo y luego oraría en el altar para ver a Airvermeen.

Su sorpresa fue grande cuando, sin entender bien lo que pasó, estuvo frente el antiguo dios y él estaba molesto con ella…

El antiguo dios la regañó con dureza, el maná divino obligándola a permanecer postrada mientras escuchaba a Airvermeen elevando la voz.

"¡Que seas la predilecta de todos mis antiguos compañeros no te da derecho a entrar de forma tan grosera!"

El maná qué la aplastaba pareció calmarse en ese momento. Quería disculparse, pero no tuvo ocasión de hacerlo.

"Ya qué estás aquí para obtener tu sabiduría no tengo más remedio que ayudarte para que la recibas. Esto no es posible, tu recipiente es un poco pequeño. ¡Arnvax!"

Una luz azul cayó sobre ella y sintió como su cuerpo crecía. Fue una suerte llevar el cabello suelto y solo la túnica qué Ferdinand había pedido para ella.

También fue una suerte que su cuerpo se hubiese insensibilizado al dolor.

No fue mucho el cambio, pero su cuerpo creció hasta casi la edad adulta.

Sin tener tiempo de procesar lo que pasaba, el antiguo dios la hizo orar y un torrente de información comenzó a inundar su cabeza.

"No pienses, solo recíbelo." Ordenó Airvermeen todavía enfadado.

Tanta información la abrumó.

La fundación del país, el primer zent, el origen de la familia real, su herencia y su verdadero origen.

No pudo soportarlo más, cerró su mente a la información, formó su bestia alta y salió de ese lugar por donde había entrado, ignorando los gritos del antiguo Dios exigiéndole terminar y volando sin poner atención, al menos, hasta que se encontró de nuevo al interior de los dormitorios de Eisenreich.

"… mi hermano está por despertar, pero ya es tarde."

La voz de Justus anunciando la qué más esperaba durante ese tiempo no la llenó de dicha.

Estaba cansada, tan cansada.

Entró en el baño y comenzó a limpiar su cuerpo entendiendo cuál era su destino.

No se atrevió a vestirse, temía acobardaste de lo que tenía que hacer. De la única forma de escapar del destino qué intentaban imponerle.

Se miró en el espejo, sonriendo con ironía.

¿Cuánto tiempo oró por lucir así para él?

¿Cuánto tiempo esperó para que él la aceptara como su flor?

Pero ahora… lucía horrible, su rostro estaba hinchado por el llanto qué derramó mientras se bañaba, sus labios también estaban mallugados, debido a lo fuerte que lo mordió para evitar hacer ruido.

Convocó su sabiduría… la prueba de zent…

Que ironía qué una flor como ella tuviera la prueba de zent.

Respiro hondo e ignoro todo, uso papel Fey y dibujo dos círculos mágicos, uno para curar su rostro y verse decente mientras que el otro le permitiría llegar a su dueño sin que nadie se percatara.

Esperó en silencio hasta que Justus salió de la habitación. No espero mucho.

"Rozemyne."

La voz de Ferdinand la sobresalto, no existía forma de que él supiera que ella estaba ahí. Respiro hondo y se preparó para su destino.

"Es una suerte para mí que aun prefieras mantener tú habitación vacía durante las noches, Ferdinand."

Él estaba indefenso y todavía desorientado en su cama.

Ella se retiró primero el circulo de ocultación tan pronto como se sentó con él dentro de la cama e inmediatamente, la capa que la cubría, justo después de alimentar la herramienta antiescuchas de rango específico que había colocado junto a la cama. Lo dejó observarla y lo besó antes de que ese hombre pudiera reaccionar.

El beso era dulce y amargo a la vez. La dulzura del maná de Ferdinand que tanto había echado de menos y la amargura de saber que tendría que forzarlo a tomarla a pesar de todo lo que se habían estado controlando para demostrar su mutuo respeto. Si él la tenía, si tomaba su honor, la habría estropeado y ella no podría casarse con nadie más.

Evocó todo lo que aprendió de Laurenz y Alerah. Trató de entregarse al deseo. ¡Al fin estaba pasando! Solo debía recordar lo que sentía antes. Sus deseos. Su origen. La certeza de que era una flor y como tal, solo debía abrir las piernas y permitirle cosechar sus pétalos… pero no podía.

Por más que intentó entregarse al placer de sus caricias, o dejarse intoxicar por la sensación del maná de Ferdinand rodearla y circular por ella, no dejaba de sentirse incómoda, como si una voz en lo profundo de su mente le gritara que todo eso estaba mal, que era demasiado joven, que estaba cometiendo un error irreparable…

Se odiaba a sí misma en ese momento por obligarlo a verla como una flor… ella… ella no era una flor…

'¡Solo eres una flor, compórtate como tal!', se regañó a sí misma. Pero incluso en su mente, las palabras carecían de convicción.

Entre casarse con Galtero y terminar recluida en el Templo a la espera de ser llamada por Ferdinand para complacerlo, prefería mil veces la segunda opción, aún si él tomaba a una esposa más digna, aún si era incapaz de darle hijos... ¿Entonces porque se sentía tan mal? ¿Por qué tenía la impresión de que todo habría terminado cuando él terminará de reclamarla?

"¿Estás lista?" preguntó Ferdinand en un tono demasiado amoroso y un tanto preocupado que la obligó a fingir una sonrisa complacida.

"Lo estoy" murmuró ella, rodeándolo con brazos y piernas para convencerlo… para convencerse de que lo estaba a pesar de todo.

'¿Dolerá mucho? ¿Cómo voy a explicarle esto después? ¿Dejará de amarme? Pero soy una flor, ¡sólo una flor! ¡No soy más una candidata a archiduquesa! ¡No puedo ser la esposa de Galtero!... Solo debo resistir un rato y luego… luego…'

Sintió una mano entre sus piernas y todo el asunto se volvió demasiado real. No estaba nerviosa, ¡estaba aterrada! La poca excitación que logró cultivar con las caricias desapareció como si nunca hubiera existido. La angustia por lo que le traería Dregarnuhr la tenía al borde de la locura. Incluso si Ferdinand la desdeñaba después, podría vivir el resto de su vida enclaustrada en algún Templo con el recuerdo de que él había sido el único hombre en su vida… incluso si la mataban por esto…

Ferdinand pareció dudar entonces, pegando su frente a la de ella, abrazándola con una delicadeza que más allá de confortarla le dolió. Ella no merecía su afecto o sus cuidados. No merecía consideraciones tampoco. No cuando lo había seducido con la intención de usarlo para salvarse.

"Rozemyne, no puedo." Suspiró él luego de estudiarla un par de momentos, mirándola a la cara con preocupación. "No ahora. No es correcto y tú no estás lista. Tú no quieres esto."

'¿Por qué tiene que conocerme tan bien? ¿Por qué no puede solo dejarse llevar y tomar mi vida? ¡¿Por qué no puede salvarme de Galtero?!', "Por favor, por favor, tómame" sollozó ella sin soportarlo más, tratando de dirigirlo con las piernas para que pudiera penetrarla, sin embargo, ella debía ser demasiado torpe todavía en el lecho. Su inexperiencia le estaba jugando en contra, la espada de Ferdinand resbaló sobre su jardín de manera incómoda, permaneciendo fuera de ella, como si incluso esa parte de él se estuviera resistiendo a sus súplicas.

"¿Por qué? Dime, Rozemyne, ¿Por qué ahora?"

Su Ferdinand siempre tan centrado, tan responsable. Él siempre había evitado que dieran ese paso del que no habría marcha atrás. Ella se había sentido tan agradecida cuando al fin lo entendió, cuándo al fin aceptó que una vez que ataran sus estrellas tendrían toda una vida para compartir el lecho e invocar al invierno… ya no era un destino que estuviera del todo al alcance de su mano.

"Yo nací para ser tuya, sólo tuya, así que esto está bien. Solo tómame" repitió, apretando sus brazos y piernas a su alrededor para convencerse a sí misma de que no estaba cometiendo un error, repitiéndose una y otra vez que la hija de una flor era una flor también, que ser solo la amante de un hombre soltero era un mejor destino que el que Zent le estaba poniendo al frente.

"Rozemyne, no."

Pero Ferdinand se detuvo. Se negó a tomarla o a reconocer sus argumentos. La escuchó con atención y le prometió que volvería a ella, concentrándose en consolarla aun si él estaba furioso. Porque podía escuchar la ira oculta en su voz, en sus gestos, en su maná antes intoxicante y ahora sobreprotector.

Esa noche se abrazó a él, convenciéndose qué todo estaría bien, llorando incluso después de quedarse dormida.

.

"Milady, lamento mucho esto" se disculpó Alerah en tanto la sostenía con fuerza de las manos.

Podía sentir correas sosteniendo sus piernas abiertas y los dedos de alguien sobre las marcas que los besos de Ferdinand le dejaron la noche anterior. Su cabeza le daba algunas vueltas, pero no tardó mucho en centrarse del todo cuando sintió que alguien abría su jardín con cuidado, haciéndola respingar, encontrando a Margareth revisándola.

"¡Margareth!"

"Milady, lo lamento, pero debemos hacer un recuento de los daños causados a su persona."

Estaba abochornada e incómoda, sintiendo la mirada de Margareth en su cáliz como si fueran un par de cuchillas dolorosas. Nadie debería tener acceso a esa parte de ella, ¿entonces porqué…?

"¡Aún es pura!" suspiró Margareth antes de levantarse de nuevo y comenzar a soltar las amarras. Alerah no tardó nada en recitar la oración de curación con un visible alivio en su rostro y pronto no quedó rastro de la noche anterior.

A pesar de ello se sentía ultrajada. Sólo quería llorar y esconderse.

"Bien, es todo, milady" comentó Margareth con una sonrisa aliviada "le daremos un baño y luego…"

"¡No te quiero cerca de mí! ¡Alerah será quien me bañe, Margareth!"

Su asistente pareció perder la habilidad para hablar en ese momento, soltando un dócil "Como usted ordene" mientras Alerah la cubría con una manta que olía igual a Ferdinand y la guiaba a la bañera, donde permaneció en silencio, dándose cuenta de pronto que Alerah no había dejado de hablarle de forma maternal, como si fuera una pequeña niña antes del bautismo.

"… lo entiende, ¿verdad, mi señora? Por favor no se enfade con Margareth. Ella solo está preocupada por usted igual que yo. Debe comprenderlo. ¡Usted de repente desapareció y no volvimos a verla por días! Ni siquiera nos atrevimos a preguntar si alguien la había visto aún. No cuando supimos que Lord Ferdinand estaba por despertar. Margareth fue a buscar a Lord Ferdinand para pedirle qué nos ayudará a buscarla y… bueno… que los encontraran tal y como Lady Verónica nos encontró a mí y a Laurenz durante nuestro primer año de noviazgo nos llevó a pensar… lo que no era."

Rozemyne suspiró con cansancio, saliendo de la bañera y tomando la toalla para secarse ella misma. Lo entendía, de verdad que lo entendía, pero que hubieran hurgado su cuerpo mientras estaba inconsciente la tenía fastidiada, en especial al darse cuenta de que su futuro en realidad no había cambiado.

"Por cierto, milady… ¿qué le sucedió a su cuerpo?"

Ella solo se miró de nuevo. Era verdad. Nadie sabía lo que había sucedido, lo que ella pensó había sido solo la noche anterior, en realidad había sido una semana o un poco más.

No era una noche, pero una semana era muy poco tiempo para su cambio.

¿Cómo explicaría que su cuerpo de doce, de una joven que recientemente cumplió trece, de pronto pareciera el de una chica de catorce o casi quince años?

"Arnvax decidió que era un buen momento para responder a mis súplicas." No tuvo que explicar más. Alerah era más que consciente de a qué se refería. Tampoco es que pudiera dar más explicaciones sin revelar que fue Airvermeen quien intervino y el motivo por el cual lo hizo.

Que la joven se cubriera la boca y tuviera los ojos muy abiertos, preocupada de repente, le hizo saber que su asistente comprendió algo que ella no.

"Milady… Lord Ferdinand la ama demasiado y está acostumbrado a rechazar sus avances incluso con la más escandalosa de mis prendas, pero…"

No tuvo que terminar su frase. El cuerpo de Rozemyne tembló cuando la comprensión hizo un eco en su cabeza.

Galtero estaba siendo muy molesto desde que ella se mudó a la Soberanía, respetando cada vez menos su espacio personal y mirándola como juzgando cuando estaría lista para ser cosechada… si ÉL la veía con esta apariencia…

"Dile a Margareth que busque todo lo que pueda necesitar para formular una herramienta mágica para esconder mi desarrollo, estoy BASTANTE segura de que notó TODO el cambio que sufrí."

Eso solo la fastidió más. Una cosa era que Ferdinand la hubiera mirado, tocado y probado guiado por ella y otra muy distinta era que su asistente principal la hubiera noqueado para estudiarla como si fuera una feybeast en la mesa de disección.

Tendría que usar una herramienta mágica para confundir a los demás y que no notaran sus cambios… y tendría que usarla hasta el día de su graduación.

¡Qué fastidio!

Ordeno a Margareth no hablar y conjuro su sabiduría.

La forma ante ella no era un libro, era pequeño, similar a las tablas que asimilo, pero más delgada. La forma le llego a la cabeza cuando pensó que la información miscelánea sería difícil de ubicar. También podía aumentar y reducir el tamaño del texto e incluso aumentar el tamaño de un círculo mágico para ver claramente los detalles.

La noche anterior estuvo demasiado aturdida y cansada como para analizar la forma que la sabiduría adquirió, pero ahora que su mente estaba un poco más despejada pudo explorar. Cuando levanto la vista observo que su prima adquirió el color del Ewigeliebe en ese momento mientras intentaba disculparse con ella una vez más.

Cuando Rozemyne se calmó lo suficiente formulo lo que necesitaba, pero mientras le acomodaba el amuleto sobre el vestido Margareth comenzó a hablar de como cambiarían las cosas ahora que ella tenía la prueba de zent y como debía ser más precavida y cuidadosa… eso la hizo recordar que acababa de ser explorada devolviendo toda la vergüenza que antes sintió, haciéndola sentirse abochornada e irritada en la misma medida.

.

Durante su siguiente fiesta de té con Galtero, cualquier duda o sentimiento de que se volvía paranoica se esfumó. Su hermano adoptivo llevaba tiempo añadiendo algo a los bocadillos de sus fiestas, estaba aumentando la dosis de a poco sin que ella estuviera segura de lo que era, pero finalmente pudo ubicar el sabor oculto tras la azúcar y especia de la comida soberana.

Se encontró agradeciendo a su torturadora personal por todos esos años de venenos y afrodisíacos que la volvieron inmune a los intentos de Galtero de reclamarla, gracias a esa inmunización accidental, podía salir de las fiestas de té con la frente en alto y su honor intacto, aguantando la angustia y el desagrado, en especial cuando Galtero se armaba de valor, mirándola confiado y acercarse demasiado, tocándole el cabello y mirándola con descaro, asqueándola.

Ferdinand se volvió su mundo una vez más. Incluso si las drogas la afectaban apenas y ella terminaba desnuda en su habitación, él no la reclamaría, no importaba cuánto lo tocará, suplicara o lo desvistiera, él siempre encontraba el modo de tranquilizarla y hacerla sentir más tranquila. ¿Cómo no iba a amar a un hombre tan maravilloso como él?

Que Margareth y Alerah accedieran a llevarla a la habitación de Ferdinand para dormir luego de dejarla leer media campanada para calmarse la hizo sentir, poco a poco, que estaba recobrando algo de control.

Cuando su inmunidad volvió del todo, cuándo volvió a hacerse con toda la dignidad que había construido con tanta dificultad, se dio cuenta de que no podía escapar de su destino. Ser la flor de Galtero o volverse Zent.

Nunca tomaría la primera opción.

Y… ella tenía todo lo que necesitaba para gobernar desde las alturas:

Educación, maná, el favor de los dioses.

El Gutrisheit.

Conforme Leidenshaft confiaba a Schutzaria para cuidar de Geduldh, Rozemyne llegó a una conclusión, armándose con la determinación del panteón del fuego. No iba a permitir que le arrebataran su futuro ideal por completo. Ella ya lo había considerado antes de todas maneras, lo único que la detuvo fue la adopción de Lady Verónica, pero ahora que su adopción había sido anulada por decreto real, no tenía por qué preocuparse por ello. Lo hecho, hecho estaba.

"Padre." Saludo al rey esa mañana, la mañana que Schutzaria levanto su escudo, reforzando su determinación. "Aceptare la adopción de la reina Magdalena."

Hasta ahora, ella había sido una princesa sin madre, pero ahora con la primera reina como madre adoptiva, su estatus subió drásticamente.

Debía distraer a Ferdinand lo suficiente como para alejarlo del asiento de Zent y tomarlo como su consorte. Después de eso anularía la adopción de la falsa familia Real y pondría al descubierto el perverso complot que la codicia desmedida de sus antecesores por el cual el camino para mantener el jardín fue pervertido.

Luego… luego se aseguraría de poner a Galtero en el Templo que tanto odiaba o lo enviaría a la Torre Blanca por intentar tomar su virtud y su destino.

Hasta ahora, solo soporto en silencio mientras era consolada por su novio por las noches, no más, su tonto hermano tendría que aprender a controlarse.

Rozemyne estaba obligada a aceptar y ofrecer algunas fiestas de té con su futuro prometido, pero con su control recuperado y principalmente después de que Ferdinand descubriera la verdad, decidió que era hora de reorganizar su juego.

Se aseguro de que tenía suficiente información en su sabiduría como para jugar el ditter que estaba por iniciar.

Ella no permitiría qué su persona más importante cargara con el pecado de su familia. No, ella tomaría el asiento de Zent así como los dioses querían y limpiaría el jardín, educaría sucesores dignos de la forma correcta y viviría el resto de su vida junto al hombre que amaba.